Magia entre la tierra {Kristina}

por **Ignis Lunacy** Sáb Ene 08, 2011 7:33 pm

El hermoso cielo invernal cubre la majestuosa ciudad de París, cada calle, cada callejón es envuelto en su fúnebre obscuridad, sin embargo hay un lugar más sombrío y opaco que todo lo demás. No se trata de un tenebroso bosque o un amargo pantano, este sitio eriza los bellos en tu piel cuando pasas cerca, cuando le miras fijamente y te das cuenta que no estás tan solo como crees ¿Por qué? Simple, los cuerpos que aquí yacen inertes bajo tierra guardan secretos, espíritus, fuerzas inimaginables. Evidentemente me refiero al cementerio. Para cualquier persona ajena a mi puede resultar aterrador, una pesadilla descomunal… ¿Qué hace una mujer allí en medio del camposanto, tan sola, callada y reprimida? Deberá estar loca pues pasan de las 12:30 de la madrugada… A mis ojos, en mi visión eso no importa.

Sujeto entre mis manos una delicada rosa, extraña flor que, tan brillante y hermosa es depositada en una lápida, en la más antigua, en la más alejada de todas. Un horrible mausoleo sin nombre, tan solo con una fecha adoquinada de oro y extravagantes figurillas ¿Qué hago aquí? ¿Por qué ese sepulcro? No lo sé, simplemente me deje llevar por lo que mi corazón sentía. Compungida y terriblemente llena de nostalgia, me atreví a dedicarle uno de mis minutos a ese muerto que en las entrañas de la tierra se podría lentamente. Fue lástima quizá, el ver que cada lápida en ese cementerio tenía el cuidado de las personas que, en vida aún visitan a sus muertos y esa, precisamente esa no tenía ninguna marca, estaba completamente abandonada. La gárgola fuera de ese mausoleo es un ángel con cuerpo de demonio que me mira fijamente a los ojos, me sigue y suspira, trato de ignorarle canturreando una canción de antaño, me deslizo entre las sombras, envuelta en mi capucha negra, sumergida en el sendero que me guía hasta la puerta, sin ver nada más que la rosa postrada entre mis dedos.

Un juego, una risa, el terror. Los latidos de mi corazón se aceleran, no puedo estar simplemente en medio de aquel lugar escuchando las voces de cientos de niños y gritos agonizantes de mujeres estranguladas. El aleteo de los cuervos se siente tan cerca de mi cabeza, me dejo caer acuclillada entre las lápidas, esperando que esas aves del mal desaparezcan más sus invocaciones al demonio siguen allí, su chiflido infernal altera mis sentidos y deseo correr pero ¿A dónde? Estoy atrapada en un mundo que está fuera de mi poder, los gigantes me comienzan a acechar, sus ojos son blancos como la luna y su cuerpo esta tan frío como la piedra. Las espinas de mi rosa comienzan a crecer, sus pétalos se caen y aunque he cerrado los ojos continúo observando que la silueta de una mujer se acerca – No, déjame… ¡Yo no me robe tu rubí! – Exclamé en respuesta a la pregunta que el monstruo me hace con el susurro del viento, él me decía que la única joya en su poder era esa maldita rosa prisionera de mis manos, la misma flor que ahora se consume en cenizas de donde emerge una mariposa violeta. Me besa en la mejilla y se marcha volando, las garras de un árbol la quieren atrapar y es allí donde mi cruzada comienza…

por **Kristina C.Holland** Sáb Ene 08, 2011 7:49 pm

El reloj marcaba la hora mágica,la hora bruja.Caminando por un sendero se encontraba Kristina sin ningun rumbo fijo.Le gustaba contemplar el hermoso cielo oscuro,invernal,que cubría la ciudad de París.Era totalmente relajante para ella estar por aquellos lugares pensando en sus cosas,tal vez recordando alguna que otra poción que había creado con anterioridad.Sus tías le habían enseñado mucho sobre sus poderes y a su edad ya sabía manejarlos a la perfección,no había ningun secreto que la mágia escondiese para ella ¿o sí?.Siguió su camino,a pesar de haber una gran cantidad de árboles aun se podia ver como la luna se escondía entre ellos.Al fin llego a un cementerio,probablemente uno de los mas antiguos de la ciudad,no tenia pensado entrar pero esuchco la voz de alguién a lo lejos,parecía que una mujer estaba hablando con alguien y eso le intrigo demasiado.

Ya había pasado más de media hora desde que Kristina había salido de su casa,recordó que tenía que conseguir algunas plantas para sus pociones.Camino lentamente hacia por donde se habia escuchado la voz de aquella mujer,cada paso que daba se podía percibir el crujido de las ojas bajos sus pies,al ser de noche cada ruido se duplicaba y era mucho más sonoro que de día.Pasaba por los diferentes pasillos que había donde se podian ver gargolas y todo tipo de estatuas,inmoviles pero que parecía que seguían con la mirada a Kristina,eso a ella no le asustaba,De pronto consiguio ver a la propietaria d ela voz que habia escuchado,se acerco a ella más rapido mirandola.

-¿Estas bien?

Le pregunto sin ni siquiera saber quien era,no la conocía de nada aunque era normal hacía poco tiempo que estaba en la ciudad y no conocía a muchas de las personas que vivian allí

por **Ignis Lunacy** Dom Ene 09, 2011 6:12 pm

Los latidos se su corazón se aceleraban a la par en que sus demonios se vestían con la seda de su capucha. Esas infernales criaturas no son como la gente las pinta, no son como los sacerdotes y esas ilustraciones religiosas los hacen ver; para Dementia los demonios que rigen su mundo son pequeños, escuálidos, feos, calvos, ojos saltones, filosas garras, colmillos amarillos, piel áspera, negro color, alas tipo murciélago… Le persiguen, le atormentan y halan sus vestidos para impedir que se escape, chillan con un sonido tan estridente que aturde sus sentidos. Carcajadas sonoras dejan un tétrico eco en las tinieblas, perdiéndose más allá de lo visible. Ojos rojos le acechan, observan cada movimiento que se atreve a ejecutar, son como la llamarada del infierno, are su cuerpo dientes, dolorosamente mortíferos, temibles… Irgue su cuerpo al escuchar la voz de una ninfa, escruta en la obscuridad, alternando la vista desde una silueta angelical hasta la sombra pérfida del abismo. Su respirar es entrecortado, su garganta emite sonidos extraños, pareciera que sus pupilas se saldrán de las orbitas, coloca un dedo en sus labios, mirando fijamente a su ninfa.

-Shhhhh Nos escucharán- Susurra, Dementia esta sumergida en su mundo de fantasía y aunque nadie más pueda ver a los insectos que pretenden lacerar su cuerpo, ella siente las heridas en su piel. La penumbra se apodera de todo lo que puede ver, esta estática siente el temor emerger desde lo más profundo de su interior. Un escalofrío recorre sus entrañas, dejando a su paso esos espasmos, pequeños impulsos donde las voces le dictan una huida inapropiada. En lo alto del cielo la luna pende como un ojo aterrador que observa todo. Para la loca es una ventana a un mundo alterno, un portal que utilizan los dioses para mirar sus actos, aún no sabe por que, ni pretende buscar una respuesta a su persecución, pero esa luna… esa malita luna que se carcajea socarronamente al olfatear el miedo en la humana; siempre le acompaña, la vigila. Su columna vertebral se congela al escuchar su nombre, es un viento tan gélido que provoca un desequilibrio en su frágil estructura, grita con la desesperación marcada en el tono de su voz. Rapidamente, sin pensar si quiera dos veces toma la mano de la luz que encontró en aquel obscuro rincón, arrastrándola por su sendero, a su mundo… Hacia dementia. –Ven, ven… - Esta alterada pero aún así pretende proteger a la ninfa –No debes mirar sus ojos, no escuches sus voces..- Corre hacía un mausoleo con rejas arrumbadas, cristales rotos y piedra caída -Aquí estaremos bien, si aquí estaremos bien- Repite cada frase que sale de sus labios, es la histeria, la paranoia que vive dentro de su cabeza.

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