Primeros contactos.

Era medianoche y una ligera llovizna caía sobre París. Una carreta avanzaba con dificultad sobre los caminos embarrados de las afueras de la ciudad. El viaje desde Niza había sido lento, tedioso pero por fin, Ademar, veía su objetivo. Hacía más de tres décadas que el Licántropo no veía la ciudad que le vio nacer y su corazón se aceleró irremediablemente al ver el contorno de algunos edificios.
- Aquí se separan nuestros caminos, amigo. Ha sido un placer compartir el viaje contigo.
Los viajeros se dieron la mano dentro de la carreta. Ademar iba a dejar de darle la mano pero el gitano seguía agarrándolo con fuerza.
- También ha sido un placer para mi, amigo-dijo el gitano con tono sarcástico-. Pero un simple estrechón de manos no va a alimentar a las mulas ni paga la reparación de la rueda.
El gitano le guiñó un ojo con picardía y Ademar no pudo más que soltar una carcajada y darle las últimas monedas que le quedaban. Volvieron a darse la mano, esta vez de forma sincera mientras ambos se reían.
- Hasta siempre.
De un salto salió del carromato en marcha cayendo sobre el suelo embarrado. Ataviado con unas botas altas y cubierto por una gruesa capa se echó la capucha sobre la cabeza para cubrirse de la lluvia. Con paso rápido y decidido se dirigió hacía una carpa iluminada por una pequeña fogata que se veía entre los árboles.
- Espero que me dejen pasar la noche… sino voy a acabar empapado hasta las pelotas- pensó taciturno.
Conforme se acercaba al lugar vio que dentro había varios gitanos que cantaban y bailaban alrededor de la hoguera. El lugar parecía seco, y calido, ajeno a la mala noche que se cernía sobre ellos.
Cuando llegó pararon de cantar y todos se giraron para verle. Un gitano joven y vigoroso se acercó a él con semblante desconfiado pero seguro.
- ¿Quién vaga por la oscuridad en una noche como esta?
Ademar se quitó la capucha e intentó poner la mayor cara de inocente que un tipo de mala vida como él podía poner.
- Buenas noches, amigos. Mi nombre es Ademar y acabo de llegar a la ciudad- se giró y señalo la carreta en la que vino-. El compañero no ha querido parar… sólo busco una amiga de este campamento. Su nombre es Catalina y me han dicho que puedo encontrarla por aquí…

Dejo atrás la frenética y embriagadora ciudad de París, el rey solo hacia tiempo que había dado paso a su amada que en lo alto del cielo alumbrando levemente el camino que la hermosa yegua de la gitana recorría, con fuerza y vigor. Y es que caballo y jineta era una, dos almas unidas por la ansia continua de libertad y rebeldía... dos espíritus jóvenes deseos de gobernar y controlar los incontrolable es decir a ellas mismas.

El porque de aquella prisa acelerada residía en la bolsa ensangrentada que sujetaba la delgada cintura de la morena, la cual comenzaba a mancharse ante el liquido que la misma vertía. Dentro de ella , estaba la cabeza de William hock, uno de los más grandes empresarios de todo parís, que vilmente se encargaba de secuestra pequeños gitanos y gitanas para la prostitución con la que conseguía aumentar con crece los intereses de su fabrica textil. Menudo necio meterse en el territorio de la ladrona, en pleno capitalismo y nadie sabia respetar la propiedad privada..... su pueblo era su sangre y nadie ni ella haría que se derramase ésta.

Su muerte , asesinato muy bien planeado se había producido hace unas horas, sin embargo los perseguidores habían abandonado la búsqueda cuando esta se introdujo en el área de los gitanos y lluvia torrencial hizo imposible vislumbra a la joven a pesar de la blancura de su corcel.

Al final llego a su destino, la carpa de madre Cappi. Al parecer le había llamado por un asunto cuya importancia para la felina era cero, pero la madre debía todos sus respeto y aunque siempre tenían riñas, no habían quien la domase, se tenían un profundo e irrompible cariño.

Su montura traspaso la cara y sus compañeros alegres de jubilo, sin perder de vista recibieron a su líder, a su reina y aunque ella odiase que la tomasen como tal lo era.

-Traigo buenas noticias- dijo aun montada sobre el animal, con aquel aspecto tan salvaje – William ha muerto y nuestros sufrimientos han acabado- victoriosa alzo la bolsa y mostró el rostro horrorizado de la victima. Mientras sus felinas obres recorrían a sus hermanos, inesperadamente se posaron sobre el extranjero, a quien había escuchado antes de su espectáculo decir su nombre- Amiga.... no lo creo pocos tienen ese privilegio y no son en su mayoría hombres- los demás rieron, conocían su temperamento- Explica tu razón si no quiere acabar como nuestro nuevo amigo- movió la cabeza muerta de un lado a otro.

No muy lejos de ahí, alejada de la fiesta estaba madre Cappi observando a la gitana, algo enfadada si la cosa se ponía demasiado negativa para el recién llegado saldría a relajar a esa fiera que tenia como amiga.

Definitivamente había llegado en un mal momento. Lo que había interpretado como una fiesta por los efectos de la lluvia y la poca visibilidad era una arenga de triunfo ante un enemigo vencido.
- Mal momento... - pensó Ademar mientras miraba de arriba a abajo a aquella mujer.
El Licantropo medía casi 1´90 de estatura y la fierecilla que meneaba la cabeza cortada casi no le llegaba a la cintura. Sabía que los gitanos eran una raza fuerte y de caracter pero aquella mujer superaba la media. Por un momento estuvo a punto de soltar una broma pero se mordió la lengua con todas sus fuerzas. Miró arqueando la ceja con picardía la cabeza cortada y luego volvió a mirar a la mujer a los ojos.
- Demasiado tarde... ya he perdido la cabeza por tí nada mas verte, petit- dijo mientras le guiñaba el ojo y le sonreía con picardía.
- ¡¡Maldita sea!! ¿cómo puedo ser tan estúpido? lo he vuelto a hacer... -pensó el Licantropo. Soltar el comentario equivocado en el lugar equivocado en el momento equivocado era su especialidad., por mucho que lo intentase no podía evitarlo.

Y es que todo lo que le falta a la joven de altura lo tenía de mal temperamento e irritabilidad. Y aquel comentario le había molestado con creces y no permitiría que de nuevo se repitiese, ella no era tratado como una femina tonta cualquiera, ella era una guerrera una ladrona o mejor dicho un reina. Bajó de la montura, sin problemas, sin dejar de clavar su mirada en la del lobo, ferozmente al igual que una fiera le advierto, sin pestañear en ningún momento manteniéndose firme y altiva:

-Será mejor que no siga diciendo estupideces sino quieres quedarte sin otra cosa- su mano derecha se mantenía cercana a su arma y estaba dispuesta a sacarla y dar un poco de miedo al recién llegado, pero el preciso instante es que se deslizaba para cogerla ,madre Cappi chilló hablo, con aquella voz tan profunda y noble, característica ya de una anciana.

-Katalina, no seas bruta por un momento este joven, si tanto nos defiendes debe de saber que no es de ningún peligro hace años vivió con nosotros- le explico pausadamente, a decir verdad era la única de toda la región que se atrevía a desafiarle en los momentos mas tensa sin tener miedo a ser golpeada o latigada una de dos.

No dijo nada, simplemente gruño enfadada.

-No me fió en absoluto de éste hombre- decía mientras le rodeaba como una leona esperando atacar de nuevo a su débil presa- Si se queda será responsabilidad tuya, si al amanecer le ha pasado algo malo- en su rostro moreno se pincelo una sonrisa, malvada y casi diabólica- no será culpa miá- dijo con inocencia a pesar de carecer de esa virtud.

Ante la supuesta aceptación de la líder, los demás miembros de la comunidad le acogieron con mayor gratitud , incluso intentaban explicarle que esa conducta agresiva, era algo común en ella y que no debía preocuparse demasiado, sino la molestaba más claro está, con la intención de tranquilizarle un poco.

Mientras tanto katalina, se marchaba hacia su propia carreta junto con su yegua debía cambiarse de ropa sino quería coger un buen resfriado. Antes de entrar ato a esta un poste cercano , dejando que el animal disfrutase de su merecido descanso. Cuando estuvo dentro de su pequeño hogar por así decirlo cambio sus ropas mojadas por otras nuevas. Estas seguían siendo propiamente masculinas: una camisa blanca de manga larga, mas ajustada de los normal, marcando con mas fuerza aquellas curvas tan peligrosas de su cuerpo y un pantalón marrón , como siempre me montura.

Cuando estuvo cambiada salió de su morada, para buscar al extranjero, y divertirse torturandolo.

La reacción de Katalina fue la esperada. Ademar estaba evaluando a la gitana y esta estaba resultando no sólo divertida sino de lo más sensual. Le gustaban las mujeres con carácter y la gitana parecía tenerlo de sobra.
Cuando bajó del caballo y empezó a rodearlo como una felina el Licántropo no pudo evitar sentir un poco de intimidación y respeto por la pendenciera mujer, aunque sabía que sus armas poco podían hacerle. Casi no escuchó las palabras que madre Cappi le decía para tranquilizarla, estaba embriagado ante el olor de la mujer. Estaba seguro que no lo olvidaría nunca.
Una vez que se retiró del escenario se centro en la vieja gitana para darle el trato que se merecía. Se acercó y se arrodillo frente a ella. Con suavidad recogió la cuarteada mano de la mujer y la besó con delicadeza.
- Una mujer fuerte, digna de tu raza- dijo con voz profunda.
- Una mujer a la que no deberías provocar, hijo.
Ademar sonrió y la anciana le revolvió el pelo como si de un niño se tratase.
- Siempre tan travieso… Me alegra volver a verte Ademar. Ya sabes que puedes sentirte como en tu casa. Siempre serás bien recibido entre los míos.
- Lo sé, madre Cappi. Al igual que sé que cada día que pasa estáis más hermosa.
La anciana no pudo evitar soltar una carcajada.
- Siempre tan adulador. Anda, anda deja a esta vieja y ve a disculparte si no quieres despertar esta noche con un cuchillo entre las costillas.
El hombre asintió sincero, volvió a besar las manos de la anciana y se dirigió a la carreta de Catalina. La lluvia parecía que iba a darles algo de tregua y aunque seguía nublado el agua había parado de caer. Dirigiéndose a un árbol situado junto a la carreta se apoyó a esperar la salida de la mujer.
Transcurridos unos minutos la reina gitana salió cambiada de ropa y totalmente seca. Ademar no pudo evitar echar un vistazo a sus botas embarradas y su capa empapada.
- Vaya, ahora si que estáis totalmente en ventaja… -dijo señalando sus ropas y las de ella-. Me gustaría que comenzasemos de nuevo, si os place.
Tras decir esto se inclino frente a ella, haciendo una perfecta reverencia digna de una reina. La ejecución de la reverencia hubiese sido perfecta sino fuese por lo harapiento y sucio de sus ropas.
- Mi Nombre es Ademar de Narbona y me gustaría pedirle mis más sinceras disculpas por mi anterior comentario, grosero y soez.
Aún inclinado por la reverencia alzó la mirada mientras volvía a sonreir con esa sonrisa pícara tan característica.

Al salir de la carreta lo vio ahí, esperando tranquilo apoyado sobre el tronco de un árbol, parecía que se había arrepentido de su estúpido y poco inteligente comentario, y es que aquellos halagos, podían ser útiles para chiquillas embobadas o princesas caprichosas pero no para amazonas, cuyo único amor es el filo hierro de la espada y el placer de la lucha.

Debía de admitir que era un hombre atractivo a pesar de estar completamente sucio. De facciones duras y marcadas que le proporcionaban un aspecto rudo y al mismo tiempo elegante, una mezcla de realeza y descaro bastante explosiva. No dudaba que no le faltarían amantes que deseasen calentar su lecho, en las mas frías noches de invierno. Es mas ya varias de la jóvenes gitanas aun algo inocentes parecían revolotear a su lado como animales en celoso deseosas de algo de atención por parte del misterioso hombre.

Pero no le importaba los mas mínimo su belleza física, sin embargo si poseía ciertas relaciones con las altas esferas, quíen sabe si la ladrona cambiara su látigo por una sonrisa seductora,la noche lo dirá todo , pues tras el triunfo de la gitana se avecinaban una fiesta de locura, de esas que los altos nobles ni siquiera pueden imaginar, en las que todos los pecados toman forma.

Parecía que el hombre no hacia otra cosa que fastidiarlo de todas formas tratar con la fiera no era nada fácil cualquier cosa podía molestarla por no decir todas. Las reverencias las odiaba, signo de prestigio y de humillación femenina.

-”Levanta idiota odio las reverencias, no estas ante una princesa ni una reina sino ante tu igual” - paso a su lado cogiendo de la capa y obligándole a levantarse por el tirón de la ropa. Sería pequeña pero fuerza tenía la suficiente. “Al parecer a la vieja le has caído en gracia no pienses que te vas a librar de mi tan fácil , pienso vigilarte y al menor descuido, zas, ya no habrá más molestias, y ahora vamos la fiesta nos espera.

En cierta medida había aceptado sus disculpas a regañadientes, pero las había aceptado, aunque su formas de expresar no fuese la mas común durante un par de horas podría estar tranquilo.

Esperando a que este le siguiese guió sus pasos hacia la gran fogota que otros muchos habían echo, alrededor de ella a una distancia prudente, se habían colocando varias largas mesas con ricos alimentos y grandes jarras de diversos alcoholes, entre ellos cerveza y vino. En cualquier rincón podías ver apuestas, músicos bailarines o jóvenes consumando su exporadico amor, en aquella noche todo valía.

Cuando llego la fiesta se hizo mas frenética, querían recompensar el sacrificio de la joven y la recién llegada del extraño, al que cientos de jovencillas en edad pueril se abalanzaron sobre el colocándole diversos collares e incluso pañuelos. Katalina se rió ante el espectáculo y prosiguió su camino hasta llegar a la mesa principal, en donde se sentó sobre el tablado cruzando sus piernas , para después agarra un fría jarra de cerveza que bebió con ímpetu.

-Que la fiesta continué hasta al amaneces y que el sol nos pille desnudos- grito fuertemente a su pueblo.

La reverencia no había sido más que otra broma pero la gitana o carecía de sentido del humor o no se molestaba en entender Adhemar. El licántropo se decantó por la segunda opción.
- Ganarse la amistad de esta mujer va a ser todo un reto… no me imagino lo que debe costar ganarse su corazón… -pensó mientras la seguía hasta la fiesta.
Mientras caminaba tras ella no pudo evitar echarle un severo vistazo al cuerpo, el trasero y la forma de andar de Katalina. Su esbelta forma y sus curvas habían causado más de una pelea, estaba seguro, pero su seguridad al andar y su carisma era lo que llamaba la atención del lobo. Sin poder evitarlo inspiró fuertemente para volver a captar el olor de la mujer. Embriagador…
En ese instante entraron en la carpa y algunas jovencitas se acercaron entregándole algunos presentes. Ademar parecía acostumbrado a la situación. Sonreía a las muchachas y tenía una carantoña para cada una de ellas, a una le guiñaba el ojo, a otra le susurraba a algo en el oído, todas se iban riendo y sintiéndose especiales.
Una vez en la mesa principal cogió una silla y se sentó al lado de la mesa donde se había sentado Katalina. Se puso cómodo estirando las piernas y cogiendo un vaso de vino en una mano y una pata de cordero en la otra.
El brindis de la gitana lo cogió de sorpresa mientras mordía la pata de cordero. Alzó la copa y llegó a decir con la boca llena.
- Sin duda brindo por eso!!
- Aunque espero que sea rodeado de mujeres guapas y no de cadáveres… -pensó recordando viejas experiencias de amaneceres desnudos.
La fiesta continuaba y el lobo siguió bebiendo y comiendo, disfrutando del sabor de cada bocado y refrescándose con el vino. Empezaba a sentir los efluvios del alcohol y el olor de la gitana se le hacía cada vez más irresistible. En un momento de tranquilidad en medio de la fiesta aprovechó para hablar un poco con ella.
- Bueno, Katerina ¿se puede saber cual es el motivo de tu estancia en esta ciudad?

Sentada cómodamente, observo por un momento como el hombre mostraba sus habilidades seductoras ante las jóvenes gitanas. Por un momento medito, buscaba recuerdo lejanos en su mente, y ninguno lo mas mínimo se parecía al de la muchachas, ella nunca había sido así y es que igual la imposición de mando y poder no le había emitido disfrutar de los pequeñas placeres de la vida, todo tiene un precio alto que debemos pagar.

Que perspicaz , pensó, sus halagos sus caricias planeadas metidas fríamente , parecían ser naturales parte de el, sin embargo había algo en ese trato tan cordial que llamo la atención de la joven ese tipo de cortejos no eran comunes entre los de las clases bajas... la seducción casi era un arte que se había relegado a la aristocracia. De todas formas dejó aparcado ese pensamiento, hoy no era día de conspiraciones gubernamentales, para ello ya tenía los restantes 364 días del año, hoy quería descansar y divertirse.

Comenzó a comer con ansiedad, algo normal, llevaba días sin probar bocado, aunque la carne no fuese de su gusto los dulces puestos a pocos centímetros de ella habían desaparecido por completo. Devoraba como una leona. Con el estomago lleno y el cuerpo ya caliente el ritmo de la fiesta se la llevo consigo y animadamente comenzó a hablar con sus compañeros cercanos, la gran mayoría de ellos pertenecientes al clan de la joven. Bromas, risas, empujones, e incluso jugaban con cuchillos. La mujer se movía como pez en el agua, y es que allí estaba su familia y los mas importante su hogar.

De repente, uno de los hablantes se cayo, el gran extranjero, al cual varios de los gitanos tenían cierto miedo por su tamaño parecía acercarse hacia el lugar de la ladrona. Los presentes se marcharon , la cosas de la jefa , eran asunto suyo , no tenían que meterse en temas que no les incumbían, así pues lo dejaron solos. Katalina jugaba con su cuchillo, cual gato con su ovillo de lana, parecía ensimismada con el brillo ,cautivada con el filo. Pero a pesar de ello escuchó la pregunta.

-Las preguntas las hago yo- le replico evitando que se metiese en su vida privada y aprovechando la situación para atacar- No siempre ha vivido con gitanos,sino me equivoco- se movió levemente a hasta el, quedando muy cerca, excesivamente cerca-igual debería llamarle- el cortante filo del arma se deslizo por el cuello ajeno, sin hacer ningún daño- lord Ademar- tras pronunciar su nombre, como si aquello fuese un pecado casi irresistible, lanzó el cuchillo que quedo clavado perfectamente en una de las alejadas manzanas del lugar.

Parecía que era hora de que ademar, se sincerase.

Ademar no podía evitar quitar la sonrisa pícara del rostro. Le gustaba esa mujer, era fuerte, enérgica, con caracter, además parecía saber disfrutar de los placeres de la vida. Quizás llegasen a ser buenos amigos después de todo.
El Lobo se puso serio por un momento. Se bebió el vaso de vino que tenía de un sólo trago y luego se volvió a llenar el vaso de una jarra cercana. Para decir lo que le pedía la gitana debía beber un poco más.
- Veo que además de tener caracter sois muy perspicaz...- su mirada se perdió en lontananza mientras daba otro trago de vino-. Procedo de una familia aristocrática, debo reconocerlo. Fui criado entre lujos, lujos y demasiadas normas.
La miró con complicidad cuando dijo la última frase. Sabía por sus formas que a la gitana no debían gustarle demasiado las reglas. Tenían algo en común, por ahora.
- Cuando la presión de mi familia pesó demasiado sobre mis hombros decidí marcharme, sin más.
Estaba dispuesto a confesarle sus motivos pero de ninguna manera iba a decirle lo de la maldición. Aún tenía demasiadas inquietudes y dudas por resolver ante su condición de Licantropo como para hablar de ellos con un desconocido.
- Me marché con una caravana de gitanos que salía de la ciudad. Desde entonces he viajado con los de tu raza recorriendo el Viejo Mundo. Me mantuve informado del estado de mi familia a través de mi tío y ahora he vuelto para reencontrarme con lo que queda de mis raices...
Apuró el vaso de vino de un sólo trago y volvió a llenarlo con la jarra. En silencio siguió bebiendo serio y con la mirada perdida. Parecía que no iba a añadir nada más a su relato.

-Podría hacer una libro con ello- le respondió con malicia- así que buscando su lugar, muy perdido debe de encontrarse para volver de donde huyo,¿ o me equivoco?- una de sus manos agarró el rostro del hombre obligandole a mirarle a sus ojos, negros como el carbón y ardientes como el infierno- y sobre todo soy muy mala. Soltó al hombre y agarró su vaso de vino cual bebió de una tirada.

-Esta perfecto- se relamió los labios lentamente, dándole a estos un brillo embaucador.

Menuda traviesa estaba echa esa gitana, quería molestarle hacerle rabiar , estaba deseosa de discutir pelear y sobretodo apostar, quería despertar sin saberlo a la bestia que el hombre llevaba dentro oculta por vergüenza. Katalina bien sabía por experiencia que no era necesario ser mordido por un vampiro o por un lobo para transformar en una alimaña peligrosa para los demás, en donde la razón pierde el juicio y lleva al vicio.

Hoy la serpiente del paraíso llevaría al pobre iluso Adam a conocer el verdadero infierno quien sabe si después de esta noche Ademar....dejaría parte de el entre las paredes de aquellas carpa.

¡Apostemos!- gritó de repente- necesito algo de riesgo sino acabaré durmiéndome, ésto comienza a ser aburrido.

Adoraba las apuestas casi tanto como las joyas, se volvía loca con ellas y sacaba lo peor e incluso lo mejor de ella para ganarlas. No soportaba perder, y era capaz de cualquier cosa para ganas, no había mora ni ética cuando katalina apostaba.

-Que le parece......´- ladeo su cabeza buscando algo que pudiese darle una pista, y finalmente se fijo en el jarra de vino- ¿A ver quien aguanta mas bebiendo?, espero que no tengas miedo- volvió acercase susurrándole esta vez en el oído- niño de papa.

El último comentario hizo que Ademar estallase en carcajadas. Su risa era sonora. profunda y muy sincera. El viaje desde Niza había sido largo y tedioso pero se estaba sintiendo como en casa. Le encantaban los gitanos. Con ellos podía ser él mismo, disfrutar de los placeres y olvidarse de las estrecheces de la aristocracía y sus prejuicios.
- Tienen tanto que aprender... y lo peor es que se creen que saben- pensó consternado.
Entonces se levantó y alzó su copa.
- Sea, acepto el reto.
De pie junto a Katerina, con sus casi dos metros de estatura y sus cerca de cien kilos parecía que el reto estaba ganado de antemano. Realmente las complexiones de cada uno eran muy diferentes.
- ¿Qué apostamos, petit?- dijo mientras la miraba desde arriba en un intento de intimidar con su cuerpo a la gitana.

Sabía que no diría que no se veía fácilmente que era un hombre de retos, y estaba segura de que estaba acostumbrado al alcohol le había visto beber, y tenía un buen aguante pero lo que el no sabía es que a pesar de sus constitución delgada y femenina, la mujer era digna de ver ala hora de beber,pasaba demasiado tiempo en tabernas de mala muerte intentando obtener información y era una buena moneda de información la bebida. Sabía como beber sin emborracharse lo suficiente, tendría ese mismo cuidado hoy...

-Que narices ¿quieres apostarte? – le dijo ferozmente, que midiese dos metros no le impresionaba lo mas mínimo no era la primera vez que se encontraba con un hombre de tal tamaño y conseguía que perdiese la cabeza, literalmente-Dinero, joyas...o pero aun la dignidad porque después de esto poca te quedará- dejó que el hombre meditase bien que es lo que deseaba, así pues mas tarde volvería a formular la pregunta.

Se alejo del hombre para sentarse en el otro lado de la mesa, cogió una silla cercan que hacia unos poco minutos un joven estaba usando, y se sentó sobre ella, rígida sin vacilaciones algunas. Llamó con una silbido al alguno de sus hermanos y le explico con todo detalle que tarjase, dos grandes garrafas de cerveza, una para ella y la otra para ademar. El gitano sonrió ante aquella petición otra vez, la líder cono ese juegos tan extraños.

-”Bien la regla es la siguiente, beberemos una cantidad de vino y cada determinado periodo de tiempo, cada uno pediría al otro que haga algo, que le permita saber si sigue ebrio o no- se hacía mas interesante se introducían ese apartado , beber por beber le parecía de sucios y poco evolucionados, además se ponía mucho más excitante conforma las pruebas resultaban mas originales y complicadas- Por cierto ¿has pensado ya lo qué quieres?.

En aquel preciso instante llego el gitano con las grandes jarras de cerveza y coloco pesadamente una a cada lado de la mesa.

Ademar no se creía lo que estaba viendo. Aquella pequeña mujer retandolo a un duelo de bebida. Pesaría el doble de ella y se había pasado media vida borracho. Una cosa era tener caracter y fuerza de voluntad y otra luchar contras las limitaciones físicas de uno mismo.
Sonrio divertido y condescendiente mientras pensaba que podría obtener de todo aquello...
- Si te gano seremos socios. Me tratarás como a un hermano e iremos al 50% en cada botín que consigamos.
Su mirada se clavó en la gitana. Por un momento desapareció todo rastro de ironía y picardía mostrandote un nuevo rostro que hasta ahora no habías visto. Parecía que tras la mascara de payaso que hasta ahora había mostrado se escondía un hombre extremadamente inteligente después de todo. Incluso cabía la posibilidad de que fuese un buen socio... La cuestión es que la gitana había lanzado un reto y ahora sería complicado echarse atrás delante de todo su clan.