AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Johanna Wilder
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Johanna Wilder
-Nombre del Personaje: Johanna Marchant Gaudet de Wilder
-Edad: 23
-Especie: humana clase alta
- Tipo y Nivel Social: clase alta
-Lugar de Origen: Burdeos, Francia
-Descripción Física:
Pose un rostro con facciones delicadas y simétricas, de mentón refinado y mejillas lisas y tersas, sin ninguna imperfección visible en aquel rostro de muñeca. Ojos brillantes y verdes sin rasgo alguno de demencia que en ellos habita, nariz levemente respingada sino mas bien tirando a recta, labios diminutos y semi carnosos, jamás teñidos de rojo sino un rosa palido. Lleva usualmente el flequillo sobre la pálida frente, de sus obscuros y largos cabellos cual más negro carbón contrastando con la lechosidad de su tez sin rastro de alguno de haber sido tocada alguna vez por el astro rey. No rebasa el metro setenta y dos y su cuerpo si bien no exageradamente curvilíneo ni dotada de grandes rasgos femeninos perfectos en su necesidad, de pechos diminutos y firmes, de caderas rectas y piernas largas.
-Descripción Psicológica:
¿Asesina? Accidentalmente ¿Persona? Por nacer y no sentir ¿sensible? ¿estas bromeando?...Sufre de una fuerte demencia aunque uno jamás lo adivinaría a primaria instancia, a simple vista es una mujer alegre, inteligente y suspicaz, no le cuesta relacionarse con los demás, la palabra vergüenza o pena no existen en su vocabulario y jamás llegaran a hacerlo, aun asi esta consiente que hay cosas que no pueden hacerse en público sobre todo no cuando intenta cubrir el homicidio de su marido, es viuda si aunque su muerte no le trae pesares ni le roba el sueño.
Le gusta dar a conocer sus punto de vista de las cosas y llega a ser bastante inusual, goza de las obras de teatro y las operas siendo estas, las farsas que mas le agradan, consigue lo que quiera aunque no lo quiere todo mas bien sufre de un desasosiego por la mayoría de las cosas, importándole poco lo que a su alrededor ocurre. No es una mejor convencional, no goza de estar con hombres o rodeada de joyería, su mayor gozo es viajar, conocer cosas, personas y lugares.
Le encantan los juegos piensa que la vida es un constante juego en donde el perdedor termina con el corazón estático, muerto. Su demencia radica en su sadismo y falta de conciencia, jamás se arrepentirá de nada realizado, jamás sentirá pena por aquien que no sea Elliot, su fiel gato negro al cual considera su marido reencarnado. Su corazón no guarda bondad alguna aunque tampoco goza de una
malicia inusual, su falta de afán por todo le orilla a ser una persona con nulas convicciones en la vida.
No desconoce el amor, amo a su esposo aunque su demencia le impide recordarlo con tristeza. Se ha dicho ya jugar es uno de sus pocos gozos y quizas el favorito, jugar a vivir, a amar, a seducir, jugar a soñar y ser alguien que no es, jugar a ser ella, jugar a no ser y dejar de ser, jugar a existir en un mundo de sueño, jugar, jugar, jugar…¿te atreverías a jugar con ella?
-Historia:
El reloj resonó en la víspera de año nuevo, la madera lijada y encerada de caoba, una caja con adornos tallados en la misma madera, con flores y garabatos que mas parecían hierbajos adheridos, una reliquia, con el péndulo meciéndose en su interior cantando cada hora, cada media y cada dia, sin falta porque todos los días el señor Elliot tomaba la llave que minuciosamente guardaba en el mismo sitio para darle cuerda aquella llave que mantenía custodiada puesto que a petición de su señora aquel reloj debía ser exterminado, no pudiendo soportar el estruendo que causaba diariamente y a cada momento.
-elige Elliot, el o yo- se habia escuchado decir cierta mañana que sin falta el reloj habia sonado erizándole la piel e irritándole en sobre manera –Johanna amor mio que el sonido de las horas no te angustie- le pidió el joven de escasos 29 años, bordeando con sus brazos la esbelta figura de su mujer, sus negros cabellos y esmeraldas por ojos le hacían lucir apuesto no aparentando su edad sino como si bajo algún elixir de eterna juventud se mantuviese intacto bajo los cuidados de su volátil mujer -¡decide!- exclamo entonces la mujer cruzándose de brazos y observándole con seriedad, dejando que los labios ajenos recorriesen su cuello mostrándose como una mujer frígida cuando el enojo cubria cualquier sensación habido y por haber.
La molestia no habia durado demasiado aquella misma noche el reloj habia sido cambiado de lugar a capricho de la mujer y a regañadientes del marido mas no se habia dado tan fácil por vencido lo habia hecho colgar alla donde guardaban los toneles con el vino en la bodega. Porque ambos eran dueños del mas grande viñedo en Burdeos ciudad situada en el suroeste de Francia cruzada completamente por el rio Garona colindando a kilómetros con España, el mejor vino se formaba en aquel lugar y ellos eran dueños del viñedo mas grande y renombrado.
No era difícil imaginar los motivos de su matrimonio, el padre de Johanna era un amante del buen vino era de el aquella extensión de tierra que habían hecho ampliar con el grandioso administrador que tenia por marido, su padre había invertido tiempo, dinero y esfuerzo en comprobar que aquel hombre que por yerno había elegido no traería abajo los bienes familiares, Denis era su nombre y Marchant su apellido un Francés de inicios, su árbol familiar por completo procedía de aquella tierra mas de diez generaciones atrás y aquella tierras hacia tres cuando su bisabuelo habia comprado el viñedo a un hombre que huía de la ciudad. Su madre Dalila Gaudet era una mujer sumisa, amante de los caballos y la tranquilidad solia pasar los días en silencio, con un libro entre las manos y un fuerte olor a caballeriza en sus botas, mas Johanna no habia sacado nada ni de uno ni de otro, un fuerte temor a los caballos se hizo presente en ella a corta edad los evitaba como cualquier otra persona evitaría una rata.
-madre yo quiero viajar…conocer el mundo- indico una vez recibiendo por contestación una negativa y la labor de hacer la comida por una semana en compañía de las criadas, las morras que con ropajes impecables se mecían de un lado a otro de la casa ordenándolo todo .
Denis Marchant habia conocido entonces a Jacques Wilder un catador de vino de padre alemán y madre francesa, habia llegado a Burdeos en compañía de su esposa y su hijo menor Elliot Wilder, un joven que puso pie por primera vez en aquel viñedo a los 15 años para aquel entonces la única hija aun viviente de la familia tenia 9, su hermano menor habia fallecido años atrás después de haber sido picado por un mosquito y haberse contagiado de la fiebre amarilla a la edad de 14 años. Sus posibilidades escaseaban y ya que su hija no mostraba interés en el negocio familiar aquella reliquia de antaño se veria en la necesidad de ser vendida si no conseguía un yerno ágil en los negocios y gustoso de aquella vocación, fue asi como Denis habia creído haber encontrar al hombre perfecto.
Johanna y Elliot bajan los peldaños para llegar a la bodega aquella que solo ellos dos visitaban por tratarse de un bien demasiado preciado, el olor de humedad y años resguardados en aquellas paredes le traian gratos recuerdos a ambos iban en busca de una botella para la ocasión, año nuevo era una celebración que si bien no exuberante solian hacer todos los años recordando el inicio y el fin de un nuevo ciclo.
El reloj retumbo por cada esquina posible del lugar haciendo enfurecer a la mujer –dijiste que lo quitarías- recrimino una vez sus pies terminarían la escalera, anduvo por entre los toneles y estantes, buscando el lugar del cual provenía aquel rítmico y estrafalario sonido era como si presa de aquel ruido una furia se alzase en su interior como un animal que reconociendo un sonido que nadie mas podia enfurecía devastando todo a su paso, media hora faltaba y aun no habían conseguido encontrar la botella adecuada.
-aquí a nadie le hace daño amor…aquí nadie lo escucha- Elliot se acerco a ella siguiéndola por entre los estantes que se volvieron un arma mortal, un laberinto del cual cualquier ajeno a aquello no encontraría salida con facilidad el mismo se habia sentido encerrado en aquel lugar en mas de una ocasión mas la soledad no solia acompañarle a aquellas mazmorras, era un lugar silencioso, nada salía de ahí ni el grito mas gutural ni el golpe mas mortal.
-nadie lo escucha tienes razón, pero ahora yo lo escucho y no lo veo- exclamo negando, andando con rapidez entre los toneles llenos y vacios, viejos y nuevos, con el fuerte olor de la madera y de las botellas destapadas fue entonces que su mirada se fijo en un punto distante de la obscura habitación alumbrada solamente por grandes trozos de madera con tela ardiendo en un extremo, sujetas a la pared por percheros de metal atornillados. Su rostro cambio completamente su mirada pareció crepitar y sus labios se deformaron en un gesto tangible de molestia, dolor e ira.
Iracunda avanzó algunos pasos mas agachándose para sujetar entre sus manos dos copas de vino que habían permanecido en aquel lugar por un tiempo desconocido, observo el borde ambas a la luz de las lenguas de fuego las cuales parecían deformar sus facciones volviéndolas como las de un demonio, con sus ojos centellas perpleja ante la evidencia, en uno de los cristales no habia marca de labios en el otro un color rojo carmín delineaba unos labios alargados y diminutos.
-explícate- ordeno comenzando a andar a zancadas hacia las escaleras, las lagrimas no surcaban su fino rostro sino que el enojo lo deformaba, con las mejillas sonrosadas en el mas puro enojo –amor fue de cuando vinos a ver si el barril estaba listo para venderse, detente- le pidió subiendo detrás de ella, alcanzándola sobre el ultimo peldaño, apretándole la muñeca en un vago intento de detenerla, no explicaría su crimen sino que a la inversa le haría creer que sus celos eran una locura, que necesitaba ayuda, que el no la habia engañado.
Johanna se volteo empujándole para que la soltara, viéndolo tropezar un peldaño mas y rodar cuesta abajo, caer de rostro al suelo sin moverse sin emitir queja alguna -¿Elliot?- cuestiono la mujer con los labios temblorosos aquellos rosados que jamás fueron ni serian rojos, bajo los peldaños aferrándose al barandal de madera como su marido debería haberlo hecho, con las piernas temblorosas y el aliento en velo llego alado del cuerpo, acunclillandose para tomar el pulso aquel ahora inexistente –Elliot- repitió girándole su rostro perfecto su cuerpo sin marca aparente, su cuello doblado de una forma grotesca, ahogo un grito desesperado de esos que solo podían salir de las profundidades del averno donde las penas de las almas eran opacadas por las risas y mofas de los demonios que las custodiaban.
Le habia asesinado ella, una mujer de escasos veinticuatro años quedaba ahora viuda por su propia mano “homicidio” la condenarían a la flagelación o algo peor, no habia sido su culpa no habia querido asesinarle ella lo amaba, lo hubiese perdonado claro que lo hubiera hecho, con unas dulces palabras y una promesa lo hubiese hecho. Mas no habia tiempo de pensar en el antes, sujeto el cuerpo desmesurado del hombre por debajo de las axilas, tiro de el con esfuerzo sobrehumano tiro hasta llevarlo a un rincón lejano, no podia dejarlo ahí el olor de la putrefacción terminaría llamando la atención, las lagrimas comenzaron a correr mas no por la tristeza o el dolor la desesperación le carcomió por dentro.
Ella lo amaba lo amaba y lo habia asesinado y ahora ahora escondía su cuerpo en un tonel junto con las dos copas de vidrio que le habían llevado a la muerte, que miserable e ironico era el destino –perdóname- murmuró antes de cerrar sellar el barril como era debido el olor se mantendría dentro y le darían tiempo de vender irse, no podia quedarse en aquel lugar, su cuerpo estremeció levantándose de un salto al escuchar el tintineo del reloj, media noche, año nuevo.
-calla- bramo comenzando a buscarle con desesperación, lo encerraría también dentro del barril junto con su dueño porque si el no estaba, nadie conocía la ubicación de la llave, nadie podría darle cuerda ¡se habia librado al fin de aquel molesto sonido! Inútil fue su búsqueda el sonido producía un eco que se repartía a partes iguales por el lugar mas ya no importaba se desgastaría con los días y pronto se extinguiría aquel sonido que tantas molestias le habia causado.
Fue entonces que un maullido la hizo volver al mundo terrenal y salir de aquel país de ira al cual habia decidido entrar por voluntad propia, un mundo de tinieblas y gritos lastimeros de ríos de sangre y cielos de penas con nubes que encerraban las ilusiones y canticos que incitaban al alma a odiar y una puerta una puerta que nadie era capaz de abrir para salir de aquel lugar por lo menos no salir con cordura, el gato, aquel que habían encontrado meses atrás bajo los peldaños de la escalera con la cola meciéndose por encima de su cabeza como el péndulo del reloj, su pelaje negro como el mas negro carbón y la mas lóbrega de las tinieblas lo hacia invisible alla donde la luz del fuego no podia bañarle con el color del oro y el calor. Sus ojos de esmeralda eran lo único visible aquellos verdes e inmensos iris que se veian aun e la obscuridad como si algun guardián de la noche hubiese decidido tomar la forma de un gato y cuidar cual estatua desde un rincón.
El cuerpo de la mujer se apresuro hasta el minino dejándose caer sobre los peldaños, sujetándolo entre sus manos bordeando aquel diminuto y peludo cuerpo que acerco a su pecho acariciándolo, estrechándolo suavemente contra ella –oh Elliot cuanto lo siento- murmuro en un tono que solo el animal pudiese escuchar que el viento no llevase a oídos ajenos porque nadie podia enterarse de aquel mal ocurrido, el viento lo sabia todo si la gran ventaja era que se trataba de una lengua en antaño olvidada por las banalidades del mundo en el cual vivian, dichoso aquel que descubriese como entenderla nuevamente y que todos sus secretos se debelaran ante el, dichoso aquel que supiera de la muerte de Elliot…¿dichoso? No, compartiría entonces su mismo destino, la muerte.
-te prometo que no te dejare otra vez…pero debes tu prometerme no engañarme- le pidió al gato porque en algun momento su retorcida mente habia terminado por perderse dejándole en un limbo parecido al que las almas sin bautizo eran sometidas, su cordura se habia extraviado y habia sido sustituida por la demencia mas sutil de todas, la que aun siéndolo parece no existir, el gato contesto con un insonoro maullido que extinguió el cantico del reloj por un segundo entonces la habitación se vio sumida en un silencio tal que el mas fino cuchillo podría cortarla “o que delicia es el silencio” razono su mente soltando al animal y levantándose, subiendo los peldaños a zancadas con el animal rozándose contra su pierna.
-te amare Elliot te amare si tu me amas- dejo pasar al gato antes que a ella con el pomo de la puerta palpitando entre sus manos, no observo en ningún momento el tonel donde ahora yacía toda la evidencia de su culpabilidad y donde pasaría el resto de la eternidad hasta convertirse en cenizas y aun aunque le pareció escuchar un jadeo proveniente de las profundidades del lugar cerro, cerro la puerta para no abrirla mas nunca, huiría con Elliot no con Elliot que dejaba atrás sino con el que en forma de gato se retorcía entre sus piernas aferrándose a su vestido con las uñas, saltando hasta llegar a su pecho donde sus manos le sujetaban dándole un soporte mejor que el de sus garras contra la tela.
Durmio aquella noche sin pena en el corazón ni temor rondándole los pensamientos porque se irían, se irían a Paris donde nadie les conocía y podrían vivir una vida amena, lejos de los ultrajes que el vino habían provocado.
-Datos Extras:
- No le gusta el color rojo en los labios.
-Le tiene un profundo miedo a los caballos.
-Tiende a morderse el interior de la mejilla cuando algo le desagrada y chasquear la lengua cuando esta aburrida.
-Le encantan los juegos.
-Sufre de demencia aunque no lo aparenta.
-Asesino a su marido.
-Tiene un gato negro que le sigue a todos lados, al cual puso el nombre de su difunto marido Elliot, por creer que se trata de el.
-Edad: 23
-Especie: humana clase alta
- Tipo y Nivel Social: clase alta
-Lugar de Origen: Burdeos, Francia
-Descripción Física:
Pose un rostro con facciones delicadas y simétricas, de mentón refinado y mejillas lisas y tersas, sin ninguna imperfección visible en aquel rostro de muñeca. Ojos brillantes y verdes sin rasgo alguno de demencia que en ellos habita, nariz levemente respingada sino mas bien tirando a recta, labios diminutos y semi carnosos, jamás teñidos de rojo sino un rosa palido. Lleva usualmente el flequillo sobre la pálida frente, de sus obscuros y largos cabellos cual más negro carbón contrastando con la lechosidad de su tez sin rastro de alguno de haber sido tocada alguna vez por el astro rey. No rebasa el metro setenta y dos y su cuerpo si bien no exageradamente curvilíneo ni dotada de grandes rasgos femeninos perfectos en su necesidad, de pechos diminutos y firmes, de caderas rectas y piernas largas.
- Spoiler:
-Descripción Psicológica:
¿Asesina? Accidentalmente ¿Persona? Por nacer y no sentir ¿sensible? ¿estas bromeando?...Sufre de una fuerte demencia aunque uno jamás lo adivinaría a primaria instancia, a simple vista es una mujer alegre, inteligente y suspicaz, no le cuesta relacionarse con los demás, la palabra vergüenza o pena no existen en su vocabulario y jamás llegaran a hacerlo, aun asi esta consiente que hay cosas que no pueden hacerse en público sobre todo no cuando intenta cubrir el homicidio de su marido, es viuda si aunque su muerte no le trae pesares ni le roba el sueño.
Le gusta dar a conocer sus punto de vista de las cosas y llega a ser bastante inusual, goza de las obras de teatro y las operas siendo estas, las farsas que mas le agradan, consigue lo que quiera aunque no lo quiere todo mas bien sufre de un desasosiego por la mayoría de las cosas, importándole poco lo que a su alrededor ocurre. No es una mejor convencional, no goza de estar con hombres o rodeada de joyería, su mayor gozo es viajar, conocer cosas, personas y lugares.
Le encantan los juegos piensa que la vida es un constante juego en donde el perdedor termina con el corazón estático, muerto. Su demencia radica en su sadismo y falta de conciencia, jamás se arrepentirá de nada realizado, jamás sentirá pena por aquien que no sea Elliot, su fiel gato negro al cual considera su marido reencarnado. Su corazón no guarda bondad alguna aunque tampoco goza de una
malicia inusual, su falta de afán por todo le orilla a ser una persona con nulas convicciones en la vida.
No desconoce el amor, amo a su esposo aunque su demencia le impide recordarlo con tristeza. Se ha dicho ya jugar es uno de sus pocos gozos y quizas el favorito, jugar a vivir, a amar, a seducir, jugar a soñar y ser alguien que no es, jugar a ser ella, jugar a no ser y dejar de ser, jugar a existir en un mundo de sueño, jugar, jugar, jugar…¿te atreverías a jugar con ella?
-Historia:
El reloj resonó en la víspera de año nuevo, la madera lijada y encerada de caoba, una caja con adornos tallados en la misma madera, con flores y garabatos que mas parecían hierbajos adheridos, una reliquia, con el péndulo meciéndose en su interior cantando cada hora, cada media y cada dia, sin falta porque todos los días el señor Elliot tomaba la llave que minuciosamente guardaba en el mismo sitio para darle cuerda aquella llave que mantenía custodiada puesto que a petición de su señora aquel reloj debía ser exterminado, no pudiendo soportar el estruendo que causaba diariamente y a cada momento.
-elige Elliot, el o yo- se habia escuchado decir cierta mañana que sin falta el reloj habia sonado erizándole la piel e irritándole en sobre manera –Johanna amor mio que el sonido de las horas no te angustie- le pidió el joven de escasos 29 años, bordeando con sus brazos la esbelta figura de su mujer, sus negros cabellos y esmeraldas por ojos le hacían lucir apuesto no aparentando su edad sino como si bajo algún elixir de eterna juventud se mantuviese intacto bajo los cuidados de su volátil mujer -¡decide!- exclamo entonces la mujer cruzándose de brazos y observándole con seriedad, dejando que los labios ajenos recorriesen su cuello mostrándose como una mujer frígida cuando el enojo cubria cualquier sensación habido y por haber.
La molestia no habia durado demasiado aquella misma noche el reloj habia sido cambiado de lugar a capricho de la mujer y a regañadientes del marido mas no se habia dado tan fácil por vencido lo habia hecho colgar alla donde guardaban los toneles con el vino en la bodega. Porque ambos eran dueños del mas grande viñedo en Burdeos ciudad situada en el suroeste de Francia cruzada completamente por el rio Garona colindando a kilómetros con España, el mejor vino se formaba en aquel lugar y ellos eran dueños del viñedo mas grande y renombrado.
No era difícil imaginar los motivos de su matrimonio, el padre de Johanna era un amante del buen vino era de el aquella extensión de tierra que habían hecho ampliar con el grandioso administrador que tenia por marido, su padre había invertido tiempo, dinero y esfuerzo en comprobar que aquel hombre que por yerno había elegido no traería abajo los bienes familiares, Denis era su nombre y Marchant su apellido un Francés de inicios, su árbol familiar por completo procedía de aquella tierra mas de diez generaciones atrás y aquella tierras hacia tres cuando su bisabuelo habia comprado el viñedo a un hombre que huía de la ciudad. Su madre Dalila Gaudet era una mujer sumisa, amante de los caballos y la tranquilidad solia pasar los días en silencio, con un libro entre las manos y un fuerte olor a caballeriza en sus botas, mas Johanna no habia sacado nada ni de uno ni de otro, un fuerte temor a los caballos se hizo presente en ella a corta edad los evitaba como cualquier otra persona evitaría una rata.
-madre yo quiero viajar…conocer el mundo- indico una vez recibiendo por contestación una negativa y la labor de hacer la comida por una semana en compañía de las criadas, las morras que con ropajes impecables se mecían de un lado a otro de la casa ordenándolo todo .
Denis Marchant habia conocido entonces a Jacques Wilder un catador de vino de padre alemán y madre francesa, habia llegado a Burdeos en compañía de su esposa y su hijo menor Elliot Wilder, un joven que puso pie por primera vez en aquel viñedo a los 15 años para aquel entonces la única hija aun viviente de la familia tenia 9, su hermano menor habia fallecido años atrás después de haber sido picado por un mosquito y haberse contagiado de la fiebre amarilla a la edad de 14 años. Sus posibilidades escaseaban y ya que su hija no mostraba interés en el negocio familiar aquella reliquia de antaño se veria en la necesidad de ser vendida si no conseguía un yerno ágil en los negocios y gustoso de aquella vocación, fue asi como Denis habia creído haber encontrar al hombre perfecto.
Johanna y Elliot bajan los peldaños para llegar a la bodega aquella que solo ellos dos visitaban por tratarse de un bien demasiado preciado, el olor de humedad y años resguardados en aquellas paredes le traian gratos recuerdos a ambos iban en busca de una botella para la ocasión, año nuevo era una celebración que si bien no exuberante solian hacer todos los años recordando el inicio y el fin de un nuevo ciclo.
El reloj retumbo por cada esquina posible del lugar haciendo enfurecer a la mujer –dijiste que lo quitarías- recrimino una vez sus pies terminarían la escalera, anduvo por entre los toneles y estantes, buscando el lugar del cual provenía aquel rítmico y estrafalario sonido era como si presa de aquel ruido una furia se alzase en su interior como un animal que reconociendo un sonido que nadie mas podia enfurecía devastando todo a su paso, media hora faltaba y aun no habían conseguido encontrar la botella adecuada.
-aquí a nadie le hace daño amor…aquí nadie lo escucha- Elliot se acerco a ella siguiéndola por entre los estantes que se volvieron un arma mortal, un laberinto del cual cualquier ajeno a aquello no encontraría salida con facilidad el mismo se habia sentido encerrado en aquel lugar en mas de una ocasión mas la soledad no solia acompañarle a aquellas mazmorras, era un lugar silencioso, nada salía de ahí ni el grito mas gutural ni el golpe mas mortal.
-nadie lo escucha tienes razón, pero ahora yo lo escucho y no lo veo- exclamo negando, andando con rapidez entre los toneles llenos y vacios, viejos y nuevos, con el fuerte olor de la madera y de las botellas destapadas fue entonces que su mirada se fijo en un punto distante de la obscura habitación alumbrada solamente por grandes trozos de madera con tela ardiendo en un extremo, sujetas a la pared por percheros de metal atornillados. Su rostro cambio completamente su mirada pareció crepitar y sus labios se deformaron en un gesto tangible de molestia, dolor e ira.
Iracunda avanzó algunos pasos mas agachándose para sujetar entre sus manos dos copas de vino que habían permanecido en aquel lugar por un tiempo desconocido, observo el borde ambas a la luz de las lenguas de fuego las cuales parecían deformar sus facciones volviéndolas como las de un demonio, con sus ojos centellas perpleja ante la evidencia, en uno de los cristales no habia marca de labios en el otro un color rojo carmín delineaba unos labios alargados y diminutos.
-explícate- ordeno comenzando a andar a zancadas hacia las escaleras, las lagrimas no surcaban su fino rostro sino que el enojo lo deformaba, con las mejillas sonrosadas en el mas puro enojo –amor fue de cuando vinos a ver si el barril estaba listo para venderse, detente- le pidió subiendo detrás de ella, alcanzándola sobre el ultimo peldaño, apretándole la muñeca en un vago intento de detenerla, no explicaría su crimen sino que a la inversa le haría creer que sus celos eran una locura, que necesitaba ayuda, que el no la habia engañado.
Johanna se volteo empujándole para que la soltara, viéndolo tropezar un peldaño mas y rodar cuesta abajo, caer de rostro al suelo sin moverse sin emitir queja alguna -¿Elliot?- cuestiono la mujer con los labios temblorosos aquellos rosados que jamás fueron ni serian rojos, bajo los peldaños aferrándose al barandal de madera como su marido debería haberlo hecho, con las piernas temblorosas y el aliento en velo llego alado del cuerpo, acunclillandose para tomar el pulso aquel ahora inexistente –Elliot- repitió girándole su rostro perfecto su cuerpo sin marca aparente, su cuello doblado de una forma grotesca, ahogo un grito desesperado de esos que solo podían salir de las profundidades del averno donde las penas de las almas eran opacadas por las risas y mofas de los demonios que las custodiaban.
Le habia asesinado ella, una mujer de escasos veinticuatro años quedaba ahora viuda por su propia mano “homicidio” la condenarían a la flagelación o algo peor, no habia sido su culpa no habia querido asesinarle ella lo amaba, lo hubiese perdonado claro que lo hubiera hecho, con unas dulces palabras y una promesa lo hubiese hecho. Mas no habia tiempo de pensar en el antes, sujeto el cuerpo desmesurado del hombre por debajo de las axilas, tiro de el con esfuerzo sobrehumano tiro hasta llevarlo a un rincón lejano, no podia dejarlo ahí el olor de la putrefacción terminaría llamando la atención, las lagrimas comenzaron a correr mas no por la tristeza o el dolor la desesperación le carcomió por dentro.
Ella lo amaba lo amaba y lo habia asesinado y ahora ahora escondía su cuerpo en un tonel junto con las dos copas de vidrio que le habían llevado a la muerte, que miserable e ironico era el destino –perdóname- murmuró antes de cerrar sellar el barril como era debido el olor se mantendría dentro y le darían tiempo de vender irse, no podia quedarse en aquel lugar, su cuerpo estremeció levantándose de un salto al escuchar el tintineo del reloj, media noche, año nuevo.
-calla- bramo comenzando a buscarle con desesperación, lo encerraría también dentro del barril junto con su dueño porque si el no estaba, nadie conocía la ubicación de la llave, nadie podría darle cuerda ¡se habia librado al fin de aquel molesto sonido! Inútil fue su búsqueda el sonido producía un eco que se repartía a partes iguales por el lugar mas ya no importaba se desgastaría con los días y pronto se extinguiría aquel sonido que tantas molestias le habia causado.
Fue entonces que un maullido la hizo volver al mundo terrenal y salir de aquel país de ira al cual habia decidido entrar por voluntad propia, un mundo de tinieblas y gritos lastimeros de ríos de sangre y cielos de penas con nubes que encerraban las ilusiones y canticos que incitaban al alma a odiar y una puerta una puerta que nadie era capaz de abrir para salir de aquel lugar por lo menos no salir con cordura, el gato, aquel que habían encontrado meses atrás bajo los peldaños de la escalera con la cola meciéndose por encima de su cabeza como el péndulo del reloj, su pelaje negro como el mas negro carbón y la mas lóbrega de las tinieblas lo hacia invisible alla donde la luz del fuego no podia bañarle con el color del oro y el calor. Sus ojos de esmeralda eran lo único visible aquellos verdes e inmensos iris que se veian aun e la obscuridad como si algun guardián de la noche hubiese decidido tomar la forma de un gato y cuidar cual estatua desde un rincón.
El cuerpo de la mujer se apresuro hasta el minino dejándose caer sobre los peldaños, sujetándolo entre sus manos bordeando aquel diminuto y peludo cuerpo que acerco a su pecho acariciándolo, estrechándolo suavemente contra ella –oh Elliot cuanto lo siento- murmuro en un tono que solo el animal pudiese escuchar que el viento no llevase a oídos ajenos porque nadie podia enterarse de aquel mal ocurrido, el viento lo sabia todo si la gran ventaja era que se trataba de una lengua en antaño olvidada por las banalidades del mundo en el cual vivian, dichoso aquel que descubriese como entenderla nuevamente y que todos sus secretos se debelaran ante el, dichoso aquel que supiera de la muerte de Elliot…¿dichoso? No, compartiría entonces su mismo destino, la muerte.
-te prometo que no te dejare otra vez…pero debes tu prometerme no engañarme- le pidió al gato porque en algun momento su retorcida mente habia terminado por perderse dejándole en un limbo parecido al que las almas sin bautizo eran sometidas, su cordura se habia extraviado y habia sido sustituida por la demencia mas sutil de todas, la que aun siéndolo parece no existir, el gato contesto con un insonoro maullido que extinguió el cantico del reloj por un segundo entonces la habitación se vio sumida en un silencio tal que el mas fino cuchillo podría cortarla “o que delicia es el silencio” razono su mente soltando al animal y levantándose, subiendo los peldaños a zancadas con el animal rozándose contra su pierna.
-te amare Elliot te amare si tu me amas- dejo pasar al gato antes que a ella con el pomo de la puerta palpitando entre sus manos, no observo en ningún momento el tonel donde ahora yacía toda la evidencia de su culpabilidad y donde pasaría el resto de la eternidad hasta convertirse en cenizas y aun aunque le pareció escuchar un jadeo proveniente de las profundidades del lugar cerro, cerro la puerta para no abrirla mas nunca, huiría con Elliot no con Elliot que dejaba atrás sino con el que en forma de gato se retorcía entre sus piernas aferrándose a su vestido con las uñas, saltando hasta llegar a su pecho donde sus manos le sujetaban dándole un soporte mejor que el de sus garras contra la tela.
Durmio aquella noche sin pena en el corazón ni temor rondándole los pensamientos porque se irían, se irían a Paris donde nadie les conocía y podrían vivir una vida amena, lejos de los ultrajes que el vino habían provocado.
-Datos Extras:
- No le gusta el color rojo en los labios.
-Le tiene un profundo miedo a los caballos.
-Tiende a morderse el interior de la mejilla cuando algo le desagrada y chasquear la lengua cuando esta aburrida.
-Le encantan los juegos.
-Sufre de demencia aunque no lo aparenta.
-Asesino a su marido.
-Tiene un gato negro que le sigue a todos lados, al cual puso el nombre de su difunto marido Elliot, por creer que se trata de el.
- Spoiler:
Johanna Wilder- Humano Clase Alta
- Mensajes : 26
Fecha de inscripción : 13/11/2010
Re: Johanna Wilder
Ficha Aceptada
Tarik Pattakie- Vampiro/Realeza
- Mensajes : 7350
Fecha de inscripción : 19/06/2010
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