· Enekpe · ID

De mejillas redondas a pesar de su bajo peso, la primera impresión que tienes de ella es, ¡que bonita! Su piel, del color del ébano, es suave y delicada menos en sus manos. A causa del trabajo que llevó a cabo desde muy pequeña en la tierra y en las minas, sus manos sus rugosas y tienen muchas heridas que parecen no querer curarse. Sin embargo, lo que más resalta en esta joven de baja estatura y cabellos rizados, son sus profundos ojos verdes como esmeraldas, que parecen querer absorberlo todo. Grandes, redondos, y siempre llenos de brillo. De curiosidad. De ganas de ver el mundo y aprender cosas nuevas. La palma de sus manos está llena de marcas, así como la planta de sus pies, debido al tipo de trabajo que desarrollaba en las minas cuando aún era una niña.

Enekpe es una chica de curiosidad despierta y mente clara, a la que le gusta que la enseñen y que aprende todo casi al instante. Al menos lo que tiene que ver con el uso de sus manos, ya que para las tareas que requieren esfuerzo mental no es precisamente aplicada. No le gusta estar quieta mucho tiempo, y es que tiene demasiada energía que necesita ser expulsada al exterior. Cuando no está haciendo lo que le mandan, se la pasa corriendo en busca de aventuras, y al ver su semblante tan alegre muchos dirían que no tiene ningún problema en el mundo. Se equivocan. 

La vida en esclavitud no es sencilla. Sus Amos esperan de ella que haga lo que le dicen sin rechistar, y es golpeada cuando las cosas no ocurren como ellos quieren. Sin embargo sabe aguantarse las lágrimas hasta que ellos desaparecen de su vista. Es pequeña, así que aún no entiende por qué es tan diferente de otros niños, y por qué su tiempo está ocupado con tareas tan difíciles en lugar de juegos. Pero se conforma con lo que tiene, porque siempre ha vivido así, y por eso no conoce nada más. No es envidiosa a pesar de todo, y es muy amable y cariñosa con aquellos que lo son con ella. Sus modales no son de lo mejor, pero ella se esfuerza mucho por no faltar al respeto. A veces tiene problemas con palabras difíciles, y es que no conoce bien otros idiomas aparte del de su país natal.

Es sensible, y siente mucha simpatía por animales y ancianos, así que puede llegar a enfadarse o ponerse muy tristes cuando éstos salen heridos por algún motivo. Es fácil cogerle cariño, y ella también resulta fácil de convencer con palabras bonitas. Ésto, sin embargo, no es tan positivo, ya que la ponen en situaciones peligrosas por ser en exceso confiada. Es muy inocente, dulce, y buena, le gusta hablar de todo y con todos, por lo que a veces tienen que reñirle o castigarla por pasarse de la ralla. 

Enekpe es, al final, una niña, que a pesar de sus circunstancias sigue soñando con un mundo en el que todo es hermoso.

Enekpe es originaria de una aldea muy pobre del sur de África, anexa a lo que antaño se conocía como el imperio del Gran Zimbabwe. La mayoría de los integrantes de su tribu eran agricultores, siendo la ganadería algo que el Rey de Zimbabwe no les permitía, ya que, según él, les llevaría a necesitar más tierras y él no pensaba cedérselas. Esto no era algo que se impusiera únicamente a ellos, sino a todas las aldeas que poco a poco se fueron estableciendo alrededor de la "ciudad" principal. El objetivo era claro y evidente: el gobernante no quería que los que antes eran nómadas comenzaran a ganar fortaleza, para así evitar levantamientos a causa de los grandes impuestos que les hacía pagar en forma de bienes labrados por ellos mismos. 

La joven, desde su nacimiento, tuvo una misión, y ésta era ser ofrecida como moneda de cambio. De ahí que le pusieran el nombre de la diosa que se sacrificó para salvar a los suyos. A cambio de un pedazo de tierra y de seguridad, los padres de la niña la ofrecieron como intercambio al gobernante, y éste aceptó, siempre gustoso por recibir esclavos a los que comandar. La razón para que fuera escogida fue simple, y es que ella había heredado los "verdomde oë", u ojos malditos, tenía los ojos de un color verde esmeralda que se pasaba tras algunas generaciones, y que según los miembros de la tribu y sus creencias, significaban un mal presagio, ya que la última poseedora de los mismos los maldijo antes de ser abandonada a su suerte. El color de sus ojos, sin embargo, fue lo que cautivó al Rey, quien la favoreció desde el principio al considerarla más hermosa que a sus propios hijos, todos varones y malcriados. Su forma de ser, vivaz pero cariñosa, se ganó el aprecio de los que se suponía que iban a ser sus captores. Así que puede decirse que, hasta la edad de dos años, su vida fue bastante normal.

Después todo cambió, ante la repentina enfermedad del Rey y las peleas por la sucesión. Muchos de los esclavos fueron revendidos a otros reinos o estados a fin de mantener el estatus de la familia real, y así, Enekpe acabó en Ghana, donde desde los tres años tuvo que trabajar en las improvisadas minas de metales valiosos que el gobernador había ordenado construir, y cuyos trabajadores eran mayoritariamente niños, ya que al ser más pequeños en estatura y tener las manos más delicadas, eran capaces de acceder a sitios que no podía alcanzar los adultos. Muchos de aquellos niños morían en cuestión de meses, ya que las condiciones sanitarias eran terribles, pero sobre todo a causa del humo y de la arena que se acumulaba en sus pulmones. Enekpe también enfermó en más de una ocasión, pero casi parecía que sus ganas de vivir era lo que la mantenían a flote cada vez. Esto no evitó, sin embargo, que sus pulmones se dañaran de forma permanente.

Su vida transcurrió de aquel modo hasta que cumpliera los seis años, cuando se produjo un nuevo cambio debido a la llegada de extranjeros, especialmente franceses, a las tierras de Ghana, motivados por el descubrimiento de metales más valiosos de los que la propia región utilizaba. Allí, la joven Enekpe, a pesar de su aspecto sucio y magullado, captó la atención de un noble de origen francés quien parecía tener por costumbre acumular cosas curiosas por sus viajes por el mundo. La compró por un precio mucho menor de lo que le había costado al jeque en un primer momento, pero al haber crecido un poco en altura, ya no era tan útil como antes. El viaje se le hizo largo y lleno de penurias. Aquel hombre la trataba incluso peor que su anterior Amo, quien a pesar de obligarla a trabajar, no la golpeaba nada más que cuando era necesario. El Francés, llamado Boniface du Lusignan‎, tenía por costumbre golpearla con su cinturón, con su bastón, y con casi cualquier cosa que tuviera a mano, simplemente porque la chica, evidentemente, no podía comprender lo que él le decía. También la obligaba a dormir en las caballerizas con el resto de esclavos, o a compartir su lecho junto con otras niñas que también trajo de las minas cuando estaba ebrio.

Nunca odió tanto el color de sus ojos como al saber que éstos fueron el motivo de que ese hombre tan cruel y desagradable la comprara. A la edad de siete años volvió a ser vendida a otra familia, cuando su Amo volvió a casarse, esta vez, con una joven dama que estaba en contra de la esclavitud.
 

Curiosidades:
εїз Sus ojos se consideran una especie de herencia mágica en la tribu a la que pertenecía. Sólo dos personas antes que ella los habían tenido, y ambos habían sido los brujos de la tribu. Con el tiempo se consideró un mal presagio porque la segunda de ellas los maldijo al ser abandonado cuando se hizo demasiado vieja para que les acompañara.

εїз Sabe un poco de francés, porque su antiguo Amo la obligó a aprender. También puede presentarse en inglés aunque poco más.

εїз Tiene muchas cicatrices en las manos, y también algunas bastante profundas en su espalda, la mayoría recientes, y provocadas por el Barón Lusignan.

εїз Ha intentado escapar seis veces desde que llegara a Francia, pero es difícil encontrar ayuda a causa del color de su piel. Esto es algo que ella realmente no comprende.

Gustos:
εїз Los animales. Sobre todo aquellos que son pequeños y adorables.

εїз La naturaleza. Especialmente las flores y los árboles, a los que trepa frecuentemente.

εїз Tener tiempo libre para jugar como otros niños.

Disgustos:
εїз No le gustan mucho sus ojos, porque llaman demasiado la atención y no se parecen a los de nadie que conozca.

εїз Las personas que gritan mucho, o que parecen siempre enfadadas. Le dan miedo.

εїз El Barón Lusignan. Y por culpa de éste, también siente cierta desconfianza por las personas de origen francés.

Enfermedades:
εїз Tiene problemas respiratorios a causa de su trabajo en las minas desde la edad de tres años. Por eso enferma con frecuencia, y como no puede reposar, a veces acaba siendo muy grave. Además, cuando corre demasiado se asfixia y tiene que parar. (Tiene silicosis).