AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Historia de una Prostituta
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Historia de una Prostituta
Era triste la vida que ella había llevado, nunca había sonreído ni una sola vez por felicidad real, en el burdel donde trabajaba la trataban bien, no se podía quejar, conocía a otras chicas que peor les iba, por lo menos aquí obligaban a los señores puercos a usar condón, cada noche tenía que regresar a su casa donde las cosas no mejoraban, y pensar que solamente tenía 17 años cuando comenzó con todo esto, su único aliado era la droga, camino a su casa solía fumarse unos tres cigarros de marihuana y unas dos líneas, ya que estaba segura que su padre la recibiría con… la cama des tendida, aun no entendía porque demonios no se alejaba de su disque llamado hogar, si tanto sufría ahí porque no se largaba de una vez por todas?? En realidad si conocía la respuesta a esa pregunta, sabía que si abandonaba a su madre su padre era capaz de matarla a golpes en una de sus borracheras, ya había habido varias veces que se lo tenía que quitar encima, claro a ella también le tocaban unos cuantos golpes de vez en cuanto.
Esta noche era diferente a otras y la más larga de toda su vida pero aun no lo sabía… Emyl trabajaba en un burdel para llevar dinero a su casa, con 20 años encima se podría decir que era una hermosura de mujer, en Colombia no había chicas como ella, pero eso sí, antes de trabajar como prostituta se había tenido que poner senos postizos, ya que sin ellos era imposible que le consiguieran hombres que le pagaran por una buena revolcada, tenía un cuerpo al que su padre había sabido sacar provecho, era de una piel exótica y aterciopelada, unas curvas que muchas ocasiones hacia que se tuviese que acostar con dos a la misma vez por falta de tiempo y un busto… que hacia babear hasta a las mujeres. De vez en cuando tenía tiempo para descansar aunque esos momentos no duraban mucho, era odioso y asqueroso tener que desnudarse una y otra vez, sentir las manos de hombres que ni sabían su nombre, sentir como la tocaban por todo el cuerpo cientos de veces al día, tener que bailar delante de todos, tener que mostrarse para simplemente pagar los vicios de su padre… y los de ella. Esa noche comenzó como cualquier otra, sin ninguna novedad, algunos clientes de siempre y otros nuevos, eso era rutina, cuando había gente nueva se la mandaban a ella, dentro del prostíbulo no era Emyl la hija del borracho era Mónica la desnudista, ya tenía su fama, una fama que ella odiaba con todo el corazón, pero con la que tendría que vivir el resto de su miserable vida.
El burdel acababa de cerrar sus puertas, aun las camas estaban calientes y las trabajadoras se estaban cambiando, parecía ser una noche como cualquier otra, Emyl se encontraba en el sanitario cuando escucho fuerte golpes en el portón, pensó que tal vez sería el dueño que de nuevo olvidaba sus llaves, camino con paso cansado hasta la entrada… abrió lentamente la puerta, lo suficiente como para poder asomar la cabeza, no era su jefe…
-¿Le puedo ayudar en algo?- sabia que lo conocía aunque no podía recordar de donde, lo había visto en algún sitio… su rostro le era demasiado familiar.
-Deseo rentar el lugar- empujo con fuerza la puerta, Emyl se encontraba demasiado exhausta y cedió, vio como su interlocutor la observaba de arriba abajo, aun llevaba puesto su "uniforme", el hombre dio un paso al frente y rozo su dedo en su cintura hasta llegar al borde de su bikini- Con todo y las trabajadoras- le sonrió de manera siniestra.
-Siento mucho decírselo pero no se encuentra el dueño así que tendrá que regresar mañana- dio un paso hacia atrás… algo en él hombre le daba miedo, al final recordó quien se trataba… era un sicario, uno de los pesados… sintió el pulso en los oídos, tenía mucho miedo, no nada más por ella si no por todas las chicas que estaban dentro, no sabía cómo iba a reaccionar.
-Está bien yo vuelvo mañana- dijo el narco sin inmutarse un poco, dio un paso más hacia ella y la beso en los labios- Vuelvo por usted.
Emyl salió de ahí media hora más tarde de lo normal, tenía mucho miedo pero por el momento debía preocuparse por lo que su padre le iba a hacer por la tardanza, sabía que la estaría esperando… cada noche era lo mismo, la misma rutina… ella llegaba cansada y harta, su padre le abría la puerta, la llevaba a su recamara y abusaba de ella, eso era cada noche pero había ocasiones en las que él se encontraba en tal estado de embriaguez que se quedaba dormido antes de su llegada, rogaba al Señor para que esta fuera una de esas veces. Como era costumbre Emyl se drogaba en camino hasta su casa, su dosis normal era de tres cigarros de marihuana y unas dos líneas de cocaína pero esta vez necesitaba algo mucho más fuerte así que se acabo la cuota de tres días, pero por el momento no le importaba el mañana si no el hoy. En cuanto llego a su casa sabía que su padre estaba despierto y esperándola: la luz de su recamara estaba encendida, entro sigilosamente a su casa para no despertar a su madre, debía de estar muy cansada o muy golpeada.
-¿Dónde te habías metido, estúpida?- Emyl cerró los ojos al sentir la manaza de su padre tomándola del cabello y arrastrándola escaleras arriba- Dame el dinero- ordeno mientras la arrojaba contra la cama, ella se lo entrego todo, pero antes había guardado un poco en la maseta que había delante de la casa, su madre debía de comer algo- ¿Esto es todo? ¿Acaso me crees idiota?
-La verdad que si- en cuanto salieron esas palabras de su boca se arrepintió, su padre no le contesto pero vio como se quitaba el cinto y el pantalón, era algo tan inhumano lo que hacía con ella que le parecía increíble que dijera ser su padre en público… Emyl sufrió lo que sufría cada noche, esta ocasión no la dejo descansar cuando volvió a violarla… la cama dejo de tener el peso del padre alrededor de las 3 de la madrugada, ella lloro agriamente durante mucho rato, muchas cosas pasaron por su cabeza, se debía de salir de ahí… si su madre siempre se había hecho de la vista gorda con respecto a que su esposo era un violador adultero y un alcohólico sin remedio a ella porque le iba a importar un comino lo que pasaría con su vida, era hora de hacer lo correcto. Guardo unas cuantas cosas en una bolsa de plástico para basura y salió por su ventana, en cuanto se alejo de su cuadra se dio cuenta que no estaba sola.
-Hola preciosura- su respiración se corto en cuanto identifico la voz, era del narco que había ido al burdel, la había estado siguiendo, Emyl no sabía qué hacer pero la gran camioneta blindada la seguía de cerca así que se detuvo girándose lentamente hacia la ventanilla del copiloto, de donde provenía la voz y donde estaba el rostro que tantas veces había visto en la televisión.
-Buenas noches- respondió lo más tranquila que pudo aunque siendo francos no lo logro para nada.
-Porque esa cara primor… no le vamos a hacer nada- dentro de la camioneta escucho varias risillas, era demasiado para una sola noche… perdió la noción del tiempo y del espacio dejándose llevar por la inconsciencia.
Al despertar no sabía dónde se encontraba, no recordaba siquiera lo que le había ocurrido, estaba en un sitio muy oscuro, no podía ver más allá de su propia nariz.
-¿Aló? Por favor que alguien me ayude- Emyl se encontraba desesperada, por segunda vez en la misma noche las lagrimas fueron cayendo hasta su regazo, estaba recargada contra algo duro, con las manos atadas a sus espaldas, por fortuna aun tenia ropa, a lo lejos escucho pasos… a cada momento se iban haciendo más fuertes hasta que el sonido de un cerrojo al correrse rompió la quietud que reinaba, un hombre se iba acercando a ella, se inclino hacia un lado y encendió la luz.
-Grite lo que quiera, Emyl, nadie le escuchara- eso la dejo muda, sabían su nombre, la habían investigado, sabían donde vivía, en donde trabajaba… lo sabían todo de ella…
-Donde estoy- la voz le salió quebrada, sacudió la cabeza para que las lagrimas salieran de sus ojos y le permitieran ver a su secuestrador, este se arrodillo frente a ella, le acaricio su rostro bajando por su barbilla hasta llegar hasta su busto, acaricio son suavidad el pezón derecho para continuar con el izquierdo, Emyl sentía nauseas de solo imaginar lo que le harían, tenía miedo… mucho miedo, se levanto el sujeto rodeándola, le desato las manos.
-¿Ya ve? No somos tan malos mientras nos de lo que queremos- ella bien sabía lo que querrían, lo sabía desde el momento que se dio cuenta quienes eran, Emyl siempre fue codiciada por varios narcos pero había preferido mantenerse alejados de ellos, no quería ser una pre-pago con "estatus" prefería lo de una sola noche así bien podría cuidar a su madre, tenía que actuar con inteligencia si quería salir viva de ahí. Se levanto lentamente y con mucha seriedad, camino el poco espacio que había entre ellos dos y le rodeo el cuello con ambos brazos. Vio como este sonreía admirando su belleza latina.
-¿Y qué es eso que tanto anhelan?- beso al narco con mucha repulsión pero no dejo que él se diera cuenta, cuando se separo nada en su rostro de podía leer, era una completa mascara de seducción. Él se abstuvo de responder o de llamar a alguien más, la tomo de la mano y se la llevo a una cama en la habitación continua, ahí tuvieron sexo cerca de dos horas, la chica se encontraba debilitada por el cansancio.
-Que bella es usted- Emyl le dio la espalda al narco, no quería verle el rostro, sintió como este le tocaba el trasero, reprimió una buena sarta de groserías que se le vinieron a la mente.
-Gracias- respondió en voz baja, quería saber cómo demonios iba a salir de ahí, sintió como se levantaba y salía del cuarto, pidió a Dios para que no se le hubiese ocurrido llamar a ninguno de sus otros "amigos", rápidamente se levanto tratando de no hacer mucho ruido con la ropa al vestirse, abrió lentamente la puerta y al ver que nadie se encontraba cerca ni se oía nada salió de su prisión dejando al destino si tomaba el camino correcto, no reconocía el lugar, parecía una hacienda antigua, de las que casi ya no había… muchas escaleras, muchos cuartos, muchas ventanas… mucho de todo, con cada nueva bifurcación debía tomar una decisión, Emyl nunca tuvo muy buen sentido de la ubicación por lo que no podía saber hacia dónde se dirigía.
Hubo un momento en los cuales escucho pasos, pasos que subían corriendo unas escaleras que eran su único camino así que se metió en la primer puerta que encontró, se quedo boquiabierta al darse cuenta que acababa de entrar en donde guardaban la droga que exportaban, miles de vacas estaban abiertas por el estomago y en algunas ya tenía la hierba en sobres gruesos, sabía que era marihuana por el olor que estaba en el aire, la tentación era demasiado grande pero debía de estar en sus 5 sentidos esa noche, aunque de cierta manera toda la droga que se había metido antes de llegar a su casa aun la tenia atontada, al girarse para cerciorarse de que podía salir se topo con un espejo, se quedo sorprendida por el reflejo que le regreso, tenía los ojos rojos, ojerosa, flaca… parecía en los huesos… la droga estaba terminando con su vida si no era que ya lo había hecho… escucho pasos del otro lado, se acercaban… eran muchos… camino de espaldas y tropezó con una vaca abierta, cuando cayó al piso la puerta se abrió… dejando ver a seis narcos, entre ellos el que la había desamarrado.
-Aquí esta- dijo sonriendo malévolamente- La he estado buscando por todos lados, se ha portado mal ¿eh? Debe ser castigada- todos rieron a coro, Emyl vio pasar toda su vida delante de sus ojos, las lagrimas volvieron a apoderarse de su rostro, cerró los ojos mientras vio como todos y cada uno de los sicarios se acercaban a ella, detrás de sus parpados vio a su madre golpeada, se imagino que hacía años que había hecho algo, no se… tal vez llevársela del país… y todo sería otro cantar, se imagino estudiando y teniendo una familia pero eso era agua vieja, sabía que jamás podría cumplir su sueño, era un privilegio que le había sido vetado desde el nacimiento, lloro amargamente mientras la violaban una y otra vez, mientras sentía como la tocaban, le destrozaban la ropa… en ningún momento abrió los ojos, prefería no ver los rostros de sus asesinos, se desgarraba por dentro, sentía como su sangre era derramada, alguno que otro sádico la cortaba para simplemente verla desangrarse viva, grito y suplico todo lo que pudo… hasta que el silencio se apodero de el lugar.
Pasaron meses hasta que la policía encontró el cadáver de una mujer, descendencia latina, aparentemente entre 19 y 22 años, con signos visibles de agresión múltiple y violación, fue trasladada con el forense de donde se extrajo el semen de siete hombres diferentes, incluyendo el de su padre, este fue arrestado por maltrato físico y violación, se le sentencio a 50 años de prisión, su esposa se suicido poco tiempo después de que se dio a conocer la noticia de que la prostituta Emyl Santiago había sido asesinada y que sus homicidas no habían sido atrapados.
Esta noche era diferente a otras y la más larga de toda su vida pero aun no lo sabía… Emyl trabajaba en un burdel para llevar dinero a su casa, con 20 años encima se podría decir que era una hermosura de mujer, en Colombia no había chicas como ella, pero eso sí, antes de trabajar como prostituta se había tenido que poner senos postizos, ya que sin ellos era imposible que le consiguieran hombres que le pagaran por una buena revolcada, tenía un cuerpo al que su padre había sabido sacar provecho, era de una piel exótica y aterciopelada, unas curvas que muchas ocasiones hacia que se tuviese que acostar con dos a la misma vez por falta de tiempo y un busto… que hacia babear hasta a las mujeres. De vez en cuando tenía tiempo para descansar aunque esos momentos no duraban mucho, era odioso y asqueroso tener que desnudarse una y otra vez, sentir las manos de hombres que ni sabían su nombre, sentir como la tocaban por todo el cuerpo cientos de veces al día, tener que bailar delante de todos, tener que mostrarse para simplemente pagar los vicios de su padre… y los de ella. Esa noche comenzó como cualquier otra, sin ninguna novedad, algunos clientes de siempre y otros nuevos, eso era rutina, cuando había gente nueva se la mandaban a ella, dentro del prostíbulo no era Emyl la hija del borracho era Mónica la desnudista, ya tenía su fama, una fama que ella odiaba con todo el corazón, pero con la que tendría que vivir el resto de su miserable vida.
El burdel acababa de cerrar sus puertas, aun las camas estaban calientes y las trabajadoras se estaban cambiando, parecía ser una noche como cualquier otra, Emyl se encontraba en el sanitario cuando escucho fuerte golpes en el portón, pensó que tal vez sería el dueño que de nuevo olvidaba sus llaves, camino con paso cansado hasta la entrada… abrió lentamente la puerta, lo suficiente como para poder asomar la cabeza, no era su jefe…
-¿Le puedo ayudar en algo?- sabia que lo conocía aunque no podía recordar de donde, lo había visto en algún sitio… su rostro le era demasiado familiar.
-Deseo rentar el lugar- empujo con fuerza la puerta, Emyl se encontraba demasiado exhausta y cedió, vio como su interlocutor la observaba de arriba abajo, aun llevaba puesto su "uniforme", el hombre dio un paso al frente y rozo su dedo en su cintura hasta llegar al borde de su bikini- Con todo y las trabajadoras- le sonrió de manera siniestra.
-Siento mucho decírselo pero no se encuentra el dueño así que tendrá que regresar mañana- dio un paso hacia atrás… algo en él hombre le daba miedo, al final recordó quien se trataba… era un sicario, uno de los pesados… sintió el pulso en los oídos, tenía mucho miedo, no nada más por ella si no por todas las chicas que estaban dentro, no sabía cómo iba a reaccionar.
-Está bien yo vuelvo mañana- dijo el narco sin inmutarse un poco, dio un paso más hacia ella y la beso en los labios- Vuelvo por usted.
Emyl salió de ahí media hora más tarde de lo normal, tenía mucho miedo pero por el momento debía preocuparse por lo que su padre le iba a hacer por la tardanza, sabía que la estaría esperando… cada noche era lo mismo, la misma rutina… ella llegaba cansada y harta, su padre le abría la puerta, la llevaba a su recamara y abusaba de ella, eso era cada noche pero había ocasiones en las que él se encontraba en tal estado de embriaguez que se quedaba dormido antes de su llegada, rogaba al Señor para que esta fuera una de esas veces. Como era costumbre Emyl se drogaba en camino hasta su casa, su dosis normal era de tres cigarros de marihuana y unas dos líneas de cocaína pero esta vez necesitaba algo mucho más fuerte así que se acabo la cuota de tres días, pero por el momento no le importaba el mañana si no el hoy. En cuanto llego a su casa sabía que su padre estaba despierto y esperándola: la luz de su recamara estaba encendida, entro sigilosamente a su casa para no despertar a su madre, debía de estar muy cansada o muy golpeada.
-¿Dónde te habías metido, estúpida?- Emyl cerró los ojos al sentir la manaza de su padre tomándola del cabello y arrastrándola escaleras arriba- Dame el dinero- ordeno mientras la arrojaba contra la cama, ella se lo entrego todo, pero antes había guardado un poco en la maseta que había delante de la casa, su madre debía de comer algo- ¿Esto es todo? ¿Acaso me crees idiota?
-La verdad que si- en cuanto salieron esas palabras de su boca se arrepintió, su padre no le contesto pero vio como se quitaba el cinto y el pantalón, era algo tan inhumano lo que hacía con ella que le parecía increíble que dijera ser su padre en público… Emyl sufrió lo que sufría cada noche, esta ocasión no la dejo descansar cuando volvió a violarla… la cama dejo de tener el peso del padre alrededor de las 3 de la madrugada, ella lloro agriamente durante mucho rato, muchas cosas pasaron por su cabeza, se debía de salir de ahí… si su madre siempre se había hecho de la vista gorda con respecto a que su esposo era un violador adultero y un alcohólico sin remedio a ella porque le iba a importar un comino lo que pasaría con su vida, era hora de hacer lo correcto. Guardo unas cuantas cosas en una bolsa de plástico para basura y salió por su ventana, en cuanto se alejo de su cuadra se dio cuenta que no estaba sola.
-Hola preciosura- su respiración se corto en cuanto identifico la voz, era del narco que había ido al burdel, la había estado siguiendo, Emyl no sabía qué hacer pero la gran camioneta blindada la seguía de cerca así que se detuvo girándose lentamente hacia la ventanilla del copiloto, de donde provenía la voz y donde estaba el rostro que tantas veces había visto en la televisión.
-Buenas noches- respondió lo más tranquila que pudo aunque siendo francos no lo logro para nada.
-Porque esa cara primor… no le vamos a hacer nada- dentro de la camioneta escucho varias risillas, era demasiado para una sola noche… perdió la noción del tiempo y del espacio dejándose llevar por la inconsciencia.
Al despertar no sabía dónde se encontraba, no recordaba siquiera lo que le había ocurrido, estaba en un sitio muy oscuro, no podía ver más allá de su propia nariz.
-¿Aló? Por favor que alguien me ayude- Emyl se encontraba desesperada, por segunda vez en la misma noche las lagrimas fueron cayendo hasta su regazo, estaba recargada contra algo duro, con las manos atadas a sus espaldas, por fortuna aun tenia ropa, a lo lejos escucho pasos… a cada momento se iban haciendo más fuertes hasta que el sonido de un cerrojo al correrse rompió la quietud que reinaba, un hombre se iba acercando a ella, se inclino hacia un lado y encendió la luz.
-Grite lo que quiera, Emyl, nadie le escuchara- eso la dejo muda, sabían su nombre, la habían investigado, sabían donde vivía, en donde trabajaba… lo sabían todo de ella…
-Donde estoy- la voz le salió quebrada, sacudió la cabeza para que las lagrimas salieran de sus ojos y le permitieran ver a su secuestrador, este se arrodillo frente a ella, le acaricio su rostro bajando por su barbilla hasta llegar hasta su busto, acaricio son suavidad el pezón derecho para continuar con el izquierdo, Emyl sentía nauseas de solo imaginar lo que le harían, tenía miedo… mucho miedo, se levanto el sujeto rodeándola, le desato las manos.
-¿Ya ve? No somos tan malos mientras nos de lo que queremos- ella bien sabía lo que querrían, lo sabía desde el momento que se dio cuenta quienes eran, Emyl siempre fue codiciada por varios narcos pero había preferido mantenerse alejados de ellos, no quería ser una pre-pago con "estatus" prefería lo de una sola noche así bien podría cuidar a su madre, tenía que actuar con inteligencia si quería salir viva de ahí. Se levanto lentamente y con mucha seriedad, camino el poco espacio que había entre ellos dos y le rodeo el cuello con ambos brazos. Vio como este sonreía admirando su belleza latina.
-¿Y qué es eso que tanto anhelan?- beso al narco con mucha repulsión pero no dejo que él se diera cuenta, cuando se separo nada en su rostro de podía leer, era una completa mascara de seducción. Él se abstuvo de responder o de llamar a alguien más, la tomo de la mano y se la llevo a una cama en la habitación continua, ahí tuvieron sexo cerca de dos horas, la chica se encontraba debilitada por el cansancio.
-Que bella es usted- Emyl le dio la espalda al narco, no quería verle el rostro, sintió como este le tocaba el trasero, reprimió una buena sarta de groserías que se le vinieron a la mente.
-Gracias- respondió en voz baja, quería saber cómo demonios iba a salir de ahí, sintió como se levantaba y salía del cuarto, pidió a Dios para que no se le hubiese ocurrido llamar a ninguno de sus otros "amigos", rápidamente se levanto tratando de no hacer mucho ruido con la ropa al vestirse, abrió lentamente la puerta y al ver que nadie se encontraba cerca ni se oía nada salió de su prisión dejando al destino si tomaba el camino correcto, no reconocía el lugar, parecía una hacienda antigua, de las que casi ya no había… muchas escaleras, muchos cuartos, muchas ventanas… mucho de todo, con cada nueva bifurcación debía tomar una decisión, Emyl nunca tuvo muy buen sentido de la ubicación por lo que no podía saber hacia dónde se dirigía.
Hubo un momento en los cuales escucho pasos, pasos que subían corriendo unas escaleras que eran su único camino así que se metió en la primer puerta que encontró, se quedo boquiabierta al darse cuenta que acababa de entrar en donde guardaban la droga que exportaban, miles de vacas estaban abiertas por el estomago y en algunas ya tenía la hierba en sobres gruesos, sabía que era marihuana por el olor que estaba en el aire, la tentación era demasiado grande pero debía de estar en sus 5 sentidos esa noche, aunque de cierta manera toda la droga que se había metido antes de llegar a su casa aun la tenia atontada, al girarse para cerciorarse de que podía salir se topo con un espejo, se quedo sorprendida por el reflejo que le regreso, tenía los ojos rojos, ojerosa, flaca… parecía en los huesos… la droga estaba terminando con su vida si no era que ya lo había hecho… escucho pasos del otro lado, se acercaban… eran muchos… camino de espaldas y tropezó con una vaca abierta, cuando cayó al piso la puerta se abrió… dejando ver a seis narcos, entre ellos el que la había desamarrado.
-Aquí esta- dijo sonriendo malévolamente- La he estado buscando por todos lados, se ha portado mal ¿eh? Debe ser castigada- todos rieron a coro, Emyl vio pasar toda su vida delante de sus ojos, las lagrimas volvieron a apoderarse de su rostro, cerró los ojos mientras vio como todos y cada uno de los sicarios se acercaban a ella, detrás de sus parpados vio a su madre golpeada, se imagino que hacía años que había hecho algo, no se… tal vez llevársela del país… y todo sería otro cantar, se imagino estudiando y teniendo una familia pero eso era agua vieja, sabía que jamás podría cumplir su sueño, era un privilegio que le había sido vetado desde el nacimiento, lloro amargamente mientras la violaban una y otra vez, mientras sentía como la tocaban, le destrozaban la ropa… en ningún momento abrió los ojos, prefería no ver los rostros de sus asesinos, se desgarraba por dentro, sentía como su sangre era derramada, alguno que otro sádico la cortaba para simplemente verla desangrarse viva, grito y suplico todo lo que pudo… hasta que el silencio se apodero de el lugar.
Pasaron meses hasta que la policía encontró el cadáver de una mujer, descendencia latina, aparentemente entre 19 y 22 años, con signos visibles de agresión múltiple y violación, fue trasladada con el forense de donde se extrajo el semen de siete hombres diferentes, incluyendo el de su padre, este fue arrestado por maltrato físico y violación, se le sentencio a 50 años de prisión, su esposa se suicido poco tiempo después de que se dio a conocer la noticia de que la prostituta Emyl Santiago había sido asesinada y que sus homicidas no habían sido atrapados.
Céline Candau- Mensajes : 23
Fecha de inscripción : 11/06/2011
Edad : 34
Re: Historia de una Prostituta
No se que decir, buena historia, de ¿donde la habras sacado? ¿tu la inventaste?...
Sea como sea, me parecio algo feo la situacion de la prostituta, son seres humanos y por lo tanto no deben ser tratadas asi, Dios! pero que historia!.
Sea como sea, me parecio algo feo la situacion de la prostituta, son seres humanos y por lo tanto no deben ser tratadas asi, Dios! pero que historia!.
Kait A. Lockjurt- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 115
Fecha de inscripción : 07/07/2011
Localización : No muy lejos de tu sangre
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