Emirhan Osman

Como primer hijo de Mehmet Osman, el hombre más poderoso e influyente de todo el imperio otomano, cualquiera en el continente europeo habría supuesto que era el heredero de todas las riquezas y el poder de su padre, pero en su familia así no funcionaban las cosas. Detrás de la fachada ilustre de su apellido, se ocultaban algunos oscuros secretos que Emir descubrió a una edad demasiado temprana. Que el líder de la familia tuviera la potestad de elegir a su heredero, no era secreto, lo realmente oculto era lo que ocurría con el resto de la familia luego de que el líder falleciera y dejaba todo en manos del elegido como sucesor.

Cualquiera de los varones Osman que tomara el lugar de su padre podría condenar al resto de sus hermanos, y sus respectivos hijos, a pasar el resto de sus vidas en los calabozos del castillo como criminales comunes, un método infalible para evitar ser asesinado y que tomaran su lugar. Mientras tanto, el mundo fuera de las paredes del castillo, creía que simplemente eran exiliados del país. Por si eso fuera poco, las esposas y concubinas de los hermanos no tenían un futuro mucho mejor, pues aparte de perder a sus maridos e hijos, pasaban a ser propiedad del líder, pudiendo éste convertirlas en sus concubinas si eso deseaba o exiliarlas sin ningún poder o influencia fuera de las paredes del castillo.

Siendo que su padre tenía seis esposas y cinco hijos varones, tras descubrir cómo era el encierro y que lo había vivido en carne propia a sólo meses de su nacimiento, Emir decidió no tomar nunca una esposa y mucho menos engendrar un hijo, no hasta saber quién sería el heredero. De sus cuatro hermanos, sólo con uno compartía madre, y con él no tenía nada de qué preocuparse, si alguno de ellos fuera el heredero, sabía con certeza que ninguno sería capaz de encerrar al otro, mucho menos de traicionarlo, eran en los otros tres en quienes no confiaba, especialmente por el odio que le tenían a él y sus hermanos completos por el favoritismo que su padre siempre mostró hacia su madre.

Como jóvenes Osman, a pesar de su variada educación, los hijos del líder tenían sólo dos opciones de “oficios” a los cuáles dedicarse si querían ser considerados aptos como herederos: en la política o en la milicia. Emir, a diferencia de todos sus hermanos, tomó el camino de la guerra. Las demás esposas de Mehmet lo decían con frecuencia, había algo oscuro y cruel en la segunda de ellas, algo que había heredado a dos de sus hijos, quienes parecían disfrutar con el dolor de aquellos que se atrevían siquiera a mirarlos mal, pues incluso desde niños, sus venganzas en contra de sus medios hermanos cuando se metían con ellos, eran desproporcionadas. Emir era uno de ellos, cosa que en el campo de batalla le fue de mucha ayuda y le ganó una reputación digna de ser recordada.

Con 24 años, participó en la guerra con la que Grecia pretendió ganar su independencia, la llamada Insurrección Griega, de la que volvió 4 años más tarde como un victorioso general al servicio de su padre. Desde entonces, y dada la paz que se respiraba en el imperio, comenzó también a participar en lo político, innovando con estrategias que hubiera aplicado en el campo de batalla pero en las cortes del imperio, demostrando incluso a los más incrédulos que su reputación no venía de gratis sólo por ser un Osman, sino que se la había ganado a pulso con trabajo, esfuerzo y mucha inteligencia, consiguiendo a su vez el respeto de los más altos cargos políticos del país, incluido su padre aunque éste nunca lo dijera.

En la actualidad, ha descubierto que una de sus hermanas más pequeñas, su hermana favorita, ha aceptado un compromiso en matrimonio con un hombre en quien no confía por más que su padre lo idolatre y trate como su propio hijo. Hay algo en él que sencillamente no le gusta. Por si fuera poco, la pequeña Gevherhan se encuentra sola en París a merced de ese hombre, por lo que ha decidido viajar a la capital francesa a fungir personalmente como chaperón durante lo que dure aquel compromiso, si es que no logra romperlo antes de que lleguen al altar.

Contrario a lo que se pudiera pensar, Emirhan no es un hombre curtido por la guerra, con un carácter endurecido y amargo; todo lo opuesto, es encantador, con frecuencia se le ve sonriente y es respetuoso incluso con los muchos esclavos que sirven en el castillo. A diferencia de sus hermanas, que tenían la vida en libertad asegurada, Emir supo desde muy temprano que no podía tomarla por sentado, pues no sabía si en el futuro terminaría en los calabozos, en peores condiciones que incluso los esclavos. Por ello, porque nunca se sabía las vueltas que daría la vida, intenta llevarse tan bien como es posible con todos a su alrededor. Todos excepto aquellos que se interponen en su camino, claro.

Con sus medio hermanos su relación es complicada pues, aunque intenta llevarse bien con ellos, éstos se lo hacen terriblemente complicado por sus envidias y complots, al punto tal que sabe que si alguno de ellos llega a ser nombrado heredero, al primero que enviarán al encierro será a él.

Es sobreprotector con sus hermanas, especialmente con las más pequeñas y muy específicamente con Gevherhan. Saber que es más que capaz de cuidarse a sí misma no es suficiente, pues al ser tan parecida a él tiene numerosos enemigos incluso entre sus propios hermanos. Hanzade, por otro lado, con su inocencia y falta de interés en todo lo político, es más bien ignorada por todos, por ende no tiene demasiados motivos para preocuparse, excepto del daño que pueda hacerse a sí misma.

A pesar de ser un guerrero, cuando no está en el campo de batalla, llega a ser más bien tranquilo, pacífico y prefiere conciliar antes de generar problemas. Para él la guerra no es más que un medio para conseguir la paz. Con sus enemigos, quienes pueden llegar a cometer el error de considerarlo débil por su forma de ser, es frío, cruel y sanguinario, y no le molesta serlo en absoluto, por el contrario, incluso llega a disfrutarlo.

» Su nombre significa príncipe (emir) soberano (han).
» Su lengua materna es turco otomano pero también sabe francés, inglés, italiano, griego y abjasio-adigué (lengua circasiana).
» Aunque lo oculta bastante bien, sufre de PTSD ocasionado por las guerras en las que ha participado.