· Yngvi · | ID

por **Yngvi** Sáb Ago 11, 2018 7:46 pm

DATOS BÁSICOS

▲NOMBRE DEL PERSONAJE▲

Yngvi

▲EDAD▲

17 años

▲ESPECIE▲

Humano, Prostituto

▲RANGO▲

Esclavo de Sangre

▲TIPO, CLASE SOCIAL O CARGO▲

Clase Baja

▲ORIENTACIÓN SEXUAL▲

Homosexual

▲LUGAR DE ORIGEN▲

Suecia

▲HABILIDADES/PODERES▲

A pesar de que bebe sangre de vampiro con regularidad, desde la infancia, debido a que su cuerpo en su estado normal es extremadamente débil y enfermizo, el único cambio que percibe cuando lo hace es que se siente mejor. "Normal". No contrae enfermedades fácilmente (cuando sin ella lo haría constantemente), y el mayor cambio, es que su visión se normaliza, ya que, sin la sangre, sería casi totalmente ciego.

DESCRIPCIÓN PSICOLÓGICA

La inestabilidad es probablemente lo que mejor define su carácter, o por lo menos, es lo que se hace más obvio a ojos de terceros. La razón es bastante simple: su contacto con el mundo exterior, con otras personas que no sean su Amo y los pocos cuidadores que tienen permiso para acercarse a él, es inexistente. No comprende cómo funcionan las normas sociales, por el simple hecho de que nadie se las ha enseñado. Dado que su única función en el mundo siempre ha sido la de servirle a Él, nunca se consideró necesario, ni mucho menos adecuado, enseñarle cómo debe comportarse fuera de las cuatro paredes que lo mantienen cautivo, oculto a ojos extraños. Lo único que conoce es la disciplina que su Amo le ha inculcado: él está por debajo del nivel de todos los demás, es un esclavo, apenas un animal, pero la única persona a la que le debe obediencia es a Él. De hecho, tratar a un sirviente, a cualquier otro del mismo modo, le garantizaría un castigo.

Así pues, no es alguien con quien puedas mantener una conversación más o menos decente. Su discurso es caótico, casi infantil en ocasiones, ya que su conocimiento acerca del mundo es extremadamente limitado, y no sabe qué significa el sarcasmo, o las bromas, por lo que se lo toma todo de forma literal. Depende en gran medida de sus instintos, de sus emociones, de lo primero que se le pase por la cabeza. Por lo que, si considera a alguien como una amenaza, o que lo han mirado de forma extraña, lo más probable es que reaccione de forma violenta o incluso intente agredir a dichas personas. Aunque luego se arrepienta, nadie le ha enseñado por qué eso está mal, o qué significa algo como la "empatia", por lo que tampoco se disculpará. Eso es algo que está limitado para su Señor, para cuando comete errores.

A pesar de todo esto, su naturaleza es eminentemente sumisa. Se siente incómodo ante extraños, asustado, por lo que su actitud en general suele ser escurridiza. Limita su contacto con los que se acercan a él, siendo normalmente con aquellos con los que tiene más confianza con los que expresa más emociones (incluido el enfado antes mencionado). A otros los ignora, les bufa, o les rehuye, dependiendo de los ánimos con los que se haya levantado. Su forma de comportarse también se ve muy influenciada con la cantidad de sangre que su Señor le haya ordenado tomar. Sus emociones son mucho más explosivas e incontrolables cuando ha bebido demasiado, ya que su cuerpo también se siente mejor, y más alterado. Cuando la sangre escasea, o cuando es castigado no tomándola, se vuelve casi taciturno. Los huesos, aún poco desarrollados por la escasez de movimiento que ha tenido toda su vida (siempre ha vivido en un ala cerrada, sin contacto con el exterior), le duelen. Su vista se nubla hasta el punto de no distinguir ni formas, ni colores. El dolor es demasiado fuerte, lo gobierna todo, le hace sentir inservible, diminuto, y perdido... Siendo precisamente este el ciclo que lo mantiene a merced de su Señor. Él es el único capaz de hacerlo sentir mejor de nuevo. Él, y sólo Él. Es su mundo.

HISTORIA

Su historia es más bien sencilla. No existen acontecimientos relevantes, ni momentos reveladores que hicieran cambiar el curso de su destino. No, todo cuanto conoce del mundo está reducido a una habitación, de la que jamás ha salido. O si ha salido, ha sido mientras estaba inconsciente y para ser trasladado a otra. Nada más. Nada menos. Su pasado, así como su mundo, está peligrosa y profundamente vacío. Desprovisto de un contexto, de una situación. De fechas, o lugares, incluso de tiempo. Probablemente "otros", los que vienen de fuera de su cuarto, aquellos que traen aromas y elementos que no están dentro de su habitación, conozcan más de él, de su vida, o del modo en que vino al mundo que él mismo. Lo único que sabe por seguro, que se le ha confiado, es un nombre. Yngvi. Su nombre. Al que debe responder, con la cabeza gacha y adquiriendo una postura sentado de rodilla con las manos a su espalda, cuando lo llama su Señor.

***

Yngvi fue concebido por una mujer llamada Selenne. Una mujer hermosa, de cabellos oscuros y mirada tan azul como el océano, que fue adquirida por un Lord que se quedó prendado de su belleza, cuando la familia de la joven decidió venderla para poder sobrevivir. Al principio su relación, a pesar de ser tormentosa, era "normal", tanto como se puede esperar de cualquier relación entre un noble y un sirviente, pero normal al fin y al cabo. La mujer no tardó demasiado en enamorarse completamente del hombre, quien a pesar de ser violento, cruel, y probablemente más frío que cualquier otro hombre que pudiera haber encontrado, la trataba como una reina, a pesar de que intentara pasar sus gestos como simples caprichos. La llenaba de regalos, le ofrecía vestidos, joyas, la poseía noche tras noche, como si se tratara de una droga, hasta el punto de que, también para él, el resto del mundo también dejó de tener importancia. Pero su amor, el amor de aquel hombre, era probablemente más peligroso, más obsesivo, de lo que jamás sería el de ella.

Apenas un año había pasado desde la adquisición de la joven, cuando la necesidad de esconderla, de apartarla de la vista del resto del mundo comenzó a hacerse más fuerte. Cada vez que la veía hablar, acercarse, o simplemente compartir el mismo aire que otras personas sentía que la rabia ardía en su interior. Un odio incandescente, marcado por los celos, unos celos que lo llevaban a la locura y provocaban que fuera más agresivo y violento de lo que había sido nunca. Entonces decidió que la única solución posible era encerrarla. Tras adaptar parte de su mansión, convirtió lo que antes eran dos habitaciones en una sola, lo bastante grande como para abastecerla de todo aquello que pudiera necesitar: un baño, una cama, mobiliario, libros... Y una vez lo hizo, la arrojó dentro, y cerró la llave, siendo la única copia existente la que estaba alrededor de su cuello. Decidió que la joven no necesitaba volver a ver la luz del Sol. No lo permitiría. Él era todo lo que ella necesitaba, y dado que las noches eran el único momento en el que podían cruzarse, ¿qué necesidad había de que abandonara su lado?

Los únicos autorizados para acercarse a ella eran aquellos en los que confiaba. Un par de vampiros, para las noches en las que él no podía estar presente, y humanos para los momentos del día en el que la joven requiriera de atención (normalmente comida). Con la nueva situación de sus aposentos, le resultaba mucho más sencillo acudir a ella siempre que la deseaba, sin así sentir la ansiedad de que se la pudieran arrebatar. A pesar de que la joven cada vez parecía menos saludable, más apagada, la realidad es que no le faltaba de nada, por lo que nunca llegó a quejarse. Amaba al Lord, a su Lord, lo suficiente para que su obsesión con ella no resultara algo tan doloroso. Al menos, al principio.

Con el tiempo, el fuego, el deseo por poseerla constantemente, también terminó por irse apagando. La llave que antes cuidaba con recelo comenzó a olvidársele con más frecuencia. En pocas palabras, dejó de ser su prioridad. Durante semanas, meses, su recuerdo era algo que tenía presencia en su memoria de forma vaga, distante, por lo que jamás se preocupó de los gritos que alguna vez creyó escuchar procedentes del ala del castillo donde tenía cautiva a la que fue su más importante "propiedad" durante algunos años. Al menos, hasta aquella noche.

Algunos días atrás había escuchado por casualidad a algunos de sus sirvientes humanos que algo sucedía con la mujer del ala oeste. No comía, vomitaba, y la hinchazón de su vientre no se iba. Una de las mujeres que cuchicheaba se rió de forma sarcástica, diciendo que estaba claro lo que eso significaba. El vampiro no lo comprendía, por supuesto, por lo que decidió que era el momento de regresar a ese cuarto al que había ignorado últimamente. Al querer tomar la llave, se dio cuenta de que no la tenía, y eso sí lo hizo reaccionar. Cuando tiró abajo la puerta se encontró con una escena que le hizo hervir la sangre. Tres o cuatro hombres, agachados aferrando los brazos y piernas de aquella joven cuyo rostro casi había olvidado, pero que ahora recordaba con total claridad. Y uno de ellos profanaba lo que en otro momento fue su lugar favorito del mundo. Su propiedad. Aquello que le pertenecía por derecho.

Cuando se quiso dar cuenta, los había asesinado a todos, y estaba apretando el cuello de la furcia. ¿Cómo se atrevía? ¿Cómo había permitido que otros la tomaran? Ella le pertenecía. Entre gritos de clemencia, y lágrimas, no encontró coherencia alguna en sus palabras. Los celos, la rabia, los deseos de poseerla habían regresado con más fuerza de la que tuvieron jamás. Y allí la tomó, con violencia, sin hacer caso de los gritos ni la sangre que se escurría entre sus piernas, sin perder de vista el vientre que hablaba a voces de su traición. Esa sería la última vez que la tomaría, que la invadiría con su esencia. Porque ya no era digna de recibir sus atenciones.

Pero esa criatura que ella intentaba proteger de forma tan exagerada, rodeando su vientre con un brazo, esa criatura, le pertenecería para siempre.

Cuando el niño nació, sano, con el cabello negro y los ojos azules que tan bien recordaba, partió el cuello de la furcia y se deshizo de su cadáver, llamando Yngvi a su nueva posesión, al niño que la sustituiría dentro de ese cuarto, y al que criaría para convertirlo en alguien, en algo exclusivamente de su propiedad.

***

Desde su nacimiento, el contacto de Yngvi con lo que había fuera de su cuarto se limitaba a unas cuantas personas. Su cuidadora, aquella que le enseñó lo básico: a comer, a vestirse, a satisfacer sus necesidades más básicas, a caminar, a hablar... Aquellas cosas que lo convertirían en una persona, aunque en el resto de aspectos fuera considerado más una mascota que otra cosa. Aparte de la anciana, cuando tenía edad suficiente para comprender mejor las palabras, otra mujer comenzó a instruirle en otros aspectos que serían importantes en su vida. Disciplina, cómo debía dirigirse a su Amo, y especialmente, cómo debería satisfacerlo a partir del momento en el que Él decidiera que quería tomarlo. Yngvi pertenecía a un Lord, un hombre cuyo tacto siempre estaba helado, y que lo visitaba de cuando en cuando. Al principio, solamente para observarlo desde cierta distancia y entregarle una bebida que debía tomarse sin rechistar. A partir de los nueve años, el hombre comenzó a hablarle de vez en cuando. A Yngvi le gustaban esos momentos, porque era cuando descubría si estaba haciendo bien o mal sus obligaciones. Cuando actuaba de forma que le habían enseñado, de forma sumisa y se refería a Él como debía, era recompensado. Cosas pequeñas, a veces joyas, otras veces dibujos. Pero lo que realmente agradecía era cuando era acariciado. Cualquier tipo de contacto con él, ese era el mejor regalo. Por supuesto, también era castigado cuando no lo hacía tan bien. Sus nalgas eran golpeadas, o era azotado, dependiendo de lo mucho que su error irritara a su Señor. Y a los doce años, fue cuando comenzó a utilizar el resto de habilidades en las que había sido instruido.

Satisfacer a su Señor nunca fue sencillo, y al principio era bastante doloroso. Le daba vergüenza, y le incomodaba, pero con el tiempo, era algo que aprendió a esperar, a desear. Los momentos en los que abría la puerta, y su cuerpo respondía de forma casi automática, arrodillándose, expectante, con su pequeña hombría rígida y la mirada nublada por el deseo. Yngvi no sabe nada más, no conoce otro contacto más intimo que el que su Señor le ofrece. Su ausencia provoca que su cuerpo comience a fallar, que sus ojos dejen de ver la luz. Lo necesita, casi tanto como al aire que le permite seguir viviendo.

DATOS EXTRA

- Desde su nacimiento, siempre fue un niño débil, que tendía a enfermarse con mucha frecuencia, siendo ésta una de las razones que llevaron a su Señor (un vampiro) a comenzar a darle a beber de su sangre. Además de someterlo a su voluntad de ese modo, también pudo comprobar que su estado de salud mejoraba, por lo que lo lleva haciendo desde hace años.

- Debido a que sus ojos no están adaptados a otra luz que no sea la tenue iluminación de su cuarto, cualquier tipo de fuente lumínica más fuerte le resulta dolorosa. Además, la ausencia de sangre vampírica en su organismo también hace que reaparezca una afección en sus ojos que tiene desde pequeño, probablemente también a que no se ha desarrollado correctamente en ese aspecto.

- Cuando su Amo se trasladó desde Suecia a París, Yngvi permaneció inconsciente, así que, técnicamente, no sabe dónde está. Y tampoco es que importe, en realidad, ya que jamás ha salido de sus aposentos (al menos, no estando despierto).

- Sabe leer un poco, pero lo hace de forma lenta y torpe, y jamás ha aprendido a escribir.

por **Administración** Dom Ago 12, 2018 1:37 am

FICHA APROBADA

bienvenido/a a victorian vampires

¡ENHORABUENA! YA ERES PARTE DE VICTORIAN VAMPIRES Y TE DAMOS LA MÁS CORDIAL BIENVENIDA.

ANTES DE HACER CUALQUIER OTRA COSA, TE INVITO A LEER LAS NORMAS QUE TENEMOS EN EL FORO PARA QUE ESTÉS BIEN ENTERADO/A DE CÓMO MANEJAMOS TODO EN ESTE SITIO Y ASÍ EVITARTE FUTUROS MALOS ENTENDIDOS. A CONTINUACIÓN TE DEJO LOS LINKS MÁS IMPORTANTES PARA QUE PUEDAS CONOCER LA INFORMACIÓN, Y SI DESPUÉS DE LEER SIGUES TENIENDO ALGUNA DUDA, PUEDES CONTACTARME A MÍ O A OTRO DE LOS ADMINISTRADORES; ESTAMOS PARA SERVIRTE.

¡QUE TE DIVIERTAS!

REGLAMENTO AMBIENTACIÓN F.A.Q. REGISTROS AUSENCIAS

CODE BY NIGEL QUARTERMANE

· Yngvi · | ID

· Yngvi · | ID

Re: · Yngvi · | ID