¿De paseo? [Charlotte]

por **Ian Lancaster** Sáb Mar 12, 2011 11:34 am

Completa oscuridad en las zonas de París, todo paralizado por el frío. Por el viento y es más, por la gran estampida de agua en forma de lluvia que estaba cayendo ese día. Una noche lúgubre hayá donde se fuera, ni alma por la calle, nadie había aquel día. Era una noche perfecta para salir y hacer locuras, por lo que terminando mi copa de vino, y leyendo mi libro, me apresuré para vestirme. Mis típicos zapatos negros y una camisa blanca con mis pantalones negros ajustados, nada más, ya que no tendría frío, me era imposible tener esa sensación.

Salí de mi mansión, a lo que me subí a los tejados de todas las casas, corriendo y saltando una por una, era la primera vez que sentía libertad y no ser visto. Hasta que llegué a una zona abandonada... No sabía de que se trataba, pero estaba un tanto en ruinas. Me apresuré para acercarme a aquella zona y allí se encontraba una gran casa en ruinas. Me quedé en frente de la puerta de aquella casa, podría ser un buen momento de aventurarme a hacer algo diferente en la vida, por lo que me adentré en aquella casa. Las puertas chirriaban al entrar. Yo por lo pronto, estaba totalmente empapado por la gran fuerte lluvia. Las gotas caían de mi barbilla, y mi espalda, estaba calado hasta los huesos, pero como era de obviar, un vampiro no sentía frío, por lo que yo tampoco.

La casa estaba llena de polvo, nada más entrar había varios sofás y un minibar a la derecha, después se encontraban unas escaleras y varios pasillos. Yo me acerqué al minibar a mirar las botellas, algunas estaban a medias, y otras llenas. No sabía el porqué aquella casa estaba abandonada, ya que parecía lujosa y bien hecha. No obstante, escuché varios sonidos fuera de la casa, me alerté corriendo a ponerme detrás de la puerta, para que cuando la persona abriera no me viera y cogerla por sorpresa. La puerta, comenzaba a abrirse...

por Invitado Dom Mar 27, 2011 11:53 am

Una oscura y rápida sombra cortaba la espesura de los bosques. Su pelaje, suave y espeso, pesaba ahora demasiado a causa de la lluvia, pero este no era un impedimento para recorrer como una exhalación la distancia desde el centro del bosque hasta su refugio secreto en la zona más alejada de París. En ella se encontraban decenas de casas abandonadas, algunas en peor estado que otras, pero había una en particular que ella recordaba muy bien. Cien años atrás esa había sido una de las más prestigiosas mansiones de la ciudad, una de las familias más apoderadas de todo París vivía en ella, pero como todo lo que sube tiene que bajar, esa familia tocó fondo de forma estrepitosa teniendo que huir de allí. Desde entonces aquella mansión había quedado dejada a su suerte, siendo foco de asaltos y demás pillajes hasta quedar en el estado actual. Ella sabía de la historia, se la habían contado y ahora ese era su refugio privado en el cual tenía de todo lo necesario para cuando buscaba alejarse del tumulto del centro de París.

Aquella sombra negra se detuvo alerta tras detectar el inconfundible aroma de un vampiro en las inmediaciones de la mansión. Se escondió tras unos arbustos, dejando solo a la vista sus brillantes iris azules semejantes a cristales celestes en medio de esa oscuridad. Pudo verlo entrar movido por su curiosidad al interior de la casa. No emitió sonido alguno y avanzó rápidamente hacia un lateral de la casa. Podía escuchar sus pasos en el interior gracias a la agudeza de su oído pero la lluvia jugaba en su contra y no pudo evitar que el sonido de sus patas produjera el ruido sordo del chapoteo al moverse por los charcos. Sabía que el vampiro la había escuchado, por lo cual solo contaba con el factor sorpresa.

Para su suerte detectó a un zorro por las proximidades y aprovechó para llamarlo mentalmente. Una vez lo tuvo enfrente de ella le dio la orden de que entrara a la casa por la puerta lateral que se había quedado entreabierta tras la entrada del vampiro. Mientras tanto ella avanzó hasta la entrada trasera, entrando por ahí en el más absoluto de los silencios, adoptando de nuevo su figura humana, secándose y poniéndose las ropas que tenía a mano, previamente dispuestas. Siempre se aseguraba de tener ropa en cada una de las entradas y en ese momento agradeció su previsión por lo que cubriéndose con un liviano vestido blanco con detalles dorados, sencillo a la par que elegante que se amoldaba a cada una de sus curvas, estilizando su cuerpo y realzando el color de sus ojos, avanzó descalza hacia la sala. No tardó en escuchar los ruidos que denotaban el intento del vampiro por sorprender al animal mientras ella observaba la escena con gesto serio apoyada en el umbral de una de las puertas que daban a la entrada principal.

– Vaya, vaya, vaya… veo que tenemos un intruso… - Su voz aterciopelada se escuchó nítidamente como reclamo de atención para el vampiro contrastando con el brillo salvaje que caracterizaba su mirada intensificado por el trasluz de la noche que se colaba por las ventanas. – Y no va por el zorro precisamente.

Cruzó sus brazos ante el pecho, alzando una ceja en espera de su respuesta. Para ella aquello era poco menos que una invasión del espacio personal. Esa mansión era su territorio y el vampiro un allanador que o tenía una buena razón o ella misma se encargaría de despachar.

OFF: Siento el retraso, pero mi tiempo últimamente es muy limitado. Espero que te guste el post.

por **Ian Lancaster** Lun Mar 28, 2011 5:21 am

El vampiro respiraba de manera lenta y entrecortada para no dar lugar a que me encontraba en aquel lugar, y cuando la puerta se abrió, el vampiro sacó los colmillos en señal de próximo ataque. Ian pensaba que su cena estaba por llegar, pero anteriorme había escuchado pisadas fuera, intentó localizar el aroma, pero le era imposible, la lluvia cortaba mi intento de acecho y conocimiento sobre la persona que estaba buscando, pero quien sabía, quizás no era ni siquiera una persona y era un animal del frondoso bosque que ya había cruzado con anterioridad. Las gotas caían poco a poco de su pelo al suelo, al igual que las de su barbilla y otras articulaciones, ni siquiera le había dado tiempo a secarse un poco, pero le era igual, la cena, estaba aproximándose por la puerta cuando vió asomarse a un pequeño zorro, éste olió su aroma para conocer si era un cambia formas o alguna criatura extraña, pero no, era un zorro normal, un animal sin más, hasta que... desde el umbral de una de las puertas que llegaba al salón en el que me encontraba se hallaba una muchacha con un vestido, que mas bien parecía incluso un camisón, bastante ajustado observando unos brillantes ojos azules cristalinos, eran unos ojos poco comunes en personas, pues era un tanto... diferente al del resto de personas que tenían los ojos azules, como los de Ian, que así los tenía, pero ni por asomo podía compararse al color de la muchacha. Al parecer, le había pillado por sorpresa por lo que Ian dejó su posición de sigilo y se erguió mirando a la muchacha con una ceja levantada escuchando su comentario, éste rió. Y rió porque al parecer, ella no contaba consu factor sorpresa, y es que el vampiro, no era enabsoluto estúpido y se dejaría encontrar así como así, por lo que un destello apareció detrás de la muchacha en forma de vampiro con los colmillos por fuera de los labios. La persona que había en la puerta principal, era una ilusión creada por el vampiro para el desconcierto y la distracción que se hacía para la caza del vampiro, éste se acercó a su oído y susurró -¿Quién dice que no es usted la intrusa?- Dice alzando una ceja y comenzando a caminar para agarra una de las botellas que había en el minibar. Lo cierto es que en esa ocasión, Ian pretendía golpearla o atacarla, pero lo cierto es que le había parecido divertida la forma de encontrarse, ella intentando sorprenderle... resultado nefasto ya que la cazadora, fué cazada. Ian cogió una botella de Whiskey, dándole un trago y relamiéndose después -Mmm Sabroso, pero me pregunto como de deliciosa puede ser la sangre de un cambia formas...- Dice con una sonrisa maliciosa en su rostro, sentándose en un sofá de una sola plaza para cruzar sus piernas y llevarse una mano a su mentón como pensativo, mirándola a los ojos, esos brillantes ojos...

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