AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El poder de la sangre [Nadezhda, Aleksandr]
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El poder de la sangre [Nadezhda, Aleksandr]
Eris despertó en su habitación de hotel cuando los últimos agonizantes rayos de luz solar acariciaban el horizonte. La tupidas cortinas que ella misma había mandado instalar la protegían de ellos, porque débiles o no, podían acabar con su existencia en unos segundos, dejando apenas un montón de cenizas en su lugar. Esa era la parte que más odiaba de su condición vampírica: Tener que huir de un enemigo tan poderoso como el sol.
Pero de nada servía lamentarse, por lo que apartó las sábanas color borgoña y salió de la cama. Ese era uno de los pocos aspectos que guardaba de su vida humana, dormir en una cama. Lo del ataúd la había atraído al principio, pero pronto comprobó el aire carcelario que tenían y lo desechó en favor de una cómoda pero elegante cama. Así, después de vestirse y arreglarse un poco, salió a las pacíficas calles parisinas.
Aquella noche no pensaba alimentarse. Ya lo había hecho la noche anterior, bebiendo incluso más de lo que le apetecía y esa sensación de plenitud aún la acompañaba, por lo que simplemente disfrutaría de la quietud nocturna en la que se sumían ciertas zonas de la ciudad. Las zonas comerciales solían estar repletas de gente a cualquier hora, pero si se alejaba un poco del centro, podría encontrar esa paz que tanto deseaba.
Sin embargo, apenas había empezado a disfrutar del silencio cuando un peculiar aroma atrapó por completo su atención, desde el primer instante. Era un olor lejano y parecía que a veces se perdía con la brisa, pero segundos después volvía a aparecer y cautivaba el olfato de la vampiresa de nuevo. Cada segundo que pasaba rodeada de ese aroma, Eris convencía más y más de que encontraría al propietario al precio que fuese. De ese modo, empezó a seguir el rastro con el inconfundible brillo del interés instalado en sus ojos de hielo.
Pero de nada servía lamentarse, por lo que apartó las sábanas color borgoña y salió de la cama. Ese era uno de los pocos aspectos que guardaba de su vida humana, dormir en una cama. Lo del ataúd la había atraído al principio, pero pronto comprobó el aire carcelario que tenían y lo desechó en favor de una cómoda pero elegante cama. Así, después de vestirse y arreglarse un poco, salió a las pacíficas calles parisinas.
Aquella noche no pensaba alimentarse. Ya lo había hecho la noche anterior, bebiendo incluso más de lo que le apetecía y esa sensación de plenitud aún la acompañaba, por lo que simplemente disfrutaría de la quietud nocturna en la que se sumían ciertas zonas de la ciudad. Las zonas comerciales solían estar repletas de gente a cualquier hora, pero si se alejaba un poco del centro, podría encontrar esa paz que tanto deseaba.
Sin embargo, apenas había empezado a disfrutar del silencio cuando un peculiar aroma atrapó por completo su atención, desde el primer instante. Era un olor lejano y parecía que a veces se perdía con la brisa, pero segundos después volvía a aparecer y cautivaba el olfato de la vampiresa de nuevo. Cada segundo que pasaba rodeada de ese aroma, Eris convencía más y más de que encontraría al propietario al precio que fuese. De ese modo, empezó a seguir el rastro con el inconfundible brillo del interés instalado en sus ojos de hielo.
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Re: El poder de la sangre [Nadezhda, Aleksandr]
Para cuando quise darme cuenta, ya se había hecho de noche. Aquella noche estaba especialmente despistado, tenía que hablar con Nadezhda sobre el puesto de pescador en el puerto que había conseguido finalmente. El dinero que sacaba de la venta de telas no era suficiente para mantenernos con algo de soltura, así que estaba dispuesto a tener otro trabajo para que Nadezhda no se viera obligada a ejercer otro tipo de trabajos.
Me llevó un buen rato recoger todas las telas, intentaba tomarmelo con calma deseando que el tiempo fuera más lento, no sabía como se iba a tomar la decisión mi hermana... pero lo hacía por su bien, ante todo, lo hacía por ella. No me gustaba que tuviera que robar, y no por cuestiones éticas y morales, sino por temor a que le pasase algo. No se andarían con vueltas, se trataba de una mujer y aún por encima, gitana; eso le hacía ganar puntos a la hora de sufrir un peor castigo. Me estremecí pensando en lo que podría pasarle.
Antes de que pudiera seguir torturándome tontamente con esa clase de ideas, escuché sus pasos acercándose a gran velocidad. Corría hacia mí, con su exaltante felicidad, ella siempre parecía tener una sonrisa para mí, siempre intentando contagiarmela.
-Hermanita.- dije en tono irónico, riéndome al ver lo cansada que llegaba por la carrera que se había echado.
Me llevó un buen rato recoger todas las telas, intentaba tomarmelo con calma deseando que el tiempo fuera más lento, no sabía como se iba a tomar la decisión mi hermana... pero lo hacía por su bien, ante todo, lo hacía por ella. No me gustaba que tuviera que robar, y no por cuestiones éticas y morales, sino por temor a que le pasase algo. No se andarían con vueltas, se trataba de una mujer y aún por encima, gitana; eso le hacía ganar puntos a la hora de sufrir un peor castigo. Me estremecí pensando en lo que podría pasarle.
Antes de que pudiera seguir torturándome tontamente con esa clase de ideas, escuché sus pasos acercándose a gran velocidad. Corría hacia mí, con su exaltante felicidad, ella siempre parecía tener una sonrisa para mí, siempre intentando contagiarmela.
-Hermanita.- dije en tono irónico, riéndome al ver lo cansada que llegaba por la carrera que se había echado.
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Re: El poder de la sangre [Nadezhda, Aleksandr]
Salí del puesto de flores tras dejarlo todo bien acomodado para que sea más fácil recoger a Valeria, me había sacado más propina ese día ayudándola a vender las flores y también engañando a los compradores a que se dejasen adivinar el futuro por mi, leyéndoles las manos, sin duda Valeria era lo más parecido a una abuela que podía llegar a tener.
Fui corriendo hasta el puesto de telas de mi hermano, quería darle un fuerte abrazo y mostrarle la cantidad de dinero que había recogido ese día. En mi mundo sin duda yo era la más feliz y quien diría que en la pobreza una no puede serlo.
El aire no llegaba casi a mis pulmones cuando di con mi hermano, quien estaba recogiendo el puesto. Con la lengua fuera llegué y me apoyé en uno de los postes, ya no daba más, pero entre risas oí a la voz sarcástica de mi hermano.
-Hermanita.- dijo y yo reí.
-Mira esto Sasha, ¡hoy sí que he juntado dinero!- dije haciendo sonar la bolsita con monedas dentro. -Hoy te invito a tomar pasteles con chocolate- sonreí ampliamente, hacía mucho tiempo que no comía pasteles elaborados en esas bonitas y caras pastelerías, pero me encantaban.
Fui corriendo hasta el puesto de telas de mi hermano, quería darle un fuerte abrazo y mostrarle la cantidad de dinero que había recogido ese día. En mi mundo sin duda yo era la más feliz y quien diría que en la pobreza una no puede serlo.
El aire no llegaba casi a mis pulmones cuando di con mi hermano, quien estaba recogiendo el puesto. Con la lengua fuera llegué y me apoyé en uno de los postes, ya no daba más, pero entre risas oí a la voz sarcástica de mi hermano.
-Hermanita.- dijo y yo reí.
-Mira esto Sasha, ¡hoy sí que he juntado dinero!- dije haciendo sonar la bolsita con monedas dentro. -Hoy te invito a tomar pasteles con chocolate- sonreí ampliamente, hacía mucho tiempo que no comía pasteles elaborados en esas bonitas y caras pastelerías, pero me encantaban.
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Re: El poder de la sangre [Nadezhda, Aleksandr]
Eris siguió el aroma por las solitarias calles de la ciudad, alzando ligeramente el rostro hacia el cielo cuando el viento se llevaba ese delicioso olor consigo. Nunca creyó que un simple humano pudiese oler tan bien, teniendo en cuenta cómo olían esos apestosos hombres de los que había tenía que alimentarse un par de noches atrás. Repugnante incluso cuando el hambre apretaba. Por un segundo llegó a pensar que hasta un perro olería y sabría mejor.
Eris prefirió apartar esos pensamientos de su mente y concentrarse exclusivamente en ese olor, ya que sería fácil perderlo si no prestaba atención. Parecía que se estaba moviendo. Apretando ligeramente los labios, la vampiresa aceleró el paso y aguzó los sentidos para encontrar a ese humano antes de que se alejase aún más.
No tardó más de unos minutos en dar con el dueño del apetitoso aroma, pero el momento no fue tan bueno como lo había pronosticado. La chica estaba acompañada de...Eris olfateó el aire profundamente y le llegó además de olor que había rastreado, otro mucho, muchísimo menos agradable. El de un hombre lobo. Eris apretó los puños y frunció el ceño. Estaba a punto de preguntarse qué demonios hacía un hombre lobo con una chica humana cuando le llegaron fragmentos de la conversación.
Así que hermanos. Era molesto e interesante a partes iguales. Pero Eris no era la clase de persona que se echaría atrás por algo tan nimio como la molesta presencia de un hombre lobo, por lo que se acercó a ellos con sus habituales andares silenciosos y elegantes.
-Buenas noches.-Dijo ella en tono educado y suave. Ahora que estaba tan cerca, Eris sentía que se le hacía la boca agua y que los colmillos empezaban a crecer peligrosamente en su boca, por lo que se reservó de decir algo más. Esperaría a ver cual sería la reacción de ambos. Al fin y al cabo, no era como si pudiese comentarles sus intenciones sin más, al menos si lo que pretendía era una noche apacible.
Eris prefirió apartar esos pensamientos de su mente y concentrarse exclusivamente en ese olor, ya que sería fácil perderlo si no prestaba atención. Parecía que se estaba moviendo. Apretando ligeramente los labios, la vampiresa aceleró el paso y aguzó los sentidos para encontrar a ese humano antes de que se alejase aún más.
No tardó más de unos minutos en dar con el dueño del apetitoso aroma, pero el momento no fue tan bueno como lo había pronosticado. La chica estaba acompañada de...Eris olfateó el aire profundamente y le llegó además de olor que había rastreado, otro mucho, muchísimo menos agradable. El de un hombre lobo. Eris apretó los puños y frunció el ceño. Estaba a punto de preguntarse qué demonios hacía un hombre lobo con una chica humana cuando le llegaron fragmentos de la conversación.
Así que hermanos. Era molesto e interesante a partes iguales. Pero Eris no era la clase de persona que se echaría atrás por algo tan nimio como la molesta presencia de un hombre lobo, por lo que se acercó a ellos con sus habituales andares silenciosos y elegantes.
-Buenas noches.-Dijo ella en tono educado y suave. Ahora que estaba tan cerca, Eris sentía que se le hacía la boca agua y que los colmillos empezaban a crecer peligrosamente en su boca, por lo que se reservó de decir algo más. Esperaría a ver cual sería la reacción de ambos. Al fin y al cabo, no era como si pudiese comentarles sus intenciones sin más, al menos si lo que pretendía era una noche apacible.
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Re: El poder de la sangre [Nadezhda, Aleksandr]
Nadezhda rió, el tono sarcástico de mis palabras le resultó gracioso.
-Mira esto Sasha, ¡hoy sí que he juntado dinero!.- dijo, e hizo sonar una bolsa con monedas dentro.- Hoy te invito a tomar pasteles con chocolate.- concluyó con una gran sonrisa, hacía muchos tiempo que no comíamos pastelitos de chocolate, de esos de las pastelerías caras y elegantes de la ciudad.
Casi sin quererlo, se me dibujó una sonrisa en los labios. ¡Adoro los pastelitos de chocolate!
Iba a contestar cuando noté una presencia a nuestro lado. Era una mujer, una joven más bien, de la edad de Nadezhda, de larga melena negra y ojos claros, grises, o azules... era una mirada gélida en un rostro fino y hermoso. La joven era realmente hermosa... todo habría sido normal, si no fuera por la palidez de su piel, de esa extraña aura que parecía rodearla, de ese aroma que gritaba "vampiro".
Mi mandíbula se tensó ligeramente, ¿por qué iba a acercarse una vampira a un licántropo como yo? Si tan mal se llevaban ambas razas... aunque quizá, no fuera por mí.
-Buenas noches.- dijo con voz suave. La miré, parecía ser incapaz de decir mucho más. Tenía una voz fina, y un acento tosco que me recordó las estepas de mi amada Rusia.
Miré a Nadezhda, que parecía sorprendida ante la presencia de aquella joven.
-Buenas noches.- mi tosto acento volvía a hacer su aparición.- ¿Buscas algo, señorita? ¿Podemos ayudarla?
-Mira esto Sasha, ¡hoy sí que he juntado dinero!.- dijo, e hizo sonar una bolsa con monedas dentro.- Hoy te invito a tomar pasteles con chocolate.- concluyó con una gran sonrisa, hacía muchos tiempo que no comíamos pastelitos de chocolate, de esos de las pastelerías caras y elegantes de la ciudad.
Casi sin quererlo, se me dibujó una sonrisa en los labios. ¡Adoro los pastelitos de chocolate!
Iba a contestar cuando noté una presencia a nuestro lado. Era una mujer, una joven más bien, de la edad de Nadezhda, de larga melena negra y ojos claros, grises, o azules... era una mirada gélida en un rostro fino y hermoso. La joven era realmente hermosa... todo habría sido normal, si no fuera por la palidez de su piel, de esa extraña aura que parecía rodearla, de ese aroma que gritaba "vampiro".
Mi mandíbula se tensó ligeramente, ¿por qué iba a acercarse una vampira a un licántropo como yo? Si tan mal se llevaban ambas razas... aunque quizá, no fuera por mí.
-Buenas noches.- dijo con voz suave. La miré, parecía ser incapaz de decir mucho más. Tenía una voz fina, y un acento tosco que me recordó las estepas de mi amada Rusia.
Miré a Nadezhda, que parecía sorprendida ante la presencia de aquella joven.
-Buenas noches.- mi tosto acento volvía a hacer su aparición.- ¿Buscas algo, señorita? ¿Podemos ayudarla?
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Re: El poder de la sangre [Nadezhda, Aleksandr]
Estaba que saltaba en un solo pie, sabía cuanto le encantaba a mi hermano esos pasteles de chocolate y lo mejor de todo, había sonreído por la invitación, eso significaba que la idea le agradaba, ¡cuanto me encantaba compartir algo que ambos adorábamos!
De repente y sin darme cuenta una joven se acercó a nuestro puesto, era blanca, o más bien pálida, de larga melena negra y ojos gélidos, ¡los ojos más hermosos que jamás haya visto!. Su rostro era como si no denotase nada, ni alegría, ni enfado, nada; me estremecí ligeramente y mi hermano volvió a su postura seria.
-Buenas noches.- dijo con voz suave, su tosco acento me hizo recordar Rusia, ¿sería tal vez de allí al igual que nosotros?.
-Buenas noches. ¿Buscas algo, señorita? ¿Podemos ayudarla?- preguntó Sasha con su rudo acento ruso, yo reí ligeramente, definitivamente tendría que ser rusa, ambos acentuaban las palabras con denotada similitud.
-El puesto ya está cerrado- me apresuré a decir divertida, antes de que contestase nada, mi hermano clavó su mirada en mi, esa mirada que decía "sé un poco más educada", yo solté una risilla y me encogí de hombros. Deseaba ir a la pastelería antes de que cerrase y si la chica estaba quería comprar algo nos quitaría el tiempo que necesitábamos.
De repente y sin darme cuenta una joven se acercó a nuestro puesto, era blanca, o más bien pálida, de larga melena negra y ojos gélidos, ¡los ojos más hermosos que jamás haya visto!. Su rostro era como si no denotase nada, ni alegría, ni enfado, nada; me estremecí ligeramente y mi hermano volvió a su postura seria.
-Buenas noches.- dijo con voz suave, su tosco acento me hizo recordar Rusia, ¿sería tal vez de allí al igual que nosotros?.
-Buenas noches. ¿Buscas algo, señorita? ¿Podemos ayudarla?- preguntó Sasha con su rudo acento ruso, yo reí ligeramente, definitivamente tendría que ser rusa, ambos acentuaban las palabras con denotada similitud.
-El puesto ya está cerrado- me apresuré a decir divertida, antes de que contestase nada, mi hermano clavó su mirada en mi, esa mirada que decía "sé un poco más educada", yo solté una risilla y me encogí de hombros. Deseaba ir a la pastelería antes de que cerrase y si la chica estaba quería comprar algo nos quitaría el tiempo que necesitábamos.
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Re: El poder de la sangre [Nadezhda, Aleksandr]
Nada más oír aquel acento ruso de los labios del licántropo Eris le miró de reojo sin llegar a mover su rostro, con esos ojos gélidos que intimidaban a casi todos los humanos. Al parecer los tres provenían del mismo país, pues poseían un acento que no podía pasar desapercibido donde todos los demás dominaban el suave acento francés.
-Nada que puedan ofrecerme los de tu raza.-Respondió airada, para después apretar suavemente los labios y dirigir su mirada hacia la chica.-En cambio tú...-Eris pudo permitirse el lujo de tutearla, porque aunque aparentaban la misma edad, la vampiresa era considerablemente mayor.-Posees el mejor aroma que haya tenido el placer de oler jamás.-Anunció con tranquilidad y una sinceridad pasmosa. Después, su expresión pareció relajarse como si tuviese ganas de sonreir, para añadir:-[b]Sólo vine a conocer a la dueña de ese olor.[/b]
Bueno, tal vez no había sido lo mejor que podría haberles dicho. Podría haberles engatusado a ambos con alguna triquiñuela de patio de colegio y haberse llevado a la chica bajo su propia voluntad, ilusionada tal vez con la idea de una gran comida en casa de la vampiresa, pero después de haberse alimentado tan bien la noche anterior se sentía con fuerza suficiente como para combatir a un licántropo y una débil humana casi sin problemas.
Por si acaso, tomó la precaución de clavar la mirada en el hombre lobo. Eran criaturas impredecibles incluso cuando no había luna llena, eran bastante excitables y aún más molestos de lo que Eris estaba dispuesta a soportar, por lo que no descartaba que aquel lobo en intentase tirarse a su cuello.
-Nada que puedan ofrecerme los de tu raza.-Respondió airada, para después apretar suavemente los labios y dirigir su mirada hacia la chica.-En cambio tú...-Eris pudo permitirse el lujo de tutearla, porque aunque aparentaban la misma edad, la vampiresa era considerablemente mayor.-Posees el mejor aroma que haya tenido el placer de oler jamás.-Anunció con tranquilidad y una sinceridad pasmosa. Después, su expresión pareció relajarse como si tuviese ganas de sonreir, para añadir:-[b]Sólo vine a conocer a la dueña de ese olor.[/b]
Bueno, tal vez no había sido lo mejor que podría haberles dicho. Podría haberles engatusado a ambos con alguna triquiñuela de patio de colegio y haberse llevado a la chica bajo su propia voluntad, ilusionada tal vez con la idea de una gran comida en casa de la vampiresa, pero después de haberse alimentado tan bien la noche anterior se sentía con fuerza suficiente como para combatir a un licántropo y una débil humana casi sin problemas.
Por si acaso, tomó la precaución de clavar la mirada en el hombre lobo. Eran criaturas impredecibles incluso cuando no había luna llena, eran bastante excitables y aún más molestos de lo que Eris estaba dispuesta a soportar, por lo que no descartaba que aquel lobo en intentase tirarse a su cuello.
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Re: El poder de la sangre [Nadezhda, Aleksandr]
Sentí su ojos me mi miraban de reojo. Era una fría e intimidante mirada, pero en lugar de asustarme, logró que la curiosidad me invadiese, tenía unos ojos preciosos, fríos, claros, como el hielo.
De todos modos, la tensión de mi mandíbula aumentó, ¿qué quería ella de nosotros?
-Nada que puedan ofrecerme los de tu raza.-respondió, tranquilamente, pero hizo saltar en mí todas las alarmas, Nad no sabía que ya no era humano y aquella joven, de la cual no dudaba que era vampira, le estaba dejando entrever mi naturaleza sobrehumanda. Mientras me sobresaltaba, ella continuó hablando, esta vez mirando a Nad.- En cambio tú...- ¡¿como se atrevía a decir eso?!.- Posees el mejor aroma que haya tenido el placer de oler jamás.- lo dijo con tranquilidad pasmosa. Me puse delante de Nadezhda para protegerla, no sabía si aquella joven iba a lanzarse sobre ella e intentar hacerle daño. Para mi sorpresa, parecía que una sonrisa asomaba por sus labios.- Sólo vine a conocer a la dueña de ese olor.
Apreté los dientes con fuerza y la miré fijamente a los ojos. Su mirada estaba clavada en la mía, sus ojos era como hielo puro, pero no me daba miedo, nunca me había enfrentado a un vampiro pero no me daba miedo.
-¡Largo! ¡Alejate de mi hermana! ¡No vas a tocarle ni un solo pelo!.- me sentí algo ridículo al reaccionar así, ¿pero qué podía hacer? Me giré hacia Nadezhda y la miré a los ojos.- Vámonos de aquí, no hagas caso a esta loca, solo quiere embaucarnos y hacernos daño... ¡vámonos de aquí!.- repetí, no sabía cómo mentir para que no sospechase nada. Mi hermana no tenía ni un pelo de tonta. No dejaba de mirarme incrédula, como si sospechase algo o estuviese dándose cuenta de algo.
No sabía que hacer, estaba bloqueado, si me lanzaba contra aquella joven, Nadezhda sospecharía, pero si no lo hacía... ¿que sería capaz de hacerle?
Giré la cabeza y volví a mirar a sus ojos, clavando mis ojos en su mirada fría. De forma inconsciente, le mostré los dientes como si fuera un perro gruñendo, intentando mostrarle mis intenciones de proteger a Nad si intentaba hacerle algo.
De todos modos, la tensión de mi mandíbula aumentó, ¿qué quería ella de nosotros?
-Nada que puedan ofrecerme los de tu raza.-respondió, tranquilamente, pero hizo saltar en mí todas las alarmas, Nad no sabía que ya no era humano y aquella joven, de la cual no dudaba que era vampira, le estaba dejando entrever mi naturaleza sobrehumanda. Mientras me sobresaltaba, ella continuó hablando, esta vez mirando a Nad.- En cambio tú...- ¡¿como se atrevía a decir eso?!.- Posees el mejor aroma que haya tenido el placer de oler jamás.- lo dijo con tranquilidad pasmosa. Me puse delante de Nadezhda para protegerla, no sabía si aquella joven iba a lanzarse sobre ella e intentar hacerle daño. Para mi sorpresa, parecía que una sonrisa asomaba por sus labios.- Sólo vine a conocer a la dueña de ese olor.
Apreté los dientes con fuerza y la miré fijamente a los ojos. Su mirada estaba clavada en la mía, sus ojos era como hielo puro, pero no me daba miedo, nunca me había enfrentado a un vampiro pero no me daba miedo.
-¡Largo! ¡Alejate de mi hermana! ¡No vas a tocarle ni un solo pelo!.- me sentí algo ridículo al reaccionar así, ¿pero qué podía hacer? Me giré hacia Nadezhda y la miré a los ojos.- Vámonos de aquí, no hagas caso a esta loca, solo quiere embaucarnos y hacernos daño... ¡vámonos de aquí!.- repetí, no sabía cómo mentir para que no sospechase nada. Mi hermana no tenía ni un pelo de tonta. No dejaba de mirarme incrédula, como si sospechase algo o estuviese dándose cuenta de algo.
No sabía que hacer, estaba bloqueado, si me lanzaba contra aquella joven, Nadezhda sospecharía, pero si no lo hacía... ¿que sería capaz de hacerle?
Giré la cabeza y volví a mirar a sus ojos, clavando mis ojos en su mirada fría. De forma inconsciente, le mostré los dientes como si fuera un perro gruñendo, intentando mostrarle mis intenciones de proteger a Nad si intentaba hacerle algo.
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Re: El poder de la sangre [Nadezhda, Aleksandr]
-Nada que puedan ofrecerme los de tu raza.- respondió, la mujer y yo me sobresalté , ¿qué quería decir con "los de tu raza"? miré extrañada a mi hermano quien empezaba a ponerse de mal humor. - En cambio tú... Posees el mejor aroma que haya tenido el placer de oler jamás.- l continuó con tranquilidad, ¿mi aroma?, como podía haberme olido antes?, no entendía nada, pero aquella joven era realmente extraña y el comportamiento de mi hermano me daba qué pensar. Adelantándose a cualquier hecho mi hermano se puso delante mía para protegerme, no entendía nada y eso ayudaba a que me asustase aún más. -Sólo vine a conocer a la dueña de ese olor.- dijo la joven con una pequeña sonrisa en los labios, denoté que su exuberante forma de actuar no era propia de una persona normal...
-¡Largo! ¡Alejate de mi hermana! ¡No vas a tocarle ni un solo pelo!.- Mi hermano se sobresaltó y empezó a responder con un cierto tono de ira hacia la joven, ambos tenían las miradas clavadas el uno en el otro, los ojos de hielo de la mujer me intimidaban bastante, en realidad me intimidaba toda ella, su forma de actuar, de hablar y su poca expresividad. No pude evitar cogerme al brazo de mi hermano quien se giró rápidamente hacia mi diciendo: - Vámonos de aquí, no hagas caso a esta loca, solo quiere embaucarnos y hacernos daño... ¡vámonos de aquí!.- lo miré atónita y con la boca ligeramente abierta, ¿acaso se había dado cuenta de algo que yo ignoraba o simplemente me negaba a ver?, no lo entendía.
-¿Como es posible?, no... no entiendo nada. ¿Por qué dices que te atrae mi olor?... Sasha, ¿qué sucede?- la incertidumbre me mataba y más teniendo en cuenta no no entendía nada, miré a mi hermano suplicando una respuesta, preguntando el por qué de su reacción y por qué la joven aseguraba haberme olido desde donde se encontraba anteriormente, la cabeza empezó a darme vueltas. No entendía nada, o más bien no lo quería entender.
-¡Largo! ¡Alejate de mi hermana! ¡No vas a tocarle ni un solo pelo!.- Mi hermano se sobresaltó y empezó a responder con un cierto tono de ira hacia la joven, ambos tenían las miradas clavadas el uno en el otro, los ojos de hielo de la mujer me intimidaban bastante, en realidad me intimidaba toda ella, su forma de actuar, de hablar y su poca expresividad. No pude evitar cogerme al brazo de mi hermano quien se giró rápidamente hacia mi diciendo: - Vámonos de aquí, no hagas caso a esta loca, solo quiere embaucarnos y hacernos daño... ¡vámonos de aquí!.- lo miré atónita y con la boca ligeramente abierta, ¿acaso se había dado cuenta de algo que yo ignoraba o simplemente me negaba a ver?, no lo entendía.
-¿Como es posible?, no... no entiendo nada. ¿Por qué dices que te atrae mi olor?... Sasha, ¿qué sucede?- la incertidumbre me mataba y más teniendo en cuenta no no entendía nada, miré a mi hermano suplicando una respuesta, preguntando el por qué de su reacción y por qué la joven aseguraba haberme olido desde donde se encontraba anteriormente, la cabeza empezó a darme vueltas. No entendía nada, o más bien no lo quería entender.
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Re: El poder de la sangre [Nadezhda, Aleksandr]
La reacción de sorpresa que el hombre lobo había tenido ante su primera frase no pasó desapercibido para Eris. Intuía que la chica no conocía aún la nueva condición de su querido hermano, lo cual hacía la situación mucho más interesante. Si realmente era así, podría sacar un buen partido de ese secreto.
"Qué magnífico giro de los acontecimientos." Pensó la vampiresa, mientras el brillo de la emoción recorría sus ojos.
Justo después, el licántropo se movió para quedar justo frente a la chica, cubriéndola con su cuerpo. A Eris le pareció gracioso que el chico pensara que podía enfrentarse a ella cuando ni siquiera había entrado en fase; era gracioso y a la vez irritante que la infravalorara de aquel modo. Le daba la impresión de que nunca se había visto frente a frente con un vampiro, que no sabía hasta qué punto eran criaturas dignas de ser temidas, porque de haberlo sabido habría echado a correr incluso antes de preguntarle si podía ayudarla en algo.
-Deja de ladrar, chucho. Esto no es de tu incumbencia..-Le espetó, adelantando un pie para acercarse un par de centímetros. Acto seguido, viendo que el chico (Sasha, lo había llamado su hermana) le mostraba los dientes, Eris hizo otro tanto y le mostró los suyos. Dientes blancos y bien alineados, sólo interrumpidos por los largos y afilados colmillos. Eran más grandes de lo normal en un humano, pero no eran tan descomunales como se describían en algunas historias populares. En cualquier caso, mayores o menores, tenían potencia suficiente como para clavarse en el cuello de cualquier humano y romperlo si así lo quería el vampiro.
Segundos más tarde, volvió a juntar los labios y los dientes quedaron ocultos de nuevo tras estos. Suponía que eso había resuelto las dudas de la chica en cuanto a por qué había podido rastrear su olor desde tan lejos, pero por si acasó, decidió deletreárselo con cuidado.
-Porque soy una vampiresa.-Respondió, pronunciando lentamente.-¿Creíste que sólo existían en los cuentos? Pues bienvenida al mundo real.-Añadió, e instantes más tarde volvió a posar su gélida mirada sobre Sasha.-En cuanto a ti...quiero que tengas muy en cuenta que si hubiese querido, podría haberla matado antes de que te dieses cuenta. Pero sigue aquí, y no tengo intención de acabar con ella.-Explicó ella, muy seria. Habría podido añadir el "aún" al final de su frase, pero no lo hizo. Suponía que para tranquilizar al hombre lobo y conseguir así que dejase de molestar, o quizas por que realmente no tenía intención de matarla a largo plazo. Qué más daba.
"Qué magnífico giro de los acontecimientos." Pensó la vampiresa, mientras el brillo de la emoción recorría sus ojos.
Justo después, el licántropo se movió para quedar justo frente a la chica, cubriéndola con su cuerpo. A Eris le pareció gracioso que el chico pensara que podía enfrentarse a ella cuando ni siquiera había entrado en fase; era gracioso y a la vez irritante que la infravalorara de aquel modo. Le daba la impresión de que nunca se había visto frente a frente con un vampiro, que no sabía hasta qué punto eran criaturas dignas de ser temidas, porque de haberlo sabido habría echado a correr incluso antes de preguntarle si podía ayudarla en algo.
-Deja de ladrar, chucho. Esto no es de tu incumbencia..-Le espetó, adelantando un pie para acercarse un par de centímetros. Acto seguido, viendo que el chico (Sasha, lo había llamado su hermana) le mostraba los dientes, Eris hizo otro tanto y le mostró los suyos. Dientes blancos y bien alineados, sólo interrumpidos por los largos y afilados colmillos. Eran más grandes de lo normal en un humano, pero no eran tan descomunales como se describían en algunas historias populares. En cualquier caso, mayores o menores, tenían potencia suficiente como para clavarse en el cuello de cualquier humano y romperlo si así lo quería el vampiro.
Segundos más tarde, volvió a juntar los labios y los dientes quedaron ocultos de nuevo tras estos. Suponía que eso había resuelto las dudas de la chica en cuanto a por qué había podido rastrear su olor desde tan lejos, pero por si acasó, decidió deletreárselo con cuidado.
-Porque soy una vampiresa.-Respondió, pronunciando lentamente.-¿Creíste que sólo existían en los cuentos? Pues bienvenida al mundo real.-Añadió, e instantes más tarde volvió a posar su gélida mirada sobre Sasha.-En cuanto a ti...quiero que tengas muy en cuenta que si hubiese querido, podría haberla matado antes de que te dieses cuenta. Pero sigue aquí, y no tengo intención de acabar con ella.-Explicó ella, muy seria. Habría podido añadir el "aún" al final de su frase, pero no lo hizo. Suponía que para tranquilizar al hombre lobo y conseguir así que dejase de molestar, o quizas por que realmente no tenía intención de matarla a largo plazo. Qué más daba.
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Re: El poder de la sangre [Nadezhda, Aleksandr]
-¿Como es posible? No... no entiendo nada. ¿Por qué dices que te atrae mi olor?... Sasha, ¿qué sucede?.- Nade comenzaba a hacer preguntas y eso era lo último que necesitaba, no sabía como respondeserlas o como evitarlas ya.
Antes de que pudiera contestar o hacer algún movimiento, escuché de nuevo la voz de aquella... muerta en vida.
-Deja de ladrar, chucho. Esto no es de tu incumbencia.- soltó de pronto, aproximándose un par de centímetros hacia nosotros, haciendo que yo retrocediera y empujase con mi espalda a Nadezhda suavemente para protegerla de aquel ser. Fue casi un autoreflejo que mostrase de nuevo mis dientes, me sentía acorralado y deseaba que aquello sirviera de algo, pero estaba claro que no. Ella hizo lo mismo, me mostró sus dientes, blancos, con colmillos afilados. No tardó en esconderlos tras sus labios, y sentí que Nadezhda estaba cada vez más asustada. -Porque soy una vampiresa..- respondió finalmente a las preguntas de la asustada Nade.- ¿Creíste que sólo existían en los cuentos? Pues bienvenida al mundo real..- dijo sarcásticamente, eso hizo que me enfureciese aún más, apretando con fuerza los dientes, tensando aún más mi mandíbula. De pronto, su fría mirada se dirigió a mí.- En cuanto a ti...quiero que tengas muy en cuenta que si hubiese querido, podría haberla matado antes de que te dieses cuenta. Pero sigue aquí, y no tengo intención de acabar con ella.
Me sentía cada vez más frustrado, más acorralado. Me sentía entre la espada y la pared. Ni podía enfrentarme a aquella mujer, ni podía dejar que le hiciese daño a Nade, ¿que demonios podía hacer?
La empujé con brusquedad, apartándola a penas unos centimetros, pero eso bastaría, o al menos, eso quería creer.
-¡Corre, Nade, corre! ¡Huye!.- me giré y la empujé con suavidad.- ¡Vete! ¡Vete!.- repetí con mirada suplicante, si se queda allí, quien sabe que desdichado podría ser su destino. Volví a empujarla, desesperado. -¡Corre!.- grité, a la par que me giraba y miraba a aquella vampiresa que se hallaba ante nosotros.- No le pondrás ni un solo dedo encima mientras yo esté aquí, eso tenlo por seguro.- aquellas palabras sonaban tan desesperadas que ni yo mismo me asustaría ante ellas, pero ¿qué más podía hacer? La cabeza comenzaba a dolerme, odiaba estar en este tipo de situaciones.- Alejate de ella si no quieres pagarlo muy caro.- murmuré amenazante, pero mi temblorosa y tosca voz no ayudaba en aquel momento.
Giré la cabeza para comprobar si Nadezhda seguía allí, ella tenía que huír, tenía que salvarse, no me fiaba ni un pelo de las palabras de aquella joven...
Antes de que pudiera contestar o hacer algún movimiento, escuché de nuevo la voz de aquella... muerta en vida.
-Deja de ladrar, chucho. Esto no es de tu incumbencia.- soltó de pronto, aproximándose un par de centímetros hacia nosotros, haciendo que yo retrocediera y empujase con mi espalda a Nadezhda suavemente para protegerla de aquel ser. Fue casi un autoreflejo que mostrase de nuevo mis dientes, me sentía acorralado y deseaba que aquello sirviera de algo, pero estaba claro que no. Ella hizo lo mismo, me mostró sus dientes, blancos, con colmillos afilados. No tardó en esconderlos tras sus labios, y sentí que Nadezhda estaba cada vez más asustada. -Porque soy una vampiresa..- respondió finalmente a las preguntas de la asustada Nade.- ¿Creíste que sólo existían en los cuentos? Pues bienvenida al mundo real..- dijo sarcásticamente, eso hizo que me enfureciese aún más, apretando con fuerza los dientes, tensando aún más mi mandíbula. De pronto, su fría mirada se dirigió a mí.- En cuanto a ti...quiero que tengas muy en cuenta que si hubiese querido, podría haberla matado antes de que te dieses cuenta. Pero sigue aquí, y no tengo intención de acabar con ella.
Me sentía cada vez más frustrado, más acorralado. Me sentía entre la espada y la pared. Ni podía enfrentarme a aquella mujer, ni podía dejar que le hiciese daño a Nade, ¿que demonios podía hacer?
La empujé con brusquedad, apartándola a penas unos centimetros, pero eso bastaría, o al menos, eso quería creer.
-¡Corre, Nade, corre! ¡Huye!.- me giré y la empujé con suavidad.- ¡Vete! ¡Vete!.- repetí con mirada suplicante, si se queda allí, quien sabe que desdichado podría ser su destino. Volví a empujarla, desesperado. -¡Corre!.- grité, a la par que me giraba y miraba a aquella vampiresa que se hallaba ante nosotros.- No le pondrás ni un solo dedo encima mientras yo esté aquí, eso tenlo por seguro.- aquellas palabras sonaban tan desesperadas que ni yo mismo me asustaría ante ellas, pero ¿qué más podía hacer? La cabeza comenzaba a dolerme, odiaba estar en este tipo de situaciones.- Alejate de ella si no quieres pagarlo muy caro.- murmuré amenazante, pero mi temblorosa y tosca voz no ayudaba en aquel momento.
Giré la cabeza para comprobar si Nadezhda seguía allí, ella tenía que huír, tenía que salvarse, no me fiaba ni un pelo de las palabras de aquella joven...
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Re: El poder de la sangre [Nadezhda, Aleksandr]
-Deja de ladrar, chucho. Esto no es de tu incumbencia.- dijo la joven de pronto, aproximándose un par de centímetros hacia nosotros, haciendo que Sasha retrocediera y me empujase con su espalda suavemente para protegerme. Sasha la miró desafiante y no pude ver su rostro, pero sí el de la mujer tras la reacción de mi hermano. Ella mostró sus dientes, blancos, con colmillos afilados, pero no tardó en esconderlos tras sus labios, yo me sobresalté enormemente al ver sus dientes afilados como púas, era una... ¡no, eso no existe!, pensé, ella me miró con sus ojos inexpresivos y con tono altanero dijo: -Porque soy una vampiresa.. ¿Creíste que sólo existían en los cuentos? Pues bienvenida al mundo real..- Yo retrocedí unos pasos atrás, no podía creer lo que acababa de decir, no podía creer que en realidad existiesen semejantes seres... ¿Sería verdad que no sabes en qué mundo vivimos hasta que se nos presentan tales acontecimientos?, ¿acaso todo lo que creía mentira era ahora realidad?, eso parecía.
- En cuanto a ti...quiero que tengas muy en cuenta que si hubiese querido, podría haberla matado antes de que te dieses cuenta. Pero sigue aquí, y no tengo intención de acabar con ella.- se dirigió a Sasha, yo seguía sumamente ensimismada, con la mirada perdida pero abierta como platos a causa de la sorpresa.
Sasha en un auto reflejo por defenderme empujó a la vampiresa, como creyendo poder luchar contra ella, rápidamente se giró a mi y me empujó con suavidad.
-¡Corre, Nade, corre! ¡Huye! ¡Vete! ¡Vete!. - me gritó con mirada suplicante, -¡Corre!.- gritó de nuevo, mirando a la vampiresa que se hallaba ante nosotros.- No le pondrás ni un solo dedo encima mientras yo esté aquí, eso tenlo por seguro. Aléjate de ella si no quieres pagarlo muy caro.- dijo en un susurro casi in audible, pero yo logré escucharlo.
Retrocedí de nuevo torpemente y caí en el suelo, la sorpresa no me dejaba moverme y el miedo se iba apoderando de mi, era la primera vez que sentía miedo de verdad, miedo por perder la vida o por perder a mi hermano. Tenía la boca abierta pero de ella era incapaz de salir una sola palabra; entorné los ojos hacia la vampiresa que seguía allí tan inexpresiva como siempre.
-¿Qué es lo que deseas?- musité, me había costado pronunciar las palabras, pero sabía que fueron audibles para ella. Yo necesitaba saber qué quería, no dejaría a Sasha solo y menos con ella, con una vampiresa, no dejaría que diese su vida por mi, no valía la pena.
- En cuanto a ti...quiero que tengas muy en cuenta que si hubiese querido, podría haberla matado antes de que te dieses cuenta. Pero sigue aquí, y no tengo intención de acabar con ella.- se dirigió a Sasha, yo seguía sumamente ensimismada, con la mirada perdida pero abierta como platos a causa de la sorpresa.
Sasha en un auto reflejo por defenderme empujó a la vampiresa, como creyendo poder luchar contra ella, rápidamente se giró a mi y me empujó con suavidad.
-¡Corre, Nade, corre! ¡Huye! ¡Vete! ¡Vete!. - me gritó con mirada suplicante, -¡Corre!.- gritó de nuevo, mirando a la vampiresa que se hallaba ante nosotros.- No le pondrás ni un solo dedo encima mientras yo esté aquí, eso tenlo por seguro. Aléjate de ella si no quieres pagarlo muy caro.- dijo en un susurro casi in audible, pero yo logré escucharlo.
Retrocedí de nuevo torpemente y caí en el suelo, la sorpresa no me dejaba moverme y el miedo se iba apoderando de mi, era la primera vez que sentía miedo de verdad, miedo por perder la vida o por perder a mi hermano. Tenía la boca abierta pero de ella era incapaz de salir una sola palabra; entorné los ojos hacia la vampiresa que seguía allí tan inexpresiva como siempre.
-¿Qué es lo que deseas?- musité, me había costado pronunciar las palabras, pero sabía que fueron audibles para ella. Yo necesitaba saber qué quería, no dejaría a Sasha solo y menos con ella, con una vampiresa, no dejaría que diese su vida por mi, no valía la pena.
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Re: El poder de la sangre [Nadezhda, Aleksandr]
Eris vio claramente como la mano de Sasha se aproximaba a ella y la empujaba, y aunque podía haber interceptado la mano a medio camino para evitar ese contacto, no lo hizo. Se aproximó aún más, acercándose tanto que sentía el aliento asustado y cálido del chico en las mejillas, esperó un par de segundos para que su presencia le intimidara lo suficiente y sólo entonces habló.
-No vuelvas a tocarme. Jamás. Ponme un sólo dedo encima y te aseguro que dejarás de preocuparte por ella para empezar a hacerlo por tí mismo.-Dijo en tono irritado. Había soportado insultos, amenazas de un licántropo sin transformar y que la infravaloraran increíblemente, pero sólo eso, el contacto físico, había logrado enfadar a la vampiresa. Contacto físico, no importaba de qué tipo fuese, significaba la proximidad de alguien, y eso era lo primero a lo que la vampiresa se sentía vulnerable.
Después de eso bajó la voz para que sólo él pudiese oírla, era un susurro tan dulce como peligroso, que podía confesar la declaración de amor más tierna y la peor amenaza jamás conocida, pero de los labios de la vampiresa sólo salieron unas pocas palabras.-Balas de plata. Créeme, sé muy bien como se exterminan a los tuyos, aunque...parece que ella no.-Comentó muy seria. Después se apartó de él un poco y alzó de nuevo la voz, con el ceño fruncido.-He dicho que no voy a hacerle daño.
Segundos más tarde, chasqueó la lengua y rodeó al licántropo para acercarse a la chica, pero no retiró sus inquietantes ojos de él, como si le advirtiera de que no debía seguir luchando contra ella si quería vivir. Una vez llegó junto a la chica, que había caído al suelo, se arrodilló frente a ella, sin preocuparse por si la falda se le arrugaba o se le ensuciaba.
-¿Tienes miedo?-Preguntó con voz suave, totalmente diferente a la que había utilizado para hablar con su hermano.-Te aseguro que no es a mi a quien debes temer. Hay criaturas más impredecibles y salvajes que yo allí fuera.-Se guardó mucho de decir el nombre de esas criaturas. Tenía un secreto que guardar, un secreto que no le había dicho Sasha pero que ella había descubierto por sí sola, y aunque no tenía ninguna obligación de guardarlo, lo haría. No sabía cuándo podría serle útil.
Así, Eris se puso en pie y le tendió una mano a la muchacha para que se apoyara en ella y se levantara del suelo. En otra ocasión, de haber estado hambrienta, no habría podido soportar ese tipo de roces, ni la cercanía de la chica. Sólo habría pensado en alimentarse de ella a toda costa, beber hasta saciarse o hasta matarla, lo que ocurriese primero. Pero para eso tomaría la precaución de estar satisfecha cuando fuese a verla. Matarla no era una opción en absoluto, porque si eso ocurriera ¿cómo podría disfrutar de su sabor en otras ocasiones? Sería como si el mejor pastel de chocolate del mundo (que ella hubiese conocido, al menos) se perdiese para siempre por haber querido disfrutarlo en exceso.
Aquel pensamiento casi le hizo gracia, comparar a la chica con un pastel de chocolate, por lo que rebuscó entre sus bolsillos, sacó una pequeña bolsita de cuero y la agitó para hacer sonar las monedas que había dentro. Después se la entregó a la joven.
-Compraos un pastel de chocolate.-Dijo, y por cómo sonó su voz, pareció más una orden que una propuesta.-Dicen que endulza la sangre.-Añadió, sin saber ni ella misma si estaba bromeando o hablaba en serio. Sin embargo, las comisuras de sus labios parecieron curvarse infimamente hacia arriba durante un momento fugaz.-Y a tu hermano le hace falta, tiene un carácter horrible.-Acabó la vampiresa, aunque sabía que no tenía mucho sentido que lo dijese ella, que tenía un carácter igual de malo que el del licántropo.
-No vuelvas a tocarme. Jamás. Ponme un sólo dedo encima y te aseguro que dejarás de preocuparte por ella para empezar a hacerlo por tí mismo.-Dijo en tono irritado. Había soportado insultos, amenazas de un licántropo sin transformar y que la infravaloraran increíblemente, pero sólo eso, el contacto físico, había logrado enfadar a la vampiresa. Contacto físico, no importaba de qué tipo fuese, significaba la proximidad de alguien, y eso era lo primero a lo que la vampiresa se sentía vulnerable.
Después de eso bajó la voz para que sólo él pudiese oírla, era un susurro tan dulce como peligroso, que podía confesar la declaración de amor más tierna y la peor amenaza jamás conocida, pero de los labios de la vampiresa sólo salieron unas pocas palabras.-Balas de plata. Créeme, sé muy bien como se exterminan a los tuyos, aunque...parece que ella no.-Comentó muy seria. Después se apartó de él un poco y alzó de nuevo la voz, con el ceño fruncido.-He dicho que no voy a hacerle daño.
Segundos más tarde, chasqueó la lengua y rodeó al licántropo para acercarse a la chica, pero no retiró sus inquietantes ojos de él, como si le advirtiera de que no debía seguir luchando contra ella si quería vivir. Una vez llegó junto a la chica, que había caído al suelo, se arrodilló frente a ella, sin preocuparse por si la falda se le arrugaba o se le ensuciaba.
-¿Tienes miedo?-Preguntó con voz suave, totalmente diferente a la que había utilizado para hablar con su hermano.-Te aseguro que no es a mi a quien debes temer. Hay criaturas más impredecibles y salvajes que yo allí fuera.-Se guardó mucho de decir el nombre de esas criaturas. Tenía un secreto que guardar, un secreto que no le había dicho Sasha pero que ella había descubierto por sí sola, y aunque no tenía ninguna obligación de guardarlo, lo haría. No sabía cuándo podría serle útil.
Así, Eris se puso en pie y le tendió una mano a la muchacha para que se apoyara en ella y se levantara del suelo. En otra ocasión, de haber estado hambrienta, no habría podido soportar ese tipo de roces, ni la cercanía de la chica. Sólo habría pensado en alimentarse de ella a toda costa, beber hasta saciarse o hasta matarla, lo que ocurriese primero. Pero para eso tomaría la precaución de estar satisfecha cuando fuese a verla. Matarla no era una opción en absoluto, porque si eso ocurriera ¿cómo podría disfrutar de su sabor en otras ocasiones? Sería como si el mejor pastel de chocolate del mundo (que ella hubiese conocido, al menos) se perdiese para siempre por haber querido disfrutarlo en exceso.
Aquel pensamiento casi le hizo gracia, comparar a la chica con un pastel de chocolate, por lo que rebuscó entre sus bolsillos, sacó una pequeña bolsita de cuero y la agitó para hacer sonar las monedas que había dentro. Después se la entregó a la joven.
-Compraos un pastel de chocolate.-Dijo, y por cómo sonó su voz, pareció más una orden que una propuesta.-Dicen que endulza la sangre.-Añadió, sin saber ni ella misma si estaba bromeando o hablaba en serio. Sin embargo, las comisuras de sus labios parecieron curvarse infimamente hacia arriba durante un momento fugaz.-Y a tu hermano le hace falta, tiene un carácter horrible.-Acabó la vampiresa, aunque sabía que no tenía mucho sentido que lo dijese ella, que tenía un carácter igual de malo que el del licántropo.
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Re: El poder de la sangre [Nadezhda, Aleksandr]
Nade hizo un amago por salir corriendo, retrocediendo torpemente para finalmente caer al suelo. Eso era justo lo que no necesitabamos, pensé desesperado. Lo peor es que no podía moverse y el miedo se había apoderado de ella. Su boca se abrió inconscientemente para intentar decir algo, pero el miedo le estaba superando...
-¿Qué es lo que deseas?-.- musitó finalmente, con gran esfuerzo para pronunciar esas pocas palabras.
Me dispuse a correr hacia ella, para ayudarla a levantarse y a que finalmente escapase, pero aquella vampiresa se me acercó, quedando a escasos centímetros de mí. Por alguna razón, no sentí miedo, sino una enorme curiosidad por aquella piel tan fría y aquella mirada tan penetrante.
-No vuelvas a tocarme. Jamás. Ponme un sólo dedo encima y te aseguro que dejarás de preocuparte por ella para empezar a hacerlo por tí mismo.-dijo irritada. No pude hacer más que reírme tontamente, me resultaba gracioso que alguien que imponía tanto miedo, se sintiese... ¿intimidada?, por un simple empujón. Sin embargo, su tono de voz cambió.- Balas de plata. Créeme, sé muy bien como se exterminan a los tuyos, aunque...parece que ella no.- en ese momento me fue inevitable sentir un escalofrío que recorrió toda mi espalda.Se apartó ligeramente y alzó la voz, con el ceño fruncido.- He dicho que no voy a hacerle daño.
Salí de mi trance, provocado por el miedo, cuando chasqueó la lengua y me rodeó para acercarse a Nade, estuve a punto de pararla pero aún sentía el miedo en el cuerpo. Con un ligero giro de la cabeza, pude ver que se arrodillaba ante mi hermana.
-¿Tienes miedo?.- su voz ahora sonaba completamente suave, lo que lograba que me preguntara si no me estaba volviendo loco.- Te aseguro que no es a mi a quien debes temer. Hay criaturas más impredecibles y salvajes que yo allí fuera.- tragué saliva, pero ella pareció contenerse y no decir el nombre de la clase de criaturas a la que se refería.
Me negué a seguir allí, atemorizado, y corrí hacia ellas. Justo entonces, la vampiresa se puso en pie y le tendió una mano a Nade, ¿qué pretendía con todo aquello? La vi rebuscar en su bolsillo, y sacar después una pequeña bolsa de cuero, la cual agitó para hacer sonar las monedas que contenía. Se la entregó a mi hermana.
-Compraos un pastel de chocolate .-ordenó, para continuar después.- Dicen que endulza la sangre.- Si aquello era una broma, no me hacía ninguna gracia, me acerqué más a ellas, agachándome para ayudar a Nade.- Y a tu hermano le hace falta, tiene un carácter horrible
- Te creerás que tú eres más amable y alegre que yo.- cogí la bolsa de cuero y se la lancé.- No aceptamos limosnas.- concluí, mirando a aquella joven a los ojos muy friamente, mis palabras sonaron como si fueran un gruñido. No necesitábamos el dinero de nadie, para algo nos molestábamos en trabajar día y noche.
-¿Qué es lo que deseas?-.- musitó finalmente, con gran esfuerzo para pronunciar esas pocas palabras.
Me dispuse a correr hacia ella, para ayudarla a levantarse y a que finalmente escapase, pero aquella vampiresa se me acercó, quedando a escasos centímetros de mí. Por alguna razón, no sentí miedo, sino una enorme curiosidad por aquella piel tan fría y aquella mirada tan penetrante.
-No vuelvas a tocarme. Jamás. Ponme un sólo dedo encima y te aseguro que dejarás de preocuparte por ella para empezar a hacerlo por tí mismo.-dijo irritada. No pude hacer más que reírme tontamente, me resultaba gracioso que alguien que imponía tanto miedo, se sintiese... ¿intimidada?, por un simple empujón. Sin embargo, su tono de voz cambió.- Balas de plata. Créeme, sé muy bien como se exterminan a los tuyos, aunque...parece que ella no.- en ese momento me fue inevitable sentir un escalofrío que recorrió toda mi espalda.Se apartó ligeramente y alzó la voz, con el ceño fruncido.- He dicho que no voy a hacerle daño.
Salí de mi trance, provocado por el miedo, cuando chasqueó la lengua y me rodeó para acercarse a Nade, estuve a punto de pararla pero aún sentía el miedo en el cuerpo. Con un ligero giro de la cabeza, pude ver que se arrodillaba ante mi hermana.
-¿Tienes miedo?.- su voz ahora sonaba completamente suave, lo que lograba que me preguntara si no me estaba volviendo loco.- Te aseguro que no es a mi a quien debes temer. Hay criaturas más impredecibles y salvajes que yo allí fuera.- tragué saliva, pero ella pareció contenerse y no decir el nombre de la clase de criaturas a la que se refería.
Me negué a seguir allí, atemorizado, y corrí hacia ellas. Justo entonces, la vampiresa se puso en pie y le tendió una mano a Nade, ¿qué pretendía con todo aquello? La vi rebuscar en su bolsillo, y sacar después una pequeña bolsa de cuero, la cual agitó para hacer sonar las monedas que contenía. Se la entregó a mi hermana.
-Compraos un pastel de chocolate .-ordenó, para continuar después.- Dicen que endulza la sangre.- Si aquello era una broma, no me hacía ninguna gracia, me acerqué más a ellas, agachándome para ayudar a Nade.- Y a tu hermano le hace falta, tiene un carácter horrible
- Te creerás que tú eres más amable y alegre que yo.- cogí la bolsa de cuero y se la lancé.- No aceptamos limosnas.- concluí, mirando a aquella joven a los ojos muy friamente, mis palabras sonaron como si fueran un gruñido. No necesitábamos el dinero de nadie, para algo nos molestábamos en trabajar día y noche.
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Re: El poder de la sangre [Nadezhda, Aleksandr]
La vampiresa dejó su discusión con mi hermano y se acercó a mi, me preguntaba qué pretendía en realidad, pero empezó a hablar con voz más suave y casi dulce que mi expresión cambió totalmente. Empezaba a no temer a aquella mujer, aun que no niego que su sola presencia intimidara ligeramente. Me estaba convenciendo ligeramente de que no pretendía hacernos daño, ni a mi ni a mi hermano, aun que él seguía en un constante estado de alerta. Sus palabras me dejaron confusa, ¿qué quería decir con que había más criaturas temibles?, no entendí eso, pero supuse que se trataba de más como su especie.
Me tendió la mano y me así de ella, aun que al mismo tiempo Sasha corrió hasta mi para ayudarme, me levanté torpemente sin apartar los ojos de aquella mujer que me tenía embelesada.
Sacó una bolsita de cuero y agitó para escuchar su contenido, se trataba de monedas, me dejó atontada aquel hecho.
-Compraos un pastel de chocolate .-dijo casi como ordenándolo.- Dicen que endulza la sangre. Y a tu hermano le hace falta, tiene un carácter horrible- hice un amago de sonreír pero no me pareció lo correcto, primeramente por respeto a mi hermano, quien en un ataque de rabia se apresuró hasta la mano de la chica cogiendo su bolsa de cuero lanzándola de nuevo hacia ella.
- Te creerás que tú eres más amable y alegre que yo. No aceptamos limosnas.- gruñó este mirándola con ira, yo puse una mano en el pecho de Sasha pidiéndole que retrocediera unos pasos, por alguna razón no me gustó su reacción para con aquella mujer, tampoco entendí muy bien por qué hice eso pero no deseaba una enemiga vampiro contra nosotros.
-Sasha, cálmate- reproché a mi hermano. -gracias señorita por vuestro ofrecimiento, pero no os preocupéis, aún podemos mantenernos y permitirnos comprar un pastel, es muy amable por su parte, pero no me parece correcto aceptarlo- dije con la intención de disculpar la acción de mi hermano, quien me miraba anonadado y sin entender por qué lo contradecía de aquella manera siendo que tratábamos con un vampiro, un ser que según las leyendas se alimentaban de la sangre de los hombres.
Me tendió la mano y me así de ella, aun que al mismo tiempo Sasha corrió hasta mi para ayudarme, me levanté torpemente sin apartar los ojos de aquella mujer que me tenía embelesada.
Sacó una bolsita de cuero y agitó para escuchar su contenido, se trataba de monedas, me dejó atontada aquel hecho.
-Compraos un pastel de chocolate .-dijo casi como ordenándolo.- Dicen que endulza la sangre. Y a tu hermano le hace falta, tiene un carácter horrible- hice un amago de sonreír pero no me pareció lo correcto, primeramente por respeto a mi hermano, quien en un ataque de rabia se apresuró hasta la mano de la chica cogiendo su bolsa de cuero lanzándola de nuevo hacia ella.
- Te creerás que tú eres más amable y alegre que yo. No aceptamos limosnas.- gruñó este mirándola con ira, yo puse una mano en el pecho de Sasha pidiéndole que retrocediera unos pasos, por alguna razón no me gustó su reacción para con aquella mujer, tampoco entendí muy bien por qué hice eso pero no deseaba una enemiga vampiro contra nosotros.
-Sasha, cálmate- reproché a mi hermano. -gracias señorita por vuestro ofrecimiento, pero no os preocupéis, aún podemos mantenernos y permitirnos comprar un pastel, es muy amable por su parte, pero no me parece correcto aceptarlo- dije con la intención de disculpar la acción de mi hermano, quien me miraba anonadado y sin entender por qué lo contradecía de aquella manera siendo que tratábamos con un vampiro, un ser que según las leyendas se alimentaban de la sangre de los hombres.
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Re: El poder de la sangre [Nadezhda, Aleksandr]
Eris cogió de nuevo la bolsa que le devolvía Sasha y la apretó en sus delgados y pálidos dedos, soltando por entre sus labios un sonido parecido a un gruñido. ¿Quién le había pedido su opinión a aquel estúpido lobo entrometido? Parecía una irónica casualidad que la única humana que le había llamado la atención tuviese un irritante hermano licántropo, pero así era, y si quería, algún día, beber la sangre de Nadezhda bajo su propio consentimiento, tendría que aceptar a Sasha. Con el ceño suavemente fruncido, la vampiresa se giró hacia el chico, enfrentándose a él.
-No es limosna si no se da gratuitamente.-Replicó ella, en tono cortante y ácido, y por supuesto se cuidó mucho de no mencionar aquello que esperaba a cambio de su repentina generosidad. -Además, pequeño cachorrito, ¿te has parado a pensar que quizás la alimentación que le estás dando no es suficiente? Puedo oler la falta de nutrientes desde aquí.-Añadió, alzando ligeramente el labio superior en una mueca de desagrado.
Y en realidad no era cierto. Podía ver que Nadezhda estaba sana y que no parecía faltarle qué comer. Podía recriminarle muchas cosas al hombre-lobo, pero no podía criticar su forma de cuidar a su hermana. De ese modo, viendo que ambos hermanos no pensaban aceptar su dinero tan a la ligera, se guardó la bolsita entre sus ropajes de nuevo y se dirigió a Nadezhda.
-Si algún día necesitas algo que una vampiresa como yo pueda ofrecerte o te encuentras en un problema, podrás encontrarme fácilmente en el Hotel des Arenes. Allí es donde me hospedo.-Dijo, pronunciando despacio para que no se le escapara nada a la chica. Quería que entendiese todo lo que tenía que decir, pues era importante. Era la primera persona a la que le revelaba aquel detalle, ya que decírselo a otros vampiros habría sido un error descomunal. No tenía una relación demasiado estrecha con ellos.
Acto seguido miró a Sasha de reojo. No es que le gustase que él supiese dónde se ocultaba durante el día, pero estaba claro que confiar en la muchacha implicaba irremediablemente soportar también al licántropo. Sabiendo esto, Eris prefirió cubrirse las espaldas antes de que Sasha dijese algo.
-Y más te vale que no repliques nada al respecto, porque ambos sabemos que soy la única aquí que puede salir airosa de un combate con vampiros.-Dijo la vampiresa, acercándose a él.
-No es limosna si no se da gratuitamente.-Replicó ella, en tono cortante y ácido, y por supuesto se cuidó mucho de no mencionar aquello que esperaba a cambio de su repentina generosidad. -Además, pequeño cachorrito, ¿te has parado a pensar que quizás la alimentación que le estás dando no es suficiente? Puedo oler la falta de nutrientes desde aquí.-Añadió, alzando ligeramente el labio superior en una mueca de desagrado.
Y en realidad no era cierto. Podía ver que Nadezhda estaba sana y que no parecía faltarle qué comer. Podía recriminarle muchas cosas al hombre-lobo, pero no podía criticar su forma de cuidar a su hermana. De ese modo, viendo que ambos hermanos no pensaban aceptar su dinero tan a la ligera, se guardó la bolsita entre sus ropajes de nuevo y se dirigió a Nadezhda.
-Si algún día necesitas algo que una vampiresa como yo pueda ofrecerte o te encuentras en un problema, podrás encontrarme fácilmente en el Hotel des Arenes. Allí es donde me hospedo.-Dijo, pronunciando despacio para que no se le escapara nada a la chica. Quería que entendiese todo lo que tenía que decir, pues era importante. Era la primera persona a la que le revelaba aquel detalle, ya que decírselo a otros vampiros habría sido un error descomunal. No tenía una relación demasiado estrecha con ellos.
Acto seguido miró a Sasha de reojo. No es que le gustase que él supiese dónde se ocultaba durante el día, pero estaba claro que confiar en la muchacha implicaba irremediablemente soportar también al licántropo. Sabiendo esto, Eris prefirió cubrirse las espaldas antes de que Sasha dijese algo.
-Y más te vale que no repliques nada al respecto, porque ambos sabemos que soy la única aquí que puede salir airosa de un combate con vampiros.-Dijo la vampiresa, acercándose a él.
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Re: El poder de la sangre [Nadezhda, Aleksandr]
Tras aquel gruñido, Nade puso una mano sobre mi pecho, haciendome retroceder un par de pasos. No entendí su reacción ¿por qué defendía a aquella mujer?
-Sasha, cálmate.- su voz sonó casi como un reproche, ¿qué demonios estaba pasando?. -Gracias señorita por vuestro ofrecimiento, pero no os preocupéis, aún podemos mantenernos y permitirnos comprar un pastel, es muy amable por su parte, pero no me parece correcto aceptarlo.- ¡¿y ahora se disculpaba por mí?! Sentí que me chirriaban los dientes de tan fuerte que los apretaba.
Para colmo, la vampiresa, tras coger la bolsa de cuero en sus manos y gruñir apretándola, se giró hacia mi, con intención de hacerme frente.
-No es limosna si no se da gratuitamente.- dijo en tono cortante, logrando que mi mandíbula llegara a doler de tan fuerte que apretaba los dientes. -Además, pequeño cachorrito, ¿te has parado a pensar que quizás la alimentación que le estás dando no es suficiente? Puedo oler la falta de nutrientes desde aquí.- finalizó, alzando el labio superior como mueca de asco.
Estuve por gritar, ¡lograba sacarme de mis casillas!
-Si algún día necesitas algo que una vampiresa como yo pueda ofrecerte o te encuentras en un problema, podrás encontrarme fácilmente en el Hotel des Arenes. Allí es donde me hospedo..- continuó, haciendo caso omiso al hecho de que cada vez me irritaba más y mis puños comenzaba a apretarse. Luego se dignó a mirarme, de reojo, como si estuviera retándome. -Y más te vale que no repliques nada al respecto, porque ambos sabemos que soy la única aquí que puede salir airosa de un combate con vampiros..- dijo, y acto seguido, se acercó a mí. Ahora sí sentía que me estaba retando.
Me habría dejado llevar por la furia que llevaba dentro, pero tenía razón, no acabaría bien parado. Así que opté por la opción má razonable, aunque también la más cobarde.
Sin mediar palabra, tomé la mano de Nade con fuerza, haciendo que se levantara, y tiré de ella, alejándonos así de aquella joven. Me sentía un completo cobarde por hacer aquello, ¿pero qué más podía hacer? Gruñí, y seguí con el camino de vuelta a casa, tirando de Nade tras de mí.
-Sasha, cálmate.- su voz sonó casi como un reproche, ¿qué demonios estaba pasando?. -Gracias señorita por vuestro ofrecimiento, pero no os preocupéis, aún podemos mantenernos y permitirnos comprar un pastel, es muy amable por su parte, pero no me parece correcto aceptarlo.- ¡¿y ahora se disculpaba por mí?! Sentí que me chirriaban los dientes de tan fuerte que los apretaba.
Para colmo, la vampiresa, tras coger la bolsa de cuero en sus manos y gruñir apretándola, se giró hacia mi, con intención de hacerme frente.
-No es limosna si no se da gratuitamente.- dijo en tono cortante, logrando que mi mandíbula llegara a doler de tan fuerte que apretaba los dientes. -Además, pequeño cachorrito, ¿te has parado a pensar que quizás la alimentación que le estás dando no es suficiente? Puedo oler la falta de nutrientes desde aquí.- finalizó, alzando el labio superior como mueca de asco.
Estuve por gritar, ¡lograba sacarme de mis casillas!
-Si algún día necesitas algo que una vampiresa como yo pueda ofrecerte o te encuentras en un problema, podrás encontrarme fácilmente en el Hotel des Arenes. Allí es donde me hospedo..- continuó, haciendo caso omiso al hecho de que cada vez me irritaba más y mis puños comenzaba a apretarse. Luego se dignó a mirarme, de reojo, como si estuviera retándome. -Y más te vale que no repliques nada al respecto, porque ambos sabemos que soy la única aquí que puede salir airosa de un combate con vampiros..- dijo, y acto seguido, se acercó a mí. Ahora sí sentía que me estaba retando.
Me habría dejado llevar por la furia que llevaba dentro, pero tenía razón, no acabaría bien parado. Así que opté por la opción má razonable, aunque también la más cobarde.
Sin mediar palabra, tomé la mano de Nade con fuerza, haciendo que se levantara, y tiré de ella, alejándonos así de aquella joven. Me sentía un completo cobarde por hacer aquello, ¿pero qué más podía hacer? Gruñí, y seguí con el camino de vuelta a casa, tirando de Nade tras de mí.
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