The Walkabout [Ivy]

por **Ellen Garner** Lun Jul 04, 2011 10:30 pm

Lo más aburrido de llegar a una ciudad desconocida, era, obviamente, no conocer a nadie. Quizás había paseado lo suficiente por las plazas de la ciudad, los cafés, los bares, el teatro... La gente había comenzado a agobiarla, necesitaba desaparecer, respirar, correr. Fue entonces que decidió pasear por las lejanías de París, donde la población escaseaba y se podía oír el cantar de los pájaros.

La carroza se detuvo en la entrada de la zona boscosa. Los árboles se levantaban majestuosos, y el sol a penas se filtraba por sus hojas y ramas. Era una mañana hermosa, bastante calurosa, con un viento débil que no lograba hacer ruido en el bosque. Salió de su carruaje, con una sonrisa, avisándole a su chófer que tardaría en regresar, que la esperase.

Su vestido blanco rozaba la tierra, su cabello rubio recogido desentonaba con el paisaje, al igual que sus ropas. Tocaba con suavidad la corteza de los árboles a medida que pasaba a su lado, adentrándose más y más, observando cada detalle. Era algo que jamás hubiese podido hacer en su ciudad, pues sus padres la tenían más que controlada. Allí, sin embargo, se jugaba con reglas diferentes.

Se vio tentada a dejarse llevar por sus instintos; ya estando lejos del carruaje, no tenía porqué preocuparse que la vieran. Miró hacia atrás, asegurándose de estar sola. Se mordió el labio inferior, sonriendo pícaramente , quitándose rápidamente los zapatos y el vestido, quedándose desnuda. Luego, acomodó y escondió sus ropas a los pies del árbol más cercano.

Fue entonces cuando la adrenalina corrió por sus venas, cambiando su apariencia a la de un pequeño felino de color negro y blanco. Los sentidos se amplificaron de sobremanera, la visión era más detallada y clara, al igual que sus reflejos. Llevó la mirada hacia arriba, tentada de trepar todo árbol presente. Se acercó a las raíces donde yacía su ropa, se afiló las uñas por unos minutos, dio media vuelta, y continuó su paseo, al acecho de cualquier cosa que se le cruzara.

por Invitado Vie Jul 15, 2011 5:31 am

Caminaba por el denso bosque a una hora muy temprana del día. Conforme fue caminando por el bosque, el sol se había puesto en lo alto de cúpula espacial y brillaba con intensidad. Vestía unos pantalones de cuero negro junto con una camisa blanca y un chaleco rojo. La ropa se le ceñía perfectamente a su escultural cuerpo e iba caminando con su bolsa de piel al hombro. Las botas de piel marrón, hacían el conjunto ideal. Caminaba y caminaba hasta encontrarse con unas ropas de seda blanca, diseñadas para una joven adolescente. El cuerpo de la cintura del vestido parecía muy estrecho, pues no podría ser una joven de constitución delgada. Sonrió al escuchar el maullido de un felino cerca de sus pies. Bajo la vista y vio a un lindo gato que rodeaba sus pies para acabar mirándola a los ojos directamente. ¿Qué hacia un gato ahí? La verdad, podría ser un gato que haya estado divagando por los alrededores en busca de comida y haber acabado aquí. No dejo de bajar la guardia, pues hoy en día no se podía confiar en nadie. Se agacho al lado del vestido y lo doblo correctamente para que no tuviera arruga alguna. Lo coloco encima de un tronco de pino y se sentó al lado del vestido para estirar un poco el cuello y masajearse como pudiera el trapecio de la espalda. Suspiro y observo la luz del día y bajo la mirada para volver a encontrarse con la mirada de aquel gato. Comenzaba a preguntarse seriamente si tenía algo en la falda que oliera a pescado o si la veía como uno. Se levantó lentamente y se acercó al minino. Lo cogió en brazos y suspiro mientras comenzaba a acariciarle la tripita. Sonrió y le beso la cabecita.

por **Ellen Garner** Miér Jul 20, 2011 9:21 pm

Era libertad al alcance de sus patas, poder caminar como si nada, mirar el mundo desde otro punto de vista, con otros sentidos. Todo era diferente, todo era más afilado, más detallado. Sonrió para sus adentros, y miró nuevamente hacia arriba, disfrutando la suave brisa que acariciaba los pelos de su cara y de su cuerpo.

Pegó un pequeño salto al escuchar pasos detrás de ella. Se dio vuelta y levantó la vista para encontrarse con una muchacha demasiado elegante para andar en el bosque. Sin querer, maulló, haciendo notar su presencia lo cual lo logró con facilidad. Los ojos de ella estaban puestos en su forma felina. Se quedó a su lado, dándose cuenta de que había visto sus ropas al lado del árbol. Ahora estaba en aprietos. No quería que se diera cuenta de lo que realmente era. No le podía quitar los ojos de encima, al menos hasta que se fuera.

Entonces tomó sus ropas y se sentó cerca de estas. No podría escapar, al menos no con sus ropas. La humana la miró y la levantó, mimándola y acariciándole el estómago. Si realmente supiese lo que ella era en verdad... Le mordió despacio la mano, dando indicios de que no le gustaba que le acaricien allí, y se bajó rápidamente de su falda, girando sobre sí para volverla a mirar. Volvió a maullar, desesperada, rogando que de alguna forma se separe de su vestido, poder volver a su forma humana y desaparecer. Lo cual era imposible. Se sentó en la tierra, rodeando con su cola las patas delanteras y mirándola con algo de miedo. Hasta ella misma se dio cuenta de que parecía que tenía hambre, aunque era todo lo contrario. Se acercó a sus prendas, las olfateó, y volvió a mirar a la nueva compañera, pensando en que podría hacer al respecto.

Spoiler:

por Invitado Vie Jul 22, 2011 9:14 am

Noto un leve pinchazo en el dedo donde el minino le había mordisqueado suavemente. Sonrió y vio que el gato se alejaba de su regazo y de la tela de su pantalón de cuero. Sonrió al ver al minino maullar de nuevo. Parecía que tenía hambre, pero no tenía nada que darle de comer. Suspiro y se levanto del tronco de pino estirando los brazos hacia arriba para sentirse mejor. Movió un poco la cabeza en un círculo completo y vio que el gato seguía al lado del vestido. Sonrió y se fue alejando del gato poco a poco con la bolsa de nuevo en su hombro, pero su intuición de mujer, le decía que no debía dejar a ese gato y abandonado. Disimuladamente se alejo hasta perderse en una nueva maleza del bosque. Se dio la vuelta y estaba oculta en las sombras, fuera de la vista de aquel felino, pero en el sitio de Ivy vigilaba al gato con ojos acechantes cual león se esconde en su escondite para atacar a su presa. Suspiro mientras se agachaba y cogía de su bolsa a la pequeña Roxanne, bañada en oro macizo de cinco quilates. Preparo el arma con cuidado pensando en cuando fue aquella última vez que uso a su pequeña, a la hermana mayor de Ginebra. Ahora que lo pensaba, sin el convoy de su otra compañera, no podría disparar justamente como para acertar de una sola vez. Cerró los ojos y susurro en silbidos para concentrarse antes de aquel mal presentimiento que acechaba a su intuición acertara de pleno.

Miro alrededor para ver si estaba sola, parecía estarlo, pues solo se escuchaba el canto de la brisa rozando las hojas de los árboles, en suaves susurros que hacían mover los mechones sueltos del improvisado recogido de Ivy. Abrió los ojos y apunto hacia delante mientras se agachaba cerca de la bolsa y se preparaba para cualquier amenaza. Esperando y esperando, nada ocurría. Pero lo que vio de repente fue que el gato desapareció de repente, escondiéndose entre las ramas de los árboles y desapareciendo de la vista de Ivy corriendo sin más dilación. Siguió la mirada acechando al lugar entre las sombras de la maleza y poco a poco vio el cuerpo de una joven, adolescente y de largos cabellos dorados hasta casi llegar a la cintura. Es verdad que la intuición que tenía antes se intensificara de modo en que vio a la joven. Algo no le cuadraba y lo averiguaría. Cual serpiente de cascabel, silenciosamente, fue caminando agachada hasta que poco a poco salía a la luz en dirección a la joven. Probablemente...sería la dueña de aquel vestido blanco. Se escondió tras un árbol a la espera de algún cambio, alguna señal que le mostrara que su intuición, no iba por mal camino.

por **Ellen Garner** Sáb Jul 23, 2011 7:24 pm

Algo le daba mala espina. Era probable que había sido muy obvia. Aun no se acostumbraba a comportarse de manera normal, no tenía a nadie que la juzgara por su performance. Debía haberla alertado, pues notaba que algo no anda bien. Algo en esa muchacha que le decía que sabía... Se quedó inmóvil, sin quitarle los ojos de encima, como queriendo algo de ella. Después de todo, no podía alejarse demasiado en el bosque, o se perdería, no encontraría sus ropas y...

¿Porqué no había escondido mejor sus ropas? ¿Porqué la muchacha había aparecido justo en el momento equivocado? ¿Porqué las había encontrado? No se sentía con demasiada suerte, y si seguía así terminaría por revelar su secreto. Pero fue entonces cuando ella se levantó, estirándose y se alejó, perdiéndose. Era la oportunidad de escapar. Podría tomar sus ropas e irse o simplemente seguir paseando. Por el peligro que constaba en ese momento revelar su secreto, prefirió hacer lo primero. Esperó, mirando atentamente por donde había desaparecido la chica, asegurándose de estar sola. Desconfiaba, de ella y de toda esa situación en la que se había metido. Definitivamente, no volvería a repetir ese error, volvería a la ciudad a espiar humanos, que a penas se daban cuenta de que ella existía.

Volvió a acercarse a sus prendar con todo el silencio como sus patas le permitiesen. La adrenalina volvió a correr por sus venas, sintiendo como de a poco su cuerpo cambiaba de nuevo a su forma normal. La piel se le erizó al sentir una suave brisa, y se cubrió rápidamente los hombros con las manos, en un intento de brindarse calor. Se enderezó, nuevamente aprovechando a observar el camino que había tomado la chica. Se vistió rápidamente con sus ropas, notando que como ella las había doblado, no había ni una arruga. Sonrió para sus adentros, ya completamente vestida, y decidió volver a la carroza que la esperaba en la entrada del bosque. Un paseo así nuevamente, jamás. Volvió la vista al claro, para asegurarse de que nuevamente se encontraba sola, de lo cual, estaba demasiado equivocada.

por Invitado Lun Jul 25, 2011 4:09 pm

Se acerco adonde todo lo que vio desde las sombras había parecido algo inexplicable. El olor del gato desapareció y cuando salió de su escondite, vio al final del camino a una joven correr hacia un carruaje. Suspiro y bajo el arma con lo que se quedo observando a la joven hasta que se paró en seco y se dio la vuelta para ver que no estaba sola. Ivy la miro fijamente a los ojos con lo que empezó a andar poco a poco hasta encontrarse cerca de la joven, pero a una distancia alejada para que viera que no pretendía hacerla daño. Sonrió de lado para empezar con buen pie, pero al parecer veía que la joven no tenía muchas ganas de participar en empezar una conversación amable.

-No temas...-Comenzó a decir lentamente Ivy-No pretendo hacerte daño-Dijo mientras negaba con la cabeza. Intento que la joven entendiera sus palabras pero al parecer, los lacayos que iban en el carruaje, parecían meter prisa a la joven para que subiera. Ivy observo a su pistola y la puso a su espalda a modo de que no quería hacerla daño. Alzo las manos en alto a la altura de sus hombros en señal de paz, de que no iba a pasar nada. Espero mirando a la joven con una dulce sonrisa y al parecer los lacayos cesaron de hablar de una vez. Hacia un día esplendoroso, no había nubes y hacia un maravilloso sol, lleno de energía y brillo-Seria una pena estropear este buen día con este bache inútil. Puede que será mejor que me presente-Dijo aun con una sonrisa en la cara-Me llamo Ivy, encantada-sonrió y se acerco un poco más.

La suave brisa comenzaba a bailar el pelo suelto de Ivy y los dorados cabellos de la joven. Se fijo en los lacayos aun pendientes de si subía o no la joven, pero lo que pareció extraño es que estuviera aun ahí parada como un pasmarote. Se acerco un poco más y alzo la mano para estrecharla con la joven. Estaba perdiendo la paciencia, pues esta situación le era muy incómoda dado que no pretendía hacer daño a la joven, pero esta le miraba con cautela, como si desconfiara. Hacia bien en desconfiar de un extraño, pero no sería ahora un extraño tras haber tenido la iniciativa de haberse presentado. Algunas veces, hay que arriesgar para obtener resultados.

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