◊-Loane Lebijou-◊

por **Loane Lebijou** Lun Dic 18, 2017 9:26 am

DATOS BÁSICOS

▲NOMBRE DEL PERSONAJE▲

Loane Lebijou.

▲EDAD▲

27 años.

▲ESPECIE▲

Humana.

▲FACCIÓN A LA QUE PERTENECE▲

-

▲TIPO, CLASE SOCIAL O CARGO▲

Clase Media.

▲ORIENTACIÓN SEXUAL▲

Heterosexual.

▲LUGAR DE ORIGEN▲

Montpellier.

▲HABILIDADES/PODERES▲

-

DESCRIPCIÓN PSICOLÓGICA

No es dueña de una personalidad arrolladora, ni si quiera del más mínimo encanto. Es un desastre estableciendo relaciones sociales, sus respuestas son siempre demasiado escuetas. Se trata de una muchacha interna, quizás en exceso, algo que en ocasiones le hace sentir insegura. Sin embargo, nunca encuentra razón en hablar más de lo necesario. No sabe exactamente qué es, algunos la hallan misteriosa y enigmática por ese hecho, otros desagradable. Pocas veces son las que se la ve esbozando sonrisas, quizás con una buena propina la comisura de sus labios se tuerza ligeramente. Pero solo eso. Todavía no entiende como no la han despedido de la taberna. Al parecer los clientes se han acostumbrado a su particular rostro y a su humor. Un humor que se desenvuelve en lo irónico y sarcástico, un tanto oscuro en ocasiones llegando a ser macabro e inadecuado. Característico de Loane es su lengua viperina, la cual, no duda en utilizar, arrepintiéndose en ocasiones. Compasiva, más de lo que desearía, sobre todo en una ciudad barrida por la tristeza y la desesperación. Es contradictoria, muchas veces habla sin pensar y otras tantas lo hace pensando demasiado. Testaruda hasta el punto de irritarse consigo misma.

HISTORIA

Nunca fue lo que su madre quiso que fuera; un muchacho joven y sano. Fuerte, para poder ayudar en el campo. Y por ello, fue menospreciada constantemente. Loane, de brazos enclenques y aspiraciones dementes. Loane, de caderas estrechas para hijos inconcebibles. Loane, de personalidad difícil, que no atraería marido alguno.

El padre de la joven murió asaltado por unos vándalos cuando ella apenas se encontraba en el útero. El dolor de la mujer y la impotencia fue volcado sobre Loane y su madre le exigió a cambio, ordenó y controló. Hacía los recados, ayudaba en el campo y se preocupaba de la comida y la casa.

Durante una de las muchas ocasiones en las que su madre demandada, ignoró las horas intempestivas y ordenó a la muchacha entregar las hortalizas al mercader que se las compraba antes del día siguiente. En aquella ocasión, Loane, apenas tenía trece años recién cumplidos. Cuando regresó con las ganancias, se vio asaltada por un hombre. Incapacitada le ofreció todo lo que tenía, pero las intenciones del desconocido iban más allá. Alguien más reparó en su angustiosa expresión, un hombre, un hombre cuya bondad infinita lo llevó a ayudarla. Se encargó del vándalo y atendió a la pequeña con preocupado interés. Tenía la edad que podría haber tenido su padre y se hacía llamar Albert. La acompañó a casa, con su sonrisa gentil y su mirada bondadosa, asegurándose de que llegara sana y salva. Loane, trató de encontrarlo al día siguiente, deseando poder regalarle alguna que otra hortaliza en agradecimiento. Pero no lo halló, no dio con él hasta el próximo verano. Su madre, había caído en un vertiginoso circulo de alcohol y autodesprecio. Aquel día, la mujer no volvió a casa y cuando quiso ir en su búsqueda, fue conducida hasta prisión. Su madre había agredido a un mercader que decidió pagar menos de lo previsto, hasta el punto de acabar con su vida. Loane no acudió a la ejecución publica, se quedó en casa, tratando de sacar adelante un negocio familiar que caía por su propio peso. Tras el incidente, nadie quiso hacer negocios con ella y pronto, lo perdió todo. Las calles se convirtieron en su nuevo hogar y las ratas, sus nuevas compañeras de vida.

Albert fue quién la halló, en el recoveco de una puerta, agazapada, tratando de eludir el frío y el hambre. La muchacha lo reconoció, su ángel de la guardia, que había venido a salvarla una vez más. Le tendió dinero que ella rechazó deliberadamente.

“No quiero tu compasión, la compasión no se paga, el trabajo sí”.

No resultó la mejor ayudante, tampoco la peor. Se encargaba de cocinar y mantener el hogar de Albert, mientras que él le ofrecía un techo y comida. A veces le llevaba algo de ropa e incluso en ocasiones incluso le pagaba. Pero por encima de todo, le ofreció amistad y el calor de un hogar. Le habló sobre su oficio detectivesco, por el que Loane pronto mostró interés. Pidió y rogó que la llevara con él durante sus incursiones, pero siempre se negaba. En ocasiones, se quedaba tras la puerta de su oficina, escuchando las demandas de sus clientes. No fue hasta que cumplió 16 años que no le permitió salir con ella a investigar. Supuso que la muchacha sería una forma adecuada de no parecer sospechoso. La segunda vez que salieron juntos, tuvo su oportunidad. Albert no quiso seguir al objetivo para no levantar sospechas, pero ¿quién miraría dos veces a una enclenque adolescente? Desobedeciendo las ordenes de su mentor, siguió al individuo. Para el gusto y disgusto de Albert, Loane consiguió tanta información que le hombre pudo resolver el caso casi de forma inmediata. Viendo la ilusión y la aportación de la joven por el aprendizaje del oficio, Albert decidió instruirla, tanto en sus métodos como en defensa personal. No siempre las cosas eran tan tranquilas y era mejor prevenir que curar. La enseñó incluso a utilizar un arma, algo que no debería de haber hecho, sin embargo, al parecer le estaba tomando el cariño suficiente como para desear que aprendiera a protegerse. Sus ilusiones, se convirtieron en aspiraciones, aspiraciones que se disolvieron en nada cuando se percato de la realidad al alcanzar la edad adulta; no había detective que valiera si era mujer. No en aquel mundo. Pero testadura como era, permitió que su afán por convertirse en detective privado, la arrastrara hasta Paris, donde la población era mucho más amplia. Se despidió de Albert, el padre que nunca tuvo y consiguió trasladarse. Sin embargo, a pesar de llevar los últimos siete años en Paris, apenas tiene ganancias para una chaqueta por lo que decidió buscar un trabajo secundario que se ha convertido en primario; mesera de una taberna cualquiera. Actualmente vive en una casa, compartida por un matrimonio insufrible y un hombre trastornado al que al final, ha cogido cariño. Sus aspiraciones se encuentran desamparadas, pero acepta de buena manera cualquier caso que se presente, incluso aunque esté mal pagado.

DATOS EXTRA

─En su turno de mesera, el alcohol decae rápidamente.
─Odia las ejecuciones públicas.
─En ocasiones pasa la noche en la taberna.
─Fumadora de opio empedernida y amiga de la botella.
─Sueña con poder ser detective privada a tiempo completo.
─No soporta los niños, o eso cree.
─Su compasión, resulta un embrollo.
─Sabe utilizar un arma.

por **Administración** Lun Dic 18, 2017 11:39 pm

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