Rèmi Leblanc

■ Nombre del Personaje: Rèmi Leblanc (Es el nombre dado por su madre adoptiva) Dong (El nombre que tenía)

■ Edad: 24 años

■ Especie: Humano

■ Tipo y Nivel Social: Clase Alta

■ Lugar de Origen: Corea, pero a temprana edad llegó a París.

■ Descripción Física: De tez clara, ojos pardos y cabello color castaño, el cual no lo lleva muy corto pero si bien peinado cuando el momento lo amerita. Mide aproximadamente 1.75 centímetros. Es esbelto pero con un cuerpo medianamente marcado, aunque no es comparable con el de un occidental, pues al ser asiático sigue viéndose mas fino.

Spoiler:

■ Descripción Psicológica: Cuando niño era muy tímido, hablaba poco y solía esconderse tras las faldas de su madre. Poco a poco aquella timidez quedó rezagada solo en algunas áreas. Su madre adoraba la voz del pequeño Rèmi, por lo que siempre le hacía cantar en reuniones sociales para mostrar su talento y así poco a poco fue tomando confianza, haciendo del canto algo parte de su personalidad.

Se muestra orgulloso y seguro de si mismo, pero en verdad es una coraza para protegerse de las burlas y las miradas que da la gente, Claro, como no extrañarse con un joven de rasgos asiáticos y con nombre francés, de hecho, lo único asiático en él serían sus ojos, pues desde su forma de hablar hasta la de vestir tienen que ver con la ciudad donde se crió y lo que su madre le enseñó.
Así como él siempre recibió amor, él también puede entregarlo. Es solidario con las personas desvalidas, amable con cualquiera en la calle y algo inocente, quizás fácil de embaucar, pues su seguridad, que podría mostrarse un poco como arrogancia, no es mas que para no mostrarse como es en verdad tan fácilmente.

■ Historia: Dong o Rèmi, nació en Corea, pero a los cinco años él y sus padres abordaron un barco con destino a Francia. En aquella embarcación no solo iban ellos, sino muchos otros inmigrantes que durante el largo viaje convivían y compartían, pero además algunos fueron enfermando. El barco atracó en Francia, lleno de gente con falsos sueños que esperaban tener una oportunidad en éste nuevo país, pero muchos murieron en el camino y otros llegaron a morir, como los padres del pequeño Dong.
De alguna forma, al quedar solo en las calles una dama le encontró y se apiadó de él. Para su fortuna resultaba ser una mujer que había quedado viuda hace poco y que jamás tuvo el privilegio de concebir un hijo desde su propio vientre, por lo que adoptó al pequeño dándole el nombre de Rèmi Leblanc.
Como era de esperarse, aún cuando lo podía tener todo en cuanto a dinero y a afecto, su infancia igual estuvo marcada por algo que no fue grato. Pues en la escuela siempre fue visto raro por su apariencia. Aunque las verdaderas incomodidades las llevaba Rèmi en su interior pues nunca fue un niño perseguido o molestado en demasía por ser asiático. Es él mismo quien pensaba y piensa que toda la gente le cuestiona aquello.

Desde los ocho años, cuando ya manejaba mejor el idioma e iba perdiendo su lengua madre, tomó clases de piano y canto, convirtiéndose así en la alegría y la chuchería de su madre quien lo presentaba siempre en cada reunión social para que mostrara sus dones a los invitados. Por su cercanía con la música, su madre le apodaba “DongRèmi” ya que sonaba a las primeras notas musicales.
Al ser el único niño en la mansión era consentido y querido ahí por todos, desde su madre hasta la servidumbre. Muchas veces se la pasaba metido en la cocina, por lo que aprendió a cocinar muy bien. Lo que más le gustaba hacer eran cosas dulces como pasteles. A quien siempre le regalaba uno era a un amigo que se había hecho debido a las reuniones sociales, un jovencito menor que él por seis años llamado Andrè Leroy, pero que hasta el día de hoy es su amigo.

Al terminar la escuela no sabía a qué dedicar su vida, le gustaba la cocina, le gustaban las artes y no tenía impedimentos por parte de su madre para dedicarse a lo que quisiera, pero él sentía que debía compensarle y hacer algo que lo hiciera un hombre de bien y bienes propios.
A los 20 años, su madre enfermó y falleció a la semana de contagiarse. Así Rèmi pasó a heredar todos los bienes de ella. Estuvo a punto de caer en la tristeza, pues ella era todo para él, pero en un paseo que tuvo con su amigo Andrè todo cambio. Pasaron por fuera del Café de París y el menor le comentó que aquel lugar le gustaba pero que podría ser aún mejor. De ésta forma pasó por la cabeza de Rèmi la idea de comprar el café y así lo haría. Sería un negocio que le daría ganancias y por otro lado se dedicaría a algo que le gustaba. Podría llenar de orgullo a su madre en el cielo. Aunque no todo se dio tan fácil pues no pudo convencer al dueño anterior de la venta y pasaron tres años para poder concretarla.

Ahora espera estrenar el Café y poder cumplir sus deseos de darle una sonrisa de gusto a cada parisino que entre al local y pruebe algo del exquisito menú que ofrecen. Claro que quizás solo no pueda y tendrá que buscar muy bien quienes puedan ayudarle. Y tal vez, quien sabe a lo mejor habrá algo de tiempo libre y así dedicarse a estudiar algo mas, tal vez retomar aquel canto que solo dejó para las mañanas cuando se dedica a barrer la calle, pues con o sin mucho personal, es el dueño y no solo puede estar detrás de un escritorio, debe velar por su café.

■ Datos Extras:
-Visita el orfanato en navidad para hacer regalos a los niños. Quizás se puede tomar como caridad, pero lo hace ya que piensa que si su madre tuvo un gran corazón como para adoptarle, él debe hacer lo mismo y no olvidarse de donde vino.

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