Maximilien Althusser

-Nombre del Personaje: Maximillien Althusser.
-Edad: 37 años
-Especie: Humano
-Tipo y Nivel Social: Conde, forma parte de la realeza de París.
-Lugar de Origen: París, Francia.
-Fecha de Muerte: --
-Habilidad/Poder: --

-Descripción Física: Es un hombre alto que mide 1.95 metros de estatura, delgado, de vientre plano. Manos de dedos largos y fuertes, pero finos, propios de un artista. Espalda amplia, hombros anchos, sus extremidades son largas, adecuadas a su cuerpo de constitución atlética que se esconde bajo sus elegantes y caros trajes donde los colores oscuros han de ser los más abundantes combinados mayoritariamente con el blanco. En primavera ha de ser, sin embargo, cauteloso con el calor que provocan los ropajes oscuros, y se decantará por los colores marrones, blancos, y azules de tonalidades opacas y algunos grises, todos estos colores logrando hacer resaltar los ojos de un color verdoso.
Cintura estrecha y caderas rectas, su cuerpo demuestra completamente su masculinidad y su rostro aporta el aire de virilidad que tanto atrae a jóvenes y señoritas.
Su cuerpo suele estar perfumado con esencias de olores a maderas finas, no se le ha de ver jamás fuera de lugar o desprolijo. En ocasiones, sin embargo, se deja crecer la barba. Lo mismo ha de ser su cabello, a veces más largo o más corto, dependiendo de si tiene el ánimo de dejar que el peluquero arregle su cabello castaño.

-Descripción Psicológica: Si me pides que describa mi forma de ser te diré que soy ambicioso, cortes, amable y reflexivo, son cualidades que se destacan particularmente de mi personalidad. He de confesar que tengo una enorme confianza en mí mismo, lo que soy, lo que represento y lo que puedo ser. Reconozco mi potencial y así como soy consciente de mis cualidades, lo soy también de mis defectos, no hay nadie que me aliente más que yo mismo y al mismo tiempo que sea un juez implacable contra mis defectos y mis acciones. No temo disculparme si sé que estoy en lo incorrecto, pero no lo haré ni aún bajo tortura si sé que yo tenía razón. La tranquilidad a veces me es esquiva, me preocupo por mi país tanto como el mismísimo rey, y por otras cuestiones seguramente más mundanas. Sin embargo, cuando la soledad me encuentra en mis habitaciones, ese sentimiento ha de acudir a mi embriagándome con su dulce licor, sin embargo, no me malinterpretéis, adoro pasear por las calles de la hermosa París y una compañía interesante me es tan deliciosa como esa calma que me aguarda en casa.
Lo que es mío debe permanecer de ese modo, soy un dueño celoso de mis propiedades y un amante igualmente posesivo, sin embargo, no es el hecho de querer que esa persona esté siempre a mi lado, sino el ser poseedor de su amor completamente. Hay una fibra de romántico en mi corazón y también una vena paternal que me avergüenza un poco mostrar, pero que resulta bastante obvio cuando convivo con los hijos de la alta sociedad o de otros nobles, incluso algunos pequeños del orfanato.
A veces la tristeza ataca mi pecho cuando recuerdo a mi esposa ya fallecida, a la que amé profundamente incluso cuando su vientre fue incapaz de dar vida a mi sucesor.
Hay aún mucho que decir, pero dejaré que sea usted mismo quién me conozca mejor.

-Historia: Mi historia comenzó un ocho de diciembre de 1767, un día frío de un mes que en particular sería recordado por intensas heladas. Fue el primogénito de dos hijos, ambos varones y ambos orgullo de su padre, un hombre dedicado al servicio del rey, consejero de gran sapiencia que ayudó mucho para mantener el orden social y político de la Francia de ese tiempo.
Su madre, de salud delicada después de dar a luz a su segundo hijo, Jules, no permitió que la nodriza se ocupara de todos los cuidados e hizo cuanto pudo para ser responsable de ambos, aún cuando no fuese realmente necesario e incluso fuese inusual en las cortes a las que pertenecían, donde las mujeres se reunían a beber dulces licores y hablar de la moda o de los chismes.
No muchos años separaban a Max de Jules, sin embargo, la simpatía nunca formó parte de su relación pese a los esfuerzos de sus padres por alimentar el cariño entre ambos, prefirieron, por el contrario, tomar caminos separados, desde los inocentes juegos de pequeños que juegan con soldados de plomo, hasta presentarse en sociedad, asistir a los bailes y demás cuestiones propias de la sociedad donde crecían.
Al ser el primogénito tuvo cierta educación privilegiada al contrario que su hermano, lo necesario y algo más para sustituir a su padre y asumir el cargo de conde de París cuando el tiempo llegara, desgraciadamente no fue realmente mucho, su padre tuvo un infarto y murió sólo en su oficina donde lo encontraron a la mañana siguiente, el funeral a la vez que sirvió para presentar respetos de la alta sociedad y de la nobleza parisina e incluso de otros países, sirvió además para que de inmediato y sin ceremonias tomase su lugar como conde. Cegado por los celos, su hermano se marchó de casa y se trasladó a Italia, su madre quiso seguirle, pero debido a lo delicada de su situación, permaneció en casa dos años más hasta que la muerte también la alcanzó.
Durante el funeral de su amada madre conoció a la que se convertiría en su esposa, las cosas fueron lentas entre ambos y después se precipitaron, se desposaron a los dos años de conocerse y vivieron cinco años de feliz matrimonio, sin embargo la búsqueda de hijos fue infructuosa, los médicos intentaron curarla, pero su vientre era incapaz de resguardar vida, aunque eso constituyó una profunda tristeza entre ambos, no interfirió en su relación, pero la muerte visitaba por tercera ocasión su casa, su mujer enfermó sorpresivamente y murió a los pocos días.
Se concentró en su trabajo y en algunos estudios por un tiempo y comenzó a salir nuevamente, convencido de que debía seguir con su vida, así pasase como un hombre sin corazón.
Actualmente se le ha presionado para contraer nupcias nuevamente.
-Datos Extras:
Le fascina cabalgar tanto como pasear en auto.
Intuye la existencia de criaturas sobrenaturales, pero no ha tenido un encuentro directo con una (o al menos eso cree).
Es un amante empedernido de las artes, aunque eso sea bastante normal por la época en la que vive.