Breeze Laquer-Vernis

por **Breeze Lacquer-Vernis** Jue Mayo 05, 2011 7:23 pm

~Nombre del Personaje: Breeze Parsinni Laquer-Vernis

~Edad: 21 Años

~Especie: Humano

~Tipo y Clase Social: Cortesana, Clase Alta

~Orientación Sexual: Heterosexual

~Lugar de Origen: Paris, Francia

~Descripción Física:
[center]
Spoiler:

Breeze es una chica de cabellos rubios, de piel perlada y de ojos avellanados de un intrigante color azul cielo, su nariz es perfilada, sus pómulos seguidamente son un poco retirados a los costados, con colores terminales al rosa pastel y al durazno, Sus labios son semi-gruesos, sobre todo el labio inferior, Es de proporciones pequeñas, de tez deportiva... Piernas largas, manos delicadas, pestañas largas, es de pechos pequeños, sus muñecas giran en torno a 6cm de grosor, lo que le dan apariencias huesudas, Su cabello es largo, hasta llegar a la mitad superior de la espalda, Su rostro es ovalado, terminando en corazón, Cintura ceñida y pequeña, abdomen plano y lleva algunas marcados de su adolescencia en los brazos, ya que en esa zona específicamente era donde brotaban los granos.

~Descripción Psicológica: Es una chica extrovertida, fácil de convencer y es muy ingenua, inteligente... Odia y detesta que le insistan en algo que no quiere, Se defiende verbalmente cuando alguien la molesta en exceso, se ríe escandalosamente, apasionada, demuestra su cariño a la persona que desee y cuando desea, no amerita preparación psicológica para dar un abrazo, cínica, le teme a la oscuridad... Naturalmente se demuestra segura consigo misma pero se decae cuando algo malo sucede a un ser querido, o su persona. Tiene tendencias Pirómanas, es amante de la mitología Nórdica, y posee una capacidad de concentración muy buena. Además de que es muy decisiva, las cosas que se propone, casi siempre termina lográndolo... Piensa en el sexo como una manera de expresase, y disfruta hacerlo… Las Cortesanas hacen eso... ¿No?

-Historia:
Tarde de primavera, en la que el sol radiaba como un diamante. Desde los comienzos fue de mucho dinero de gráciles personalidades, Una actriz de época llamada Adrienne Vernis, Franscecco Adams, era un humilde campesino a los comienzos de su vida, nunca tuvo la oportunidad de estudiar, mientras que Adrienne… Llegaba al mundo como lo que era, una princesa de hombre y mujer adinerados. Franscecco y Adrienne se conocieron en 1764, cuando Adrienne tenía planeado casarse a temprana edad con un hombre de aspecto fornido y de bolsillos verdes, era un comerciante conocido en toda Francia y en la naciente E.E.U.U. Su nombre era Richard Laquer, el cual era muy optimista, celoso e impulsivo… En el cafetín en donde se conocieron Franscecco y Adrienne, en los hoteles que visitaron se cuentan las historias de los más apasionados amantes… Desde “Romeo y Julieta” hasta “Abelard y Heloise”… Pero estas personas estaban encadenados a una vida alejados, el mientras trabajaba con su padre en los sembradíos al Sur de Francia, Adrienne debía tomar clases de catecismo, piano, Latín y entre otros lujos que su familia podía darse.
En 1765 ya Adrienne y Franscecco llevaban un año de encuentros amorosos sin que ambas familias y el prometido de Adrienne los descubriese. Las románticas cartas que se enviaban desde las lejanías de las fronteras. Eran un motivo de luchar por lo que se desea. Y este hombre estaba dispuesto de arrebatar a otro, un tesoro invaluable que no se cambia por enormes cantidades de dinero.
En diciembre de ese mismo año, Richard comenzaba a sospechar de Adrienne y su extraño comportamiento con el Verdulero que llevaba verduras y vegetales a la mansión donde estos vivían, sin haberse casado aun. Lo que Adrienne le preocupaba no era que la descubrieran, era el peligro que podía correr Franscecco cuando Richard supiera de su descarada traición.
Luego de que transcurriera un año sin que los enamorados se encontrasen o por lo menos pudieran verse a los ojos y demostrar el fulgor que en ellos habitaba cada vez que se rozaban sus labios. Estos amantes de hotel se necesitaban, quizá no fue un amor a primera vista, o que se sintiera en el aire, pero ambos se dieron cuenta de que se necesitaban.
En 1767 Ya Adrienne casada y con un hijo de su matrimonio, Jaqckes Taylor Laquer, rubio y de ojos claros salió el niño, con cara lisa y de forma acorazonada, lo que le daba un aspecto más gracioso al pequeño bebe, Aun así, Franscecco y Adrienne se fueron olvidando y tomando roles en sus vidas como dos individuos condenados a una realidad tortuosa y extravagante. Adrienne ya tenía 25 años de edad y Franscecco 29. Ambos maduros ya.
Franscecco vivía aun con su anciano padre de 75 años y con 16 hijos. Hombres del campo al fin… Siempre terminan mujeriegos. A la vida de Franscecco había llegado Elennise Carter, una inglesa de poco dinero, pero el suficiente para comprar 6 mansiones en el mejor lugar de Francia. Elennise era una mujer casta y pura, además de eso, se le hacía imposible concebir un hijo. Un hijo que tanto esperaba.
En 1777, 12 años después desde la última vez que se lograron ver, ya Jaqckes tenía 10 años, y Richard al desaparecer Franscecco, se despreocupo por completo y dejo sus celos enfermizos, y se dedicaba a su familia y su negocio creciente, “Richard&Corporation” una pequeña agencia de su propio trabajo, comercializaba armas blancas y de fuego, además de ciertos alimentos enlatados y enviados al vacio. Lo cual le proporcionaba sustento a la familia. Adrienne nunca más envió una carta. Y Franscecco tampoco hizo el intento.
El 16 de Junio de ese año Adrienne retorna al centro de la ciudad con su hijo Jaqckes, para visitar a sus padres, Richard no pudo acompañarlos ya que debía hacer un viaje de negocios a E.E.U.U. y no podía tener tiempo para visitar a la familia de su esposa. Cuando Adrienne sale por las tardes a beber un café, va con su hijo al café donde se veía con Franscecco, al parecer es un lugar de muertos y deliciosos recuerdos, encontrados con el contraste del tiempo. Ya no se encontraba con un hombre, estaba sentada con su hijo, y con un anillo de color dorado que iba alrededor de su dedo anular izquierdo. Cuando llego a la habitación de su juventud, cuando conocía a Franscecco, encontró la caja donde guardaba retazos de las cartas que se escribían, desde las más apasionadas, hasta la más trágica despedida.
Pensó que sería imprudente enviar una carta a la misma dirección, ya que ella no sabía su paradero actual, y si había cambiado de rumbo, quizá también se habrá casado como ella, y tendría hijos… Eso no era algo que pudiera adivinar. Pero como mujer luchadora, decidió enfrentarse y escribió una carta mientras Jaqckes dormía.
25 de Junio, había recibido una carta, de la dirección de Franscecco… No podía creerlo, El había respondido su carta, y eso la había llenado de alegría, un viejo amigo, y un reencuentro cercano, ya que en la carta comento que iría a Paris la semana próxima, lo que sería una semana antes de marcharse de nuevo a su hogar. Jaqckes siempre fue un niño muy educado y muy apegado a su madre.
2 de Julio. El día tan esperado, deseosa de encontrarse con Franscecco en la plaza central de la ciudad. Eran exactamente las 7:30 pm. Miro a Jaqckes y susurro a su oído “Mami ya viene cario… Salió a comer un poco de pescado, duérmete y pórtate bien con tus abuelos, no quiero quejas al llegar” Sonrió y le deposito en la frente un beso. Su fulguroso encuentro de miradas se dio cuando sentados en el mismo cafetín se hallaban Adrienne, Franscecco y su esposa. Algo que no había informado en su carta. El comento que se quedaría en la ciudad por unas semanas más. Ya que uno de los mejores médicos se hayan allí… Y su esposa tenía 6 meses de embarazo.
5 de Julio, esa noche Adrienne había dejado a Jackes dormido en su habitación y ella salió a hurtadillas por la puerta trasera. A volver a recordar tiempos fulgurosos que no vivía desde hace mucho tiempo… se habían encontrado en el pequeño stand del Sra. Charles, que estaba abandonado y permanecía igual desde que Adrienne era una niña.
Jaqckes se sentía un poco solo mientras su madre salía por las noches, sus abuelos no eran como ella, no se conformaba con escuchar unas buenas noches, él quería un cuento. Cuando Adrienne llego esa madrugada, se encontró al niño llorando en la esquina de su cama. Lo cual le preocupaba, porque él no era esa clase de niños. “¿Que ocurre Jaqckes?” Preguntaba cada segundo, el niño confeso que deseaba volver a casa. Pero no podían regresar hasta que Richard regresara.
25 de Septiembre, Adrienne no había recibido noticias de Richard desde hace más de unos meses. No le escribía y ella comenzaba a preocuparse por su esposo. Adrienne solicito una carta al exterior para poder comprobar la salubridad de su marido. Lo cual informo que estaba completamente seguro y bien en E.E.U.U. Lo cual le hacía sospechar a ella esta vez. No podía arriesgarse a quedar sola en esta sociedad. Franscecco estaba casado y con un hijo en camino, ella quedaría sola en casa de sus padres y con un hijo que cada día crece más. Envió una carta a Richard con motivo de urgencia. Como mujer astuta ideo un plan para decirle que Jaqckes estaba enfermo y necesitaba de su presencia en Francia.
Lo cual fue un rotundo fracaso. Al parecer el hombre estaba bien pero, no había recibido una respuesta para el 1 de Octubre. Franscecco se había quedado en la ciudad por motivos de su nuevo trabajo.
1778, Diciembre 25, Llego Richard de su largo viaje, el cual no mostro inquietudes, porque según él, trabajaba día y noche. Jaqckes ya era un niño de 11 años, Adrienne la había contado una mentirilla para que no perdiera la fe en su padre, el no regresaba porque debía trabajar mucho, pero ella sabia la razón por la que él no regresaba, una amiga Norteamericana que vivía por la zona donde se quedaba Richard, le notificaba que él vivía de celebración en celebración, de rameras a rameras, ¿Cómo decirle a un niño lo que su padre hacia mientras ellos tomaban café en las tardes, y se preguntaban que tan buen trabajo haría Richard?
1779, Enero 1, Adrienne se encontró con Franscecco, y esta vez ella sintió una diferencia en su día, se sentía extasiada y llena de vitalidad, algo que no había sentido las veces anteriores. Richard había tenido sexo con ella unos días después de que se encontrara con Franscecco. Lo cual podría ser una razón para descifrar sus sentimientos, pero, ella sabía que no habían sido por Richard.
Franscecco ya tenía a su esposa en trabajo de parto, en el cual nació su hija Amarantha. Salió de cabellos castaños y de ojos impresionantes, grandes y de un color verde esmeralda. Cuando Adrienne supo la noticio se alegro de la felicidad de un hijo para la familia de Franscecco, ya que ella había tenido esa luz con Jaqckes.
19 de Marzo, Adrienne descubre su embarazo, en el cual decidió permanecer en silencio hasta que se notara, y que por lo menos pudiera notificar a Richard de su existencia. Su padre no podía ser Franscecco… Debía creerse que era de Richard, para demostrar así su lealtad a él, tal como él mientras callaba la deshonraba a ella.
Para el 26 de Mayo Adrienne le había notificado a Richard su embarazo, el cual le hizo saltar de gozo y hacer que este volviera lo más pronto posible a Francia. Cuando llego, Adrienne estaba sentada en una silla mecedora con una carta de Franscecco en las manos, en la cual mostraba una triste despedida:
“Amada Adrienne,
Debo confesarte que mi tiempo a tu lado fue de muy especial para mí, pero ahora que tengo una hija a la cual cuidar, y a mi esposa que espera que lo haga. No puedo defraudar los sueños de mi pequeña por un amor de jóvenes, que se reencarna en estos días. Lamento no ser la persona que prometí hace unos años, pero debo estar con la familia que decidí formar, mientras que tú ya tenías la tuya… Y yo no estuve nunca en los planes de tu vida. Mientras que yo creía estar. Debo decir un amargo Adiós. Por el bien de mi familia…
Y por el mío.

Franscecco Adams”
Adrienne tomo muy seriamente el contenido de la carta y decidió actuar con valentía y afrontar los obstáculos que la vida le seguirá poniendo, como siempre lo había hecho, pero se entristeció sabiendo, que él había dejado en ella depositado una semilla de amor renaciente, un vientre que crecería y cuando cumpliera nueve meses, saldría una gacela de la nueva vida, una nueva generación, un rayo de esperanza para su relación… Pero ya no habría nada que esperar. Al sentir a Richard, guardo la carta tras su espalda y la escondió en su vestido. El muy ciego no se percato del notorio movimiento que realizo Adrienne con dolor y desprecio. Pero a pesar de todo, debía velar por su hijo, y por la personita que vendría en el futuro.
5 de Agosto de 1779, Nace Breeze Parsinni Laquer-Vernis en la casa de verano de la familia, Richard tomando de la mano de Adrienne mientras esta realizaba esfuerzos para que la niña pudiera salir de su refugio, lugar cálido en el cual estuvo 9 meses. Una niña de ojos azules y de cabellos amarillos, piel pálida y de mirada tímida e inocente. Jaqckes ya era un hombrecito que esperaba con ansias de cuidar a su hermana.
La infancia de Breeze fue la mejor etapa de su vida, cuando iban los domingos a la iglesia a rezar, jugaban en la plaza, tomaban te por las tardes, comían pastelillos que preparaba Adrienne, y Richard, como siempre… En el trabajo.
1785, Junio 6, Breeze ya tenía seis años de edad, aun era una pequeña que correteaba pajarillos por las tardes, que formaba castillos con hojas secas y que Jaqckes cuidaba día y noche. La luz de los ojos de Adrienne y la vida de Jaqckes. Recibía clases en su propia habitación y se destacaba en las artes plásticas.
1787, Abril 18, Adrienne enferma de gravedad, la tuberculosis la tiene entre una línea fina, por la cual debe pender por el peso de 100 Kg, cuerdas flojas y exagerado peso se identificaba con la muerte cercana. La cual preocupaba a Breeze, Richard y Jaqckes. Adrienne siempre mantuvo en su mente a la luz de su vida, Breeze, con la cual podía compartir momentos con los que vivía con su verdadero padre, mientras solo cambiaba el nombre, quería que la niña mantuviera el estatus de la familia Laquer, el cual había aumentado gracias a la firma que creo Richard.
La noche de 11 de Septiembre 1787, cuando aun las aves volaban por los jardines, y creaban una atmosfera de ilusiones y de imaginación. Cuando todo se creía perfecto, y cuando todo estaba bien, Breeze decayó por una enfermedad degenerativa. Comenzó a tener convulsiones, los ojos se tornaban amarillentos y cristalizados… Adrienne mejoraba y Breeze decaía, nadie imaginaba que la niña Breeze se pondría en un estado tan crítico, las azucares y el gluten eran mortales para la niña. Cuando se identifico la enfermedad, Diabetes.
Breeze se mantuvo en un estado recayente hasta que las convulsiones cesaron, pero en algunos momentos se desvanecía en sí misma, el control de los azucares fue duro. No comía nada que tuviera que ver con dulces. El te lo bebía con leche y miel, muy poca miel.
Adrienne, Jaqckes y Breeze vivían siempre en la misma casa, la monotonía los consumía lentamente, muy pocas veces salían, ya que Adrienne enfermo de cáncer, Jaqckes ya era un hombre, debía comenzar a buscar una esposa a la cual mantener, y con quien procrear para que la familia continuara su legado.
4 de Enero de 1790, El gran día de la boda de Jaqckes. Jaqckes había conocido a la hija de un conde Ingles en uno de los viajes que realizaba con su padre en E.E.U.U, la chica era de larga cabellera ondulada, de cobres amarillos y de largas pestañas, ojos dulces y cristalinos, como las aguas del Mediterráneo. La chica había conocido a Richard el mismo día que Jacques y ella se había comprometido. Richard había llevado muy buena impresión de la muchacha y pues el Conde William III también se llevaba una impresión por parte del joven Jaqckes. Lo cual no fue impedimento para que la boda se llevara a cabo. Además que en la época, las vidas eran una especie de negocio entre ambas familias. Breeze y Adrienne estaban vestidas del mismo color del vino que se servía en la mesa, Un color vino tinto que se hallaba en las copas que la muchedumbre interesada y de aspectos económicos bebían sus familias. Cuando llego el gran momento, Jaqckes vestido de color negro, un traje de la familia de Richard, esperaba frente al altar. Se llama Franchesca Tuthords, la esposa, salió de su esplendorosa carrosa con las mejillas sonrosadas y con los rubios rizos sueltos y desplegándose por el aire, llevando así el vuelo grácil hasta llegar a las manos de su padre. Jaqckes esbozo una sonrisa enorme al verla pasar por el umbral de flores. Se había planificado la boda en la casa real, Inglaterra. Casados y marchados a su nuevo hogar, Jaqckes mandaba todos los días una carta a su madre y hermana. Las iba a visitar cada 2 meses y llevaba bien su papel como esposo.
28 de Marzo de 1791, Breeze quedaba a solas con Richard por primera vez, esto la asustaba un poco porque, casi nunca había hablado con su supuesto padre, nunca habían entablado alguna conversación, este tampoco mostraba el interés de hablar con su hija. Adrienne había salido a visitar a sus padres a la ciudad ya que su padre agravo de estado de salud. Y su madre quedaría sola, viuda y sin hogar si Adrienne no se presentaba con ella, para que luego Richard pudiera afirmar su llegada al hogar. Breeze estaba sentada en el umbral de la puerta principal, esperando a que las primeras luciérnagas de la noche salieran, Richard estaba sentado en la mesa del salón revisando cuentas, un poco estresado. La chica entro a la casa imaginando que su padre ya estaría dormido, cuando dio la vuelta, tenía a Richard pegado a sus espaldas -Hija, puedo hablar contigo un momento…- Dijo en un tono muy serio como si se tratara de algo muy necesario. La chica asintió con la cabeza antes de afirmar con un sí.
Richard la llevo hasta el salón principal en donde el tomo asiento frente Breeze, -Cariño, se que nunca he hablado contigo… Pero creo que es buen momento para hacerlo…- Demostró una sonrisa de oreja a oreja mientras Breeze le sonreía con cierta inocencia, ilusionada en que por fin su padre tomaría conciencia de preguntarle a su hija, por lo menos un como estas… Comenzaron a hablar de cómo le iba en sus estudios en casa, que comida le gustaba, que si Adrienne era una buena madre, o que si estaba de acuerdo con que Jaqckes se hubiese ido de casa. En fi que ella trato de responder a todas sus preguntas muy sabiamente para no parecer una chica estúpida y mucho menos frente su padre. Al parecer Richard comenzaba a observar lo que ella llevaba tras el vestido, justo cayendo por las colinas de su cuello, comenzando aquellos Alpes y montañas, miraba mas allá de las vestiduras, lo que le hacía sentir extraña a Breeze, sentía un brillo ausente en su mirada, sentía que no la veía como a su hija en ese momento, su mente pervertida dejo salir, y comenzó Richard a preguntarle cosas sobre lo que para ese tiempo se consideraban herejías. Los ojos de Breeze se llenaron de pánico, solo estaban allí él, ella y dos criadas. Ella y Jaqckes habían tenido conversaciones sobre sexo, ya que Jaqckes ya sabía lo que era, lo que sentía, lo que provocaba hacerlo, los excesos, las miradas, los besos fogosos. Richard con sus cinco sentidos llevo su mano izquierda al mentón de Breeze, ella sentada frente a él, le lanzo una sonrisa con picardía y con perversión. Breeze no dejaba de mirar el mural que estaba a la derecha, analizando lo que la mirada de Richard interpretaba. “Creo que… Debo escapar de el...” Pensó rápidamente mientras se levantaba abruptamente con el corazón en la tráquea. –Padre, debo subir a mi habitación, olvide que deje la vela encendida sobre el cajón.- Subió directo a su habitación de manera pausada, pero con los nervios abiertos, escuchando los pasos de Richard a su espalda, sintiendo su mirada recorrer desde las puntas de su cabello, hasta el límite entre los tacones y una losa.
Cuando llego a la puerta de su habitación, la abrió con rapidez, para que al momento de abrirla, Richard tapara su boca y la introdujera lentamente a la habitación, cerrando la puerta con delicadeza y pasaba el seguro, Breeze pateaba el piso para hacer sonar los tacones… -Shhh…- Susurro Richard con sarcasmo. El la tumbo sobre la cama y Breeze gritaba lo que podía, pero por más que gritara las criadas no harían mucho. Richard cegado por Breeze, comenzó a despojarla del vestido, Breeze lloraba a lagrimas sanguinolentas –Por favor…- Susurraba, pero Richard hacia caso omiso a lo que ella pedía, luego de quitarle el vestido aparatoso, comenzó desesperadamente a deshacerse del corsé, con malicia aprecio el cuerpo de su hija tumbado sobre la cama, tomo sus pechos, los estrujo con fuerza, Breeze se retorcía de repugnancia a su padre. Richard se comenzó a tocar el miembro que aumentaba de tamaño por debajo del pantalón. Luego despojo a Breeze de la ropa íntima que llevaba, lamio sus pezones, bajando lentamente a su sexo, levemente humedecido, sentía ese sabor virginal, sentía como los pechos de Breeze se endurecían entre sus dedos. Breeze se retorcía con espasmos de placer cuando Richard posaba su lengua en su clítoris, le paseaba de arriba abajo, besaba su sexo apasionadamente, mientras Breeze abría su piernas cada vez más, comenzando a disponerse al placer, que como muy descarado, el placer corrompe hasta las mejores familias. Estiro su cuello para verla desde el ángulo que tenia, y comenzó a besar sus labios con malicia, mientras su mano tosca seguía masajeando su clítoris, Breeze soltó una llamarada de mucosidad blanca, como una lluvia fuerte que caía a chorro, Richard sonrió y comenzó a desabrochar su pantalón de Gabardina, Breeze aun tenia las medias panty de color negro que terminaban en encaje a la mitad de su muslo, los zapatos de color negro y el moño de su cabeza, Cuando Richard retiro su pantalón dejo ver su miembro totalmente erecto, y duro como una roca, hizo que Breeze se colocara frente a este para que comenzara a chuparlo, y lo hizo como su padre ordenaba, luego de durar unos cuantos minutos en ello, la empujo de nuevo en cama y comenzó a penetrarla desde la punta de su miembro, que estaba de color rojo, y termino con un goteo de color rojo, sintió placer al ver que había quitado la virginidad a otra de tantas mujeres. Comenzó a penetrar salvajemente a Breeze, que arrastraba las sabanas blancas a su paso. Su cabello estaba alborotado, con gotas de sudor deslizándose por sus pechos, y por su cuello. Sus pechos se movían de arriba hacia abajo, haciendo un juego hipnótico en la mirada de Richard, cuando se sintió al borde del éxtasis, se separo inmediatamente de ella y dejo salir aquella viscosidad de color blanco sobre su sexo, el contacto tibio del semen hizo que Breeze se estremeciera de placer, para que al final su padre su subiera el pantalón y se retirara de la habitación, dejándola a ella con un orgasmo en entra.
Esa fue la primera vez que Breeze disfrutaba el sexo, como era una chica virgen y no tenía la menor duda de lo que se sentía, pues su padre continuo haciéndolo por mucho tiempo, estando ella de acuerdo… Adrienne nunca sospecho, y las mucamas nunca confesaron lo que ocurría.
1797, Breeze ya era toda una mujer, tenía 18 años de esas, cuando fue la última vez que vio a su madre, murió de cáncer y sin saber más de Franscecco… Siempre tendría en mente lo que había hecho, su padre… Ella, Adrienne casada con Richard, era una traición a su propia madre… Lo cual la hizo caer en cuenta de lo que había hecho, la confianza y el tiempo que su madre había gastado haciendo todo por ella… Para que devolviera el favor con moneda falsa. Se sintió tan avergonzada de sí misma que huyo de su casa, pensó ir donde Jaqckes, pero el ya tenía un hijo y su esposa embarazada de una bebe. No quería incomodar… Su padre Richard, trato de detenerla para así poder seguir continuando con lo que hacía, pero ella se negó y salió de casa.
Comenzó a trabajar en tabernas, bares, Burdeles… Simplemente por su goce, y distracción, no pensaba herir a nadie, ella da para que le paguen, sencilla forma de llevar la vida, ¿No crees?

por **Nigel Quartermane** Vie Mayo 06, 2011 4:54 am

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