El Huésped [Mattia]

por **Nirole Eilen** Sáb Ago 19, 2017 9:13 am

El Huésped

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Gota a gota la lluvia calaba Paris,una lluvia no esperaba,una noche especial para mi.Me encantaba el ambiente lúgubre que se creaba llegado el anochecer,mientras que algunos de los transeúntes buscaban refugio,yo,danzaba a mis anchas por los callejones de la ciudad.Escuchando el chapteo de mis pies,disfrutando de la intensidad que tomaba cada uno de mis sentidos,detectando a diestro y siniestro,aquello de lo que podía alimentarme,de cada vena latente que pasaba por mi lado,tentándome a tomarla alli mismo,siendo vista por todo el mundo y mandando al traste mi discreción de ello para mantenerme viva como hasta ahora.Yo que por meses he calmado mi sed con cualquiera,siempre con el cuidado de que el rastro de aquellos que trabajan para la ley en Paris,no me descubran y por ahora ha funcionado bastante bien.Vive y deja vivir,aunque si alguno de ellos osa cruzar la línea,no haré miramiento alguno y morirá como los demás.

Me pare en medio de la plaza y cerré los ojos,abriendo los brazos.Podía notar extrañas miradas,captar algún que otro aura,hasta el mínimo cuchicheo que pudieran esapar de esas bocas,llegando e un eco que atravesaba cada gota de agua hasta mi.Mas hubo alguien que al parecer pensó demasiado alto,etiquetándome como alguien poco cuerdo,solo por quedarme quieta y dejarme empapar por la lluvia,a lo que respondí con una pregunta,—..¿a caso no ha visto a un niño disfrutar bajo la lluvia?...—Dije,abriendo los ojos lentamente y girando la cara a mi izquierda,donde se encontraba el individuo.Dejando er ese percular destello rubí en mis ojos,—..¿te lo muestro?—Reí con malicia,esuchando como su joven corazón comenzaba a bombear sangre algo acelerado mientras me acercaba a él,sin importar cuanto había empezado a apretar esta tormenta primaveral,ni cuando comenzaron a acompañar los truenos y relámpagos.

Me vi impulsada entonces,a llevar la contraria a mis palabras,donde avisé a mi nuevo huésped,que le traería ese libro en particular que me pedía y que,sería la excepción,al no encontrarse entre los tomos que he recopilado por mil años.Era mi forma de viajar por el mundo,sin conocer el placer de hacerlo yo misma,tal vez fuse por dejadez entre medias de inmortalidad que también tiene sus límites.

No obstante me retrasaría en llegar a la mansion,antes tenia que hacer callar esas voces del diablo,que me hacen cruzar la linea.Tomar alimento de quien comienza a corer delante de mis narices,—Juguemos...—Dije con firmeza,accelerando mi paso,dejándole creer que me ganaba.Mas corría,más se aceleraba su corazón para bomber sangre por todo su cuerpo de piel tostada a la que pronto hincaré el diente.

Por unos minutos me fué divertido,pero pasado estos,me aburrí de su temor y acabé acorrándolo en los callejones,cogiéndole del cuello,presionando antes de guiar su movimiento y dejar espacio para hincarle los colmillos.Bebí,bebí con ansia,por todo el tiempo que me he retenido,ante la tentación de alguien nuevo que probar,no se aun que tipo de interés mas allá de escuchar sus aventuras,pueda sentir o hacer sentir,lo desconozco.

••••

—..délicieux plat—Dije relamiendome los labios,combrobando a tientas,que no había perdido el libro,seguía en el bolsillo interior de este nuevo abrigo negro que me vestía y me fuí allí donde me esperaban,mi propio hogar.La Mansión Roja.

Al llegar allí,dejé mi abrigo a uno de los sirvientes qe cuida de esta bella estructura victoriana.Saque el libro y fuí al encuentro de Mattia,descuidando tal vez un detalle que manchaba la comisura derecha de mis labios...

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por **Mattia Antonelli** Mar Ago 22, 2017 10:20 pm

Había sido un encuentro fortuito aquella noche en la plaza. No supe ni cómo comenzó la plática, pero de un instante a otro, ya estábamos intercambiando titulos de libros y platicando sobre nuestros temas preferidos. Me sorprendí por la afinidad entre ambos, pues compartíamos la misma inquietud, o al menos eso pude percibir. Ella me contó que poseía una basta colección de libros en su biblioteca, que poco a poco iban ganando polvo debido al desuso. Pensé inmediatamente que debía ser un completo desperdicio el desaprovechar tal regalo con descaro, pero era bien sabido que en París no todos sabían leer. Asi que yo podía contarme entre los agraciados y debido a ésto me había ganado a pulso el mote de "cuenta cuentos" que no me disgustaba, por el contrario, me agradaba hacer un humilde servicio a la comunidad.

Con la promesa de conocer ése enorme lugar del que ella me había contado, fui caminando hacia aquella parte de la ciudad en el que se alzaban grandes mansiones victorianas, rodeadas de bellos jardines. Era un mundo aparte. Como dibujos sacados de algún libro de cuentos de hadas. Un mundo mágico, que se embellecía con el color naranja y azul que le daba el sol muriendo por el horizonte.

Cuando llegué y toqué la aldaba de la gran puerta de hierro, me puse nervioso. No es que fuera la primera vez que pisaba una residencia de tales características, pero andrajoso como estaba, me daba cierto aire de pordiosero y aunque mi nueva amiga Nirole enfatizó en que no importaba y que me esperarían con un buen recibimiento. Con ésta promesa me colécal interior. El mayordomo me encaminó hacia adentro. Había un silencio sepulcral, únicamente perturbado por nuestras pisadas al chocar con el suelo de mármol. Ahí me hicieron esperar en una sala, ofreciéndome té y galletas recién horneadas que recibí de buen agrado.

Me volví a quedar solo, a la espera de mi anfitriona, mientras observaba los finos decorados de la instancia.

por **Nirole Eilen** Miér Sep 06, 2017 11:50 am

El Huésped

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Me deshice de la capa que me cubria los hombros,estaba empapada,por lo que el servicio se apresuró a traerme una toalla para secarme.Dejé hacer y tome la prenda para secarme la cara y las manos,cogiendo el libro que traje conmigo una vez acabe.

Solo el servicio veterano sabía de mi condición,de estos solo quedaban dos miembros,el resto se ha convertido en un saco de huesos en una tumba común,donde los mas pobres enterraban a sus muertos,al no tener con que pagar su descanso eterno en tierra santa.Estos mismos,sabían que no les convenian hablar y desvelar lo que soy o lo que hago para vivir,todo por no acabar con los otros que ya mencioné.Ellos debería conformarse por tene un techo donde cobijarse y que como unica petición era mantener la mansion en un estado impeccable,por si en alguna occasion recibía visitas,como era Mattia.

Olía a sangre y sabía que no había hincado colmillos en la muñeca de ninguno.Al pasar por uno de los espejos del pasillo,me ví aquella mancha carmesí que no tardé en lamer,aun era pronto como para espantarlo de mi lado,necesitaba conocer de alguna manera mi alredor,el mundo y creo que él era una buena opción.

Pasé al gran salón con suave y elegante paso para acercarme a mi invitado y antes de que Christine saliese del espacio común,pedí que no le faltara bebida y mucho menos comida,pues aunque no gusto sus alimentos,me guió por otros tiempos,otras visitas que han salido satisfechas por como cocinaban.

—..aquí estás—Dije,monstrando amplia sonrisa,con cuidado de que no dejar ver esas armas ocultas del vampirísmo.Me quedé tras el respaldo del sofa,extendo el libro a este con mi diestra—..¿es el que pedías?—,solté el tomo y pasé a rodear el sofa,para sentarme a dos palmas de distancia de éste.

—..Tal y como le dije,lo había visto por algún lugar, y que existían pocos ejemplares…—volvía a sonreir,manteniendo la voz dulce y amable que me caracterizaba,si nadie osaba cruzar la linea para provocarme.

Negué poco después,¿dónd había quedado mi educación?—..espero no haya tenido dificultades para encontrar la mansiónn,está un poco alejado de todo,tras la línea de la calma..menos iluminado—Dije,observando con disimulo sus faciones masculinas,avivando el recuerdo de un buen amigo al que extrañaba y aun no se había dejado ver,¿aun estaba con aquella obra?.

—..¿al final,aceptais alejaros aqui?..a cambio de sus historias…—Dije,dejando el aire la cuestión….

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por **Mattia Antonelli** Miér Ene 03, 2018 7:37 pm

Estaba deleitándome con las galletas y centrado en observar todo lo hermoso de ésa parte de la residencia de mi nueva amiga, que no le escuché entrar al salón y el sorbo de té que se había quedado a la mitad de mi garganta, me hizo toser, cerrándome el conducto para poder responder con prontitud. Una vez que me hube recuperado y secándome los ojos acuosos, sonreí. Ahí estaba ella de nuevo, con ese aire tímido a la vez místico, tan blanca como la leche, pero con una mirada profunda, que seguro estaba, ocultaba muchos secretos. Más de los que dejaba ver a simple vista.

Extendió su mano temblorosa para entregarme el libro, que yo tomé de sumo agrado y asombrado, porque, jamás de los jamases pensé que pudiera tener tal joya entre mis manos. ¡Era increíble! Estaba conmovido, que no podía quitarle la vista de encima, incluso lo olfateé, llenándome los pulmones de ése olor a libro antigüo que tanto me gustaba. Alcé la vista y sonreía de una manera franca y cordial. Ella había dicho la verdad. Por unos momentos no supe que decir, al cuenta cuentos le había comido la lengua un ratón.

-Yo...No sé que decir... estoy anonadado... Es decir... ¿Sabes que tienes un auténtico tesoro en tus manos? Hay tan sólo tres ejemplares y tú tienes uno de ellos...¿cómo es posible?

Lo increíble de todo, no es que Nirole fuera mujer, sino que fuera yo, quien lo estuviese sosteniendo, un Don nadie, un pordiosero.

-Por supuesto que estaría encantado de ser su su huésped.

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