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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Viola de Lesseps Vie Jun 17, 2011 4:29 pm

A la mansión de Lesseps, queda a las fueras de la ciudad – la puerta fue cerrada sutilmente en ese momento me encontré envuelta en esa oscuridad donde solo fueron escasos los segundos para que mi vista se acostumbrara pero antes de pronunciar alguna palabra, sus labios besaron los míos y descubrí en ese momento que ya eran mi debilidad, el sabor que tenían ese extraño dulzor un verdadero vicio del cual ya no quería escapar. Mi mano se levantó para recorrer su rostro, esa frialdad al tacto causo un suave escalofríos, pero eso no impediría que yo siguiera con aquel beso, mi lengua acaricio la ajena dejando un suave masaje, quedando con ese sabor impregnada en mi gusto. Los segundos volaron, mientras con el beso eterno todo se vio reducido a escasos segundos. El coche se detuvo y uno de los sirvientes abrió con lentitud la puerta dándonos tiempo para separarnos. En ese momento mi corazón se acelero estaba como si hubiera corrido miles de millas, vi de fondo los dos faroles prendidos que iluminaban la puerta principal de la mansión, un suspiro ahogado quedo quieto en mi pecho y sonreí suave una mezcla de incomodidad y emoción.

Hemos llegado me atreví a decir mientras el sirviente me extendía su brazo para que yo me bajara del carruaje, en ese momento mi corazón se aceleró aún más veníamos a mi mundo el lugar donde pocos lograban entrar, todo a los alrededores de la mansión estaba a oscuras, el jardín era inmenso y solo estaba alumbrado la puerta principal, de alguna forma agradecía que mis empleados durmieran. Tome aquel brazo y baje avanzando dos pasos hacia adelante y esperando que Dorian hiciera lo mismo, comencé a sentirme nerviosa mi imaginación volaba del cielo a la tierra y las emociones permanecían siendo las mismas era lo único que no cambiaba en lo absoluto. Cuando estuvo a mi lado le sonreí su presencia me ponía los bellos de punta pero me encantaba que así fuera. Y con un impulso que no quería controlar acerque mis labios a los ajenos depositando otro beso más corto, pero con la misma intensidad de lo que veníamos teniendo. Me aleje para poder respirar y con una mirada que decía más que cualquier palabra me acerque a la puerta para introducir la llave que abría las puertas de mi pequeño mundo en Paris.

No sabía si prender las luces o irnos por la oscuridad tenue que había, no quería hablar por temor a… a que pensara algo mal, a destruir el momento así que tan solo me deje guiar por mis instintos escuche el clic de que la cerradura ya estaba abierta y di un pequeño empujón a la puerta que el silencio se abrió dejando escapar los aromas que emanaba mi hogar una combinación de vainillas y violetas exquisito para mis sentidos, cruce el umbral de la puerta y con otra sonrisa una diferente le invite a pasar, cuando ya estuvo adentro todo se me volvió en blanco, mi corazón golpeaba fuerte en la cavidad donde lo tenía prisionero y mi respiración profunda delataba todo lo que sentía en ese mismo momento. Aun sintiendo todo aquello, me acerque a él mientras una de mis manos cerraba la puerta tras su espalda, llegue hasta su oído y suavemente susurre Bienvenido a mi mundo Dorian Windsor – moje mis labios que aún permanecían pintados con un perfecto rojo y me aleje lentamente. Mis ojos comenzaron a observar el lugar que a oscuras parecía un verdadero laberinto pero no importaba conocía la salida y la llegada al lugar donde íbamos y donde nadie nos molestaría. Mis sirvientes dormían en una pequeña casa a un lado de la gran mansión ahí tenían todo lo necesario y Darla con August dormían en el primer piso en una pieza que estaba al final de la primera planta.

Le tome su mano sin previo aviso y con algo de misterio le dije Síguemeno entendía por qué estaba actuando de esa manera pero quería hacerlo así. De alguna forma mi interior quería esto desde el momento que me había hablado solo que hasta este momento me daba cuenta lo que él había provocado en mí. Volví a mojar mis labios suavemente a la vez que comenzaba a caminar entre el hall para llegar a las escaleras que daban a un pasillo donde se dividía la casa en dos, de un lado estaba el gran comedor que tenía un gran salón para bailes y del otro estaba el living donde se encontraba oculto la biblioteca de mi padre y al fondo del pasillo estaba la gran cocina que quedaba a un lado de la pieza de mis más fieles sirvientes. Como toda mansión tenía sus espacios ocultos salas a las que nadie entraba y lugares verdaderamente enigmáticos. Comencé a subir las escaleras lentamente y en completo silencio, llegamos al primer descanso y seguí mi camino hasta llegar a un espacio donde había un sofá y un piano de cola que daban paso a un pasillo con varias habitaciones sin detenerme continué mi caminar aferrando mi mano más a la del hasta que me detuve en la tercera puerta que era de un color blanco que resaltaba de las otras puertas oscuras… ahí en silencio me di vuelta y dando la espalda a la puerta , me quede mirando a los ojos de Dorian que parecían ser dos vellos cristales de un perfecto celeste.

Mi habitación era amplia una de las más grandes de aquella mansión, tenía varios sofás y a un lado de las paredes habían tres puertas, una el closet otra el gran baño y una que daba a un pasillo secreto en el cual al final se encontraba mi laboratorio. Suspire notoriamente y abrí la puerta Dorian alcance a decir y lo espere del otro lado del umbral.


Última edición por Viola de Lesseps el Sáb Ago 27, 2011 11:54 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Invitado Dom Jul 10, 2011 6:37 pm

((Disculpa la demora, en adelante podre responder a menudo))

El camino tuvo lo suyo, no importaba cuanto tardáramos en llegar porque dentro del coche no nos habíamos dejado esperar, sus labios tan rojos como la misma sangre me inspiraron a dejar de lado el protocolo y besarla, tocarla, sentirla previamente en un aspecto superficial porque sabía que cuando llegáramos a su residencia todo sería diferente y la tela de su vestido ya no interferiría, el color de sus labios se borraría en el transcurso de la noche y quizá su sangre me proveyera de un rojo más fascinante aún. Sentía su ansiedad, no lo iba a negar, también en algún momento me deje poseer por ella y pensar en despojarla de toda su ropa para finalmente satisfacer el deseo por medio del placer. Incluso en el Royal Palace esa idea había pasado por mi mente más de una vez pero con los años que tenía había aprendido a controlar mi impulso y a adquirir o a aparentar la seriedad del caso. Recordaba que cuando era un humano solía ser fácilmente seducido a la cama de una mujer, entre más pronto poseerla mejor, entre más pronto adquirir el placer mejor pero la inmortalidad cambiaba a los hombres. Aprendí a disfrutar, a observar, a poseer con el tacto de quién se detiene con meticulosa pasión a degustar parte a parte hasta llegar al todo.

Como todo vampiro era un ser pasional pero a diferencia de muchos nunca se me saciaba el apetito carnal así que pacientemente esperaría a llegar a la casa para hacer de aquella ‘despedida’ un episodio memorable para la dama que me acompañaba. Así pues, mientras la besaba en el carruaje tocaba sus cabellos, sedosos y tan perfumados como su misma piel y sus labios…que delirio, a medida que los besaba adquirían un sabor nuevo, insaciable y dulce. Sus manos tocaron mi piel, apenas fueron perceptibles por su delicadeza, no me había equivocado en compararla con un cisne, realmente era tan hermosa y delicada como uno de ellos.

El carro se detuvo justo cuando trazaba con mis dedos un camino desde su cuello al escote, tuve que detenerme y nos preparamos para bajar. Ella confirmo que habíamos llegado y bajo primero después de que la puerta se abriera, yo la seguí y apenas salí del carro me encontré con la mansión de Lesseps, no sabía dónde estábamos, nunca había visitado los alrededores pero era lo que menos me importaba. Caminamos hasta la puerta, en el transcurso note su nerviosismo pero una mirada confirmo mis más ambiciosos deseos para esa noche y le respondí con una sonrisa mientras esperaba tranquilamente a que ella abriera la puerta. Aquella reacción, quizá un poco de temor, la había visto antes, el temor a lo desconocido siempre estaba presente y sobre todo en esos momentos me imagine que ella se formulaba tantas preguntas o se llenaba de tantas suposiciones por lo que la esperaría después de cruzar la puerta que trataba de controlar los torbellinos indomables que la invadían. Tal vez debí tranquilizarla de alguna forma pero no era mi estilo el ser condescendiente, más bien me convertía en aquel que ponía a prueba el valor que ella tendría para pasar la noche con vampiro, aunque no supiera lo que yo era, quería saber hasta dónde la pasión de aquella mujer podía llegar.

Entramos a la casa, ella cerró la puerta después de que yo hubiera entrado y me dio la bienvenida a su mundo, ese argumento hizo que en mi rostro apareciera otra sonrisa mientras la miraba de lado -Tu mundo es una invitación a perder la noción del tiempo y espacio…o por lo menos así será ¿me equivoco?- dije como si estuviera retándola a soltarse, en otras palabras, a liberarse. Si…todos nos conocíamos en sociedad, los modales, el protocolo, las restricciones pero cuando uno estaba en su propio mundo, en su propio espacio que algunos consideraban sagrado, todas las restricciones se iban al carajo. Dueña de su propio mundo, ama y señora de esa casa…Viola podría dejar de ser la dama que todos veían a diario, yo no la juzgaría, yo estaba allí justamente para ser el detonante de aquel desenfreno que tanto ambicionaba ver y sobre todo disfrutar.

Ella tomo mi mano y yo la seguí por pasillos y escaleras sin decir ni una palabra, creía que ya había dicho lo suficiente y que si tenía que decir algo más solo sería lo que fuera necesario, en adelante prefería sentir. Sentir todo de ella, sentir sus labios, su piel, sus senos al tocarlos, su sexo al penetrar en ella…no era ningún secreto para ninguno de los dos lo que queríamos que sucediera. Finalmente nos detuvimos frente a una puerta blanca, ella le dio la espalda y me miro fijamente, no…nada de aquello era una ilusión por si eso se preguntaba, estaba ante una realidad que al día siguiente le parecería una ilusión o un sueño, esa era la diferencia. Su puerta se abrió y con ella la última que podía detenerla de que yo entrara en su mundo, ella paso primero y yo la seguí, cerré la puerta después de que entre y le coloque el seguro, solo en ese momento me distraje de verla pero no tomo más que unos pocos segundos para que volviera a darle toda mi atención a la pelirroja de ojos azules y piel blanca que se encontraba cerca de su propio lecho y que por aquella noche lo compartiría conmigo.

No me detuve a ver la mueblería de la habitación, apenas y me fije donde estaba la cama porque finalmente allá estaba esa mujer, a solas completamente con aquel que horas antes no era más que un desconocido. Me acerque a ella y me quede parado a pocos centímetros, un paso más e hice que nuestros cuerpos rozaran, levante ambas manos hacia su cabello para liberarlo y que cayera suelto sobre sus hombros, la melena pelirroja cayo mechón a mechón a los costados de su hermoso rostro, sus ojos azules como zafiros me observaban y la oscuridad que nos rodeaba no podía resultar tan familiar para mí; en cuestión de casi nada me encontraba tan confortable como si estuviera en mi propia casa, algo muy extraño que analizaría después.

Mis manos bajaron a sus mejillas y acaricie ambas, luego descendí a su cuello y a sus hombros donde me encontré con la tela de su vestido, sonreí mirándola a los ojos y la rodee hasta llegar a estar detrás de ella, en ese momento empecé a desenlazar los broches de su vestido uno por uno y sin apuro porque a medida que lo hacia la tela se separaba de su espalda y me dejaba ver su piel hasta que pude observar su espalda descubierta y desnuda. Deslice el vestido por sus hombros pero no por completo, tampoco la desvestí en la parte frontal donde ya me hubiera gustado admirar sus senos, solo deje desnudos a sus hombros y me pegue a ella por detrás para que rozaran nuestros cuerpos, la tome de la cintura con un brazo y luego con la mano libre aparte sus cabellos del hombro derecho para besarla en el cuello con delicadeza pero desmesurada pasión.
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Mensaje por Viola de Lesseps Sáb Jul 23, 2011 10:28 pm

La puerta quedo cerrada y ambos nos encontrábamos en mis aposentos de los cuales esperaba, el silencio inundo mi mente cuando me puse a pensar en lo que esperaba, podría decir que muchas cosas, pero no, una de mis lemas siempre había sido el que no espera nada no se desilusiona, aquello era lo mejor para cuando no sabías como sería el amanecer que aún lejano parecía en medio de la oscuridad de aquella especial noche. En mi mundo las cosas eran más simples de lo que parecían, ya que no tenía grandes secretos ni cuentas que rendir ante nadie, era libre y podía hacer lo que más deseara, pero, qué tanta libertad podría dejarme disfrutar de esta velada que comenzó en una biblioteca, continuo con una cena y ahora seguiría en mi pieza, sabía que comenzaría, entregaría mi cuerpo a prácticamente aquel misterioso hombre que cautivaba mis más bajos instintos, unos que al parecer habían estado escondidos por años. Nunca había estado con un hombre, ni como pareja, ni mucho menos en una cama, yo hasta ahora era pura orgullosa de serlo me deje llevar por la caída de mis cabellos que libres se posaron en mi espalda soltando el perfume en particular que los caracterizaba, trague saliva me encontraba en medio de una libertad que jamás pensé que podría llegar a tener, ya que desde muy pequeña pensé que al único hombre que me entregaría seria el cual pidiera mi mano, con el cual contraería matrimonio, pero no debía mentirme, esta noche quería todo aquello que estaba ocurriendo. Quería estar entre sus brazos sentir el aroma de su cuerpo, sentir sus caricias y sus besos aun cuando fuera una primera y última vez me arriesgaría.

El silencio nos envolvía, más el viento chocaba en mi ventana haciéndonos saber que él también estaba presente, sus dedos se deslizaron por la piel desnuda de mi cuello y sentí como los broches de mi vestido eran desabrochados uno a uno dejando ver la desnudes de mi espalda, el tacto de sus manos con mi piel ocasionaba escalofríos haciendo que los escasos bellos que cubrían mi piel se erizaran por completo, el frote de ambos cuerpos logro sacar una pequeña sonrisa en mis labios y paulatinamente los nervios comenzaron a invadirme, cerré mis ojos y me deje llevar tal como lo había hecho en toda la noche, desde un principio me deje llevar por los encantos que aquel de ojos maravillosos pero de mirada profunda. La desnudez parcial de mi espalda y sentir aquella cercanía que me cautivaba hacia aflorar en mí el deseo de caer en los brazos de aquel, que me hiciera prisionera de si, de sus besos, de sus caricias simplemente de todo.

Era una inexperta en asuntos de seducción, de amor, de relaciones sexuales, pero entre las paredes que me rodeaban era lo menos que importaba, todo seguía siempre un mismo camino, ¿o no? Aun no sabía qué hacer, que decir, no quería arruinar el maravilloso momento que estaba viviendo. Eché mi cabeza hacia atrás y con una de mis manos afirme mis cabellos que caían sobre uno de mis hombros, mi mano libre se levantó lentamente hasta llegar a su nuca la cual le di suaves caricias. Recordé sus últimas palabras antes de llegar a mi habitación Te invito adentrarte en el mundo donde tú y yo solamente existimos la idea era tentadora y claramente era lo que yo deseaba en ese preciso momento. Solté mis cabellos que apretaba con una de mis manos, con un movimiento de mi cabeza hacia atrás busque sus labios para besarlos y fundirme en ellos, tenía que admitir que ya eran mi debilidad, el beso duro hasta que me hizo falta el aliento, separando mis labios de los ajenos – Tómame y sáciate de mí - dije en un susurro casi inaudible ya que mi corazón poco a poco comenzaba acelerarse logrando escuchar mis propio latir, mi respiración ya no era la típica si no se iba haciendo cada vez más profunda, el deseo seguía latente la decisión ya estaba tomada, di media vuelta quedando frente al él, una de mis manos se apoyó en su pecho con ganas de acariciarle por completo, en ese momento ya no tenía palabras para explicar lo que pasaba por mi cabeza, lo que sentía mi corazón, sino que ahora solo eran los instintos ocultos por años que poco a poco salían a flote. En ese momento estaba caminando con una venda en los ojos ya que había entrado donde nunca jamás logre llegar, lentamente sin apuros desabroche uno a uno los pequeños botones de su camisa, dejando ver su torso pálido como su rostro y mi diestra se posó en su pecho sintiendo la frialdad de aquel cuerpo, que parecía una verdadera escultura esculpida por las más finas manos. El tiempo estaba detenido para dejarnos una eternidad donde el deseo en mi crecía cada segundo más.

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Mensaje por Invitado Jue Jul 28, 2011 4:59 pm

Solo existía la luz lunar que se filtraba por la ventana y lo demás era una plena oscuridad. Su cuerpo era bañado por aquella luz tenue que la hacía ver como el cisne que le había dicho que era, simplemente perfecta y pura como sabía que era. Al tocar su piel el deseo se avivaba, suave y perfumada como ninguna, delicada y tersa como el pétalo de una rosa. Quería besarla cada centímetro, embriagarme de su piel hasta que llegara el amanecer y tocarla como una mujer como ella merecía ser tocada. Las yemas de mis dedos descendieron desde su cuello hasta su espalda mientras la libraba del vestido que escondía su desnudez. Mis labios besaron sus hombros mientras los mechones de sus cabellos rozaban mi rostro y me hacían degustar su aroma celestial como si todas las fragancias existentes la hubieran bañado en el momento de su nacimiento y ella misma fuera la fuente de cuanta esencia desconocida existiera.

Ella echó su cabeza hacia atrás y me dio más acceso a su cuello el que bese desde el lóbulo de su oreja hasta el hombro nuevamente. Me pareció que piel más suave mis labios no habían tocado antes o quizá ya me encontraba bajo el efecto embriagante de su perfume que me llevaba a delirar con el momento de poder tocar y sentir su piel en su máxima plenitud. Un leve movimiento de su parte y me hizo dueño de sus labios cuando se acerco, la bese sin la delicadeza con la que había besado su cuello, la bese probando sus labios con los míos como si de ellos se desprendiera miel, busque su lengua con la mía y la masajee sintiendo su sabor dulzón, su humedad y sus ansias de más. Cuando nos separamos de ese largo beso ella susurro aquello que su cuerpo ya había expresado sin palabras, yo sonreí y ella se giró para vernos frente a frente, la tome por la cintura dispuesto a hacer aquello que ella consentía, tomarla como mía.

Apoyó sus manos sobre mi pecho y desabrocho los botones de mi camisa, sentí sus manos en la piel desnuda del torso y no reprimí el deseo que ya estaba latente. Por unos segundos deje de sostenerla para quitarme por completo la camisa y dejarla caer al suelo como hice con lo siguiente, mis manos volvieron a sus hombros y deslizaron su vestido por sus brazos para finalmente mostrar la desnudes de sus senos redondos y voluptuosos donde sus pezones encontraban una perfecta simetría en cada uno de ellos. La tome de la cintura y la acerque a mí, nuestros cuerpos quedaron rozándose, la piel de sus senos encontró la piel de mi torso a la altura de las costillas y empecé a acariciar sus cabellos con una mano mientras la otra continuaba deslizando el vestido de Viola por sus caderas hasta que este cayó al piso.

Baje ambas manos por su espalda hasta llegara bordear sus caderas, la acaricie sin prisa, baje hasta sus muslos y sentí sus músculos duros pero recubiertos por la suavidad de su piel que aun de la cintura para abajo estaba cubierta de una tela delgada. La bese por el contorno del rostro y el cuello sin dejar en ningún momento de acariciar la piel de su espalda hasta descender por lo bajo de esta, metí ambas manos por dentro de la prenda que aun la protegía y toque la piel desnuda de sus nalgas, las apreté y masajee. Bordee sus muslos y aun con la mano dentro de su prenda llegue a toca su vientre y las yemas de mis dedos fueron bajando y profundizando en caricias hasta sentir la humedad de su sexo. La acaricie introduciendo mis dedos una y otra vez con suavidad y sin prisa hasta que la sentí tan húmeda que evidentemente mi cuerpo reacciono a la excitación y aunque aun llevaba puesto el pantalón, podía notarse que mi miembro estaba completamente erguido.

Me detuve entre las caricias y quite la mano de su vientre para sostenerla en brazos y cargarla hasta la cama donde la repose contra sus almohadas. La observe un momento en el esplendor de su casi desnudez y me recosté a su lado para luego irme sobre ella con ambos brazos apoyados a sus lados, descendí en besos por su cuello hasta llegar a sus senos, los bese ambos sin prisa ya que eran tan suaves que su roce en mi rostro constituyo un mayor placer. Mi lengua bordeo sus pezones hasta llegar al medio de estos para encontrarlos duros y entonces volví a subir por su cuello hasta su rostro para encontrar una vez más sus labios y complacerme de ellos antes de que la lujuria tomara por completo control de mi y decidiera penetrarla.
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Mensaje por Viola de Lesseps Mar Ago 09, 2011 3:14 pm

[Mi respuesta deja mucho que desear ¬¬ me quedo horrible!! pero por mas que intente escribir algo digno no me salio nada bueno T.T, Lo siento ]

Entre suspiro y suspiros me deje llevar por las caricias de las frías manos de Dorian Windsor, mi cuerpo pedía de él, mi mente se escabullía entre pensamientos, recuerdos que iban y venían de un lugar a otro. Tenía que admitir que estaba en un conflicto interno sobre aquello que estábamos llevando a cabo, pero… si había un pero mi corazón latía con fuerzas con cada caricia, con cada beso todo en mi interior se revolucionaba, podía llegar a decir que mi cuerpo necesitaba del pero no lo admitiría tan solo lo conocía de hace unas pocas horas y ya lo tenía en las paredes de mi mundo, si mi mundo un lugar donde toda la magia ocurría donde mis sueños y anhelos quedaban guardados para que el mundo no supiese lo que ocurría en esta habitación. Mis manos suavemente y con algo de vergüenza acariciaban la piel de aquel hombre que parecía poseerme con tan solo su mirar. Ya no tenía palabras para describir como eran los besos, no era mi primer beso pero lo sentía como si así lo fuera. Mi pecho quedo completamente desnudo podría decir que sentí vergüenza por aquello pero no fue así, aquel sentimiento estaba alejado en ese momento lo deje acariciar la suavidad de mi piel que se mezclaba con la palidez de el.

Despojada de mi vestido completamente sentí como un escalofríos recorría mi cuerpo de pies a cabeza, cerré los ojos dejándome a merced de sus manos que inspeccionaban mi piel al descubierto, entre apretones y caricias cada vez sentía que mi excitación crecía a pasos agigantados entre suspiro y suspiro sentí como una caricia diferente era proporcionada a mi cuerpo, sus dedos acariciaban mi entre piernas de una manera que ni el mismísimo Dios podría negar que mi cuerpo las requería, cada momento que pasaba mi sexo se iba humedeciendo, nunca… Nunca había sentido aquello, era algo que me dejaba sin respiración haciendo que mis mejillas se sonrojaran medianamente, además mi respiración se entre cortaba con cada acto de él, mis ojos quedaron en él, no sabía qué hacer, era la verdad prácticamente era una página en blanco, un libro sin terminar… sabia el principio parte del desenlace pero no el final. Mi piel vagamente se erizo cuando mi cuerpo fue tomado entre los brazos de aquel, respire profundamente y sentí la suavidad de las almohadas acariciar mi espalda, su mirada decía más que cualquier otra palabra, me mordí el labio al verle ahí parado observando mi cemi desnudez otro suspiro, en un abrir y cerrar de ojos, él ya se encontraba a mi lado, para luego posarse sobre mí y comenzar a besar mis pechos que se ponían tensos ante todo lo que él hacia; mis manos lentamente acariciaban los costados de su cuerpo el nerviosismo crecía mientras la excitación apagaba todo aquello, mi entrepierna seguía húmeda, con cada caricia más y más húmeda me encontraba.

Mordí su labio suavemente mientras mi lengua buscaba la ajena para darle caricias continuas, mientras el beso subía de tono y sentía como el bulto de sus entrepiernas acariciaba la mía, le tome de los cabellos suavemente y con un movimiento levante mis caderas para hacer presión en el, era un camino oscuro pero del cual quería perderme. ¿Que se suponía que ocurriría ahora?, lentamente separe mis piernas para darle un espacio a su cuerpo, mis manos se quedaron en el borde de sus caderas y algo insegura comencé a bajar para seguir acariciando su piel fría como el mármol. Ya me tenía, ya era del… pero… - Dorian – se escapó de mis labios, quería decirle que era… si era mi primera vez, pero aguarde silencio y guie una de sus manos para que siguiera masajeando mis pechos mientras mis labios saboreaban los ajenos fundiéndose en ellos sin medir nada. ¿A caso había que medir algo? No, claro que no, los límites habían quedado en la biblioteca ahora, era tiempo de avanzar. Sigilosamente baje su ropa interior con mucho cuidado mis manos temblaban involuntariamente, intente mantenerme tranquila pero mi respiración y mi corazón me delataban más de la cuenta, entre mordidas, besos y caricias, logre dejarlo sin la prenda que aun le cubria. A estas alturas mi cuerpo pedía a gritos el ajeno temía perder el control ya que siempre lograba tenerlo en situaciones extremas pero esta era otro tipo, la desconocía pero quería seguir, hasta el amanecer.
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Mensaje por Invitado Jue Ago 18, 2011 5:33 pm

¿Has alguna vez respirado
Con embriaguez y demorada lujuria
Aquel grano de incienso que colma una iglesia
O un pote de almizcle inveterado?

Su cuerpo era un lirio llamado Urania, sus labios manjar de dioses, más rojos que la misma sangre y lo suficientemente gruesos para satisfacer la más placentera fantasía, sus ojos dos brillantes que cegarían al mismo sol y su pureza…que decir de ella, ante tal se inclinaría Acis el sileno para morir placenteramente. Era bella entre las bellas, hasta la difunta troyana le envidiaría su belleza pero más que eso, el privilegio de verla cual Eva era solo mío. Porque no era lo mismo beber del mismo vino que una concurrencia que beber una gota de elixir que Dionisio ocultaba de labios mortales, afortunadamente yo no era un mortal y el placer del elixir con forma de mujer estaba antes mis ojos y mis labios se deleitaron de ella. Su perfume quedaría impregnado en mis mejores recuerdos como en su cuerpo quedaría el recuerdo inconfundible de quién la poseyó con tanto ardor que bien podrían juntos avasallar con su pasión las llamas del infierno.

Mi pálida piel sintió sus caricias disfrazadas de tímidas las que en sí eran atrevidas mientras yo la tocaba, apretaba, manoseaba y besaba como si le debiera un culto secreto a su cuerpo. Una tras otra las prendas de ropa fueron cayendo al piso, quedamos despojados casi de toda la ropa, nos tocamos y mis dedos memorizaron los caminos secretos de su pureza para llevársela en cada caricia. Habíamos estado parados en medio de una placentera oscuridad antes de que quisiera llevarla a la cama. Las sábanas quisieron abrazar nuestras pieles pero apenas rozaron su espalda y el costado de mi cuerpo cuando me acomode en un primer momento a su lado, la desnudez embriagaba los ojos mientras que las caricias y besos embriagaban los sentidos.

¡Encanto profundo, mágico, que nos arrebata
En el presente y pasado restaurado!
Igual que el amante sobre un cuerpo adorado
Del recuerdo arranca su flor exquisita

Me fui sobre ella y la bese, su cuello, sus senos, su abdomen, toda la extensión de su piel y su respiración incremento sus suspiros, ya sea por nervios o excitación, dentro de poco ella olvidaría todo lo que aun pensaba y se entregaría al completo placer porque para ello estaban allí sus cuerpos y para ello los dos estaban bien dispuestos. Mordió mi labio inferior y bese sus labios a la vez que nuestras lenguas se encontraban para acariciarse sin ningún pudor porque a esas alturas ya no existía tal. Mi miembro rozaba su sexo aunque aun las ultimas prendas estuvieran de por medio, ella podía sentir mi dureza y yo podía sentir su humedad. Me tomo de los cabellos, yo sonreí satisfecho porque la excitación ya empezaba a dominar sus instintos y me dedique a rozar con más insistencia su sexo cuando ella levanto las caderas para que la presión fuera tan irresistible que no pudiera contenerme de hacerlo. Ella hizo bien y separo sus piernas para dar espacio a que me posara sobre ella y que entonces, gracias al roce, pudiera sentir que su humedad había traspasado toda prenda.

Mi nombre se escapo de sus labios, detuve por unos segundos los besos que le daba en el contorno del rostro y cuello para mirarla, volví a sonreír y me acerque a su oído –Déjate llevar por el placer, entrega tus sentidos y olvida todo lo demás…recuerda que estamos en tu mundo- dije y bese sus labios, ella tomo mi mano y la dirigió a uno de sus senos donde empecé a masajearlo y manosearlo con movimientos circulares. La ropa que se interponía entre los dos se despojo y ni siquiera tuvo un lugar entre las sábanas, ahora eran nuestros cuerpos totalmente desnudos rozándose, acariciándose, manoseándose, conociéndose por donde las manos quisieran pasear porque toda la piel era territorio del otro y no había porque vacilar.

De su cabellera elástica y pesada,
Vivo atado de inciensos y de alcoba,
Una fragancia ascendía, salvaje y áspera

Y de aquellos hábitos, de muselina o terciopelo
Impregnados ellos de su juventud tan pura
Se destacaba un perfume de piel

Entonces sucedió que la mano con la que le masajeaba el seno bajo acariciando el borde de su silueta hasta llegar a su sexo donde los dedos lo encontraron húmedo y delicioso. Mi otra mano tomó una mano suya y la llevé hacia mi miembro enseñándole como masturbarlo; mientras, mis dedos acariciaban sus labios y su clítoris con insistencia. Nos acariciamos mutuamente, nos dimos tal placer que faltaba poco para que nuestros cuerpos se retorcieran aunque lo siguiente que sucedió nos condujo a un camino más placentero aún antes de la penetración que yo prefería retrasar unos minutos más hasta llegar al desenfreno total de la lujuria. Así fue que tras acariciarnos yo me detuve y baje mi mano hacia la suya para que ella se detuviera también. Me reincorpore sobre los dos brazos y la mire esbozando una sonrisa picara, empecé a besarla desde el cuello y bajando otra vez por su cuerpo pero sin detenerme en sus senos ni en su estómago que parecía temblar al solo toque de mis labios. Mi rostro se poso entre sus piernas, con los dedos separe sus labios exteriores para dar paso a mi lengua a que penetrara entre sus pliegues, sentí el sabor de su humedad y seguí jugando con mi lengua entre sus piernas hasta llegar a su clítoris donde me detuve para pasar y repasar esa lengua mía que se encontraba sedienta de Viola.
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Mensaje por Viola de Lesseps Sáb Ago 27, 2011 11:53 pm

Cuerpos desnudos
Manos que se buscan
De extremo a extremo
Entre las sombras.

La piel el pebetero
En que se encienden los besos.

El camino de espinas
Que conduce al pétalo
Abierto, húmedo, oloroso
Bajo el Monte de Venus.

Los dedos temblorosos
Auscultando el misterio.
El rojo de la flor
Y de la carne
Las gotas de sudor
Y de la sangre.

El vaivén de la espina
La humedad de los sexos
Un gemido en la garganta
Y dos cuerpos satisfechos.

Abierta queda la flor
Y doblegada la espina.

El secreto del amor
La luz que nos ilumina.

Siempre había una primera vez para todo, cuando aprendías a caminar, cuando comenzabas hablar, cuando te castigaban por primera vez, el primer amor, la primera desilusión, el primer premio, el primer perfume, de todas aquellas veces siempre algo quedaba grabado tanto en la memoria como en el cuerpo mismo, y ahí me encontraba entre los brazos de un hombre que hacía que mis más oscuros deseos salieran a flote, nunca creí que sería así en mis fantasías era diferente pero lo que estaba ocurriendo en este momento era mucho mejor que cualquier fantasía que hubiera imaginado, nada se comparaba con ese momento, era único, con sentido, donde él jugaba con mis pensamientos aun sin siquiera el pudiera saber. Yo intentaba liberar mi cuerpo a algo que nunca sentí, al placer de aquel acto, si, era mi primera vez y con decir eso era suficiente para que mi cuerpo se sintiera ajeno, pero la situación era amena, cada segundo que pasaba creía saber que haría a continuación, sus manos rodeando mi cuerpo, sus labios besando mi piel, mis ojos mostrando placer, mis labios buscando los ajenos, entre suspiro y suspiro sentía como las ataduras se iban soltando, todo mi ser estaba ya más relajado. Era mi primera vez, mi estómago parecía temblar con cada acto pero ya no eran nervios ni miedo era del más puro placer, que quedaría grabado no tan solo en mi cuerpo si no que en mi mete también.

¡Entrégate! Me dije a mi misma, era el momento de hacerlo mis pensamientos poco a poco se tornaron diferentes ya no estaba la recatada Viola que todos conocían y admiraban en esa cama y con ese hombre ya era otra, una mujer que nunca había sentido placer y ahora lo estaba experimentando con creces, si aquella era yo, que por muy refinada que todos me pudieran ver, tenía derecho a ser deseada y a desear. Sus palabras fueron las que liberaron todo de mi cuerpo, mi alma y mí ser; estaba en mi mundo donde solo él y yo escribiríamos el desenlace de este acto, que aunque amor no existiera el placer solo bastaba para que ya quedara rendida a él. Una sonrisa de picardía se posó en mis labios que de rojo poco le quedaban, mis ojos ya no eran los de antes ahora estaban bajo tono donde la lujuria los movía. Mi mano que en su virilidad se encontraba lo masajeaba, podía sentir su dureza y frialdad a la vez haciendo que mis labios desearon todo aquello un gemido por el roce escapo de lo más profundo de mi alma.

Sus labios que me llenaban de besos y carias marcaron una ruta por mi piel que entre escalofríos se encontraba, llego al monte de venus donde sentí su aliento tan frio como el invierno todo en mí se estremeció al tacto de su lengua en aquella zona que humedecía estaba, no era para más, ya que su roce anterior había causado más estragos en ese lugar que en cualquier otro. Mis piernas que en un principio estaban tensas cedieron a esas caricias que su boca me daba, mis manos apretaron las sabanas con fuerza mi respiración se aceleró y el aliento me llego a faltar. Bienvenida al placer, fueron las palabras que mi interior comenzaron a dictar, mi pecho se inflaba hasta no poder más, los gemidos crecían y mi humedad aumentaba. Sin soltar las sabanas arque un poco mi cuerpo quedando un espacio entre mi trasero y mi espalda, una de mis piernas se levantó un poco dejándola doblada a un lado de su cuerpo casi sin pensar mi pie lentamente comenzó acariciar la espalda de Dorian, incitándolo a que siga, por que lentamente mi cuerpo estaba hirviendo por dentro sedienta del mi respiración se tornaba imprecisa, cortada, entre gemidos y suspiros eran lo que salía de mis labios – no… no… - trague un poco de saliva te detengas el aliento me estaba faltando, quería más, necesitaba sentir más, actos como estos eran difíciles de explicar.

Su lengua era como un verdadero manjar sentirle hacer aquello producía que de mi interior brotara aún más de aquel líquido que decía que el placer seguía latente y aumentaba a cada segundo, mi boca se movía queriendo pronunciar – Tómame, sáciate de mí, poséeme… - pero no salía ninguna nota de mis cuerdas vocales, la respiración agitada opacaba mis palabras y aunque podría gritar en ese momento mis jadeos me lo impedían. Mi corazón latía golpeándose en mi pecho como si estuviera escapando, corriendo ejercitándome pero no aquel latir tenía un nombre y era el de aquel hombre que hacía que mis gemidos fueran al compás oculto de los actos de Dorian Windsor.
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Mensaje por Invitado Lun Sep 05, 2011 4:25 pm

Derramando a gusto sus últimos calores,
nuestros corazones serán como dos vastas antorchas
que reflejarán sus artificiales destellos
en nuestros espíritus, esos espejos gemelos

Los minúsculos vellos que recubrían su piel se erizaban al contacto de mis manos, su respiración se agitaba y sus labios querían decir pero guardaban en ellos su pudor quizá por temor a lo desconocido, a aquello que empieza a gozar sin saber cómo exactamente el solo roce puede dar tanto placer. Éste se encuentra en mis manos, brindárselo es mi objetivo y obtener el mismo placer de su piel virgen convierte esta noche en un deleite sin igual. Mis labios solo buscan su piel, cada recóndito lugar porque no quedara ni un fragmento de ella que no sea mío. La deseaba como al elixir prohibido y a medida que avanzaba la deseaba más, deseaba su piel tersa, sus labios carnosos, sus voluptuosos senos, sus caderas torneadas, sus muslos firmes y su vientre abombado como el de una Venus.

La pasión dentro de ella había despertado, se rindió a la lujuria y la encarnó perfectamente cuando la timidez suya paso a un segundo plano, lo supe cuando su mano masajeo con perfecta sincronía mi miembro erecto al mismo tiempo que yo acariciaba con manos experimentadas su vulva hasta que su excitación mojara mis dedos. El primer gemido rompió el silencio, sus labios finalmente se aceptaron lo inevitable, solo a través de ellos podría salir la voz del placer que sentía. Sonreí tras escucharla y me deleité con sus masajes hasta excitarme tanto como ella. Seguido retire su mano y fue descendiendo con besos hasta su vientre donde mi lengua hizo lo demás. Como ella ya estaba perfectamente lubricada con su propia humedad solo procedí a sentir el sabor de su lubricidad en mi lengua, su clítoris estaba tan duro que mis labios se satisficieron del jugoso panorama que ofrecía.

Al principio ella se había estremecido pero la tensión se fue perdiendo a medida que era víctima de mi deseo, sus piernas obedecieron a su total entrega y dieron paso a que continuara acariciándolas mientras en medio de ellas se formaba un volcán deseoso de ser penetrado no solo por mi lengua sino que por mi miembro el cual se encontraba en tal estado de excitación que tendría que recordar en lo lastimara en la primera embestida. Sus manos se sujetaron de las sábanas y su vientre se levanto levemente para hacerme más fácil la succión de su clítoris y de sus pliegues vaginales. Entre más pasaba y repasaba mi lengua y labios por su humedad ella se extasiaba mas, su espalda finalmente se arqueo y los gemidos emergieron uno tras otro desde sus pulmones. Uno de sus pies se movió hacia mi espalda y sentí su caricia, su necesidad de más que en solo segundos sus mismos labios expresaron. No me detuve en ese momento, procedí a degustar del resultado de su excitación con más insistencia complaciéndola a ella y a la vez complaciendo a mi propia excitación hasta que llegara al límite, momento en que la penetraría.

Retire su pierna lentamente de mi costado y deje que mis labios descansaran mientras dibujaban una sonrisa picara en mi rostro, me levante para reclinarme sobre ella posesionándome de un lugar privilegiado entre sus piernas, mientras ascendía hasta estar sobre ella mi rostro rozó sus senos y luego llego a su cuello por donde repase mi aliento hasta llegar a su oído –Tranquila…solo dolerá una vez- susurre al mismo tiempo en que mi miembro erecto se encontraba entre sus piernas penetrando entre sus pliegues lentamente hasta llegar a su himen donde con una potencia ciclónica asombrosamente regulada la despojé de su intimidad, solo se requirió de un impacto para descuartizarla como a un pajarito. El glande había roto aquella especie de tela que impedía el paso para la penetración total. Inmediatamente sentí el placer de estar dentro de ella en la primera embestida y le siguió una tras otra con la excitación incrementándose a medida que las penetraciones seguían.

Era insaciable, al sentirme bañado en su humedad con cada penetración era inevitable que quisiera mas de ella, sentirla plenamente en toda la profundidad que implicaba cada penetración. Pero no solo era la humedad, era la textura del interior de su vientre lo que comenzó a excitarme más al momento de las embestidas. Mis gemidos de placer se mezclaron con los suyos mientras seguía un ritmo que paulatinamente se iba incrementando tanto en velocidad como en intensidad. El constante roce de nuestras pieles otorgaba un disfrute que complementaba el acto a la vez con sucesivas caricias y besos repartidos en su cuello. Todos nuestros sentidos se encontraron fundidos en uno y lo único que quedaba era el ser invadido por el máximo placer que el erotismo podía ofrecernos en aquella noche que parecía eterna e interminablemente llena de delicias encontradas.
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Mensaje por Viola de Lesseps Vie Sep 16, 2011 12:07 am

Y el pecado original se mezcló con mi cuerpo ya no era solamente yo si no que estaba el también en un acto que jamás imagine, no tenía palabras ni mucho menos pensamientos para describir cada caricia, cada roce y mucho menos aquella lamidas que provocaban en mi cuerpo una seria de escalofríos que tenía que admitir eran los más placenteros que jamás pude imaginar. Mis ojos ya no estaban abiertos si no que se había entregado a la lujuria que emanaba de la piel de aquel hombre que irrumpía en mi vida, en mi cuerpo y aún más calaba hondo en mi alma, el continuaba y yo me entregaba a las bajas pasiones de las cual era participe, en unísono pensamiento mis labios deseaban ser besados, mis senos desean aquel frio tacto, mi piel añoraba cada roce con la frialdad que lo tenía cubierto y mi entrepiernas ardía esperando más de él, la humedad en ese sector era tal que podía sentir como aquel liquido dejaba un camino por mi piel que con su tacto se volvía a un más frio, pero no todo era aquel invierno de su cuerpo estaba el fuego que prendido ya estaba en mí. Ni el mismo demonio podría salvarme de esta entrega carnal que estaba teniendo, mis pensamientos ya no eran los de una mujer que no sabía que era el placer, ahora entendía a las amantes que se entregaban a este acto sexual, entendía como con un beso podías subir y bajar en un segundo. Mis dedos en ningún momento se aflojaron sino que contrariamente cada vez apretaba un poco más, mi respiración estaba acelerada y mi corazón golpeaba tan fuerte en mi pecho que en cualquier momento se escaparía. Los escalofríos despertaban mi cuerpo, podía sentir el impulso de mi propia sangre haciendo vibrar mi cuerpo de una manera que nadie lograría notar.

Y él, quien de ser un ángel se había convertido en el mismísimo Dios de la lujuria, que corrompía el cuerpo virgen de una dama que nunca la habían tocado de ninguna forma, que nunca había probado de aquel sabor que en un tiempo pareció lejano pero que ahora el mejor de los manjares, el manjar prohibido de la sociedad más cuando eres una mujer soltera. Pero eso en este mundo no importaba porque estábamos en el único lugar donde yo podía ser simplemente Viola de Lesseps. Mis ojos se abrieron suavemente cuando mi pierna fue deslizada de su lugar actual, trague saliva suavemente mordí mi labio inferior de manera que mi rostro mostrara que el placer seguía ardiendo; el roce de su miembro hizo que mis pupilas se contrajeran, mis pezones se pusieran aún más duros de lo que ya estaban y mi cuerpo comenzó a pedir más, si más de él. Sus palabras retumbaron en mi cabeza y aparecieron los ecos que nunca escuche en mi habitación, cerré mis ojos de forma violenta, levante un poco mi cabeza y mis manos soltando la sabana se posaron en la fría espalda de aquel hombre, sentí como invadía mi cuerpo, sentí como entraba y era obstruido, un solo movimiento de su parte - ¡ay! salió de lo más profundo de mi cuerpo, no fue un grito, no fue una palabra sino más bien era un susurro que se fue hasta mis manos y descargue en su espalda el leve dolor que había sentido, mis piernas que se habían puesto tensas se debilitaron con las reiteradas embestidas que siguieron, mis dedos enterrados en su espalda no le haría daño era aquel punto en donde mi energía la del dolor era descargada.

Sus gemidos se juntaban con los míos haciendo que formaran una melodía que solo aquellas paredes escucharían, aquella habitación era la gran cómplice de aquella noche donde el mundo de Viola era el gran escenario de una novela en la cual los protagonistas jugaban a dar algo que al parecer a los dos les faltaba, “Placer” era el nombre de la obra en la cual la lujuria y los sonetos eróticos eran los diálogos de cada actor, Dorian como amante y yo como amada, dos cuerpos entregados a los deseos carnales que eran aún más antiguos que las primeras páginas del libro sagrado…

Mi respiración se aceleró aún más cuando levante un poco mis caderas sintiendo como su virilidad chocaba con las paredes de mi cuerpo, como mi humedad daba un libre paso al cuerpo ajeno que poco y lentamente se volvía participe de mi propio cuerpo, ahora solo quedaba disfrutar… mis labios que de rojizos les quedaba poco ahora eran manchados por el deseo de poseer los labios ajenos, mi lengua busco su cavidad para que en ella forjáramos una nueva lucha, donde ni él ni yo saldríamos victoriosos. Los besos aumentaron mi ritmo cardiaco y como si se tratara de un baile comencé a mover mi cadera al ritmo de su cuerpo. Casi en un hilo y repetitivamente salían de mis labios gemidos que no venían solo de mi boca sino más bien de mi cuerpo entero. Junto con mis movimientos mi interior se lubricaba cada vez más y más…

"Ave María Purísima"
"Sin pecado concebida. Bendígame padre porque he pecado”
Y el pecado se hizo carne cuando mordí del fruto prohibido…
Y el pecado se hizo presente cuando el alma sintió aquel placer…
"Ave María Purísima"
"Sin pecado concebida. Bendígame padre porque he pecado”
.
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Mensaje por Invitado Lun Sep 19, 2011 4:35 pm

¿Qué dirás tu esta tarde pobre alma solitaria,
Qué dirás tu, mi corazón, en otro tiempo marchito,
A la más bella, a la más fiel, a la mas amada,
Cuya mirada divina me ha reflorecido?

Consagro mi orgullo a cantar sus alabanzas:
Nada más dulce que su autoridad
Su carne espiritual exhala perfumes de los ángeles
Y su mirada me envuelve en un atuendo de claridad

Y sea en la noche y en la soledad,
Y sea en las calles en medio de la multitud,
Su fantasma en el aire danza como una llama

Y a veces me habla y dice: “Soy bella, y yo ordeno
Que por amor a mi no ames sino lo bello.
Soy tu ángel guardián, tu musa y madona.”

Los cuerpos se rindieron al placer, uno se acomodaba al otro perfectamente y el acto sexual se dio en tal sincronía de movimientos que parecía que hubiéramos estado preparados para todo lo que estaba sucediendo incluso antes de predisponernos a empezar, desde el momento en la biblioteca, desde que la mire, yo supe que deseaba su piel. Una doncella pura, tal cual había pensado, un cisne del jardín de los dioses que yo había tomado sin permiso para que fuera mía. Este privilegio no se daba todas las noches, una piel tan fina que jamás había sido antes besada era un verdadero deleite para mis labios que no se cansaban de acariciar su suavidad y de mis manos que no cesaban de tocarla por completo. Había bebido de su fuente de vida y el elixir de su excitación era la repuesta a mis constantes caricias; todo esto, solo un preámbulo delicioso antes de conducirnos al camino del máximo placer.

La despoje de su intimidad cuando mi excitación me había conducido a penetrarla, era una necesidad, una adicción sentirse dentro de una mujer y gozar de la caricia abrazante que sus paredes vaginales le daban a mi miembro. Su templo inmaculado fue profanado por el pecador, por aquel mismo que la había llevado a los senderos prohibidos de la lujuria y que en adelante serian eternamente transitados porque no hay marcha atrás cuando uno llega a conocer el placer, este encadena y reduce a cualquiera que haya probado de los labios de Afrodita. Viola, la musa encarnada, la piel de diosa inmaculada, el ángel seducido por un demonio, mi fuente de placer, mi locura libertina. Al romper su velo ella se sujeto a mi espalda fuertemente, sus dedos casi se incrustaron en mi piel marmórea, sus piernas se tensaron pero se acostumbraron a un ritmo que acababa de empezar. Una tras otras las embestidas penetraban sucesivamente en lo más profundo de su ser para envolverme de su humedad, del liquido delicioso que brotaba desde sus entrañas ahora quizá mezclado con la sangre del rasguño producido en su intimidad.

Las pieles se unieron porque eran un imán, la separación era casi nula una vez que estuve dentro de ella, mientras se daban las embestidas y estas producían el roce que producía los gemidos, también las pieles rozaban. Sus senos rozaban con la piel de mi pecho y sentí su voluptuosidad, sus pezones duros y sus pulmones que constantemente se inflaban y que encontraban el alivio en cada gemido. Ella levantó sus caderas un poco y la penetración se acomodo a un ritmo que se fue incrementando hasta que los gemidos al unísono llenaron con nuestras voces entrecortadas nuestros oídos. Solo un beso cortó ese coro de exhalaciones de placer, nuestras lenguas se encontraron para darse el mismo placer que nuestras pieles se estaban dando y si nos separábamos por segundos soltábamos más gemidos de placer hasta que nuestros labios volvían a llamarse. Ella empezó a mover la cadera acoplándose al ritmo, las embestidas fueron más fuertes y profundas, sus paredes vaginales que hasta entonces habían sido estrechas tuvieron que moldearse alrededor del miembro erecto que golpeaba contra ellas insistentemente y con la mayor fuerza ciclónica que al principio.

Mis labios resbalaron desde su boca hasta su cuello para besar la piel de aquel lugar tan apetitoso, sentí el impulso de probar más que piel pero me detuve y en lugar de ello empecé a disminuir un poco el ritmo de las embestidas y de pronto salir de ella sin que le anticipara porque lo hacía. Empecé a levantarme hasta quedar de rodillas aun un medio de sus piernas, la perspectiva desde allí era tan buena como me la imaginaba. Podía ver a Viola aun con la respiración alterada, totalmente desnuda y con las piernas abiertas esperando a que volviera a entrar en ella, mi miembro erecto apenas rozaba su sexo pero se vislumbraba ambos estaban bañados de su humedad, misma que ella continuaba emanando. Sonreí de lado y la mire deseándola, la tome de las caderas con ambas manos y así recostada como se encontraba la levante un poco aproximando sus nalgas mientras sus pies se acomodaban naturalmente sobre mis hombros. Esta vez el glande penetro entre sus labios sin prisa como si disfrutara de la caricia de estos, y en realidad lo hacía, mi miembro se acomodo entre sus piernas para penetrarla nuevamente pero sin prisa en la primera embestida, la segunda fue un poco más profunda y las siguientes aun mas hasta regresar al ritmo que habíamos tenido antes pero esta vez ambos podíamos disfrutar del panorama que se nos ofrecía. Desde donde estaba podía ver como mi miembro entraba y salía de ella una y otra vez, cada vez más bañado en su lubricidad y el movimiento que provocaban las embestidas en sus senos que no dejaban de retozar. Los gemidos volvieron a llenar las paredes de su habitación, el delirio no tenía fin y el disfrute era tan letal para ambos que nos satisfacíamos de sabernos presas del placer.
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Mensaje por Viola de Lesseps Jue Sep 22, 2011 3:01 pm

Mi alma había sido corrompida en el momento que de mi virginidad fui quitada, el goce de cada movimiento en mi interior hacían que cada célula de mi cuerpo pidiera un poco más, no sabía hasta donde podría llegar en ese juego donde la lujuria se apoderaba a pasos agigantados de todo mi ser, de mi cuerpo y de mi alma. Cada segundo que pasaba sentía como mi cuerpo era corrompido por un millar de pensamientos oscuros, quería seguir y lo haría, ya atrás había quedado la dama de clase alta que por sus encantos encantaba, en ese momento era otra mujer, que se entregaba a los caminos pecaminosos que solo aquel hombre de mirada lujuriosa me podría dar, ahora seguía aquel laberinto en el que nos encontrábamos él y yo, pero no buscando la salida sino que buscando el placer máximo. No sabía mucho del acto sexual, era una principiante en el arte del placer, pero no era necesario cuando mi cuerpo parecía ser un libro abierto, una hoja en blanco dispuesta a ser escrita por la tinta de la lujuria. Mis gemidos eran canticos, que demostraban que el goce seguía ahí, cada embestida venia llena de escalofríos, llena de deseo, llena de pecados…

Y el pecado se hizo carne cuando mordí el fruto prohibido, si, lo había mordido ahora podía entender aquella frase que había escuchado más de una vez, la estaba viviendo y sintiendo. Toda su virilidad entraba por completo en mi cavidad, abriéndose paso, buscando un lugar donde hacer que el roce fuera más que una palabra, que fuera un sentimiento que volvía mis pelos de punta, que hacía que mi propio sexo sintiera ese cosquilleo de placer del cual emanaba aquel líquido que hacía que todo fuera más suave, mas satisfactorio. Mis labios se saboreaban al placer que me era proporcionado, mis pulmones se inflaban exigiendo más, el calor de mi cuerpo parecía evaporarse al contacto ajeno, mi sudor venia perfumado haciendo que todo se tornara más sensual. Mis se dedicaron acariciar la espalda de Dorian, con suaves masajes que iban acorde de las embestidas que él me daba, todo mi cuerpo vibraba a un solo compas, hasta mi corazón seguía los pasos agitados de los movimientos, mis labios buscaban los ajenos, entre besos y caricias todo aumentaba…

Ven a navegar por mi cuerpo desnudo,
Con tus manos ardientes de pasión
descubre mi sensibilidad
y ahógate en mis ríos de ansiedad.

Mírame a los ojos
mientras tus manos siguen recorriendo mi cuerpo
encuentra mis oscuridades
y navega en ellas sin recelos.

Déjame sentir tu firmeza
que provoca jadeos
por tu destreza…

Recorre cada parte de mi cuerpo,
que deseoso está de ti
estremécete y entrégate
que tu excitación me hace desmayar…

La repentina separación de su cuerpo y el mío hizo que me inundara el miedo al pecado pero solo basto que sus ojos se posaran en los míos para sentir que todo seguía bien hecho, mordí mi labio cuando lo vi arrodillado entre mis piernas de mi intimidad brotaba aquel flujo podía sentirlo más el roce de su miembro me hacía desesperar más en ese momento, apreté las sabanas de manera fuerte quería sentir que me poseía una vez más, poco falto para que de mis labios saliera una súplica más mis ojos me delataban en ese momento. Su cuerpo era una verdadera escultura de mármol frio como aquella piedra pero cálido como un amante. En esa misma forma el aproximo mi cuerpo al de él, mis piernas se elevaron quedando posadas en sus hombros, ¿vergüenza? Claro que no, deseo era lo que desbordaba en cada pensamiento, en cada palabra y en cada caricia. ¡Tómame! Quería gritar y al segundo que pensé aquello su miembro acaricio la entrada intima, mi corazón de desboco al sentir aquello, mis pupilas se dilataron al acto y mi libido aumento al contacto, Entro en lo más profundo de mi ser, sentí como chocaba en mi interior haciendo que poco a poco enloqueciera con aquellas embestidas, mis manos apretaban las sabanas más sentía como mis senos se movían a un compás, sin timidez una de mis manos se encargó de uno de mis senos que duros y suaves mostraban su excitación, lo apreté con suavidad sin quitar la vista de los ojos ajenos. Con algo de firmeza levante un poco más mi cadera sintiendo como su cuerpo chocaba con mis piernas haciendo que todo se moviera a su paso, no podía dejar de saborear mis labios, que continuamente pedían entre gemidos algo más que solo sexo.

Él, el Dios de mis deseos eróticos, Dorian Windsor el pecador que me ha quitado mi alma, él, el demonio que se apodera de mi cuerpo, él, el ángel de mis sueños… y simplemente el, quien ha corrompido mi deseo. Comencé no se en que momento a apretar mi seno cada vez con un poco más de fuerza, mis manos estaban inquietas y necesitadas de un cuerpo, mi pecho se inflaba y se inflaba, mis ojos se tornaban blancos, negros, rojos, azules ya no sabía si existía pensamiento racional en ese momento, mi mente se liberaba de los prejuicios y ataduras, mi cuerpo se dejaba desear y mi alma se la entregaba al Dios de mi placer culpable.
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Mensaje por Invitado Lun Oct 03, 2011 3:41 pm

El demonio a mi alta recámara
Ha venido a verme esta mañana
Y procurando sorprenderme en falta
Me dijo: ¿Quisiera saber yo
entre todas las bellas cosas
de las cuales su hechizo está hecho
entre las cosas negras y rosas
que su delicioso cuerpo componen,
¿cuál es la más dulce?
Así le respondí al aborrecible:
“Ya que todo en ella es bálsamo
Nada puede ser preferido”

Era un amante liberal, un hombre que solo buscaba placer y que se extasiaba en cada cuerpo del que bebía tanto lujuria como las gotas carmesí sangre otorgadas a mis labios dadivosamente. Era una noche que parecía empezar como muchas otras pero que se había convertido en sin igual, la mujer que me acompañaba parecía haberse convertido en una fuente de donde todos los placeres se obtenían y donde nunca encontraba saciedad. Incluso sin beber su sangre ya me tenia viciado a su cuerpo, a su humedad, a sus labios…era tanto el goce que la vida se me quedo al margen siendo solo esa cama el centro de mi existencia y estando en el centro de ella sentía como la humanidad perdida se me devolvía a través de su vitalidad. Ya no era el inclemente vampiro que solía complacerse e irse sin dar más referencias que el ser un buen amante, su cuerpo ya no era solo un objeto al que olvidaría después poniendo nuevos cuerpos en el lecho, ella era, de hecho, aquel vino que uno nunca quiere dejar de beber, el éxtasis del que no se termina de saciar, el placer que no termina de llegar a su plenitud porque cada vez se obtiene más. Como pensaba, Viola, la mujer que se me había otorgado por el destino completamente pura, como una ofrenda a un dios, se convirtió inconscientemente en un vicio tan arraigado a mí ser como la propia necesidad de sangre.

Sentía inconcebible separarme de su piel, esa noche ella era completamente mía para hacer de las horas una eternidad de goce para ambos. No había lugar para otra cosa que no fueran nuestros cuerpos uniéndose cada vez más, alcanzaba a llegar a su profundidad en cada penetración en la que ella parecía ponerse aun mas mojada, esa lubricación baño sus muslos anteriores e hizo que las embestidas fueran más placenteras. Sus manos apretaban contra mi espalda y las mías acariciaban sus muslos incesantemente. Nuestros labios se saciaban de su propio éxtasis donde las lenguas jugaban sin cesar en una lucha de caricias. Navegaba en su cuerpo desnudo como en aquellas aguas que solo surcaban los escogidos, como en la arena del desierto donde la inmensidad de lo maravilloso no encontraba un fin, como en medio del cosmos uno se encuentra flotando entre astros lejanos cuyo brillo parece inalcanzable hasta que se logra perderse en el. ¡Cuántas noches se justificaban en una sola amante!

El deleite daba innumerables posibilidades a la imaginación lasciva de quien sabe por experiencia que, cuando más se alimentan los sentidos, mayor llega a ser el placer que eventualmente los nubla al llegar al punto culminante. Para ello nos desprendimos por un breve momento, las pieles no permitían la lejanía, los sexos exigían compenetrarse una y otra vez sin cavilar en otra cosa que no fuera el delirio que los conducía. La mire desde mi nueva posición, en plenitud su cuerpo reposaba sobre la cama y ella se movía como retozando en la boca de la lujuria. Sus manos apretaron las sabanas cuando mi miembro volvió a rozar su intimidad, su mirada pidió lo que sus deseos ordenaban para su cuerpo, ella necesitaba sentirme dentro de ella y yo necesitaba satisfacer mi excitación hasta terminar. Su cuerpo se amoldo perfectamente a la nueva posición facilitando la penetración, al principio jugaba con ella, quería que el deseo se apoderara de su ser y con los roces entre nuestros sexos la penetración sucesiva a estos fue más placentera para ambos quienes moríamos de sed de sexo y esa era la única forma de aplacarnos. Las embestidas provocaban ese sonido a choque entre las pieles pero lo que nos excitaba aun mas era el choque, la fricción y la voluptuosidad que se producía con mi miembro dentro de ella, el que había desgarrado su virginidad ahora le desgarraba las paredes vaginales pero provocándole locura en lugar de dolor. Yo me sentía envuelto en sus capas ya no húmedas sino completamente mojadas, abrazado por sus piernas y en su interior abrazado por su deliciosa densidad.

Cegado por el placer, apenas consciente de los gemidos que me llenaban la cabeza de ideas pecaminosas, un poco tarde me di cuenta que ella había llevado una mano a su seno para apretarlo mientras me miraba fijamente. La observe ya que ello me producía más excitación, si es que eso era posible, y desee sus senos duros y sensuales para llevármelos a la boca, ya casi imaginaba el sentir su piel entre mis labios no solo para besarla sino también para morderla. Sus labios parecían querer decir algo y al verlos tan carnosos y titubeantes desee haberme aprovechado de ellos de todas las formas posibles pero mi mente volvió a nublarse y a quedarse sin nada más que pensar al ella acercar más su cadera, como si no estuviéramos ya los suficientemente pegados, la siguiente embestida penetro con más fuerza en su interior, faltaba poco para que las gónadas también se encontraran dentro de su intimidad.

Su pecho se pronunciaba con tales respiraciones que parecía que el corazón se le iba a salir de él en cualquier momento, apreté sus muslos y mis manos recorrieron en caricias prolongadas hasta sus caderas para tomarla desde allí y unir sus movimientos a mis embestidas para obtener un compas que magnifico el acto llevándonos a la completa enajenación. Por naturaleza todos los movimientos siguieron su curso, empuje sus piernas hacia ella así abiertas como estaban porque no pensaba cesar en ningún momento mientras la acomodaba en una nueva posición. Poco a poco volví a reclinarme sobre ella sin llegar a estar totalmente recostado, acomode sus piernas a mis costados a la altura de mis costillas y el ritmo de las penetraciones no se detuvo ni un instante. Ahora mis manos podían ayudarla a masajear sus senos, a apretar la piel que formaba sus pezones duros mientras mi lengua se abría paso entre sus labios ahogando sus gemidos y los míos que entonces se convirtieron en murmuros de placer. Sus labios estaban mojados ya que ella se los había estado mordiendo constantemente, su saliva era dulce como el vino blanco y por ello me complací en besarla sin cesar.

Llegábamos a la culminación del placer porque sentía como ella yacía con la mirada perdida y entregada a la pérdida de sus sentidos, mi mente había estado nublada de la misma forma, todo lo que importaba era el sentir: el sentirse dentro de ella, el sentir la humedad de su sexo y ahora la humedad de su boca, el sentir la suavidad de sus muslos en constante fricción con mis costados ya que el movimiento era incesante aun, el sentir sus senos entre mis manos, duros pero recubiertos de esa piel tan blanda como la de algodón. Eran un gran número de sensaciones juntas y al mismo tiempo que no era de dudar que todo aquello concluyera en un momento en que nuestra excitación se disparara a tal grado que el espacio que nos rodeaba se perdería en un destello que nos colmara de la máxima satisfacción, que dejara los cuerpos cansados pero ligeros al mismo tiempo como si no existiera la materia de la que estaban hechos y que toda la densidad se hubiera compatibilizado en una sola sustancia: elixir que se desprendía de mi cuerpo y del suyo como consecuencia de la consagración del coito y que se extenuaba en varios orgasmos concentrados en uno mayor que se desprendió de las pieles bajo la forma de un gemido que separo los labios amantes con tal potencia serian necesarios varios minutos para recuperarse de aquella complaciente conmoción.


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Mensaje por Viola de Lesseps Lun Oct 10, 2011 10:56 pm

El ángel oscuro de mi deseo tocaba la puerta de mi corazón y de mi alma que latente seguía cada movimiento, que se mezclaba con el sin pedir nada a cambio, mi cuerpo era el deleite de lo que en mis pensamientos acechaba , esa extraña necesidad que comenzaba a florecer de mi interior hacia que solo en suspiros y gemidos lograra dar a conocer lo que mi interior sentía, atrás ya quedaban los prejuicios y el alma pecadora, porque ahora podía ver con claridad ahora podía decir que lo había vivido y que no era algo malo, sino más bien era lo que todos necesitábamos alguna vez en la vida, saboree mis labios mordiendo el inferior de manera que hasta yo misma me desconocía, pero no era necesario pensar en eso, ahora con el presente que estaba viviendo podía decir que la plenitud llegaba a mí, que los años tras una simple careta quedaban atrás esa misma tarde-noche me había sacado el antifaz de la dama con clase y alcurnia, en este momento solo era la amante de aquel hombre que poco a poco tomaba mi cuerpo como suyo y temía decir que así era, mi alma le pertenecía así lo sentía. Apreté con fuerzas la sabana que se debilitaba entre mis dedos ¿o acaso era al revés?, mis piernas como un hilo se deslizaron por la cintura de él, sus labios tocaron mi pezón que endurecido pedía que fuera tomado, cada caricia otorgada me hacía delirar y suspirar entre gemidos que se agolpaban en las paredes de aquella habitación, de aquel mundo donde nada más existía yo siendo tomada en cuerpo y alma.

¿Cuánto más podría aguantar? No sabía que el tiempo transcurría con el paso de las embestidas minutos atrás todo se había detenido cuando sentí su virilidad entrar en mi despojándome de un regalo que le hacía a él, el ángel oscuro que había rondado mis sueños aun antes de conocerlo, el quien aun sin conocerlo ya poseía más de mí que cualquiera en este planeta. Sus labios hicieron posesión de los míos con un beso que callaba mi interior haciendo que el delirio fuera más ameno y como parte de una danza de dos seres mi cuerpo se acoplo a él y el al mío nos fundimos a la perfección donde mi corazón pedía ser tocado en ese momento y como respuesta aquel petitorio así era, sus besos podía ser mi adicción más su cuerpo era con algo que no podría vivir. Mis manos se deslizaron pos sus costados para acariciar su piel para palpar y tener otro recuerdo de él, mis ojos entre abiertos lo observaban con esa mirada que hacía que todo en mí se extasiara aún más, lentamente mis piernas apretaron sus costillas mi cadera se levantó por acto reflejo a un movimiento que nunca olvidaría y en mi alma el nombre Dorian quedaba grabado, su rostro el de un ángel seria mi consuelo cuando ya no pudiera verle, no me haría ilusiones de algo que acabaría en cuanto la noche desapareciera en un horizonte tan lejano como la luna. Me deje guiar como una alumna sigue a su maestro no quería quedarme atrás pero seguiría siendo una inexperta más bajo los brazos del hombre que me tenía prisionera bajo mi consentimiento.

Y en el momento en que ya sentía no podría sentir más placer llego a mi todo lo que nunca espere, lo que nunca imagine… lo que nunca pensé desear se apoderaba de mi cuerpo con un temblor que comenzó en la punta de mis pies poco a poco comenzó a recorrer hasta llegar a mi rodillas que debilitadas flaquearon llegando a tocar nuevamente la sabana que era nuestra cómplice siguió subiendo y sentí como mi cadera explotaba en su interior el hormigueo hacia que mi respiración se apagara pero no se quedó ahí subió hasta que mis pechos sintieron ese escalofríos que calo hasta mi corazón haciéndolo estallar de pura emoción, lentamente subió y se concentró en mi boca un grito salió de mis labios dando a conocer que todo y nada había sucedido en ese momento, mis ojos ya no vieron nada más que un resplandor en la lejanía mi cabeza ya no pensaba solo por el hecho que no había que pensar y como si estuviera volando sentí como mi cuerpo flotaba, el tiempo ya se había detenido por completo mi cuerpo no era más que solo eso y en un abrir y cerrar de ojos con un último estremecimiento todo regreso a la normalidad, el calor me inundo en ese momento ¿Qué había sucedido? Fue lo primero que por mi mente cruzo, pero fuese lo que fuese había sido lo mejor de la noche, lo mejor de mi vida, lo mejor de mi mundo y de mi universo entero.

El alma volvió a mi cuerpo y mis ojos se posaron en los de él, ahora sentía que me habían arrebatado todo y aunque no sentía culpa alguna por aquello un sentimiento de vergüenza comenzó a inundarme, mis dedos acariciaron lentamente su espalda hasta que llegaron a su rostro, tan suave, tan bello levante un poco mi cabeza para que mis labios se acercaran a los ajenos sellando con un beso todo lo que me había hecho vivir, sellando en silencio una entrega que para mí había sido más que un acto sexual, no sabía de amor pero lograba entender que lo que había pasado esa noche no lo olvidaría, el seria el muso de mis creaciones seria el cuerpo de adonis de mis mezclas, Dorian Windsor, seria más para mí que yo para él, así lo dictaba mi mente o mejor dicho así lo quería creer. No esperaba nada pero él ya me lo había dado todo, comenzando con una simple conversación, una cena que había sido de ensueño y ahora me había entregado su alma en un acto al cual de principio tenía miedo, pero luego de las ataduras tan solo lleve todo a mi limite, seguí acariciando su cuerpo pensando en que decir, formulando en mi cabeza algo que no lo hiciera desaparecer esa noche. Fue cuando el viento golpeo los ventanales y mi mente se aclaró Eres el ángel de mis sueños, el ser que ha tomado mi alma y me la ha devuelto al cuerpo el poco aliento que aún me quedaba salían con aquellas palabras, la mente era traicionera y anhelaba escucharle por un momento mas El ángel que ha despertado mis bajos instintos si aquello era el, el que me había enseñado que el pecado carnal no era más que una ilusión, porque cuando lo vivías era estar en el mismo reino de los cielos… - Dorian Windsor – termine pronunciando su nombre para darle otro beso que callaría mis palabras más nunca mi corazón.


Déjame confesar que somos dos
aunque es indivisible el amor nuestro,
así las manchas que conmigo quedan
he de llevar yo solo sin tu ayuda.
No hay más que un sentimiento en nuestro amor
si bien un hado adverso nos separa,
que si el objeto del amor no altera,
dulces horas le roba a su delicia.

No podré desde hoy reconocerte
para que así mis faltas no te humillen,
ni podrá tu bondad honrarme en público
sin despojar la honra de tu nombre.

Mas no lo hagas, pues te quiero tanto
que si es mío tu amor, mía es tu fama
.
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Mensaje por Invitado Mar Oct 18, 2011 6:31 pm

Cuando todo me arrebata, ignoro
Si alguna cosa me seduce,
Ella deslumbra como la rosada Aurora
Y consuela como la Noche;

Y es demasiado exquisita la armonía
Que gobierna todo su bello cuerpo
Para que el impotente análisis
Exponga sus infinitos acordes

¡Oh, metamorfosis mística
De todos mis sentidos confundidos en uno!
¡Su aliento engendra la música
Como su voz hace el perfume!

La oscuridad ya no era total, las sombras despejaban un sendero desconocido como si fueran cortinas y al final de ellas se encontraba aquel magnifico resplandor, una Venus coronada de loas, con piel de marfil y labios de rosa. Su cuerpo era el centro de lo que por entonces paso a ser un universo lejano al que cada noche habitaba. Una amante, una piel con la cual deleitarse, unos labios con los cuales saciarse, una vida arrebatada de un pasado pulcro. El libreto rutinario decía que el vampiro dejaba el lecho después de saciar su apetito pero yo no pensaba en ello. Aun estaba dentro de ella, aun un ritmo constante entre una penetración y otra causaban en la cama un movimiento casi sísmico, aun besaba su piel y buscaba todos sus rincones ocultos…y en medio de todo ello no podría haberme dado cuenta que cada segundo con ella me conducía a un destino donde el delirio, el vicio, la necesidad, no me dejarían mas regresar a la vida que había tenido antes de conocerla.

Llegue a su centro y la fuerza se extendió, nuestros cuerpos cayeron en el deleite del máximo placer perdiendo la noción de todo lo que nos rodeaba, solo éramos dos amantes, solo dos cuerpos desnudos ungidos de nosotros mismos y abrazados en más de una forma. Sentía su aliento en el rostro, tan dulce como su perfume, su respiración que en un momento casi la deja sin vida de la misma forma en que ella me dio un aliento de vida que nunca pensé que recuperaría pues con el pasar del tiempo había olvidado que alguna vez existiese. No reconocí la misma situación que en anteriores noches, no estaba medianamente satisfecho y listo para marcharme como si todo lo que tuviera que hacer estuviera ya hecho. Después de poseerla fue una sensación de plenitud la que me colmo, su cuerpo, su alma, su existencia me había satisfecho por completo, algo que nunca creí posible. Hasta entonces no existía mujer que fuera capaz de complacerme más que físicamente, la sensación de vacío persistía y tratar de aplacar esto era lo que me llevaba a buscar una amante diferente cada noche…pero esta noche ella, sin saberlo, había dejado conforme no solo mis deseos carnales, incluso al nublar mis sentidos había aplacado la sed que en ningún momento se formo en mi mente como un medio para obtener aun mas placer…quizá porque no había sido necesario al tenerlo todo.

Regrese a su cuerpo, mis pupilas encontraron el brillo de sus ojos, aun abrazados, aun juntos pero suspendidos en un tiempo detenido, sin movimiento, sin pensamientos. Nuestros labios se buscaron para otorgarse caricias, de pronto besos más profundos, cómplices. Sus manos ascendieron hacia mi rostro y me deje levemente sobre su cuerpo acariciando con las manos por un lado la silueta de su cuerpo y por el otro el contorno exterior de sus muslos. Los besos eran incesantes aunque mudos, de momento en momento nuestras miradas se encontraban y no había palabras que nos interrumpieran aun porque apenas ella recobraba la respiración arrebatada y yo saciado de su belleza, admiraba en su plenitud al cisne que yacía entre mis brazos. Pasaron segundos o minutos, pocos o varios, no sabría decir con exactitud pero después de estar acariciándonos y disfrutando todavía de la desnudez, ella abrió los labios para que su delicada voz hiciera eco una vez más en mis ya ofuscados pensamientos.

Sonreí levemente tras escucharla y me detuve en las caricias para levantarme y hacerme a su lado, solo entonces nuestros cuerpos dejaron de ser uno y lentamente salí de ella retirándome de entre sus piernas. Me recosté por primera vez de espaldas en su cama y deje caer mi cabeza sobre sus almohadas, mire su techo y entonces pensé en lo equivocada que ella estaba sobre mí, me llamaba un ángel cuando no era más que un demonio. En lo demás tenía razón, había tomado todo de ella y había despertado sus bajos deseos, era parte de mi naturaleza, era un egoísta que tomaba todo y que cuando se iba solo dejaba el recuerdo semejante a una ilusión. Sin embargo, esta vez me importa, de una extraña forma, no quería irme sin decir nada más que gracias por una magnifica noche, no quería irme, punto. Me voltee hacia ella y la abrace rodeándola con un brazo, me acerque a su oído y volví a sonreír al sentir que su perfume aun había quedado en su piel o estaría grabado en mi memoria, todo era posible –Soy solo un hombre cuyo delirio ahora tiene nombre. Tu eres éxtasis, poesía, belleza…¿recuerdas a Iduna?- le dije al oído y bese su cuello en una sucesión tan calmada de besos que ella podía darse cuenta sobre mi disfrute –El cisne cayó en manos del cazador mas como me cuesta admitir que el cazador ha sido el casado- finalice, acaricie sus senos mientras hablaba, su piel recuperaba su temperatura, sus mejillas aun conservaban ese color rosáceo que me fascinaba en ella y el reloj volvió a transitar segundo por segundo pero aunque no sabía si la noche quedaba corta no me importaba, todo había dejado de importarme.

Sabía que en algún momento la voz de la responsabilidad que tenía me llevaría a seguir el camino que estaba acostumbrado a transitar pero si por una vez rompiera con todo…y si terminara lejos de la corona, de mi familia, de mis amistades y me preguntara que es lo que quiero…no encontraría respuesta. Lo que yo quería generalmente se debía a alguna responsabilidad, quería una cosa para el imperio, una cosa para la familia, una cosa para los amigos o aliados pero lo que quería para mí se reducía a los pequeños placeres de la vida, pasiones carnales e intelectuales. Amaba el sexo tanto como el arte y la literatura pero eso era todo. Esta noche tenía otra respuesta, la quería a ella, la quería para mí. Y no era un caballero andante que venciera duelos por una dama, era un egocéntrico inmortal que solo sabía que podía tenerlo todo con el chasquear de los dedos pero a ella no la quería de esa forma, no como una posesión, sino como un placer culpable de la que sabia no podría librarme. Y era a la vez tan lejano pensarlo, ella humana, ignorando sobre el mundo de las tinieblas…y yo ya planeaba quizá fantasiosamente el momento de un rapto desde el cual la idea de malestar por no verla se perdiese. Y no solo verla, volver a poseerla cada noche, por largas horas con la misma ansiedad.

Pero como pensar en las improbable no es tarea de alguien como yo abandone sin querer toda idea que implicara el no dejarla ser. Quizá en algún momento nos volviéramos a ver, quizá encontrara el rastro de su perfume, quizá en adelante solo su rostro estuviera en mis oscuros sueños como el único resplandor o quizá... –El amanecer se acerca Viola pero te prometo que esta no será la última noche en que te muestre mi mundo y espero poder conocer aun más el tuyo- dije después de un momento de silencio, era la primera vez que me costaba tanto levantarme, irme y decir adiós. Tome el anillo que tenía el escudo de mi familia y lo quite de mi dedo, le tome la mano lo deslice por uno de sus dedos pero estos eran tan finos que aun parecía quedarle grande la alhaja de oro –Para que en mi ausencia no olvides que esto no ha sido una ilusión, cada vez que lo veas recordaras quien te la dio y sonreirás porque estarás segura que esta noche fuiste amada de una forma en la cual nadie más podrá amarte- dije mirando el anillo entre sus dedos, no quería separarme de él pues había pertenecido a mi padre biológico y lo había tenido desde hace más de quinientos años pero a la vez lo depositaba en las manos de quien por un momento me había devuelto la humanidad que nadie más pudo devolverme y de tal forma expresaba el valor que ella tenía para mí.
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Mensaje por Viola de Lesseps Miér Oct 26, 2011 10:04 pm

En las aguas tranquilas de la laguna,
mas que en el vasto cielo, brilla la luna;
alli duermen los albos cisnes de Iduna,
en la margen tranquila de la laguna,

Cesa ya la fantástica ronda importuna,
su lumbre melancólica vierte la luna,
y los Elfos se acercan a la laguna
su lumbre melancólica vierte la luna,
y los Elfos se acercan a la laguna
y a los albos, dormidos cisnes de Iduna.


Todo sueño desapareció de mi cabeza, todo anhelo se esfumo de mis pensamientos, todo lo que alguna vez desee me lo había entregado aquel ángel de la oscuridad, aquel que con su mirad me hacía delirar, los momentos que atesoraba en mi corazón no eran más que recuerdos frágiles, tristes envueltos en la melancolía y ahí estaba Dorian creando uno de los mejores recuerdos que permanecería por siempre en mi memoria. Lo inevitable llegaba y con ello la luminosidad de un día nuevo. Si me preguntaran ahora que desearía… la respuesta seria una noche eterna, para vivir en las fantasías de aquel hombre que me había entregado, eso… eso que no le encontraba respuesta, no sabía lo que era pero su nombre me haría recordarlo, muy en el fondo sabía que lo buscaría en la oscuridad de mi cuarto, entre las estanterías de la biblioteca y cada vez que pasara por fuera del palacio lo vería a él. Si aún seguía siendo el alma ingenua porque aquello no lo había arrebatado, seguiría siendo yo pero con un alma que anhelaría cada caricia, cada mirada, cada deseo. Mis ojos se cerraron suavemente para volverlos abrir y verlo ahí que yacía sobre mi cuerpo, que ya no éramos frio y caliente sino que habíamos sido tibios.

Mis palabras salieron casi sin aliento, solo un susurro había logrado escuchar pero eso bastaba para que el supiera de lo que estaba hablando, cuando había dejado de buscar lo había encontrado a él. El solo hecho de pensarlo me hacía sonrojar, no por lo sucedido esta noche sino más bien por cómo me sentí en sus brazos, siendo presa de su cuerpo, como había tocado con delicadeza mi corazón y había hecho vibrar mi alma. No estaba preparada para lo que había ocurrido pero aun así mi ser pedía caer en las redes de la tentación, en las redes del fruto prohibido en manos de aquel hombre que tan solo con recordar su nombre sabía que había calado más profundo que ningún otro. Sonreí con suavidad y sentir como se alejaba de mi cuerpo causo un escalofríos que hizo palpitar todo en mi de una extraña forma. Respire hondo, nerviosa, con temor con suavidad me di vueltas quedando de costado sintiendo como extrañaría todo y su abrazo que protegió mi cuerpo, aquellas palabras las más suaves entraron en mi cabeza y recordé aquel poema, el cisne de Iduna casada por los elfos que querían todo de ella y solo habían conseguido despojarla de lo que más ella anhelaba – Iduna, ha sido poseída por el cazador sin darse cuenta que ella había cazado más que solo al cazador – quizás ahora podría decir que entendía, aquella pregunta en la cena “Si supieras todos los secretos de la noche creerías que eso resulta irónico pues Iduna es la diosa de la juventud y la inmortalidad, ¿quién no quisiera poseer ambas cualidad no es verdad?, tal vez el majestuoso cisne que tengo frente a mi tenga el potencial de convertirse en Iduna ¿no te gustaría?” esas fueron sus palabras y ahora si tenía una respuesta clara, guiada por todo lo que había vivido Me gustaría ser tu Iduna, convertirme en ella mientras tú siempre seas mi cazador – las palabras brotaron de mis labios viviendo aquel momento tan íntimo, tan puro una simple cena. Y como Iduna él era el pájaro que nunca enjaularía porque enjaularlo sería matarlo lentamente y él no se merecía eso, era libre de volar, era libre… pero siempre encontraría a su cisne, a la mujer que lo quería sin más remedio que solo contemplarlo.

No era… si, yo si era ese cisne me había tratado como tal y el siendo mi pájaro lo dejaría libre de venir a contemplarme, a tomar lo que ya le pertenecía, él era el único y como único tenía ese privilegio sobre mí. Su aroma se mezclaba con el mío haciendo que el perfume de ambos conjugados hicieras que cualquiera cayera a sus pies o a los míos, la combinación perfecta el principio de todo lo que cualquiera desearía y yo como única me llenaba de la fragancia, la mezcla de lujuria, pasión, anhelo, libertad y… amor se hacían presentes. Ya no éramos tibio volvíamos a ser frio y caliente mientras el deleite seguía un curso natural acaricie su espalda con la yema de los dedos, como si acariciara a una flor, a un pájaro o aun cisne.

Su voz retumbo en mi cuerpo y en cada partícula que cubría mi alma y mi corazón, mi piel se erizo cuando pronuncio “el amanecer” que preparaba para una separación de la cual temía pensar que no estaba preparada, observe el rostro del ángel que tenía frente a mi como si fuera la última vez que lo observaría, ni pestañear quería pensando que todo se desvanecería y tan solo me vería envuelta en las sabanas de ceda, pero él era lo improbable él era eso que no tenía nombre y aun así me había despojado de todo lo que guardaba. Con suavidad sonreí y mis ojos vieron aquella alhaja de oro, que iba siendo depositada en uno de mis dedos. Fue en ese momento que los nervios me dejaron, se fueron muy lejos, él hablaba de lo que yo pensaba y tan solo con aquel anillo sabría que todo esto había ocurrido. Me dedique acariciar el anillo que quedaba suelto, una sonrisa traviesa se apodero de mí y por fin podía decir que me sentía feliz, porque una noche de otoño todo había ocurrido. – No… no estarás ausente por que ya habitas en mi corazón – tome su mano con delicadeza y la puse a la altura de mi corazón, para que sintiera como latía, como había despertado todo lo que había en mí. Y cada vez que admire esta joya, me acordare del cazador, de Iduna, de ti y de mi… - me acerque a sus labios y le di un beso suave, tierno, puro y sin querer alejarme de el separe mi rostro Tu… ya tienes todo lo que era mío, mi alma te pertenece y mi corazón late por ti, porque como tú dices… me amaste como yo lo he hecho esta noche como una de las pocas novelas literarias esta llegaba a su fin sonreí recordando que le había preguntado cómo sería el final y este era mucho mejor de cómo me lo imagine.

No podía decirle que se quedara, porque simplemente el amanecer llegaba y con ello toda historia llegaba a su fin, con un continuara como punto final; me levante apoyando mi codo en la cama y con la mano que poseía el anillo le acaricie sus cabellos, su espalda, su pecho, sus labios los cuales me habían cautivado, nuevamente lo bese un beso corto para que siempre quedara el deseo de venir por lo que ya era de él.

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Mensaje por Invitado Dom Nov 06, 2011 6:22 pm

La noche nos dio la oportunidad de juntarnos, de fundirnos, de perpetuarnos en la memoria uno del otro. Horas antes me dirigía a una biblioteca sin saber que conocería dentro de ella a una de las criaturas más hermosas que viera sobre la faz de la tierra. Podía sentirme orgulloso de tener un gusto implacable cuando elegía a las mujeres pero ella había sobrepasado incluso mi creencia sobre la belleza humana, su cuerpo cantaba la propia belleza y por un momento me negué a creer que fuera efímera al ser ella mortal. Sin embargo, también creía que era su condición de mortal la que la hacía especialmente bella ante mis ojos que recordarían cada recóndito lugar de la textura de su piel aunque dentro de poco tuviera que apartarme de su lado, quizá para siempre. Nuestros mundos habían sido compatibles por una noche pero no lo serian por la eternidad, era simple, ella no sabía lo que yo era y el confesárselo después de una noche como aquella solo le restaría el encanto.

Disfrute de su calidez, de la textura de su piel y de su perfume mientras yacíamos los dos recostados sobre su cama y acariciados por sus sábanas. La temperatura de nuestros cuerpos regresaba a su estado normal, por un momento ella había compartido su calor conmigo pero la frialdad de mi piel nunca podría cambiar al contrario de la de ella que sintiéndola ahora estaba tibia. La respiración también volvió a equilibrarse en su pecho, poco a poco, su cuerpo entero fue quedando en una tranquilidad armoniosa donde yo la abrazaba antes de despedirme, antes de que todo volviera a tener los mismos tonos que las noches anteriores, antes que alguien hubiera entrado a esa habitación a desprenderla de una vida que creía hasta entonces rutinaria. Viola despertaría en la mañana mientras yo no lo haría, mi cuerpo quedaría en un estado casi petrificado durante el día, esperando la noche para seguir con una existencia vacía y que solo podría aspirar a llenarla con los intermitentes placeres que encontraba en mujeres como ella y, que por lo cierto, eran memorables y no, como muchos pensaban, incontables. Era cierto que en setecientos años había tenido muchas amantes pero un número limitado de ellas había logrado satisfacerme por completo, Viola ahora se encontraba en un lugar privilegiado entre todas ellas.

No volver a verla podía resultar un castigo para ambos, la adicción a su piel me hacía pensar que la buscaría, pero en un pasado había pensado lo mismo también y logre controlarme…quizá existían fuerzas mucho más poderosas a mis propios deseos que me detenían. Mi condición vampírica y mi condición social me impedían tener más de un encuentro con la misma mujer después de haber compartido la cama. No quería sembrar falsas ilusiones ni que luego ella estuviera en problemas por intentar sumergirla en un mundo que ella desconocía por completo; el mundo de la oscuridad de la noche. En este caso el cazador tendría que dejar ir a su presa, no podía conservarla ni mucho menos pensar en que la privaría de su libertad solo para satisfacerme con su compañía. A cambio me propuse dejarle un regalo de mi parte, un anillo que había portado durante años y que se deslizo por sus finos dedos. Con el por lo menos me recordaría y recordaría aquella noche; a su vez yo sabría que ella me piensa de la misma forma en que yo la pensaría allí, en mi reino, en Inglaterra.

-Pero si ya fuiste mi Iduna esta noche y aunque pasen las horas y los recuerdos parezcan borrosos, siempre sabremos que hubo un tiempo en el que entregaste todo tu ser a un hombre y que este te entregó el máximo placer a ti- respondí cuando ella hablo sobre pertenecerme, como no me hubiera gustado decirle que sí, que habrían muchas noches después de aquella en la que nuestros cuerpos se volverían a encontrar pero no estaba seguro de esto por muchas razones ajenas a nosotros mismos. Lastimosamente no era dueño de mi mismo al cien por ciento, si las obligaciones llamaban, si tenía que volver a Inglaterra, si tenía que atender algún dilema familiar; entonces toda promesa que pudiera hacerle también podía no cumplirse y conocía los efectos de la decepción como para querer que ella se decepcionara de una promesa no cumplida, era mejor que pensara que quizá me volvería a encontrar cuando menos lo esperara, de la misma forma en la que la había encontrado esta noche.

Tomo mi mano y la puso en su pecho, sentí claramente el latir de su corazón, sonreí al escucharla aunque al mismo tiempo aquella afirmación me produjo una cierta melancolía anticipándome a lo improbable como también podía estar equivocado, quizá el destino volviera a ponerla frente a mí, quizá si yo manipulaba esos hilos pudiera hacerlo posible para ambos. Seguido me dio un beso que no olvidare, sus labios tocaron los míos con tanta suavidad que parecía estar cumpliendo con un rito del que yo mismo desconocía o que hace mucho tiempo había olvidado –Todo lo que es tuyo seguirá siendo tuyo mañana cuando despiertes al amanecer, no podré llevármelo conmigo pero de algo puedes estar segura, todo lo que es tuyo lo compartiste conmigo esta noche al igual que yo he decidido que seas mi vida durante estas horas y ello nadie puede quitártelo- respondí, me acerque a ella y le di otro beso en los labios para sellar mis palabras. Esas horas, esa noche, como le había dicho, fueron solo para ella y por ende era la dueña de esos recuerdos, de cada beso, de cada caricia, de cada gemido, porque estábamos en su mundo y en ese lugar todo lo que ella no esperaba había sido posible.

Nos acariciamos unos minutos en silencio, nuestras pieles parecían no querer separarse pero era lo natural y obligatoriamente debía irme antes de que llegara el amanecer porque tampoco quería que me sorprendiera a medio camino hacia mi morada. De forma que dedique mis últimos minutos con ella a grabar en mi memoria cada uno de sus rasgos, a memorizar su cuerpo a medida que la acariciaba y tocaba. Su perfume nunca lo olvidaría, era el almizcle prohibido de lo que los antiguos dioses la habían hecho portadora. Finalmente, después de haber estado besándola en el cuello, acaricie sus cabellos, la mire, sonreí y me puse de pie dejando el lecho que reclamaba ser escenario de la pasión antes desbordada. Busque mi ropa en el piso de la habitación y me vestí en silencio, no la mire en el proceso aunque sentía su mirada vigilante sobre mí. Solo cuando termine de vestirme regrese a la cama donde su cuerpo celestial aun reposaba y me incline a la altura de sus labios, lo bese una vez más sin interrupción durante un par de minutos. Luego me aleje unos centímetros de su rostro, la mire a los ojos y volví a darle un beso más corto que el primero pero más apasionado también –Adiós Viola De Lesseps, ha llegado la hora de que deje tu mundo- finalicé después de besarla y me puse de pie. Avancé hasta la puerta con paso rápido pero seguro y al traspasarla sentí el vacío regresando a mi vida como el gran pozo negro que era y que había estado allí desde que me convirtiera en inmortal. Después de atravesar los pasillos de su casa llegue a la puerta principal, en el exterior el cochero esperaba como muchas noches había esperado antes, subí al carruaje y seguimos el camino de regreso, en ningún momento mire hacia atrás.
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Mensaje por Viola de Lesseps Vie Nov 25, 2011 4:54 pm

Y entre caricias, los delirios se iban haciendo suspiros y los suspiros desaparecían a medida que todo parecía volver a la calma, el calor de mi cuerpo pasó a ser solo mío y el frio de ajeno se quedó en él. Respire profundamente sentía que poco a poco llegábamos al final donde ambos mundos terminarían separados, como al principio de esta historia. Por el momento solo me quedaba disfrutar, acaricie su piel de manera suave, bese como nunca antes había besado y me entregue al hombre aquel ángel que habitaría en mi corazón hasta que el tiempo dictara que su recuerdo desaparezca. Sus palabras parecían sacadas de alguna novela de Shakespeare llegando a mis oídos como una melodía que guardada en mi memoria Iduna y el cazador terminarían por separarse por que la vida era así un laberinto que nadie podría descifrar por que tan solo éramos un juguete del destino que movía las piezas de acuerdo a un orden ilógico.

Él se había entregado esa noche a una desconocida y yo había vendido mi alma por un poema, por un cuento lo había dejado entrar donde nadie más había llegado. El primero que había robado mi alma, mi corazón y aunque el pensara lo contrario mi alma se iba con él en mi pensamiento sabía que algún día mi alma volvería, no quería discutir aquello no era el tiempo, cuando el adiós se acercaba anunciando nuevamente la soledad de mi mundo. Un mundo que a pesar de estar rodeado diariamente de personas siempre existía ese vacío que ahora llegaba aun antes de que el partiera. Cerré mis ojos besándolo de manera suave y apasionada, tocando su rostro y guardándolo en mi memoria tan blanco, tan frio y tan perfecto. Sonrisas suaves se pintaban en mi rostro, intentando mostrar aquella felicidad que poco a poco en mis ojos se iba opacando mi corazón era el que cantaba ahora en ese silencio mezclándose con la respiración que lentamente salía de mis labios - Serás el ángel de mis recuerdos… y aunque, no te vuelva a ver vivo en mi mente estarás un beso corto para no hacer tan triste aquella despedida, mi cuerpo y mi alma pedían que el silencio llegara y paulatinamente así estaba siendo. No le quite la vista de encima ningún segundo, en la oscuridad vi su silueta moverse con tal gracia que parecía sacado de alguna obra de teatro, vistiéndose una sonrisa se posó en mis labios al verlo ahí una de mis manos tomo la sabana y cubrí mi cuerpo que quedaba estático en aquel lecho que cada noche me traería en vivas imágenes aquella noche, donde la oscuridad se había convertido en luz.

Quería pensar que a él, igual le costaba despedirse quizás sería ingenuidad imaginar aquello pero era el consuelo que solamente yo podría darme. Dos besos apasionados, una caricia suave, una mirada diferente y solo un hombre en mis pensamientos. Al escuchar mi nombre todo mi cuerpo vibro de manera armoniosa – Adiós Dorian Windsor solamente pude decir y apreté mis labios para no hablar más; apreté las sabanas con fuerzas y hundí mi cabeza en la almohada, no quería ver, no quería mirar, apreté con más fuerzas aquel anillo y volví a esconder mi rostro aguantando aquel dolor que comenzaba a sentir muy dentro de mi… - Adiós Dorian Windsor repetí para mí en el mundo donde me encontraba. Y cerrando los ojos obligue a mi cuerpo a descansar, forcé mi mente a quedarse en silencio y los segundos volaron, ya no había nada más que solo yo en ese lugar. El sueño de una noche agitada llegaba a mí mientras mi respiración se volvía lenta y los sueños comenzaban aflorar.

Cuentan que cuando un silencio
aparecía entre dos
era que pasaba un ángel
que les robaba la voz.

Y hubo tal silencio el día
que nos tocaba olvidar
que de tal suerte yo todavía
no terminé de callar.

Todo empezó en la sorpresa
en un encuentro casual
pero la noche es traviesa
cuando se teje el azar
sin querer se hace una ofrenda
que pacta con el dolor
o pasa un ángel
se hace leyenda
y se convierte en amor.

Ahora comprendo
cual era el ángel
que entre nosotros pasó
era el más terrible, el implacable
el más feroz.

Ahora comprendo en total
este silencio mortal
ángel que pasa
besa y te abraza
ángel para un
final.




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