¿Para mi hay trabajo? [Privado]

La noche se expandía rápidamente por París mientras los últimos rayos del mortal astro se apagaban en el horizonte: era la señal para los seres de la noche. Comenzaba su momento, aunque los humanos no se diesen cuenta se comenzaban a ver rostros en las calles que durante el resto del día se ocultaban en sus hogares, en sus habitaciones selladas, sótanos o en donde se pudiese, que ni un poco de sol les alcanzase.

Como cada noche comenzaba la cacería para aquellos que no habían bebido y el hambre les atacaba. Tanta sangre corriendo en las venas de esos parisianos y la gran cantidad de extranjeros en la ciudad era como una invitación para esos seres.

Kellen lo sabía, es por eso que había acabado comprando aquel local para convertirle en un elegante bar, pero no solo para humanos.

Tenía la idea en su mente, inspirado en un local que estuvo muchísimos años antes en París y que ahora estaba desaparecido, sin embargo no sabía como empezar.

Apenas había anochecido había salido, tanto para inspirarse como para relajarse un poco del ambiente de su hogar, donde al parecer para sus compañeros la presencia de su lobito no era tan agradable. Eso le molestaba un poco, pero no había mucho que pudiese hacer por ellos. No pensaba dejar a Engil tan solo porque ellos se sentían celosos por su atención. Pero era inevitable, no podía dejarle solo.

De alguna forma se sentía algo ahogado, no sentía que fuese el ambiente de su mansión, tampoco era hambre puesto que había comido durante el día una presa que le trajeron sus chicos. Era otra cosa... una ligera sensación de vacío, ya que apesar de que había encontrado emocionante la idea de armar un negocio en primera instancia, luego se había escapado esa emoción siendo reemplazada por una ligera preocupación por no saber por donde empezar.

Hace mucho que no se sentía así, no creía poder recordar otra vez que tuviese esa sensación, sin embargo eso tampoco era interesante.

De pronto todo le comenzaba a parecer aburrido.

Se subió de un salto a un punto de amarre para botes y mientras el viento le movía los cabellos rubios y el abrigo violeta fue que se dio cuenta que había llegado de alguna forma al puerto del Sena. Allí es donde llegaban los barcos que se atrevían a remontarse en las aguas del río para traer más cerca todas las mercancías, sin tener que irlas a buscar en carros hasta Le Havre. No había estado muchas veces por allí, sin embargo siempre era un placer sentarse a observar esas oscuras aguas.

Con un paso delicado hacia el vacío, sus pies tocaron el suelo sentándose sobre ese montículo de piedra donde se amarraban los botes y barcos, perdiendo sus ojos claros en el río decidido a perder un poco de tiempo allí ya que algo le había atraído.

El olor al pescado fresco le indicó que había acabado un día de arduo trabajo para los pescadores que probablemente volvían a casa con el botín, dispuestos a venderlo el día siguiente. Cuanto trabajo, él jamás había hecho nada por el estilo, pero comenzaba a pensar que con su nuevo 'proyecto' si tendría que esforzarse bastante, y no era algo que le agradece del todo.

Un olor peculiar llegó a su pálida y delgada nariz haciéndole girar hacia aquel de expedía tan dulce aroma. Pudo fijarse en la figura esbelta de un joven que llegaba hasta allí quien sabe con que objetivos, mientras no podía evitar admirar sus delicadas facciones. Se veía simplemente encantador.

- Muy buenas noches, Monsieur, es una bella noche para un paseo - le saludó cortésmente, sin dejar de observar esos ojos.

(Perdona la tardanza Dx)