AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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L'imagination { Privado }
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L'imagination { Privado }
{ No necesariamente el mundo que conoces es el único, basta con cerrar los ojos, abrirlos, cerrarlos...para encontrarte en otros mundos, No necesariamente debes glorificar el mundo que ves, sino, conservar los recuerdos de los otros mundos que has visto para apreciar el suelo que pisas }
- Respiró, cerró los ojos una vez más mientras se sonreía irónicamente de buen humor, llevaba unos días en los que nadie sabía como poder animarle en especial aquellos gitanos a los que habia conseguido decir todo lo que pensaba, el trabajo, el poco dinero, el frío, la poca ropa...el otoño, su época favorita se estaba convirtiendo por casualidad en la más dura de todas sin querer imaginar como llegaría el invierno; Un amigo suyo le reclamó que porqué no habia ido a darse una vuelta, algo que le animase, solo se habia reído sin querer decir o reclamar que no necesitaba ningún viaje por ahora.
Así que, ¿que estaba haciendo parado allí? era sencillo, oler, no no era una especie de perro que olia todo lo que habia por delante, pero lo que sí olía era por ejemplo los perfumes de las damas que se mezclaban con el aire, las hojas que caían, consiguiendo que una sonrisa acariciase sus labios, si, era cierto que las clases bajas con cualquier cosa estaban contentos porque no abian conocido el placer del dinero, él, solo necesitaba dinero para vivir aunque no negaria que le gustaría alguno más...colocó las manos en la banqueta de mal estado en la que se estaba sentando, incluso le ponia de buen humor los sonidos suaves de aquella banqueta que muchos evaderían, estaba cerca del humo, de las personas, de los golpes, pero eso, parecia ser el pan de dia día, a excepción de aquel humo que le hizo volver a respirar una y dos veces-
Mh...
-Suspiró, sus rodillas se estaban llenando de hojas secas que navegaban por doquier de las ramas de un arbol, hermoso, un paisaje hermoso que continuó asi hasta el atardecer, muchos hombres estaban abrigados con sus chaquetas y sus trajes, las mujeres con vestidos mas propios del invierno y las más pobres con chales o abrigos que se podían permitir, no, no se habia ido de viaje como seguro estarian pensando sus amigos cuando Lionel les dijo que iria a la estación, pero ahora estaba viajando con los sentidos y lo que es mejor, era un placer gratuito e inigualable-
- Respiró, cerró los ojos una vez más mientras se sonreía irónicamente de buen humor, llevaba unos días en los que nadie sabía como poder animarle en especial aquellos gitanos a los que habia conseguido decir todo lo que pensaba, el trabajo, el poco dinero, el frío, la poca ropa...el otoño, su época favorita se estaba convirtiendo por casualidad en la más dura de todas sin querer imaginar como llegaría el invierno; Un amigo suyo le reclamó que porqué no habia ido a darse una vuelta, algo que le animase, solo se habia reído sin querer decir o reclamar que no necesitaba ningún viaje por ahora.
Así que, ¿que estaba haciendo parado allí? era sencillo, oler, no no era una especie de perro que olia todo lo que habia por delante, pero lo que sí olía era por ejemplo los perfumes de las damas que se mezclaban con el aire, las hojas que caían, consiguiendo que una sonrisa acariciase sus labios, si, era cierto que las clases bajas con cualquier cosa estaban contentos porque no abian conocido el placer del dinero, él, solo necesitaba dinero para vivir aunque no negaria que le gustaría alguno más...colocó las manos en la banqueta de mal estado en la que se estaba sentando, incluso le ponia de buen humor los sonidos suaves de aquella banqueta que muchos evaderían, estaba cerca del humo, de las personas, de los golpes, pero eso, parecia ser el pan de dia día, a excepción de aquel humo que le hizo volver a respirar una y dos veces-
Mh...
-Suspiró, sus rodillas se estaban llenando de hojas secas que navegaban por doquier de las ramas de un arbol, hermoso, un paisaje hermoso que continuó asi hasta el atardecer, muchos hombres estaban abrigados con sus chaquetas y sus trajes, las mujeres con vestidos mas propios del invierno y las más pobres con chales o abrigos que se podían permitir, no, no se habia ido de viaje como seguro estarian pensando sus amigos cuando Lionel les dijo que iria a la estación, pero ahora estaba viajando con los sentidos y lo que es mejor, era un placer gratuito e inigualable-
Lionel D'Maine- Gitano
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Fecha de inscripción : 14/09/2010
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Re: L'imagination { Privado }
El anochecer alcanzó con puntualidad el cielo, quizás incluso con cierta prisa, manteniendo el creciente cambio horario otoñal. La oscuridad había precedido la suave brisa que se levantaría para acariciar la ilustrada ciudad de París, convirtiendo la placidez de la roja tarde en una fría y oscura noche que buscaba relajar los sentidos, e incluso para algunos, crisparlos. Perbidius el Inmortal había abandonado su refugio con una cierta sensación de placidez. Sus ambiciones se materializaban con progresiva sencillez, sin forzarlas ni apresurarse, dejando que fluyera el cauce de su destino con lentitud y firmeza.
En ese alarde de abstracción sus pasos habían tomado los callejones de París, allí se había saciado con discreción, tomando a su víctima por sorpresa sin que llegara a verle, y posteriormente dejándola inconsciente en un rincón apartado, sin llegar a matarla, cosa que por otro lado hubiera sido innecesaria.
Con el sabor de la sangre en sus labios, y con la bestia contenida en su interior tras haberse saciado, llegaría con porte elegante a la estación de ferrocarriles, valiendo un golpe de bastón sobre el suelo a cada dos pasos, apoyándose en el mismo solo por mera estética. Había dejado el sombrero de copa en casa, y por ello la brisa le turbaba en cierto grado el concreto de su peinado, desorganizando con cierta naturalidad su oscuro cabello. Las suelas de sus botas oscuras resonaban, pisando piedra y hojas caducas. Su mirada parecía devorar el horizonte, indiferente a todo cuando acontecía a su alrededor.
Se podría decir que cuanto más movimiento era capaz de captar, menos le transmitía este, tal si estuviera buscando un cuadro, una imagen, una fotografía que captar y que le transmitiera la esencia de esa noche relajada y misteriosa. Y para su mayor asombro, fue allí donde la encontró. Ninguna de las figuras en movimiento le llamaría la atención, y mucho menos lo conseguirían las conversaciones ocasionales que pudieran escucharse. Tan solo una figura humilde y joven, una que captaba el sentido nocturno del momento con multitud de hojas otoñales a su alrededor, posiblemente removidas por la suave brisa parisina.
Sin cambiar en absoluto su inexpresividad, aunque con una punzada interior de éxito, sus pasos se encaminaron con sutileza hacia el joven desconocido, uno tras otro en tanto que contemplaba en silencio la placidez de aquél hombre que nunca antes había visto. Había alzado el bastón, tomándolo en el aire para que no hiciera ruido alguno, dejando que su avance paciente fuera la única señal de saludo, y sus cabellos, al ritmo del viento, siguieran el movimiento de su oscuro manto ondeante, anudado al cuello por un broche de plata.
Sin más quedó a un lado, buscando no proyectar sombra sobre su figura, o molestar su más próxima intimidad, con cierto cuidado su voz susurró, dispuesto a hablar a aquella obra viviente tras haberla observado durante largos minutos. – Sois una majestuosa interpretación del otoño…
En ese alarde de abstracción sus pasos habían tomado los callejones de París, allí se había saciado con discreción, tomando a su víctima por sorpresa sin que llegara a verle, y posteriormente dejándola inconsciente en un rincón apartado, sin llegar a matarla, cosa que por otro lado hubiera sido innecesaria.
Con el sabor de la sangre en sus labios, y con la bestia contenida en su interior tras haberse saciado, llegaría con porte elegante a la estación de ferrocarriles, valiendo un golpe de bastón sobre el suelo a cada dos pasos, apoyándose en el mismo solo por mera estética. Había dejado el sombrero de copa en casa, y por ello la brisa le turbaba en cierto grado el concreto de su peinado, desorganizando con cierta naturalidad su oscuro cabello. Las suelas de sus botas oscuras resonaban, pisando piedra y hojas caducas. Su mirada parecía devorar el horizonte, indiferente a todo cuando acontecía a su alrededor.
Se podría decir que cuanto más movimiento era capaz de captar, menos le transmitía este, tal si estuviera buscando un cuadro, una imagen, una fotografía que captar y que le transmitiera la esencia de esa noche relajada y misteriosa. Y para su mayor asombro, fue allí donde la encontró. Ninguna de las figuras en movimiento le llamaría la atención, y mucho menos lo conseguirían las conversaciones ocasionales que pudieran escucharse. Tan solo una figura humilde y joven, una que captaba el sentido nocturno del momento con multitud de hojas otoñales a su alrededor, posiblemente removidas por la suave brisa parisina.
Sin cambiar en absoluto su inexpresividad, aunque con una punzada interior de éxito, sus pasos se encaminaron con sutileza hacia el joven desconocido, uno tras otro en tanto que contemplaba en silencio la placidez de aquél hombre que nunca antes había visto. Había alzado el bastón, tomándolo en el aire para que no hiciera ruido alguno, dejando que su avance paciente fuera la única señal de saludo, y sus cabellos, al ritmo del viento, siguieran el movimiento de su oscuro manto ondeante, anudado al cuello por un broche de plata.
Sin más quedó a un lado, buscando no proyectar sombra sobre su figura, o molestar su más próxima intimidad, con cierto cuidado su voz susurró, dispuesto a hablar a aquella obra viviente tras haberla observado durante largos minutos. – Sois una majestuosa interpretación del otoño…
Perbidius- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 27/09/2010
Re: L'imagination { Privado }
- Siempre se había dicho que el ser humano poseía una visión periférica del mundo en especial aquellos que poseían una buena vista, lo que quería decir que el simple hecho de mirar hacia el frente no solo garantizaba que vieses lo que habia delante tuyo sino que también podías observar tu alrededor. Aquella visión periférica quizás habia sido el simple comienzo para él, para que notase la figura de alguien que se acercaba tan lento como pacífico. Al comienzo no movió su rostro sino que permaneció "impasible", era como aquel niño que sabía que su padre estaba detrás y aunque estuviera haciendo otras cosas nunca olvidaba la presencia que estaba detrás suya, así parecía Lionel, observando los monstruos de vapor que acechaban a los humanos insinuandose esclavos, más, esclavos que conocen de su poder y aun así siguen hechando humo de sus almas.
Cuando aquella figura estuvo cerca permaneció tranquilo, incluso se sorprendió a si mismo en no intentar ladear el rostro y buscar alguna respuesta, escuchó su voz acto seguido ladeando al fín el rostro, mientras las hojas caían entre ambos como una barrera secundaria, una hoja, otra y luego el silencio observando a aquel hombre que le había hablado, pasaron unos segundos en los que la pupila del orbe derecho se dilató escondiéndose por suerte en las hebras que se movían como marionetas por el viento, sonrió, tardó en hacerlo mientras observaba los orbes ajenos y disimulado se permitía alguna que otra mirada al porte elegante que poseía.
¿Interpretación del invierno? en cualquier otro momento se abría reído golpeando sus rodillas mientras intentaba que todo pareciese una broma, más, el rostro que ahora mismo tenia en frente decía que no, no se dedicaba a tomar el pelo a los humanos en especial con aquel aura que lo estaba envolviendo, aura, que era capaz de bloquear al aire de forma parsimoniosa, quedo unos momentos en silencio, si, posiblemente quedaría como alguien que no era demasiado inteligente siendo entonces el pensamiento ajeno "las clases bajas, nunca fueron inteligentes" abrió un segundo los labios con una sonrisa plácida en él-
Creo que el otoño en sí...es una interpretación más majestuosa que lo que simple servidor pudiese llegar a ser
-Automáticamente se levantó, colocando las manos en sus ropas en especial los pantalones volviendo a sacudirse un poco el polvo, sus cabellos al ser largos parecían indecisos acariciando su espalda, sus hombros tanto el derecho como el izquierdo con un matiz hiperactivo ya que parecían no dejar de moverse, sonriendo se inclinó hacia delante, nunca habia tiempo para presentaciones pero siempre habia lugar para los saludos respetuosos, sentia aquella sensacion de incomodidad inicial debido a la raza aún desconocida del hombre que tenía en frente, una vez erguido se sonrió negando, volviendo a mirarle a los ojos. Sin duda, era único, habia visto muchos hombres ricos en esa estación con el pecho orgulloso andando tan firme que hasta el sonido ridiculo de sus pasos se escuchaba, lo que le habia sorprendido en cierto modo-
¿Quiere tomar asiento? verá que el paisaje aunque no lo crea, es hermoso
-colocó las manos en el banco, tomando entre sus manos algunas hojas, volviendo a sentarse tras emitir un suspiro, el paisaje, los trenes llegar y venir, los arboles que se mecían con vaivenes desesperados de protagonismo dejando caer sus lágrimas en forma de hojas, quedando desnudos a la friolenta época que estaba por emerger, se veía tonto...decir a alguien que observase aquel simple paisaje como si en verdad fueran los bosques o parques de alemania, de cualqueir naturaleza, no se trataba sino de una visión hermosa por las creaciones, las caras sorprendidas de los viajeros, ¡ah! que soñador, que soñador acababa volviendose-
Cuando aquella figura estuvo cerca permaneció tranquilo, incluso se sorprendió a si mismo en no intentar ladear el rostro y buscar alguna respuesta, escuchó su voz acto seguido ladeando al fín el rostro, mientras las hojas caían entre ambos como una barrera secundaria, una hoja, otra y luego el silencio observando a aquel hombre que le había hablado, pasaron unos segundos en los que la pupila del orbe derecho se dilató escondiéndose por suerte en las hebras que se movían como marionetas por el viento, sonrió, tardó en hacerlo mientras observaba los orbes ajenos y disimulado se permitía alguna que otra mirada al porte elegante que poseía.
¿Interpretación del invierno? en cualquier otro momento se abría reído golpeando sus rodillas mientras intentaba que todo pareciese una broma, más, el rostro que ahora mismo tenia en frente decía que no, no se dedicaba a tomar el pelo a los humanos en especial con aquel aura que lo estaba envolviendo, aura, que era capaz de bloquear al aire de forma parsimoniosa, quedo unos momentos en silencio, si, posiblemente quedaría como alguien que no era demasiado inteligente siendo entonces el pensamiento ajeno "las clases bajas, nunca fueron inteligentes" abrió un segundo los labios con una sonrisa plácida en él-
Creo que el otoño en sí...es una interpretación más majestuosa que lo que simple servidor pudiese llegar a ser
-Automáticamente se levantó, colocando las manos en sus ropas en especial los pantalones volviendo a sacudirse un poco el polvo, sus cabellos al ser largos parecían indecisos acariciando su espalda, sus hombros tanto el derecho como el izquierdo con un matiz hiperactivo ya que parecían no dejar de moverse, sonriendo se inclinó hacia delante, nunca habia tiempo para presentaciones pero siempre habia lugar para los saludos respetuosos, sentia aquella sensacion de incomodidad inicial debido a la raza aún desconocida del hombre que tenía en frente, una vez erguido se sonrió negando, volviendo a mirarle a los ojos. Sin duda, era único, habia visto muchos hombres ricos en esa estación con el pecho orgulloso andando tan firme que hasta el sonido ridiculo de sus pasos se escuchaba, lo que le habia sorprendido en cierto modo-
¿Quiere tomar asiento? verá que el paisaje aunque no lo crea, es hermoso
-colocó las manos en el banco, tomando entre sus manos algunas hojas, volviendo a sentarse tras emitir un suspiro, el paisaje, los trenes llegar y venir, los arboles que se mecían con vaivenes desesperados de protagonismo dejando caer sus lágrimas en forma de hojas, quedando desnudos a la friolenta época que estaba por emerger, se veía tonto...decir a alguien que observase aquel simple paisaje como si en verdad fueran los bosques o parques de alemania, de cualqueir naturaleza, no se trataba sino de una visión hermosa por las creaciones, las caras sorprendidas de los viajeros, ¡ah! que soñador, que soñador acababa volviendose-
Lionel D'Maine- Gitano
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Re: L'imagination { Privado }
La naturaleza serena y sosegada del joven le había complacido hasta un grado que no hubiera esperado de su azarosa elección. No podía negar que aquél joven poseía algo especial, una esencia que le trasladaba a tiempos pasados y vivencias cuasi extintas de su mente. Durante unos segundos no pudo evitar ofrecerle una sonrisa que parecía felicitar al varón por una interpretación magistral, sin embargo esta terminó disuadiéndose al poco para enarcar ambas cejas, volviendo la mirada a los vagones y a los viandantes, permaneciendo al lado de la figura paciente, Lionel.
En tanto que la sugerencia del joven llegaba al inmortal, este prefería quedarse de pié, siendo esta una respuesta silenciosa pero en ningún momento ofendida, siendo tradición o quizás costumbre por parte del vampiro, no sentarse de determinadas formas o en según qué sitios. Y pese a que sus pasos le habían guiado hasta el joven para conocer su melancolía, desde su perspectiva intentaba buscar su visión, agudizando la mirada para ver más allá del tiempo y la banalidad de la gente. El inmortal tenía una eternidad, a diferencia de Lionel, y sin embargo este último había tenido la paciencia de sentarse y descubrir el secreto, el misterio de una simple estación de ferrocarriles en otoño.
Sus orbes celestes volvieron al suelo con lentitud, contemplando las hojas para finalmente volver a los cabellos oscuros del bello gitano, entrecerrando los párpados. Su atención siguió el curso de su pelo para, antes de que este terminara, retornar al rostro del joven con una expresión fría, sin amenaza. – Vuestra humildad es tan solo una pátina más, un trazo de pincel que contempla la obra que representáis.- Su voz sonó suave y cercana, sin necesidad de alzar el tono, y al mismo tiempo sin quererlo, debido a la extraña trascendencia que había tomado el lugar de un modo tan simple y humano.
Retornó su rostro hacia la estación, acariciando su bastón con lentitud para alzar posteriormente la mirada hacia arriba, encontrando la fuente de los árboles, quiénes desde sus copas respondían a la cercanía del invierno, rindiéndole pleitesía, desprendiéndose de su hermosa gloria caduca. Y manteniendo su atención en la lenta y goteante lluvia de hojas anaranjadas, se propuso a conocer al individuo que le había permitido pararse en aquél lugar, incitándole a abstraerse unos segundos de sus planes y su mente mecánica.
- Y pese a que le representéis de un modo tan hermoso, vos no sois el otoño. Por ello, ¿quién sois?-. Su rostro descendió lentamente hasta el joven, llevándose la izquierda a la frente para ajustar la oscura ala de su sombrero de copa con gesto elegante, proyectando un halo sombrío a su rostro.
En tanto que la sugerencia del joven llegaba al inmortal, este prefería quedarse de pié, siendo esta una respuesta silenciosa pero en ningún momento ofendida, siendo tradición o quizás costumbre por parte del vampiro, no sentarse de determinadas formas o en según qué sitios. Y pese a que sus pasos le habían guiado hasta el joven para conocer su melancolía, desde su perspectiva intentaba buscar su visión, agudizando la mirada para ver más allá del tiempo y la banalidad de la gente. El inmortal tenía una eternidad, a diferencia de Lionel, y sin embargo este último había tenido la paciencia de sentarse y descubrir el secreto, el misterio de una simple estación de ferrocarriles en otoño.
Sus orbes celestes volvieron al suelo con lentitud, contemplando las hojas para finalmente volver a los cabellos oscuros del bello gitano, entrecerrando los párpados. Su atención siguió el curso de su pelo para, antes de que este terminara, retornar al rostro del joven con una expresión fría, sin amenaza. – Vuestra humildad es tan solo una pátina más, un trazo de pincel que contempla la obra que representáis.- Su voz sonó suave y cercana, sin necesidad de alzar el tono, y al mismo tiempo sin quererlo, debido a la extraña trascendencia que había tomado el lugar de un modo tan simple y humano.
Retornó su rostro hacia la estación, acariciando su bastón con lentitud para alzar posteriormente la mirada hacia arriba, encontrando la fuente de los árboles, quiénes desde sus copas respondían a la cercanía del invierno, rindiéndole pleitesía, desprendiéndose de su hermosa gloria caduca. Y manteniendo su atención en la lenta y goteante lluvia de hojas anaranjadas, se propuso a conocer al individuo que le había permitido pararse en aquél lugar, incitándole a abstraerse unos segundos de sus planes y su mente mecánica.
- Y pese a que le representéis de un modo tan hermoso, vos no sois el otoño. Por ello, ¿quién sois?-. Su rostro descendió lentamente hasta el joven, llevándose la izquierda a la frente para ajustar la oscura ala de su sombrero de copa con gesto elegante, proyectando un halo sombrío a su rostro.
Perbidius- Vampiro Clase Media
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Re: L'imagination { Privado }
-Silencioso, elegante, era la mezcla misteriosa de aquel hombre que habia decidido observarle de aquella manera, pero poseía algo que atraía la calma de Lionel pues en algun momento se hubiera sentido nervioso en especial cuando alguien le miraba, sin embargo, el silencio, el respeto indiferente que flotaba inconsciente alrededor de ambos era lo que le había hecho sentir calmado depositando lejos toda aquella incomodad que al principio habia tenido, era normal, observando tan maña aura que era capaz de cegar a las otras { sobre todo las humanas }. Hacía tanto tiempo que no habia estado en compañía de alguien silencioso que irónicamente se le había olvidado como actuar de forma adecuada, si, era una tonteria una mera formalidad como iniciar una conversación interesante. Toda su mente se había vuelto del color de la nada.
Era normal cuando vivías al lado de las personas más ruidosas de la tierra, por ejemplo los gitanos más jovenes que solían estar en cada momento hablando o exponiendo sus pensamientos en alto. Suspiraba dejando las manos automáticamente en sus bolsillos por unos segundos, no buscaba ninguna señal de tabaco sino de aquellas monedas de plata que habían acariciado su piel, no era por ser avaricioso pero se habia vuelto una clara monotonía de pobre, ver si aún seguía allí el dinero. Pero para Lionel también era símbolo de exponer sus pensamientos claramente, de centrarse en un punto solamente. Fué cuando de nuevo una sonrisa acarició la comisura de sus labios ante la nueva frase que había expresado-
Me halagáis en exceso me temo, incluso creo poder decepcionaros...aún así, os agradezco esas palabras que como podeis ver me han dejado callado.
-¿Cómo podías responder ante aquellas palabras? Muchas veces te decías que era por el tono de voz que te instaba a sumergirte en una respuesta, pero aquella frase era todo lo contrario, respetuosa sin ser demasiado grotesca o como muchos decían una frase que era inusual. No sabía contestarla, lo admitía y no deseaba tampoco quedar en ridiculo por contestar cualquier ebrio pensamiento que rozase su mente. Se hubiera reído si hubiera podido que aquel hombre no se habia sentado a su lado sino que permanecía de pie sumándose a aquel hecho que cuando Lionel dirigió su mirada hacía él, el desconocido habia ladeado el rostro suavemente.
Aprovechó entonces para admirar su figura, poseía lo que cualquiera podría observar, atracción, misterio, una persona a la cual quisieras acercarse pero nunca en exceso, quizás, el también sabía que las personas no se acercarían demasiado a él ¿quien sabe? Lo único que podía estar seguro Lionel era de que habia estado sometido a una extraña comodidad, como si un pensamiento le dijera “no debes de temer delante de él” pero aunque no temia, su interior estaba siempre en guardía instintivamente, sin que ni el propio dueño del cuerpo pudiera interferir en aquella inseguridad interna-
Una buena manera de preguntar mi nombre
-Susurró sin esconder aquel interés de aquella expresión así como una sonrisa pícara que habia amenazado con aparecer en su rostro, de nuevo, se levantó, situando su cuerpo enfrente del hombre admirando por ultima vez su exterior. Se inclinó con respeto de manera que algunos mechones de su cabello habian acariciado sus hombros cuando navegaron cual vagabundos por sus espalda. Se incorporó con una sonrisa en sus labios-
Lionel D'Maine. Para servirle.
-No era un nombre muy común en especial parisino, por lo que sus orígenes con aquel nombre quedaban refugiados al desconocido olvido. Prefería de ese modo, que el hombre liderase la conversación, no intentaba ser demasiado aburrido pero no podía evitar tener un sentido de formalidad ante él, al menos, hasta que no le conociera un poco más no podía ser él mismo, decir las frases absurdas que decías...al menos no, hasta que no escuchase su nombre-
Era normal cuando vivías al lado de las personas más ruidosas de la tierra, por ejemplo los gitanos más jovenes que solían estar en cada momento hablando o exponiendo sus pensamientos en alto. Suspiraba dejando las manos automáticamente en sus bolsillos por unos segundos, no buscaba ninguna señal de tabaco sino de aquellas monedas de plata que habían acariciado su piel, no era por ser avaricioso pero se habia vuelto una clara monotonía de pobre, ver si aún seguía allí el dinero. Pero para Lionel también era símbolo de exponer sus pensamientos claramente, de centrarse en un punto solamente. Fué cuando de nuevo una sonrisa acarició la comisura de sus labios ante la nueva frase que había expresado-
Me halagáis en exceso me temo, incluso creo poder decepcionaros...aún así, os agradezco esas palabras que como podeis ver me han dejado callado.
-¿Cómo podías responder ante aquellas palabras? Muchas veces te decías que era por el tono de voz que te instaba a sumergirte en una respuesta, pero aquella frase era todo lo contrario, respetuosa sin ser demasiado grotesca o como muchos decían una frase que era inusual. No sabía contestarla, lo admitía y no deseaba tampoco quedar en ridiculo por contestar cualquier ebrio pensamiento que rozase su mente. Se hubiera reído si hubiera podido que aquel hombre no se habia sentado a su lado sino que permanecía de pie sumándose a aquel hecho que cuando Lionel dirigió su mirada hacía él, el desconocido habia ladeado el rostro suavemente.
Aprovechó entonces para admirar su figura, poseía lo que cualquiera podría observar, atracción, misterio, una persona a la cual quisieras acercarse pero nunca en exceso, quizás, el también sabía que las personas no se acercarían demasiado a él ¿quien sabe? Lo único que podía estar seguro Lionel era de que habia estado sometido a una extraña comodidad, como si un pensamiento le dijera “no debes de temer delante de él” pero aunque no temia, su interior estaba siempre en guardía instintivamente, sin que ni el propio dueño del cuerpo pudiera interferir en aquella inseguridad interna-
Una buena manera de preguntar mi nombre
-Susurró sin esconder aquel interés de aquella expresión así como una sonrisa pícara que habia amenazado con aparecer en su rostro, de nuevo, se levantó, situando su cuerpo enfrente del hombre admirando por ultima vez su exterior. Se inclinó con respeto de manera que algunos mechones de su cabello habian acariciado sus hombros cuando navegaron cual vagabundos por sus espalda. Se incorporó con una sonrisa en sus labios-
Lionel D'Maine. Para servirle.
-No era un nombre muy común en especial parisino, por lo que sus orígenes con aquel nombre quedaban refugiados al desconocido olvido. Prefería de ese modo, que el hombre liderase la conversación, no intentaba ser demasiado aburrido pero no podía evitar tener un sentido de formalidad ante él, al menos, hasta que no le conociera un poco más no podía ser él mismo, decir las frases absurdas que decías...al menos no, hasta que no escuchase su nombre-
Lionel D'Maine- Gitano
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