· Alkonost · ID

por **Alkonost** Lun Jul 02, 2018 12:13 am

DATOS BÁSICOS

▲NOMBRE DEL PERSONAJE▲

"Alkonost"

▲EDAD▲

17 años

▲ESPECIE▲

Humana, Hechicera

▲OCUPACIÓN▲

Ninfa de los bosques (?)

▲TIPO, CLASE SOCIAL O CARGO▲

Clase Baja

▲ORIENTACIÓN SEXUAL▲

Asexual

▲LUGAR DE ORIGEN▲

Islandia

▲HABILIDADES/PODERES▲

Poderes Innatos:

Poderes Propios:

DESCRIPCIÓN PSICOLÓGICA

❝ I'm not frightened by death. Because I'm dead❞

Alkonost es la encarnación más pura y natural del ser humano. Salvaje, irreflexiva, inmersa en una continua e imparable espiral de cambios e inestabilidad. Alkonost es impulsos, todo a su alrededor está hecho a base de sensaciones que nacen y mueren, sensaciones fugaces e intensas que no puede, ni sabe, ni quiere manejar. Frágil pero valiente, agresiva, la fiereza del fuego junto a la transparencia del agua. Ella no esconde ni oculta nada, es lo que ves, ni más ni menos. Todo y nada al mismo tiempo. Y por eso puede llegar a ser bastante peligrosa. Puede destruir todo cuanto la rodea en cuestión de segundos, o intentar protegerlo con todas sus fuerzas. Daría la vida por lo único que ama, a la naturaleza, en todas sus manifestaciones, su mejor amiga, su siempre compañera. Alkonost no se frustra, no se cansa de intentar, no se aburre de repetir. Tiene claro lo que le gusta y lo que no... Y la gente no le gusta. Ella vive en los bosques y es lo único que conoce, lo único que le importa. La civilización desnaturaliza a las personas, las despoja de sus emociones, de lo físico que las caracteriza. Las convierte en robots mecanizados que nada conocen y nada sienten. Y no imagina que pueda haber nada peor que eso. Porque las sensaciones son lo único que importan, lo único real que existe en un mundo tan irreal, tan místico.

Ella sabe que no pueden verla, y por eso se siente segura. Se siente segura porque si no la ven, si está muerta, nadie podrá hacerle daño. Dicho sea de paso que si alguien intentara hacerlo, no iba a dejarse pisotear sin pelear. Hasta agotar sus últimas fuerzas. Y puede vencerte, tenlo por seguro. Porque cuando no tienes nada que perder, tu vida es lo único que tiene valor. Irónicamente, al creer que está muerta, no debería esforzarse por sobrevivir, pero los instintos prevalecen por encima de las creencias irracionales de su mente enferma. Porque sí, está enferma, aunque ni es consciente ni recuerda los motivos. Siente que su cuerpo se pudre, y que no puede hacer nada por detenerlo... Pero lejos de incomodarla, la reconforta. Porque estando muerta, su vínculo con la naturaleza, con Gea, es mucho más fuerte. Se influyen y apoyan mutuamente. Se respetan: Alkonost jamás le haría daño, y Gea a cambio le permite subsistir gracias a los frutos que le regala.

En la intimidad de su cabaña, cuando no hay nada más a su alrededor que esa honda soledad que siempre la persigue, se muestra desconfiada y en exceso soñadora. No permite que ningún desconocido entre en su hogar, en su lugar secreto, y si nota algo diferente se pone como loca. Su burbuja es inquebrantable. No permite a nadie entrar ni salir de ella... Y si alguien entra, puede resultar bastante extraño para ambos. Alkonost es sumamente posesiva. Sus cosas no se tocan, y mucho menos las comparte. Se mostrará recelosa, desconfiada y hasta agresiva cuando no obtiene lo que quiere. E insistirá hasta la saciedad. Alkonost es dualidad. Un juego de opuestos. Dos polos que se atraen y repelen a la vez. Es una fiera salvaje, imposible de domar, imposible de predecir. Imposible de calmar. Vengativa y traicionera cuando la provocan, y es bastante fácil de provocar... Es el león durmiente al que todos temen despertar cuando pasas por su lado. El tigre hambriento que se mantiene acechante, esperando a la llegada de la presa perfecta para su comida diaria... Y a la vez, es el ratón asustado que se esconde, huraño, en la oscuridad. Desconfiando siempre de todo cuanto le rodea por ser incapaz de comprenderlo. Porque sí, hay demasiadas cosas en el mundo, en su mundo, que no entiende. No entiende cómo o desde dónde llegó a París. No entiende cómo puede haberse olvidado de su pasado, o por qué siente estar muerta si, pese a todo, su corazón no deja de latir.

Alkonost está confusa, asustada, a la defensiva, y eso la hace ser un ente sumamente peligroso, para sí misma y para los demás. Es una bomba a punto de explotar, si no encuentran a tiempo una cura para su dolencia. Pero... ¿y si no la hay?

HISTORIA

❝ I don't exist. I'm just in your imagination❞

❝No sabe cómo llegó a París, ni de dónde vino. Sólo sabe que su hogar está en el bosque, entre la naturaleza que siempre le ha dado cobijo, y por eso rechaza abiertamente a la sociedad, y a los individuos que la forman. Tampoco sabe qué nombre tuvo antes de aparecer en mitad de la nada, malherida. El único nombre que conoce es el de la sacerdotisa que la recogió por aquel entonces, y no responderá ante ningún otro. Nunca. Ella es Alkonost. Una criatura cuya voz es capaz de llevar al trance a aquellos que se crucen en su camino, y llevarlos a la perdición. Una ninfa. Una musa. O una sirena maldita. El olvido personificado. La naturaleza en su estado más inalterado.❞

Su realidad, esa que no recuerda, sigue siendo bastante oscura. Procedente de una especie de tribu de hechiceros nómadas de Islandia, desde muy pequeña estuvo rodeada por la influencia de directa de la más oscura de las magias. Sus padres, los líderes de la tribu de aquel momento, le inculcaron el amor por la naturaleza y por lo que ésta les otorga por encima de todas las cosas, como fuente directa de sus poderes. Aquellos brujos, nigromantes en su mayoría, asolaron poblaciones enteras bajo el pretexto de devolverle a la naturaleza la influencia que nunca debió haber perdido. Islandia es un territorio difícil para vivir, y eso hace necesarias muchas modificaciones del paisaje para lograrlo. Y ellos estaban en contra. Su misión, por muy justa y ética que fuera, jamás justificaría, a los ojos de las autoridades, los métodos empleados para ello. Y no era de extrañar. Para el grupo, los sacrificios de personas, y más concretamente, de niños, eran el medio predilecto para conseguir sus fines. Mucha sangre inocente fue derramada y, aunque las ciudades fueron asoladas por la furia de una naturaleza que algunos de ellos controlaban, pronto volvieron a reponerse, destruyendo todo lo que encontraban a su paso.

Con el tiempo, muchos de las miembros de la tribu acabaron abandonando sus creencias e integrándose en aquellas ciudades que una vez quisieron ver destruidas. Aquello, lejos de hacer disminuir la fuerza de los líderes de la tribu y de aquellos que aún mantenían sus mismas creencias, los radicalizó. Los asesinatos, las muertes, los chantajes y el terror asolaron la región durante años, lo que provocó que las autoridades tuvieran que pedir ayuda a la Inquisición para acabar con aquella amenaza. Todos los miembros de la tribu, salvo los líderes y su hija, fueron masacrados por brujería. Alkonost y sus padres escaparon hacia Francia, pensando que en una ciudad tan cosmopolita como París podrían pasar desapercibidos y trabajar para lograr sus propósitos sería más sencillo. Pero una vez aposentados en aquella grandiosa ciudad, todo cambió. Para mal, por supuesto. El padre consiguió un trabajo estupendo, que los hizo lo suficientemente ricos para que se olvidara sus creencias. Su madre, que había nacido y crecido en una tribu como la que acababan de perder, enfureció. Valiéndose de pócimas y venenos sumamente tóxicos, envenenó a su marido y a todos aquellos que simpatizaban con él, logrando acabar con todos en pocos meses. A partir de ahí, su locura se volvió mucho mayor. Se pasaba el tiempo sospechando de todo y todos, y cometió varios crímenes más por creer que algunos miembros de su servicio murmuraban cosas en su contra. No tardó mucho en pagarlo con su hija. Los golpes y vejaciones se repitieron durante casi dos años, pero una noche, en el decimoquinto aniversario de la joven Alkonost, la chica utilizó sus poderes contra su madre, lo que acabó con su muerte.

Confusa y asustada, la muchacha buscó refugio en el sitio equivocado. La Inquisición encontró en su confesión motivos necesarios para imponerle pena de muerte. Hasta que la sentencia fuera firmada, la joven quedó bajo el custodio del grupo de condenados, por tratarse de un humano con poderes. En los meses que duró su cautiverio trabó amistad con un joven brujo cuya vida también había sido bastante complicada. Sus padres habían sido ejecutados hacía poco, y ambos encontraron refugio el uno en el otro en aquellos momentos tan dolorosos. Pero la sentencia del muchacho hacía tiempo que había sido decretada, y fue ahorcado un tiempo después. Aquel fue un duro golpe para la joven. Furiosa, trató de escaparse en más de seis ocasiones y arremetió con violencia contra todo aquel que se interpusiera entre ella misma y su libertad. Los dos vampiros que se encargaban de vigilarla comenzaron a torturarla de las formas más crueles que se le ocurrían. Jugaban con su mente, sumergiéndola en ilusiones enormemente traumáticas y dolorosas, además de golpearla y alimentarse de ella, ante los gritos desesperados de la joven.

Todos aquellos acontecimientos favorecieron a que la sentencia fuese finalmente firmada. La condenaron a morir en la hoguera, considerando aquel un castigo lo bastante duro por sus crímenes. Los días hasta su ejecución fueron extremadamente dolorosos. Los recuerdos de su familia, de las creencias que mantenían, de su tierra natal... Todo, puesto en contraposición con el cautiverio y las continuas torturas a las que la estaban sometiendo, la convencieron de que su madre tenía razón con pensar que la civilización sólo servía para destruir la esencia de las personas. Y aquellos terribles seres, los vampiros que la custodiaban, no hacían más que darle la razón. La despojaron de la poca dignidad que aún la quedaba, incrementando el odio por los de su especie... Un odio que aún hoy se mantiene, aunque ya no recuerde los motivos. Finalmente, el día de la ejecución llegó. Y en el mismo momento en que el calor del fuego comenzó a ascender por su cuerpo, empezando por sus pies, su mente se quebró. Y todos sus recuerdos, su identidad y sus antiguas creencias acabaron hundiéndose en un profundo abismo del que jamás regresarían. Todo se volvió oscuro desde entonces.

❝ I have no past, no present, no future. I don't exist❞

Sólo recuerda haberse despertado en medio de un espeso bosque, malherida, con las plantas de los pies en carne viva, y con una mujer vestida de blanco tratando de calmar el dolor de sus heridas con ungüentos malolientes. Su mente nunca se recuperó. Vivió con ella desde entonces, hasta que acabara asesinándola para ocupar su lugar.

DATOS EXTRA

Habilidades & Gustos:

Debilidades & Disgustos:

• Pese a haber perdido la memoria, aún mantiene un control casi perfecto sobre sus poderes.

• Cree que la sacerdotisa podía verla porque era una bruja con la capacidad de ver y hablar con los muertos.

• Acude regularmente al cementerio a buscar almas y cadáveres a los que poseer o controlar.

• No suele ser violenta si no la provocan, pero si lo hacen, no muestra remordimientos si ha de hacer daño a alguien.

por **Bárbara Destutt de Tracy** Lun Jul 02, 2018 7:38 am

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