Tiempo de ocio (Aimee Windsor)

por **Argus Di Sforza** Lun Mayo 02, 2011 11:25 am

Ese día estaba especialmente asqueado, en lo que terminó la tarde salí con rapidez del féretro, si, dormía en un féretro ya que eran no me hacían ni gracia ni me eran importantes las cosas costosas ni lujosas pero si tenía varias casas en distintos países debido a los años que ya había vivido.

Caminé a rápida velocidad sin rumbo fijo, solo quería estar lejos de todos y de todo sin una molestia, sin nadie que comenzara a preguntar estupideces o que se creyera perfectamente lista como para creer conocer todo acerca sobre mi especie. Era vampiro hace ya tantos siglos y no eran demasiados los vampiros tan antiguos que conocía pero sabía que a alguien tenía que encontrar…a alguien tenía que conocer.

Avancé hasta el jardín botánico donde ya no quedaba tanta gente debido a la hora, estaba completamente oscuro y los crédulos no querían morir a manos de seres despiadados como creían que eran todos los vampiros. Muchos lo éramos pero en mi larga vida había conocido a muchos que a pesar de los años tenían su humanidad intacta dentro de ellos.

Caminé a paso rápido por el lugar sin toparme con nadie interesante ni ninguna persona aparentemente molestosa. Me senté debajo de un árbol inspirando profundamente el aire primaveral que era bastante agradable, estaba calmado y relajado hasta que sentí el ruido de una rama quebrándose, miré hacia atrás con una mueca entre mis labios ¿Es que acaso un poco de paz era imposible? – ¿Quién eres y qué quieres? - Pregunté mirando hacia al frente nuevamente, no sentía mayor peligro y no me preocupé de sus movimientos pero no bajé la guardia.

por **Aimee Windsor** Dom Mayo 08, 2011 5:54 pm

Por fin había llegado la noche y podía salir, libre de ese detestable y mortífero sol que cada día amenazaba con destruirme a mí y a los de mi especie. Que desgracia el ser tan poderosos y que algo tan insignificante como rayos de luz que ni siquiera podíamos tocar, fueran capaces de acabarnos.

Ahora que ya podía, nuevamente, salir a alimentarme y a disfrutar de las maravillas que podían entregarme los humanos, no perdí demasiado tiempo en arreglarme, yo, sinceramente, no lo necesitaba, poseía esa belleza que caracterizaba a los vampiros. Sabía que podía estar en viejos trapos y seguirían viéndome de la misma manera. Luego de comprobar que estaba perfecta, salí a recorrer las calles parisinas y como siempre, me sorprendía de todo lo que veía. Podía tener miles de años, pero siempre había cosas que ver, aprender y a las cuales admirar, especialmente a los humanos, que con tanta facilidad iban cambiando a medida que pasaban los siglos.

Mientras caminaba por las calles, con ese aire de superioridad que normalmente adoptaba cuando estaba rodeada de tan ingenuos humanos, me di cuenta que mis noches eran bastante rutinarias. Siempre era lo mismo, salir a alimentarme, salir a platicar con otros como yo y también con humanos inocentes de quien yo era en realidad, y así noche tras noche, ya casi ni a mis hermanos veía, todos sumergidos en sus propias vidas de inmortalidad. Extrañaba un poco los primeros siglos en que disfrutaba al máximo de los poderes que mi nueva vida me habían brindado. Pero así eran las cosas, una vida inmortal no siempre era perfecta.

Caminé sin rumbo fijo, solo por inercia, y sin darme cuenta llegué al jardín botánico. Era un bonito lugar a pesar de la oscuridad. Cerré los ojos, inspirando el aroma que las flores desprendían, mientras me imaginaba lo hermoso que debía ser caminar aquí, pero de día. Al respirar profundamente pude captar la fragancia de alguien más en el lugar, un vampiro, y muy sigilosamente me acerqué y me llevé una gran sorpresa al ver de quien se trataba. Sorpresa más que nada porque no había reconocido su olor, su rastro. Me recargué contra un árbol, sonriendo y observándolo. No había notado mi presencia aun, pues mis miles de año me habían enseñado a no ser captada por nadie si así lo deseaba yo. Luego de unos minutos pisé una pequeña rama que estaba junto a mi pie, sabiendo que con eso captaría su atención. Rodé los ojos ante la hostilidad de sus palabras y que estaba en guardia, muy normal en él – ¿es que acaso ya no saludas a las viejas amistades? – pregunté, sonriendo de lado y suponiendo que no le haría mucha gracia verme. A Alex muy extraña vez le gustaba tener compañía. Pero si le gustaba o no, me daba igual, siempre me alegraba verlo aunque fuera el ser menos amistoso del mundo. En ocasiones era agradable, y esos momentos eran los que hacían que quisiera tenerlo cerca aunque él me evitara la mayor de las veces.

por **Argus Di Sforza** Jue Mayo 12, 2011 7:55 pm

La rutina comenzaba a hartarme cada noche más, había tanto por hacer y tan poco tiempo para poder lograrlo...¿y qué más daba? ya me había acostumbrado a ser vampiro, el no salir a la luz del sol, el no poder probar alguna extraña comida sin que me sabiera a cenizas y es que habían transcurrido tantos años ya, tantos siglos...que todo eso ya daba igual.

Aquella noche solo tenía ánimo de estar sentado sin hacer nada, solo sintiendo el ruido de las hojas, el aire rozando mi piel fría, los insectos cantando la delicada música de la naturaleza, si bien eran pocos los momentos donde apreciaba todo mi alrededor por lo general cuando lo hacía era porque algo me inquietaba, algo me perturbaba.

Estaba mas bien concentrado en los árboles que en la criatura que estaba detrás de mi, tal vez estaba demasiado despistado como para no captar a primera instancia bien quien era, solo lo logré cuando escuché su voz. Mi cabeza negó suavemente y una sonrisa irónica escapó de mi rostro ¿Cómo había sido posible el no percatarme? - Oh...eres tu - No me iba a molestar en ponerme de pié para saludarla, ella ya sabía como me comportaba yo, sabía más o menos cuales eran mis pocas costumbres y mi tan característico humor.

Aimee...aquella vampira tan especial y tonta a la vez, a pesar de que tantas veces la había corrido de mala forma de mi lado ahí estaba de nuevo ¿qué tan tonta podría llegar a ser? no lo entendía pero aquella actitud me atraía y fastidiaba a la vez. Cuando terminaba por colapsarme terminaba por enviarla lejos de mi, lejos de mi mundo, lejos de mi entorno y ella como cual fiel a su amo volvía sin parar, ya no entendía que quería lograr con todo eso mas solo ladeé mi cabeza hacia ambos lados y sonreí - Creí que no te volvería a ver, ¿Qué te trae por acá? - Si bien mis palabras no eran las más cálidas tampoco eran las más frías, palabras cortantes que ella tan bien conocía.

por **Aimee Windsor** Jue Jun 23, 2011 4:01 pm

Dudé entre acercarme o quedarme parada donde estaba, después de todo, jamás sabía cómo reaccionaría él ante mi presencia. A veces parecía estar a gusto conmigo pero otras veces, las mismas en que me iba y no lo veía en meses, lograba irritarlo con las más mínimas cosas. Jamás iba a entenderlo, o él era extremadamente bipolar o yo era realmente molesta. En fin, no importaba, así y todo no dejaba de gustarme, para mi maldita desgracia.

Negué con un gesto de cabeza y con una ligera sonrisa – si…soy yo, no te emociones tanto ante mi presencia Alex – dije irónicamente aunque ya estaba más que acostumbrada a su normal forma de saludar. Sí, siempre sus saludos eran muy poco cariñosos y siempre falto de emoción, pero estaba bien, realmente no me lo imaginaba de otra forma, esa era su personalidad y lo que extrañamente más me llamaba la atención de él. Podía hacerse el duro, pero yo y mis ganas de acercarme a él siempre conseguían atraer su atención por un tiempo – y solo para que lo sepas, también me alegro de verte - aunque no fuera mutuo. Le hablaba con bastante familiaridad, cosa que no hacía con todo el mundo, pero a él le tenía la confianza suficiente para hablarle como lo hacía.

Seguía recargada contra el tronco de uno de los arboles mientras jugaba con uno de los mechones de mi cabello, que ese día llevaba suelto. Creía que era una pérdida de tiempo ocupar tantos minutos haciendo moños enormes y que aparte eran feos – Pensaba lo mismo, la última vez que te vi, parecías realmente molesto y decidí por una vez dejarte tranquilo – murmuré y luego sonreí – Lo creas o no, esta vez solo fue coincidencia, jamás imaginé encontrarte aquí, pero debo reconocer que no me molesta en lo absoluto – ya había pasado casi un año desde que lo había dejado tranquilo, por decirlo de alguna forma y últimamente había estado pensando bastante en él y preguntándome cual sería su paradero – espero que estés de mejor humor que aquella vez.

por **Argus Di Sforza** Dom Jun 26, 2011 2:37 pm

Era evidente que cierta duda provocaba en Aimee, siempre había sido así y siempre me había gustado provocarla ¿cómo era posible que ante mis malos tratos aún siguiera acercándose? Cualquier vampiro o persona normal ya se habría alejado de mi con odio corrompiéndole el cuerpo y era obvio, no era de lo más simpático cuando quería y de seguro ella conocía una de mis peores partes, pero no la peor aún.

Sonreí ampliamente al notar su ironía en las palabras – Veo que ya hasta te enseñé a usar la ironía, querida Aimee - y al terminar de hablar una risa escandalosa salió de mis labios, aunque debía admitirlo…se veía hasta adorable intentando usar las ironías. ¿Cómo lograba siempre esa vampira fastidiosa siempre, siempre…lograba atrapar mi atención? Si bien no dependía de ella de lo más mínimo a veces hasta creía extrañarla…aunque fuese un poco. Resoplé ante sus palabras y sonreí – Tal vez y yo también….o quizás no - moví mi cuello para ambos lados haciendo que éste sonara por los huesos acomodados.

Pasé mi dedo pulgar por mi nariz mientras una sonrisa estúpida no se desaparecía de mi rostro – Pues me doy cuenta que no sería la última vez que nos veríamos…- Me puse de pié con cierta agilidad y me acerqué a ella a paso lento hasta quedar frente a ella - ¿De verdad crees en las coincidencias, Aimee? - Mis ojos se clavaron directamente en los de ella y la sonrisa aún no desaparecía – Bien que deberías saber que nuestros encuentros jamás terminan siendo coincidencia… - Tomé con mi mano el mentón de ella y me acerqué más a su cuerpo, sus labios y los míos estaban realmente cerca pero no lo suficiente como para rozarse – Tal vez para ti, hoy no ando de mal humor…Aunque ¿qué es para ti que yo esté de mal humor? - Con mi dedo índice acaricié el labio inferior de ella, mis ojos estaban pendientes ahora de sus labios y no de sus ojos.

por **Aimee Windsor** Lun Jul 04, 2011 7:38 pm

Me uní a su risa ante su comentario sobre la ironía, sabía que no me salía tan bien como a él, pero en ocasiones me resultaba, y hasta me entretenía – o si, por alguna extraña e inexplicable razón se me está haciendo un habito el hablar con algo de ironía, te culpo por ello – volví a soltar una pequeña risa – aunque claro, no hay quien te supere en ello, es uno de tus tantos “dones” – rodé los ojos, jugando aún con un mechón de mi cabello – y no te rías de mi Alex, sé que no soy la mejor en ello, pero lo intento – dije finalmente entre risas y luego negando ante sus siguientes palabras.

- No se que es peor, que me digas que no me extrañaste o que me dejes con la duda – alcé una ceja, mirándolo fijamente – contigo nunca se que quieren decir tus “quizá” o “no sé” – sonreí y volví a desviar la mirada de la suya – si que eres difícil de leer, realmente difícil – respondí mientras escuchaba como hacía crujir sus propios huesos, logrando provocar que yo hiciera una disimulada mueca ante eso. Siempre me daba una especie de nervios cuando la gente hacia eso, un habito que había arrastrado desde mi vida humana.

Asentí y volví a mirarlo – ni creo que esta sea la última, de una u otra forma siempre terminamos cruzando nuestros caminos – pude ver esa sonrisa suya que veía en pocas ocasiones y cuando comenzó a acercarse a mí, ocurrió lo de siempre, mi traicionero corazón comenzó a latir con fuerza. Cielos, como odiaba cuando eso ocurría – más bien creo en el destino – murmuré, tratando de formar una oración y no distraerme por la forma en que tomó mi mentón y nuestros labios quedaron extremadamente cerca, tanto que podía sentir su respiración sobre mi y su embriagador aroma me rodeaba completamente. Que fácil sería inclinarme hacia adelante y probar sus labios, pero me contuve – Cuando…- cielos, como no dejara de verme así y acariciar mis labios, no lograría hablar – cuando llegamos al punto en que me pides que me largue, ahí es cuando estás verdaderamente de mal humor – me encogí de hombros mientras pensaba en mandar al demonio esa pequeña distancia y besarlo aunque no hice ningún movimiento para hacerlo.

por **Argus Di Sforza** Vie Ago 19, 2011 3:56 pm

Una risa burlona se asomaba una vez más, esta vez con más escándalo y es que me encantaba hacer enojar a aquella vampira, siempre me resultaba un pasatiempo divertido. – Si aprendes a hablar con ironías es porque simplemente lo sientes, no creo que sea demasiado fácil aprender a hablar con ironías sin realmente sentirlo - Se encogió de hombros ante su particular cumplido – No querrás aprender del mejor uno de sus dones con la cual nació - La miró de forma burlona una vez más – ¿Tus palabras son ciertas? Más bien se notan bastante forzadas, es como me doy cuenta que es poca la cantidad de ironía que fluye por tu cerebrito - La miré directo a los ojos y sonreí exageradamente mostrándole mis colmillos.

Desvié la mirada y suspiré – No importa demasiado que es lo peor, simplemente quédate con la idea de que puede ser cierto - Moví ambas cejas y quedé unos segundos pensativo – ¿Difícil de leer? Si leyeras los pensamientos no sería tan complicado, ¿Puedes hacer eso? - Giré un poco mi rostro mirándola con curiosidad, yo tenía la telepatía y sabía que habían muchos como yo, estúpidamente jamás le había preguntado qué clase de poderes tenía ella.

Ya cerca de ella asintió con suavidad – Si, extrañamente nuestros caminos siempre se cruzan, a veces pienso que eres una clase de cazadora - Apreté mis labios fuertemente para evitar una carcajada, esperaba que en cualquier momento Aimee terminara por agobiarse y se fuera, pero aún quedaba tiempo para ello. Noté como no pudo continuar la oración por completo y me acerqué un poco más – Vamos, ¿me vas a decir que mi cercanía aún te pone nerviosa? - Rocé mis labios con los de ella – Quizá esta noche tengas suerte y no te pida que te largues…-- Sonreí una última vez y mordí su labio inferior con la vista fija en sus ojos.

por **Aimee Windsor** Dom Oct 16, 2011 9:38 pm

Quise dejar de lado el tema de las ironías, porque no nos llevaría a nada, y por que los dos éramos bastante tercos como para dejar por ganador a alguno. Sinceramente yo creía saber usar la ironía pero dudaba hacerlo cambiar de opinión y si insistía, solo se burlaría de mí y seguramente yo terminaría enfadada. Así que le presté atención a sus siguientes palabras.

Realmente no sabía que pensar, la idea de que a veces me extrañara se me hacía un poco difícil, por lo que solo imaginaba que me decía que quizá lo había hecho, solo para dejarme con la duda y divertirse un poco. Aun así, prefería pensar que si lo hacía. Era una tonta, lo sabía, pero quería desesperadamente creer que el vampiro frente a mí, pensaba en mi a veces y hasta me extrañaba. Omití comentario al respecto, iba a decirle que no negara que me extrañaba, pero pensé que seguramente eso lo pondría, como siempre, a la defensiva, diciéndome que no fuera tonta y bla bla bla. De pronto tocó un tema nunca antes mencionado en nuestras largas pláticas pasadas. Poderes, específicamente, leer la mente. Claro que podía hacerlo, bastante bien, a decir verdad. Después de todo, los más de mil años que yo había pisado la tierra en mi inmortal existencia, me habían dado bastante poder. Leer la mente solo era uno de mis poderes menos llamativos – Leer la mente, ¿Quién no puede? Aun así, no es algo que use muy a menudo, más que nada cuando necesito averiguar algo con urgencia. Sinceramente Alex, nunca he intentado meterme en tu mente ni pretendo hacerlo tampoco – la razón, miedo. Pero no miedo a él, yo no le temía, pero si temía a lo que pudiera encontrar en sus pensamientos, específicamente, pensamientos malos dirigidos todos a mí. Por alguna inexplicable razón, no quería confirmar cosas como que yo le desagradaba o cosas así. Una tontera la verdad. Aun así no haría el intento de leer su mente, ni ahora ni nunca. Luego de perderme unos pocos segundos en mis pensamientos, me di cuenta de que una nueva curiosidad nacía en mi. Si, ahora quería saber que poderes poseía él, así que en cualquier momento le preguntaría.

Odiaba sentirme absolutamente nerviosa cuando estábamos a tan corta distancia, y mucho más, cuando era tan evidente que solo su cercanía, me ponía así. Casi rio ante su comentario – cazadora…ya quisieras tú que esa fuera la razón por la que siempre cruzamos caminos. Como dije antes, solo creo en el destino – la sonrisa que se formó en esos momentos en mi rostro, desapareció rápidamente luego de sus siguientes palabras, ¿tan pronto había notado mi nerviosismo? - ¿nerviosa yo? Si…claro – rodé los ojos intentando de evitar ese nerviosismo, pero entonces toda mi fuerza de voluntad se fue lejos, en el momento en que nuestros labios se rozaron e incluso más, cuando él mordió mi labio. Con la vista fija en sus ojos, me separé un poco de sus labios – No deberías jugar así con mi voluntad, Alex, sabes que muero por besarte y aun así no lo haces – murmuré, mientras llevaba mis manos hasta sus hombros y en un suave roce las subía hasta su nuca. Si no me besaba él, lo haría yo. Sin darle oportunidad a que se alejara o que hablara y aprovechando que tenía mis manos en su nuca, lo atraje hasta mis labios y lo atrapé en un beso. No era un beso muy intenso ni tanto así pasional, pero si fue un beso delicado y suave, y en cierta parte, hasta tierno, al menos por mi parte.

por **Argus Di Sforza** Vie Oct 21, 2011 3:02 pm

La relación de ambos jamás había sido fácil de explicar ya que nunca tuvo un nombre, nunca había pensado siquiera en comprometerme con ella ni con nadie puesto que no había ser en el mundo que pudiera tolerar mi particular humor. Muchas se habían hecho las valientes en la historia de mi vida pero jamás alguna consiguió más que una noche de sexo e inclusive ni eso conseguían, vampiras, humanas, gitanas, cambiaformas y hasta algunas licántropas habían caído “rendidas” a mis pies (o al menos así lo describían ellas) considerando tener todo lo necesario para mantenerme a su lado y es que ahí estaba el gran problema “todas creían tener lo necesario para mantenerme a su lado” grave error.

Y de pronto todo había cambiado, por más que mostraba mi peor lado, por más que intentaba desilusionarla, asustarla o lo que sea no se iba, jamás se separaba de mi y por razones que aún no comprendo siempre nos volvíamos a encontrar ¿Quién era realmente? Aimee volvía una y otra vez sin importar lo que le dijera, lo que me burlara ni lo irónico que fuera con ella, una y otra vez…siempre estaba ahí. ¿Cómo entonces no iba a comenzar a extrañarla aunque fuese un poco?, era extraño para mí y aún no me acostumbraba, pero con el tiempo que pasaba a su lado cada vez se me hacía más difícil separarme de ella y en las noches alejados constantemente me llegaban sus recuerdos a la mente como cual pájaro carpintero taladra un árbol.

Escuché con atención la fina voz que salía entre los labios de aquella vampira, poco a poco había logrado ganarse una parte de mi aunque no pretendía reconocerlo frente a ella tan pronto, me gustaba dejarla siempre con la duda y también me gustaba que entendiera que a pesar de todo no cantara victoria, jamás me tendría cien por ciento seguro a su lado, pero al menos ya había ganado mucho más que cualquier otra. Ladeé mi cabeza ante sus palabras - ¿Acaso tienes miedo de lo que podrías encontrarte? – Y otra vez aquella sonrisa burlona apareció, sonrisa que por lo general a ella la sacaba de quicio aunque muchas veces lo disimulaba bastante bien.

Bufé ante su comentario, jamás había comprendido como era posible que sus caminos se cruzaran a pesar de no verse por un tiempo, a pesar de no llamarse ni ponerse de acuerdo ¿destino? No tenía idea, simplemente sucedía y cada vez me molestaba menos. Pasé ambas manos por su cintura y la apegué unos centímetros más a mi – Es mejor que lo reconozcas, es evidente – Esa siempre había sido la Aimee que había conocido, a pesar del tiempo aún se ponía nerviosa ante mi presencia cosa que disfrutaba, como otras muchas cosas.

Y acto seguido la tuve sobre mis labios cosa que me había sorprendido bastante ¿desde cuando era tan decidida? Siempre, cuando se trataba de mi, terminaba por dudar y eran muy pocas las veces en las que se atrevía a llevar a cabo sus pensamientos y ahora era uno de aquellos momentos. Una leve sonrisa sincera se dibujó en mis labios y agradecí que ella me estuviera besando ya que quizás pasaba inadvertida, sus labios eran suaves y sus besos provocaban cosas que era difícil de dominar aunque cada vez me importaba menos controlarme con ella, la necesidad crecía asustándome por una parte y gustándome por el otro.

por **Aimee Windsor** Sáb Oct 22, 2011 11:34 pm

¿Cómo no besarlo, si la pobre distancia que nos separaba me decía a gritos que la acabara, para tenerlo completamente junto a mí y así darle rienda suelta a mi fuerte deseo por hacer mío, sus labios? Ni siquiera yo, que la mayoría del tiempo estaba dudando frente a él, tenía la fuerza suficiente para resistirme. Simplemente se me hacía imposible. Llevaba demasiado tiempo controlando lo que realmente quería hacer cada vez que veía a Alex, como para dejar que las cosas siguieran así. Si quería besarlo, no esperaría a que él se animara a tocar mis labios, no. Si estaba dispuesto a tomarme entre sus brazos y acercar su rostro al mío al punto de sentir su respiración sobre la mía, pues entonces solo me quedaba suponer que realmente deseaba mis besos y entonces no yo no frenaría mis deseos.

Y aun a pesar de dejarme llevar finalmente por lo que él me provocaba y hasta cierto punto sentirme segura al decidir aquello, no era capaz de controlar los nervios que me provocaba su cercanía. Maldita fuera yo por demostrarle lo vulnerable que era cuando me tocaba, me besaba o me susurraba al oído. Alex me volvía loca, me irritaba incluso con sus burlas, ironías y su forma descarada de ignorarme a veces, pero también me provocaba deseos que nunca nadie me había provocaba y no podía dejar de encantarme completamente. Ya no era posible para mí, dejar de creer y sentir, que Alex era el vampiro que quería para mí y solo para mí.

No supe cuanto tiempo estuvimos encadenados a ese beso que había iniciado ¿Por qué? Quién sabe, quizá porque el tiempo corría diferente para nosotros, los vampiros, o simplemente pudo ser porque cada vez que nos besábamos, me perdía en sus labios y su sabor me extasiaba al punto de no ser consciente de nada más aparte del vampiro que me tenía entre sus brazos. No quería acabar con esto, pero aun así separé mis labios de los suyos, lentamente – Extrañaba eso - creí haberlo pensando, pero entonces noté que habían sido palabras bastante claras que obviamente habían llegado a sus oídos. Rodé los ojos ante mi estupidez. Quizá ahora venía la parte en la cual me mostraba esa irritante sonrisa burlona que muy, muy pero muy en el fondo, me provocaba y encantaba a la vez. Los nervios me hacían actuar sin pensar y normalmente decía fuerte, palabras que solo quería conservar en mi cabeza. Pensar en los nervios me hizo recordar sus palabras anteriores - ¿Te encanta, verdad? Disfrutas sabiendo lo nerviosa que me pones. Te odio por eso, Alex – mentí descaradamente sin intención de ocultar que era mentira, mientras una de mis manos que tenía en su nuca la llevaba suavemente hasta el costado de su cuello. ¿Odiarlo? Lo había intentado mucho más de lo que creía luego de que él me tratara insoportablemente, pero simplemente no podía, lo amaba lo suficiente como para no dejar que el odio me embargara.

Quise retomar la plática anterior al beso, sin ademán de alejarme de él. Asentí, suponiendo que Alex no comprendería a que estaba afirmando, así que me dispuse a hablar – A decir verdad Alex, si, es miedo lo que siento. Miedo de lo que podría encontrar, con respecto a mí, en tu mente – solté una muy ligera risa sin un ápice de alegría y me encogí de hombros – supongo que eso me hace una cobarde – Yo no era una cobarde, pero realmente no quería buscar en su mente y confirmar que yo realmente no le importaba nada. Quizá estaba siendo paranoica, pero me asustaba y no quería comprobarlo.

por **Argus Di Sforza** Lun Nov 07, 2011 9:10 pm

Aquella noche me había dirigido a ese lugar sin tener alguna intención de hacer algo productivo, creí que sería una noche bastante aburrida y sin mayor acontecimiento interesante pero me había equivocado. ¿Hasta cuando iba a mantener una careta sobre mi? Y con el pasar del tiempo estaba tan bien acoplada encima que ya parecía estar fundida sobre mi rostro ¿Cómo era realmente yo?. Cierto incertidumbre invadió mi cuerpo sin querer comentarle nada a Aimee ¿me creería loco si le preguntase algo así, que me describiera como era?. Gruñí por lo bajo debido a que mis pensamientos comenzaban a atormentarme en mitad del beso y eso no lo iba a permitir.

Sus besos eran dulces, suaves, delicados y tiernos, llenos de pasión, deseo y lujuria ¿cómo podía esa mujer provocar tantas cosas con un simple acto común?. Y si, era la primera vampira y mujer que lograba que yo, si YO, sintiera tantas cosas por alguien y es que “amar y odiar” a alguien no es fácil y mucho menos es fácil entenderlo.

Solo me dejaba llevar, seguía cada ritmo que ella imponía y mis manos subían y bajaban por su espalda logrando que me faltara el aire en variadas ocasiones. Ante sus palabras solo sonreí, sonrisa de la que seguramente ella se percataría - ¿Qué tal si te digo que yo también? - Y si antes me hubiesen preguntado contestaría que si, aquella sonrisa antes no habría sido más que una burla para molestarla, pero ahora no era así ya que mas bien era una que demostraba sinceridad ¿siendo sincero yo en vez de irónico? Eso si que era extraño. Una fuerte carcajada se sintió por los alrededores siendo yo el culpable, negué con mi cabeza y miré sus hermosos ojos – No puedo negarlo, me encanta sentir tu nerviosismo cada vez que me tienes cerca, o cierto temblor de tu cuerpo cuando te acaricio, su respiración entrecortada cuando nos besamos…¿Acaso es pecado disfrutar de todo aquello? - Una sonrisa amplia acompañó mis palabras mientras con una de mis manos corrí un mechón de cabello que me molestaba para mirarle a los ojos – ¿Tu odiarme? Por favor, no me vengas con mentiras que siquiera tú las crees - Si bien era cierto, ninguno de los dos podía odiar al otro, a veces pensaba que era un tipo de obsesión que se había formado entre ambos pero luego me daba cuenta que era aquél maldito sentimiento que siempre había intentado ignorar.

Mis ojos se clavaron en los de la morena, mi rostro se tornó serio y mi mano nuevamente bajó hasta la cintura de ella – De pronto te podrías sorprender si lo intentaras - Fui directo y mi rostro no cambió, si Aimee se hubiese entrometido en mi mente hasta ahora se daría cuenta de todas las confusiones y conflictos internos que pasa al intentar definir lo que sentía por ella, era obvio su paranoia y más aún era evidente que se sentía así por misma culpa mía, siempre le dejé en claro que un día podría desaparecer y no volver jamás ¿por qué entonces ella entraría en mi mente para confirmarlo? De cierta forma le entendía y la admiraba, yo no podría haber aguantado tanto tiempo para meterme en la mente de alguien.

Tomé su rostro por el mentón dejando ambos labios a centímetros, mi rostro mantenía serio - ¿Y si te pido que lo hagas, lo harías? - No la solté y analicé cada movimiento y reacción que ella pudiera ejercer luego de tal pregunta. Besé sus labios por unos minutos y la volví a mirar – Hazlo, ¡Hazlo! Y dime tú como crees que soy yo - Ya en mis labios no había ningún ápice de sonrisa y mis ojos solo se mantenían en los suyos, esperando su respuesta.

por **Aimee Windsor** Sáb Nov 12, 2011 1:23 am

¿Sorprenderme? Las sorpresas no siempre eran buenas. Claro podría sorprenderme, pero solo ante su idea de mantenerme lejos de él, como había ocurrido durante los siglos que nos conocíamos. Toda una vida sabiendo el uno del otro y solo apenas un par de años, había comenzado a dejar que me quedara a su lado de vez en cuando. ¿Cómo entonces no iba a tener miedo de lo que encontrara? – Sea lo que sea que hay en tu mente para ver, seguramente me sorprendería, de la misma forma en que me sorprenden tus reacciones cuando me acerco a ti – subí mi mano derecha a la altura de su rostro, rozando suavemente la yema de mis dedos con su mejilla. Una suave caricia, eso es lo que era mi toque, eso es lo que sentía cada vez que su piel y la mía, hacían contacto. Luego de esos cortos segundos en los que me perdí en aquel roce, mi mente volvió a las palabras que acababa de decirle. Si que eran unos encuentros con bastantes sorpresas con respecto a sus reacciones. Siempre que creía, no me besaría, lo hacía. Cuando pensaba muy segura que no me sonreiría, me sonreía. Algunas veces, no muchas, pensaba que se iría ignorándome descaradamente, pero segundos más tardes me quedaba sorprendida ante su deseo de quedarse junto a mi aunque solo fuera una noche. Y en mi larga listas de sorpresas, también podía incluir las muchas veces en las cuales, muy ingenuamente, había pensado que se quedaría a mi lado, solo para encontrarme directamente con su espalda, al caminar lejos de mi. Si, las reacciones de Alexander eran un constante cúmulo de sorpresas para mí.

Que fácil se le hacía a mi mente perderse en pensamientos, recuerdos, deseos, entre otras cosas más. Así me había ocurrido ahora, estaba tan distraída, que solo reaccione cuando sentí esa electricidad que me recorría, cada vez que Alex iba a besarme. Me tenía tomada del mentón, con nuestros labios que, a pesar de no tocarse, desprendían la calidez que sentía cuando me besaba. Fue su pregunta la que me llevó de vuelta a la realidad, despojándome de mis pensamientos. Pensamientos que me tenían navegando en mi fantasía, probar una vez más, sus labios. Abrí mucho los ojos por la sorpresa, ¿realmente se arriesgaría un día a dejarme acceso libre a sus pensamientos? A nadie le gustaba que se metieran en su cabeza, ¿Alex me lo permitiría? O mejor aun ¿yo me atrevería? Seguí mirándolo con sorpresa y cuando pretendía responder, nuevamente la fantasía se cumplió y besó mis labios, un dulce, intenso y cálido beso. Y como siempre, quedé ajena a mí alrededor, perdida en sus labios, su sabor, su cálido aliento que se mezclaba con el mío. Amaba sus besos, pero este se acabó abruptamente.

Alex detuvo el beso, para mirarme fijamente y con seriedad. Quería que entrara en su mente, realmente me estaba pidiendo que lo hiciera. ¿Me atrevería a tal intrusión? - ¿Por qué, Alex, por qué me pides ello, sabiendo el miedo que me causa la sola idea de hacerlo? – Murmuré sin quitarle la mirada – hablas como si necesitaras de mi respuesta para saber, comprender, como eres tú mismo, ¿es que acaso ya no sabes quién eres? – Suspiré sin apartar la mirada – ¿O es acaso que…estás sintiendo cosas que antes no sentías y que ahora te confunden? – me arriesgué a preguntar, pensando que quizá, entre esos nuevos sentimientos, podría estar el quererme como no lo hacía antes. ¿Qué debía hacer? Ya podía imaginarlo dándome autorización para entrar a su mente y minutos más tarde, verlo enojado por haberme atrevido, a pesar de permitírmelo. Seguía con mi mirada clavada en la suya, con un rastro de duda en mi expresión – No necesito entrar a tu mente para saber cómo eres, Alex – y entonces una posible razón por la cual quería que lo hiciera, pasó por mi mente – Quieres que entre en tu mente para así ayudarte a entender que es lo que estás sintiendo, ¿verdad? ¿es eso? – pregunté, nuevamente arriesgándome a equivocarme. Sin esperar demasiado, volví a acariciar su mejilla y acto seguido, ya no había distancia separándonos, nuevamente fundiéndonos en un intenso beso. Suavemente posé la palma de mi mano derecha, sobre su mejilla, casi llegando a la sien. Quería ver que sentía en el momento exacto en que solo éramos él y yo embriagándonos en aquel beso en que le demostraba que, aunque él no llegara a quererme, yo era absolutamente suya. Mis besos, mis caricias, mis suspiros, todo, todo, era para él. ¿Qué sentía él, con respecto a eso?

por **Argus Di Sforza** Vie Mar 02, 2012 1:41 pm

Los siglos pasaban uno tras otro y lo único que iba cambiando frente a mi era la humanidad, ella que cambiaba en cada siglo que se iba quedando atrás, aquella que cada día iba pensando de forma más abierta…Algo tenían los humanos que los hacía extrañamente algo interesantes y yo no entendía, lo humano en mi ya estaba más que podrido o al menos es lo que siempre habría creído.

Era tan poco el tiempo que había transcurrido desde que era un frío y maldito vampiro que iba matando sin piedad, sin importarme de quien se tratase, sin importarme si tenía familia o alguien a quién debía cuidar ¿Y ahora todo cambiaba tan de repente? En toda mi vida, jamás me había importado los sentimientos de alguien más, si bien lograba respetar, aunque no quisiera, que otros pensaran y sintieran distinto a mi, había alguien que de por si me confundía…y era aquella confusión la que me hacía alejarla de mi tantas veces, asustarla para que no cayera en mi trampa, ignorarla para demostrarle que conmigo no ganaría absolutamente nada ¿Y qué había logrado? Confundirme aún más y que ella, a pesar de todo, siguiera a mi lado.

¿Mis pensamientos la sorprenderían? Sin lugar a dudas que lo harían si yo mismo lo hacía. La miré a los ojos en silencio sin responder mientras disfrutaba aquella caricia que rompía cualquier momento tenso que yo pudiese hacer ¿Y qué? Al menos sabía que cada vez que las cosas se ponían odiosas, desagradables o tensas era por mi culpa, por mi falta de tolerancia. Muchas veces no tenía la intención de alejarla de mi lado y otras veces lo único que quería era que se marchara y no volver a verla ¿Pero qué tenía Aimee que me provocaba aquella extraña contradicción? Y es que mientras pasaba el tiempo lo iba comprendiendo cada vez más. Cada rechazo que había tenido que soportar no era nada más ni nada menos que el mismo miedo a perderla ¿Ironía? Bastante ¿pero qué podía hacer? Prefería que se desilusionara antes ella de mi que yo caer rendido a sus pies y que luego fuese ella la que se aburriese de estar conmigo.

Comenzaba a irritarme pero a pesar de eso no quería que ella se alejara ¿cómo podía explicarlo? Se me hacía difícil, era totalmente estúpido lo que estaba sucediendo ¿Por qué querría yo que entrara a mi mente? Necesitaba respuestas, necesitaba saber la verdad…y es que me daba cuenta lo idiota que era. Mi mirada que clavó en la de ella y presté atención a cada palabra que ella emitía sin interrumpirla, mostré mis colmillos molesto y lleve una de mis manos hasta la cabeza para desordenarme el cabello – Deberías temerle más a lo que sale de mis labios a lo que se queda en mi mente, si fuese tan malo lo que pienso no te permitiría siquiera estar a mi lado en este mismo momento – Me quedé en silencio por unos largos minutos y me preocupé más bien en corresponder con totalidad a su beso, cuando me besaba me brindaba cierta paz que jamás me había podido explicar, me sentía bien y los deseos de enviarla lejos siempre, siempre desaparecían claro que todo volvía luego de que se terminaba.

Sabía que siempre había sido alguien más bien complejo, lo sabía pero esta vez necesitaba escucharlo de su voz, que era lo que ella pensaba de mí. Me alejé unos pasos de ella con ambas manos en mi cabeza - ¿Es necesaria tanta pregunta? A veces para hacer algo no hace falta cuestionarse tanto – Me senté en el suelo y me crucé de brazos dándole la espalda – Pues te seré sincero, no comprendo que mierda me sucede, eres extraña y me causas cosas que… - Gruñí antes de terminar de hablar y luego me giré un poco y la miré de reojo – ¿Lo vas a hacer si o no? -

por **Aimee Windsor** Vie Jun 22, 2012 12:33 am

Aimee iba a tomar su mano cuando él se alejó. No quería que se alejara ni que le pidiera a ella que lo hiciera. No de nuevo. Pero Alex se sentó en el suelo y solo le dio la espalda, en espera a que ella actuara o no. ¿Qué tan difícil podía ser hacer lo que le pedía y meterse en su cabeza? Él la estaba autorizando, se lo estaba pidiendo. *Bien Aimee, no puede ser tan malo* pensó algo insegura mientras se acercaba a él y acomodando su vestido, se arrodillaba justo detrás de él, no tenía el valor de mirarlo a la cara en caso de encontrar rechazo en sus pensamientos. Metió los brazos por debajo de los de él, abrazándolo, necesitaba ese contacto – Prométeme que no te irás luego de entrar en tu cabeza – murmuró, recargando la mejilla en la amplia espalda de Alex. No lo abrazaba por que tuviera que hacerlo para invadir su mente, lo abraza por mera necesidad y por miedo a soltarlo y dejarlo marchar, miedo a que la distancia entre ellos fuera la suficiente para que él decidiera una vez más, alejarse de ella. – Promételo – volvió a susurrar, aunque sabía que era inútil, él no hacía promesas, él se iba cuando quería, a donde quería y jamás decía a donde ni mucho menos daba explicaciones. Simplemente desaparecía o le pedía a ella que se alejara de él. Esas si que eran cosas que Aimee no soportaba. La falta de información sobre cuál era su paradero era insoportable. No sería así si no fuera porque a veces las ausencias eran casi de un siglo, y para alguien enamorada no ver a esa persona por tantas décadas era un constante dolor. Y Aimee lo amaba, por más que Alex se empeñara en apagar lo que ella sentía, lo amaba, no como un humano, esas criaturas tan débiles apenas conocían lo que era el amor y aun así se creían dignos conocedores de dicho sentimiento. Un corazón humano explotaría si llegara a sentir una pisca de lo que la vampiresa sentía por ese vampiro que tenía dulcemente abrazado contra ella.

Suspiró y esperó no arrepentirse luego de hacerlo – Está bien, lo haré, Alex, pero ya deja de gruñirme – lo reprendió antes de alzarse un poco para alcanzar su hombro y dejar un corto y delicado beso en el mismo lugar – lo haré – susurró y volvió a abrazarse a él, posando una vez más su mejilla en la espalda del vampiro. Con otro suspiro dejó que su mente se adueñada de los pensamientos de Alex los cuales pegaron fuerte contra ella. Estaba realmente confundido, pero aun cuando él no lo entendía, ella pudo ver algo que la sorprendía. La quería, por más que él se empeñara en negarlo, por más que él tratara siempre de minimizar lo que sentía por ella y jamás reconocer nada frente a ella, Alex la quería, algo que lo estaba haciendo más humano de lo que fue a lo largo de su vida inmortal – no deberías tener miedo de dejar de ser esa bestia que fuiste por siglos – susurró Aimee, aunque ella jamás lo vio como una bestia, así mas bien era como Alex se había sentido siempre, un vampiro loco por la sangre, sin un corazón latiendo en su pecho, sin una gota de compasión o amor – no deberías de tener miedo de volver a sentirte humano aunque solo sea unos momentos de tu noche – se aferró mas a él por temor a que se alejara – y si, Alex, me quieres, y por más que trates de alejarme de ti para que así no llegue jamás el momento en que sea yo quien te pisotee, nada de lo que hagas hará que dejes de sentir las cosas que sientes por mi y mucho menos lograras apartarme eternamente de ti – suspiró y abrió los ojos - ¿acaso no sabes que te amo? – rió al mencionarlo – no, amor solo es la palabra más cercana para describir lo que siento por ti. ¿Por qué habría de aburrirme de ti? ¿No sabes acaso que me entregaría antes a los rayos del sol, que permitir que mi amor por ti se apague? Es simplemente imposible para mí – volvió a cerrar los ojos y a suspirar – tienes miedo de muchas cosas, tienes miedo de sentir y sufrir de nuevo como hacen los humanos, como dije, tienes miedo a ese lado que siempre estuvo oculto en lo más profundo de ti, tienes miedo a lo que aún queda de humanidad en ti, y para que te engañas, ese lado humano lo saco yo, y por eso me alejas, entre muchas otras razones – aferró sus manos a las ropas que cubrían el vientre de Alex, no dejaría que se apartara – pero bueno, sin contar la parte que dice que me quieres, el resto ya lo sabía, te conozco, solo necesitas aceptar muchas cosas que sabes que son ciertas pero te empeñas en negarlas – una vez más suspiró y soltó el agarre que tenía en sus ropas, aunque no soltó el abrazo – deja ya de tener miedo a lo que sientas – sonrió aprovechando que él no podía mirarla a la cara mientras ella estuviera en su espalda – Y otra cosa, ni intentes apartarme de ti, puedes dejar de verme durante años, pero yo siempre, siempre estaré esperándote, incluso si un día mi inmortalidad se acaba y dejo de existir, renaceré como humana y seguiré amándote – dicho eso, dejó un beso en su espalda antes de pararse y volver al árbol en el que había estado recargada, mirando simplemente sus manos en espera de la reacción de Alex. ¿Se iría de nuevo? Esperaba que no, o su corazón dolería.

por **Argus Di Sforza** Dom Ago 05, 2012 6:23 pm

Comenzaba a sentirme realmente tenso con la situación y no comprendía qué estúpida y ridícula idea se me había metido a mi en la cabeza como para pedirle a Aimee que leyera mis pensamientos, comenzaba a darme cuenta que realmente estaba desesperado, cosa que no me agradaba ni en lo más mínimo. Al sentir su abrazo solo logró que mi cuerpo se pusiera aún más tenso, no movía ningún músculo mientras ella me obligaba a prometerle algo que jamás había podido, el no irme de su lado. Mantuve el silencio las dos veces en que ella me lo pidió y no lograba comprender la razón por la que insistía que respondiera, ella me conocía, al menos un poco, como para entender que simplemente no le respondería, no tenía la intención y jamás me había importado mentir.

Ante sus besos y abrazos yo seguía inmóvil, solo hablaba pero me sentía incapaz de moverme, no entendía qué pasaba y eso estaba logrando sacarme verdaderamente de quicio, era la primera vez que me sentía así y no podía comprender la razón, tal vez eso era lo que me motivaba acudir de forma desesperada donde Aimee, quería una razón, quería entender qué sucedía conmigo, con mi entorno, con mis sentimientos…conmigo en general. Consideraba patético que al ser un ser tan independiente tenía que acudir a ella para entenderme a mi mismo y es que tal vez le tenía más confianza de lo que creía, más cariño de lo que creía…más todo.

Las palabras me llegaban como un golpe tras otro, definitivamente había sido una mala idea tan solo por el hecho de que todo lo que decía era tan cierto, preferiría mil veces haber luchado contra cinco asquerosos licántropos antes que recibir los golpes de la realidad que jamás había querido afrontar. Era un vampiro estúpido, sádico y con cero compasión, pero por más que lo negara siempre había estado vivo una pequeña parte humana en mi, ese era el secreto mayor guardado y ahora aquella vampira había sido capaz de descubrirlo, era un idiota, eso no me cabía duda, ni siquiera era ella la culpable, sino yo mismo por ser tan débil. Ante cada frase mi cuerpo se curvaba más, ya no aguantaba más la situación mientras comenzaba a gruñir primeramente de forma suave ¿por qué había mantenido el secreto y lo había revelado de una forma tan estúpida? ¿Por qué a ella? ¿por qué simplemente no me había podido ir como siempre? Mi cabeza daba mil vueltas y ya no aguantaba más.

Antes que ella terminara de decir la última frase agarré mi cabeza de forma ya descontrolada, no quería oír más su voz a pesar de que yo mismo se lo había pedido, quería que se callara de inmediato. Desesperado, gruñí lo más fuerte posible, estaba molesto y me sentía un estúpido, coincidiendo con el retroceso de Aimee. Me levanté con los ojos más oscuros, esto terminaría mal y no quería, antes me daba lo mismo lastimar a alguien, sobretodo a Aimee, pero ahora no, era extraño. Agité mi cabeza lo más fuerte posible y luego fui donde ella, golpeando el árbol pero sin decir ninguna palabra, mis colmillos estaban a la vista y mis ojos demostraban la ira infundada que sentía, me acerqué unos centímetros a ella antes de golpear nuevamente el árbol hasta lograr destrozar la zona. Miré a la vampira a los ojos y solo negué con mi cabeza, no aguantaba más y no quería desquitarme con ella por lo que corrí en dirección contraria donde se encontraba y huí, como cual débil y cobarde…solo huí.

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