[Privado] Una curiosa excursión.

Aurora llevaba días dándole vueltas en su cabeza al cuándo sería el momento idóneo para ir hasta el circo gitano a encontrarse con ese tal “mago”. En el fondo no sabía por qué no había ido todavía. Quizás por respeto, o puede que por miedo a saber lo que le tendría que decir. Fuera lo que fuese, en realidad se veía en la necesidad de acercarse a ese lugar. No quería incumplir la promesa que le había hecho al héroe que la había salvado hace apenas una semana. Iría, y si de esa manera podía ayudarlo de manera indirecta, lo haría sin duda.

Abrigó a sus bebés con unas frazadas de lana que le habían regalado hace poco, y ella se puso por encima del harapo blanco roído que llevaba como vestido, la capa del hombre que la había estado persiguiendo. Entonces, en cuanto terminaron de prepararse, se puso rumbo al lugar que le habían indicado.

Sus hijos estaban calmados, y cada vez se conservaban más tiempo en ese estado. No entendía cómo unos niños tan pequeños podían ser tranquilos por naturaleza, aunque lo agradecía. Cuando habían nacido no paraban de llorar a todas horas, pero desde ese momento hasta ahora su carácter había cambiado radicalmente. Sólo había pasado un mes desde que se había puesto de parto, y por ello estaba orgullosísima de cómo habían evolucionado sus criaturas en apenas semanas, a pesar de las condiciones adversas que día a día los acechaban.

Después de un largo paseo, a lo lejos pudo visualizar varias carpas que le indicaban que iba bien encaminada. Apenas le quedaban cinco minutos para llegar. Estaba nerviosa, aunque no entendía muy bien el por qué. De todas maneras, eso no la frenó, y continuó la senda que la conducía hacia ese sitio, sin parar.

En menos de lo esperado, ahí estaba, frente al portón abierto que separaba la calle del circo. Lo cruzó, temerosa. No sabía quiénes eran empleados y quiénes no, y por ello se quedó pensando acerca de a quién podría preguntar por ese hombre. Miró a su alrededor, y visualizó una taquilla en la que la gente de a pie iba a comprar las entradas. Probablemente ahí podrían darle la información que necesitaba.

Se acercó al puesto, y sin pensarlo dos veces, se dispuso a formular su duda. -Perdone, ¿sabe dónde se encuentra el mago?- Esperaba no haber metido la pata, y que esa persona supiese de lo que le estaba hablando. Sino, quedaría como una loca. ¿Qué le depararía el día de hoy? Estaba ansiosa por saberlo.

Tragafuegos, malabaristas, acróbatas, contorsionistas, domadores y por supuesto, el famoso mago del circo gitano, ¿ah que suena bien la combinación? pues entonces ah ver quien me explica por que no estamos comiendo con manteca, las ganancias del circo aunque van bien, no diría yo que sean las mas copiosas o las mas espectaculares, y eso que hemos ofrecido espectáculos de los mas increíbles, entre mis ilusiones y las acrobacias y proezas de mis compañeros, que mas bien hacen palidecer mi trabajo, ni los mas famosos circos de la India o Damasco tienen por que tenernos envidia, y sin embargo, el jornal rara vez alcanza para que algo nos sobre para ahorrar, aunque nos da para comer en condiciones eso si, animales incluidos... sin embargo, no pierdo la sonrisa de la cara, dentro de poco tendremos algo con que sostenernos, eso lo se yo, salgo de mi caravana y veo a la gente trabajar dándole una manzana al viejo buttercup, el caballo pinto que jala de mi caravana cuando he de moverme, aun recuerdo como le obtuve, fue mi primera vez viajando después de salir de Japón, estaba pensando en como llevarme al nuevo mundo todas las cosas que el Daimyo me había dado cuando deje sus tierras para buscar a los asesinos de mi padre, entonces llegue a la colonia holandesa y en ella me encontré con un par de piratas ingleses que eran perseguidos por los restos de la inquisición española, ¿la razón? les habían robado un cofre que contenía 500 arrobas de plata y las repartían entre los pobres del puerto, para ser piratas aun se preocupaban por el hombre común, cuando les ayude a deshacerse de los inquisidores, no solo averigüe de los viajes de Vivar por el nuevo mundo, si no que logre que el capitán, un tal Francisco o Fernando... algo asi de apellido Drake, me dejara quedarme con 20 de esas arrobas, si no que me regaló a Buttercup, según el, era parte de el botin de la plantación de un tal Bonnette, y ahora era mio.

Cuando llegue al nuevo mundo junto con buttercup, me conseguí una caravana propia con esas 20 arrobas de plata y me la pasé un buen tiempo ahorrando lo que le quitaba a la inquisición y preparándola con mil cajones secretos para mis mil y un regalos del Daimyo, entre ellos mi katana, y claro, el viejo Buttercup se quedó conmigo con sus pintas blancas y marones y sus crines del color de la crema, pensando en mi pasado, recuerdo lo feliz que era con mis padres y mira tu por donde, me encuentro recordando a aquella chavala que conocí hace unos días salvándola de la Logia por su hijo que era un poderoso mago, y al parecer, esos bastardos para algo que quería, como Sombra de las Taifas le había dicho que viniera a verme, y además le había dado una de las plumas rojas que adornaban mi katana como código secreto para que me la diera, asi fingiría que el hombre tras la mascara era un conocido y no yo mismo, pero ah pesar de todo, y de que sin duda no tiene mucho donde quedarse ni con que comer, no ha venido a verme, ¿quizás es que la he asustado? no me extrañaría, después de todo en su situación... pobrecilla, abusada y luego abandonada a su suerte en cinta en un mundo como este... los humanos sin duda pueden llegar a ser los peores mosntruos de entre todos los que hay... en eso pienso cuando paso cerca del puesto de boletos y escucho una voz que no olvidare nunca, la de ella, si es que pensando en el diablo... pero bueno, con una disimulada sonrisa me acerco y sonrio a la chica, quien a luz del dia se me figura mas guapa, aunque claro, es difícil verlo debajo de tanto polvo en su cara -Ese sería yo, señorita, ¿nos conocemos de algo? en que puede un humilde ilusionista servirle?- digo con tono amable, pero fingido, como que no la conozco, para mantener mi identidad a salvo.

A la persona que había dentro de la taquilla no le dio tiempo a contestar, ya que quien respondió a su pregunta de manera inmediata fue el propio “mago”. Sorprendida por escuchar una voz ajena detrás de ella, se giró para ponerle cara a ese misterioso hombre. Ahí estaba, al fin lo había encontrado, o más bien, él la había encontrado a ella. Era un joven con el pelo en media melena, delgado, y con ojos claros. No se lo esperaba para nada así. Se había hecho una imagen mental de un señor rozando su vejez, y para nada tenía que ver con la realidad. Por ello, antes de hablar, se rió, avergonzada consigo misma por haberse permitido juzgar a alguien sólo por su apodo.

-Buenas, encantada. Yo soy Aurora Rose, mucho gusto.- Hizo una reverencia como mejor pudo con sus bebés en brazos, y sonrió, fijando su mirada en él. -Verá, he venido hasta aquí por ésto.- Cuidadosamente sacó de uno de los bolsillos del vestido la pluma roja que Sombra de las Taifas le había dado aquella noche helada, y se la enseñó, ocultándola tras la capa para que nadie más que él la viese. No estaba segura de si la podía mostrar tan alegremente, y por ello había tomado esa clase de precauciones.

Cerró el abrigo sin quitarle la vista de encima, y añadió. -Realmente no sé por qué me han enviado aquí, pero confío en quien lo hizo. Espero que usted sepa el motivo, o que por lo menos conozca de parte de quién vengo.- Su cara se puso roja en menos de nada, sólo de pensar en la posibilidad de que el contrario no supiese de lo que estaba hablando.

A continuación prestó atención a sus hijos. Los dos se intentaban acurrucar entre sus pechos, intentando quitar el espacio al otro. La muchacha sonrió con dulzura, embobada ante tal escena. Para que ninguno saliese ganando, los colocó de nuevo poniendo empeño en que cada uno tuviese su propio hueco sobre ella. Era de complexión pequeña y delgada, así que no tenía suficiente superficie como para que estuviesen totalmente cómodos, pero dentro de lo que su cuerpo daba de sí, hacía lo máximo que podía como para que se sintiesen a gusto.

El ser madre la había cogido de sorpresa. Si no hubiese ocurrido la desgracia que la forzó a ello hace diez meses, probablemente ni siquiera se plantearía tener descendencia. Era algo que nunca le había llamado la atención, y que ahora la hacía la mujer más feliz del mundo a ratos, y a otros la más desdichada. Su mayor preocupación era dar la talla. No tenía ese instinto maternal por naturaleza que muchas otras sí, y por ello sentía que no sería capaz de cuidar adecuadamente a sus pequeños. Negó con la cabeza para dejar de sumirse en sus pensamientos y vivir el presente, y atendió al chico, esperando impaciente su contestación.

Para despistar un poco pongo cara de sorpresa ante la pluma roja, aunque por dentro me rio un poco de mi mismo "Debiste ayudarla sin mas, Rodrigo" me digo ah mi mismo mientras con fingida preocupación miro a los lados y llevo a la chica dentro del campamento apresurado, con una perfectamente creíble cara de preocupación, escucho un comentario mordaz de Asís, el boletero, que no escucho del todo, pero identifico una referencia ah "¿otra pollita para el gallinero, Rodrigo?" cosa que me molesta pues no es como si cada chica que llega al campamento buscándome tenga algo que ver conmigo... no siempre vamos, que si soy un canalla pero tampoco tanto como para que llegue a eso con una madre soltera que además ah pasado por tanto, con lo cual, al pasar al lado de un enorme montón de boñigas de los animales, tomo una de buen tamaño con una pala, y con un lanzamiento certero, le estrello el apestoso material en pleno centro de la nuca al muy desconsiderado, quien de inmediato empieza a soltar improperios mientras yo rio un poco -bueno, eso ayudó a bajar la tensión ¿he?- digo en plan de broma mientras hecho a un lado la pala, asegurándome de no haberme llenado las manos de excremento animal, tras comprobar que no es de esa manera, sonrío y finjo luego seriedad, colocándome frente a la chica, mirándola a los ojos, para que entienda que se mete en problemas de los cuales, el venir aquí puede ayudarle, pero no sacarla del todo, luego, entre mis manos esta la pluma de ella, ¿como? digamos que las funciones no son mi única forma de subsistir.

Esto te lo ha dado Sombra de las Taifas...- digo en un susurro apenas audible mientras la miro serio a los ojos -Y significa que eres mi amiga, tanto como suya, y que de alguna forma, te has visto implicada en algo enormemente importante... dime ¿Aurora verdad? ¿tienes conocimientos algunos de la situación de nuestro país natal?- todo aquello lo digo en un perfecto español, mi lengua madre, para que me entienda y sepa que ambos somos de confianza el uno con el otro, la ultima vez que la ví, mi explicación no pareció aclararle nada, asi que esta vez me esmerare un poco mas en que comprenda el tremendo lio en que se ve metida por la situación en que está, pues es de vital importancia que, si la Logia esta detrás de ella, entiende el por que de que deba no solo ocultarse, si no evitar por todos los medios que la capturen a ella o a sus niños, tendre que darle alojamiento sin duda, tenerla aquí en el campamento quizás lleve a malos entendidos... sin mencionar que tengo varias amigas parisinas que querrán saber por que vivo ahora con una chica... pero creo que me las arreglare.

Por la cara del desconocido, parecía que sí que sabía a quién pertenecía esa pluma. Se alegraba de ello, así no quedaría como una loca ante sus ojos. A pesar de ser pobre y de apenas tener buena imagen pública, no quería rebajarla todavía más. Intentaba mantener intacta la poca reputación que le quedaba. Al fin y al cabo, sus hijos vivirían de una manera o de otra dependiendo en gran parte de ésta.

Obedeció al joven, moviéndose rápidamente hacia donde le indicaba. Desde allí pudo ver la graciosa pelea entre él y el empleado que trabajaba como vendedor de boletos. Se respiraba buen ambiente, y eso le inspiraba confianza. Rió por lo bajo mientras contemplaba la escena, aunque por respeto enseguida cesó sus carcajadas al ver que el hombre regresaba a junto de ella.

Una cara de sorpresa se dibujó en su rostro, como si de una niña pequeña se tratase, en cuanto se dio cuenta de que el objeto clave ya no estaba en su capa, sino en las manos del contrario. ¿Cuándo se lo había quitado? Ni siquiera se había enterado. ¿Magia, o robo? En ese caso no sabía responder con claridad. La línea que dividía esas dos posibilidades era muy fina.

Definitivamente, el varón conocía al enmascarado que la había rescatado el otro día. Lo había dejado claro al mencionar su nombre. Además, era probable que se hubiesen visto alguna que otra vez en persona, ya que los dos hablaban español, y cabía la posibilidad de que se hubiesen buscado para seguir en contacto con gente hispanohablante. Al fin y al cabo, la comunidad española en Francia tampoco era tan grande, o al menos que ella supiese.

Para ser sincera, necesitaba más de una explicación acerca de todo lo que estaba ocurriendo últimamente. No comprendía aun muchas cuestiones que creía importantes, y por ello se sentía bastante inútil e indefensa. -No tengo ni idea de la actualidad de nuestro país natal, no. Hace años que vivo en París y como no conozco a nadie de mi tierra, esa clase de información no llega a mis oídos.- Acunó a sus bebés sobre sus brazos mientras respondió en un español algo torpe, por no haberlo practicado durante toda su estancia en Francia.

¿Qué le respondería el varón? Estaba ansiosa por saberlo, para así no seguir viviendo en la ignorancia.

Suspiro fingiendo abatimiento y la guío hasta mi caravana, mi carro de gitano pintado de rojo y purpura apagados resalta entre el campamento, afuera de este se encuentra pastando Buttercup mi fiel colega y compañero relincha al ver a una extraña conmigo con la que no me estoy liando... ejem... bueno ¿que? ya os he dicho que soy un canalla, Buttercup se acerca a la extraña, cosa que nunca hace y se pone a olfatearla a ella y a los bebes con su enorme belfo, sonrío y le acaricio el cuello para alejarlo Buttercup, viejo caballo sinvergüenza, ¿Qué modales son esos he? ya te he dicho que no molestes a los invitados- digo rascándole tras las orejas y dándole un terrón de azúcar en la boca, el bufa y pifa y sacude la cabeza mientras sonrío, luego de eso, subo las pequeñas escaleras de la caravana y abro la puerta indicándole que puede pasar, el interior de una caravana de gitano es mas espacioso de lo que la gente piensa, lo suficiente como para que quepan dos personas, dos taburetes y una pequeña mesa, además de varias hierbas y sales las primeras colgando del techo y las segundas en una repisa en la pared a la derecha de la puerta, bajo la cual se haya también una serie de vasijas y tubos de vidrio que uso para preparar mis bombas de humo para el circo y para sombra de las taifas, una cama baja se encuentra bajo la ventana izquierda y un baúl viejo bajo la derecha -anda pasa, tenemos muchas cosas que discutir- digho invitándola a entrar en mi hogar móvil.

Mientras entramos, pongo la tetera con una infusión especial que me habían enseñado en Japón, hecha de diversas hierbas distintas que servía para calmar los nervios y revitalizar el espíritu, acomodo los taburetes uno de cada lado de la mesilla y le indico que puede sentarse -Te apetece un té?- digo mientras me aseguro de colocar dos tazas en la mesilla y la tetera metálica en el fuego de mi estufa de leña, la cual no compre si no que rescate de un tiradero y repare bien, ahora esta como nueva, hay que ver todo lo que la gente desperdicia en estos días, pero como dicen, la basura de un hombre es el tesoro del otro, cuando esta listo, sirvo las dos tazas y le tiendo una, indicándole que puede dejar con confianza a los pequeños en mi cama, la cual aunque algo vieja es bastante cómoda, hecha a mano con brezo y paja, y unas sabanas remendadas, a lo pobre, pero aquí tiene de todo uno, discretamente miro al compartimiento secreto del muro tras ella, donde guardo mi traje de sombra de las taifas y mi Katana, y constato que esta bien cerrado y oculto, tras respirar tranquilo, y beber un sorbo de té, paso a lo importante -Vale muy bien, como te decía, nuestro hogar tiene problemas, me imagino que sabes quienes son la disnastia de los Austria ya que llevan reinando nuestro país desde hace bastante, ¿no es asi?-

Aurora miró la caravana con curiosidad. Resaltaba ante el resto, y por lo tanto, parecía como si perteneciese a una persona extravagante o que se quería hacer de notar. ¿Lo sería? Con el paso del día lo iría descubriendo.

Una sonrisa se dibujó en su rostro en cuanto vio al caballo del mago. Le encantaban los animales, aunque se conformó con verlo. Le habría gustado acariciarlo, pero no era lo más indicado teniendo a dos pequeños encima. Una pena, aunque si en algún momento lograba desprenderse de ellos durante unos instantes, volvería a junto del precioso mamífero y lo trataría como era debido, si el moreno le dejaba.

Entró en el hogar del hombre, con cuidado. No quería que su torpeza hiciese algún estrago en éste, ya que no sería la primera vez que ocurría algo de esa índole. Observó los muebles y la decoración de arriba a abajo, sin cortarse un pelo. Para ser un lugar relativamente poco espacioso, estaba muy bien aprovechado, y se notaba que ahí dentro se podía hacer vida perfectamente. ¿Para que querer lujos, si se pueden encontrar sitios tan logrados como éste, por mucho menos?

Poco después, se sentó en uno de los taburetes situados al lado de la mesilla, acomodándose junto a sus bebés. -Sí, por favor.- Respondió, ante la pregunta del contrario acerca de si le apetecía un té. Hacía mucho que no tomaba uno, así que si la invitaba, ¿por qué no iba a permitirse un capricho?  

En menos de lo esperado, la bebida estaba lista y servida en dos tazas, una para cada uno. Tenía un olor maravilloso, y por ello cerró los ojos, para así concentrarse sólo en la fragancia que ésta desprendía. Qué placer más simple pero a la vez tan necesario, el de abstraerse durante unos segundos de los problemas y de lo que a uno le rodea.

Entonces, agradecida por la ofrenda del chico, que le sugería que dejase a sus hijos descansar sobre su cama, se levantó y luego se acercó al colchón, donde los posó con delicadeza, y a continuación los tapó con las sábanas que cubrían éste. Tuvo suerte. No se habían despertado a pesar de los movimientos que acababa de hacer, y esperaba que siguiesen dormidos durante un buen rato. De esa manera, no los interrumpirían en medio de su conversación.

Volvió de nuevo al asiento, y escuchó con atención lo que él le tenía que decir, para acto seguido contestar a su duda. -Sí, claro que conozco a los Austria. ¿Ha ocurrido algo respecto a ellos o su reinado?- Cogió el vaso y bebió de éste, degustando así el intenso sabor del líquido que se encontraba en su interior. Miró al joven a los ojos, expectante. Necesitaba respuestas.

Doy un lento sorbo de té antes de responderle, dejando que la infusión me cruze por la garganta, este sabor y esta calidez me recuerdan a mis días en la cohorte del Daimyo, poco a poco el calor de la bebida me recorre desde la punta de la nariz hasta la del dedo gordo del pie, era una sensación deliciosa ese cosquilleo, las hojas del te tienen ese efecto, pues abren los canales de energía de quien bebe la infusión y calman la mente, poco a poco, me siento rejuvenecido cuando el liquido termina de bajar por mi garganta, espero que ella notara la misma sensación, pues eso le ayudara a asimilar todo lo que voy a decirle, la verdad, es algo bastante complejo, y al final, creo que lo que voy a decir podría hacerla creerme un loco si no le explico bien, además, por ahora y hasta que ella lo descubra, es mejor dejar de lado la existencia de vampiros, hombres lobo y otros cambiantes, pues al final, son cosas que si no se ven, no se creen. La miro a los ojos, y luego suspiro mientras empiezo la explicación -Me imagino que también conoces al "Santo Oficio" de la inquisición, esos hombres de la iglesia cristiana que persiguen a mi gente por considerarlos paganos y herejes, ah algunos por creerlos brujos y nigromantes y que torturan para sacar verdades inventadas según sus deseos- digo mientras entrelazo los dedos de mis manos entre si y los pongo a la altura de mi boca -Estoy seguro que los conoces pues, en casi todas las ciudades de europa, hay un grupo así, pues bien, en nuestro país, hace poco que los monarcas Austria han ordenado la disolución de tan cruel y medieval organización- dejo que mis palabras hagan efecto en ella esperando un poco.

-Por desgracia, no fue el fin de los inquisidores- continuo tras dar un sorbo mas al té, -Por el contrario, solo logro enojarlos, los inquisidores que quedaron se unieron bajo el mando de un hombre cruel y mezquino llamado Alonso de Vivar, y de sus secuases. Este grupo formó una organización secreta dedicada a derrocar a los Austria y asumir el control de nuestro país, se hacen llamar "La Logia Carmesí"- digo mientras la miro con seriedad -Este grupo comete actos de lo mas viles para financiar y llevar a cabo sus fines, llendo desde el trafico e esclavos hasta prostituir niñas y niños, todo con el fin de conseguir oro, apoyos y armas para sus hombres y extender su influencia en España, nuestro amigo en común- en este punto le muestro de nuevo la pluma roja -Ha peleado con ellos desde hace mucho tiempo, en Valencia, en Castilla y en Toledo, donde yo nací- espero que eso ultimo explique por que "conozco" ah sombra de las taifas -El te ha enviado a mi con una capa perteneciente a estos hombres, asi que sin duda te ha salvado de ellos, y creo saber por que- en este punto, miro a los dos bebes durmiendo en mi cama, hago un gesto mistico frente a mis ojos y me froto la barbilla, desde luego no necesito aquel gesto para ver las auras, pero sabiendo ella que me llaman "el mago" creo que añade un toque que lo hará mas creíble cuando le explique: -El pequeño- digo mientras termino mi taza de té -Su aura es muy intensa y enorme, guarda un enorme poder, muy sobresaliente, me temo que me llaman "el mago" pero salvo mi habilidad para la adivinación y para ver las auras, no tengo grandes poderes, sin embargo, tu hijo pose una capacidad inmensa- digo mientras sonrio -En un futuro se podría convertir en un poderoso hechicero... y es por eso que lo busca la Logia, los inquisidores solian usar a magos y brujas que no mataban como perros de ataque, sin duda eso es lo que quieren de tu pequeño, criarlo como un arma para un día, usarlo contra los monarcas de nuestro país natal- espero no asustarla demasiado, y que entienda de lo que la he salvado.

Desde que Aurora dio un primer sorbo al té, no pudo parar de beberlo una y otra vez hasta que lo terminó, justo antes de que el chico comenzase a hablar. La bebida la calentaba por dentro, y eso era lo que necesitaba. El invierno había pegado fuerte este año, así que agradecía la calidez y tranquilidad que le transmitía ese líquido.

Al conocer lo que había ocurrido en su país natal durante todos estos años en los que no había tenido noticias acerca de éste, se quedó aliviada, aunque por poco tiempo. El que los Austria hubiesen decidido disolver la Inquisición había sido una elección bastante acertada a su parecer, pues la gente vivía con miedo a causa de su existencia. Lo que la devolvió a la realidad fue el siguiente comentario del contrario. A pesar de que lo oficial era lo anteriormente mencionado, la verdad distaba de ello. Ese grupo se había unido de nuevo bajo el mando de un hombre que quería dominar España.

Mucha información para ella en tan pocos segundos. No sabía cómo digerirla, y por ello apoyó la cabeza sobre su mano derecha, algo desorientada. ¿Cómo habían podido cambiar tantas cosas desde su llegada a París? Era increíble. Ahora existía una organización criminal todavía más peligrosa que la anterior, lo que ponía a la península en situación de alerta. En parte, agradeció el ya no tener familia española, ya que probablemente sufrirían ese desastre en sus propias carnes, y a saber las consecuencias que éste acarrearía sobre ellos.

Entonces, Sombra de las Taifas apareció en la conversación. Era un héroe que luchaba contra la llamada Logia Carmesí, y por lo tanto, el día que la había salvado, la había librado de ellos. La cuestión era, ¿por qué iban tras ella? No pasó mucho tiempo hasta que supo la respuesta, ya que el mago se la mencionó sin que ella tuviese que preguntar nada. -Mi hijo… ¿Está diciendo que mi hijo es un hechicero…?- Dijo en un susurro, temerosa ante la información que le acababa de dar. Lo creía, y no iba a evitar la verdad.

Conocía la existencia de diferentes seres sobrenaturales, pero… ¿Humanos con poderes? ¿Eso existía realmente? Nunca se había encontrado con uno, o al menos que ella supiese, y por ello y porque pensaba que la magia se basaba en engaños, no entendía muy bien la afirmación del contrario. Sabía que su pequeño era especial, tenía algo diferente, pero, ¿cómo podía albergar magia en su interior si ella era una simple mundana? Probablemente él la habría heredado de su padre, sería lo más lógico, aunque a la vez triste. Si uno de los que habían abusado de ella había sido alguien con poderes, eso significaba que usaba éstos para ese tipo de actos. Pensar en ello le repudiaba, era despreciable. ¿Por qué alguien se molestaría en malgastar lo que lo hace diferente para hacer el mal si lo puede utilizar para hacer un mundo mejor?

Su pulso se aceleró, y su respiración comenzó a agitarse a pesar de haber estado intentando no perder los nervios desde que le habían dado la noticia. Miles de dudas atacaron su mente. ¿Estaría a la altura para ser la madre de su bebé, sin tener conocimiento alguno de hechicería? ¿Cómo lo salvaría de las garras de La Logia Carmesí? ¿Cómo era posible que una criatura manifestase tal poder desde su nacimiento, y qué era lo que eso significaba? Y lo peor, ¿su niña saldría perjudicada por estar metida indirectamente en todo esto? Al fin y al cabo, ver que su hermano mellizo crece con ciertas habilidades y ella no, debe de ser bastante doloroso, y podía desembocar en que en un futuro se sintiese desplazada.

-¿Usted sabe lo que puedo hacer para criar a mis pequeños? Creo que no soy la madre adecuada para ellos... O al menos no para él...- Dijo, señalando la cama en donde todavía se encontraban dormidos. ¿Cómo iba a continuar a partir de ahora?

Cuando escucho su afirmación sobre los dos bebes, y de que al menos para el no es la madre adecuada, la sorpresa es tal para mí que el té baja por el canal que no debería y me hace toser, ¿en que está pensando? supongo que ah otros les parecerá correcto su pensamiento, pero para alguien que creció sin madre aunque con un padre que ciertamente fue el adecuado, la idea de ver a ese pequeño en esa situación sin duda me parece aberrante, antinatural y llana y simplemente incorrecta, me levanto mirándola intensamente a los ojos un segundo, luego me calmo, me siento junto a los pequeños y sonrió cuando, al acariciarle la cabeza al varón, una de sus manitas sujeta mi dedo y lo aprieta -en Toledo vivía un niño gitano- digo sin mirarla y con una voz que, aunque intento controlarla, suena quebrada, apagada y triste, mas sombría incluso de lo que pude haberla fingido -Era hijo de un inquisidor que abandonó la orden y se convirtió en un hombre de bien, y de una gitana de ojos claros llamada Jovanka, ambos se amaban con locura y amaban a su niño, el viajo con ellos por muchas tierras aprendiendo a pelear y ah ver el mundo a su alrededor, pero cuando llegaron a Damasco...- la voz se me quiebra del todo y el dolor aflora al recordar todo lo que sucedió, aprieto los ojos y labios y controlo esa tristeza y dolor que podrían hundirme si los dejo como solía decirme sensei Katsumoto, respiro hondo dos... tres... cuatro veces y luego vuelvo a mirarla ya mas centrado.

-Fue un agente de la logia- digo mirándola serio -Apareció de la nada, disfrazado con ropas arabes, de entre sus ropajes sacó una daga de esgrima y se abalanzó contra el niño y sus padres, el hombre lucho con fiereza y valor, pero el asesino logro darle una puñalada a la gitana, la daga estaba envenenada, y ese niño se vió obligado a ver como su madre moria delante, creció sin ella, sin escuchar nunca mas sus canciones, sin sentir sus dulces manos en el rostro, sin quien le arropara por la noche, y aunque su padre le amaba, no pudo sustituir nunca a su madre... nadie puede- termino la historia, me pongo a su altura y mirándola fijamente a los ojos, a centímetros de su rostro, le digo muy serio -Jamás, jamás vuelvas a decir algo como eso, quizás no seas maga, pero eres la mejor madre que tiene- luego, empiezo a arreglar el interior de la caravana -Será difícil, pero puedes quedarte aquí, no pienso cobrarte el alojamiento y tu y tus niños pueden utilizar la cama, este lugar ya una vez albergo a una mujer su hijo y su marido, albergarme a mi y a tres huéspedes no debería ser problema si me pongo a ello- digo con voz mas calmada y relajada, intentando que no crea que la estor regañando o que mis intenciones son otras, después de todo, en chicas que han pasado por lo mismo que ella ese es un temor común -este campamento y este circo son sitios perfectos para los que huyen, y para los que se esconden, encontraras en esta caravana tu mas seguro refugio, y en este circo tu mas cálido hogar.

Aurora se sobresaltó en cuanto escuchó al mago atragantarse y en respuesta a ello, toser sin parar durante un buen rato. Estuvo a punto de levantarse para intentar ayudarle, pero no fue necesario, ya que segundos más adelante logró resolver la situación por su propio pie. En cuanto se recuperó, se acercó a ella con una mirada tan intensa, que la joven se sobrecogió. Sabía lo que le había querido decir con sus ojos. Seguramente lo que ella había mencionado anteriormente acerca de su hijo, le había chocado o enrabiado.

Sin darse cuenta, mientras el hombre se sentaba al lado de sus bebés, la morena entrelazó los dedos de sus manos y apretó con fuerza sus puños. Lo que el contrario le había transmitido le había removido por dentro, y por ello, unas lágrimas amenazaron con salir de entre sus ojos. No quería montar un número delante de él, así que las contuvo como mejor pudo, mordiéndose el interior de las mejillas para aguantar mejor.

Entonces, la voz del varón resonó en toda la caravana. Comenzó a relatar una historia, pero no una cualquiera, sino la suya. La última parte era tan parecida a la de la muchacha, que no pudo evitar recordar ese turbio momento en el cual los vampiros que habían prometido a su familia una vida mejor en París, mataron a sangre fría a su padre, delante de sus propios ojos. Gracias a su perspicacia, ella logró escapar de entre sus garras, pero su madre no había tenido la misma suerte. Desde aquel instante, no supo nada más acerca de ella. ¿También la habrían asesinado, o en cambio la habrían obligado a trabajar para ellos? Nunca lo supo, y probablemente nunca lo llegaría a saber.

Al adentrarse en su pasado, dejó que sus temores aflorasen de nuevo, y por ello, en cuanto el chico volvió a acercarse a su cuerpo, permitió que sus lágrimas saliesen por fin de entre sus párpados y resbalasen por sus mejillas. -Estoy asustada… Esto me viene muy grande, y no sé cómo afrontarlo. No soy lo suficientemente fuerte como para criar a mis niños y salvarlos de todos los peligros que les vengan encima. Tengo… Tengo miedo...- Dijo, con la voz entrecortada a causa del llanto, e inmediatamente comenzó a temblar, sólo de pensar en la posibilidad de que sus pequeños saliesen malheridos de alguna situación complicada.

Aurora se secó las lágrimas al escuchar la oferta del varón. ¿Debería de confiar en él? Todos los errores que había cometido en vida habían sido causados por el exceso de inocencia. Creía en cualquiera, y eso era lo que le había traído problemas. A pesar de éso, siempre intentaba tirar por donde su intuición la llevaba, y ésta decía que en ese circo estaría bien. -¿Me lo dice en serio? Si es así, muchas gracias… Yo… Bueno, hace muy poco he encontrado un trabajo y de vez en cuando me alojo en la casa de mi ama, pero si no le importa que me quede aquí a veces, se lo agradecería un montón… Aunque no quiero ser una molestia, eso nunca.-

Eres de mi país, Sombra de las taifas te ha rescatado y te ha enviado ah mi, y además tienes un pequeño con un don muy especial, sería una incesantes por mi parte pretender que te fueras sola por allí- digo como respuesta a su pregunta de si no será una moelstia -Desde luego no esperaba que aceptaras vivir con un hombre soltero todo el tiempo, y no creo que tengas problemas con ello, solo cuídate de los ricos... si algo he aprendido en esta vida es ah no tenerle confianza ah nadie con mas dinero que yo- digo medio en bromas medio con segundas, después de todo ¿no son los ricos y poderosos los que crearon la inquisiscion y ahora quieren dominar España? ¿no son los ricos y poderosos los que compran a niños y niñas como esclavos por que su piel es de otro color? esos bastardos y el poco valor que nos dan a los de abajo es lo que ha causado que el mundo este como este, sin embargo, no me pondré en esos temas de inmediato, observo que entre mis cosas hay algo que no me delata demasiado, un cuchillo, un cuchillo que tome del abuelo la noche en que se llevaron a Katrina y a los demás niños, logramos rescatar a varios pero aun no ah Katrina, ese cuchillo representa mi promesa de devolverla con vida a Danika, su madre, sin embargo, ahora hay alguien que lo necesita mas que yo, así que me dirijo a ella y se lo tiendo por el mango: -una muestra de lo que digo, llévalo contigo todo el tiempo- digo mientras sonrio, quizás sea un curioso regalo darle un arma a una mujer, pero en mi experiencia, no hay mejor regalo, mas para una chica bonita.

Entonces recuerdo sus palabras, recuerdo lo que vi en sus ojos hace solo un momento pensando en como protegería a sus niños, y me sonrió: ya se que me dará de alquiler -Aunque no vaya a cobrarte el alquiler, no significa que te quedaras gratis, considerare que 3 sesiones de entrenamiento conmigo cada mes son mi paga- digo sonriéndole algo pícaramente -Si lo que quieres es aprender a mantener a salvo a tus niños, te puedo enseñar como, no saldrás de aquí hecha una soldado de la armada invencible claro está, pero tendrás una oportunidad contra la gente de allá afuera- no soy tan tonto para enseñarle a alguien que no sabe nada de mi identidad sobre las técnicas de lucha de las cohortes de Japón, pero tampoco puedo dejarla completamente indefensa cuando, inevitablemente, tenga que salir de mi campo visual, después de todo habrá noches en que yo deba salir y dejarla sola puesto que mis deberes como sombra de las taifas me lo exigirán, en esos casos es poco oh nada lo que mi fuerza podrá hacer, y ella debe estar lista por si misma cuando la Logia venga por sus niños, y lo harán, oh si claro que lo harán, ese tipo de escoria nunca se rinde, nunca desiste y nunca deberá de bajar la guardia, pero eso es algo que ella no sabe y que yo no voy a decirle, la examino de los pies a la cabeza y noto que esta algo delgada, ¿quizás desnutrición? no señor, eso no puede ser, es una madre que aun amamanta a sus pequeños, es necesario que se nutra bien -Dime algo Aurora, ¿hace cuanto que no comes carne?

Aurora esbozó una ligera sonrisa y se tranquilizó en cuanto el contrario le confirmó que no le molestaba que se quedase con él de vez en cuando. Lo que menos quería era que tuviese que estar pendiente de ellos, y que a causa de ésto no pudiese realizar su vida con normalidad. Después de haber escuchado sus palabras alzó la mirada para observar cómo el mago cogía un arma y se la tendía por el mango. Ella, algo desconcertada, la agarró y la miró con curiosidad. Era un cuchillo, aunque, ¿para qué lo quería, si no sabía usarlo de manera adecuada? O más bien, quizás supiese utilizarlo, pero por miedo no lograría apuntar a nadie con éste. No era alguien firme por lo general, así que si intentaba atacar con éso, probablemente la tomarían a broma y al final saldría perdiendo.

Entonces, se le presentó la oportunidad que tanto llevaba esperando. No se lo podía creer. El pago que le tendría que dar por el alojamiento sería aprender defensa propia con su compatriota unas cuantas veces al mes. El beneficio en ese caso sería íntegro para ella. Parecía que todo había coincidido para que ocurriese lo que necesitaba. -Me parece una idea perfecta. Si eso es lo que desea, créame que se lo daré. Muchísimas gracias, de verdad.-

¿Qué ganaba el hombre con todo eso? Realmente no entendía por qué le ofrecía tanto por tan poco, o más bien por nada. Sabía que la gente altruista existía, pero era difícil creerlo; al fin y al cabo, la mayoría mira antes por sí mismo, algo totalmente comprensible. ¿Tendría segundas intenciones que todavía no había descubierto? Esperaba que no, pero no descartaría la posibilidad; si lo hiciese, estaría siendo negligente.

Ante la pregunta del varón, la joven se llevó la mano al cuello y mientras pensaba la respuesta, se rascó la nuca, sin saber muy bien qué contestar. -Pues… Si he de ser sincera, no estoy muy segura. Creo que hace bastante que no tomo carne.- Le daba vergüenza reconocerlo, ya que de esa manera estaba dejando al descubierto su situación de pobreza extrema, pero tampoco quería fingir. Sabía que si basaba su realidad en mentiras, no llegaría a ninguna parte.

Observó a sus pequeños desde la silla en la que se encontraba, y suspiró aliviada al notar cómo dormían plácidamente sobre la cama. Los quería más que a nada en el mundo, y se alegraba de que pudiesen descansar por fin en un lugar cómodo. Se lo merecían. Habían sufrido demasiado en su tan corta vida, y por lo que podía intuir, probablemente el futuro no les depararía nada bueno. Ojalá estuviese equivocada.

No no y no, eso no podía ser, una madre primeriza necesita comer bien -aaaah no, de eso nada, tu y yo vamos a tener una charla sobre eso y no quiero escuchar excusas, mientras yo pueda hacerlo, voy a conseguir carne para ambos, ¿oyes? necesitas alimentarte bien si vas a amamantar a esos dos pequeños- digo mientras me levanto y abro mi despensa, sacando el ultimo conejo que les quite a los inquisidores que robaban a un carnicero hace unos días, bueno, supongo que adiós a la idea de zampármelo asado yo solo, empiezo a utilizar la estufa y un caso lleno de agua para cocinar, algo de sal y unas verduras después, será hora de hacer un estofado -Mientras esto esta listo, cuéntame un poco de ti Aurora, ahora que lo pienso, casi no se nada- digo mientras pico una zanahoria en cubos pequeños -También puedes preguntarme cualquier cosa que quieras después de todo, tienes derecho a hacerlo- digo con una sonrisa simpática, entonces noto que cometí un error garrafal, la tablilla justo detrás de ella bajo la cama esta abierta, y es allí donde escondo mi katana, la sangre se me hiela en las venas y aunque no lo dejo notar, me asusto, despacio y sin mucha prisa me acerco a la cama, y me siento al lado de los niños, fingiendo que los admiro, pero en realidad, doy una leve patada al tablón que se reacomoda en su lugar cerrando mi esconduite secreto, al tiempo, atraigo atención acariciando la cabeza del pequeño mago -Sabes? casi había olvidado lo que es tener niños por aquí... hace unos días se llevaron a varios de los nuestros- digo con voz triste recordando todo lo que sucedió.

Al mismo tiempo dirijo mi mirada a los diversos escondites de la caravana en los cuales tengo mis herramientas de oficio y el traje que protege mi identidad ante el mundo, todo esta como debería solo este escondrijo permanecía mal cerrado por fortuna no ha habido tiempo de que ella lo note.

-Pero… De verdad que no hace falta...- Aurora intentaba no aprovecharse más de la situación. El hombre ya había hecho bastante por ella, como para que encima también le proporcionase alimento. Además, la carne era complicada de conseguir, debido a su alto coste, y dudaba que él fuese cazador y de esa forma pudiese obtenerla gratis. De todas maneras, poco podía hacer para frenar al contrario, ya que ya se había puesto a preparar la comida. -Muchísimas gracias de parte de los tres.- Le regaló una sonrisa amplia. Por desgracia, ese gesto y su agradecimiento era lo único que le podía ofrecer.

Se sentía inútil por no ayudar en nada, así que poco después de que él se sentase en la cama, se levantó, y comentó mientras se acercaba al estofado. -¿Necesita algo? Cualquier cosa, sólo dígame. Puedo echarle una mano cocinando si así lo desea, por ejemplo.- Probablemente el mago tenía la situación perfectamente controlada, pero a ella no le parecía bien quedarse de brazos cruzados mientras le daban todo hecho.

Entonces, recordó que el contrario le había sugerido que le revelase cosas acerca de su vida. Pensó durante varios segundos, y en cuanto decidió lo que iba a contar, se apoyó en una de las paredes de la caravana y habló. -Le daré algún dato acerca de mí. Como ya sabe, soy española, y durante toda mi infancia estuve viviendo en el norte de mi país natal. Vine a París junto a mis padres cuando comenzó mi adolescencia, y por fatales circunstancias nos tuvimos que separar, o mejor dicho, nos separaron. Luego, fui adoptada por un hombre que cuidó de mí como si de su hija se tratase, y me instalé con él en su cabaña del bosque. Más tarde me quedé embarazada sin esperarlo, y ése es el pequeño resumen de mi vida. No tiene nada de especial.- Se rascó la nuca, y fijó la mirada en el suelo. Con el paso del tiempo le contaría más cosas acerca de ella, pero por ahora creía que la información que le había dado era suficiente. Cuanto menos hablase de su pasado, más tranquila estaría. No tenía buenos recuerdos acerca de lo que le había ocurrido a partir de su niñez. -Si quiere saber algo más, dígamelo y responderé encantada.-

La naturaleza de la joven era tremendamente curiosa, y por ello no dudó en saciar sus ganas de saber más acerca del hombre. -Si no es mucha indiscreción, ¿cuál es su nombre? Lo conozco como mago, pero imagino que sólo es un mote. Y, ¿cómo ha terminado en un circo? Es un trabajo muy sacrificado, y muy pocas personas estarían dispuestas a sacrificar tanto por su profesión.- Ojalá sus preguntas no hubiesen sido inadecuadas, y no se hubiese metido en donde no la llamaban.

Observó a sus bebés, apenada por lo que el varón le había comentado hace apenas unos minutos. ¿Se habían llevado a varios niños de su campamento? ¿Qué animal haría eso? No comprendía cómo podía existir gente con intenciones tan atroces. -¿No sabe en dónde están, o en qué situación se encuentran? Yo… Imagino que no puedo ayudar en nada respecto al tema, pero si soy útil para cualquier tarea, me gustaría participar. No tolero que traten a los más vulnerables como si fuesen objetos de usar y tirar.- Apretó los puños, furiosa, y cerró los párpados. No soportaba las injusticias. Sólo esperaba que los encontrasen sanos y salvos lo antes posible.

Rio mientras escucho su pregunta sobre el circo y mi nombre, lo cual causa que ambos pequeños se despierten, y por alguna razón, ríen conmigo, estaban algo delgados pero no desnutridos por fortuna, con una nueva risa jugueteo con ellos dejando que con sus manitas aprieten mis meñiques, nunca se me había pasado por la cabeza ser padre, pero viendo a estos dos pequeñuelos me doy cuenta que me gustaría mucho, mientras pienso en ello la miro a ella y sonrío: -En primer lugar preciosa, deja de llamarme "usted" el señor era mi padre, yo solo soy Rodrigo, Rodrigo de León- digo dedicándole una reverencia y haciendo aparecer un par de palomas blancas en mis manos a lo que los pequeños ríen, y dejo a una en el hombro izquierdo de aurora, dejando a la otra volar a una percha colgada fuera de mi ventana luego sonrió encantador y termino poniendo las hierbas de olor en el estofado de conejo, llenando la caravana de un rico aroma - en cuanto al circo, ¿ah donde mas podría ir?- le señalo entonces la ventana con la punta de la pequeña navaja que hace solo unos días use para atravesar el cuello de un licántropo y ahora esta picando verduras frescas -Ellos son mi gente, mis hermanos, esta caravana era de mi padre y madre, todo lo que se es sobre esta vida, el espectáculo, la ilusión las risas y diversión... ¿Qué mejor trabajo hay que ese? además, como bien lo dicen, "Los Gitanos no resisten estar entre murallas", nunca me acostumbraría a vivir en un solo lugar por mucho que pase en el prefiero la compañía de mi gente y de buttercup, un camino largo y el sonido de las ruedas de mi carro al bullicio de la ciudad, cuando tengo hambre, Gaia me da lo que necesito para comer, cuando tengo sueño, duermo en mi caravana, no hay mejor vida que aquella en que no le debes nada a nadie.

Aurora no pudo evitar contagiarse de la risa del contrario, y acto seguido, para su sorpresa, escuchó cómo sus bebés se despertaban y reían junto a ellos. La alegría que recorrió su cuerpo en ese momento fue enorme, ya que no siempre sus pequeños regresaban de entre sus sueños con una sonrisa dibujada en sus rostros. Verlos tan felices le hacía la mujer más dichosa del mundo, y le recordaba que a pesar de todo lo que había tenido que pasar para tenerlos, dar a luz había valido la pena.

-Encantada, Rodrigo. Es un placer.- Asintió con la cabeza, agradeciendo el que le permitiese tratarlo como a un igual. Entonces, dos palomas aparecieron en la caravana por arte de magia, dejándola totalmente boquiabierta. ¿Cómo lo había hecho? -Ya veo que no te llaman mago en vano.- Le sonrió, todavía impresionada, y acarició con delicadeza al pájaro que él había posado sobre su hombro, con cuidado de no asustarlo.

El embriagador aroma de la comida inundaba por completo el lugar, y, por acto reflejo, las tripas de la joven comenzaron a rugir. Apoyó una mano sobre su vientre, avergonzada, y luego se rascó la nuca. -Perdón, mi cuerpo no lo ha podido evitar. Huele demasiado bien.- A decir verdad, nunca se habría imaginado que el hombre al que le había dirigido su salvador la trataría tan bien. Sabía que la ayudaría, o éso al menos le habían dicho, pero no pensaba que le iba a proporcionar comida, alojamiento, y conversación. De hecho, esto último era lo que más agradecía, ya que por lo general nadie se paraba a hablar con ella, y para mantener su mente sana necesitaba relacionarse con gente. Había dado a parar con una buena persona, no le cabía duda.

-Qué bonito debe de ser tener una familia tan grande como la tuya, y moverse con ella a donde haga falta.- Comentó ante la respuesta del varón, con una expresión de nostalgia. Echaba de menos a sus padres y a Kray. No se podía quejar, siempre la habían cuidado con gran mimo y cariño, pero por culpa de ello, ahora notaba demasiado su falta. Aurora quería ofrecer a sus enanos todo el amor que ella misma había recibido a lo largo de su corta trayectoria, pero muchas veces sentía que no estaba a la altura de las figuras que habían sido esenciales en su vida.

-Por cierto, ¿de verdad me ves capacidades para defenderme por mí misma? Quizás es una pregunta absurda, pero me preocupa no tener la fuerza ni la maña suficiente como para desenvolverme bien en el ámbito de la lucha.- Estaba bastante delgada, y se fatigaba con facilidad. Antes de su embarazo se encontraba en plena forma, pero durante esos nueve meses había perdido totalmente el control de su cuerpo, y le preocupaba no estar a la altura para participar en las lecciones que iba a tomar con el joven. Ojalá estuviese equivocada.

Suelto una sonora carcajada cuando escucho su estomago rugiendo por el aroma del estofado de conejo, sin decir mucho mas sirvo dos tazones de buen tamaño de estofado y los coloco sobre la mesa acompañados de una limonada hecha ah mano de forma improvisada, me siento y con una sonrisa le señalo el otro taburete -Anda mujer, siéntate y come que lo necesitas- digo pasándole media hogaza de pan, la otra para mi, mientras la escucho hablar sobre lo agradable que debe ser vivir del circo. -No siempre es todo una cama de rosas si he de ser sincero, es duro cuando no tenemos publico, o cuando el publico apenas puede permitirse pagar la entrada, sin embargo es una buena vida en general, los animales, la libertad y sobretodo el hombro que arriman siempre mis hermanos cuando es necesario, no podría pedir una vida mejor aunque quisiera, hay gente que valora el oro y las joyas mas que otra cosa, pero dime, ¿Quién de ellos puede ver en sus rubies y diamantes las fraguas de Damasco? ¿Cuántas monedas de Oro les costaría poder decir que son amigos de los últimos descendientes de los aztecas? ¿con cuantos collares y anillos podrán encontrar la paz al lado de los maestros y Gurus de la India?- digo sonriendo mientras devoro una hogaza de pan con carne de conejo y mojada en el caldo del guiso, con una sonrisa -La experiencia que he tenido viajando por el mundo ha sido increíble, y jamás la cambiaría ni por un millón de zafiros de un hombre rico, es mi fuerza el recordar todo lo que he aprendido, y ni el mas grande tesoro podría cubrir cada cosa que he aprendido y visto.

Luego escucho sus preguntas y mientras me zampo una cucharada de estofado y la trago, sonrío -Tienes dos manos, dos piernas y cerebro, con eso es mas que suficiente para tener habilidad en la lucha, las historias de héroes todopoderosos que vencen a ordas de enemigos con solo una espada parlante son mitos, eso te lo puedo asegurar, la verdadera lucha necesita mas cabeza que fuerza, y normalmente es el rápido y no el fuerte el que gana- sonrio tras eso y luego la examino con una mirada escrutadora -aunque si que es cierto que estas en algo de mala forma, pero eso es por que debes de amamantar a dos pequeños y encima no has comido bien tu misma, lo que necesitas es recuperarte por completo de tu parto y comer como se debe, luego de eso te será mas fácil encontrar tu fuerza, es mas, ¿sabias que desde tu embarazo viene este problema? tus bebes aun estando dentro de ti necesitaban muchos nutrientes, y los tomaban de lo que tu comias, por supuesto que quedaba poco para ti, sin embargo, solo tenemos que dejarte descanzar un par de días, que comas algo de carne y listo, estarás como nueva- espero que sea tan fácil como lo estoy planteando, desde luego tengo razón en parte, pero no se cual sea la causa de su desnutrición, y desde luego necesita comer lo mejor posible y lo mas variado también o jamás se aliviara, ¿Qué tanto tendré que tomar de los cargamentos que los ricos llevan por los caminos para sus comidas para que ella este bien? por que claro, no voy a robar solo para mí, aurora mi nueva amiga no es ni de lejos la única hambrienta de París.

Al ver la comida servida en los dos tazones y la limonada, los ojos de Aurora se iluminaron, ansiosa por probar lo que le ofrecía su compañero. Se sentó frente a él, y sin poder evitarlo, comenzó a devorar el estofado, aunque sin perder las maneras en ningún momento. Mientras, escuchó el comentario del contrario acerca de su vida en el circo. Asintió con la cabeza, dándole la razón, y se dispuso a hablar. -Yo también creo lo mismo. La felicidad no la da el dinero, sino las pequeñas pero a la vez grandes cosas como el ayudar a los demás, el conocer nuevas culturas y personas, el disfrutar plenamente de la naturaleza, o el descubrirse a uno mismo. Debemos de vivir el día a día con una sonrisa en la cara, y aprovechar todo lo que ésta nos regala. Las cosas siempre pasan por algo, y si en un instante te tropiezas, al poco te volverás a levantar.- Siempre trataba de recordar lo que acababa de mencionar para no derrumbarse, aunque no fuese una tarea fácil. A pesar de que éso era lo que realmente pensaba, muchas veces debía de aplicarse sus propias palabras.

Su estómago comenzaba a llenarse con cada mordisco que daba a los alimentos que contenía el cuenco, y lo agradecía enormemente. En menos de unos minutos, antes de que al hombre le diese tiempo a responder a la pregunta que ella le había formulado anteriormente, terminó el plato y la bebida, y resopló, satisfecha. Sonrió, y posando las manos sobre su vientre, prestó atención a la contestación del varón. -Probablemente sí, mi problema de desnutrición venga desde mi embarazo sobretodo. Antes, por suerte, no me faltaba nada. Siempre he vivido con preocupaciones respecto al dinero, pero hasta ese instante nunca me había quedado días sin probar ni un solo bocado. De todas formas, he de decir que la situación me la busqué yo solita, así que no debo de quejarme.- Ella había sido la que había decidido alejarse del licántropo que la había cuidado desde su llegada a París, para no darle problemas con el nacimiento de sus bebés, ya que sabía que por su culpa, él perdería tanto en honra como en cuestiones monetarias y no quería arrastrarlo a esa miseria. -Me alegra que me digas que puedo llegar a ser eficiente a pesar de mis carencias. Intentaré dar lo máximo de mí para que nadie note mis defectos.- Esperaba lograrlo.

Sin lugar a dudas, el comentario del joven la había tranquilizado, ya que no mentía si decía que hasta entonces no se veía capaz de sacar adelante a su pequeña familia por su propio pie. ¿Quién la iba a tomar en serio con esa cara y ese cuerpecito que tenía? A pesar de haber alcanzado la edad adulta hacia unos años, muchos todavía la seguían confundiendo con una adolescente por sus facciones aniñadas, e intentaban aprovecharse de ella. No podía cambiar su rostro, pero sí la manera de afrontar las situaciones. Si aprendía a defenderse dignamente y escondía su actitud inocente e ingenua con los desconocidos, seguro que nadie más se atrevería a abusar de ella.

Miró de reojo hacia la derecha, donde se encontraba la olla, para tratar de ver si todavía quedaba comida. Estaba demasiado alta, y por ello no logró su cometido, así que muy a su pesar decidió quedarse quieta en la silla, ya que le daba vergüenza pedirle otra ración cuando probablemente ni siquiera se la podría ofrecer. Lo miró a los ojos, y le sonrió, para a continuación hacerle una pregunta. -Dime, ¿tenéis función dentro de poco, o ahora mismo os dejan descansar?-

-Se puede decir que nos dejan descanzar… después de todo acaba de pasar lo que pasó con los niños- afirmo tristemente mientras recoge la mesa y luego sacudo la cabeza y le sonriop amistosamente, -Ahora, tienes que aprender una cosa: En la lucha, no hay nada que se trate de solo fuerza, quienes pelean así son normalmente los que mueren primero, el combatir consiste en mas que dos idiotas dándose de tortas con pedazos de metal afilado... bueno... si esa es la idea básica, pero lograr que un hombre cuerdo sobreviva en esa locura es algo muy distinto, después de todo, si quieres mantenerte en una lucha, en algún momento encontraras a alguien o a algo mas fuerte, debes aprender a buscar el punto fuerte de tu enemigo y vencerlo en el- acto seguido, tomo el cuchillo para frutas que tengo allí y lo giro varias veces en la mano, como si fuera algo sencillo, como si solo fuera un palito cualquiera, sonrio y le hago una simple pregunta: -Veras Aurora, si dejas a alguien sin su fuerza, todo lo demás será sencillo, por ejemplo, si alguien es bueno con sus manos, si usa los puños con habilidad o si empuña hábilmente la espada, rómpele los nudillos, quiébrale los dedos, o luxale la muñeca, si da patadas, corre con velocidad o es muy ágil, rómpele la rodilla, o astíllale la pierna, si te ataca con un cabezazo, golpéale en el medio de la frente con toda tu fuerza, encuentra la fuerza del enemigo y vencelo en su propio terreno, entonces estará indefenso- le explico mientras lanzo el cuchillito contra una manzana al lado de la estufa de leña.

Luego la miro fijamente, y para retarla un poco, le digo -Habiéndote explicado eso: ¿Que tendrías que hacer conmigo para ganar?- cuando me responda eso, ya no necesitara entrenamiento