Notas que van y vienen

por **Françis S. Lombard** Dom Mar 12, 2017 10:34 pm

Cuando termino sus palabras, muy a pesar de mi, el sonrojo teñía de carmesí sus pálidas mejillas, por ello ese impulso inoportuno de mi cuerpo me molestaba bastante, pues aunque lo había intentado en algunas ocasiones este siempre conseguía delatarme, que debía decir?, me halagaba, pero era solo un desconocida, no espero respuesta alguna de mi parte no obstante, y tomando su instrumento comenzó a marchar hacia su habitación.

-Mañana estaré a esta misma hora y tocaré para usted las notas que escribiré esta noche... hasta entonces, y que tenga usted un buen día- y sin decir mas cerro la puerta detrás de el, dejándome ahí, muda por lo repentino y corto que había sido nuestro encuentro, esta bien supongo que lo merecía, pero la verdad era que había despertado mi curiosidad y ahora... deseaba escuchar su música.

Tome mis cosas y camine por el corredor quedándome de pie un momento frente a la puerta - hasta mañana, tenga usted un buen día- hable a la puerta quizá esperando que escuchara pero no completamente seguro de que así seria, y marche... hacia la planta baja buscando a mi amigo, quizá el día siguiente podría escuchar el mismo una pieza, al menos para mi la perspectiva de escuchar una suave melodía en la mañana, compensaba a los horrores de la noche

Cuando me vinieron a despertar yo ya estaba levantado. Me había vestido con lujosas ropas y estaba listo para salir. Sin embargo me quedé a mitad del corredor esperando que la jovencita saliera como todas las mañanas

–No voy a decirte hola ni, si quieres hablar en privado, seré directo contigo– tira la poca colilla que quedaba al suelo –He oído hablar de ti– busqué entre mi chaqueta gris un cigarro con unos cerillo.

por **Françis S. Lombard** Sáb Ago 12, 2017 11:00 pm

Entre las oscuras calles se va uno pasando de lugar en lugar hasta encontrar el que pueda a uno albergarlo hasta que salga el sol o quizás hasta que vuelva a caer la noche del día siguiente, pero hasta mientras uno solo pude sonreír esperando que llegue aquella persona indica.

No es por dinero porque quien estoy en este mundo, tampoco es por la ambición de recibir algo, solo estoy por aquí porque me encuentro aburrido de la vida que llevo y la mujer que me tiende la mano mata el tiempo que tengo en cosas muy entretenidas. Es verdad que solo soy un joven y muchos podrían verme como un chico interesado y vividor, pero ¿No es eso lo que todos somos? Unos vividores de la vida, unos aprovechados que agarramos lo que nos tire la vida. Eso es lo que somos y seremos.

Mi vida en este mundo comenzó de la siguiente manera.

La mujer que me recogió y arrancó de los brazos de la pobreza fue una mujer madura, muy sola y olvidad de su marido. Era ella quien cuidaba y velaba por mí como un madre, pero yo sabía que no éramos nada, solo un juguete y la dueña. Todas las noches dormía en su cama en silencio, casi no hablaba no me daba confianza la mujer. Pero a ella no le importaba, mientras pasara las noches con ella estaría todo bien. No era una mujer fea, era muy guapa ella, tanto que nunca entendí como su esposo nunca la tocaba en las noches.

Ella me fue educando en todo cuanto pasara por su cabecita loca, ella realmente se sentía sola podía darme cuenta aun cuando ella sonría en las reuniones con sus amigas y presumía de una vida muy feliz, yo sabía la verdad de su infelicidad. Como era de esperarse, dormimos en la misma cama esa noche, pero esta vez yo me acerqué a ella abrazándola y solo alcancé a susurrarle –Conmigo no tienes que fingir Dalila– solo se escuchó un sollozo hasta que nos quedamos dormidos.

por **Françis S. Lombard** Miér Dic 13, 2017 12:00 am

Entre los dedos tomé el primer cigarrillo del día, hacia bastante ya del último halo de humo que mis pulmones habían retenido y claro el clima fresco de Suecia ameritaba la primer bocanada de nicotina. Con la acostumbrada actitud osada y desinteresada en todo aquello que me rodeaba admiré el paisaje, las montañas cubiertas por la nieve al horizonte me recordaron a Inglaterra en invierno y un poco de Escocia cuando lo visitaba después de un largo tiempo de caza. Arrope las manos con los guantes negros de piel para calentar las falanges de mis dedos y continúe admirando el exterior.

Mientras contemplaba con asombro la espectacular muestra de la naturaleza, un sinfín de ideas venían una y otra vez, entre preguntas, dudas y posibles respuestas chasqueé los dedos evitando las suposiciones, aunque era inevitable poder dudar de la masculinidad de Frederick, incluso en cada una de sus cartas existían algunos puntos y ademanes en su forma de escritura que si no fuera porque ya lo había visto cara a cara, pensaría que era una joven mujer haciéndose pasar por varón e injustificablemente le castigaría por jugar con fuego, nadie se burla del Rey de Inglaterra, mucho menos una joven dama que seguramente entre risas se divertía con cada palabra de mis misivas. Suspiré exasperado ¿Y si fuera cierto?, contuve la respiración e inhale un poco de tabaco soltándolo al paso de tres segundos aliviado, si fuera cierto de que Frederick fuera ni más ni menos que una dama, podría caminar tranquilamente sin el cargo de conciencia que me habría generado durante su visita al Palacio de Buckingham, mi gusto por sus rasgos finos y perfectos, su naturalidad al hablar y la chispa incontrolable de sus orbes azul cielo – Por fin todo sería justificable-.

por **Françis S. Lombard** Jue Feb 22, 2018 11:37 pm

Puso los ojos en blanco en su contestación. Sí, la gente hablaba de ella y no para bien. — ¿No crees que en esas palabras que dicen de ti tengan algo de razón? No creo que la gente hable de una persona en concreto si nadie les da un indicio a hacerlo. — Respondió directo con lo que pensaba, quizá haber dicho eso no había sido del todo correcto, pero ya puestos no sabía si volvería a hablar así con ella. Era un riesgo a correr, y por supuesto Francis estaba dispuesto a hacerlo. Volvió a tomar otra calada del cigarro, el cual se le estaba empezando a olvidar que lo tenía en la mano. Su pregunta le dejó dubitativo. "¿De verdad voy a decirle lo que pienso? Oh, por supuesto que lo harás. No seas blando y te eches para atrás una vez ya has empezado." Le hablaba su voz interior, quizá la de la conciencia. — Puede que alguna sea por envidia, otros por odio hacia ti, pero los que no tienen nada que ver contigo supongo que porque ven en ti cosas que no creen correctas o que te has pasado de la raya. Ser rebelde puede que sea algo llamativo a esta edad pero no siempre es algo que sea satisfactorio para uno mismo, no es algo que te llene. Pero vamos, es mi opinión, tú puedes seguir haciendo lo que te dé la gana. No soy yo del que hablan y me gusta que así sea. — Terminó su monólogo sincero. Sus palabras iban a tener una consecuencia en él, pero no sabía cómo. ¿La tomaría bien o mal? La duda le recomía porque esperar algo de la morena de al lado podía ser peor que un dolor en la muela. Sin saber el motivo, explicación o lo que fuera, dentro de él había algo que no quería que se enfadase por escuchar la verdad.

¿Por qué tenía que durar tan poco un maldito cigarro? Y para acabarlo dio su última calada a éste profundamente, saboreándola como si no hubiera más. Lo tiró al suelo y con un movimiento puso el pie encima y lo apagó, aplastándolo. A ver hasta cuando duraría sin volver a fumar. Hasta cuando, pero como la conversación empezara a ponerse interesante daba por hecho que no sería muy tarde, aunque igual le proponía ir a comer algo, entonces ahí sí que no tenía que fumar. Sería comer, comer y comer mucho. Las respuestas que le regalaba la morena también le dejaban en qué pensar, hacía tiempo que no hablaba este tipo de cosas, que no se sumía tanto en una conversación como lo estaba haciendo ya que últimamente parecía que solo existía el tema de ella y dudas sobre lo que ella quería y como se sentía con el

por **Françis S. Lombard** Lun Mar 12, 2018 11:56 pm

Tranquilos momentos y casi aburridos en los que la mirada de una de las damas lo devoraba y la otra quería destruirlo a bofetadas por la frescura con la que se tomaba todo, pero aun así era tan normal que con su sonrisa solo buscaba algo irónico que hiciera la diferencia, pero antes de poder sentir un golpe lo que llegó fue un alguien que se adelantó a la situación y lo dejó perplejo casi congelado cuando se acercó con esa sonrisa y confianza ante la mirada de las damas y de aquella rubia que también lo devoraba, ambos hombres eran ahora devorados en miradas por ambas mujeres. Sonrió y siguió el juego de su compañero, de su colega –Me has hecho esperar mucho, hombre, tendrás que compensarme con algo esta noche, creo que ya sé que pedirte– soltó un guiño con una sonrisa picara en dirección a las jóvenes en la que la rubia que esta ahí plantada como un árbol aguardaba por el pedido.

La joven que atendía su pedido le miraba sin disimular pero el solo sonreía pensando en las posibilidades, pero estaba cansado del arduo trabajo de anoche. Opto por ignorar y fingir que no había visto a la joven ni las miradas de otras y otros clientes. Se pasó con su café por horas en silencio mirando por la ventana el pasar de la horas y las personas, olvidándose del tiempo completamente. Desató su corbata al igual que desabrochó dos botones del chaleco oscuro que le acompañaba en aquella ocasión, dejó que su cuerpo recayera sobre el asiento olvidándose por completo de los modales aprendidos, simplemente quería relajarse de todo lo que conocía, por un momento quería olvidarse de todo

–No puedo dejar que hablen de usted luego y se creen mal entendidos en cuanto a su reputación y honra, por lo tanto usted me invitará otro día Madame, por hoy pagaré yo por el golpe que he recibido– susurra sin verle, porque para aquel no era de esperarse ese acto al contrario estaba tan acostumbrado a que mujeres pagaran por él siempre pero ahora era diferente, porque no tenía que aparentar nada, no tenía que trabajar, ella no era una cliente, solo una desconocida, pero aun así le recordaba a alguien.

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