Bahram Khalji

Nombre & Apellido

Ilona Bahram Khalji

Edad | Fecha de Nacimiento

32 años | 23 de Enero de 1768

Especie

Gitano

Clase Social & Ocupación

Clase Baja | Mestro

Orientación Sexual

Heterosexual

Lugar de Origen

Marseille, Francia

Poderes

→ Adivinación de futuro: Habilidad para conocer hechos aún antes de que ocurran mediante la lectura de cartas, lectura de manos, etc. Algunos gitanos llegan a tener sueños premonitorios.

A pesar de lo que esta sufriendo en su interior, Khalji es un hombre risueño. Siempre bien dispuesto a hacer la vida de los demás feliz porque ya ve demasiada miseria en el mundo como para añadir su grano de arena a ese saco. Asimismo es divertido y un poco ligón, tanto que su mujer muchas veces se enfada por él por coquetear con otras mujeres, aunque la idea de acercarse a otra no le agrada demasiado. Desde luego, el problema no es que este enamorado de su mujer, de haber sido ese las cosas habrían sido más fáciles para él, sino que su amor solo vive en sus sueños. Cree firmemente que ha vivido una vida pasada y que la ha visto, la ha sentido y la ha tocado... y a todo ello, el no tenerla con él ahora lo mata.

Para ser un gitano, es un hombre bastante culto y valora enormemente una discusión intelectual con quien es capaz de ofrecérsela. No hay nada que le estimule más que hablar de historia o de filosofía, incluso de teología. El conocimiento se ha vuelto con los años una amante muy exigente para él y es, al parecer, la única cosa que puede distraerlo realmente de sus pesadillas y su corazón roto en mil pedazos. Por ello actualmente es uno de los pocos gitanos que ayuda a los más pequeños a aprender a leer y a liberarse de las cadenas que la sociedad les quiere imponer. No quiere que los demás jóvenes gitanos vivan una vida en la que no hayan leido al menos un triste cuento.

Una historia como la mía sucede una vez en la vida, así como en la eternidad. El recuerdo es lejano pero en mis sueños está presente. No hay noche que no sea él, no hay noche que no me vea a mí mismo en otro cuerpo. Sé que fui ese hombre, sé que sufrí y sé que esta vida debería haber supuesto una liberación para mí pero no es así porque he dejado atrás parte de mi alma sin siquiera darme cuenta. Es cruel por mi parte despertarme cada madrugada al lado de una maravillosa mujer y darme cuenta de que no es a ella a quien habría deseado de haber podido elegir. Mi corazón grita silenciosamente noche tras noche y día tras día porque no es a este mundo donde pertenezco, pero soy lo que soy y eso nadie puede cambiarlo.

Nací en las inmediaciones de Marseille una noche de Enero, cuando la tierra yerma estaba cubierta por varias capas de nieve. La pobre gitana se esforzó mucho en traerme al mundo y al poco de hacerlo se desangro ante los ojos preocupados de sus familiares. Tal vez ese había sido su castigo por tenerme, no lo sé, pero lo cierto es que yo no había sido un niño buscado. Era solo un bastardo más para mi padre y una condena eterna para ella, aunque se libró por completo de sufrirme. Ni mis abuelos, ni mis tíos estaban dispuestos a cuidar de mí, por lo que fui dejado a las puertas de una iglesia cercana donde un cura mayor me recogió.

Recuerdo a aquel viejo con mucho cariño, porque a pesar de ser muy estricto, hizo de mi un hombre de bien, pecador, porque soy, al fin y al cabo, solo un hombre. Mi piel y mis rasgos no dejaban ninguna duda de mi origen pero doy gracias a Dios de que al cura no le haya importado, al contrario, le parecía gracioso por lo que me puso un nombre que a su juicio se ajustaba a mi figura. Me llamo Bahram, como algunos reyes sasánidas. A pesar de vivir en un periodo tan restrictivo con la lectura, aquel cura era muy versado en gustos y la historia era uno de sus fuertes. Al final me contagio con el entusiasmo de saber y acabe estudiando poco a poco hasta ser capaz de leer libros y libros por mi mismo.

Los libros llegaron a ser una salvación cuando mis noches se volvían insoportables porque los sueños, tan vivos y coloridos, estaban partiendo poco a poco mi alma. Supe que algo no andaba bien conmigo alrededor de los diez años cuando el cura me dejo salir de la Iglesia para relacionarme un poco más con los chicos de mi edad y me vi a mi mismo ignorando a aquellos chiquillos, porque para mí eran eso. Sus juegos, sus gritos y todos sus gestos me parecían fuera de lugar ¿Hacerlos yo? Era impensable. Demasiado vulgares incluso para alguien de clase baja pero en ningún momento me atreví a herir los sentimientos de nadie. Volví a la iglesia con el cura y me dedique en cuerpo y alma al conocimiento sobre todo las noches que los sueños, y ocasionalmente las pesadillas, me dejaban abandonado ante el desvelo.

A los doce años, encontré un libro de historia, entre los viejos tomos del cura, donde venía un exhaustivo relato de la vida de la “Dynastie des Khaldjî”. Enseguida sentí simpatía por ese tal Alauddin, porque, de una manera extraña, parecía el protagonista de mis sueños, salvo que yo era él cada noche.

Así pasaron otros tres años de mi vida hasta que a la puerta de la iglesia se presentó un hombre viejo. Se trataba de un gitano que al parecer estaba arrepentido de lo que había hecho años atrás. Supe por su boca que era mi abuelo y que su hija me había dado a luz para luego morir de la peor manera. En un principio había tenido mucho odio reprimido hacía mi pero con el tiempo se había pasado poco a poco hasta que por fin, una mañana, se levantó y quiso venir a conocerme. Me pidió, con la voz quebrada por el inminente llanto, que lo acompañara al asentamiento para enseñarme parte de mis raíces y ahí vi una oportunidad de salir de mi encierro voluntario. El cura me dejo marchar con mucho pesar y los siguientes diez años de mi vida estuve entre gitanos aprendiendo a vivir según mis raíces.

Durante el día era un gitano normal pero las noches se me hacían eternas. El pesar de mis sueños se había agarrado a mi corazón hasta dejarme falto de aliento y cuando mi abuelo se murió no vi razones para quedarme con la tribu gitana. Hice mi maleta, me despedí amablemente del cura, y luego me marche por el reino en busca de mi destino. No tenía nada y sigo sin tener nada material y espiritual que me llene. El nombre que poseo es solo el capricho de un hombre culto. La piel que me envuelve es fruto de una noche de pasión y quizás, solo quizás, el apellido es lo único que yo he elegido, aunque los sueños pueden haber tenido mucho que ver.

→ Ha tenido una vida pasada como Jalal-ud-din Khalji y recuerda secuencias de su vida pero no todo lo que, literalmente, le esta volviendo loco.
→ Ama a una mujer que solo tiene cabida en sus sueños. De ella, lo que más recuerda son sus ojos aunque a veces cambian de color según el sueño.
→ Es Francés pero curiosamente en su cabeza suena siempre otro idioma cuando habla consigo mismo. No sabe cual es exactamente, solo puede suponer cosas, pero tampoco le presta demasiada atención.  
→ Tiene premoniciones del futuro aunque a veces esas premoniciones van enmascaras entre sus delirios de la otra vida pasada, lo que es difícil identificar que va a ser y que ha sido.
→ Llego a París hace tan solo un par de años y conoció a una mujer gitana en una de las tribus lejanas a la ciudad. Ahora esta comprometido con ella pero no la quiere y cada mañana que se levanta a su lado se pregunta porque sigue ahí y no se marcha