Samirah Valquiria

por **Samirah Valquiria** Vie Jun 23, 2017 11:28 pm

DATOS BÁSICOS

▲NOMBRE DEL PERSONAJE▲

Samirah Valquiria

▲EDAD▲

Aparenta 28 años y tiene 56.

▲ESPECIE▲

Cambiante

▲TIPO, CLASE SOCIAL O CARGO▲

Clase Alta

▲ORIENTACIÓN SEXUAL▲

Heterosexual

▲LUGAR DE ORIGEN▲

Noruega

▲HABILIDADES/PODERES▲

PODERES INNATOS:

PODERES A ELEGIR:

DESCRIPCIÓN PSICOLÓGICA

Es una mujer fría y refinada, sumamente reservada, prefiere pensar y calcular los efectos de sus acciones antes que actuar impulsivamente, afirma no tener tiempo o deseos para entablar relaciones sentimentales, pues, estas a lo largo de los años se vuelven obstáculos en su camino. Dura, concisa y precisa, poseedora de una lengua viperina al momento de hablar y de una astucia inigualable para convencer a cualquiera de que lo que dice es cierto, una mentirosa experta. Posee una autoestima alta y es una ególatra como ninguna otra, su lado amable se quedó encerrado en aquella cabaña, dejándole a cada una de sus acciones un regusto a crueldad. Nunca sintió aprecio por nadie más que su hermana.

Carga con mucha culpa y tristeza que le impiden dormir bien por la noche, debilidades que se empeña en ocultar, al igual que su amor por los animales y los paisajes naturales, cosas que nadie sabe aparte de ella misma.

DESCRIPCIÓN FÍSICA

Samarah Valquiria:

Transformaciones:

HISTORIA

Samirah nació y vivió completamente alejada de la civilización, en una cabaña oculta en el paisaje tundra de un bosque en Noruega, donde habitaban su madre y su hermana gemela Frejya, nunca se alejaban mucho de la cabaña y eran visitadas semanalmente por su padre quién cada sábado traía comida y leña para que ellas pudieran sobrevivir. Samirah y su hermana no conocían a nadie más que los miembros de su familia, a pesar de que eran conscientes de la existencia de otras personas en el mundo y comunidades como pueblos, ciudades y aldeas, eran inteligentes y se nutrían de los libros de su madre, donde las personas convivían entre ellas, los niños jugaban con amigos, y las parejas se encontraban de formas románticas, y por supuesto añoraban encontrarse con los otros y socializar con alguien más que ellas mismas. Una vez le plantearon esa idea a su madre, quien aterrada les prohibió hablar de nuevo sobre los otros y todo aquello que se encontrara lejos de los parajes de ese desolado bosque, el tema nunca volvió a ser conversado y sólo en la mente de las niñas quedaba la petición antes hecha.

Ellas tampoco conocían muy bien a su padre, él se limitaba a llegar cada sábado sin falta, dejar la comida en la improvisada cocina y poner la leña al lado de la precaria chimenea que apenas se mantenía en pie, e ir al cuarto de su madre y encerrarse ahí por horas, nunca les dirigió más que algunas palabras. Aun así

Samirah y Frejya fueron felices en su niñez desconociendo la extraña situación en la que se encontraban, pero a lo largo de los años fueron notando los tintes oscuros de sus historias.

Su madre sufría de ansiedad y nerviosismo, padecía de temblores constantes que le dificultaba su vida diaria y también había noches en las cuales se le podía escuchar establecer un dialogo con alguien que claramente no estaba allí, algunas veces se perdía en el bosque gritando el nombre de una mujer y otras pasaba noches en vela mirando hacía el bosque sin decir palabra. La madurez que iban adquiriendo las muchachas les permitía finalmente ver que algo iba mal.

Un sábado en específico le contaron a su padre los acontecimientos tan pronto entró a la cabaña, pero él no hizo nada, ni siquiera se sorprendió, sólo les dijo que su madre estaba enferma al igual que ellas y que por eso debían permanecer aisladas, para no contagiar a nadie de su maldad innata. Ante este hecho las jóvenes se asustaron e hicieron preguntas, sí acaso era posible que esa fuera la razón de encontrarse tan lejos de una comunidad, el hombre no respondió, sólo frunció el ceño y las miró con desagrado antes de irse de la cabaña.

Las semanas pasaban y aquel hombre no volvía, ya no había leña y no tenían un hacha para recolectar más que simples ramas del bosque, la comida llegaba a su fin y el frio paraje no permitía el crecimiento de los frutos que pudieran amedrentar su situación, tenían hambre y su madre empeoraba cada vez. Ahora gritaba en medio de la noche y lloraba durante el día, y había dejado de comunicarse, sólo se limitaba a remarcar la culpa que tenían las jóvenes de estar en esa situación.

Casi dos meses después, cuando ya no había comida y su madre y su hermana apenas salían de la cama debido a la poca energía que poseían, su padre volvió sin nada en sus manos, la tomó de la mano y la llevó a la recamara de su madre, sacó una daga de plata con un rubí y esmeraldas en la empuñadura, y la clavó en el corazón de la mujer. Samirah vio cómo su madre se desangraba y sólo observó sin hacer nada o protestar demasiado aterrada como para reaccionar. Luego su padre le dio la daga diciéndole que hiciera lo mismo con su hermana; pero ella no pudo hacerlo, pues, al tomar la daga su piel ardió y el dolor le impidió seguir sosteniéndola y por primera vez, presa del miedo y la ansiedad se transformó en una hermosa mamba negra.

Su padre intentó matarla, pero el miedo le hizo seguir sus instintos y morder a su padre inyectándole un veneno letal que actuaría en minutos. Su hermana salió de su cuarto por los ruidos provocados y Samirah aún presa de la ansiedad que le provocaba descubrir su condición también la atacó a ella. Poco después volvió a ser humana pero su padre y su hermana yacían muertos a sus pies.

Ella huyó, dejando la cabaña y los cadáveres detrás. Pero la culpa y el peso del dolor de lo que había hecho la perseguirían por el resto de sus días. Vivió mucho tiempo en el bosque entre la naturaleza, aprendiendo de ella y de su nueva condición, pero tiempo después decidió conocer aquello que siempre se le negó.

Caminó por muchos días hasta llegar a Oslo, la primara ciudad que alguna vez visitó, ahí fue donde se encontró con un Conde, primo lejano de Óscar I de Suecia, Rey en ese entonces de Noruega y Suecia. El hombre se maravillaba con lo impresionada que estaba la joven por la ciudad y preso de ese sentimiento decidió hacerla su esposa. Ella aceptó a cambio de que primero éste le enseñara como debía comportarse en un lugar como lo era aquel, cuáles eran las reglas y que hacían normalmente las mujeres de esa localidad. El joven conde aceptó su condición y le enseño a ser una dama de sociedad, preparándola para el rol que debería cumplir al volverse su esposa. Pero en ese proceso ella entendió otras cosas que quizás el Conde omitió a propósito, que el dinero y el título eran sinónimos de poder y como todos dentro de la familia real serían capaces de destrozarse los unos a los otros por mejorar su posición.

Cuando Samirah estuvo completamente adaptada a su nuevo entorno, finalmente decidieron unirse en matrimonio haciendo una boda por todo lo alto. Sin embargo, la tragedia tiñó tan magnifica unión puesto que al día siguiente el Conde amaneció muerto, envenenado por la mordida de una serpiente letal nunca antes vista en tierras nórdicas. El resto de la realeza culpó a los aristócratas de Suecia que seguramente habían logrado meter tal alimaña en los aposentos del Conde para asegurar su muerte y amenazar al Rey de lo que podría pasar si seguía compartiendo el tiempo entre ambas naciones. Tantas teorías sobre conspiraciones fueron vociferadas y posteriormente aceptadas que nunca nadie pensó que quizás se tratara de algo menos político, como una esposa que nunca deseo casarse realmente, después de todo cómo podría una simple mujer hacerse con tal criatura.

Samirah mostró una máscara de pesar y temor ante la situación demostrándose dolida por su reciente pérdida. Pero ahora dueña de una cuantiosa fortuna e innumerables propiedades decidió marcharse a la más lejana de Noruega que era una hermosa villa en Paris, con la excusa de un miedo inexistente ante otro ataque de los suecos, renunció a su título de condesa y se propuso iniciar nuevamente en Paris.

DATOS EXTRA

Sólo logra transformarse en mamba negra cuando está en momentos críticos, donde se siente asustado o encerrada.

Odia los lugares concurridos.

Aprendió a tocar el piano como parte de su adaptación a la sociedad pero odia hacerlo.

Prefiere los lugares abiertos y odia las propiedades que no poseen jardín.

Conservó el apellido de su difunto esposo al no tener uno propio, muchos en la corte lo tomaron como un acto de eterno amor.

por Invitado Dom Jun 25, 2017 8:00 am

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