AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
The Cycle of Life
2 participantes
Página 1 de 1.
The Cycle of Life
Tic. Toc.
Tic. Toc.
Tic. Toc...
Enekpe recordó de pronto la primera vez en su vida que había visto un reloj. Al principio no tenía la menor idea de lo que aquel objeto era, o mucho menos lo que representaba. El hecho de que aquellos "palitos" (lo que otros llamaban "manecillas") se movieran por cuenta propia le parecía como cosa de magia, un tipo de hechizo que alguna bruja hubiera puesto, encantando el objeto. Luego, cuando finalmente su Amo se había marchado y la niña pudo escabullirse de sus muchas labores, acudió a la que por aquel entonces era la cocinera y amante del Amo, para preguntarle por aquel encantado reloj que se movía y sonaba cuando las manecilla larga llegaba a la cima. La mujer, riéndose con aquel sonido pintoresco y agradable que la caracterizaba, había acariciado el cabello rizado de la muchachita, para luego negar con la cabeza. Según le dijo, no había mucho de magia en los relojes. Éstos servían para indicar a las personas el momento del día en el que se hallaban. Enekpe abrió mucho los ojos, sorprendida. ¡Si una cosa sin vida era capaz de decir en qué momento del día se estaba, cómo podía eso no ser considerado como magia! ¡Era genial!
En aquellos momentos, sentada en el filo de aquella incómoda butaca, mirando al suelo sumisamente, podía oír el eco distante de uno de aquellos objetos, del reloj de pared que tantas veces había limpiado y engrasado en los últimos meses. Aquella sería la última vez que lo vería. Su Amo estaba agitado, moviéndose de un lado a otro, conversando con otro Señor que se sentaba frente a la niña. Su aspecto era recatado y pulcro, sin embargo, no había nada en su semblante que reflejase la más mínima simpatía. Era el compañero de negocios predilecto de su Amo, y también el que se había encargado de tramitar la marcha de la esclava más joven de la casa a manos de otra familia que pagaría por sus servicios. Su estatus no iba a ser diferente, eso era algo de lo que era vagamente consciente, a pesar de no entender mucho, pero no creía que fuera a ser peor que su vida actual. Aún le dolían las magulladuras procedentes de la golpiza del día anterior. En su despiste, se había olvidado de dar de comer a los caballos. La ira de su Amo fue incluso peor que otras veces. Por suerte para ella, la nueva Señora de la casa había intervenido, si no, estaba segura de que habría salido mucho peor parada.
Al parecer, una joven de clase alta se había mostrado interesada en "adoptar" a la criatura cuando había escuchado la conversación entre los dos hombres. Y su Amo, ansioso por deshacerse de la cría para así poder centrarse en su nueva vida de casado, había aceptado la oferta sin pensárselo mucho.
Cuando dieron las cinco de la tarde, el hombre frente a ella se levantó, y tironeándola del brazo, se la llevó casi a rastras hacia la puerta de la entrada. El carruaje los llevó hasta el atestado mercado, donde además de venderse víveres o curiosidades, se tenía por costumbre también intercambiar a las personas, como si se tratasen de mera mercancía. Allí, junto al puesto de venta de esclavos procedentes de Senegal, es donde habían acordado encontrarse. ¿Cómo sería su nueva Ama? Sus expectativas no eran muy altas, pero sentía curiosidad. ¿Quién se interesaría por alguien como ella? No era especialmente lista, y a pesar de ser hábil con cosas manuales, no comprendía bien el idioma. Aún así, dudaba que fuera peor que su Amo. Ciertamente no iba a echarlo de menos.
Tic. Toc.
Tic. Toc...
Enekpe recordó de pronto la primera vez en su vida que había visto un reloj. Al principio no tenía la menor idea de lo que aquel objeto era, o mucho menos lo que representaba. El hecho de que aquellos "palitos" (lo que otros llamaban "manecillas") se movieran por cuenta propia le parecía como cosa de magia, un tipo de hechizo que alguna bruja hubiera puesto, encantando el objeto. Luego, cuando finalmente su Amo se había marchado y la niña pudo escabullirse de sus muchas labores, acudió a la que por aquel entonces era la cocinera y amante del Amo, para preguntarle por aquel encantado reloj que se movía y sonaba cuando las manecilla larga llegaba a la cima. La mujer, riéndose con aquel sonido pintoresco y agradable que la caracterizaba, había acariciado el cabello rizado de la muchachita, para luego negar con la cabeza. Según le dijo, no había mucho de magia en los relojes. Éstos servían para indicar a las personas el momento del día en el que se hallaban. Enekpe abrió mucho los ojos, sorprendida. ¡Si una cosa sin vida era capaz de decir en qué momento del día se estaba, cómo podía eso no ser considerado como magia! ¡Era genial!
En aquellos momentos, sentada en el filo de aquella incómoda butaca, mirando al suelo sumisamente, podía oír el eco distante de uno de aquellos objetos, del reloj de pared que tantas veces había limpiado y engrasado en los últimos meses. Aquella sería la última vez que lo vería. Su Amo estaba agitado, moviéndose de un lado a otro, conversando con otro Señor que se sentaba frente a la niña. Su aspecto era recatado y pulcro, sin embargo, no había nada en su semblante que reflejase la más mínima simpatía. Era el compañero de negocios predilecto de su Amo, y también el que se había encargado de tramitar la marcha de la esclava más joven de la casa a manos de otra familia que pagaría por sus servicios. Su estatus no iba a ser diferente, eso era algo de lo que era vagamente consciente, a pesar de no entender mucho, pero no creía que fuera a ser peor que su vida actual. Aún le dolían las magulladuras procedentes de la golpiza del día anterior. En su despiste, se había olvidado de dar de comer a los caballos. La ira de su Amo fue incluso peor que otras veces. Por suerte para ella, la nueva Señora de la casa había intervenido, si no, estaba segura de que habría salido mucho peor parada.
Al parecer, una joven de clase alta se había mostrado interesada en "adoptar" a la criatura cuando había escuchado la conversación entre los dos hombres. Y su Amo, ansioso por deshacerse de la cría para así poder centrarse en su nueva vida de casado, había aceptado la oferta sin pensárselo mucho.
Cuando dieron las cinco de la tarde, el hombre frente a ella se levantó, y tironeándola del brazo, se la llevó casi a rastras hacia la puerta de la entrada. El carruaje los llevó hasta el atestado mercado, donde además de venderse víveres o curiosidades, se tenía por costumbre también intercambiar a las personas, como si se tratasen de mera mercancía. Allí, junto al puesto de venta de esclavos procedentes de Senegal, es donde habían acordado encontrarse. ¿Cómo sería su nueva Ama? Sus expectativas no eran muy altas, pero sentía curiosidad. ¿Quién se interesaría por alguien como ella? No era especialmente lista, y a pesar de ser hábil con cosas manuales, no comprendía bien el idioma. Aún así, dudaba que fuera peor que su Amo. Ciertamente no iba a echarlo de menos.
Enekpe- Esclavo
- Mensajes : 22
Fecha de inscripción : 26/09/2017
Re: The Cycle of Life
La verdad es que estaría mintiendo si dijera que lo que me había llevado a actuar de semejante forma, y a tomar una decisión tan absurda como aquella, había sido fruto de una larga y meditada reflexión al respecto. Nadie lo creería si dijese en voz alta que estaba siendo impulsivo al interponerme en aquella transacción, pero realmente no había otra forma de referirme a lo que estaba haciendo. Había tenido los ojos puestos en la niña desde que la viese por primera vez en el mercado, siendo humillada públicamente por aquellos que, a pesar de ser de su misma condición, la miraban desde arriba simplemente por el color de su piel, y porque sabían que ella no podría decir nada para defenderse. La mirada de absoluta rendición de la niña me había recordado a la de las víctimas que suplicaban por sus vidas, cuando nosotros los inquisidores aparecíamos a fin de dictar sentencia. Y no había podido evitar seguirla, buscar de dónde procedía, y al enterarme de que iba a ser vendida, decidirme por comprarla a toda costa. Aunque me hubieran dicho que era una mala idea probablemente nada habría podido hacerme cambiar de parecer. Yo mismo sabía que todo eran contras cuando se trataba de adoptar un esclavo humano. No solamente porque, como es evidente, era un ser humano, sino porque además se trataba de un infante. Aquello que mi esposa siempre había deseado y nunca había podido tener.
Sinceramente, lo único que deseaba era darle una buena vida a aquella chiquilla que carecía de suerte. Y sin saberlo, probablemente la estaba poniendo en un entorno aún más peligroso que en el que estaba ahora. Pero en esos momentos, no tenía tiempo para centrarme en tales pensamientos. Debía darme prisa. No era el único que le había echado el ojo, y los otros posibles compradores no iban a ser tan amables. Lo más probable es que acabara siendo vendida a algún burdel donde nada bueno le depararía. Claro que entre ser vendida como prostituta y enfrentarse a un peligro de muerte, probablemente lo más sensato hubiera sido pedirle su opinión. Pero estaba demasiado obsesionado con la idea de que, tal vez, su presencia era precisamente lo que mi matrimonio necesitaba. Porque sí, no voy a mentir, mis intenciones eran también egoístas.
Así pues, usando a uno de mis sirvientes como enlace, conseguí que aceptaran mi oferta y fue elegido entre los posibles compradores. Todo se decidiría en una puja que se llevaría a cabo en el mercado. Mi sirviente tenía total libertad de ofrecer la suma que fuera requerida, la única orden que le había dado es que volviera con la chiquilla. No importaba el costo. Quería a la niña de piel del color de ébano y mirada esmeralda. Si eso era lo que requería para volver a tener a Hēra comiendo de mi mano entonces no había nada que dudar. Mientras el intercambio se realizaba, yo me mantuve en un carruaje, oculto de los rayos del Sol, pero desde donde tenía completo acceso a la escena en caso de que las cosas no salieran como yo quería. De allí saldría con la chica, estaba lo bastante desesperado como para que no me importase montar un espectáculo de ser necesario.
Sinceramente, lo único que deseaba era darle una buena vida a aquella chiquilla que carecía de suerte. Y sin saberlo, probablemente la estaba poniendo en un entorno aún más peligroso que en el que estaba ahora. Pero en esos momentos, no tenía tiempo para centrarme en tales pensamientos. Debía darme prisa. No era el único que le había echado el ojo, y los otros posibles compradores no iban a ser tan amables. Lo más probable es que acabara siendo vendida a algún burdel donde nada bueno le depararía. Claro que entre ser vendida como prostituta y enfrentarse a un peligro de muerte, probablemente lo más sensato hubiera sido pedirle su opinión. Pero estaba demasiado obsesionado con la idea de que, tal vez, su presencia era precisamente lo que mi matrimonio necesitaba. Porque sí, no voy a mentir, mis intenciones eran también egoístas.
Así pues, usando a uno de mis sirvientes como enlace, conseguí que aceptaran mi oferta y fue elegido entre los posibles compradores. Todo se decidiría en una puja que se llevaría a cabo en el mercado. Mi sirviente tenía total libertad de ofrecer la suma que fuera requerida, la única orden que le había dado es que volviera con la chiquilla. No importaba el costo. Quería a la niña de piel del color de ébano y mirada esmeralda. Si eso era lo que requería para volver a tener a Hēra comiendo de mi mano entonces no había nada que dudar. Mientras el intercambio se realizaba, yo me mantuve en un carruaje, oculto de los rayos del Sol, pero desde donde tenía completo acceso a la escena en caso de que las cosas no salieran como yo quería. De allí saldría con la chica, estaba lo bastante desesperado como para que no me importase montar un espectáculo de ser necesario.
Abaddon V. Tsakalidis- Condenado/Vampiro/Clase Alta
- Mensajes : 73
Fecha de inscripción : 01/05/2014
Re: The Cycle of Life
A pesar de que no tuvieron que esperar mucho hasta la llegada de los interesados en comprarla, los pocos minutos que estuvieron juntos, el trato del hombre para con ella dejó mucho que desear. Enekpe creía que es porque ella no era muy lista, pero realmente no comprendía por qué aquel desconocido, al que había visto en tan contadas ocasiones, la odiaba con tanta intensidad. Había escuchado rumores que decían que era porque tenía en alta estima al Amo y no le gustaba que personas de estatus tan inferior, como ella, se le acercaran. Aunque fuera posible, ella sospechaba que no era el único motivo. A veces, en la forma en que el empresario miraba a su Amo, la joven niña, avispada a pesar de su edad, creía haber visto algo más concreto, algo más intenso. Algo parecido al amor. Claro que le resultaba extraño porque los dos eran varones, pero que la maltratara de aquella forma, apretando su brazo con tanta fuerza hasta el punto de casi cortarle la circulación, le decía que más que odiarla por ser pobre, estaba celoso de la importancia que su "amigo" le concedía.
A la niña eso le parecía bastante tonto. Su Amo jamás la había tratado más que con crudeza y violencia, ¿cómo era eso un trato preferente digno de suscitar envidias? De los labios de la joven escapó un gemido adolorido, y sólo entonces el hombre soltó su agarre, cuando vio las miradas ajenas centrarse en ellos. Algunos de los esclavos que estaban a punto de ser vendidos también se la habían quedado mirando. Por un momento, Enekpe se preguntó cuál sería el destino de aquellos hombres, mujeres y niños que tanto la recordaban a ella. Por tener la piel oscura eran tratados como ganado. ¿Era justo? ¿Era así como el mundo funcionaba? Ella sólo era una niña así que no sabía cómo responder a aquellas preguntas, pero en alguna parte de su mente y de su corazón, le dolía pensar en aquellas cosas.
Pasados aquellos minutos en soledad con su acompañante, pronto, un galante joven con aspecto principesco los aprendió y la tomó de los brazos ajenos como queriendo protegerla. La niña abrió mucho los ojos, sorprendida. No estaba acostumbrada a que la trataran como algo preciado. Y mucho menos alguien que acababa de conocerla. De hecho, ¿cuándo es que el comprador se había fijado en ella? No es que la joven destacara demasiado, aparte de sus ojos de aquel extraño color verde. Pero nada de eso le importó. Cuando aquellos fornidos brazos la recibieron se sintió tranquila, y eso le gustaba. Miró al hombre desde abajo y sonrió. No había entendido bien lo que le había dicho al hombre, pero éste parecía complacido, y tras excusarse se marchó sin mirar atrás. Aliviada, la niña comenzó a caminar tras su "salvador" buscando las palabras que necesitaba decir.
- Mi ser Enekpe. Significar "sacrificio". Yo estar agradecida a Amo por comprar a mi. -Dijo, ruborizándose por su mal vocabulario. Esperaba que en su nueva casa pudiera aprender algo más acerca del idioma.
A la niña eso le parecía bastante tonto. Su Amo jamás la había tratado más que con crudeza y violencia, ¿cómo era eso un trato preferente digno de suscitar envidias? De los labios de la joven escapó un gemido adolorido, y sólo entonces el hombre soltó su agarre, cuando vio las miradas ajenas centrarse en ellos. Algunos de los esclavos que estaban a punto de ser vendidos también se la habían quedado mirando. Por un momento, Enekpe se preguntó cuál sería el destino de aquellos hombres, mujeres y niños que tanto la recordaban a ella. Por tener la piel oscura eran tratados como ganado. ¿Era justo? ¿Era así como el mundo funcionaba? Ella sólo era una niña así que no sabía cómo responder a aquellas preguntas, pero en alguna parte de su mente y de su corazón, le dolía pensar en aquellas cosas.
Pasados aquellos minutos en soledad con su acompañante, pronto, un galante joven con aspecto principesco los aprendió y la tomó de los brazos ajenos como queriendo protegerla. La niña abrió mucho los ojos, sorprendida. No estaba acostumbrada a que la trataran como algo preciado. Y mucho menos alguien que acababa de conocerla. De hecho, ¿cuándo es que el comprador se había fijado en ella? No es que la joven destacara demasiado, aparte de sus ojos de aquel extraño color verde. Pero nada de eso le importó. Cuando aquellos fornidos brazos la recibieron se sintió tranquila, y eso le gustaba. Miró al hombre desde abajo y sonrió. No había entendido bien lo que le había dicho al hombre, pero éste parecía complacido, y tras excusarse se marchó sin mirar atrás. Aliviada, la niña comenzó a caminar tras su "salvador" buscando las palabras que necesitaba decir.
- Mi ser Enekpe. Significar "sacrificio". Yo estar agradecida a Amo por comprar a mi. -Dijo, ruborizándose por su mal vocabulario. Esperaba que en su nueva casa pudiera aprender algo más acerca del idioma.
Enekpe- Esclavo
- Mensajes : 22
Fecha de inscripción : 26/09/2017
Re: The Cycle of Life
La fortuna estuvo de mi lado, sin embargo, y no sólo no necesité hacer acto de aparición, sino que el deseo de deshacerse de la cría era lo bastante grande como para que aceptaran la oferta de mi sirviente en cuanto la puso sobre la mesa. No podía evitar sentirme aliviado, pero a la vez, también sorprendido. Y no en el buen sentido. Era tan sencillo traficar con vidas ajenas, con vidas humanas, que no era ni siquiera divertido. Y sí, sé que era una noción extraña teniendo en cuenta que soy un vampiro, y que mi misma existencia supone una amenaza incluso mayor para dichos humanos, pero que otras personas fueran precisamente las causantes de un espectáculo tan bochornoso, escapaba a mi comprensión. No es que entre los vampiros fuéramos más amigables los unos con los otros, pero existía una especie de norma no escrita, que dictaba que aunque no estuviéramos en buenos términos, no nos metíamos en asuntos ajenos, y mucho menos nos traicionábamos. Al parecer, ser de la misma raza no era suficiente para los humanos a la hora de tratarse los unos a los otros con un mínimo de cordialidad o respeto. Y por un momento, me vi a mi mismo dándole la razón a Hēra, cuando decía que ya no había salvación posible para ellos.
Mi sirviente, y mi nueva adquisición, se acercaron en dirección al carruaje minutos después, con paso ligero pero sin perder de vista a las personas que habían a su espalda. No eran pocas las ocasiones en que transacciones como aquella terminaban con los vendedores intentando recuperar los bienes de los nuevos compradores y llevándoselos por la fuerza, sin devolver el dinero depositado. No es que me gustara pensar en la niña como un "bien", pero no iba a permitir que me tomaran por estúpido. De nuevo, la suerte volvió a sonreírnos, ya que en cuanto las dos figuras se entremezclaron con el resto de gentío que paseaba por el lugar, la atención de los antiguos dueños se disipó por completo. Me relajé en el asiento, dispuesto a esperar las siguientes horas. Mi sirviente tenía instrucciones de llevar a la chica, tras comprarla, por las diferentes tiendas alrededor del mercado a fin de adquirir aquellas cosas que fuera a necesitar para su nueva vida dentro de nuestra residencia. Aunque habían algunos humanos entre el servicio, no había ninguno de esa edad, así que la necesidad de ropajes y libros de lectura y demás no eran posesiones de las que dispusiéramos. Saqué una libreta y comencé a escribir acerca de lo sucedido durante el día, una de las pocas cosas que llevaba haciendo desde casi el inicio de mi nueva vida, tantos milenios atrás. Cuando la noche llegara, finalmente, se llevaría a la niña a casa. Y rezaba que, entonces, y gracias a ella, las cosas comenzaran a cambiar un poco.
- Me honra que pienses que soy yo quien te ha adquirido, pero ese no es el caso, pequeña. Tu nuevo Amo se encuentra en aquel carruaje. -Dijo el hombre, señalando en dirección al carro donde yo me encontraba, ante la curiosa mirada de la niña. - Tengo órdenes de llevarte a algunos puestos a fin de adquirir algunos ropajes y otras necesidades para ti. Ya que como veo, no tienes nada parecido a un equipaje. -Otro de los motivos por los que lo había escogido a él, era que sentía empatía y por tanto, simpatía, por los humanos, a pesar de su naturaleza cambiante, lo cual me garantizaría que la trataría, en aquella primera toma de contacto, con la suficiente gentileza como para que la muchacha se relajara. Sabía bien el efecto que mi presencia solía tener en otras personas: demasiado intensa, demasiado aterradora; y en aquel caso, no era una persona corriente, sino un infante, y peor aún, uno que probablemente había tenido una vida -a pesar de lo corta- bastante terrible. Quería que su primera experiencia como miembro de nuestra "familia" fuera lo más agradable posible, y marcara la diferencia con respecto a sus antiguos hogares.
Mi sirviente, y mi nueva adquisición, se acercaron en dirección al carruaje minutos después, con paso ligero pero sin perder de vista a las personas que habían a su espalda. No eran pocas las ocasiones en que transacciones como aquella terminaban con los vendedores intentando recuperar los bienes de los nuevos compradores y llevándoselos por la fuerza, sin devolver el dinero depositado. No es que me gustara pensar en la niña como un "bien", pero no iba a permitir que me tomaran por estúpido. De nuevo, la suerte volvió a sonreírnos, ya que en cuanto las dos figuras se entremezclaron con el resto de gentío que paseaba por el lugar, la atención de los antiguos dueños se disipó por completo. Me relajé en el asiento, dispuesto a esperar las siguientes horas. Mi sirviente tenía instrucciones de llevar a la chica, tras comprarla, por las diferentes tiendas alrededor del mercado a fin de adquirir aquellas cosas que fuera a necesitar para su nueva vida dentro de nuestra residencia. Aunque habían algunos humanos entre el servicio, no había ninguno de esa edad, así que la necesidad de ropajes y libros de lectura y demás no eran posesiones de las que dispusiéramos. Saqué una libreta y comencé a escribir acerca de lo sucedido durante el día, una de las pocas cosas que llevaba haciendo desde casi el inicio de mi nueva vida, tantos milenios atrás. Cuando la noche llegara, finalmente, se llevaría a la niña a casa. Y rezaba que, entonces, y gracias a ella, las cosas comenzaran a cambiar un poco.
- Me honra que pienses que soy yo quien te ha adquirido, pero ese no es el caso, pequeña. Tu nuevo Amo se encuentra en aquel carruaje. -Dijo el hombre, señalando en dirección al carro donde yo me encontraba, ante la curiosa mirada de la niña. - Tengo órdenes de llevarte a algunos puestos a fin de adquirir algunos ropajes y otras necesidades para ti. Ya que como veo, no tienes nada parecido a un equipaje. -Otro de los motivos por los que lo había escogido a él, era que sentía empatía y por tanto, simpatía, por los humanos, a pesar de su naturaleza cambiante, lo cual me garantizaría que la trataría, en aquella primera toma de contacto, con la suficiente gentileza como para que la muchacha se relajara. Sabía bien el efecto que mi presencia solía tener en otras personas: demasiado intensa, demasiado aterradora; y en aquel caso, no era una persona corriente, sino un infante, y peor aún, uno que probablemente había tenido una vida -a pesar de lo corta- bastante terrible. Quería que su primera experiencia como miembro de nuestra "familia" fuera lo más agradable posible, y marcara la diferencia con respecto a sus antiguos hogares.
Abaddon V. Tsakalidis- Condenado/Vampiro/Clase Alta
- Mensajes : 73
Fecha de inscripción : 01/05/2014
Re: The Cycle of Life
La pequeña arrugó la nariz dando muestra de su confusión. Si él era el hombre que la había comprado, ¿cómo es que su Amo era otra persona, alguien a quien aún no había visto? ¿Le habría dado el dinero al caballero que la estaba guiando entre la gente a fin de comprarla? ¿Por qué? ¿Confiaba mucho en él o simplemente no tenía demasiado interés en quién o qué adquiría? Esa idea la hizo contraerse un poco, aquella presión que sentía en el pecho algunas veces haciéndose más intensa. Era extraño. Ya debería haberse acostumbrado a ser tratada de forma tan distinta al resto de personas, pero eso no hacia que le doliera menos, precisamente. Sin embargo, las demás palabras de su "no-Amo" la hicieron extrañarse aún más, pero también sentirse un poco feliz. Si su nuevo Amo había pensado en comprarle cosas (no darle objetos usados, como a lo que estaba acostumbrada, sino cosas nuevas, que nadie antes había tenido) quizá no era tan malo. ¡Esperaba que no lo fuera! Quizá sólo era un poco misterioso, o no le gustaban las multitudes. Enekpe podía entenderlo. Ella también se ponía nerviosa cuando había tanta gente a su alrededor.
Su baja estatura no ayudaba precisamente a que no la empujaran cada vez que pasaban por su lado. Las miradas que iban dirigidas a la niña no eran precisamente amables, pero ella supo ignorarlo, en primer lugar porque ese sería el primer día de su nuevo día, y siempre le habían dicho que había que ser positivo y encarar las novedades con buena cara (fuera lo que fuera lo que eso significaba, demasiado confuso para que pudiera entenderlo). Por eso, y porque la mano que aquel caballero había depositado sobre su hombro, no manejándola con brusquedad, sino todo lo contrario, como tratando de mostrarse como un apoyo, la reconfortaba enormemente. Sabía que la estaba vigilando, y que no la dejaría caer ni perderse. Y en su interior, rezó y rezó porque su verdadero Señor fuera igual, o al menos similar, al hombre en que había confiado su dinero para comprarla. Porque así seguro que sería muy pero que muy feliz.
El hombre le hacía muchas preguntas, siendo la gran mayoría de ellas cosas que no sabía realmente responder. Cuál era su edad real nunca había sido un problema con las tareas que le encomendaban, y la simple idea de tener un cumpleaños no era más que una ilusión de la que hacía mucho que se había olvidado. Tampoco sabía bien cómo explicar que, sí, realmente, no le importaba mucho el tipo de ropa que escogiera. Estaba acostumbrada a vestir desde harapos, hasta simples camisas mucho más grandes de lo debido. No sabia lo que quería decir con "abrigo" y "bufanda", y aunque recordaba vagamente haber oído la mención de tales objetos en el pasado, no eran cosas de las que Enekpe entendiera, ni mucho menos estuviera capacitada para elegir entre ellas. Sabía cuáles eran sus colores favoritos, el azul y el verde, pero no creía que simplemente por no encontrar un vestido de esos colores a buen precio esa fuera una razón lógica para cambiar de tienda. Y a cada palabra que la niña mencionaba, expresando su confusión y también su agradecimiento, mezclado con la absoluta certeza de que cualquier cosa que escogieran para ella, era más que suficiente, comenzó a hacer sentir al pobre sirviente más y más triste. Y también un poco desesperado. Habían demasiadas cosas que tendrían que enseñarle a aquella pequeña que observaba todo con ojos inocentes y brillantes, pero que no se atrevía a desear ninguna de las cosas que se le iban mostrando. Enekpe no sabía qué era lo que le pasaba al hombre, pero se limitó a sonreírle al notar que estaba más callado. ¿Lo habría hecho enfadar?
Su baja estatura no ayudaba precisamente a que no la empujaran cada vez que pasaban por su lado. Las miradas que iban dirigidas a la niña no eran precisamente amables, pero ella supo ignorarlo, en primer lugar porque ese sería el primer día de su nuevo día, y siempre le habían dicho que había que ser positivo y encarar las novedades con buena cara (fuera lo que fuera lo que eso significaba, demasiado confuso para que pudiera entenderlo). Por eso, y porque la mano que aquel caballero había depositado sobre su hombro, no manejándola con brusquedad, sino todo lo contrario, como tratando de mostrarse como un apoyo, la reconfortaba enormemente. Sabía que la estaba vigilando, y que no la dejaría caer ni perderse. Y en su interior, rezó y rezó porque su verdadero Señor fuera igual, o al menos similar, al hombre en que había confiado su dinero para comprarla. Porque así seguro que sería muy pero que muy feliz.
El hombre le hacía muchas preguntas, siendo la gran mayoría de ellas cosas que no sabía realmente responder. Cuál era su edad real nunca había sido un problema con las tareas que le encomendaban, y la simple idea de tener un cumpleaños no era más que una ilusión de la que hacía mucho que se había olvidado. Tampoco sabía bien cómo explicar que, sí, realmente, no le importaba mucho el tipo de ropa que escogiera. Estaba acostumbrada a vestir desde harapos, hasta simples camisas mucho más grandes de lo debido. No sabia lo que quería decir con "abrigo" y "bufanda", y aunque recordaba vagamente haber oído la mención de tales objetos en el pasado, no eran cosas de las que Enekpe entendiera, ni mucho menos estuviera capacitada para elegir entre ellas. Sabía cuáles eran sus colores favoritos, el azul y el verde, pero no creía que simplemente por no encontrar un vestido de esos colores a buen precio esa fuera una razón lógica para cambiar de tienda. Y a cada palabra que la niña mencionaba, expresando su confusión y también su agradecimiento, mezclado con la absoluta certeza de que cualquier cosa que escogieran para ella, era más que suficiente, comenzó a hacer sentir al pobre sirviente más y más triste. Y también un poco desesperado. Habían demasiadas cosas que tendrían que enseñarle a aquella pequeña que observaba todo con ojos inocentes y brillantes, pero que no se atrevía a desear ninguna de las cosas que se le iban mostrando. Enekpe no sabía qué era lo que le pasaba al hombre, pero se limitó a sonreírle al notar que estaba más callado. ¿Lo habría hecho enfadar?
Enekpe- Esclavo
- Mensajes : 22
Fecha de inscripción : 26/09/2017
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour