Una Nueva Flor en el Jardín [Lenea Dashwood]

por **Carmmine Von Misson** Sáb Jun 11, 2011 11:08 pm

Había un típico clima primaveral afuera, y ya como era de noche el fresco ya se había dejado caer sobre París. Carmmine se encontraba cómodamente frente a la chimenea del salón, leyendo, disfrutando la noche que acababa de llegar. Su nuevo hogar era sin duda confortable, elegante y funcional, pero solitario.

Le había prohibido a los sirvientes permanecer en la casa principal durante las horas de oscuridad, lo que consideraban ellos como una mera excentricidad, pero que obviamente tenía un significado más profundo. No quería ser molestada durante las únicas horas en que podía pasear libremente por el lugar, y como la hora de los seres de la noche, los protegía de otros de los suyos que no tendrían problema en dañarlos y alimentarse de ellos.

Pasaba las páginas del pesado tomo con una rapidez aterradora, era una asidua lectora, y quería aprovechar antes de salir a caminar, ya faltaba poco. Pero aún quedaba decidir el destino de esta noche, supongo que terminaría improvisando como había hecho otras veces.

- Bien, creo que debería ir por otro libro a la tienda – dijo para sí misma en voz alta, ya que no había necesidad de susurrar ya que se encontraba sola en casa, pues los sirvientes se encontraban en una acogedora casita apartada de la mansión.

Se levantó del sofá para dejar el libro en su lugar en la creciente biblioteca que estaba comenzado a formar. Cuando de pronto creyó escuchar un llanto de un niño pequeño en el inmenso jardín, pero luego descartó esa idea pensando que seguramente podía ser uno de los hijos del personal, ya les preguntaría mañana.

- Bueno, es hora de salir – dijo mientras se ataviaba con una capa de terciopelo rojo – Veremos donde nos lleva el destino hoy –

Cuando se disponía a abrir las pesadas puertas de la entrada, volvió a escuchar el sonido del llanto de un niño, luego recordó que Amanda, la única mujer que tenía hijos pequeños, le había pedido el día para ir a visitar a su madre y no volvería sino hasta el otro día, así que no podía ser el pequeño. Se apresuró a salir para oír de dónde provenía ese llanto, y sus sentidos le indicaron que era cerca del jardín, probablemente en donde estaban los arbustos que de noche, gracias a las sombras, podían tener la apariencia de animales feroces.

Corrió hacia el lugar, para encontrarse con un pequeño ser de rubios cabellos, probablemente una niña, según su dulce aroma ¿Qué hace una niña tan pequeña sola por aquí? Sin duda no la conocía, ni la había visto antes.

- Ven pequeña, no te haré daño – le dijo suavemente para que la pequeña pudiese entrar en confianza y no le tuviese miedo - ¿Qué tal si vamos adentro donde hay más luz?