Jakob Stenberg

» Hechicería: Habilidad para hacer que cosas sucedan, ya sean a favor o en contra de alguna persona, por medio de conjuros, hierbas y pociones. Esto incluye altos conocimientos de herbolaria que les permiten hacer también curaciones.

» Percepción del aura: Habilidad para ver las auras de otros seres, cuyos colores indican su humor, identidad y nivel de hostilidad, de este modo saben si están bajo amenaza. Este poder les permite reconocer a licántropos y cambiantes cuando no están transformados e identificar a los vampiros gracias a su aura pálida.

» Premonición: Habilidad para percibir el futuro. En ocasiones solamente se expresa en forma de vagos sueños mientras se duerme, mientras que otras veces es clara y ocurre a voluntad, mientras se está despierto.

» Vigoris: Habilidad para insuflar energías a una persona, ya sea que esté moribunda o débil, traspasándole algo de su energía mediante un conjuro. Se requiere contacto físico y este poder no permite revivir a una persona muerta o evitar que muera si esta gravemente herida.

» Dominación: Capacidad para controlar la voluntad de otro mortal, obligándolo a  hacer cosas sin que pueda evitarlo a pesar de resistirse.

Tendemos a pensar que la vida en tiempos pasados era más sencilla. Muchas veces nos visualizamos en otras épocas, creemos que sería más fácil vivir de esa manera, pero es simplemente una fantasía en la que nos sumergimos para no perder la cabeza con nuestros verdaderos problemas, los que debemos enfrentar a diario. No podemos saberlo a ciencia cierta pues nos es imposible viajar en el tiempo y comprobar la teoría.

Para la familia Stenberg, más que una teoría es una realidad alterna.

Ketil Stenberg, padre de tres hijos, fue alguna vez un valiente militar que luchó bajo el comando de Napoleón Bonaparte en las guerras napoleónicas en favor de los aliados. Su para entonces prometida fue advertida de los efectos de la guerra en un hombre, ella no hizo caso y se casó con él igualmente. Aunque más tarde se arrepentiría de ello.

Trastornado por la guerra, Ketil vivía parcialmente en una fantasía medieval, se veía a sí mismo como un vikingo, y de tal forma crió a único hijo varón. De haber sido sólo su padre, Jakob habría crecido sin creer en la diplomacia o el uso de la comunicación para la resolución de conflictos, y con la mentalidad de que el poder de un hombre radica en las tierras que posee o es capaz de conquistar, en su fuerza física y en su astucia.

Fue gracias a su madre que comprendió desde joven la situación de su padre, y que no todo lo que le inculcaba era correcto. La mujer, aunque enseñaba a su hijo a diferenciar la realidad de la fantasía, era incapaz de contradecir a su marido, pues con el paso del tiempo además de vivir más tiempo en la fantasía que en la realidad, se volvía más violento y agresivo. Pero al menos fue capaz de darle a su hijo algunas herramientas más para defenderse, no sólo en el campo de batalla sino también en la vida, enseñándole en secreto de hechicería y magia.

De esa manera, Jakob vivió durante mucho tiempo en medio de dos realidades totalmente distintas. Una mentira basada en tiempos remotos, y una verdad que resultaba a veces difícil de compaginar con su día a día basado en duros entrenamientos.

Cuando tenía alrededor de 18 años, la locura de su padre llegó a un punto crítico, quizo detenerlo, debió hacerlo, pero era aún muy joven y ni remotamente tan fuerte como su padre como para hacer algo al respecto. Ketil reunió a tantas vecinos como le fue posible, otros hombres que como él participaron en la guerra, y comenzaron a atacar aldeas y condados con la finalidad de apoderarse de las tierras. ¿Su motivo? Decían que era porque como guerreros habían arriesgado todo y el reino los había recompenzado con nada, seguían siendo campesinos sin aspiraciones algunas en la vida, y podía tener algo de verdad, pero la realidad pura y dura era que lo hacían porque podían.

Jakob pensó que aquello duraría poco, que los hombres se retractarían, o que perderían y volverían a sus casas, pero victoria tras victoria, se fueron haciendo más fuertes, hasta que años más tarde un condado finalmente pudo hacerles frente. Como hombre que participó en todas aquellas revueltas, aquello lo frustró, pero como hijo… Casi se sintió aliviado de, quizá, ver una luz al final del túnel. Y justo cuando pensó que se darían por vencidos, recibieron el apoyo del Rey, quien además intercedió por ellos con el Conde que les hacía frente, en pro de conseguir su apoyo y se uniera a su causa, guiándola en el sentido que él deseaba. Al no ser así, el mismo Rey dio su aprobación para que destruyeran el condado a como diera lugar, sin importar quien salía lastimado.

Jakob intentó detener a los hombres, múltiples veces, pero al final no le quedó más opción que dejar de luchar contra la corriente. Si participaba, podría al menos intentar salvar a tantos como le fuera posible. La noche antes del ataque que finalmente destruiría Hedmark, Jakob se infiltró en el territorio enemigo, intentando advertirles, pidiéndoles que dejaran la zona antes del amanecer. Eso casi hace que lo maten, pero al final unos pocos le hicieron caso, al menos enviando fuera a un grupo de mujeres y niños, pero los hombres se quedaron a pelear, y a la mañana siguiente no tuvo más opción que participar en lo que consideró luego una carnicería humana. Con sus poderes intentó ayudar a tantos como pudo, de ambos bandos, pero eran demasiados los heridos.

Para cuando encontró a su padre, quien quedó gravemente herido, su energía era tan baja que no pudo ayudarlo con magia, lo regresó como pudo a casa donde sería tratado, pero de igual forma falleció al poco tiempo. Como líder del batallón que atacó a Hedmark, su padre fue visto desde entonces como un carnicero, un hombre sin principios, un asesino desalmado. Y él, por consecuencia, el heredero del diablo.

Tras la muerte de su padre, tanto él como su madre y hermanas recibieron múltiples amenazas de muerte, fue entonces cuando decidieron migrar, llegando a París donde durante algún tiempo han podido vivir en paz. Sin embargo, sus premoniciones son claras, algo peligroso se acerca, y es seguro que tendrá que ser nuevamente ese guerrero vikingo, sangriento y despiadado que todos creen que es, para proteger a lo que queda de su familia.

Tras lo que ha visto y vivido, tras la forma que todos quienes conocen su pasado lo han tratado, a Jakob no le quedó más opción que comportarse como el asesino despiadado que todos creen que es. Además, tener aún el apoyo del Rey noruego le ha servido para mantener esa fachada.

Cuando llegó a París, al principio intentó mantener ese pasado oculto, pero más temprano que tarde, todos descubrieron su parentesco con Ketil, y comenzaron a temerle y tratarlo como basura. Al apropiarse de sus creencias y hacerlas propias, el temor llevó al respeto, y así al menos dejaron de molestar a su madre y sus hermanas.

Aunque todo empezó como una careta, ha pasado tanto tiempo usándola que a veces se le hace difícil deshacerse de ella. Así pues, a la vista de todos es un hombre despreocupado, peligroso y que sabe que tiene el mundo a sus pies. Presumido y enamorado, pues creen consigue al amor de su vida bajo cada falda que se atraviesa en su camino, cuando la realidad es que solo coquetea con las mujeres siendo incapaz de tocar a ninguna.

Si se tuviera que comparar a Jakob con un animal, sería sin duda con un zorro. El chico es astuto y calculador, y hará lo que sea necesario para mantener segura a su familia. Incluso si para eso tiene que convertirse en lo que más odia.

» A pesar de la apariencia de conquistador que da al mundo, en realidad nunca ha estado íntimamente con una mujer, incluso cuando muchas se ven atraídas hacia él por el peligro que exuda por cada poro. Teniendo a su madre y sus dos hermanas, respeta demasiado a las mujeres.