~ Clyven ~

   

Descripción Psicológica

   Serio y seco en el trato. Gruñón. Parco en palabras y desconfiado por naturaleza. No suele ser especialmente agradable en un primer encuentro, aunque sí mantenga los principios básicos de la educación. Sabe leer y escribir aunque no sea una persona especialmente dada a la cultura. Sus ambiciones no son elevadas: una vida tranquila, un trabajo que le permita mantener a su familia. Sobreprotector con sus hijos y más relajado en la intimidad. No le teme al trabajo duro y su visión del mundo es bastante realista. No tiene ni idea de la existencia de criaturas sobrenaturales y los considera simples cuentos de viejas para asustar a los niños… Y él ya no es un niño.


   

Historia

   Nacido en el seno de una familia trabajadora, no tuvo hermanos debido a que a su madre, tras dos abortos, le recomendaron evitar un nuevo embarazo. Su padre falleció por causas naturales cuando él tenía dieciséis años, convirtiéndole así en el hombre de la casa. Comenzó a trabajar en una fábrica metalúrgica que poco a poco fue creciendo, gracias a la inminente llegada del ferrocarril, un proyecto ambiciosos que requería mucho tiempo y muchos materiales para tender una red ferroviaria a lo largo y ancho de Francia.
 
 Conoció a Erin cuando su familia emigró de Irlanda a Francia puesto que su padre trabajaba en el proyecto ferroviario. Él tenia 19 y ella 17 y se casaron de inmediato. Nadie podía negar que lo que había entre ellos era amor. Tuvieron una hija en seguida. Preciosa. Pelirroja, como su madre, con la mirada decidida de su padre. La llamaron Elba, como la hermana mayor de Erin, que continuaba viviendo con su familia en Irlanda.
 
 Su madre falleció por una afección cardíaca cuatro años más tarde y fue despedida en la más estricta intimidad.

   Los padres de Erin, tras finalizar el trabajo que les había llevado a París, regresaron a su adorada Irlanda, donde su otra hija y sus otros tres nietos les recibieron con los brazos abiertos.

   La llegada del pequeño Stan supuso al mismo tiempo alegría y dolor, porque Erin no lograría sobrevivir a una hemorragia derivada del parto, dejándole solo con dos niños pequeños a los que sacar adelante con el sueldo de un recién ascendido capataz.

   Rechazó la oferta de emigrar a Irlanda con sus hijos para vivir al amparo de sus suegros. Era un hombre trabajador y saldría adelante. Tenía una casa pequeña, pero suficiente para ellos tres, que podía permitirse, y no faltaba la comida en su mesa, aunque fueran alimentos sencillos.

   Su vida se había convertido en una rutina muy simple, en la que se sucedían noches interminables de trabajo, para aprovechar las pocas monedas más que proporcionaba un turno nocturno en aquella fábrica en la que nunca se paraba, con días con pocas horas de sueño en los que se desvivía por sus hijos. Elba acudía a una escuela cercana a donde vivían, lo que le permitía tener unas horas algo más libres para dormir un poco y atender al pequeño Stan, quien le seguía por todas las habitaciones de la casa, como si tuviera miedo a quedarse solo. Seguramente por todas las noches en las que se había despertado de alguna pesadilla sin nadie que le consolase, más que una chiquilla de cinco años que lo único que podía hacer era meterse con él en la cama.

   Esas dos personitas que sobrevivían a su lado habían sido su motivo para no caer en la desesperación tras la muerte de Erin, para no perderse en el alcohol y los burdeles. No tenía tiempo para esas cosas. Dormir, trabajar, niños, trabajar, niños, dormir. Un día tras otro, tras otro. Pero no se rendía, no podía, no cuando tenía dos pares de ojos que le seguían mirando con ternura.

   

Extras

   Tiene dos hijos y su vida entera gira en torno a ellos.