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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

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Mensaje por Arley White Lun Mayo 18, 2015 9:24 am

Principios de marzo de 1803, Mansión de los Yorkshires

No se trataba precisamente de que le gustara ver a través de la ventana del carruaje de los Yorkshires, pero siempre lo hacía. El viaje que había hecho a Escocia rendiría frutos o al menos así lo creía suponiendo la reacción de su hermana. Su mente se encontraba en reposo, sólo sus ojos ausentes era lo único que se podría apreciar como vida en ese cuerpo sin emociones. El carruaje estaba por llegar a su destino y como si se tratara de una maquina y alguien encendiera el interruptor la mente de Arley se activó, sus ojos cobraron vida y su expresión se volvió formal y poderosa. Su hermana no lo recibió, era quizás medio día y estaría en los jardines tomando el té a lado de sus rosas o quizás cuidando a éstas.

Bienvenido señor White, espero que su viaje haya sido cómodo y productivo… Lady White lo espera en el jardín—lo recibió así Anthony el mayordomo. Arley tuvo la cortesía de mirarlo y agradecer agachando ligeramente la cabeza, luego, simplemente caminó a la entrada deteniéndose en la puerta. Anthony lo alcanzó y abrió la puerta siguiendo el protocolo; por supuesto, para él no era importante que se llevara a cabo tanta formalidad, bien podía abrir la puerta él mismo pero prefería no oponer resistencia a la etiqueta social con la que sus sirvientes estaban bien educados; de hecho, de hacerlo representaría una ofensa para Anthony.

Esta vez no agradeció, pese a que Hilary era la señora de la Mansión y líder de la casa Yorkshires, como miembro de los White no era correcto que diera gracias en todo momento a toda acción o circunstancia. Posiblemente Arley era el más correcto, su análisis social le indicaban en que momento dar las gracias y en donde estaba por demás decirlo. Por ende, entró una vez que Anthony se retirara para darle pleno acceso a lo que también era su hogar. El lugar no había cambiado en lo más mínimo desde la muerte de sus padres, por supuesto, el mayordomo se había encargado de que nunca se encontrara deteriorada, pero Hilary no se molestó en remodelar o agregar en las paredes un cuadro o en un rincón una estatua; Arley tampoco lo haría pero a diferencia de Hilary, él plenamente no encontraría un sentido común en ello.

Mirando sólo al frente Arley caminó todo el pasillo principal, entró a la sala de descanso y de ahí se abrió paso para salir a los jardines. Se detuvo, existía una puerta de cristal que separaba el jardín de la casa y ésta estaba cerrada, por ese motivo espero a que del otro lado otro miembro de la servidumbre abriera la puerta y lo anunciara. Hilary no se tomó la molestia de levantarse de su asiento, como lo supuso Arley estaba en la mesa del jardín tomando el té. Totalmente de espaldas Hilary sólo alzó la mano siguiendo el protocolo que dictaminaba la autorización a su hermano de acompañarla, después de todo, ella no sólo era la mayor sino también era superior en jerarquía social.

No se apresuró a llegar hasta ella, de hecho fue más, caminó con más ligereza a comparación a como lo hizo dentro de la mansión. Transcurrieron dos minutos para que él estuviera a un costado de su hermana. Arley no la miró directamente a los ojos, se apresuró a tomar la mano que Hilary le ofrecía y besó la contra palma. A diferencia de sus primos, la relación entre los Yorkshires representaba escudriñablemente una jerarquía bien constituida, tanto que Arley seguía un estatus que le sugería ver a su hermana como la mismísima reina, estatus que él obedecía. Tomó asiento frente a Hilary, hubo un silencio hasta que le trajeron el té a Arley, luego, un sorbo para humedecer una boca que aunque no estaba seca, amenazaba pronto a estarlo.

Colocó el plato de la taza con sutileza y luego la propia taza; después miró a Hilary sin mudar de expresión. — Buena fortuna y bien agraciada seas hermana, sinceras son mis palabras cuando en mi expresión agradezco que te encuentre en un agradable y siempre bello estado—no fue un tono gentil, más bien fue muy correcto, totalmente de etiqueta. Aquella voz mecánica había desaparecido ya cuando convivió aquellos meses con Alma, ahora podía expresarse inclusive en un tono malicioso. — Excelentes noticias traigo de mi viaje a Escocia, presta atención hermana que las eventualidades que viví y ciertas investigaciones posteriores, pueden incrementar los intereses de nuestra casa, así mismo fortalecerla y superar a los Nottinghams si ese es tu deseo—mantuvo su tono mientras daba un nuevo sorbo a su bebida.

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Última edición por Arley White el Mar Sep 08, 2015 2:52 pm, editado 4 veces


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Mensaje por Hilary White Miér Mayo 20, 2015 10:01 pm

La brisa matutina se coló a la habitación de Hilary a través de la ventana. El viento era ya un poco cálido  pese a que el invierno aún no abandonaba las tierras frías de Inglaterra.Ya se hallaba despierta para cuando despertó en aquella cama matrimonial que parecía muy grande para ella y donde siempre había un vacío. El sol se había tardado en salir pero ella se levantó cubierta con sus prendas para dormir de seda azul; cogió una bata verde aguamarina translucida que dejaba ver aquellas ropas íntimas y las hermosas piernas, a penas superadas por las de Camile. Se quitó la pinza del cabello y éste descendió acariciando la nuca, los hombros y hasta el mismísimo cuello. Descalza caminó hasta su tocador donde tomó asiento en un cómodo taburete de fina madera y cubierta de piel de oso. La señora de la casa se contempló en el enorme espejo tan largo como el tocador y sonrió, era la más bella entre las White, al menos así la sociedad lo dictaminó en varias ocaciones y orgullosa todas las mañanas pensaba en ello. Sacó un cepillo plano de marfil con cerdas de jabalí que le regaló su difunto marido en un viaje que hicieron a París, Hilary tenía de todo tipo de cepillos, pero normalmente usaba ese, era el único en dejarle el cabello en magnifico estilo sin necesidad de sus damas de compañía o su criada personal. Cuando se trataba del cuidado de su cuerpo ella no confiaba en nadie más que en ella, ¿cómo guiarle tu belleza a otra mujer? No lo concebía.

Cuando salió de la habitación ya se había cambiado, se puso un vestido azul, de mangas largas y cuello cerrado, tenía una cinta de un azul más oscuro ya hilada en el frente pero que tenía que sujetarse por la espalda para que según el aprecio de la persona decidiera llevarlo más justo o suelto, en el caso de Hilary siempre lo ajustaba para que resaltaran todos sus atributos femeninos sin necesidad del corsé; la falda era amplia y le cubría los tobillos, las enaguas eran blancas y se asomaban ligeramente dándole un toque especial, llevaba zapatillas de tacón no muy alto de un azul como el zafiro, parecían casi de cristal.

Hilary se abrió paso por el rellano, las asistentas entraron de inmediato a su cuarto para dejar todo en su lugar mientras el mayordomo ya la esperaba en las escaleras. —¡Buenos días Lady White!—y agachó la cabeza con cortesía. La señora de la casa se detuvo en el momento en el que llegó a su lado y esperó a que levantara la cabeza— ¡Buenos días Anthony!—sonrió, su mayordomo levantó su mano ofreciéndosela y ella posó su palma en la contra palma de Anthony, luego, comenzaron a bajar. En el trayecto a la planta baja su mayordomo le recordó que ese día su hermano llegaría de su viaje si no ocurría algo en el trayecto, cosa que era poco probable que sucediera. Cuando aún estaba recostada había llegado un mensajero con la noticia de que el señorito Arley estaba por llegar a Yorkshire, por lo que calculaba llegaría a medio día. — Mi hermano siempre tan oportuno, llegará a tiempo para el té—dijo en un tono frágil y llegaron a la planta baja. Hilary retiró su mano y Anthony hizo lo mismo. —Su desayuno está listo, se le ha preparado un coctel de frutas con un plato de avena, el chef espera que sea de su agrado—. Lo será en cuanto lo vea, aunque sólo comeré la fruta. Da instrucciones para que en el té se ofrezca muffins, y que no olviden cómo deben de preparar el té para mi hermano. ¿Te quedó claro?—ordenó con su cuerpo firme  y la poderosa mirada que tanto imponía autoridad como influía un temor si le fallasen en cualquiera de sus ordenes.

Llegó el medio día, ella estaba en la biblioteca leyendo a Verne cuando fue interrumpida como así lo había ordenado. Hilary no dejó de leer y su mayordomo no le insistió. Todos en la mansión sabían que no dejaría de leer hasta un punto y a parte; cuando llegó colocó un separador y dejó el libro en el escritorio oscuro. Salió de esa amplia habitación y caminó hasta la puerta del jardín, un mozo la abrió antes de que llegara y la cerró cuando ya estaba en el jardín. Siguió avanzando hasta la mesa que habían preparado y sacando la silla de exterior de la mesa la empujaron hacía dentro ligeramente cuando la señora estaba por sentarse en gesto caballeroso, o como lo veían los White, siguiendo el protocolo. Casi de inmediato se acercaron las asistentas que se encargarían de servir el té y los postres. —¿Qué tomará hoy mi Lady?—preguntó en tono gentil una de ellas, a diferencia de su hermano Hilary no tomaba siempre lo mismo, —Hoy será limón—dijo sin siquiera mirarle a los ojos, prefería ver sus amadas rosas, de su ubicación podía ver las blancas que comenzaban a abrirse. Por un instante sintió ganas de levantarse y ver como se abrían algunas, cortar la hierba mala o las rosas que no se encontraran en buen estado, pero esa tentación terminó cuando sirvieron el té y colocaron los terrones de azúcar. Hilary la volteó a ver— Gracias—dijo con una sonrisa y puso dos terrones en su taza, luego, ayudó a disolverlos moviendo la cuchara en círculos. La bebida se encontró en su punto y fue entonces cuando la llevó a su boca para dar un sorbo y tantear que tan caliente estaba, puesto que aún se apreciaba el vapor que expedía, aunque claro, también podía apreciarse con esa intensidad debido a que la mañana no era tan soleada.

El señor White ha llegado—anunciaron a Arley y Hilary levantó su mano derecha siguiendo el protocolo que le indicaría a Arley ir con ella. Su hermano era el White más educado de todos inclusive más que ella y aunque sabía que en su extraña mente no lo aceptaba, su hermano había creado en torno a su hermana la percepción de ser ella como una reina y él un vasallo que la adoraba con devoción, o quizás como si fuera una emperatriz y él su eterno adorador. Un juego que a ella le divertía. Como siempre sucedía se generó un silencio entre ellos mientras le servían su té, ella dio un sorbo y dejó el té en la mesa cuando él también lo hizo. Lo escuchó con mucha atención interrumpiéndole en una sola ocasión. —Para mí también es un gusto volverte a ver y saber que estás en espléndida condición—y lo dejó continuar, sintió entonces mucha intriga por lo último que dijo. Su boca se abrió para articular, pero no sabía que decir, no podía argumentar nada si no se enteraba de todo. —¿Y bien, cuáles son esas noticias amado hermano que con orgullo vienes a entregar? No puedo construir una trama si no me lo dices todo, así que no te detengas, dime todo si es necesario saber que comiste en aquellos días de aventura los escucharé. Te ruego hermano que ya hables—se expresó o más bien le ordenó mientras bebía ahora ella su té.


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Mensaje por Arley White Dom Mayo 24, 2015 2:26 am

Observó con detenimiento a su hermana, y rememoró todos los momentos que vivió con ella a penas él regresara de la universidad. Su hermana empezaba ha hablar y aunque atento le escuchaba estaba perdido en ese mar de recuerdos, éstos no llegaron solos, Arley los había evocado para no perder ni un sólo detalle sobre la caída que tendría su hermana. Hilary le confesó que mató a su esposo; por supuesto, él ya lo sabía, lo vio a través de sus ojos, supo que ese matrimonio terminaría pronto justo cuando la comprometieron. Por eso, el brillo en los ojos de ella al tiempo que le daba la orden, acentuó el hecho de que no resultaría nada bien para su hermana aunque él se aseguraría de que la casa de los Yorkshires no cayera pese a que estaba dispuesto a casarse y vivir con Alma.

La mirada de Arley se extravió, sus ojos parecían contemplar la taza de su hermana, mas él pensaba en Alma, en esa mujer a la que todos elogiaban por su belleza e inteligencia; él lo reconocía, o eso esperaban de él; en varias ocasiones manifestó para sí mismo que Alma era una dama muy educada y bastante inteligente; por supuesto, no igualaba el intelecto superior de Arley, de querer hacerlo tendría que convertirse en él, romper los lasos que representaban los sentimientos y entregarse a lo racional. No era sencillo, su hermana se creía sin sentimientos por ser una asesina, pero Arley entendía que nadie comprendía lo que significaba romper ese laso un laso con el que no nació. Lo que él tenía era un don, así lo había aceptado hacía ya bastantes años y asimismo sabia que él único que podría destruir las demás casas y consolidar el imperio de los Cisnes Negros, era él. Hilary creía que no podrían recuperar tan fácilmente el poder que se depositó en la Iglesia, pero para Arley que conocía cada uno de los sistemas sociales, podía adelantarse a ellos e incluso dar un golpe a su corazón, desestabilizar la sociedad católica y al mismo parte del mundo. La visión que él podía recrear era única y su hermana no tenía idea de como usarlo.

Arley dio un sorbo a su té, al menos el último pues en su ausencia había bebido en más de una ocasión. —El comercio de Escocia con la casa londinense se vio afectado. Sé que lo sabes ya que el objetivo, hermana, era apoderarnos del mercado escocés—dejó su taza en el plato y lo movió a la derecha, el plato fue retirado y le entregaron otro, Arley cogió la cuchara del centro y meneó el té sin dejar de ver a su hermana— proseguiré—dijo y continuó— Me entreviste con el clan Mackenzie, Barclay, Campbell, Douglas y MacNeil, conseguí persuadirlos para que firmaran el tratado comercial con nuestra familia. Pero fue el último clan quién me habló del ducado de los Dianceht y la escasa generación de economía. Los duques habían muerto hacía ya muchos años, al no tener primogénito las tierras fueron heredadas por su única hija. El comercio se estancó pero al menos no despilfarró la fortuna. Como cuatro años atrás la duquesa comenzó a viajar y todo quedó en manos del señor MacLeod, su mayordomo, un encantador y muy formal hombre que intentó consolidar unas tierras que eran amenazadas por el expansionismo inglés y los clanes aledaños. La duquesa estaba embarazada, la noticia se corrió por Escocia y pronto el nombre del padre—el joven White hizo una pausa, dejó la cuchara en otro plato que ya se le había acercado y bebió dos sorbos a su té.  Su hermana estaba atenta.

Pasaron los meses y el hombre desapareció. Claro, lo creen muerto—no pudo contener una sonrisa maliciosa malintencionada, era como un acto reflejo no una expresión sentimental— yo encontré algo más allá, pero hermana esos detalles no beneficiaran en lo más mínimo a nuestra casa por lo que es obsoleto mencionarlo. Mas lo importante es que la duquesa se quedó sola con una niña y por poco más de dos años la está criando por su propia cuenta, aunque no ha descuidado el ducado no lo ha hecho progresar. Su mayordomo se encuentra preocupado por la tensión política que se vive en Escocia y cree que un tratado con nosotros, bueno, con los Cisnes Negros beneficiaran al ducado abriéndole las puertas al comercio internacional, considera a su ama ser inteligente pero no la capacidad administrativa y el tacto que tenemos para negociar nuevas rutas, comprar en todos los mercados. Brevemente; y coincido con él, no tiene los recursos para convertir el ducado en una potencia que acelere el crecimiento económico no solamente de sus tierras si no también de los alrededores, no mientras tenga que atender a su hija, es muy protectora con ella—hizo una pausa, él y Camile eran conscientes de la existencia de los no-humanos (como él los llamaba), Camile por su profesión como inquisidora y él, gracias a sus investigación. Arley sabía lo que era la duquesa,  la naturaleza animal producto de la licantropía acentuaba aún más la necesidad protectora, el instinto de una loba que cuida a su cachorro y una mujer sola; daban como producto el temor de dejar a su niña en manos de otras personas. No la había visto, pero sabía tanto de ella, había descifrado esa mente que él mismo podía poner en jaque su ducado. Mas su intención sólo era dejarlo en manos de su hermana y por lo tanto, no revelaría la atroz verdad que giraba en torno a la vida privada de la duquesa, o mejor dicho, su vida como lobo.

No le di una respuesta—continuó mientras dejaba la taza en el plato y desviaba su mirada a las rosas blancas ubicadas a su izquierda— pero le aseguré que lo trataría con la familia White y tendría una respuesta este mismo mes. El mencionó que la duquesa va a dar una fiesta, los Cisnes Negros estamos cordialmente invitados, me aseguró que la duquesa es una gran anfitriona y puntualizó que ella sabrá que nuestra estancia tendrá un propósito. Llegar a un acuerdo entre su ducado y nuestro imperio—concluyó y entre lazó sus manos viendo fijamente a su hermana.


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Mensaje por Hilary White Lun Mayo 25, 2015 12:01 am

Observar a su hermano con la mirada no ocasionaba en ella preocupación como sucedió con sus padres. Estaba ansiosa pero no podía presionarlo, después de todo dependía de él y aunque no era consciente de que tanto sabía que sin Arley ella terminaría perdiendo la guerra contra los Nottinghams si éstos se atrevían a declarar, pero por el momento se encontraban pasivos. Hilary era una gran estratega y había consolidado muchas rutas y bastantes puertos de comercio. Las relaciones políticas y sociales también las había manejado muy bien, aunque era la más joven entre los White, tenía bastante experiencia con relación a los gemelos de la casa Nottingham. Su hermano era un enigma, en varias ocasiones trató de resolver la mente de Arley pero le fue imposible pese a la rutina que ejercía día a día. Pocas veces leía pero cuando lo hacía consumía el libro seis veces más rápido que ella y siempre se trataban de tratados, tesis o ensayos: políticos, sociales, científicos o económicos; nunca novelas.  Hilary amaba el juego de ajedrez pero era imposible ganarle a Arley por lo que no competía con él en ninguna ciencia o deporte.

Si darse cuenta ella también se perdió al querer analizarlo, su voz mecánica ya se había extinguido pero la carencia de emociones y expresiones se mantenían firmes en él. Y aunque podía ser aterrador, para ella no lo era. De pronto, Arley comenzó ha hablar, para ese entonces el té de la líder de los Yorkshires estaba a temperatura ambiente, por lo que colocó la taza a su derecha como lo hiciera Arley, mas a diferencia de él la sirvienta encargada del té se agachó para escuchar la orden de Hilary. —Té negro—susurró para no distraer a Arley, cosa que jamás pasaba aun gritando frente a él. Pese a que le había dicho que le contase cada detalle de su viaje ella pronto se arrepintió, ya quería llegar al momento importante, y éste no parecía que llegaría pronto. Bebió el té recién se lo trajeron, sin comprobar como siempre lo hacía el calor y el sabor «¿duquesa Dianceht?» no había escuchado hablar de ella a pesar de tener agentes que le proporcionaban toda clase de información, inclusive los cotilleos del populacho, en Escocia.

¿Una bastarda?—rió mas eso no interrumpió a su hermano y en su mente pensó lo conveniente que era saber ese detalle. Las calumnias eran una poderosa arma para desestabilizar a un grupo, ella lo sabía muy bien pues en ocasiones se valió de eso para hacerse de nuevas rutas o apoderarse de mercados de Oriente. —No la culpo, cuidar a una bastarda no debe de ser nada sencillo, muchas puertas se le debieron haber cerrado—mencionó cuando Arley hizo una pausa. No hizo otro comentario, esperaría a que su hermano concluyera pero ya tenía una idea de lo que podía hacer.

Cuando Arley concluyó se dio cuenta de que aún sostenía la taza de té, tenía una sonrisa maliciosa y dio un sorbo que le precedió volver a colocar la taza en el plato. —Razón tenías cuando mencionaste la buena fortuna con la que llegaste—hizo una pausa para escoger las palabras que daría o si se trataría de una orden para iniciar el apoderamiento del ducado Dianceht, pero entonces pensó en las últimas palabras de su hermano. Esa línea algo le había dicho, no iba a rebajarse a decirle que le explicase lo que significaba el hecho de mencionar la fiesta que daría la duquesa ¿acaso proponía entrevistarse con ella?, quizás matarla, ya lo había hecho una vez podría volver a hacerlo.

Se puso de pie y caminó a las rosas blancas no muy lejos de la mesa de jardín. El jardinero se apresuró para brindarle unas tijeras para que ella cortase una rosa de querer hacerlo. Hilary las tomó y empezó a cortar hojas y hierbas malas, luego, tomó una de las rosas y se acercó para apoderarse del aroma natural y espléndido que emanaban de esos capullos que ya abrían. Cortó la rosa y miró a su hermano, tenía la bella flor cubriéndole la sonrisa malvada pero no ocultó una pequeña risa que se escapó de sus hermosos labios. —Dime hermano, ¿qué es lo que harías tú?—se descubrió la boca, sus ojos brillaron por un momento bajo un reflejo de inteligencia. Su hermano hizo un movimiento en su cabeza lo que dio a entender a Hilary que lo había tomado por sorpresa. De cierta manera le había pedido no solamente que expresara lo que había querido decir, sino que extendiese el panorama y revelara el modo de actuar que el tendría. Después de todo era un psicópata y no tendría piedad alguna.


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Mensaje por Arley White Dom Jun 21, 2015 3:39 pm

La mayoría de las personas están condicionadas a actuar incluidas por su carácter, haciendo de ellos personas predecibles. Esto mismo sucedía con su hermana. Cualquier otra persona o ser manifestaba sus emociones al hablar o al escuchar; en ocasiones podían ser acompañadas de gesticulaciones, movimientos con las manos o simples articulaciones. En el caso de su hermana era cubrir sus labios con lo primero que tuviera a su alcance, también jugaba con sus cabellos o depositaba ambas manos juntas sobre la mesa. Su prima Chelsea, por otra parte, humedecía sus labios y mordía el inferior de modo coqueto, se soltaba los cabellos si éstos estaban en chongo o se mecía de atrás para adelante con sus pies de puntas. En el caso de Scott, él movía sus cabellos de derecha a izquierda, se tocaba el mentón, echaba todo el peso de su cuerpo al respaldo de la silla si estaba sentado, se cubría la boca con su mano izquierda o torcía la boca. Pero en Arley no existían esas manías, si bien es cierto que entre cerraba los ojos o ladeaba la cabeza siempre lo hacía por un motivo en particular, bajo su voluntad. Por eso, cuando su hermana calificó de bastarda a la hija de la duquesa no la interrumpió para corregirla; de hecho ni mudó de expresión; pese a que era evidente la poca atención que su hermana en los detalles que para él no eran quizás relevantes.

Bajó su mirada a la taza medio vacía. Algo de lo que también sufría Arley era el disfrutar una buena bebida o una espléndida comida. Él no elegía té negro con manzanilla porque fuera su bebida favorita o carne de cordero porque disfrutara acompañarlo con vino de Burdeos. Su paladar o mejor dicho su sentido del gusto era decadente, a penas perceptible, lo que lo orilló a comer y beber con monotonía. Gracias a eso nadie advertía ese secreto que ni siquiera lo martirizaba. Dio un sorbo al té mientras observaba a su hermana caminar a sus rosas.

La gracia con la que caminaba y cuidaba de su más preciado tesoro, según ella, enamoraban a todo aquel que la apreciara. Con su vestido azul invocó al sol y el astro la favoreció resaltando su belleza y convirtiéndola en una diosa mortal. Harlem la contemplaba como si estuviera viendo un cuadro , una de esas pinturas de Renoir. Pero entonces Hilary lo orilló a expresar sorpresa cuando le preguntó sobre lo que haría él ante la situación que vino a presentarle. Y aunque era un movimiento muy audaz e inesperado poco le importaba aplaudirle a su hermana por ese destello de pericia; ladeó un poco la cabeza a su izquierda y movió la taza a la izquierda; acto seguido la servidumbre limpió la mesa al tiempo que se ponía de pie y avanzaba dos pasos hacia su hermana.

Primero —hizo una pausa y escondió sus manos en los bolsillos de su pantalón de perfecto corte inglés—, debes de descartar la idea de crear un universo de calumnias exhibiéndola socialmente. Su hija no es una bastarda y es catalogada como una viuda—su voz se escuchaba elegante y no existía alguna muestra de reprimenda o burla al demostrarle que sabía lo que pensaba. Hilary denotó un poco de enojo en sus gestos. El cielo volvió a nublarse y ella le entregó la rosa que tenía en su mano. Arley la cogió como si fuera un bruto espinándose la mano, mas no emitió ni expresó signos de dolor; era como si no tuviera sensibilidad en el sentido del tacto—. Matarla no es una opción —prosiguió mientras una criada le acercaba un pañuelo que él cogió para detener el sangrado y teniendo la rosa en la otra mano y ahora si sosteniéndola con cuidado le dio la espalda a Hilary—; al menos no ahora —caminó hasta la mesa y dejó la rosa con el tallo ensangrentado en la mesa de jardín—. La opción es apoderarse del ducado Dianceht mediante el matrimonio —se giró a ella sorprendiendo a su hermana no sólo con lo dicho, sino también por la sonrisa más allá de la malicia... Era un rostro insidioso.


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Mensaje por Hilary White Dom Jun 21, 2015 4:31 pm

Misterio, siempre había misterio en Arley. Sus ojos ausentes de sentimientos lo hacían un hombre sin aprecio a la vida. ¿Realmente estaba sorprendido por el apremio de Hilary? Al principio lo creyó, quiso creerlo por la expresión de su rostro; pero al ver sus acciones se dio cuenta que sólo era una respuesta al protocolo. A veces y aunque no lo reconocía llegaba a sentir miedo sobre su hermano; por supuesto, no a que fuera hacerle daño, era un miedo que no comprendía. Odiaba el hecho de que él la conociera mejor de lo que ella misma creía conocerse; además, el hecho de que era imposible saber que demonios pensaba Arley.

Así que se casaron y le dio el apellido —dijo para ella perdiendo su vista en sus rosas. La duquesa había hecho una buena jugada. Hilary volvió a subir sus labios con la rosa y aspiró el aroma mientras cerraba los ojos—. Ser viuda es mejor que abandonada —concluyó ligeramente molesta y porque su hermano le revelara que ambas alternativas que había pensado ejecutar, no eran una opción viable según su percepción psicópata. Hilary ahora tenía más dudas de como apoderarse del ducado Dianceht y ahora dependía de su hermano conocer los planes que él había tramado. Antes de que Arley concluyera, Hilary extendió la mano donde tenía la rosa y se la entregó con una delicadeza que su hermano no adoptó, él la tomó como si ignorara las espinas, como era obvio su mano sangró rápidamente. Él no hizo una expresión de dolor o siquiera, mostró que le importara. Así que ella fingió no darse cuenta e ignoró la herida de su hermano pendiente sólo a que no tirara la rosa; de hacerlo realmente la haría enojar; mas Arley no lo hizo.

¿Matrimonio dices? —dijo turbada por la sugerencia y por ver esa maldad en Arley. No tenía sentido; claro, de ser soltero lo tendría, pero el condado de los Moncourt era bastante valioso y productivo por los contactos comerciales que ya pertenecían a los Yorkshires y que sin embargo podían romperse fácilmente. Hilary no estaría dispuesta a sacrificar las alianzas españolas por un frágil ducado escocés; pese a que un título de Duque poseía más valor que el de un Conde—. —bufó cambiando su semblante a una marcada indiferencia y con esa misma expresión regresó a atender sus rosas—. Valoro tus palabras hermano, tu intención y tu consejo que me has dado a petición mía. Pero... —hizo una pausa al encontrar una rosa floreciendo. Harlem no dijo nada así que los únicos sonidos provenían de la fuente a tres metros de ellos donde las rosas rojas y dos petirrojos que habían bajado a ocupar el espacio que anteriormente correspondiente a la taza de té de Arley—. ¿Sabes qué hay de maravilloso en las rosas Arley? —sonrió y acercó su rostro al rosal para oler la rosa—. Siempre habrá más, nunca dejarán de ser populares y siempre serán un emblema del amor por mencionar alguno. Son, además, estables y así como ellas, así es nuestra relación con España gracias al condado Moncourt. Yo amo mis rosas y no consiento que alguien arranque o haga daño a una de ellas —Hilary usó las tijeras y cortó la rosa, luego, se giró para ver a Arley—, no consentiré que rompas tu compromiso con Alma Moncourt. Los beneficios de España son y serán siempre más redituables que las relaciones con un frágil ducado de una isla de bárbaros —concluyó en un tono alto.


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Mensaje por Arley White Dom Jun 21, 2015 6:50 pm

En la cocina, el chef asistido por sus cocineros y la mayoría; ya comenzaban a preparar lo que sería la cena. En honor al joven servirían cordero en salsa de carne con frutos secos como guarnición, el sumiller ofrecería Tinto Libourne, clásico por su mezcla de Merlot, Cabernet Franc y Cabernet Sauvignon; una entrada de crema de champiñones y de salida Crème brûlée.

mientras tanto, a Arley se le servía una copa de Libourne, botella que sólo estaba destinada a que fuera catada antes de ser servida a Arley y Hilary en la cena. El joven tomó la copa de la charola de plata en mano del sumiller y éste puso sobre la mesa cubos de queso suizo y un vaso de agua. Harlem siguiendo protocolo acercó la copa a una distancia prudencial de su nariz y con sus ojos cerrados aspiró el aroma. Empero, así como sucedía con su paladar, su olfato era decadente, casi no olía ni distinguía aromas; así que a la hora de catar con su nariz el vino o embriagarse con el olor de la comida lo hacía por mera formalidad. De hecho, el único sentido que tenía bien desarrollado era el auditivo. Ninguno de los dos hermanos habían tocado los muffins por lo que Arley se adelantó a catar el vino y luego coger un trozo de queso con un palillo. Luego, caminó hacia su hermana con una actuación intimidan Bebió del vino de nuevo y después mordió el queso acompañándolo otra vez con vino. —Para los escoceses la división  del Imperio de los Cisnes Negros no existe, los Whites somos una sola casa y entre nosotros... los varones, hay alguien que está libre de compromiso —Hilary lo volteó a ver, al parecer comenzaba a comprender. Arley dio un último sorbo y alzó la copa vacía al sol como gesto triunfante o al menos así era como lo interpretaban las personas ordinarias según su criterio racional—. Precisamente, Scott de la casa Nottingham será el esposo de la duquesa. Si calificáramos a las casas por su ambición;son los gemelos bajo la influencia de Chelsea los más ávidos de poder. Nosotros buscamos algo más que bienestar. Ellos la banalidad socioeconómica que te otorga el poder político —dijo con una marcada voz malvada; bajó la copa y la extendió a su derecha. El sumiller se acercó, cogió la copa y en una limpia sirvió más vino, Arley lo tomó un sorbo, sus ojos destellaron maldad y tras beber media copa dedicó una sonrisa insidiosa al tiempo en que se daba la vuelta y extendía sus brazos.

Haremos que los Nottinghams se apoderen del ducado, luego, simplemente los iremos eliminando uno a uno hasta que por herencia llegue a nosotros. Aunque admito que conquistar a la duquesa será un reto —Arley se terminó el vino y dejó la copa en la mesa, ésta fue retirada inmediatamente por la mujer que servía el té para ellos. Posteriormente cogió el vaso y tomó el agua hasta la mitad. La dificultad, sabía Arley, no consistía en la capacidad que tenía Scott para conquistar mujeres, pues, era un verdadero Casanova cuando se lo provenía; sino era la licantropía de la duquesa. Arley sabía que Scott descubriría la verdadera naturaleza de la duquesa, además también de que ambos se iban a enamorar. Pero lo que su mente superior no podía adelantar era el resultado de ese descubrimiento, no sólo de Scott, sino también de Chelsea que bien sabía era la pareja sentimental de su propio hermano. Arley tenía que matarla, sólo era cuestión de saber cómo y cuando.

De ninguna manera podremos convencer a Scott de contraer matrimonio con una viuda que además tiene una hija de tres años; no teniendo un amorío con Lady Bambi Grøelschkøj. Pero Chelsea si puede conseguirlo. Hilary, debes de ir a Nottingham y entrevistarte con Chelsea. Bríndale las nuevas noticias y adereza el panorama, habla del frágil ducado y el prometedor futuro. Dicelo mientras juegan una partida de ajedrez y pierde a propósito —ahora la voz autoritaria pertenecía a Arley, los roles parecían haber cambiado y el protocolodonde Hilary estaba representada como la reina, se había venido abajo—, ¿te ha quedado claro?


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Mensaje por Hilary White Dom Jun 21, 2015 9:04 pm

Volvió a ver sus rosas, barriendo con la mirada las que aún eran botones y sonrió ignorando la formalidad de su hermano al tomar el vino que se serviría en la mesa. El sumiller se acercó a la líder de los Yorkshires. —Serviré Libourne de Burdeo —dijo captando la atención de Hilary, ésta sólo alzó la mano derecha y negó con la cabeza, el sumiller se retiró de inmediato. Pero entonces Arley nuevamente la sorprendió—. ¿Scott? —balbuceó para sí con sus hermosos ojos abiertos como grandes platos. Hilary quiso maquillar con anticipación la trama de Arley; pero no solamente éste la decía con aparente prisa, con esa tonalidad, gestos, tiempos y espacios no hacían más que confundirla. Decidió entonces jugar con su rosa mientras escuchaba, sin dejar de concentrarse en todo lo que su hermano decía, cada palabra por muy insignificante que pareciera, tenía que captar todo.

Arley concluyó y ella caminó hasta él, recortó el tallo de la rosa y la colocó en el bolsillo del saco de su hermano. —¿Mientras jugamos ajedrez? —preguntó con sarcasmo olvidándose de que ella era la que daba las ordenes y él las acataba. Hilary volteó a ver al sumiller y éste comprendiendo lo que ella deseaba sirvió una copa y se la llevó. La señora de la casa la cogió como toda una dama, luego, caminó alrededor de su hermano deteniéndose en su espalda, acercó su cuerpo al de él y lo abrazó por detrás—, y yo debo perder... Já —dio un sorbo a su copa y después besó la mejilla de su hermano y volvió a sus rosas. Bebió de nuevo y se giró a Arley—. ¿Qué beneficio existe en ganar o perder una partida de ajedrez en tu plan? —reprendió con arrogancia—, estoy de acuerdo contigo cuando mencionas que sólo Chelsea puede convencer a Scott para hacer tal osadía —volvió hacer otra pausa para llevar más vino a su boca, luego, soltó una pequeña risa maliciosa—. Así que eliminarlos uno a uno. Eres más perverso de lo que me imaginé querido Arley; pero dime... ¿acaso no son los londinenses los primeros en heredar el ducado si se hiciera lo que propones? Y será la maldita Iglesia que absorberá las tierras.

Hilary vio un poco decepcionada a su hermano, esperaba más de él, su plan era macabro pero maravilloso, mas el hecho de no considerar el problema que tanto ellos como los Nottinghams tenían con la Iglesia y su control en la administración general que Camile cedió, le valió el éxito y las palmas de su hermana. El sumiller que no se apartó a gran distancia de Hilary, recogió la copa medio llena cuando ésta extendió su brazo a la derecha. —Excelente elección Abraham —dijo con una sonrisa amable y con otro gesto delicado le indicó que se retirara—. Quiero conocer a la duquesa y es mi voluntad que Alma Goncourt te acompañe como tu prometida a la dichoso evento. Confío en que podré llegar a un acuerdo con ella —de nuevo se expresaba con autoridad y al concluir miró la puerta de acceso y el asistente que se encargaba de abrir y cerrar las puertas para ellos se acercó discretamente—. Ve de inmediato por Jacob —ordenó, el portero no desobedeció y entró a su encuentro.

Mientras tanto, un plato con frutas se sirvió en la mesa de jardín. Hilary observó a su hermano tomar una; luego, volvió atender sus rosas. No se dirigieron la palabra, Hilary había dicho la última palabra y como era costumbre Arley sólo se retiraría. No pasó mucho tiempo para que Jacob llegara y con él, se iluminó el rostro de Hilary con una sonrisa, extendió su brazo a él y con su dedo índice le indicó que se acercara. —Arley, puedes retirarte—dijo en tono despectivo.


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Mensaje por Arley White Lun Jun 22, 2015 1:36 pm

Comenzó a estudiarle desde que colocó la rosa en el bolsillo de su saco; y fue en ese momento que supo que su hermana estaba dos millas detrás de él sí así pudiesen calcular la diferencia de razonamiento. No fue decepción, frustración o coraje; Arley solamente no comprendió como fue que ella no pudiera ver más allá o mejor más bien, que él mismo creyera que lo entendería pese a gesticular expresiones que no sentía. Sin embargo, y pese a que Hilary ya había descargado su discurso sobre Arley, éste no se fue, se quedó ahí escuchando como mandaba a Jacob para su fortuna. Tal vez había cumplido su propósito, decir lo que tenía que decir, ni más ni menos. Pero el joven White resintió ese vacío que volvió a aparecer tres dejar a Alma. Él se iba a encargar de conseguir el ducado.

¡NO! —espetó Arley fingiendo una subordinación. Mordió la manzana que había tomado de la charola, mascó dos veces y trago, luego simplemente la arrojó a un lado—. Todos ustedes —señaló a cada uno de sus sirvientes—, los quiero formados viendo a mí, y tu Jacob frente a mí —cada uno de los sirvientes incluyendo incluso al sumiller y al jardinero se unieron a la fila. Arley actuó con una sonrisa insidiosa y miró a su confundida hermana por encima del hombro fornido de Jacob—. Díganme, ¿a quiénes son leales? —tomó un par de segundos para que los sirvientes se vieran unos a otros, después, comenzaron a contestar "a los señores", "a mi Lady", "a ustedes", pero solamente Jacob dijo—. A la casa Yorkshires —y alzó su cabeza orgulloso por su respuesta. Arley extendió sus brazos abriendo las palmas; continuando con el espectáculo que había formado para dejar en claro sus intenciones.

Así es, a la casa Yorkshires —hizo una entonación irónica mientras le daba la espalda para tomar su vaso de agua casi vacío y lo levantó con destino al sol—. No me gustan nuestros vasos, tienen el emblema de la familia —hizo un gesto ostentoso pese a que estando de espaldas no podían verle, pero comenzó a acentuar el sarcasmo y la ironía—, el cisne —soltó un sonido de burla—, nuestro Imperio es extenso, agresivo y poderoso, pero este vaso vacío es tan frágil que puede romperse en cualquier momento —y justo cuando dijo la palabra romperse, Arley ya había estrellado el bajo en la mesa rompiéndolo, se giró en cuestión de un instante y degolló a Jacob. Todos los que se encontraban en el lugar perdieron el control sobre sí mismos, ausentes de racionamiento, coordinación o embriagados en emociones de todo tipo en torno a Jacob y su asesino amo. El sumiller, por ejemplo, dejó caer la charola derramando el vino sobre el pasillo empedrado, la mujer joven que servía el té se desmayó en brazos del jardinero, las otras mujeres gritaron de pánico y se abrazaron cerrando sus ojos, el portero estaba intrigado por ver el cuerpo de Jacob aún de pie y dando manotazos; Arley retomó sus gestos ausentes de vida y de un empujón con su dedo índice hizo que Jacob cayera de espaldas golpeándose la cabeza con el pasto y fijando sus ojos en los de Hilary. El portero y el jardinero, sabían que Jacob era amante de la líder de los Yorkshires, pero también sabían que los actos de Arley eran justificados pese a la ausencia de alma que se rumoraba en la casa no tenía; así que estaban seguros que no lo había hecho por eso. Para Arley los romances de su hermana no le interesaban en lo más mínimo. Quizás algunos de sus otros sirvientes lo consideraban un loco por su apático y desinteresado comportamiento a la vida humana, pero no un asesino. Pero la muerte de Jacob era el primer movimiento en la partida de Arley, y no era porque tal vez representara una distracción en Hilary, pues ésta tenía dentro de la casa a otro amante. Sino era porque Jacob era el espía de los Nottinghams.

Derrámale lágrimas después —volvió a fingir que tenía emociones, esta vez un desdén y la toma de autoridad—. ¿Qué es lo que haría yo?, no Hilary, ¿qué es lo que haré? Debes preguntarte ahora—se abrió paso entre el cadáver pateando incluso uno de los brazos y encaró de frente a su hermana—. Asegurarme que el ducado Dianceht sea Yorkshires... velo —señaló a Jacob sin mirarlo él—, he matado al traidor de nuestra casa; el espía de Chelsea, ha estado siempre frente a ti y te ha cegado. De tus labios debe salir todo lo que te he dicho que informes, ¿o me negarás que lo ibas a enviar después de encamarte y decirle todo —dijo en tono burlón y recibió una bofetada de su hermana; el mechón de su cabello cubrió uno de sus ojos y sin darle a Hilary tiempo para hacer cualquier cosa; Arley la tomó de la garganta y del brazo izquierdo—. Jugarán ajedrez porque éste juego representará para el inconsciente de Chelsea el poder de los Nottinghams contra el de los Yorkshires y perderás porque ella verá debilidad en nosotros y en las vísperas de celebrarse el evento de la duquesa se precipitará para hacer que Scott asista sin darle tiempo a que razone la situación, no se preocupará en el hecho de que le hayamos dado esa información y si existe un propósito por parte nuestras. Chelsea se dará cuenta que la mejor opción opción para apoderarse del ducado será que su hermano, el único soltero de la familia se case con la duquesa. Pero Hilary... es importante que tu no se lo sugieras —hizo una pausa para empujar a su hermana y caminó de nuevo a la mesa.

De la Iglesia me ocuparé yo, tú limítate a hacer lo que te he ordenado —volteó a la derecha para señalar al jardinero, éste palideció, pues como Jacob era amante de Hilary aunque él más fiel a ella entre toda la servidumbre de la mansión—. No tengas miedo —le sonrió con malicia y después soltó un sonido burlón—, a partir de hoy serás mi guardaespaldas personal... Ah, y limpien está repugnante escena, no quiero ver más a ese repugnante cadáver —dijo en tono despectivo dejando hablar a su hermana mientras la mayoría comenzaba a recuperarse de su estado de shock—. ¿Por qué insistó en ese ducado? —giró medio cuerpo dirigiéndole una mirada despectiva—, dos Yorkshires ya somos muchos en esta mansión—sentenció en un tono bastante intimidan, luego, se encaminó a la puerta. El portero le dio alcance y abrió la puerta. Los gestos de Arley regresaron a su estado natural, a su alma vacía, él espectáculo que había montado ya había terminado. Y así, en un silencio sepulcral se marchó.


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