Belinay Sadik

Berenike Samaras nació en una pequeña isla griega durante los primeros años de la rebelión contra los otomanos, en el seno de una familia perteneciente a un clan de cazadores. Su entrenamiento inició al cumplir los 7 años, y se suponía que se extendiera durante 10 más antes de poder ser un miembro activo del clan. Sin embargo, cuando tenía 12, su isla se vio afectada al igual que muchas otras por la guerra. Los hombres eran asesinados, las mujeres violadas por los militares enemigos, y los niños enviados a la capital, en donde eran separados nuevamente. Los varones podían convertirse en eunucos o sirvientes de familias de clase alta, mientras las hembras podían ser protegidas de alguna esposa, o simplemente sirvientas, todo a discreción del sultán.

La pequeña Berenike, para aquel entonces, poseía un espíritu guerrero, al punto que fue presentada al sultán atada de manos y pies y con mordaza en la boca, con la simple explicación de que, de otra manera, la niña habría luchado con uñas y dientes para liberarse. El gobernante de aquellas tierras se interesó en su espíritu y conoció posteriormente sus habilidades, con dicho conocimiento supo exactamente qué hacer con ella.

Luego de que su nombre fuera cambiado a uno otomano, Belinay Sadik, fue entregada a una de las hijas menores de uno de los más importantes dirigentes del país, no sólo como doncella, sino también para protegerla. Durante el día, hacía compañía a la niña, quien era solo 3 años menor; mientras que por la noche, su entrenamiento continuaba. Berenike no sería una doncella cualquiera. El padre de la niña conocía de las amenazas que acechaban cuando el sol caía, y deseaba su protección.

Aunque recibió educación, comida y vestimenta, los primeros años fueron muy duros para la pequeña. Servía para proteger a la hija de uno de los hombres que ordenaron el ataque sobre su pueblo, quienes provocaron la muerte de padre, quienes violaron a su madre, y la separaron de su hermano mayor. Sin embargo, con el tiempo, se encariñó con la pequeña niña, se convirtió en una hermana pequeña para ella, y la parte de protegerla se convirtió en algo natural. Nadie tenía que pedirle hacerlo, lo haría incluso si eso le costaba la vida.

En una ocasión, estando por cumplir los 17 años, en una escapada que su joven protegida quiso hacer fuera del castillo, un grupo de hombres la reconocieron e intentaron secuestrarla. Belinay logró interponerse y hacer que la menor huyera, pero lo pagó bastante caro. El grupo de 5 hombres, nada contentos con su intervención, cobraron de ella su frustración. La pequeña “princesa” les habría proporcionado una cuantiosa suma de dinero, lo único que la sirvienta podía darles era satisfacción física, incluso si era forzada. Cuando los guardias lograron salvarla, la niña estaba mal herida y sangrante.

En sus “circunstancias”, lo normal habría sido que la echaran del castillo; sin embargo, ambos padres de la niña le hicieron saber que tenían con ella una deuda que no podrían pagar nunca, y le hicieron una oferta a la que nadie se habría negado: salir del castillo con una pequeña fortuna, lo bastante cuantiosa como para que pudiera establecerse en cualquier parte del mundo como una mujer de clase alta, incluso a su joven edad. Ella se negó. Lo único que deseaba era continuar a lado de su pequeña hermana, incluso si ningún lazo de sangre las unía, era la única persona de quienes le importaban con quien podía estar, y se aferraba a ella.

A la vista de su negativa, la familia le ofreció una segunda opción: podría quedarse sirviendo a la hija menor, e incluso el dinero para cuando quisiera usarlo, pero no tendría el privilegio de un matrimonio arreglado con algún joven otomano de clase alta, pues ninguna familia pudiente aceptaría que su hijo se casara con una mujer que ya no era pura. Belinay aceptó y, aunque ahora contaba con una fortuna digna de una joven heredera, nunca tocó una moneda de ese dinero. Si no podía estar con sus padres o su hermano, protegería a la única persona que siempre fue buena con ella.

Cuando su protegida fue designada como embajadora otomana en Francia, ella por supuesto la acompañó. Fue así como llegó a la capital francesa, en donde en la actualidad lleva un par de meses.

Dejarse engañar por la apariencia dulce, inocente y frágil de Belinay, es el peor error que cualquiera podría cometer si intentase juzgar su carácter y, más aún, sus capacidades, ya que es más que capaz de defenderse a sí misma si se trata de un ataque físico, y si es al menos un justo uno a uno.

Cuando ama a alguien es capaz de todo por esa persona. Antes de ser capturada por los otomanos, esos lugares estaban ocupados por sus padres y su hermano, desde que los perdió a todos, depositó todo su cariño a la única persona que, desde que llegó a la capital del imperio, la ha tratado como una igual, incluso aunque sea su sirviente.

Si no se encuentra en su papel de fiel sirviente, puede ser muy terca. Si cree que el cielo es púrpura, defenderá su posición incluso aunque vea con sus propios ojos que es azul. Le cuesta dar su brazo a torcer en discusiones y mucho más admitir que cometió un error. Incluso cuando lo hace, su manera de disculparse es más con acciones que con palabras.

Es difícil hacerla enojar, se requiere a una persona mucho más terca que ella o una traición incapaz de soportar. En cuyo caso, fuera de un par de gritos, su proceder será dar media vuelta y marcharse para poder estar a solas. Tiende a alejarse de situaciones conflictivas, y luego de calmarse, aunque siga enojada, hará como que no pasó nada, aunque en su interior acumule todos esos malestares. Algo que podría ser contraproducente en el futuro si llega a explotar y soltar todo lo que realmente piensa y siente.

» Conoce de seres sobrenaturales y, aunque su trabajo principal no es como cazadora, en algunas ocasiones ha hecho trabajos de este tipo para su empleador, el padre de aquella a quien considera su hermana.
» Aunque lleva casi la misma cantidad de años hablando turco de los que pasó hablando su idioma natal, usa el griego cuando habla sola. Incluso, cuando está muy enojada, no puede evitar hacer el cambio de una lengua a la otra de forma inconsciente.
» Ha hecho la paz con los otomanos por haberla capturado y por lo que le hicieron a su familia. Aunque en ocasiones todavía siente dolor por las pérdidas que le provocaron, su cariño hacia su protegido es lo bastante fuerte como para mantenerlo a raya por el bien de ella.
» Su protegida es también su hermana, su mejor amiga. Por separado pueden ser un dolor de cabeza para cualquiera que las moleste, pero cuando se juntan... Paz a los restos de quien las cruce. Esto fue así incluso desde la infancia, cuando hacía travesuras a los hermanos y medio hermanos de la menor.
» Conoce a su protegida como a la palma de su mano. Aunque sabe que en sentido contrario no podría ser de igual manera por muchos factores, sigue siendo la persona que más la conoce, incluso con todos los secretos que guarda de ella.
» Cuando tenía 15 años intentó averiguar sobre el paradero de su hermano mayor, lo que le dijeron es que había muerto. La realidad es un poco diferente.