AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La mosca tse tse
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La mosca tse tse
―Hola ―murmuró.
La mendiga elevó el rostro y clavo sus ojos vidriosos en ella. Lentamente, extendió un brazo en su dirección y balbuceó algo en otro idioma. Ella ladeó el rostro, desconcertada.
―No hablo francés ―trató de indicar en su mismo idioma, después volvió al castellano―. ¿Seríais tan amable de indicarme el lugar en el que nos encontramos? No soy…de por aquí.
La mendiga volvió a extender la mano inexpresiva, así que la joven probó a hablarle en vasco. Tampoco la comprendió. Al final, se percató de que la mujer le estaba pidiendo dinero, a ella…Que la habían echado de un carruaje a golpes por no tener ni una moneda. Se miró un momento a sí misma, a sus vestimentas, ricas en colores verdes y ostentosas. Debía de tener dinero, la pregunta era dónde.
No lo sabía.
No recordaba absolutamente nada.
Negó con la cabeza ante la petición de la mendiga. Lo único que podía ofrecerle era el atlas de insectos que había encontrado en aquel ruinoso callejón y, por alguna extraña razón, no quería deshacerse de él. Se aferró a su portada con fuerza, cuando la mendiga se levantó tambaleante. La manta que tenía sobre el cuerpo cayó al suelo llena de mugre y de botellas de vidrio, a excepción de una que sujetó en el mano y la agitó en su dirección.
La joven reculó un paso asustada…
―¿Os encontráis bi-? ―comenzó dubitativa.
Sin embargo, la extraña chilló algo en francés mientras batía su desdentada mandíbula al aire. Al parecer, si no tenía limosna que darle, estaba dispuesta a echarla de aquel mugroso y oscuro callejón que consideraba parte de su propiedad.
La muchacha retrocedió otro paso tratando de llegar a un entendimiento, pero cuando la mujer rompió la botella contra la pared y la agitó en su dirección con el propósito de rebanarle el cuello, no se lo pensó dos veces. Huyo.
Dio gracias a que era de noche que pudo perderla de visa fácilmente. Se acurrucó contra una puerta y la vio pasar de largo enloquecida, con la botella en la mano.
La muchacha no se movió. Agitada, apretó el atlas con fuerza.
Y no…se movió.
El nudo en su garganta amenazó con explotar.
Y no se movió…, hasta que lo sintió, algo húmedo deslizándose entre los dedos de su pie. Cuando miró hacia abajo, recordó que estaba descalza. La sangre se deslizó por los adoquines del suelo, creando patrones abstractos. Se debía de haber cortado con algo al echar a correr. Dejó el atlas sobre el suelo y trató de parar la sangre con la mano, pero esta goteó entre sus dedos.
Entonces explotó.
Estalló en sollozos ruidosos y muy muy poco elegantes. Casi se podría haber considerado cómico verla llorar como a un infante. Casi. Probablemente si no se encontrara en un país desconocido perseguida por una mendiga psicópata sin ni si quiera ser capaz de recordar su propio nombre, puede que incluso ella se hubiese reído.
Se pasó la manga de su vestido por el rostro para secarse las lágrimas, consiguiendo mancharse de sangre hasta la punta de la nariz.
Lloro con más fuerza.
La mendiga elevó el rostro y clavo sus ojos vidriosos en ella. Lentamente, extendió un brazo en su dirección y balbuceó algo en otro idioma. Ella ladeó el rostro, desconcertada.
―No hablo francés ―trató de indicar en su mismo idioma, después volvió al castellano―. ¿Seríais tan amable de indicarme el lugar en el que nos encontramos? No soy…de por aquí.
La mendiga volvió a extender la mano inexpresiva, así que la joven probó a hablarle en vasco. Tampoco la comprendió. Al final, se percató de que la mujer le estaba pidiendo dinero, a ella…Que la habían echado de un carruaje a golpes por no tener ni una moneda. Se miró un momento a sí misma, a sus vestimentas, ricas en colores verdes y ostentosas. Debía de tener dinero, la pregunta era dónde.
No lo sabía.
No recordaba absolutamente nada.
Negó con la cabeza ante la petición de la mendiga. Lo único que podía ofrecerle era el atlas de insectos que había encontrado en aquel ruinoso callejón y, por alguna extraña razón, no quería deshacerse de él. Se aferró a su portada con fuerza, cuando la mendiga se levantó tambaleante. La manta que tenía sobre el cuerpo cayó al suelo llena de mugre y de botellas de vidrio, a excepción de una que sujetó en el mano y la agitó en su dirección.
La joven reculó un paso asustada…
―¿Os encontráis bi-? ―comenzó dubitativa.
Sin embargo, la extraña chilló algo en francés mientras batía su desdentada mandíbula al aire. Al parecer, si no tenía limosna que darle, estaba dispuesta a echarla de aquel mugroso y oscuro callejón que consideraba parte de su propiedad.
La muchacha retrocedió otro paso tratando de llegar a un entendimiento, pero cuando la mujer rompió la botella contra la pared y la agitó en su dirección con el propósito de rebanarle el cuello, no se lo pensó dos veces. Huyo.
Dio gracias a que era de noche que pudo perderla de visa fácilmente. Se acurrucó contra una puerta y la vio pasar de largo enloquecida, con la botella en la mano.
La muchacha no se movió. Agitada, apretó el atlas con fuerza.
Y no…se movió.
El nudo en su garganta amenazó con explotar.
Y no se movió…, hasta que lo sintió, algo húmedo deslizándose entre los dedos de su pie. Cuando miró hacia abajo, recordó que estaba descalza. La sangre se deslizó por los adoquines del suelo, creando patrones abstractos. Se debía de haber cortado con algo al echar a correr. Dejó el atlas sobre el suelo y trató de parar la sangre con la mano, pero esta goteó entre sus dedos.
Entonces explotó.
Estalló en sollozos ruidosos y muy muy poco elegantes. Casi se podría haber considerado cómico verla llorar como a un infante. Casi. Probablemente si no se encontrara en un país desconocido perseguida por una mendiga psicópata sin ni si quiera ser capaz de recordar su propio nombre, puede que incluso ella se hubiese reído.
Se pasó la manga de su vestido por el rostro para secarse las lágrimas, consiguiendo mancharse de sangre hasta la punta de la nariz.
Lloro con más fuerza.
Tsetsé Verte- Hechicero Clase Baja
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Fecha de inscripción : 13/05/2017
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LA MOSCA TSE TSE
En la oscura noche donde las nubes grisáceas cubrían gran parte del cielo, la luz de luna iluminaba los suburbios más bajos de París, donde un viento de extrema frialdad recorría las calles, las personas caminaban de un lado a otro con viejas ropas, algunos pidiendo limosna otros bebiendo cerca de un fuego improvisado; entre los callejones más alejados—después de terminar con la vida de otra nueva presa a quien ella misma había contratado—, se escucharon varios ruidos fuertes, acercándose más para poder observar la escena, piso algunos vidrios rotos, se detuvo al ver como una anciana amenazaba con una botella rota a una joven quien se encontraba asustada, perdió de vista a la chica, la anciana aún continuaba caminando, suspiro cerrando los ojos, decidió intervenir por esta vez, se paro justo enfrente de la mendiga quien apunto directo la botella para atacarla, de su bolsillo saco una bolsa donde le ofreció a la anciana 50 francos para que se fuera de ese lugar, aturdida por la acción los tomó salvajemente arrebantandolos de la mano, sin dudar aceptó gustosa en irse del lugar por el dinero que le habían ofrecido, desapareciendo del lugar lo más pronto posible.
—¿Dónde estará la chica?—pensó—es mejor buscarla, para saber que se encuentra bien.
Empezó a buscar desde el inicio del callejón dando sin ningún resultado, hasta que el olor de la sangre invadió sus fosas nasales atrayendo su atención hacia una puerta ya algo vieja, de repente unos fuertes sollozos se escucharon, sabiendo así que en esa puerta se encontraba la chica. Lentamente camino hacia el lugar para así no poder asustarla, la chica tenía sangre alrededor de su cara, aún seguía llorando;tomo un pañuelo para poder ofrecérselo.
—Disculpa ¿Te encuentras bien?—al ver como su sangre provenía de sus pies descalzos y su ropa se encontraba manchada de ésta, le ofreció el pañuelo de suave seda blanquecina. —Toma es mejor este pañuelo para poder limpiar tus heridas.
El líquido carmesí seguía su camino ensuciando levemente el vestido granate detalles dorados que tenía Edeline, fuertes relámpagos se vieron en el cielo de graves sonidos, poco a poco las gotas de lluvia se hicieron presente.
—Creó que este no es un lugar adecuado para hospedarse para la lluvia, conozco un lugar que es mejor, también atenderíamos tus heridas. —dijo sutilmente con una sonrisa, mostrando una confianza a la joven, volteó a ver que a su lado había un bello atlas.—Es tuyo ¿cierto?,¿Cuál es tu nombre?, ¿Puedes entenderme?
—¿Dónde estará la chica?—pensó—es mejor buscarla, para saber que se encuentra bien.
Empezó a buscar desde el inicio del callejón dando sin ningún resultado, hasta que el olor de la sangre invadió sus fosas nasales atrayendo su atención hacia una puerta ya algo vieja, de repente unos fuertes sollozos se escucharon, sabiendo así que en esa puerta se encontraba la chica. Lentamente camino hacia el lugar para así no poder asustarla, la chica tenía sangre alrededor de su cara, aún seguía llorando;tomo un pañuelo para poder ofrecérselo.
—Disculpa ¿Te encuentras bien?—al ver como su sangre provenía de sus pies descalzos y su ropa se encontraba manchada de ésta, le ofreció el pañuelo de suave seda blanquecina. —Toma es mejor este pañuelo para poder limpiar tus heridas.
El líquido carmesí seguía su camino ensuciando levemente el vestido granate detalles dorados que tenía Edeline, fuertes relámpagos se vieron en el cielo de graves sonidos, poco a poco las gotas de lluvia se hicieron presente.
—Creó que este no es un lugar adecuado para hospedarse para la lluvia, conozco un lugar que es mejor, también atenderíamos tus heridas. —dijo sutilmente con una sonrisa, mostrando una confianza a la joven, volteó a ver que a su lado había un bello atlas.—Es tuyo ¿cierto?,¿Cuál es tu nombre?, ¿Puedes entenderme?
Edeline Swan- Vampiro/Realeza
- Mensajes : 33
Fecha de inscripción : 30/06/2017
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Re: La mosca tse tse
Una voz femenina.
Encantadora, sedosa…magnética.
La imagen de él, estalló en su mente y, Tsetsé se levantó la mirada rápidamente.
No, no era él. ¿Cómo iba a ser él si se trataba de una mujer? Y sin embargo, su insultante belleza, le recordó a ese hombre. Había algo en la extraña que se encontraba frente a ella, que era exactamente igual a él, pero Tsetsé no supo decir qué. A pesar de todo, su instinto no la alarmó de su perversa naturaleza como lo había hecho cuando lo vio a él. Si bien la mujer exudaba un aura amenazante por naturaleza, Tsetsé confió en que por alguna motivo, aquella naturaleza estaba mejor contenida.
Tomó el pañuelo que le ofreció y se limpió el rostro. Sus sollozos se convirtieron en pequeños hipidos.
―¿Vos también sois una demente? ― preguntó, a sabiendas de que no hablaba su idioma.
Le bastó un solo vistazo para comprobar que aquella mujer no venía a pedirle dinero.
Le dijo algo indicando su atlas. Tsetsé, se agachó y lo apretó contra su pecho, comenzando al fin a tranquilizarse. Sin embargo, cuando la tormenta rompió, quiso echarse a llorar de nuevo cual infante recién llegado al mundo. Se contuvo.
Respiró profundamente y emergió del recoveco.
La desconocida tenía una expresión gentil y parecía querer ayudarla, sin embargo, su aura la incomodaba. Pero no tenía mejores opciones, era aquello o continuar llorando en aquel callejón.
―Tsetsé ―respondió, comprendiendo que le había preguntado por su nombre―. No hablo francés… ―dijo en su mismo idioma.
Sintió el agua de lluvia limpiando los adoquines de su sangre. Todavía dubitativa, dio un paso hacia la mujer. Si la cosa salía mal, podría salir huyendo de nuevo.
Hasta desangransarse por el pie.
Una muerte menos que digna.
Encantadora, sedosa…magnética.
La imagen de él, estalló en su mente y, Tsetsé se levantó la mirada rápidamente.
No, no era él. ¿Cómo iba a ser él si se trataba de una mujer? Y sin embargo, su insultante belleza, le recordó a ese hombre. Había algo en la extraña que se encontraba frente a ella, que era exactamente igual a él, pero Tsetsé no supo decir qué. A pesar de todo, su instinto no la alarmó de su perversa naturaleza como lo había hecho cuando lo vio a él. Si bien la mujer exudaba un aura amenazante por naturaleza, Tsetsé confió en que por alguna motivo, aquella naturaleza estaba mejor contenida.
Tomó el pañuelo que le ofreció y se limpió el rostro. Sus sollozos se convirtieron en pequeños hipidos.
―¿Vos también sois una demente? ― preguntó, a sabiendas de que no hablaba su idioma.
Le bastó un solo vistazo para comprobar que aquella mujer no venía a pedirle dinero.
Le dijo algo indicando su atlas. Tsetsé, se agachó y lo apretó contra su pecho, comenzando al fin a tranquilizarse. Sin embargo, cuando la tormenta rompió, quiso echarse a llorar de nuevo cual infante recién llegado al mundo. Se contuvo.
Respiró profundamente y emergió del recoveco.
La desconocida tenía una expresión gentil y parecía querer ayudarla, sin embargo, su aura la incomodaba. Pero no tenía mejores opciones, era aquello o continuar llorando en aquel callejón.
―Tsetsé ―respondió, comprendiendo que le había preguntado por su nombre―. No hablo francés… ―dijo en su mismo idioma.
Sintió el agua de lluvia limpiando los adoquines de su sangre. Todavía dubitativa, dio un paso hacia la mujer. Si la cosa salía mal, podría salir huyendo de nuevo.
Hasta desangransarse por el pie.
Una muerte menos que digna.
Tsetsé Verte- Hechicero Clase Baja
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Fecha de inscripción : 13/05/2017
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LA MOSCA TSE TSE
Observaba con atención cada movimiento que hacía, al principio parecía asustada y no la culpaba. Se percató que la chica era bella. Sin embargo percibió en ella algo extraño, se dispuso a leer sus pensamientos. La joven la asimiló con otro sujeto de su misma naturaleza. Vampiro. La palabra belleza describía perfecto aún vampiro esa tenía que haber sido otra de la relación que creó; pero éste al parecer era más vil de lo normal ya que su expresión fue de miedo al recordarlo. Por un momento vio su vestido esmeralda, era seguro que no era de clase baja, entonces ¿Por qué esta ahí con temor en un callejón? Y al parecer sin memoria alguna.
Le fue insólito pensar que ella no le temía del todo, de cierta forma le complació qué pensara así, no la atacaría como a las otras personas no era su estilo en particular.
“¿Vos también sois una demente?”
Esa pregunta que le hizo la joven la desconcertó de lo que estaba haciendo. Jamás lo había pensado, pero para ser sincera tal vez lo era; no contestó a la pregunta realizada, más adelante lo haría. Entendía el idioma, castellano al parecer. Al ver como sostenía hacia su pecho con cierta fuerza el atlas, supuso que era importante para ella.
Tsetsé mencionó la joven, ese es su nombre, lindo con un toque extraño se podría decir.
—Tranquila no es necesario hablar francés, hablas castellano ¿cierto?—vio como Tsetsé se acercó a ella. — No te preocupes no te haré daño. Mi nombre es Edeline, un gusto Tsetsé. ¿Vos sos de España?
Algunas gotas de lluvia recorrieron su cabello oscuro ondulado, volviendo en sí, la lluvia se volvía cada vez más fuerte, es peligroso caminar bajo la lluvia en aquellos suburbios y más con una herida atraería la atención de otros, si una amenaza se hacía presente debería mostrar lo que realmente es lo cual era arriesgado.
Un fuerte trueno sonó.
Rasgó su vestido granate de detalles dorados—sin importarle pues tenía otros más— obteniendo un gran pedazo de tela húmeda pero limpia, era para vendar el pie de Tsetsé y así evitar que se lastimará más.
Empezaba a trazar una ruta diferente en su mente para llegar seguras a una pequeña cabaña debían pasar por un campo de maizales no muy lejos de donde se encontraban.
Le fue insólito pensar que ella no le temía del todo, de cierta forma le complació qué pensara así, no la atacaría como a las otras personas no era su estilo en particular.
“¿Vos también sois una demente?”
Esa pregunta que le hizo la joven la desconcertó de lo que estaba haciendo. Jamás lo había pensado, pero para ser sincera tal vez lo era; no contestó a la pregunta realizada, más adelante lo haría. Entendía el idioma, castellano al parecer. Al ver como sostenía hacia su pecho con cierta fuerza el atlas, supuso que era importante para ella.
Tsetsé mencionó la joven, ese es su nombre, lindo con un toque extraño se podría decir.
—Tranquila no es necesario hablar francés, hablas castellano ¿cierto?—vio como Tsetsé se acercó a ella. — No te preocupes no te haré daño. Mi nombre es Edeline, un gusto Tsetsé. ¿Vos sos de España?
Algunas gotas de lluvia recorrieron su cabello oscuro ondulado, volviendo en sí, la lluvia se volvía cada vez más fuerte, es peligroso caminar bajo la lluvia en aquellos suburbios y más con una herida atraería la atención de otros, si una amenaza se hacía presente debería mostrar lo que realmente es lo cual era arriesgado.
Un fuerte trueno sonó.
Rasgó su vestido granate de detalles dorados—sin importarle pues tenía otros más— obteniendo un gran pedazo de tela húmeda pero limpia, era para vendar el pie de Tsetsé y así evitar que se lastimará más.
Empezaba a trazar una ruta diferente en su mente para llegar seguras a una pequeña cabaña debían pasar por un campo de maizales no muy lejos de donde se encontraban.
Edeline Swan- Vampiro/Realeza
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Fecha de inscripción : 30/06/2017
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Re: La mosca tse tse
Tsetsé asintió agradecida al escuchar su lengua natal. Paladeó las palabras como un regalo caído del cielo.
―Encantada, Edeline ―musitó, tranquilizándose―. Y gracias...
Observó como la mujer rasgaba parte de su vestimenta para atenderla. Tsetsése se dejó hacer. Se apoyó contra la pared y levantó su pie desnudo. La calidez la embargo al descubrir un alma tan gentil en un episodio tan tormentoso de su vida. Cuál fue su sorpresa cuando aquella reconfortante sensación fue sustituida por crudo terror. En el momento en el que los largos dedos de la mujer entraron en contacto con su piel desnuda, su aura la abrumó, la arrolló y la violó. Tsetsé contuvo el aliento, paralizada. Sentir una criatura como ella tan cerca, hizo que las imágenes asaltaran su cabeza de forma incongruente. Evocó incisivos pálidos bañados en carmesí a la luz de las velas, rezumbando en muerte y desgracia. Vio sangre espesa y cálida, resbalando por los adoquines del suelo, disfrazada en lujuria y cosida al pánico humano. Y por último una carcajada masculina, vil y escalofriante, unida a la suya…
―¡NO! ―gimió.
Alzó el Atlas de insectos y lo hizo descender con brusquedad sobre la cabeza de la mujer. Confundida, se abrió paso a empujones y echó a correr de nuevo por los húmedos callejones de Paris.
Los trágicos viandantes que caminaban en aquellas horas de la noche, se apartaron de su camino, del camino de una muchacha perdida, dejando un rastro carmesí tras ellas. Algunos le gritaron groserías, otros, se encontraban más en el otro mundo para ser capaces de articular palabra. Ella, continuó su recorrido sin rumbo hasta que sus pulmones se rompieron. Solo entonces, se agazapó contra un rincón, perturbada por las imágenes que había visto.
Sabía que era ella. Lo que era él. Ambos, se alimentaban de vida.
Sin embargo, no había sido aquello lo que había terminado con su capacidad de crear un solo pensamiento coherente, sino el sonido de sus propias carcajadas macabras en su cabeza.
―Encantada, Edeline ―musitó, tranquilizándose―. Y gracias...
Observó como la mujer rasgaba parte de su vestimenta para atenderla. Tsetsése se dejó hacer. Se apoyó contra la pared y levantó su pie desnudo. La calidez la embargo al descubrir un alma tan gentil en un episodio tan tormentoso de su vida. Cuál fue su sorpresa cuando aquella reconfortante sensación fue sustituida por crudo terror. En el momento en el que los largos dedos de la mujer entraron en contacto con su piel desnuda, su aura la abrumó, la arrolló y la violó. Tsetsé contuvo el aliento, paralizada. Sentir una criatura como ella tan cerca, hizo que las imágenes asaltaran su cabeza de forma incongruente. Evocó incisivos pálidos bañados en carmesí a la luz de las velas, rezumbando en muerte y desgracia. Vio sangre espesa y cálida, resbalando por los adoquines del suelo, disfrazada en lujuria y cosida al pánico humano. Y por último una carcajada masculina, vil y escalofriante, unida a la suya…
―¡NO! ―gimió.
Alzó el Atlas de insectos y lo hizo descender con brusquedad sobre la cabeza de la mujer. Confundida, se abrió paso a empujones y echó a correr de nuevo por los húmedos callejones de Paris.
Los trágicos viandantes que caminaban en aquellas horas de la noche, se apartaron de su camino, del camino de una muchacha perdida, dejando un rastro carmesí tras ellas. Algunos le gritaron groserías, otros, se encontraban más en el otro mundo para ser capaces de articular palabra. Ella, continuó su recorrido sin rumbo hasta que sus pulmones se rompieron. Solo entonces, se agazapó contra un rincón, perturbada por las imágenes que había visto.
Sabía que era ella. Lo que era él. Ambos, se alimentaban de vida.
Sin embargo, no había sido aquello lo que había terminado con su capacidad de crear un solo pensamiento coherente, sino el sonido de sus propias carcajadas macabras en su cabeza.
Tsetsé Verte- Hechicero Clase Baja
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Re: La mosca tse tse
“―Ella tenía miedo… no sólo de mí… sino también de ella. Al parecer brotó un recuerdo en su memoria cuando intente venderle su pie. Un líquido escarlata recorrió su memoria, humanos muertos y Tseté riendo a lado de aquel vampiro; fue su propia risa quien la asustó.”— pensó sintiéndose alarmada al escuchar un grito “NO”
Sus reflejos fueron rápidos ocultó su cabeza con su brazo sintiendo el fuerte golpe provocado por la femenina en un intento desesperado por huir de ella, corriendo después de producir el golpe despareciendo en el camino. Descubrió su cabeza al ver como desapareció, la gotas de lluvia golpeaba la mirada de Edeline soltó un suspiro que le pareció eterno.
Se levantó del callejón caminando en una línea recta hasta percatarse de un rastro de sangre.
“—No había duda que soy un ser sin vida que se alimenta de otros. Lo más verídico era comentarle lo que realmente soy supuse que la espantaría y huiría de mí al pensar que podría beber su líquido vital. Pero no. No era capaz de hacer eso a ella además ya me había alimentado antes…Tsetsé era una hechicera se me había olvidado por completo ese detalle. Debo de buscarla y explicarle lo que soy, espero que no huya de mí de nuevo. —sentía como la lluvia bajaba sobre sus cabellos oscuros fríos.”
Siguió aquel rastro de sangre, algunas personas parecían molestas otras ignoraban su alrededor. Empezó a correr sin mirar atrás hasta perder el rastro, en aquel oscuro rincón. Sin duda estaba allí.
—Discúlpame por lo que paso. Sí, soy una vampiresa y como sabes me alimento de alguien más para vivir. ¿Me alimentare de ti? No, no lo haría, el ¿por qué? Es muy sencillo, no soy como los de mi especie es complicado de explicar porque no soy así. No te culpo que me temas o que pienses que trato de engañarte tan sólo me recuerdas a alguien por favor déjame ayudarte. Pertenezco a la realeza me presento oficialmente; soy la duquesa los Países Bajos— dijo en una pequeña tristeza mostrando una pequeña sonrisa cruzó sus brazos estando de pie en la esquina del rincón esperando su respuesta.
En la distancia la oscuridad reinaba la gran pesadez de las nubes convirtió la lluvia en una tormenta furiosa, los aromas se mezclaban entre sí; los arboles doblaban sus ramas con el rápido viento. Los exóticos pero bellos relámpagos realizaban un compás de fuegos artificiales. Los truenos se sentían cada vez más cerca empujando los tímpanos de quien los escuchará.
Sus reflejos fueron rápidos ocultó su cabeza con su brazo sintiendo el fuerte golpe provocado por la femenina en un intento desesperado por huir de ella, corriendo después de producir el golpe despareciendo en el camino. Descubrió su cabeza al ver como desapareció, la gotas de lluvia golpeaba la mirada de Edeline soltó un suspiro que le pareció eterno.
Se levantó del callejón caminando en una línea recta hasta percatarse de un rastro de sangre.
“—No había duda que soy un ser sin vida que se alimenta de otros. Lo más verídico era comentarle lo que realmente soy supuse que la espantaría y huiría de mí al pensar que podría beber su líquido vital. Pero no. No era capaz de hacer eso a ella además ya me había alimentado antes…Tsetsé era una hechicera se me había olvidado por completo ese detalle. Debo de buscarla y explicarle lo que soy, espero que no huya de mí de nuevo. —sentía como la lluvia bajaba sobre sus cabellos oscuros fríos.”
Siguió aquel rastro de sangre, algunas personas parecían molestas otras ignoraban su alrededor. Empezó a correr sin mirar atrás hasta perder el rastro, en aquel oscuro rincón. Sin duda estaba allí.
—Discúlpame por lo que paso. Sí, soy una vampiresa y como sabes me alimento de alguien más para vivir. ¿Me alimentare de ti? No, no lo haría, el ¿por qué? Es muy sencillo, no soy como los de mi especie es complicado de explicar porque no soy así. No te culpo que me temas o que pienses que trato de engañarte tan sólo me recuerdas a alguien por favor déjame ayudarte. Pertenezco a la realeza me presento oficialmente; soy la duquesa los Países Bajos— dijo en una pequeña tristeza mostrando una pequeña sonrisa cruzó sus brazos estando de pie en la esquina del rincón esperando su respuesta.
En la distancia la oscuridad reinaba la gran pesadez de las nubes convirtió la lluvia en una tormenta furiosa, los aromas se mezclaban entre sí; los arboles doblaban sus ramas con el rápido viento. Los exóticos pero bellos relámpagos realizaban un compás de fuegos artificiales. Los truenos se sentían cada vez más cerca empujando los tímpanos de quien los escuchará.
Edeline Swan- Vampiro/Realeza
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Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
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Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour