AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Rebekka Tiril Herbjørnsrud
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Rebekka Tiril Herbjørnsrud
Rebekka Herbjørnsrud
"El cuerpo no es un templo, sino una prisión"
»Datos Básicos
● Nombre Completo: Rebekka Tiril Herbjørnsrud
● Ocupación: Cazadora/Vagabunda
● Género: Femenino
● Orientación Sexual: Heterosexual
● Lugar de Nacimiento: Stavanger, Noruega
● Lugar de Residencia: París (por ahora)
● Clase social: Baja
● Edad: Veinte años
● Altura: 1.76m
● Ascendencia: Noruega
● Especie: Humana
● Grupo: Cazadores
»Descripción Psicológica
Es difícil describir a Rebekka como una persona. Ella es, simplemente, no de este mundo. Esa es la verdad sobre ella. Ve el mundo de un color oscuro, al igual que sus ropas. Es como si quisiera que no hubiera contrastes. Va por el camino sin huellas, despejado para que ella se funda con él. Vive en continua guerra, dentro de sí. Quizás por eso tiene las palmas de las manos endurecidas, porque mantiene firme la empuñadura.
Parece que no es capaz de formar lazos duraderos. Ha tenido amantes esporádicos. Otros duran un poco más, pero siempre termina huyendo sin decir una palabra. No es como si se preocupara del futuro, por ende, no se proyecta con otros. Prefiere con creces a su loba híbrida Gerda antes que a la gente, pues ésta le provee de momentos de alegría cuando no tiene necesidad de matar. Hace que tenga una constante actitud de esperanza, que contrasta con su semblante perdido y circunstancias extremas.
Es una mujer fuerte, un tanto masculina. Su lenguaje deja bastante que desear. Nada identificable con una dama, menos con esa actitud tan directa. Es asertiva, pero de ninguna manera una borracha de poder. Cuando afirma algo, expresa su lógica de manera sensata a otros.
A ratos es hostil, porque sus experiencias le han hecho desconfiar. Tiene una memoria excelente, que desearía a ratos no tener. Tiende a generalizar cuando tiene una mala racha. Esa es la parte mala, que la aísla. El lado bueno de este rasgo es su meticulosidad, que hace que la mayoría de sus ideas sean correctas cuando tiene un objetivo al cual cazar. Aprovecha las oportunidades como se le presentan.
Parece que no es capaz de formar lazos duraderos. Ha tenido amantes esporádicos. Otros duran un poco más, pero siempre termina huyendo sin decir una palabra. No es como si se preocupara del futuro, por ende, no se proyecta con otros. Prefiere con creces a su loba híbrida Gerda antes que a la gente, pues ésta le provee de momentos de alegría cuando no tiene necesidad de matar. Hace que tenga una constante actitud de esperanza, que contrasta con su semblante perdido y circunstancias extremas.
Es una mujer fuerte, un tanto masculina. Su lenguaje deja bastante que desear. Nada identificable con una dama, menos con esa actitud tan directa. Es asertiva, pero de ninguna manera una borracha de poder. Cuando afirma algo, expresa su lógica de manera sensata a otros.
A ratos es hostil, porque sus experiencias le han hecho desconfiar. Tiene una memoria excelente, que desearía a ratos no tener. Tiende a generalizar cuando tiene una mala racha. Esa es la parte mala, que la aísla. El lado bueno de este rasgo es su meticulosidad, que hace que la mayoría de sus ideas sean correctas cuando tiene un objetivo al cual cazar. Aprovecha las oportunidades como se le presentan.
»Historia
Linnea, prostituta de estuario, era el tipo de mujer que decía “Yo no quiero tener hijos”. Sin embargo, fue cuestión de tiempo para que se embarazara de uno de sus clientes. Contra viento y marea, decidió tener a la criatura. En la cuna más humilde nació Rebekka como un estropajo, sin más lujo que la primera bocanada de aire. Las otras prostitutas decían que Rebekka había nacido bajo una buena estrella, porque a pesar de las condiciones adversas, gozaba de buena salud. Llevaba en la sangre el frío, los ojos azulosos de hielo, la lluvia y la nieve. Creció en la misma ciudad portuaria que su madre, al oeste de Noruega, rodeada de hermosos fiordos, montañas, y playas largas y blancas. Nunca vio la adversidad en los grados bajo cero. Tampoco se dejó intimidar por la majestuosidad de las fieras. Era su ambiente, su mundo. Cualquier cosa distinta era extraña.
Rebekka hubiera tenido una vida feliz, de no haber sido por su madre. Linnea era una mujer inestable; las personas entraban y salían de su vida, desarrollando varios tipos de relaciones tormentosas. Cuidó de Rebekka muy poco tiempo, hasta donde la cabeza le dio, descuidándola paulatinamente hasta que la niña, a sus cuatro años, comprendió que estaba sola y que tenía que aprender a andar por su cuenta. Eso, lejos de encaminarla, la llevó por malos pasos. Se metía en problemas, peleaba con otros niños, robaba. Le encontraban armas peligrosas en las manos y ella decía que se las había encontrado. Trataban de localizar a Linnea para que disciplinara a su hija, pero nunca se sabía por dónde andaba. Al cabo de un tiempo, dejaron de buscarla. Para qué decir del padre de Rebekka, que podía ser cualquiera.
Con tan sólo cinco años y con el corazón roto por una madre que prefería a sus amantes, Rebekka se subió al tren y partió hacia Oslo. Ni siquiera supo qué fue lo que la llevó a tomar tan osada decisión. Quería huir lo más lejos posible de la causa de su dolor. Era preferible pensar que ella había abandonado a su madre que a la inversa.
Comenzó desde cero, comiendo de la basura y de lo que botaban los habitantes de la ciudad. Para resguardarse del frío, dormía con los perros. No sufría o no se daba cuenta de que lo hacía. Rebekka tomaba su estilo de vida como algo normal, hasta que conoció a Kaare Lillegard, un anciano viajero. Ella intentaba robarle, abusando de su supuesta debilidad, cuando el hombre la detuvo con una agilidad impresionante, utilizando sólo la mano izquierda. Como vio que la niña, desnutrida y todo, no se rendía, Kaare le ofreció protección y sus enseñanzas a cambio de obediencia. No le prometió que llegaría a cumplir los quince, pero sí que el camino sería arduo y fructífero. A Rebekka le costó tomar la decisión, pero aceptó. Después de todo, no tenía muchas esperanzas de sobrevivir por su cuenta. Comenzaba lo que ella conocería posteriormente como su segunda crianza.
Fueron años de tira y afloja. Ambos recorrieron un sinfín de regiones, de norte a sur. Combatieron contra la fragilidad día por día, enfrentando peligros y pasando hambre. Rebekka por fin aprendió a usar con destreza las armas con las que se había hecho en sus primeros años, y algunas más cuyo mecanismo Kaare le enseñó. Con cada experiencia se hacía con conocimientos poco convencionales, desde vendar heridas hasta amputar una extremidad insalvable. La prueba más dura la vivió cuando Kaare la dejó a solas a sus catorce años. Dijo que cazara un reno, un alce y un lobo, en ese orden. Todo con una daga. Que sólo lo buscase cuando vistiese las pieles de esos animales o que muriese allí. Rebekka aprendió del reno que estar alerta puede salvarte la vida y que la agilidad puede compensar la fuerza bruta; del alce, que no necesitas ver si puedes oír y oler; del lobo, que puedes darle al atacante la oportunidad de retirarse, pero que el territorio es el territorio, y debes defenderlo con garras y dientes, gruñendo y erizando la piel.
Cuando Kaare vio la caza de Rebekka, se sintió tranquilo. Estaba lista para andar por su cuenta, o casi. Él le decía a su pupila que iba a morir pronto, por lo que había decidido traspasarle sus conocimientos antes de partir, como una forma de asegurar su legado. La muchacha, ya adolescente, no le prestaba mucha atención en ese entonces. Más tarde comprenderá el porqué.
Estaban atravesando la frontera rusa cuando fueron interceptados por una mujer de blanco, cuya mirada y vestimentas se confundían con la nieve. Sin mediar palabra, la misteriosa figura empezó a atacar a Kaare, delatando su naturaleza de hábil hechicera. El anciano fue enfático en ordenarle a Rebekka que no interviniera, que esta batalla no le pertenecía. Ella estaba confundida; todo indicaba que Kaare conocía a esa mujer, pero ¿por qué no le decía nada? La primera pieza encajó en su lugar cuando oyó a la hechicera que en nombre de la Inquisición tomaría la vida del vampiro. Ahí estaba el porqué de la sorprendente agilidad del veterano; hacía décadas que había dejado de ser mortal y se lo había ocultado a Rebekka todo ese tiempo. La muchacha jamás pudo exigir explicaciones, pues la mujer logró su propósito de acabar con la vida de Kaare.
Rebekka, cegada por el coraje, decidió vengar a Kaare en ese mismo instante. No le importó qué tan poderosa pudiera ser la magia de la hechicera; era tan frágil y humana como ella, así que el agotamiento también le afectaba. Fue así que, haciendo uso de la agilidad adquirida con sangre y sudor, Rebekka esquivó la mayoría de los ataques y pudo enfrentarse a su rival directamente. Una estocada tras otra. Sangre salpicada sobre la nieve. La vida esfumándose. Antes del último golpe, la inquisidora se apresuró a pronunciar las palabras del conjuro que le permitiría desdoblarse y salvarse, pero Rebekka fue más rápida y le atravesó el corazón antes de que pudiera terminarlo. Como consecuencia, el alma de la hechicera escapó e impactó contra Rebekka, convirtiéndose en un huésped parasitario de su cuerpo. Para cuando la noruega abrió los ojos otra vez, su ojo izquierdo ya no era azul, sino verde. Sólo necesitó esa imagen en su reflejo para comprobar que el espíritu de la bruja habitaba en ella. De Kaare sólo quedaban cenizas esparcidas sobre la nieve. Como una forma de hacer el duelo, guardó parte de los restos de su maestro en uno de los frascos que utilizaba normalmente para recolectar frutos secos. Se propuso esparcir una pequeña cantidad en cada una de las naciones que pisara en adelante.
Se volvió una cazadora solitaria, enfrentándose al que quisiera violentarla de algún modo. En el fondo, Kaare le había enseñado a protegerse de los demás, fueran bestias o no. Por eso no le tembló la mano cuando mató a su primer vampiro, y aún menos cuando asesinó a sus enemigos naturales. No servía para otra cosa más que para cuidar de sí misma. ¿Quién más iba a hacer el trabajo? Tuvo compañeros esporádicos, pero su carácter le impedía formar lazos duraderos, así que más temprano que tarde acababa caminando sola otra vez.
Actualmente se halla en París con su compañera más duradera: Gerda, una loba híbrida. Tan leal e impulsiva como Rebekka.
Rebekka hubiera tenido una vida feliz, de no haber sido por su madre. Linnea era una mujer inestable; las personas entraban y salían de su vida, desarrollando varios tipos de relaciones tormentosas. Cuidó de Rebekka muy poco tiempo, hasta donde la cabeza le dio, descuidándola paulatinamente hasta que la niña, a sus cuatro años, comprendió que estaba sola y que tenía que aprender a andar por su cuenta. Eso, lejos de encaminarla, la llevó por malos pasos. Se metía en problemas, peleaba con otros niños, robaba. Le encontraban armas peligrosas en las manos y ella decía que se las había encontrado. Trataban de localizar a Linnea para que disciplinara a su hija, pero nunca se sabía por dónde andaba. Al cabo de un tiempo, dejaron de buscarla. Para qué decir del padre de Rebekka, que podía ser cualquiera.
Con tan sólo cinco años y con el corazón roto por una madre que prefería a sus amantes, Rebekka se subió al tren y partió hacia Oslo. Ni siquiera supo qué fue lo que la llevó a tomar tan osada decisión. Quería huir lo más lejos posible de la causa de su dolor. Era preferible pensar que ella había abandonado a su madre que a la inversa.
Comenzó desde cero, comiendo de la basura y de lo que botaban los habitantes de la ciudad. Para resguardarse del frío, dormía con los perros. No sufría o no se daba cuenta de que lo hacía. Rebekka tomaba su estilo de vida como algo normal, hasta que conoció a Kaare Lillegard, un anciano viajero. Ella intentaba robarle, abusando de su supuesta debilidad, cuando el hombre la detuvo con una agilidad impresionante, utilizando sólo la mano izquierda. Como vio que la niña, desnutrida y todo, no se rendía, Kaare le ofreció protección y sus enseñanzas a cambio de obediencia. No le prometió que llegaría a cumplir los quince, pero sí que el camino sería arduo y fructífero. A Rebekka le costó tomar la decisión, pero aceptó. Después de todo, no tenía muchas esperanzas de sobrevivir por su cuenta. Comenzaba lo que ella conocería posteriormente como su segunda crianza.
Fueron años de tira y afloja. Ambos recorrieron un sinfín de regiones, de norte a sur. Combatieron contra la fragilidad día por día, enfrentando peligros y pasando hambre. Rebekka por fin aprendió a usar con destreza las armas con las que se había hecho en sus primeros años, y algunas más cuyo mecanismo Kaare le enseñó. Con cada experiencia se hacía con conocimientos poco convencionales, desde vendar heridas hasta amputar una extremidad insalvable. La prueba más dura la vivió cuando Kaare la dejó a solas a sus catorce años. Dijo que cazara un reno, un alce y un lobo, en ese orden. Todo con una daga. Que sólo lo buscase cuando vistiese las pieles de esos animales o que muriese allí. Rebekka aprendió del reno que estar alerta puede salvarte la vida y que la agilidad puede compensar la fuerza bruta; del alce, que no necesitas ver si puedes oír y oler; del lobo, que puedes darle al atacante la oportunidad de retirarse, pero que el territorio es el territorio, y debes defenderlo con garras y dientes, gruñendo y erizando la piel.
Cuando Kaare vio la caza de Rebekka, se sintió tranquilo. Estaba lista para andar por su cuenta, o casi. Él le decía a su pupila que iba a morir pronto, por lo que había decidido traspasarle sus conocimientos antes de partir, como una forma de asegurar su legado. La muchacha, ya adolescente, no le prestaba mucha atención en ese entonces. Más tarde comprenderá el porqué.
Estaban atravesando la frontera rusa cuando fueron interceptados por una mujer de blanco, cuya mirada y vestimentas se confundían con la nieve. Sin mediar palabra, la misteriosa figura empezó a atacar a Kaare, delatando su naturaleza de hábil hechicera. El anciano fue enfático en ordenarle a Rebekka que no interviniera, que esta batalla no le pertenecía. Ella estaba confundida; todo indicaba que Kaare conocía a esa mujer, pero ¿por qué no le decía nada? La primera pieza encajó en su lugar cuando oyó a la hechicera que en nombre de la Inquisición tomaría la vida del vampiro. Ahí estaba el porqué de la sorprendente agilidad del veterano; hacía décadas que había dejado de ser mortal y se lo había ocultado a Rebekka todo ese tiempo. La muchacha jamás pudo exigir explicaciones, pues la mujer logró su propósito de acabar con la vida de Kaare.
Rebekka, cegada por el coraje, decidió vengar a Kaare en ese mismo instante. No le importó qué tan poderosa pudiera ser la magia de la hechicera; era tan frágil y humana como ella, así que el agotamiento también le afectaba. Fue así que, haciendo uso de la agilidad adquirida con sangre y sudor, Rebekka esquivó la mayoría de los ataques y pudo enfrentarse a su rival directamente. Una estocada tras otra. Sangre salpicada sobre la nieve. La vida esfumándose. Antes del último golpe, la inquisidora se apresuró a pronunciar las palabras del conjuro que le permitiría desdoblarse y salvarse, pero Rebekka fue más rápida y le atravesó el corazón antes de que pudiera terminarlo. Como consecuencia, el alma de la hechicera escapó e impactó contra Rebekka, convirtiéndose en un huésped parasitario de su cuerpo. Para cuando la noruega abrió los ojos otra vez, su ojo izquierdo ya no era azul, sino verde. Sólo necesitó esa imagen en su reflejo para comprobar que el espíritu de la bruja habitaba en ella. De Kaare sólo quedaban cenizas esparcidas sobre la nieve. Como una forma de hacer el duelo, guardó parte de los restos de su maestro en uno de los frascos que utilizaba normalmente para recolectar frutos secos. Se propuso esparcir una pequeña cantidad en cada una de las naciones que pisara en adelante.
Se volvió una cazadora solitaria, enfrentándose al que quisiera violentarla de algún modo. En el fondo, Kaare le había enseñado a protegerse de los demás, fueran bestias o no. Por eso no le tembló la mano cuando mató a su primer vampiro, y aún menos cuando asesinó a sus enemigos naturales. No servía para otra cosa más que para cuidar de sí misma. ¿Quién más iba a hacer el trabajo? Tuvo compañeros esporádicos, pero su carácter le impedía formar lazos duraderos, así que más temprano que tarde acababa caminando sola otra vez.
Actualmente se halla en París con su compañera más duradera: Gerda, una loba híbrida. Tan leal e impulsiva como Rebekka.
»Extras
● Familia: Linnea Herbjørnsrud (Madre)
● Datos Curiosos:
- Siente el alma de la hechicera que mató a su maestro hablarle a ratos, sobre todo cuando está en problemas. Cuando pasa esto, posa dos de sus dedos sobre el párpado izquierdo.
- Siente recelo hacia los Inquisidores.
- No es ni la sombra de una señorita.
- Se hace querer por cierta gente y odiar por otra. Es difícil hablar de puntos intermedios con ella.
- Duerme empuñando una daga con una mano y abrazando a Gerda con la otra.
- No ha pisado su ciudad natal desde que se fue.
● Datos Curiosos:
- Siente el alma de la hechicera que mató a su maestro hablarle a ratos, sobre todo cuando está en problemas. Cuando pasa esto, posa dos de sus dedos sobre el párpado izquierdo.
- Siente recelo hacia los Inquisidores.
- No es ni la sombra de una señorita.
- Se hace querer por cierta gente y odiar por otra. Es difícil hablar de puntos intermedios con ella.
- Duerme empuñando una daga con una mano y abrazando a Gerda con la otra.
- No ha pisado su ciudad natal desde que se fue.
»Poderes
→ Agilidad.
→ Mayor resistencia al frío que el promedio de las personas.
→ Manejo de armas.
→ Mayor resistencia al frío que el promedio de las personas.
→ Manejo de armas.
”Si no puedes desprenderte de tu cuerpo, puedes olvidar la tranquilidad de tu mente.”
Última edición por Rebekka Herbjørnsrud el Miér Dic 19, 2018 7:44 am, editado 3 veces
Rebekka Herbjørnsrud- Cazador Clase Baja
- Mensajes : 22
Fecha de inscripción : 15/10/2017
DATOS DEL PERSONAJE
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Re: Rebekka Tiril Herbjørnsrud
OBSERVACIONES
favor de corregir
LA FICHA ESTÁ CORRECTA. EL ÚNICO DATO A EDITAR ES AL FINAL DE A HISTORIA, YA QUE MENCIONAS A GERDA, UNA LOBA HÍBRIDA. EN EL FORO NO EXISTEN TALES CRIATURAS. POR FAVOR EDITA EL DATO Y CUANDO ESTÉ HECHO POSTEA NUEVAMENTE PARA DARTE LA APROBACIÓN.
GRACIAS.
GRACIAS.
CODE BY NIGEL QUARTERMANE
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Fecha de inscripción : 03/05/2011
Re: Rebekka Tiril Herbjørnsrud
Aclaración: Un lobo híbrido o perro lobo existe en el mundo real. No es más que la cría entre un perro y un lobo.
Rebekka Herbjørnsrud- Cazador Clase Baja
- Mensajes : 22
Fecha de inscripción : 15/10/2017
DATOS DEL PERSONAJE
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Re: Rebekka Tiril Herbjørnsrud
Gracias por la aclaración, Rebekka. Pensé que te referías a otra cosa.
FICHA APROBADA
bienvenido/a a victorian vampires
¡ENHORABUENA! YA ERES PARTE DE VICTORIAN VAMPIRES Y TE DAMOS LA MÁS CORDIAL BIENVENIDA.
ANTES DE HACER CUALQUIER OTRA COSA, TE INVITO A LEER LAS NORMAS QUE TENEMOS EN EL FORO PARA QUE ESTÉS BIEN ENTERADO/A DE CÓMO MANEJAMOS TODO EN ESTE SITIO Y ASÍ EVITARTE FUTUROS MALOS ENTENDIDOS. A CONTINUACIÓN TE DEJO LOS LINKS MÁS IMPORTANTES PARA QUE PUEDAS CONOCER LA INFORMACIÓN, Y SI DESPUÉS DE LEER SIGUES TENIENDO ALGUNA DUDA, PUEDES CONTACTARME A MÍ O A OTRO DE LOS ADMINISTRADORES; ESTAMOS PARA SERVIRTE.
¡QUE TE DIVIERTAS!
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