|| Ligeia Veermer ||

por **Ligeia Veermer** Lun Mar 14, 2011 2:01 pm

Nombre del Personaje:
Ligeia Morella Veermer

Edad:
312 años, aparenta 23

-Especie:
Vampiro

Tipo y Nivel Social:
Nivel Alto

Sexualidad:
Bisexual

Lugar de Origen:
Holanda

Feche de Muerte:
1511

Habilidad/Poder:
Volar (planear, levitar): Habilidad para alzarse desde el suelo, para navegar las corrientes de aire o volar por propia cuenta a través del aire.
Telepatía: Habilidad para comunicarse mentalmente con otros, rompiendo las barreras de la distancia. Leer las mentes de los demás.

Descripción Física:
Siendo humana Ligeia tenía un rostro agradable, aunque anodino, nadie recordaría al cabo de varias semanas su cara. En cambio, al ser vampira su rostro se volvió pálido y suave, como el mármol pulido, como cualquier vampiro. Sus ojos, antes de un gris apagado, se volvieron de azul cielo, su cabello se oscureció, tomando una leve coloración acaramelada. Resumiendo, su apariencia cobró un aspecto más agresivo y sensual.
En un principio Ligeia vestía de manera simple, no era amiga de los complementos, se podría decir, mas la amistad, el apego y el contacto largo con personas elegantes la han vuelto una extravagante de la moda, tal vez una moda demasiado oscura y sombría.
Tiene un cuerpo bien estructurado con un escote que siempre logra llamar la atención por donde quiera que pase.

Descripción Psicológica:
Cruel, insatisfecha siempre, las personas que la conocen siempre intentan buscar un porqué a su forma de ser, mas ella es simple, es así ya está. Es agresiva, directa, no se anda con rodeos.
No es sentimental, pero si demasiado apasionada, cuando ve algo que quiere lo consigue como sea. No cree en nada, tan sólo en beber sangre para seguir viviendo cada día. En el fondo de su corazón espera a esa persona que la llene por completo y la haga ser una vampira distinta, al no tener esperanzas cae en su propia oscuridad.

Historia:
Esta es mi historia y quiero contarla tal y como recuerdo, a pesar de que el tiempo las haya roto como el papiro ante el fuego.
Nací en los Países Bajos, no llego a recordar en qué época, quizás en invierno u otoño, sólo se con seguridad que mis padres eran pobres, que siempre me habían tratado con amor y a la vez cierta frialdad. No tenía ninguna particularidad, ni física ni mental ni personal, era como cualquier chica, anodina. Cierto era que era una persona silenciosa y pasiva, por ello siempre tuve de mi parte el aprecio y simpatía de mis mayores.
Vivíamos en una sucia calle de nuestra cuidad, mi padre era carnicero y mi madre a veces trabajaba limpiando casas, amamantando a niños de mujeres acaudaladas y alguna que otra vez fue forzada por propia voluntad a realizar trabajos mas sucios que esos…. mi padre nada sabía de ello. Tenía cuatro hermanos mayores que yo, dos casados y otro chico que sentía especial fascinación por hacerme la vida imposible. Nuestra casa era pequeña y sucia, como el lugar donde estaba hecha, mas era un lugar hogareño, con su fuego encendido, siempre olía a humo, el humo es un olor que siempre está guardado en mi memoria.
Cierto día se presentó un caballero anciano ante nuestras puertas, mi primera impresión fue el miedo, fuera quizás intuición ¿Qué hacia ese señor en nuestra casa? ¿Y porqué me miraba de aquella manera? Mis padres nos pidieron a mi y mi hermano que saliésemos del cuarto, pero yo no pude aguantar y pegué el oído a la fina puerta de madera.
- He observado a vuestra hija, y me atrevo a deciros, señores Voight, que no duda en querer honrar a vuestra hija, también me atreveré a deciros que tal y como están vuestros asuntos, nadie como yo querrá contraer matrimonio con vuestra hija….

Tal temor me invadió el cuerpo que caí hacia atrás y salí de esa casa como alma que lleva el diablo. Yo sólo contaba con 13 años, era completamente inocente y jamás en mi vida se me hubiese pasado por la cabeza el querer casarme, y menos aún con un hombre que me superaba la edad en 50 años. Las fantasías de una jovencita de mi edad eran otras, conocer a un chico guapo, fuerte, divertido, incluso tímido, con dinero… y ahora mi vida iba a estar ligada a un hombre que ni conocía, que con seguridad me hubiese espiado y seguido en secreto.
Tal y como siguen el curso miles de vida desgraciadas, pocos meses después me casaron con aquel hombre de apellido Veermer, que era lo único que yo conocía de el. La separación de mis padres y hermanos fue dolorosa mas en esa época y aún todavía aquello era común para todos, el hombre trabajaba, se casaba tenía hijos y su mujer los cuidaba; la mujer se casaba y tenía que hacer todo lo que el hombre le pedía, sólo algunas encontraban realmente el amor y la conexión con su marido. Después de tantos sueños pueriles de una muchacha inocente, me vi lejos de mi hogar, cerca de Alemania, compartiendo la vida y la pena con mi marido, un marido egoísta, machista y cansado de la vida, toda esa frustración la pagaba conmigo cada día. El quería un hijo, una mujer que supiese realizar todas las tareas del hogar y sólo conseguía silencio y miradas sumisas por mi parte, porque de lo otro nada tenía.
Mi vida cambió el día en que recibimos una carta de una misteriosa mujer llamaba Ishtar. Se me olvidó decir que mi marido era un afamado modista y vivíamos holgadamente, con abundante comida y comodidades. Esa mujer, me dijo, era una bella y atrayente princesa del este, todos los hombres estaban enamorados de ella mas nadie conseguía interesarla en absoluto. Ante semejante descripción llegué a sentirme empequeñecida y miedosa, temiendo ser torpe e insignificante en su castillo.
Yo ya adoraba en secreto a esa mujer tan magnífica que me describían todos cuando nos montamos en un carro y fuimos de viaje a su castillo, a complacerla. El camino se hizo largo y cansado pero mi curiosidad iba en aumento. Aquella mujer vivía en un oscuro castillo de piedras negras pero a mi se me antojó como el de un cuento de hadas. Cuando tuve a la anfitriona ante mis ojos me quedé embaucada, con los ojos abiertos como platos, sin saber que decir. Era alta, de cuerpo imponente y potente, su piel era la más blanca y suave de todas cuando había visto en mi vida, su cabello era mas oscuro que la noche, liso y abundante hasta mas allá de su espalda, ojos bellos y oscuros con brillos metálicos, y sus labios…. ¿se podían tener así de sensuales y carnosos, perfectos? Minutos después pude darme cuenta de que esa mujer me había encantado, simplemente y para siempre.
Todas esas emociones y sensaciones se intensificaron cuando, cenando todos juntos, podía observarla cuidadosamente, sus gestos, sus sonrisas, también pude percatarme de su leve locura y bipolaridad. Os juro, mientras escribo este documento, que en toda la historia he sentido semejante sensación en mi pecho, por desgracia los recuerdos de la vida humana se pierden pues aunque sean mas insignificantes, los de la vida eterna son mucho mas intensos siempre.
¿Cuándo empecé y saber que yo para ella no era una mera esposa insignificante?, no lo recuerdo, no era algo en concreto, simplemente un día nos encontramos en un balcón bajo la luz de la Luna y hablamos, y hablamos, y hablamos. Nunca ocurrieron estos encuentros a plena luz del Sol, la dama parecía tener una alergia extraña al astro rey y no soportaba la claridad. Digo que yo no tuve plena conciencia de lo que ella pudiese sentir hacia mi, yo no quería pesar nada, tan sólo deseaba que el Sol se ocultase y poder hablar con ella hasta que volviese la luz del Sol. Mi marido era consciente de estos encuentros mas no veía mal en ello, tan corto de miras era y tan chocho que se encontraba ya. El día que supe que Ishtar sentía algún tipo de atracción por mi fue cuando mi esposo terminó su trabajo como modista de ella, pero por alguna razón, la mujer no quería que aún nos fuésemos, y mientras decía esto me miró con ese gesto suyo tan pétreo, ese rostro tan verdaderamente sobrenatural, y sin malograr su personalidad divertida, culta y apasionada. Ella estaba totalmente loca y en su locura yo había visto la llama que a mí siempre me había faltado. La necesitaba, mas que a nadie en el mundo, sabía que si ella desaparecía de mi vida yo me desvanecería como el humo.
Toda esa noche estuve despierta, pero una llamada en la noche hizo que, sin darme cuenta, me levantara de la cama enorme y recorriera los pasillos hasta la habitación de Ishtar. Ella me llamaba, me esperaba, no sabía como lo había conseguido y no quería preguntármelo, tan sólo me dejaba llevar. Fue cuando me senté a su lado y me besó los labios dulcemente, fue en ese momento, no luego, cuando viví por primera vez. No dejo de recordar que yo era en ese tiempo una muchacha inocente, hacia 10 años que me había casado con mi marido, no era tonta, pero este tipo de relaciones me eran desconocidas, desconocidas, extrañas y placenteras, ella era el cielo y a el me llevaba cada noche, sólo las dos.
Tan encandilada y enamorada estaba que no veía o no quería ver mi evidente debilidad, mi nueva palidez, las fuerzas que me abandonaban cada día y que sólo recuperaba tras un día largo de descanso, fuerza que me volvía a abandonar tras una noche de pasión y amor con Ishtar. Una de esas noches ella me hablo bajo al oído.
- He llegado a amarte, Ligeia Veermer, como a nadie desde hace tantos, tantos años… y por ello yo te doy la vida eterna, junto a mi… ¿la deseas?

¿Cómo negarme ante aquella preposición de semejante mujer sobrenatural? Porque oh si, claro que yo sabía que ella no era como todos nosotros, pero no sabia lo que realmente era, y por eso me callaba y me dejaba llevar. Si, si, si, mil veces si afirme querer vivir para siempre con ella y por ella.
Este momento lo recuerdo claramente, Ishtar me miraba fijamente, me acarició la piel desnuda, desde la mejilla, pasando por mi cuello, mis pechos hasta mi costado, mientras que con la otra mano me sujetaba con fuerza la nuca, entonces su cara se desfiguró y fue semejante a la de una fiera, y yo, esperando sentir dolor, sentí placer infinito, muerte y placer, la combinación mas fascinante que se puede tener dentro de un cuerpo humano.
Vive, vive, me decía ella, sigue el sonido, pero yo me moría… hasta que sentí un líquido caliente en mis labios, y yo abrí la boca y me pegué a aquello de lo que emanaba la sangre. Bebe y vive para siempre, oía yo. Finalmente abrí los ojos en un nuevo despertar, el cuerpo me dolía, sentía cosas retorcerse dentro de mi, mas ¿tan maravilloso era el mundo? Nuevos colores, la brisa… la cara de Ishtar.
- Levántate, muere de nuevo, y luego bebe vida, y vive.
Eso me dijo ella, tomándome de la mano y llevándome a mis aposentos, allí mi marido dormía plácidamente, pero yo ahora le miraba con otros ojos, la garganta me ardía, necesitaba algo.
- Bebe Ligeia, es lo que deseas…
Yo la miré asustada, ¿tenia que hacer eso? Ah no, no pensaba ya, tenía los dientes en su cuello, y chupaba y lamía la sangre, gimiendo de placer, llena de vida. Allí mismo Ishtar y yo hicimos el amor. De este periodo nuevo de mi vida no tengo mucho mas que comentar, mataba cada noche y compartía con ella toda mi vida, felices y juntas siempre, pero pasaron los años y ella ya estaba cansada de aquel lugar, también veía en sus ojos miedo ¿de qué? Nunca lo supe, pero siempre tuve la sospecha de que alguien o algo la buscaban.
Finalmente decidimos irnos al nuevo mundo, a las Américas. Allí, gracias al dinero de mi amada pudimos comprar unas tierras y hacer cultivos gracias a nuestros esclavos. Decidimos llamar a nuestra casa “De Vleermuis”, el murciélago en holandés. En 1622 recibimos la visita de la condesa Elisabeth, una vampira cruel y sanguinaria, sin duda encantadora y bella como la que más. Con ella también venía un vampiro, Viktor, un hombre sin duda tan encantador y tractivo como Elisabeth. Este soplo de aire nuevo giró mi vida al completo, yo sabía que quería a Ishtar, pero con los años me daba cuenta de que lo que parecía un enamoramiento era en realidad curiosidad.
Ishtar era una criatura independiente y solitaria, desesperada en el fondo de su corazón, deseosa de cambios, y eso yo ya no podía dárselo. Una noche me desperté, dentro de mi ataúd, y ella ya no estaba, me había abandonado sin remordimiento alguno. La rabia me subía por la garganta como la hiel, ya estaba envenenada de ira, abría los ojos de nuevo y me transformaba en otro tipo de persona. Furiosa, me abandoné a las acciones de mis compañeros vampiro, mataba sin parar a todos los esclavos, diez en una noche al menos, me abandonaba a las orgías de placer de Elisabeth y Viktor, sin parar, probando todo tipo de cosas nuevas cada día.
Si… me había vuelto una persona fría, cruel, sin ningún tipo de pudor, éramos tres personas perdidas, sin moral ni ética, por ello no pudimos convivir por mucho tiempo juntos. Cien años de mi vida con Ishtar, ochenta años de mi vida con Elisabeth y Viktor.
Pasados los doscientos años huí y quise conocer el mundo entero, 109 años han pasado desde aquellos sucesos, y hoy, comienzos de esta época Victoriana permanezco en estos momentos escribiendo bajo la luz de una vela, con ropas nuevas, dos personas se hayan tumbadas bajo mis pies, desangradas, ya muertas. Me siento sola, y me lo merezco, he matado, diría que asesinado, mutilado, torturado, soy mala.

Datos Extras:
Le gusta la ropa oscura y provocativa.
Siente fascinación y temor por el fuego.

por Invitado Mar Mar 15, 2011 11:49 pm

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