Eliot Ferrec

por **Eliot Ferrec** Jue Ago 31, 2017 2:28 pm

DATOS BÁSICOS

▲NOMBRE DEL PERSONAJE▲

Eliot Isaïe Ferrec

▲EDAD▲

30 años

▲ESPECIE▲

Inquisidor

▲FACCIÓN A LA QUE PERTENECE▲

Líder de la facción nº3
(Tecnólogos)

▲TIPO, CLASE SOCIAL O CARGO▲

Clase alta

▲ORIENTACIÓN SEXUAL▲

Heterosexual

▲LUGAR DE ORIGEN▲

París, Francia

▲HABILIDADES/PODERES▲

Ingenioso y con gran capacidad creativa.
Sabe técnicas de lucha, tanto cuerpo a cuerpo como con armas de larga distancia.

DESCRIPCIÓN PSICOLÓGICA

Católico hasta la médula. Nunca ha cuestionado la existencia de Dios, ni se le ocurre que alguien pueda hacerlo. Blasfema, sí, y también peca, sobre todo en lo tocante a los placeres en general, pero también acude a confesión para espiar esos pecados, inevitables a sus ojos, puesto que no se considera un dios, sino un hombre simple y corriente con muchas debilidades, pero también con habilidades asombrosas. Y es que la mente de Eliot está diseñada para entender las leyes de la física casi sin esfuerzo, de la misma manera que comprende complicados mecanismos, siendo capaz de reproducirlos casi a la perfección. Su memoria no es fotográfica, pero se le acerca bastante, con lo que consigue bocetar un juego de engranajes visto hace unas horas, o el diseño de un arma que ha visto en manos de un tercero.

Adoptó el rol de padre cuando el suyo murió, y ahora que es el único hombre en la casa sabe que su deber es velar por los que allí habitan. Es un buen casero, no escatima en dar lo mejor a su madre y a su hermana, ni priva de buenos sueldos y beneficios a los trabajadores de la casa. Es un hombre serio y perfeccionista, a veces incluso roza lo severo, pero, en general, trata bien a la gente que le rodea. La maldad la deja para las armas y los elementos de tortura que diseña y construye, y vuelca todo su odio en eso para llegar a casa y poder abrazar a su familia sin que ellas sufran la ira que siente contra los sobrenaturales.

De joven era pedante y siempre solía tener un comentario para todo, pero la edad adulta le enseñó que ese comportamiento molestaba, y mucho, con lo que aprendió (no sin esfuerzo) a callarse cuando no se le pedía su opinión y a saber terminar una discusión que no iba a llevarle a ningún lado. En momentos así tampoco es raro verle murmurar para sí, criticando a aquel con el que acaba de discutir o hablar. No soporta no tener la última palabra.

Es muy consciente del peligro al que se enfrentan los hombres cada día, rodeados de tantos seres sobrenaturales. Su familia también está al tanto de ello, pero Eliot intenta, por todos los medios, no hablarles de todo lo esas bestias que son capaces de hacer. Mientras está en su casa no habla de su trabajo como inquisidor porque no quiere que ni su madre ni su hermana se preocupen por él, a pesar de que su facción no es de las más peligrosas.

HISTORIA

Eliot es el primogénito de los Ferrec, perfecto a ojos de sus padres y sus abuelos. La primera vez que acudió a la iglesia fue en brazos de su madre, cuando apenas contaba con un mes de edad, para recibir el bautismo. Fue educado en las doctrinas de la fe cristiana desde antes de tener uso de razón, por lo que, para él, la existencia de Dios siempre ha sido algo irrefutable y tan real como el aire que respira. Para Eliot y su familia, una vida sirviendo al Señor era tan digna como la de cualquier aristócrata, por eso se interesó, desde bien pequeño, en los trabajos del Padre Gilles, el cura de su parroquia.

A los seis años fue nombrado monaguillo, trabajo que tenía que compaginar con la educación que todo hijo heredero debía recibir. Fue instruido en letras, artes y ciencias, siendo estas últimas sus predilectas. Siempre mostró interés por todo tipo de maquinarias, pudiendo pasar horas observando cómo los engranajes encajaban entre sí y cómo ésto hacía que todo se moviera como por arte de magia. Aprendió a tallar la madera para poder replicar y crear sus propios artilugios, que no dejaban de ser otra cosa que meros juguetes. Aun así, él era feliz con sus invenciones, y las mostraba orgulloso a todo aquel que quisiera verlas. Una de esas personas fue el Padre Gilles, que no tardó en ver el potencial del muchacho para crear artilugios de lo más variopintos. Desde entonces, comenzó a tantear la posibilidad de que el más joven de los Ferrec se uniera a las filas de la Santa Inquisición, aleccionando al muchacho en las cosas más básicas y analizando en profundidad sus reacciones al respecto. El sacerdote enseguida se dio cuenta de que el niño podía ser de gran utilidad, así que comenzó a entrenarle en la lucha cuerpo a cuerpo y en el uso de las armas. Por supuesto, el mayor interés de Eliot con todo aquello eran los mecanismos de las ballestas, el funcionamiento de los revólveres o la forma de potenciar las flechas lanzadas con un simple arco, pero, entre análisis y análisis, aprendió a pelear como un auténtico soldado.

Su educación siguió adelante durante unos cuantos años más, tiempo en el que Eliot fue madurando tanto física como mentalmente. Desarrolló un cuerpo muy atlético gracias a los entrenamientos con el cura, y aprendió tanto sobre tantos temas distintos que a veces resultaba hasta repulsivo en las conversaciones, porque siempre tenía algo que decir o añadir. El Padre Gilles no sólo fue su mentor, sino que se convirtió en uno de sus mejores amigos y en su mayor confidente, dentro y fuera de los muros de la iglesia. Por eso su muerte a manos de un sobrenatural le afectó tanto, a pesar de que fuera algo que ambos sabían que podía pasar. Fue un golpe tan duro que incluso le cambió el carácter, volviéndose más reservado y serio, pero plenamente consciente de los peligros que le rodeaban, a él y a su familia.

La muerte del Padre Gilles hizo que adelantara su inserción en la Inquisición todo lo que pudo. No fue fácil, pero nadie le dijo que lo sería. Las pruebas eran muchas, y cada una más dura que la anterior. Para fortuna de Eliot, las enseñanzas del sacerdote dieron sus frutos, y terminó entrando en la facción de los tecnólogos. ¿Qué más podía pedir? Frente a él se le mostraba la manera de vengar la muerte de su mejor amigo haciendo lo que siempre le había gustado hacer: crear. La reputación que se granjeó no fue por su nombre, famoso gracias a las empresas que poseía su padre, sino por sus acciones e inventos, innovadores y extraños, pero muy efectivos. Aún hoy sigue formando parte de la tercera facción, orgulloso de poder ayudar a cazar y torturar a todos aquellos seres endemoniados en nombre de Dios.

Durante muchos años, estuvo bajo el mando del maestro Beaumont, aprendiendo todo lo que éste les enseñaba a su compañera y a él. La muerte del viejo maestro, sin embargo, inició una carrera por ver quién era el que ocupaba su puesto, donde los dos favoritos eran, sin duda, sus dos aprendices: Yulia Leuenberger y Eliot Ferrec. Fue Eliot quien, finalmente, terminó convirtiéndose en el líder de la tercera facción, siguiendo así los pasos de su maestro.

DATOS EXTRA

— Su padre murió hace pocos años, con lo que Eliot heredó todo su imperio de empresas. Ahora es el dueño legítimo y disfruta llevándolas como lo hacía el señor Ferrec. Compagina ese trabajo con el de inquisidor, tal y como ha hecho siempre.

— Tiene una hermana pequeña a la que adora y protege en todo momento. Le gustaría que entrara a formar parte de las filas de la inquisición de la misma manera en la que lo hizo él, pero en una facción en la que su vida no corriera peligro. No podría soportar perderla a ella también como perdió al Padre Gilles.

— Como hombre de la casa es consciente de que debe buscar un esposo para su hermana, pero aún no ha encontrado uno que le agrade. En realidad, no quiere casarla con nadie, primero, porque ninguno le parece lo suficientemente bueno para ella, y segundo, porque no quiere que abandone el hogar familiar.

— Habla latín tan bien como habla francés, ambos con un estilo refinado y envidiable. También aprendió inglés, alemán e italiano.

por **Administración** Jue Ago 31, 2017 11:45 pm

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