Ivka | де́вять - ID

Ivka carece de una sexualidad marcada. Su apariencia desalineada parece absorber cualquier rasgo femenino. Habitualmente se le verá con el pelo rapado, cara sucia y ropa nada femenina. La sensualidad y demás conceptos son ajenos a su imagen aunque la carencia de estos está perfectamente suplantados por la habilidad, la fiereza y destreza que posee en combate.

Sus conceptos del mundo y la sociedad distan mucho de lo que la sociedad parisina admite, después de todo la mentalidad y formación es un resultado de la muerte y el dolor al que fue sometida desde temprana edad. Su expresión de ira y frialdad es algo común en su rostro el cual normalmente está manchado o con cicatrices.

Ivka extrañamente resulta ser fuerte y compasiva al mismo tiempo, pues su única debilidad es proteger de cierto modo a los débiles. La injusticia es un término que siempre ha causado problemas en su sistema. Rebelde y revolucionaria en muchos sentidos, está fuera de los cánones permitidos o que normalmente se esperan ver en una mujer.

Está de más decir que aunque posee una belleza quizás oculta bajo ese semblante de guerrera y paladín. Su atractivo está fuera de toda duda. Además, su arrolladora personalidad e inteligencia terminan por formar la ecuación perfecta

Stephan e Ivka fueron arrancados de los brazos de sus padres a muy temprana edad. Hijos de granjeros los niños quienes tan solo pertenecían a un disminuido porcentaje de víctimas de secuestro de una organización llamada La Orden Roja; asesinos a sueldo y cazadores de seres sobrenaturales que ofrecían sus “servicios” a cambio de bienes materiales, telas, opio y por supuesto altas sumas de dinero. Su sistema estaba basado en comprar o robar niños de las zonas rurales, pues tenían la creencia que poseían la fortaleza para sobrevivir a las carencias que les esperaban dentro del grupo. De ese modo, eran entrenados desde pequeños, apartándolos de los sentimientos y la empatía por sus semejantes, para abolir toda clase de pertenencia, se les suprimía de sus nombres, llamándolos por cifras, mismas que les eran tatuadas en el antebrazo izquierdo. Así, Ivka dejó de ser llamada por muchos años de ese modo cambiando su nombre a número 9.

Estaban divididos estrictamente por celdas y así fue como la joven rusa tuvo que crecer de manera independiente de su hermano, aunque al inicio no soportaba la idea de vivir separada de su mellizo tuvo que crecer a pasos agigantados cuando los golpes, los insultos y el entrenamiento extenuante se volvieron prácticas recurrentes. Los años transcurrieron de manera veloz y así el carácter de los ya no tan niños era moldeado poco a poco de acuerdo a los preceptos de la organización. “Nueve” pronto adquirió grandes habilidades en armas y en combate cuerpo a cuerpo, pero también se sabía que su carácter explosivo y rebelde pronto metería en más de un problema a su grupo de camaradas, siendo castigada en más de una ocasión, estaba decidida a salir pronto de ese círculo y tomar las riendas de su destino. Entonces, cada vez que podía buscaba la manera de conocer más sobre las actividades que la organización realizaba y los horarios en los que salían a cubrir las guardias.

Si tan solo hubiese dimensionado las consecuencias sobre el intento fallido que su revolución causaría, lo habría pensado dos veces. Una noche, número 9 junto con otros compañeros incendiaron los cuartos donde dormían, esto como distracción inicial para poder escapar, las rutas que les conducirían hacia su libertad estaban previamente trazadas, aunque no contaban con el factor sorpresa, quien iba a sospechar que un traidor dentro de esa misma rebelión, Yaroslav, sería el causante de que sus planes se vinieran abajo. La joven y sus demás compañeros poco pudieron hacer cuando se vieron descubiertos y sobre todo castigados posteriormente, las golpizas y abusos sobre los integrantes de ese movimiento no se hicieron esperar, pero a número 9 le esperaba algo mucho peor. Al amanecer se le obligó a permanecer atada de pies y manos mientras el líder de La Orden Roja se regocijaba en la sangre de su hermano después de haberlo asesinado a sangre fría. Ese hecho fue un detonante en la mente de la joven quien con lágrimas en los ojos, juró tomar venganza algún día.

Y así, después de mucho tiempo de cumplir al pie de la letra las ordenes que le fueran impuestas, consiguió ganarse la confianza del líder, aunque tuviese que acostarse con él en más de una ocasión, pero a esas alturas, número 9 ya no tenía nada que perder. Buscó los medios para volver a organizar una revuelta y aunque el número era reducido nadie había olvidado las muertes de sus compañeros. La madrugada de un invierno, después de cerciorarse que todos dormían la joven se coló hasta los aposentos de Yaroslav, quien para ese entonces se volvió la mano derecha del líder, mientras él dormía, numero 9 le cortó la garganta, para después decapitarlo y mostrar su cabeza como afrenta a la organización. El líder y el resto de subordinados se vieron enfrascados en una lucha donde pocos sobrevivieron incluidos número 9 y un par de amigos más. Ese hecho resonó en muchas partes de Europa y de manera inmediata les hizo de una reputación en muchos sitios.

Su trabajo en Rusia había concluido y como ovejas sin pastor, cada uno de los jóvenes tomó rumbos distintos. Número 9 por su parte continuó como asesina y ladrona en otras partes del Norte para después asentarse en Paris donde ha cometido un par de actos vandálicos por cuenta propia, después de todo no conoce otra forma de sobrevivir y sobrellevar su vida. Fue de ese modo que conoció a Thaddeus, líder de una banda de rufianes que se dedican al robo y otras actividades ilícitas. El momento en que sus caminos se cruzaron estaba predestinado a suceder. Como era costumbre, número 9 salía de una taberna a altas horas de la noche, su fachada ahora distaba mucho de cómo lucía en Rusia años atrás, con la cabeza a rape enfrentó a un par de sujetos que le habían intentado robar dentro del lugar de mala muerte y aunque estaba contra las cuerdas su mirada de cinismo y de afrenta jamás se vio trastornada por las armas con la cuales era amenazada, había sobrevivido a la muerte una vez, así que no temía a terminar con su vida esa noche o en dos días más.

Fue en ese momento en el cual, aquel hombre apareció y sin razón aparente intervino de forma oportuna. Número 9 lejos de estar agradecida se sintió ofendida, pues no concebía que de cierto modo le debía un favor al desconocido. Jamás le había visto, pero al parecer él a ella le conocía mucho mejor de lo esperado, al parecer sus actos en la organización de La Orden Roja eran conocidos en esa parte del país. Esa noche Ivka, como en realidad se llama, aceptó de mala gana ayudar a Thaddeus en sus muchos crímenes, no por el hecho de compartir ideales, lo cual está muy lejos de suceder, pues aparentemente él aún se mantiene a raya en ciertos aspectos, cosa que no sucede con la mujer quien ya ha cruzado la línea en más de una ocasión, sino porque espera que algún día ella pueda saldar su deuda, una deuda de vida que no la deja dormir en paz durante el resto de los días que le esperan como su cómplice.

-Tiene tatuado el número 9 en el antebrazo.

-Es muy mal hablada y siempre se le ve vestida con indumentaria de hombre.

-Es excelente con armas de fuego, nunca ha fallado un tiro desde que aprendió a utilizarlas.

-La vida ha sido dura con ella y de algún modo siente que parte de ese rencor debe ser regresado a quienes se topa en su camino.

-Después de haber degollado a Yaroslav ha asesinado un par de veces más, hechos por los cuales nunca se arrepentirá, pues una vez que cruzó la línea ha repetido la escena una y otra vez durante su trayecto antes de llegar a Paris

-La escena de su hermano muerto aún le persigue y es víctima de pesadillas nocturnas por lo cual difícilmente duerme.

-Tiene amputados dos dedos (meñique y anular) de la mano derecha, como uno de tantos castigos que recibió después de haber intentado escapar la primera vez.