Senderos Carmesí {Fletcher}

por **Marguerite** Jue Nov 23, 2017 1:33 pm

El burdel esta a reventar hay tanta gente que la joven rubia que lleva una charola llena de tarros es empujada y los tarros de cerveza caen sobre ella empapándola de pies a cabeza. Vocifera desde el suelo apresurando al ebrio hombre que se quite mirando de reojo a la barra donde el cantinero que tan solo unos segundos antes estaba detrás se mueve cual mastodonte en dirección a la camarera, ella se apresura a decir que solo ha sido un accidente pero el bruto cantinero ya le ha soltado un golpe a puño cerrado tirando al ebrio que momentos antes le sonreía manoseándole los senos a la rubia. La camarera esta a punto de quejarse pero el cantinero le mete una nalgada callándola antes de besarla y rugir que es SUYA, muchos captan que es momento de dejar de mirarlos aunque no hay espacio alguno, entre aquellos no se encuentra Marguerite pues ha seguido viendo la escena y como se la lleva a la fuerza para la bodega mientas la joven rubia rechina en contestaciones.

El hermano del cantinero, que también la hace de cantinero le pasa una nueva charola a Marguerite preguntándole si aquella noche iba a querer a lo que ella arruga la nariz respondiendo –No gracias, hoy no se me antoja “lobo mojado”– ambos rompen en carcajada y ella se desliza comenzando a dejar las jarras hasta verlo. Se le antojaba mas aquel hombre que ha captado su atención y dirigiéndose a su encontró se abalanza sobre él antes de que alguna otra chica le gane. Dejando la bandeja en la mes mas cercana se tira accidentalmente contra su pecho antes de deslizar las manos por su pecho – Cupido me a flechado, la riqueza me da igual– susurra en un canto de sirena, por supuesto es mentira necesita un poco de la riqueza de ese hombre para sobrevivir hasta el día siguiente por lo menos –Solo a de consolarme, mi marino audaz jovial– le sonríe tocándole el rostro admirando aquellos colmillos que parecen sobresalir de sus suculentos labios –Dígame marino audaz y jovial ¿Deseas la compañía de esta sirena?–

Nunca había disfrutado su profesión ¿Quién disfrutaría acostarse con malolientes, mugrosos, brutos u hombres que simplemente duraban dos segundos antes de terminar? Pues el placer para ellos era tan poca cosa que era fácil alcanzarlo. Esperaba que el le ofreciera un poco de diversidad en aquella vida hasta que logre llegar a Rumania.

por **Fletcher J. Maciel** Jue Dic 07, 2017 11:10 pm

Toma mi mano a través de las llamas

Apacible en una noche cálida, disfrutaba aunque lo negase de su profesión en la inquisición, sobre la rama del árbol más alto se mantenía inmóvil, atento, deseoso, observando como un par de personajes hacía de las suyas dentro de un local de mala muerte — Pero qué… — cerró los labios y a escasas dejó aflorar una sonrisa de medio costado entre sus facciones “Espía” se repetía una y mil veces en la cabeza — Idiotas — Rechinó, a contra dientes, entre tanto dejaba caer una nota con los nombres de cada personaje que había observado.
A los pies de aquel árbol, se encontraba su compañero de guardia. Corpulento muchacho mucho más joven que el condenado, arduo y aguerrido. No tanto como él, pero como a Fletcher ésas andanzas de matar en nombre de la iglesia no le agradaban, se mantenía bajo el asesinato incognito y el papel de observador frente a sus superiores. Cumplía con el trabajo y por ello que lo tenían allí, por hacerlo bien.

Gritos, desgarramientos y silencio. Su trabajo estaba hecho.
Con un gran salto llegó a tierra firme, escondió ambas manos entre sus prendas e inicio un viaje por las calles parisinas. Nunca le agradó en demasía la idea de quedarse allí, pero tenía una búsqueda en mente y la ciudad, el país o el territorio se bañaban en el olor de aquella fémina que lo traía tras sus pasos hace ya varios años. Negó con la cabeza, movió esta hacia sus laterales en forma de negación y buscando un poco de distracción entró al local dónde se propondría pasar una buena velada.

No hizo más que colocar un pie dentro del antro para observar una de las escenas más indecorosas que le había tocado vivir. Una muchacha contra el asfalto, bañada en licor y en la denigración que le daban diversos sujetos, uno de los cuales se la llevaba de un brazo quizás dónde. Alzó una de sus cejas, frunció el ceño y cuando estaba casi por girarse para salir prestó atención a la voz de un desconocido — Ese par siempre hace le mismo espectáculo… no tiene que influir en su noche, jovencito — Un hombre de edad que se encontraba apaciblemente observando la belleza femenina mientras se dejaba embriagar por el alcohol que servían en su mesa.

Asintió, y era cierto, poco y nada debía importarle lo que sucediese lejos o cerca de él, tenía la cabeza fija en perder un poco el tiempo. Se sentó en unos extremos alejado de la vista de los demás clientes, alzó la mano para pedir una copa y antes de que una chica observara su estadía, sintió en su regazo el peso de una rubia mujer que inmediatamente comenzó a charlar — ¿Qué? — No entendía ni una letra de lo que pronunciaba. El ruido, la música y lo gritos de los comensales impedían al condenado poner atención. Sintió mucho más cerca su presencia y entendió a lo que se refería. Posó sus manos a cada costado de la figura femenina y la cargó sin dificultad alguna a un asiento próximo al propio — ¿Puedo invitarle un trago? Sonará pedante y un poco alocado, pero debo conocer la mercancía antes de pagar por el producto — Le guiñó un ojo a la señorita, alzó de nueva cuenta su diestra y ésta vez una mujer diferente dejó dos tragos contra su mesa — Pagaré por los servicios de ésta bella dama y por lo que consuma… — Sentenció a la mujer que ahora los veía con cara de pocos amigos antes de alejarse.

—No es que desee saber su vida ni poco llegó acá, pero me interesa saber si tiene un buen tema de conversación que logre hacerme olvidar la noche que he pasado para tener un buen recuerdo de la noche que podríamos pasar — Sentenció, alzando su vaso al aire para luego beberlo sin la necesidad de un respiro.

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