Si ves la muerte, es porque te has vistoa ti mismo

Diálogo

-Y bien?... deja de mirarte al espejo, ¿Que no entiendes que por más que le veas siempre serás lo mismo?, entiende de una buena vez que lo que has sido de niño lo seguiras siendo siempre hasta el fin de tus días, basta ya de melancolías... ya es tarde, solo mírate!... dime... que vez?, atrevete a decir que no es el mismo rostro que le ha fallado a tantos, o es el mismo que una vez prometió tanto y no pudo cumplir nada.

Se miró al espejo, un espejo roto a un costado, gris del polvo que le había marchitado durante tantos años, y machas que le salpicaban las esquinas dandole un aspecto trizte y desalentador, tanto como lo había sido el dueño del lugar un anciano de pocas canas en su cabeza no porque los años no hubiesen querido aparecer sobre el, si no porque sus cabellos se habían caido de las mismas formas en que sus ánimos iban en declibe año tras año, instante tras instante... el resonar del reloj.. tic,tac,tic,tac... siempre le acompañaba en la cocina, su único lugar de tranquilidad, donde solía pasar las tardes sumido entre recuerdos de algo que nunca sucedió, pero que en su mente se movía como faroles fugaces y centellas que custodiaban con recelo la puerta a la realidad, la cuál los centinelas no permitían abrir por miedo a que el bello sueño se acabece... pero, como una vez había leido el abuelo entre viejos libros, "es mejor caer en cuenta en el mismo instante en que se presenta el dolor ante tus ojos... que esperar a que tu carne muera consumada entre la mentira, una mentira que las oscuras aguas de tus ojos han creado para morir en ellas con gusto complaciente y agonizante". Si, el anciano había muerto en la cocina... entre un trozo de pan y su café aguado que deves en cuando podía preparar, cuando el poco dinero que conseguía se lo permitían, había muerto en el piso, una noche de enero, una noche luego de que el despertar de las alegres melodías dieran a conocer la llegada de un nuevo año, y... sin saberlo, tambien el cumpleaños del viejo, quien muere con una sonrisa entre los labios una que aun no logro comprender... vivir tan alegre entre tanta miseria.

-Sí... me veo, el mismo rostro maltratado de siempre, el viejo rostro familiar y conocido que me ha acompañado durante estos largos años de mi vida, que ha soportado las tormentas y ventiscas que le han azotado entre las bancas del parque en el que solía dormir... El... mismo... de siempre... el que nunca cambia, el que se mantiene, el rostro que le ha fallado a tantos, y...

Se volteó para poder verle la cara, una cara amiga que le había servido de apoyo entre sollosos cuando más lo necesitava, cuando en verdad le habían hecho falta las fuerzas necesarias para sobrevivir... ese tormento de andar solo y hundido en el fango hasta la cabeza... entre problemas y pleitos. Recordé entonces... cuando todos eramos jovenes, cuando eramos niños, vi pasar los mejroes momentos de mi vida, cuando tenía todo, cuando no tenía nada, cuando no necesitava de nada para ser feliz... pero... me faltava tan poco para entrar en colapso, recordar esas cosas me hacían pensar en todo el tiempo que había derrochado y dedicado a ocaciones y situaciones inservibles que no llevarían a ningun lado y me lamenté por lo que deje de hacer, y más aun... por lo que dejaría pasar por miedos absurdos, por miedo a que todo marchara tan bien que un día desprevenido todo se me viniese encima...
De nuevo... el reloj sonaba, cortando la sangre del que había visto su aterrador reflejo ante el espejo, haciendo que el escalosfríos le calara hasta la medula y frío helado pasara desapersivido aferrandose a las paderes demacradas de la habitación.
Le miró durante instantes que parecierons er siglos de silencio, como se había empezado a desmoronar la pared de hierro que sehabían montado unos a otros, sin atreverse a decir lo que pensaban.. o sentian... tal vez por miedo, pero todos sabíamos porque era... no queríamos desinhibir nuestros pesares en lo que parecía sería nuestro lecho de muerte.