Lysandros Argyris

» Habilidades: Sigilo, sentidos aumentados, buenos reflejos, agilidad, flexibilidad, velocidad y fuerza sobrehumana.

» Atributos: Colmillos afilados, uñas afiladas (en algunos casos), piel y cuerpo resistentes (aunque suave al tacto y a la vista), e inmortalidad.

» Sanación acelerada: Habilidad para sanar rápidamente heridas y contusiones no tan graves (esto no aplica al desmembramiento, si les arrancan un brazo, el brazo no volverá a crecer). El tiempo de recuperación varía según el personaje y la gravedad de la herida o lesión. Cuando se trata de balas de plata o fuego pueden morir si las heridas son muy graves.

» Percepción del aura: Habilidad para ver las auras de otros seres, cuyos colores indican su humor, identidad y nivel de hostilidad, de este modo saben si están bajo amenaza. Este poder también les permite reconocer a otros vampiros e identificar a los licántropos gracias a su aura colorada y su característico olor.

» Bloqueo mental: Es la habilidad para bloquear su mente y nadie (ni siquiera los vampiros que leen mentes) pueden saber lo que piensa.

» Persuasión: Habilidad para controlar las acciones o el razonamiento de otra persona. Este poder logra que otras personas realicen acciones, sin que éstas puedan negarse o incluso darse cuenta, mediante palabras con entonación imperativa, es decir, ordenándolas.

» Infligir dolor por medio de la mente: Capacidad que consiste en causar dolor a una persona. Esto sólo funciona por medio de la concentración mental y el contacto visual.

Durante su humanidad, Lysandros fue capaz de vivir lo peor y lo mejor de las sociedades de la época. Durmió en el suelo y sobre sábanas de seda, disfrutó de los exquisitos banquetes y comió las sobras de los esclavos, fue tocado con dulzura y azotado con violencia. Algo que aprendió desde muy joven, es que nada se mantiene igual en el tiempo, todo cambia, quien una vez fue un príncipe puede convertirse en mendigo en poco tiempo, y quien no tiene nada puede conseguirlo todo.

Nació y se crió como esclavo los primeros 12 años de su vida, tiempo en el que conoció el hambre, el frío y la desesperanza, y recibió los más terribles castigos que un niño puede imaginar, desde pasar días sin comer, hasta recibir latigazos y golpes. Posteriormente fue vendido a una compañía de entretenimiento, quienes ofrecían espectáculos a los grandes señores, con ellos al principio no fue más que un obrero, haciendo todo tipo de trabajos pesados,, pero de acuerdo a como fue creciendo aprendió tanto como pudo de aquellos espectáculos, siendo incluído en uno de ellos a los 15 años.

Sólo un año después, atraída por su apariencia juvenil, su marcada fuerza y sus bellos rasgos, una joven y acaudalada viuda lo compró para usarlo para su propio placer, satisfaciendo con él sus más extraños fetiches. De esta mujer no tuvo nada de qué quejarse, comía más y mejor que nunca antes en su vida, dormía en lugares secos y cómodos y, aunque no todas las prácticas que aquella mujer le obligaba a practicar eran de su agrado, se puede decir que fue lo mejor que vivió durante su humanidad. Con aquella mujer vivió 20 años, cometiendo el error de sentirse cómodo en aquella situación, creyendo que duraría para siempre, pero fue así. Se volvió demasiado mayor según los gustos personales de su dueña, siendo desechado, enviado a la calle con nada más que harapos para cubrirse. Y de nuevo sintió hambre.

Sin nada qué comer, sin poder ejercer ningún trabajo, sin siquiera alguien que lo aceptase como esclavo sin tener que pagar una sóla moneda por él, Lysandros pasó unos meses terribles en la calle, mendigando comida, a veces tomando las sobras de los esclavos, durmiendo en el suelo a la intemperie. Pronto estuvo más débil de lo que estuvo nunca, dormía la mayor parte del día pues no tenía la energía suficiente para mantenerse despierto. Hasta que una noche, al quedarse dormido tras varios días sin comer nada en absoluto, lo supo. Su momento había llegado.

Cuando despertó, la transformación ya estaba hecha. Ni siquiera sintió dolor, tan débil estaba, que la inconsciencia era profunda. De nuevo rodeado por sábanas de seda, su Sire era una mujer no muy diferente de su última dueña. Lo usaba para su placer y cumplir cada uno de sus caprichos, era su juguete y su sirviente, no tenía más propósito que complacerla. Pero no volvió a cometer el error de confiarse. Cada moneda que le regalaba, cada prenda que su dueña le ordenaba tirar, cada cosa de valor que en la que aquella mujer perdía interés, todo lo fue acumulando y ocultando en secreto fuera de la vivienda de aquella mujer, de forma que cuando llegara el momento en que ella quisiera deshacerse de él, tendría un seguro, algo con lo que poder sobrevivir.

Con aquella mujer los años se volvieron décadas, y las décadas en siglos. Aprendió por su cuenta lo que ser un vampiro significaba, pues aquella fue incapaz de explicarle nada más que el cambio en su dieta y que debía esconderse del sol a como diera lugar. Más de doscientos años vivió con ella, hasta que fue él quien se cansó de su situación de esclavitud, y acabó con la vida de aquella quien tenía poder sobre él para liberarse. Para entonces ya poseía una pequeña fortuna en su escondite, pero no dejó atrás nada de valor. Estaba determinado a no volver a dormir en el piso frío nunca más.

Desde entonces las cosas no fueron tan malas para Lysandros. Con el dinero “heredado” de su Sire, pudo viajar, educarse e incluso aprender a reproducir su dinero, que no le duraría eternamente. Se hizo con aliados, algunos lo traicionaron, a otros los traicionó, tuvo esclavos de sangre y convirtió a uno que otro humano. Su ambición y su sed de sangre y poder crecían con el tiempo, ganándose enemigos en el camino, al descubrir que había unos “vampiros” más poderosos que otros, una especie diferente, la única raza más fuerte que la suya, y estaba determinado a destruir todo aquello que pudiera destruirlo o usarlo a él.

Los siglos se convirtieron en milenios. El tiempo fluye y cada pieza de su macabro plan pensado hace más de dos mil años comienza a encajar en su lugar. Con el tablero en posición, y su centro situado en París, Lysandros ha llegado a la ciudad con la firme intención de hacer su primer movimiento, el cual desencadenará una guerra como ninguna otra antes vista.