Aromas peligrosos (Stefany)

por Invitado Sáb Ene 29, 2011 12:41 pm

¿Por qué aquellas bellas flores solamente dedicaban su perfume a las almas nocturnas? ¿Por qué ocultaban sus colores a la luz del sol? ¿Qué les hacía vivir en la eterna oscuridad si no era por esconderse de algo? La inmortal caminaba haciéndose estas preguntas, porque, de echo, sentía curiosidad hacia aquellas fases naturales. Agradecía, sin embargo, poder disfrutar del aroma de esas cobardes flores que no dejaban ver a la humanidad su existencia. Sonreía caminando entre ellas, a pasos lentos, con la luna brillando como cada bella noche. Raxa estaba segura de que aquello se debía a algo. Si algo le había enseñado su inmortalidad, era a dudar de todo. Ya ni se fiaba de su propia sombra. Buscaba desesperadamente algo que le devolviera las ganas de luchar y de seguir adelante, mas no encontraba otra cosa que puertas cerradas a todas sus posibilidades e ilusiones. Lo que daría por poder volver a Finlandia… Pero era tan miedica que ese temor le impedía regresar por si se encontraba frente a frente con su… ¿convertidor? Un escalofrío recorrió su espalda, aunque pareciese inverosímil. Respiró una bocanada de aire fresco, libre del estrés del día y cerró los ojos, aspirando también todos aquellos olores que se agrupaban ahora en el interior de sus fosas nasales. Permaneció así, inmóvil, dejando que las sensaciones invadieran su ya cansado cuerpo, con su alma cargada de amargura y soledad, deseando volver a ser Raxa y volver a sentirse viva de nuevo. O no… No. Ser vampiresa le gustaba. Sí, había aprendido a vivir como tal, y ya no tenía a nada ni a nadie esperándola de vuelta. Abrió los ojos y trató de recordar todas las víctimas que habían caído en sus garras, o mejor dicho, en sus colmillos. Fue, lógica y evidentemente, imposible. Aquella no era una vida para vivirla día a día con el Carpe Diem por bandera, porque sencillamente, ahí no había peligro de quedarte sin tiempo. No tenías que preocuparte por el tiempo… Sencillamente porque era lo único que tenían los vampiros.

Volvió a caminar, lentamente por entre las flores y las plantas, escuchando también el ulular del viento y algún búho que hacía acto de presencia. Sonrió involuntariamente y se fijó en todo. Miró y miró, hasta que su mirada se posó sobre algo en concreto, algo que, muy a su pesar, se encontraba presente en aquel bello lugar.

por **Stefany Ane Richards** Sáb Ene 29, 2011 4:39 pm

No comprendía porque me gustaba tanto ese lugar, o sí, era diferente, mostraba paz y tranquilidad algo que yo necesitaba y mucho. Me gustaba observar aquella hermosa luna plena, que hacía una noche brillante y en parte te daba vida.

Las flores y los miles de olores que llegaban a mí, eran dulces, me relajaba cerraba los ojos y inclinaba mi cabeza levemente pensando en todo lo bueno de mi vida, todo lo que aquellos olores me hacían recordar, el campo de Inglaterra donde mis padres tenían la casa, donde mi padre trabajaba y yo imaginaba tener un castillo y ser la reina, aunque en realidad todo estaba verde y mis cabello repleto de flores, aunque esa sensación me gustaba, aunque una de esa parte me recordaba a él, aquellas noche de pasión cuando estábamos viviendo juntos, cuando todo era perfecto y el seguía ahí a mi lado, apoyándome para que cumpliera mis sueños, esperándome cada mañana y cada noche, y sobretodo queriéndome con todo su corazón que ahora no latía ni latiría nunca más, ese sonido que escuchaba cuando me apoyada dulcemente en su pecho y dibujaba corazones hasta que caía en el sueño escuchando su fuerte latir.

Podías observar las miles de estrellas que te hacían soñar que te quedabas mirándolas y te entraba ese dulce sueño, tus parpados peleaban por mantenerse despiertos pero observando aquella maravilla caías en la tentación.

Yo en ese momento estaba tan bien que me senté tranquilamente, escuchando algún grillo, observando las sombras de los pájaros y algún animal que pasaba rápidamente. Suponía que andaba sola como de costumbre, era ya bastante tarde, pero me daba realmente igual que me pasara algo, aquellos pocos años que llevaba no me había sucedido aun nada malo ni lo esperaba. Cogió una flor y la guardó entre las páginas de su cuaderno, poniendo la fecha de ese día.

por Invitado Dom Ene 30, 2011 9:40 am

Era una humana que sencillamente paseaba por allí. Raxa suspiró y se alejó, esperando no tener contacto con ella. Todavía desconfiaba de todo ser viviente y no tan viviente. No sabía qué hacer ahora que tenía compañía. Lo suyo hubiera sido marcharse del lugar, pero a la inmortal bien le hacía falta la tranquilidad del sitio. Se fue hasta detrás de los arbustos y se agachó para acariciar unas flores que era de colores, y que además eran suaves como el terciopelo. Se acercó a olerla y su sorpresa fue que ya había alguien dentro de esa flor. Una abejita salió volando y algo enfadada por la interrupción. Raxa la cogió delicadamente entre sus manos y la llevó al lado de otras flores. Volvió a mirar al cielo. Por enésima vez… ¿Quién era Raxa ahora? No servía de nada lamentarse, pero, ¿acaso tenía otra cosa que hacer? ¿Servía de algo el haberse endurecido si ya no tenía que luchar contra nada? ¿Era factible imaginar volver a su infancia, a aquella noche en la que todo cambió? ¿Qué habría sido de ella si nada hubiera cambiado? Sí, ya habría muerto hacía años, pero aún así, no podía dejar de sentir curiosidad. ¿Se habría casado? ¿Habría sido madre? Oh, Dios… La verdad era que la idea de cargar con un niño en los brazos, nunca fue de su agrado. Eso sí podía agradecerlo. Tanto vivir le había servido para aprender que hasta en las peores situaciones hay cosas buenas, como por ejemplo, ahora sabía cosas que nunca se habría imaginado. Y había ganado experiencia en varios temas. ¿Debería agradecer ser así? Al fin y al cabo no era tan malo ser inmortal. Solamente necesitabas beber sangre algunos días clave para no morir, y ya está. Aprendías a controlar tu sed, como habían hecho tantos otros, y ya no tenías por qué matar a nadie. Sí… aquello había calado hondo en ella, y ya no se preocupaba por el tiempo. Se levantó y se echó el pelo hacia atrás, saliendo de nuevo a campo abierto, caminando sin importarle nada. Se había puesto de buen humor.

por **Stefany Ane Richards** Miér Feb 09, 2011 4:26 pm

Escuchaba pasos, y cerré mi cuaderno al instante estrujándolo contra mi pecho, como de protección, fue rápido y no supe porque. Me levanté, pensaba que estaba sola en el lugar, aunque tampoco era muy extraño que alguien más pasease por aquellos lares. Ella había estado desvelada y no tenía sueño, las pesadillas la atormentaban o el simple echo de encontrarse con aquel muchacho que asesinó a su difunto marido.

Se levantó y caminó, su mano extendida iba tocando las flores y arbustos pequeños que se encontraban por su paso, lento y tranquilo. Olió su mano, era un cumulo de olores pero agradables, cerró los ojos y volvió a oler, todo aquel recuerdo de nuevo inundaba su mente que en ese momento no paraba, aquel castillo, aquel campo y el vestido que tanto le gustaba que su madre cosía por las mañanas y ella ensuciaba estirándose y dejándolo verde del campo donde observaba como su padre trabajaba y ella daba una ayudita donde podía, todos aquellos recuerdos de Inglaterra.

Comencé a caminar no tenía rumbo. La luna bañaba mi delicada piel y yo cerraba los ojos sintiendo como se posaba en mi aquella luz. Tampoco quería irme de aquel hermoso lugar, ya que me dejaba neutra y serena. Alzó la vista y pudo observar a una muchacha que caminaba un poco lejos de ella. Suponiendo que le pasaba algo similar, se limitó a sonreír y observarla, con aquel paso animado que no cesaba, estaba de un humor diferente al de costumbre, ni muy feliz ni deprimida, algo alegre pero serena, como cuando dicen encontrarse en paz.

por Invitado Lun Feb 21, 2011 11:43 am

Mientras caminaba y ese fresco aroma floral llegaba a su nariz, Raxa pudo contemplar la magnífica obra de arte que era el silencio de la noche. Cada vez que parpadeaba era como un nuevo amanecer para ella. ¿Por qué le gustaba tanto aquello? … Sus pasos avanzaban y sus manos seguían acariciando la superficie de los pétalos, sintiéndolos suaves y frescos. De pronto, una presencia llamó su atención. Se detuvo alzando la barbilla y contempló de nuevo la figura de la humana que ya había visto antes. La sintió observándola, y Raxa sonrió por lo bajo. ¿Lo sabría? ¿Sabría quién era? ¿Qué era? Cerró suavemente el puño alrededor de una de las flores y se agachó para olerla, cerrando los ojos al hacerlo. Suspiró y levantó la mirada, dispuesta a avanzar.

Seguramente no entablarían conversación, pero ya era un hecho casi palpable el que se verían de cerca, puesto que Raxa debía seguir aquel recto camino si quería volver a su casa.

por **Stefany Ane Richards** Dom Mar 06, 2011 6:53 am

Bajé aquellas escaleras mirando disimuladamente a la joven que olía cada flor, medio sonreí al verla hacer tales acciones, me hacía gracia digamos. Parecía incomoda, seguramente creería que la estaba siguiendo pero no era así, solo paseaba y mi camino estaba por donde ella dirigía su rumbo. Aspiré esos olores tan agradables otra vez, mi vista se acostumbro a aquella poca luz que había, sólo la claridad que daba la Luna por las noches.

Pasé otra vez mi mano por aquellas flores pero un molesto dolor llegó a mí. Cerré mis labios con fuerza y me miré mi mano, un pequeño corte pero algo profundo se encontraba en la palma de mi mano, pensé que no era nada así que con un pañuelo me envolví la mano con cuidado y miré la flor que había causado aquel corte, era una flor extraña pero hermosa una que nunca había visto, supongo que era especial de París ya que en Inglaterra nunca había encontrado una igual. Tenía unos largos pinchos muy fuertes.

El pañuelo se iba llenando de sangre poco a poco así que me senté y apreté fuerte la herida esperando que cesara.

por Invitado Jue Mar 10, 2011 3:40 pm

Un viento gélido sopló e hizo bailar sus cabellos y ropa cual danza macabra que se baila en el Infierno en el peor día de invierno. Avanzaba a un ritmo quizá algo rápido, ya que iba ligeramente levitando en el aire, sintiéndose como un pájaro en libertad. De pronto, sus pasos se detuvieron en un golpe seco que bien habría podido perforar la tierra que había bajo ellos. Cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás, aspirando el ahora dulce e impregnado de sangre que llegaba hasta ella. Cuando terminó de respirar, bajó la cabeza y abrió la boca y los ojos, ahora con colmillos fuera y un color diferente, respectivamente. Ahora era otra. Otra muy peligrosa que había fijado su mirada fatal en una víctima que le había provocado ese cambio por culpa de su efímera pero suficiente herida…

Levitó de nuevo y poco a poco fue fundiéndose con la noche, hasta casi prácticamente desaparecer. Así, en forma de fría niebla se deslizó suavemente hasta la parte trasera de la muchacha, a varios pasos de distancia, reapareciendo por completo y sonriendo de lado mientras la luz de la luna se reflejaba en sus ojos haciéndolos brillar cual diamante bajo el sol - Buenas noches… - susurró de manera imperceptible, para ella misma, abriéndose paso hacia lo que iba a seguir…

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