Verónica Franco

Nombre:
Verónica Franco.


Edad:
19 años.


Especie:
Humana.


Tipo y Nivel Social:
Clase Baja.


Lugar de Origen:
Ámsterdam, Países Bajos.


Descripción Física:
Mide 1, 65. Es muy delgada y grácil, con una elegancia natural muy poco frecuente en las mujeres de su clase. Tiene pechos pequeños y firmes, cintura fina y caderas delicadas. Su piel es de un blanco marfil que se mantiene intacto pese a los muchos deberes que su condición de criada le obliga a realizar al aire libre. Sus ojos son almendrados, de un particular verde jade, cuyo brillo mezcla la inocencia con la astucia a partes iguales. Tiene, también una nariz recta y labios de mediano grosor, de un bonito rosa pálido. Su largo cabello es sedoso y de un rojo obscuro muy intenso; se caracteriza por ser muy moldeable, lo que le permite rizarlo o alisarlo a gusto, según el ánimo y el tiempo que tenga. Sus piernas son largas y atléticas, en tanto que sus manos, aunque desgastadas por el trabajo diario, logran conservar cierto aire propio de las personas que tienen aptitudes para el piano. Su voz es algo ronca, con matices profundos y melodiosos. Para ser una mujer que pertenece a la servidumbre, todo en el cuerpo de la muchacha resuena a elegancia y nobleza.

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Descripción Psicológica:
Es tranquila, optimista y amable. No suele crearse problemas, pero más de una vez, ha recibido algún castigo físico de sus patrones por no saber guardarse sus comentarios. Tiene un carácter firme y decidido y no permite que abusen de ella, ni de personas más desgraciadas que ella. Pese a su conducta afable y, a veces aparentemente despreocupada, es una muchacha extremadamente desconfiada, consciente de que su singular belleza puede ser más un castigo que una bendición; ha comprendido, a fuerza de malas experiencias, que los hombres de clases sociales superiores ven en ella un objeto más que a una persona. Sabe lo que es pasar hambre, frío y soledad, pero no ha permitido que ello arruine su carácter festivo, ni tampoco la ha hecho más dócil ni sumisa. Tiene voluntad, determinación y un intelecto bastante desarrollado lo que le ha permitido resistir los duros embates propios de la vida callejera sin que ella haya hecho daño alguno en su modo de ser o de pensar.


Historia:
Huérfana desde que puede recordarlo, al día de hoy, Verónica no sabe si sus padres han muerto o no. Según lo que le han contado, fue abandonada en el principal orfanato de Ámsterdam –administrado en aquel entonces por las Monjas de la Merced– cuando apenas tenía unos días de nacida.

Lo único que conserva actualmente de su madre es un medallón de oro puro que la Priora le entregó en su décimo cumpleaños. Su acta de nacimiento dice que llegó al mundo un 03 de noviembre, pero ella no puede dar fe de ello, pues Verónica sabía de la costumbre que tenían las monjas de sacar nombres y datos de las sepulturas cercanas al orfanato en el que creció para poder llenar las fichas de inscripción de los huérfanos a su cargo.

A los 10 años, cuando ya no podía vivir de la escasa caridad que el orfanato le podía ofrecer, fue vendida a un burgués que administraba un mercado local en donde Verónica se dedicaba a limpiar frutas, verduras o pescado, según fuera la ocasión. Allí trabajó durante cinco años, con una paga mínima que apenas le alcanzaba para el sustento diario; más de alguna vez tuvo que dormir a la intemperie porque no podía pagar el alojamiento en los establos de la ciudad. Pero fue allí donde aprendió a leer, escribir y lo básico de la aritmética.

Uno de los clientes frecuentes de aquel mercado, un mayordomo entrado en años, que vio el potencial que tenía Verónica, decidió comprar sus servicios para adiestrarla como criada, lo que supuso una mejoría sustancial en sus condiciones de vida. Pasó los tres años siguientes trabajando en la mansión de un conocido Barón, en donde además de mejorar su trato con las personas, pudo mantener el hábito de la lectura, la contabilidad. Logró, en ese entonces, sumar a sus conocimientos el arte de la cocina y del aseo personal. Cuando el mayordomo finalmente murió, dejó una carta de recomendación para Verónica, con la cual la muchacha logró conseguir un puesto como criada en casa de una Dama de Compañía de la mismísima Reina, en donde trabajó con ahínco, voluntad y esfuerzo hasta que se le ofreció la posibilidad de trabajar en el Palacio de Cristal.

Verónica no está segura de nada y tiene muchas dudas al respecto, pero sabe que una oportunidad como aquélla no se volverá a repetir y acepta el puesto vacante. Hace dos semanas que ha llegado al Castillo y aún se encuentra en la fase de aprendizaje del manejo del Palacio. Todo para Verónica es nuevo y emocionante y, aunque aún no ha podido verlos, tiene la secreta esperanza de conocer a los Reyes, aunque sea en la distancia, ya que su humilde posición social jamás le permitiría acercarse a alguno de ellos y mucho menos hablarles. Por ahora, en tanto, está encargada del aseo de los baños reales.

Datos Extra:
Aún conserva el medallón de su madre.

Sabe leer, escribir y desarrollar las cuatro operaciones matemáticas.

Habla bien el francés, además de su idioma natal, pero no sabe escribirlo.

Le encanta bordar.


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