Infidélité (Jannet)

Era la segunda noche que quedaba con aquella mujer, bueno, realmente la primera que quedábamos, pues nuestro primer encuentro fue mas bien algo fortuito.
Yo salté por la ventana del hospital y ella me siguió hasta las profundidades del bosque, nadie podría decir que no habíamos tenido un primer encuentro inolvidable, aunque para hoy había pensado quizás algo mas ¿moderado?

Hablo de quedar en la plaza de San Jaques y allí estaba, sentado en una fuente de piedra presidida por el mismo santo que daba nombre a la plaza viendo a los transeúntes pasar.
Gran cantidad de parejas de la mano caminaban con perpetuas sonrisas contándose sus secretos, sin lugar a dudas aquel paraje parecía llamar a la complicidad, aunque yo había pensado mas bien, en ir a una pequeña tasca de los barrios bajos a cenar a la luz de unas velas.

No era un lugar muy concurrido, de echo era bastante discreto y alejado de todas aquellas miradas de la clase social que yo ostentaba y que pudiera después rumorear sobre mis compañías.
No temía que mi mujer descubriera que tenia una amante, eso bien poco me importaba, mas si ensuciar el apellido Landwik, ese que no solo yo ostentaba.

Ensanché la sonrisa al verla aparecer con un sencillo vestido en tonos tierra que iluminaba aquella perfecta mirada rasgada que podría hacer enloquecer a cualquier hombre que tuviera ojos en la cara.
Me acerqué a ella con la sonrisa ladeada, como buena mujer me había hecho esperar el tiempo justo para impacientarme, mas no para hacerme perder las ganas.
-Buenas noches Jannet -susurré depositando un casto beso en su mejilla nada propio de mi condición y menos de mi arrollador carácter.

Su mirada se fundió con la mía, ambos sabíamos que teníamos que ser discretos, yo por lo antes mencionado, ella porque no estaría bien visto que mantuviera relaciones esporádicas.
-He pensado acudir a cenar a una tasca -le guiñé un ojo -no os preocupéis por que no este en uno de los mejores barrios de París, prometo protegeros -bromeé sonriendo abiertamente.

Su mano empujo mi pecho con diversión mientras se le escapaba una carcajada que reflejaba la sensación que uno producía en el otro.
Pasión ,ese era el sentimiento que reflejaban nuestros cuerpos que parecían llamarse como imanes, mas que por las miradas no podían llegar a tocarse.
-Quizás después de la cena, del vino y de lo demás, podríamos ir a un hostal -le propuse con la mas que clara intenciones de acabar la noche enredados en una danza de fuego y carne.

Sus ojos claros se hundieron en los míos casi tanto como esa sonrisa de medio lado que guardaba innumerables secretos entre ambos, hubiera acortado la distancia que separaba nuestros cuerpos, incendio que se producía frente a nosotros con tan solo apoyar su mano por un segundo en mi pecho.

El latir enérgico de mi corazón hizo que la apartara consciente de las miradas furtivas que acaparábamos y eso que solo estábamos de frente saludándonos.
Una ligera reverencia, tomé su mano y la besé con la educación que se esperaba de un caballero y no de un depredador que realmente era exactamente lo que era.

Jannet acepto la propuesta de acudir a cenar a la tasca, no le importaba acudir a barrios bajos para tan evento, algo que de sobra me creía pues solo a una mujer valiente se le ocurre perseguir a un demente que salta por una ventana herido y se interna en el bosque.
Desde luego pocos tenían ese comienzo de relación y menos aun acababan consumidos por las llamas de sus propios cuerpos en un primer encuentro.

Ladeé la sonrisa cuando me dijo que su casa estaba libre, no necesariamente ir a hoteles, ni pensiones de mala muerte.
Asentí aceptando su propuesta, quizás implicaba un paso mas saber donde vivía, claro que siendo un lobo con el poder de rastrear, la hubiera encontrado aunque hubiera vivido en las afueras de la ciudad.

Mi mano en la parte baja de su espalda, con la otra le indiqué que andará y con un silbido mi montura nos siguió como si de una mascota fiel se tratara.
-Os acompaño hasta vuestro caballo -le guiñe un ojo con aire divertido .no vaya a ser que de aquí a allá os perdáis.
Sus ojos me buscaron con cierta picardia y a su vez ese deje de mujer fuerte e independiente que no me necesitaba para ir de un lado a otro, mas supongo que entendía que mi única necesidad era la de seguir tocándola mientras paseábamos por la plaza.

Una vez frente al anima tomé su cintura elevándola hasta que su pie toco el estribo y así paso la otra pierna por encima del lomo lista para cabalgar. Afiancé los estribos a sus botas y alcé la mirada para perderme en sus preciosos ojos que parecían capaces de brillar mas que las mismas estrellas aquella noche sin luna llena.
De un salto monté mi corcel y le indique que me siguiera, la tasca no quedaba demasiado lejos, unas cuantas cuadras mas allá, eso si en la zona humilde de la ciudad.

La ayudé a desmontar frente al local, lento nuestros alientos se encontraron perdiendo nuestra mirada en la del otro, mi boca se entreabrió necesitada de recibir la ajena mientras nuestros pechos subían y bajaban ajetreados marcando el delirante ritmo del deseo que existía entre los dos.
-Quiero conocerte -confesé