Saskya Falkenhorst - ID

Nacida en Viena, descendiente de una larga estirpe de abogados e inquisidores. Su padre servía a ambos: a Dios y al hombre. Perteneciente a la facción de los Condenados al ser también un cambiante, estudió leyes siendo uno de los más reputados juzgadores del mundo humano y sobrenatural. Abel Falkenhorst fue bendecido por sus buenos actos. Desestimó cargos de hechicería con pruebas contundentes. Juzgó y sentenció a humanos que ejecutaron crímenes cuasi perfectos. El cambiante tenía un don para encontrar la verdad en argumentos intrincados. Su alumna más devota era su hija a quien tenía planeado introducirla en las filas de la inquisición. Le enseñó todos los secretos habidos y por haber de su profesión. La educó para que fuera su apoyo cuando creciera, para formar una nueva línea de hombres y mujeres humanos o sobrenaturales, que distinguieran entre el bien y el mal sin necesidad de rumores o creencias falsas.

Saskya aprovechó gran parte de su propia naturaleza para comerse la biblioteca jurídica de su padre durante la niñez. Los veinte años que para los cambiantes son cuasi inútiles por su lento crecimiento, la joven cambiante los utilizó con bien. Su coeficiente intelectual era perfecto para su aprendizaje. Su memoria privilegiada le dotaba de datos que otros olvidaban. Fue de su madre de quien heredó el amor a la pintura. Jacqueline era todo, menos una mujer con vitalidad. Enfermiza, fue un milagro que diera a luz a una niña sana, pero después de eso, se vio imposibilitada de tener más familia. La mayor parte de los recuerdos de Saskya respecto a su madre, son verla sentada frente al caballete, dando vida a algún nuevo paisaje o recreando los rostros de su esposo e hija. Así fue como la pintura fue parte inherente de su vida. Tenía por costumbre, cuando su padre no se encontraba, sentarse a la vera de Jacqueline y ambas pintar mientras platicaban de banalidades.

La desgracia vino cuando Saskya cumplió veintiséis años. Su cuerpo tenía el crecimiento de una pequeña de trece años, saliendo de la niñez temprana, cuando su padre fue acusado de traidor por algunos compañeros inquisidores después de liberar a una presunta hechicera de los cargos. Ni siquiera los abogados más reconocidos quisieron tomar su caso. Temían ser acusados de cómplices y la defensa fue dirigida por Abel que incapacitado para encontrar las pruebas necesarias, fue llevado al patíbulo a tres días de su acusación y ejecutado ante la vista de todos los presentes, incluida Saskya que había escapado de su hogar buscando la forma de hablar con su padre sin éxito. Eso quebró la razón de la pequeña.

Herida en lo más profundo, buscó mantener bajo control todas sus finanzas y su hogar. Su madre desmejoró de forma visible. La cambiante tuvo que ir a con algunos hechiceros de la Inquisición para que le devolvieran parte de su salud. Movió cielo, mar y tierra con tal de que Jacqueline tuviera la vida que su padre le dio. Se acompañó de un fiel amigo de su padre, Leonardo, soldado del Santo Oficio quien con gusto tomó en sus manos las finanzas de los Falkenhorst incrementándolas inclusive. Adiestró a regañadientes a Saskya en el combate físico, siendo responsable de su desarrollo como torturadora. Igualmente, influyó en sus aprendizajes una figura más oculta, la de Pietro. El espía le mostró las maneras de ocultarse a ojos de la humanidad aprovechando también los dones de la cambiante.

Leonardo y Pietro le permitieron incursionar en su círculo social, haciendo que Saskya tuviera contactos y aliados que la protegieron y la contuvieron en el momento en que el primero fue muerto en su domicilio por un vampiro cuando ella cumplió treinta años de edad. A pesar de las peticiones a la Iglesia por parte de Saskya y Pietro, su exigencia de justicia fue desoída alegando que pruebas sobre algún vampiro en particular, no había. Frustrada, iracunda contra las instituciones, decidió hacer justicia en propia mano. Utilizó todos los contactos que añadió con el tiempo a su lista de allegados, jalando las hebras con ayuda de Pietro para crear las madejas de un tapiz que se tiñó de rojo. Logró deshacerse del vampiro y con él, destapó una cloaca que fue imposible de sellar de nueva cuenta. Se sintió poderosa con la vida del sobrenatural entre las manos. Jugó con la posibilidad de perseguir a una nueva víctima. No sólo la atrapó, la tortura que le practicó le terminó de romper la psique.

Después de un tiempo, en tanto conseguía a otra hechicera que la apoyara con la enfermedad de su madre, encontró en su camino a Franz Anton Mesmer, quien ayudaría a su Jacqueline en su constante malestar físico. Por medio de la hipnosis, Franz lograría que la Falkenhorst evitara sentir el dolor y el cansancio consecuencia de su enfermedad. Saskya se interesó en esa técnica y se convirtió en una de sus alumnas más aventajadas. Eso le permitió variar en sus métodos, creando nuevas formas de tortura y de obtención de datos. Sin desmeritar sus habilidades físicas, pulió su técnica llegando a lugares insospechados para Mesmer quien por ética profesional, evitaba. La cambiante no tendría iguales reparos o moral, sabiendo que los criminales morirían por sus manos, experimentó en ellos reconstruyendo a su vez, su psique rota, dándole sentido a su vida ajena a la luz.

Después de una década de enemigos abatidos, Saskya cumple cuarenta y dos años siendo una de las más peligrosas justicieras del mundo sobrenatural. Sus enemigos la buscan con ahínco, casi rayando la locura. Su nombre es un enigma todavía para el mundo de los criminales porque quien es su objetivo, no regresa vivo. Hay humanos que en cambio, fueron invitados a alejarse, es por ellos que pueden saber que es una mujer. Los detalles de su complexión física y señas particulares son variadas. Saskya acostumbra utilizar una máscara y su cabello es de tonalidades diferentes en cada ejecución. Su aroma se encubre con la sangre de sus enemigos que distribuye por su piel antes de salir. O bien, con las pelucas que crea a partir de los cabellos de sus víctimas.