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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Naitiri Zahir Miér Sep 28, 2016 9:42 am

Habían pasado unas semanas desde la última vez que había visto a Haytham en aquella casa, lo que aconteció aquella noche fue algo que todavía perduraba en mí memoria. Había dos cosas diferentes de aquel recuerdo, una que me gustaba y otra… que me tenía confundida. Cuando acepté aquel trabajo lo hice pensando que quizás, aquel hombre, pudiera tener alguna esposa, algún hijo y pudiera estar incluso prometido. Pero a diario tenía que lidiar con hombres que rompían sus votos y en aquel lugar eran unas personas completamente diferentes… si seguí con el trabajo, aparte de que gracias a él iba a saldar mí deuda, era porque lo que hacía por él… no tenía nada que ver con el ámbito del sexo.

Parecía alguien aferrado a un recuerdo doloroso y del cual le costaba desprenderse, parecía un hombre atormentando por sus recuerdos y por la falta de una persona que, en cierto modo, quise ayudarle. Las noches que pasaba allí eran diferentes de lo que hubiera pensando que podría ser; tan sólo tenía que acicalarme el pelo, ponerme un perfume, una bata de seda preciosa y… dormir, velar el sueño de aquel hombre que al principio ni siquiera se acercaba y me tocaba, pero con el paso del tiempo comenzó a acercarse más y más, a acariciarme de forma suave hasta que finalmente me rodeaba con sus brazos y hundía su rostro en mi pelo.

Lo había visto muchas noches teniendo pesadillas, hablar en murmullos y moverse mientras soñaba y yo lo único que hacía para aliviarlo era acariciar su rostro de forma suave, al igual que su brazo, y comenzaba a calmarse hasta finalmente volver a dormir tranquilo. Notaba que se aferraba a mí, o más bien, a la persona que no podía dejar atrás como si fuera lo único que le calmara en la vida… así era cómo me sentía a su lado; como un bálsamo para él. Y no me importaba pasarme noches enteras vigilando su sueño y acariciando su rostro, apenas era un hombre de palabras que notaba que intimidaba a todo el mundo con la mirada… pero a mí no, no cuando era yo quien lo calmaba.

Quise hacer aquel trabajo porque a mí no me suponía nada dormir algunas con él y velar su sueño, muchas veces me había quedado durmiendo y me había despertado entre sus brazos, aferrándome con fuerza, y con su rostro escondido en mí pelo, respirando de forma tranquila y pausada. Me separaba de él todo lo suave que podía y abandonaba aquel lugar sin hacer ruido posible y sin que nadie me viera. Pero la última vez había sido muy diferente por varios motivos. Había sabido su nombre y, lejos de pasar la noche como las demás, aquel hombre se abrió de una forma a mí que jamás llegué a creer que podría pasar.

En sus ojos podía notar el deseo que surcaba su cuerpo y que posteriormente, como su bálsamo que era, yo apacigüé con mí cuerpo entregándome a él. Muchas habían sido las veces que quise tenerlo, besar esos labios que tanto me habían llamado la atención y perderme en él… pero jamás lo vi algo factible y que pudiera pasar, así que aquella noche cuando fue él quien dio el paso… me sorprendió. Por fin me vio a mí y no a la mujer que quería recordar, esa noche sentí que realmente se dio cuenta y se fijó en mí como Naitiri y no el fantasma de su pasado. Sí, su cuerpo buscó el mío de forma algo desesperada ante el deseo que lo consumía y yo disfruté de finalmente tenerlo para mí. Sentir que luego me envolvía entre sus brazos, de forma tranquila, me llenó a mí también de paz… hasta que todo cambió en cuestión de segundos.

Nunca llegué a pensar que Haytham podría tener a otra mujer en su vida, porque lo veía demasiado reticente a tocar a otras personas o a que le tocaran… parecía como una bestia enjaulada que saltaba con demasiada facilidad cuando lo hacían, y el huracán que entró por la puerta fue algo que me descolocó bastante. No supe la relación que podrían llevar pero había estado bajo el yugo de personas que me tenían como de su propiedad, y las palabras de ella más la forma en que lo trataba y su mirada… bastaban para decirme lo que pasaba. ¿Sería Haytham esclavo de aquella mujer y por eso lo mantenía todo en secreto? Cuando las personas se creían que eran tú dueño no soportaban que nadie tocara lo que fuera suyo.

Y quise decirle muchas cosas a aquella mujer, de alguna forma, devolverle los insultos pero ¿habría servido para algo? Claro que no, ver la tranquilidad con que él actuó fue algo chocante pero que consiguió salvar mí ropa. Su mirada decía mucho más de lo que podía expresar con palabras y me marché de allí, temiendo lo que pudiera pasarle por mí culpa. Todo este tiempo me sentí mal por él, no había vuelto a saber nada y esa vez fui yo quien decidió dar el paso. Localicé a los hombres que me colaban en aquella casa y les pedí que le entregaran aquel mensaje en forma de carta, que lo hicieran cuando lo vieran a él a solas ya que quizás si la veían con la otra mujer el mensaje ni siquiera llegara a sus manos.

La carta no decía mucho, no sabía muy bien todo lo que quería decirle y prefería hacerlo en persona, tenerlo delante de mí y comprobar que estaba bien, que por aquello su pago no había sido muy alto porque estaba claro que de aquello no iba a salir impune. Me pregunté quién era aquella mujer y por qué lo tenía a él de aquella forma cuando, parecía, que era un hombre libre. Simplemente lo citaba aquella noche, en una cafetería algo discreta y que pertenecía a mí amiga, que no estaba en el centro de la ciudad para hablar tranquilamente. Realmente estaba preocupada y el hecho de no saber nada de él me tenía aún más preocupada.

Miré hacía abajo donde tenía una taza de chocolate caliente entre mis manos, todavía se podía notar el frío de la noche y aquella taza calentaba mis manos, mientras esperaba a que se enfriara un poco y el chocolate no quemara tanto. Ni siquiera sabía si había recibido la nota, si le había llegado bien o si podía acudir a aquella citación. Verlo fuera de aquella casa iba a ser algo extraño para mí, sabía que era hombre de pocas palabras –apenas conmigo había hecho un par de frases que no fueran para darme alguna orden- pero quería quedarme tranquila, conocer un poco más de aquel hombre si es que me dejaba traspasar las barreras y los muros que se había impuesto frente a los demás. Tan sólo quería que me explicara qué había pasado… y conocerlo un poco más. Suspiré perdida entre aquellos pensamientos...


Última edición por Naitiri Zahir el Sáb Mar 04, 2017 12:33 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Haytham Cross Jue Sep 29, 2016 7:23 am

No sabía desde cuanto lo básico y sencillo de su vida se había truncado ahora lleno de complicaciones personales. Desde hacía diez años y desde que había iniciado aquella nueva vida, se había limitado a la servidumbre, por así llamarlo, no había más gusto que el del Señor Cavey, no había más problemas, que los que resolver para el Señor Cavey. Se había limitado y vivido por su trabajo a cambio de unas pequeñas migas de lo que fueron recuerdos.

El Señor Cavey era reminiscente en revelarle con totalidad los recuerdos del pasado. “La verdad puede ser más cruda… Te podría destruir en esa mente tan frágil que tiene”. En sus primeros años había pensado que todo aquello era para atarlo, mentiras y más mentiras, para que aquel sirviente no se marchase de aquella casa. Pero después de la muerte de su Amo, ahora comenzaba a sentir dudas sobre la veracidad de sus palabras, si sería cierto que era mejor dejar el pasado donde estaba y empezar a coger las riendas de su vida.
Con aquel giro de acontecimientos y cambiar en cierto modo su concepto sobre Valeria, parecía como si la vida le obligase a la fuerza a coger las riendas y como si necesitase ya saber aquella verdad fuese cual fuese, aunque le enloqueciese.

Valeria había dejado de ser la niña de 10 años que le tenía miedo, cuando aún portaba todas aquellas vendas, heridas y no era capaz de caminar por sí solo, ya no era la inocente, la temerosa, la dulce… Se había convertido en un ser caprichoso y cruel. En aquellos últimos días sintió el temor que de algún modo dañase a su habitual compañía nocturna, por celos y fantasías que solo creía por sí sola.

Y allí llegaron noticias de ella, sin previo aviso, en forma de nota. ¿Cómo había conseguido acceder a él? ¿Había sido descuidado? Lo cierto era que sí.

Caída de una noche de otoño que se tornaba con viento. Pronto supo el lugar del encuentro, pero bien alargado el camino para asegurarse que no lo seguía, ya que, en días posteriores al incidente, le había dado la sensación de que alguien le había estado siguiendo. Él era bueno en su trabajo, y eludir, ocultar y la discreción entraba dentro de su campo.

No sabía porque, pero quería volver a verla. Desde aquella noche una puerta abierta que en demasiados años no había sido desvelada. Sentir el deseo por otra mujer, o pensar en el mero sexo, había quedado fuera de sus prioridades y del gusto. Es más, por un momento pensó que después del accidente había perdido el cierto apetito y apetencia hacia el sexo débil.
Ella era la única que había conseguido que conciliará sus noches con paz, sin exigirle palabra o roce, y luego había sido comprensiva y paciente con respecto a sus desvelos.

Por fin llego al lugar citado, sentada en una de las mesas, un ademán de saludo con el rostro. El sombrero quitado a modo de cortesía, y sus ojos miel que le observaban.
Hombre de pocas palabras como siempre.

-¿Has tenido algun problema? -Habló por fin.
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Mensaje por Naitiri Zahir Sáb Oct 01, 2016 11:34 am

No sabía cuánto tiempo llevaba allí sentada en aquella silla, con el chocolate que ya estaba algo menos caliente y del cual podía comenzar a tomar ya que no quemaba, había llegado un poco antes de la hora citada y la espera se me estaba haciendo eterna. Más que nada porque ya había pasado un rato desde la hora en la que habíamos quedado y me debatía entre irme o quedarme un rato más. No tenía ninguna forma de saber si le había llegado la carta, si estaba bien, si podía venir si… realmente no sabía nada. Simplemente me había encargado de buscar a aquellos hombres que no fuera una tarea muy difícil, pues sabía perfectamente dónde buscarlos, entregarles aquella carta y esperar a que él la recibiera sin ningún incidente y percance.

Ni siquiera yo misma sabía por qué le había mandado aquella nota, o si lo sabía y en verdad no quería pensar en el motivo. Quizás lo mejor hubiera sido olvidarme de todo aquello, hacer como que aquellos meses jamás había pasado nada de aquello y seguir con mí vida… pero no podía hacerlo, algo dentro de mí me pedía a gritos que intentara hallar algo en aquel hombre. Suspiré mirando la taza que tenía entre mis manos, ¿intentar hallar algo? Seguramente aquello fuera como intentar apagar un volcán a punto de erupción… imposible. Como querer bajar las estrellas, cosas que solo se podían desear pero no se podían llegar a cumplir.

En los meses que había estado con aquel hombre jamás había intercambiado palabras más que para darme “órdenes”, nunca me había preguntado nada más allá ni se había interesado por mí… entonces, ¿por qué sentía que debía de hacerlo? Más allá de la preocupación existente por lo que aquella mujer pudiera hacerle no encontraba ni hallaba respuesta del por qué estaba haciendo. Quizás con mandarle aquella nota y que me hiciera saber que estaba bien debería de haber sido suficiente, al menos ese fue mí pensamiento cuando pensé en escribir aquella nota… sin embargo, lo que había salido escrito había sido otra cosa mucho más diferente. Lo había citado para verlo, y ahora me encontraba esperándolo.

Sabía que la parte curiosa que había en mi, esa que siempre me llevaba por caminos desconocidos con resultados inesperados, estaba a la espera de sacar más información de ese hombre. Había notado, en nuestro último encuentro, que había abierto una pequeña puerta a su interior… pero para darme cuenta de que, a pesar de las barreras y murallas que ponía desde fuera, tenía muchas más dentro. Y yo quería desentrañarlas todas, quería llegar de verdad al fondo de aquel hombre, porque notaba que podía llegar hasta él. El cambio que había tenido conmigo las últimas veces que había estado con él, especialmente la última, era algo que me animaba en cierta forma a querer descubrirlo. Aunque pensara que era una cruzada algo imposible, y que quizás, por mucho que yo intentara penetrar en sus barreras… jamás llegaría a conseguirlo.

Cogí la taza y la llevé a mis labios para dar un sorbo de aquel chocolate, estaba justo como a mí me gustaba, templado, en su punto justo. Cuando dejé la taza sobre la mesa y limpié mis labios del chocolate que había en ellos con la lengua levanté mí rostro y mis ojos se toparon con la figura que tenía delante. No me había dado cuenta de que estaba ahí parado ya que estaba más bien metida en mis pensamientos, no sabía desde hacía cuanto estaba ahí, pero mis ojos se encontraron de nuevo con los suyos. Verde contra miel. Verlo de aquella manera, fuera de aquella casa, era algo que me estaba resultando realmente extraño. Jamás pensé que podría llegar a verlo fuera de aquel lugar, ambos completamente vestidos, y sin la intención de pasar la noche juntos y quedarme a dormir como estaba acostumbrada a hacer cada vez que iba con él.

Lo observé de forma fija y me alegré de que hubiera acudido, pude ver que estaba bien y no había rastro alguno –al menos exteriorizado- de que le hubiera hecho algo aquella mujer, pero estaba convencida de que había pagado un precio por estar yo allí… y sabía que no era dinero precisamente. Ahora que lo tenía delante ni siquiera sabía por dónde debía de empezar, y su pregunta me hizo mirarlo de forma más fija durante unos segundos. Se me antojó adorable la preocupación y le sonreí de forma sincera y tranquilizadora, no queriendo que pensara que lo había citado porque algo me hubiera pasado a mí.


-Siéntate, por favor –pedí de forma suave esperando a que aquel hombre se sentara enfrente de mí y pidiera lo que quisiera tomar, si es que quería algo, mientras lo recorría con mis ojos. Seguía igual que siempre, con el pelo de aquella manera, sus ojos que me miraban ahora de forma algo diferente sintiendo que me veía a mí realmente, con aquella barba tan característica de él… me mordí el labio durante unos segundos, llevé mis manos de nuevo a la taza y las dejé ahí- Me alegra que hayas podido venir, no estaba convencida de que… vinieras –dado a que no le gustaba que le tocaran demasiado podía intuir que tampoco le gustaba estar demasiado con otras personas, así que aquello ya era un paso- Tranquilo, no ha pasado nada. Yo… quería saber que estabas bien. Me tenías preocupada al no saber nada de ti –preferí ser sincera, como siempre había sido, y decirle realmente por qué estaba allí- No te he citado porque me pase algo o tenga algún problema, estoy bien –los tenía pero no tenía nada que ver con lo que había pasado- Estaba preocupada y no he dejado de darle vueltas desde que me marché de aquella casa, quería saber que estabas bien y que aquella mujer no te hizo… daño –esto último lo susurré de forma leve, como si no quisiera decirlo en voz alta. Yo también había sido esclava y sabía lo que un “amo” podía hacer cuando se sentía traicionado por aquel que consideraba suyo- Haytham, yo… -me mordí el labio unos segundos y dejé de forma suave una de mis manos sobre una de las suyas- sólo quería saber que estabas bien, e intentar comprender que es lo que ha pasado, llegar a comprender lo que sucedió, aunque no sea la más indicada para pedírtelo –porque no iba a exigirle nada, eso sería que retrocediera y en este asunto quería que diera un paso hacia delante… pero que lo diera por él mismo. Si quería llegara él, debía de ir poco a poco... paso a paso. 
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Mensaje por Haytham Cross Vie Oct 07, 2016 5:43 am

Se le notó impaciencia y preocupación hacía su persona, o al menos sus gestos denotaban aquello. Sentimiento extraño en el interior del bruto, reconfortante e indescifrable, ya que no había conocido en mucho tiempo persona que posase sus ojos sobre él, como si de un ser humano con emociones se tratase.

Se acercaron para tomar nota, con un ademán él rechazo tomar algo, aquella noche no estaba para tomar nada, tenía el estomago y el gusto bien cerrados.

Sus manos sobre la mesa, una de ellas vendada, y otra un tanto magullada, gajes del oficio, podría decirse. Debía de haber tenido un día un ajetreado parecía un tanto cansado.

Ella finalizó de hablar y él no contesto enseguida, mientras lo hacía miraba a través del cristal, la escuchaba con toda su atención pero a la vez su gesto y ojos parecían distraídos por otros pensamientos.


-Se acerca tormenta... -Suspiró mirando como los toldos de otros cafés recogidos luchaban contra un viento que traía una noche gris.

Mirada tibia del verde y relajada, dirigida a su acompañante, y luego lo que pareció una tímida sonrisa en sus curvos labios.


-Me reconforta que te encuentres bien. -Si, ahora la tuteaba, ¿por qué, no? Hacía demasiado tiempo que esa formalidades debían de haber acabado, ya que llevaban meses compartiendo momento efímeros y muy íntimos para él. Seguro que ella no tenía un cliente como aquel, que simplemente la contrataba para que durmiese a su lado. -Sinceramente no sabía si iba a poder llegar, desde lo ocurrido me siguen de cerca, al parecer quieren controlar mis pasos, para creo...llegar a los tuyos. No debes de preocuparte por mí, aunque si por ti.

De nuevo calló, bastantes palabras su lengua estaba pronunciando, aquello era lo más parecido a una conversación ajena a su oscuro mundo de violencia y ordenes, que había tenido en años. Era un hombre debido a su trabajo, un perro que mendigaba por un trozo de carne.



-Si lo que estas pensando es que alguien me tiene "esclavizado". -Se lo había intuido, sería un hombre retraído pero no un necio. -No lo soy, pero si soy esclavo de un contrato con ese familia, y particularmente con esa "niña", la cual, ahora esta deseando arrancarte la cabeza... -Sin querer puso gesto divertido, no sabía porque, pero ver a aquella furia celosa, le parecía divertido dentro de su peligrosidad.-Tuve un accidente, y pedazo de mi mente se fue con el mar, ellos me salvaron y tenemos un trato. Yo obedezco y ellos me dan un pedazo de "historia"... Así de simple.

Arrebatos de sinceridad, ella le daba confianza, le daba ese calor que tocaba un poco de su interior. No sabía por qué, pero era así de sencillo.
Había sido dulce, paciente, y valiente, porque cualquier mujer no se hubiese atrevido a tocarle o tratar con él. Él era consciente de como ellas le miraban, era una mezcla entre fascinación y miedo, ya que aquel enorme hombre imponía."¡Suerte del hombre que pudiese estar al lado de una mujer como aquella!" Pensó
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Mensaje por Naitiri Zahir Lun Oct 10, 2016 10:01 am

Siempre había tenido mis reservas sobre si vendría aquella noche o no, salvo entregar aquella carta no había podido haber hecho nada más. Tampoco puse que esperaba confirmación o algo parecido, simplemente que lo citaba allí y yo allí ya me encontraba. De alguna forma me encontraba rogando porque acudiera, había muchas cosas que quería saber sobre aquel hombre, y ver que había podido llegar un poco a su interior aunque fuera de forma efímera… era algo que me atraía a conocer todavía más. ¿Era una causa perdida? Quizás fuera algo que nunca llegara a poder hacer con aquel hombre, pero si no lo intentaba jamás sabría la respuesta, y me hubiera quedado siempre con la duda.

Sabía que no iba a ser fácil, sabía que iba a costar porque algo dentro de mí me decía que aquel hombre iba a ser tan reticente a la hora de contarme algo sobre que me costaría poder llegar hasta las respuestas que buscaba. Algo me hacía querer saber y averiguarlo, durante todo aquel tiempo que había pasado con él había aprendido a leer su lenguaje corporal… había sido algo relativamente fácil si sabías cómo hacerlo. Quitando que no le gustaba demasiado que le tocaran, podía ver si debía de continuar con cierto tema o podía continuar por ese camino.

Lo observé cuando lo tuve delante de mí, tan alto e imponente como siempre, algo que a mí no me afectaba en lo más mínimo. Recorrí su rostro todavía sentada en la silla como siempre hacía cada vez que iba una noche a su encuentro, sus ojos de color verde sobre mí, esa barba que siempre llevaba propia de él y… fue entonces, que me fijé en sus manos. Hasta ahora no había recaído y me fijé en que una la llevaba vendada –a saber por qué- y en la otra tenía magulladuras. No dije nada, simplemente lo observé sentarse y no pedir nada mientras yo tomaba algo más de aquel chocolate que había pedido.

Me parecía idílico tenerlo delante de mí, en mitad de un café, cuando siempre lo había visto en aquella casa. Me alegré ver que había podido venir y suspiré levemente quitando parte de la tensión y el nerviosismo que había sentido al pensar que quizás no pudiera venir. Me alegraba verlo, dentro de lo que cabía, que estaba bien. Ahora que lo tenía delante de mí y mucho más cerca, me fijé en la expresión de sus ojos. Me miraron como si quisiera comprobar que yo también estaba bien y sonreí de lado por aquello ante aquel gesto. Pese a eso no pasé por alto lo que mostraban sus ojos… parecía que algo le atormentaba y podía ver lo cansado que se encontraba, incluso así, había venido hasta aquí en aquellas condiciones. Iba a hacer que aquello valiera la pena.

Me mordí el labio tras al hablar notar que sus ojos estaban fijos en el cristal que había tras de mí, miré hacía atrás y pude ver cómo el viento movía los toldos y unas gotas pequeñas comenzaban a caer sobre el cristal de aquella cafetera. Parecía inmerso en sus recuerdos y aunque quise saber qué era lo que estaba pensando, me mordí el labio otra vez, y lo dejé mientras lo miraba. Parecía ausente y no supe si me había escuchado o no al estar mirando por la ventana.



-Haytham –lo llamé cuando sus ojos se posaron sobre los míos, con aquel verde brillando que ahora parecía más relajado tras dejar de mirar el cristal y… ¿eso fue una sonrisa? Era la primera vez que le veía hacer aquel gesto en todo el tiempo que estaba con él, y me hizo sonreír a mí también. Reí levemente sin perder la sonrisa al ver que ya no me trataba como si fuera una extraña, yo había empezado a tutearle hacía tiempo pero él nunca lo había hecho… hasta ahora. Me pareció algo raro al principio, pero me gustaba más que se dirigiera a mí de esa forma- Yo también me alegro que estés bien –miré sus manos, de las cuales, no podía decir lo mismo. Sus palabras me hicieron mirarlo con cierta duda, ¿le habían estado siguiendo? Me pareció de lo más adorable que me dijera que debía de preocuparme por mí más que por él, si me decía aquello, era porque quizás no quisiera que me pasara nada. Él me había encontrado, quizás aquella mujer también lo haría y ¿qué pasaría? Él parecía que no quisiera que me encontraran y de ahí sus palabras, quizás por esto incluso había tardado más. No sabía por qué uno podía notar que le estaba siguiendo, pero estaba convencida de que si sabía que había una mínima posibilidad de que nos pillaran… él no habría entrado al café entonces- No creo que puedan encontrarnos. Sé que de hacerlo no hubieras entrado por esa puerta –era un hombre cuadriculado que tenía bajo todo su control, bajo su dominio… dudaba que algo pudiera escapársele porque era algo que no le gustaría.

De alguna forma quería saber lo que le había pasado tras haberme ido yo de aquella casa, tanto tiempo sin saber de él me había puesto en lo peor y verlo delante de mí estando bien era algo que me aliviaba y me alegraba bastante. Quizás no se había puesto en contacto conmigo para que no pudieran dar conmigo, si lo tenían vigilado como él decía, aquello sería una clara información sobre cómo encontrarme. ¿Por qué tenía que vivir de aquella forma? Sabía lo que podía ser aquella mujer para él, había estado esclavizada tantos años que reconocía a un amo, o un ama, en cuanto los veía. La forma de actuar, el tono de voz, el creerse por encima de todos, los aires de arrogancia y de posesión… eso es lo que yo había visto aquella noche de esa mujer.

Lo miré cuando me dio a entender que pensaba que era un esclavo, aunque no lo hubiera dicho con palabras, sí, claro que lo pensaba. Dejé que hablara sobre aquello pareciéndome extraño que me lo dijera y que pudiera decirme tantas cosas cuando a mí apenas me había dicho nada, ni contado nada. Pero eso debía de significar algo y no busqué qué podría ser, lo escuché decir que tenía un contrato con aquella familia y me mordí el labio, sabía también lo que era tener un contrato, yo misma “tenía” uno con la Madam del burdel, y no podía liberarme así como así de él. Enarqué una ceja cuando dijo que quería arrancarme la cabeza, ¿de verdad? Algo que no me extrañaba para nada, seguramente, aquella “niña” como él decía lo quería solamente para ella y no podría soportar que nadie salvo ella lo tocara. Un comportamiento de lo más típico.



-¿Crees que podría llegar a hacerlo?
–Pregunté mirándolo en la leve pausa que hizo tras decir aquello- Hacerme daño –puntualicé aunque seguramente sabría a lo que me estaba refiriendo- ¿Por qué querría hacerlo? –Aunque yo ya sabía la respuesta, quería oírsela decir a él. Suspiré tras aquello y miré la taza de chocolate del cual quedaba más o menos la mitad y… alcé mis ojos para verlo tras sus últimas palabras, sorprendida por ello. Era la primera vez que me contaba tantas cosas y me abrumó el hecho de saber aquello. Era triste, era muy triste que aquella mujer tuviera pleno control sobre él y que le diera la información en pago por sus servicios… no me quería ni imaginar de qué tipo de servicios se trataban. Lo miré tras aquello, pareciéndome una historia oscura y triste, ¿por qué todas las personas que conocía tenían un pasado oscuro y triste? Quizás era porque nos atraíamos unos a otros por aquello que habíamos pasado aunque nosotros no nos diéramos cuenta. Llevé mis manos a una de las suyas, la que estaba magulla, y la envolví entre las mías mirando las heridas que tenía y pasando mis pulgares de forma leve sobre aquella piel castigada, como una caricia- Lo siento mucho, Haytham, siento que hayas tenido que pasar por todo eso –mí vista seguía en su mano hasta que me decidí a mirarlo. Me sentía triste y se me encogía el pecho de solo pensarlo… no podía ni imaginar cómo tendría que ser despertar un día y no recordar ciertas cosas, y que además, tuviera que servir a alguien para que me completaran los fragmentos que había perdido. ¿Y si aquellos fragmentos no fueran ciertos? Él no tendría modo de saberlo y, aún así, los creería sin duda alguna- Parece que la vida quiera juntar siempre a personas con pasados oscuros, ¿con qué intención? Lo desconozco –él, al igual que yo, no éramos muy diferentes en el fondo. Su pasado era oscuro como el mío y ambos servíamos a otra persona por motivos diferentes; él conocer la verdad, yo ganarme la libertad. Parecía que él lo tenía asumido porque lo había dicho como si me estuviera contando qué había dicho aquel día.

Me sentía abrumada por aquello, jamás pensé que él pudiera tener un pasado como eso y eso me había dejado tocada. Lo único que me apetecía hacer en esos momentos era levantarme, acercarme a él, y rodear su cuerpo con el mío. Quería reconfortarlo, algo dentro de mí pecho necesitaba reconfortarlo, acercarme a él y envolverlo junto con mí cuerpo. ¿Por qué sentía aquello? No lo sabía ni lo podía explicar, era algo que simplemente nacía de mí pecho, y que sentía que él también necesitaba. Siempre se mantenía distante y se aprovechaba de que le imponía a la gente para que no se acercaran, pero conmigo no funcionaba, conmigo se comportaba de manera diferente e incluso era él quien se atrevía a tocarme.




-Estoy aquí –no sé por qué esas dos palabras salieron de mis labios, pero ya era tarde cuando me quise dar cuenta con mis ojos puestos en los suyos- Haytham, sea lo que sea, cualquier cosa que necesites sólo tienes que decirlo –apreté mis manos sobre la suya, no con demasiada fuerza, pero sí para que supiera que iba en serio- No lo olvides, ¿vale? –le sonreí levemente sin dejar de mirarlo. ¿Me importaba? Al parecer sí, lo hacía. Sin soltar todavía su mano de entre las mías me levanté de aquella silla, rodeé la mesa en aquel espacio que nos separaba y sentí su mirada puesta sobre la mía en todo momento, interrogante y llenas de dudas por lo que iba a hacer. ¿Qué estaba haciendo? Ni siquiera yo lo sabía. Sólo supe que, llegado a donde estaba él y aprovechando que estaba algo separado de la mesa... solté su mano y me senté sobre sus piernas. Pude notar lo tenso que se puso por aquello que, seguramente, ni se lo esperaba. Miré sus ojos verdes estando más de cerca, deslicé un dedo por su mejilla y... lo abracé. Envolví su cuello con mis brazos y lo pegué a mí cuerpo escondiendo mí rostro en su cuello- ¿Estás bien? –pregunté tras aquello, quizás me había pasado al decirle aquello… pero mis ganas de abrazar a aquel hombre herido, habían podido conmigo.
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Mensaje por Haytham Cross Sáb Oct 22, 2016 10:21 am


-No es que lo crea, para mí es un hecho desde que cruzaste la puerta de mi habitación el otro día para marcharte. - Su mirada volvió a estar con la que estaba a su lado, le sonrió con seguridad ante la afirmación que iba a lanzar. -Ya habrá mandando a alguien para que averigües donde este y te haga daño… No te matará, pero te intentará dejar alguna marca para que no la olvides. -Aquello último parecía como un consuelo, una afirmación de que al menos no le enviaba lo “peor”.

¿Qué cómo sabía como actuaba Valeria? Habitualmente ese tipo de trabajos lo realizaba él, Haytham se encargada de la parte desagradable de todo el negocio, de mancharse las manos si era necesario.
La cuestión ahora era, ¿a quién le mandaría hacer su propio trabajo? ¿Habría alguien que lo haría mejor que él? Lo ponía en duda.

No pudo decir nada, la Roca era de pocas palabras. Simplemente agacho el rostro y negó con la cabeza. Era una situación para no lamentar, habían pasado tantos años agarrado por aquella familia que no conocía más vida que aquello, no era motivo para que se entristeciera, las cosas eran así y punto.

-Al parecer debe ser así, Naitiri… -Dijo con suavidad. -Pero no debes sentir nada, ni siento ni padezco con esto. No me hace sentir ni triste ni feliz, mi momento está cerca. Estoy cansado de esperar y esto se acabará pronto.

Cierto era, ahora comenzaba a recordar más que nunca, era como si su frágil mente hubiese decidido despertar de un tibio letargo. Y luego estaban esos documentos que Valeria tenía bien guardados, le había conseguido robar. Una orden de ejecución, un nombre distinto al que portaba y un crimen atribuido a su persona. Había matado a un hombre demasiado importante y él no había hecho nada por defenderse, ¿por qué?
Aun la duda continuaba allí, pero pronto se haría con el resto de documentos, fuese por las buenas o por las manos, aquella muchacha con poder y consentida no conseguiría más retenerlo.

De repente Naitiri se había levantado de su asiento y sentado sobre su regazo, geste cercano que le enervo y por un tanto asalto su templanza. El último recuerdo de poseer su cuerpo era una delicia que impulsaba instintos primarios que una vez creyó muertos, volver a tenerla tan cercana, solo hizo que su cuerpo se tensara.
Una mirada a su alrededor, por mucho que estuviesen en un lugar tan discreto como aquel, miradas se fijaban en ellos, ya que no estaba bien visto tal descaro de una mujer.

-Sabes bien lo que necesito de ti… -Susurro bajito, envolviendo con sus brazos su menudo cuerpo comparado con el de aquel gigante.

Cosquilleo agradable al sentir en su cuello su rostro escondido y aquellos oscuros cabellos que desprendían aquel atrayente y hechizante aroma. Ella era un bálsamo, era la calma para su ser.
Suspiro.

-Creo que no nos miran con buenos ojos. -Sonrió señalando a los que tenía alrededor.
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Mensaje por Naitiri Zahir Sáb Nov 05, 2016 10:52 am

El hecho de saber que aquella mujer habría podido mandar a alguien para que me buscara y diera conmigo, para tenerme localizada y así poder hacerme daño como había afirmado Haytham que me haría… no era algo que me gustara oír. Sinceramente; no tenía miedo de lo que aquella mujer pudiera hacerme si se llegaba el caso de que me encontrara y me llevaran ante ella, después de todo lo que había acontecido en mí vida, nada de lo que pudiera hacerme sería peor de todo lo que ya me habían hecho… no, dudaba mucho de que aquella niña como él la llamaba por muy retorcida que fuera pudiera igual lo acontecido en mí pasado. Uno que no había sido nada fácil, uno que aún supuraba de su herida y que dudaba que pudiera realmente algún día cerrar…

Lo miré cuando su mirada se cruzó con la mía y suspiré para luego morderme el labio aún teniendo una de sus manos entre las mías, el parecía muy convencido de que aquella mujer lograría dar conmigo para solamente que no olvidara que él, precisamente, era de ella y que no debería de haberlo tocado. Sabía de sobra cómo se ponían aquellas personas que se creían dueños y amos de los demás cuando alguien, ajeno sobre todo y sin permiso, tocaba lo que ellos consideraban lo que ella suyo… lo había visto y, además, lo había sufrido en mí persona como castigo.

Hacía muchos años que había dejado atrás aquella vida y, sin embargo, el saber que ella quería dejar una marca como advertencia para que no olvidara lo que había hecho revolvía algo en mí interior que no quería muy bien descifrar… algo que me llevaba a un lugar lejano de mí vida que había creído enterrar bajo capas y capas como si intentara olvidarlo y que, sin embargo, pese a todas las capas que llevaba encima no había podido olvidar. ¿Lucharía porque aquella mujer no hiciera aquello? Por supuesto que lo haría, pero en el caso de no poder hacer nada –como bien sabía que pasaría- no iba a hacerme más daño del que ya me habían hecho.


-Estás tan seguro de esas palabras…
-y era en parte algo también escalofriante, si sabía cómo actuaba aquella mujer sería porque… ¿quizás a él le había mandado hacer algo parecido a aquello? Quizás por eso supiera como actuaba aquella mujer, o quizás es que la conocía tan bien que sabía que igualmente lo haría- Dejarme una marca… -murmuré apartando la vista de él por unos instantes pensando en lo que podría hacer para dejarme aquella marca, se me ocurrían montones de cosas y conforme la había visto y conforme estaba él estaba segura de que sería una marca más que visible- He recibido muchas marcas a lo largo de mí vida, pero a diferencia de ti, las mías nunca son visibles y se esconden bajo mí piel… -volví mí vista de nuevo a él no queriendo recordar el pasado- Nada de lo que pueda hacerme será peor de lo que ya me han hecho –triste, pero cierto al fin y al cabo.

Por primera vez desde que lo conocí había hablado algo más que para darme una sencilla y simple orden, y me había contado algo de su pasado, algo que me conmovió y por lo que sentí tristeza al saberlo, y así se lo había expresado. Sin embargo él decía que no tenía nada que lamentar ni nada por lo que entristecerme… ¿cómo podía decirme aquello? Parecía que era yo quien más se apenaba por lo que había pasado y él lo alegaba a que así es como debía de ser, ¿y ya está? No quería creer que él pensara de aquella manera, me negaba a que aunque no lo expresara en su interior pensara de esa forma… realmente denotaba con sus palabras lo duro que era, lo frío y distante que se mostraba con el resto y a mí, con aquello, me había quedado más claro que siempre era como si quisiera poner una barrera con el resto de la gente… aunque por primera vez hubiera notado que, de alguna forma, lograba llegar a él aunque fuera un poquito.



-No puedes decirme que no lo sienta, Haytham, porque es algo que ni yo misma puedo evitar… siento que te haya pasado todo eso aun cuando tú digas que debe de ser así –me mordí el labio unos segundos, ¿a tanto llegaba su frialdad, ese muro que había erigido, que ni siquiera podía llegar a sentir y padecer por lo que había pasado? Lo sentía por él, de verdad, no lo hacía ni lo decía por ningún motivo sino porque había sido algo duro y terrible y que me hacía comprender y poquito más cómo era él. Al menos decía que todo acabaría pronto, y por una parte, me alegraba por ello- Espero entonces que así sea –al parecer todos queríamos librarnos o acabar con algo, era algo que también tenía en común con él.

No supe qué fue lo que me movió a hacerlo pero me levanté rodeando la mesa y me senté sobre sus rodillas sin importarme realmente dónde estábamos, solo sabía que sentía ganas de reconfortarlo, de querer traspasarle un poco de calor a todo ese hielo que desprendía. Por un momento lo sentí tensarse cuando me senté sobre él pero no me apartó en ningún momento, no me hizo ningún gesto tampoco para que me levantara de sus piernas, podía ver el debate que tenía en su interior por aquello y cómo aquello lo pilló totalmente desprevenido. Y como no me dijo nada ni hizo amago por quitarme… envolví su cuello con mis brazos, lo rodeé y escondí mí rostro en su cuello durante unos segundos, con la esperanza de que aquello mitigara un poco todo lo que sentía.

Sabía que sus heridas serían grandes y profundas, un pasado así no se curaba de la noche a la mañana y había visto en persona los efectos que a él le producían, por lo que si podía hacer algo por reconfortarlo o aliviarlo… lo haría. ¿Por qué? Ni lo sabía ni quería saberlo, era algo que me nacía y que no podía evitarlo. Cuando me abrazó cerré los ojos al saber que no iba a apartarme y asentí levemente con la cabeza haciendo que mí nariz rozara su cuello. Cuando me envolvía el cuerpo con sus brazos me sentía menuda, y perdida, como si fuera una niña pequeña abrazada por su padre… me hacía sentirme muy pequeña comparado con él y su envergadura. Sí, sabía lo que necesitaba de mí sin necesidad de que él me lo dijera.


-Que calme y ahuyente tus pesadillas… -no lo pregunté sino que lo afirmé puesto que sabía a que se refería a eso precisamente, a lo que me había dedicado a hacer todo aquel tiempo. Levanté mí vista cuando dijo las últimas palabras y pude ver una sonrisa en sus labios a lo que yo sonreí levemente- ¿Es eso una sonrisa? –Murmuré divertida- Deberías de hacerlo más veces… te queda bien –miré a mí alrededor dándome cuenta de que nos observaban con bastante disimulo- Creo que me he dejado llevar –no lo sentía para nada, en más, me divertía la situación y lo contrariados que parecían algunos por tal echo- Soy demasiado impulsiva y, al parecer, un poco descarada –sonreí levemente para levantarme de donde estaba y decidir que era hora de marcharnos, ya nada teníamos que hacer allí y seguramente no dejarían de mirarnos de vez en cuando. Dejé unas monedas en la mesa por lo que había pedido y le tendí mí mano esperando que la cogiera- Ven conmigo, por favor -le pedí y sonreí para que terminara de aceptar y así salir de aquel lugar pensando en dónde podíamos ir.

Quedaba descartado ir a la mansión en donde se hospedaba si no queríamos causar de nuevo un altercado como el que había sucedido la vez anterior, ¿un hotel? No, no pensaba ir a un sitio como aquel así que solo me quedaba un sitio dónde, además, podríamos estar tranquilos. Se me hacía muy extraño llevar a alguien a mí casa, para mí, era como mí pequeño santuario al que poca gente había ido o había dejado entrar… pero, realmente, era el único sitio que conocía y en donde nadie podría sorprendernos. El camino fue igualmente extraño, mí mente no dejaba de dar vueltas entorno a que iba a llevarlo a mí casa y si estaría haciendo bien en llevarlo, en si se pensaría que era como otro… “servicio”, en miles de cosas en realidad. El frío del otoño ya empezaba a notarse en la ciudad y las pequeñas gotas que caían nos mojaba conforme íbamos de camino a mí casa, por lo que en parte el camino duró menos ya que iba algo rápido por si acaso decidía apretar más y terminábamos totalmente mojados.

Ya divisaba las fachadas de las casas de la zona residencial donde vivía, estas eran más bien de clase media y tenían dos plantas y eran bastante amplias aunque a simple vista no lo parecieran. Me sentía un poco nerviosa y seguía dudando de si estaba haciendo bien en llevarlo o no, además, tampoco sabía lo que estaba pasando por su mente y era un poco desconcertante. Nos adentramos por una de las calles de la zona donde estaba mí casa, al llegar abrí la pequeña verja que había delante y me adentré por el pequeño pasillo subiendo el par de escaleras que había antes de llegar a la puerta. Me paré en esta y me giré para mirarlo todavía con las pequeñas gotas cayendo del cielo, apartando mí pelo que sentía que comenzaba a pegarse por la lluvia.


-Antes de nada, quiero decirte que no estás obligado a entrar llegado este punto, eres libre para decidir y que si entras es porque realmente quieres –no sabía por qué pero quería que lo tuviera claro, aunque dudaba que pudiera obligarle a que entrara a mí casa porque dudaba siquiera de que pudiera moverlo del sitio- Que aquí puedes estar tranquilo y seguro porque sólo conocen dónde vivo unas pocas personas –que se contaban con una mano y te sobraban dedos, pero para que no pensara que pudieran dar con los dos- Y que si decides entrar, espero que no tengas miedo de los perros, porque tengo una bastante grande –sonreí de lado, mí pastora belga Isis. Le miré a los ojos esperando que me dijera cuál era su decisión, porque pese a todo, no quería obligarlo a nada.
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Mensaje por Haytham Cross Lun Nov 07, 2016 5:53 pm

-Tan seguro como que puedo sentir el calor de tu mano en la mía. -Si él lo afirmaba así de contundente es que era así. Tal vez no fuese hoy, o no fuese mañana, pero Valeria ya le había cogido manía a la joven que ahora le acompañaba. Tampoco descartará que se aburriese de aquella nueva campaña y más cuando había acogido nuevos huéspedes en la mansión. Tal vez eso la distraería. -De todas maneras, llegará un día en que se aburriría… Se comporta como una niña.

Hablo de marcas invisibles, en tenía demasiadas latentes en su frágil marca, más de los que podría imaginar. No sabía cómo iba a acabar su historia, pero cada día pensaba que no iba terminar bien.


-Mis marcas me recuerdan que estoy aquí aun, pero… ¿quién sabe si eso cambia cuando descubra lo que oculta mi verdad? -Encogió de hombros, no parecía demasiado preocupado, más bien le cansaba la espera.

Con sus palabras alcanzaban a travesar ciertas barreras donde un muro de hielo se derretía con su presencia. No le costaba abrirse a ella, no le costaba expresarse simplemente. Hombre de pocas palabras, usaba las mínimas, y odiaba hablar de sí mismo, como si dar más información de la cuenta le estuviese dando pistar a un enemigo sobre sus mismas debilidades.

Bajo su contacto Haytham le susurro, sintiendo su rostro escondido en su cuello.


- ¿Y qué marcas son las que Naitiri esconde? -Por un instante pareció hablar para así con amarga sonrisa. -Tal vez yo también podría ser bálsamo de algún modo, igual que lo eres para mí, un intercambio, podría intentarlo, sería nuevo para mí. -Confeso y le susurro a su oído antes de que ambos se levantasen por miradas indiscretas.

Le miró divertido, dándole señal que poco le importaba su descarto y miradas ajenas.
Fuera hacía frío, y las calles estaban solitarias, no sabía a donde le iba a llevar, más confió en sus pasos.
Todo era demasiado nuevo para él, dejarse llevar por el libre albedrío, no tener todo medido, hacer algo por sí mismo y para sí mismo, que no fuese una orden o un trabajo.
Pequeña estela de gotas de lluvia, y el viento que las volcaba en su caer. Era otoño, y aun no llovía, pero aquel viento anunciaba una verdadera tormenta.

Por un momento en su caminar se sintió tentado a tomarle la mano, como solía hacer las parejas que veía por la calle, ¿qué de agradable tendría aquel pequeño gesto? No sé termino de decidir, y dispuso ambas manos en los bolsillos. Callado todo el recorrido con aquella estúpida decisión, que le pareció infantil, cuando se había decidido a hacerlo se había detenido frente a una casa. Su casa.

Una mirada de sorpresa ante sus palabras, ella estaba confiando en él profundamente y empezaba a tomar el mismo rumbo. ¿Dudar? No tenía ninguna duda de que quería estar tranquilo con ella, en aquella noche, compartiendo su refugio abriéndole rincones que nadie había logrado alcanzar.


-Quiero entrar. -Solo dijo el bruto, como siempre pocas palabras. -No me dan miedo los animales, al contrario, me gustan. No piden cuentas, ni traicionan. Yo… Tengo una gata, bueno… No estoy seguro si ella me tiene a mí o yo a ella. -Referencia a Wendy aquella pequeña minina, que él llamaba “gata”, y que a veces entraba en su ventana y pasaba los días en su regazo mientras él trabajaba duramente con todo ese papeleo. Acariciarla le tranquilizaba en profundidad. -Ella no tiene dueño… Algo que no compartimos, a mi parecer. -Miró el cielo, estaba más oscuro que nunca. -Con su permiso, señorita, entraré.
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Mensaje por Naitiri Zahir Miér Nov 09, 2016 8:09 pm

No quería reconocer la afirmación innegable que había en sus palabras, y en su tono de voz, cuando decía que aquella mujer podría hacer aquello, que estaba totalmente seguro de que podría hacerlo. Simplemente; no quería pensarlo. Suficiente era con saber que podría encontrarme en algún momento, totalmente desprevenida, tan sólo con la idea de hacerme daño para dejarme en claro que no debía de tocarle, que ni siquiera debería de estar hablando con él ahora y mucho menos dejar mí mano apoyada entre las suyas. Odiaba esa clase de trato, lo había sufrido durante muchos años de mí vida y ahora que en parte me había librado de él, cuando veía de nuevo aquello, me asqueaba. Me recordaba mí pasado y lo que tuve que pasar aquellos años a merced de otras personas, dejando que fueran dueños no sólo de mí vida, sino también de mí cuerpo a su antojo y voluntad… un escalofrío me recorrió el cuerpo nada más que de pensarlo.

Él decía que era una niña, quizás, fuera una niña caprichosa que estaba acostumbrada a que las cosas giraran entorno a ella, tampoco lo podía saber y quería sacar aquellos pensamientos de mí mente, quería centrarme en el “ahora” sin preocuparme en lo que pudiera estar por llegar o por venir. Era una situación rara vernos a los dos fuera de aquella casa, de aquella habitación, como si fuéramos viejos amigos que habían quedado para ponerse al día. Era cierto que tan sólo hacía unos meses que conocía a Haytham, pero lo que había compartido con él había sido tan… íntimo, que la confianza era algo que se había ido gestando con el paso del tiempo.

No me había hablado mucho, no me había dicho más que quizás cuatro frases contadas en todo aquel tiempo pero eso no restaba para la confianza que tenía con él. El hecho de dejar que una persona velara tú sueño, compartiera sus noches contigo era algo que nunca había hecho como trabajo, y había que decir, que se ganaba cierta intimidad con ello. Dejabas una parte de mí, muy vulnerable, a merced de la otra persona y no era algo fácil cuando sufrías de pesadillas y terrores nocturnos en donde él lo pasaba muy mal… quién iba a pensar que, de aquello, íbamos a pasar a vernos fuera y que él incluso hasta me hablara. Lo miré tras aquellas palabras y fruncí un poco el ceño por ello, ¿había querido decir que…?


-No quiero creer lo que estás diciendo con esa frase, no puedes decirme eso si es que estoy en lo cierto -¿Me estaba diciendo, que no sabía qué iba a pasar con su vida cuando descubriera la verdad, que quizás ya no estaba tras saberlo?- Me niego a aceptarlo Haytham, y espero que tus palabras no vayan por la línea en la que estoy pensando o, realmente, voy a enfadarme mucho contigo por ello –sí, lo decía totalmente cierto porque como fuera aquello me iba a enfadar de verdad, y me decepcionaría muchísimo- No puedes decirme eso, tú no, no a mí –no quise darle más vueltas porque en el fondo no quería saber si había acertado en mis pensamientos o no, prefería pensar que lo decía por otra cosa aunque repasando sus palabras a mí sólo me llevaban a un sitio… y ese sitio no era nada bueno.

En vez de eso preferí abrazarme a él, envolverlo con mis brazos y dejar que los suyos me envolvieran sintiendo que, de alguna forma, hasta me sentía que nada podía pasarme… las cosas parecían menguar cuando estaba así y lo atribuía especialmente a que me sentía muy pequeña entre sus brazos, casi perdida. Me mordí el labio tras su pregunta, ¿Qué marcas escondía? Muchas, demasiadas para mí gusto. Un tema que me costaba hablar de el, uno que últimamente lo sentía más “vivo” que nunca, haciéndome daño como hacía tiempo que no lo hacía. Algo que había acallado durante tantos años que ni el paso del tiempo había podido curarlo, porque ahí estaba, latente bajo mí piel. No quería hablar de ello, no quería sacar el tema porque me costaba mucho abrirme sobre aquello, porque en parte sería contar mí pasado y todavía era algo doloroso para mí. Suspiré con mí rostro escondido en su cuello, sopesando lo que hacer.



-¿Has sentido alguna vez, que por mucho que has intentado cerrar una herida… esta sigue supurando no importando lo que hagas? –pregunté sin alzar mucho la voz porque él podría oírme perfectamente- Las marcas que yo tengo todavía me duelen, porque a día de hoy, no he sido capaz de curarlas… -volví a morderme el labio de nuevo, sintiendo que si seguía por ese camino algo estallaría en mí pecho y no podría contenerlo- No aquí, no ahora. Hablarte de mis marcas implica muchas cosas, conlleva contarte ese pasado que casi nadie sabe y el cual he querido olvidar sin poder llegar a hacerlo –hice una pausa y no pude evitar sonreír a sus palabras. ¿Quería intentar ser ese bálsamo que yo era para él? Me pareció de lo más adorable que lo dijera, y más aún sabiendo que le costaría dado cómo era. Reí entre dientes por ello y suspiré sopesándolo realmente, ¿qué podría perder por intentarlo? Nunca lo sabría si no lo intentábamos… iba a ser todo un reto para él, desde luego. Nadie se había ofrecido como lo estaba haciendo él- Nunca lo sabremos si no lo intentamos. Gracias, Haytham –murmuré antes de levantarme de encima para marcharnos, allí no teníamos nada que hacer.

Me gustaba ver que sonreía, las sonrisas que ponía y que podía contar con los dedos de una mano las veces que lo había visto, y del que me sobrarían más de la mitad de los dedos… en parte me hacía ver que aquella mole de hielo, con sus barreras erigidas y alzadas, no eran infranqueables. Que podía llegar a él y tenía la sensación de que lo estaba haciendo, algo que me motivaba para seguir intentándolo. El camino fue rápido y en silencio por parte de ambos, cada uno sumido en nuestros propios pensamientos mientras el frío otoñal se imponía en la noche y las gotas de lluvia nos anunciaban que quizá hubiera tormenta más entrada la noche.

Por fin llegamos a la puerta de mí casa y no pude evitar pararme para mirarlo antes de abrir la puerta y decirle aquello, no quería obligarlo para nada aunque si me había seguido hasta allí por propia voluntad lo más seguro es que entrara. Aún así me quedaba más tranquila si lo sabía, también que solo un par de personas sabían dónde vivía, y que tenía una pastora belga como compañía. Pude ver la mirada de sorpresa ante mis palabras, sin duda alguna aquello no se lo había esperado ni por asomo, algo que me hizo sonreír de lado durante unos breves segundos. Le sonreí más ampliamente cuando afirmó que quería entrar mientras las gotas de lluvia seguían cayendo sobre nosotros, esta vez, notando que cada vez caían más agotas dando a entender que estaba apretando.



-Los animales son lo mejor que hay en este mundo, y yo los adoro. Pienso como tú, son leales, no te traicionan, son cariñosos y te quieren con locura. Solo quería asegurarme –me mordí el labio ante la idea de que tenía una gata, no supe por qué, pero visualicé a él con una gatita sobre su regazo y me pareció algo muy adorable- Yo tuve una gata antes de tener a mí perra; Isis. A Isis me la encontré volviendo una tarde a casa, recuerdo que me mordió los bajos del vestido y que apoyó sus patas como si me estuviera diciendo que la cogiera… me puso esa cara tan mona que, ¿cómo negarme? No pude –miré al cielo que cada vez estaba algo más negro y me giré para abrir finalmente la puerta pasando dentro siendo él el último que entraba y cerraba la puerta tras de sí. Me quité el abrigo que llevaba colgándolo en el perchero que tenía en la entrada, sacudiendo un poco mí pelo con los dedos quitando un poco los restos de agua- Puedes dejar aquí el abrigo si quieres –lo miré un momento pareciéndome extraño, y raro, tenerlo en la puerta de mí casa. No pasaron más de cinco segundos cuando escuché el ruido de unas patas contra el suelo que se acercaban hacia donde estábamos, mí perra apareció de la sala donde solía estar y corrió hacia donde estábamos- ¡Isis! –la llamé sonriendo a lo que ella puso sus patas delanteras sobre mí cuerpo quedando a dos patas mientras intentaba llegar a mí rostro y yo la acariciaba, terminé por agacharme y coger su rostro entre mis manos mirándola unos segundos- Hola guapa, siento haberte dejado sola –no pareció importarle porque intentó de nuevo llegar a mí rostro y yo la abracé mientras la acariciaba y ella se dejaba gustosamente. Me levanté no sin antes dejar un beso en su cabeza durante unos segundos y miré hacia Haytham- Te presento a mí fiel compañía; Isis. Sé bueno con él, ¿vale? –ella ladró como si hubiera entendido y se acercó para olerlo mientras yo reía- Ten cuidado, tiene la manía de cuando menos te lo esperas darte un beso en la cara –reí entre dientes y me adentré en el pasillo parar entrar en la sala de la derecha donde estaba el salón, encendí algunas velas para darle más luz al lugar y encendí la chimenea para caldear el ambiente.

Quité del sofá que había en forma de “L” delante de una mesita de cristal el libro que había estado leyendo antes de salir y que era “Las mil y una noches” mientras ya sentía a Isis rondando a mí alrededor, miré hacia la puerta y contemplé a Haytham en ella-
Pasa y ponte cómodo –puse el hilo que colgaba del hilo justo en la página por donde me había quedado, aunque había leído aquel libro miles de veces, y lo dejé en la estantería que había al lado de la chimenea, donde además había alguna que otra bebida. No era muy dada a beber alcohol pero siempre tenía por si alguien quería beber. Comenzaba a notarse el calor en la habitación debido a la chimenea, algo que agradecía con el frío que hacía fuera.


-¿Quieres beber algo? –pregunté mirándolo mientras me acercaba hacia donde él estaba sentado, no sabía muy bien qué es lo que iba a pasar a partir de aquel momento. Siempre había ido a su habitación ya tarde en la noche, y nos habíamos tumbado en la cama al poco de llegar yo… ahora, en aquella situación, no sabía muy bien si quería ir a dormir ya, quería hablar un poco… estaba un poco perdida- ¿Has cenado? Puedo sacarte algo por si te apetece comer algo –mí mirada se perdió, por unos segundos, en sus ojos verdes notando que alguna gota le caía por el rostro de la lluvia. Llevé mí mano a su rostro y acaricié su mejilla unos segundos, mí mano subió a su pelo, me incliné hacía él y quité un poco de los restos de agua que tenía- Estás algo mojado –sonreí por ello, divertida porque yo también lo estaba- debería de traerte una toalla para que te secaras –sí, quizás debería de hacerlo, pero aún así tardé en moverme de aquel sitio.
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Mensaje por Haytham Cross Sáb Nov 19, 2016 9:03 am


Sin quererlo sus labios se curvan creando una sonrisa irónica ante su opinión a causa de su afirmación. Sabía que su acción tenía consecuencias, las cuales, podía contar con los dedos de una mano aquellos que le afectarían. Pero… ¿Estas llegarían alguna vez a saberlo?


-Piensa que va por otra línea… y así todo será más sencillo. -No sabía cómo iba a terminar toda su historia, pero se acercaba a ciertos finales que no le animaban mucho a continuar ciertos caminos, y le recordaban que él había sido obligado a estar ahí con lo sencillo que hubiese sido dejarle marcharse.

El señor Cavey había traído a la vida a su autómata perfecto, usando las malas artes de una magia prohibida, y como consecuencia había creado una dura máquina con alma quebradiza.

Un paso mientras entraba en aquella casa, el animal le dio dos ladridos, pero pronto se calmó al ver a su dueña igual de calma. Haytham dejo que le oliera las manos antes de acariciarla a modo saludo,

-Si eso te hace abrir heridas, resérvate una amarga historia… Solo si te ves débil porque sientes el escozor de esas “marcas”, te digo que intentaré estar allí, no me gusta hacer promesas que no se si podré cumplir, porque no sé si el día de mañana andaré a un París. Pero por mi parte, te digo que estoy aquí.

No pudo evitar decirle, mientras dejaba el abrigo a un lado y observaba el lugar con cierta curiosidad. Era acogedor, ese montón de libros… Seguro que pocas personas veían es aparte de aquella mujer.

Silencioso se lleva las manos en los bolsillos. Ella habla, mucho más que él, es todo su contrario. Le gusta escucharla, le gusta su naturalidad y su alegría, le reconforta y le regala un sentimiento agradable del que poco puede gozar en su vida. La sigue con sus ojos, con sus movimientos, sigue sus compas de movimiento mientras le invita y el rechaza sus invitaciones con cortesía. Está bien tal y como esta, demasiado bien, a pesar de lo oscura que la noche se estaba tornando, aunque el tiempo sigue empeorando.

Va por una toalla, y toma un libro por un instante, ni le hace caso a la portada, es un acto reflejo. Ya que el recuerdo de su perfume, de su cuerpo… Por un momento deseaba otra vez sumergirse en aquellos oscuros rizos.

Cuando la ve regresar, desvía su mirada abrumado por su propio pensamiento, desea que lo toque, su corazón late rápido, una leve caricia, un simple roce. Es inusual en él, un hombre arisco que cualquier contacto lo siente hiriente en su piel.

Haytham toma la toalla, ella también esta empapada, pero parece que no le importa, desliza con delicadeza esta misma por el rostro de Naitiri, con cuidado para secarle el rostro.

-Creo que debería cambiarse de ropa, está completamente empapada…
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Mensaje por Naitiri Zahir Miér Nov 23, 2016 2:36 pm

No pude evitar mirarlo de forma fija cuando vi que ponía esa sonrisa en su rostro, una que no me dejaba para nada tranquila y con la que mí mente comenzaba a pensar en todo lo que podría traer aquellas palabras, realmente no quería pensar en lo que me estaba diciendo entre líneas, podía captar perfectamente lo que me quería decir pero me rehusaba a hacerlo, ni siquiera quería seguir pensándolo. Tampoco evité mirarlo con el ceño fruncido tras sus palabras, confirmando algo que yo ya intuía y que tenía en mente desde el mismo momento en que las palabras habían abandonado su boca. ¿Sencillo? ¿Cómo podía decirme algo como eso y pensar, siquiera por un momento, que para mí podría ser sencillo?

No estaba tranquila y mucho menos al darme cuenta de que no negaba para nada la afirmación, entre líneas, que también le había hecho a él cuando se lo dije. Ni lo afirmaba ni lo negaba, pero sus palabras distaban mucho de que lo negara… No me gustaron, no quise aceptarlo y aquello se reflejaba en la forma en que lo miraba con el ceño fruncido, de forma fija, intentando hallar por qué me decía aquello con lo fácil que le hubiera sido para él decirme una mentira, de la cual, yo no podría saber la verdad.

En cambio me afirmaba algo que ya pensaba y que lejos de tranquilizarme, me preocupaba sin que pudiera hacer nada para que aquello dejara de hacerlo. Seguía sorprendiéndome lo calmo que decía ciertas cosas, como si en el fondo de todo, no le importara en absoluto. Parecía que aquello no le importase y lo había soltado como quien decía el tiempo que hacía aquella noche, como si fuera algo normal y banal, como si no estuviera hablando de algo relativo a su vida y que podría cambiarla por completo. No lo entendía, por mucho que llegara a intentar comprenderlo, seguía sin saber por qué a veces tenía ese comportamiento… como si le diera igual seguir vivo o no, como si no le importara lo que pasara con él.



-¿Sencillo? –pregunté de forma leve tras unos segundos en los que él había hablado. Debía de estar en broma, pero viniendo de él, estaba convencida de que lo estaba diciendo muy en serio- No es sencillo, no puedo hacerlo sencillo y no puedo dejar de… -me mordí el labio y callé, realmente, ¿qué era lo que yo podía decirle? Él era el único dueño de su vida, y sonando tan convencido como aparentaba, poco habría que yo pudiera hacer para convencerlo. Pero si solamente hubiera una mínima posibilidad, una tan sola para ello, la aprovecha sin duda alguna- No me gusta perder a la gente que me importa y aprecio, tú entras dentro de ese pequeño círculo reducido Haytham, por lo que no me gustaría perderte –no más pérdidas, ya había tenido suficientes de ellas- No quiero que te conviertas en un recuerdo –porque al final eso era lo único que quedaba, el recuerdo, y ya tenía de sobra como para añadir también el suyo. No quise seguir el tema porque al final iba a tomar un camino que no me gustaba y yo ya le había dicho lo importante. ¿Hablaba en serio? Sí. ¿Me importaba? También lo hacía… desde cuándo era algo que no lograba saber.

El calor del hogar nos recibió a ambos tras pasar aquella nube de tormenta en la que nos habíamos metido con aquello, Isis salió a recibirnos y los dejé durante unos segundos en el pasillo mientras yo encendía la chimenea del salón y sacudía mí pelo quitando un poco el agua que llevaba, no estaba demasiado mojada, pero sí lo suficiente como para notar el vestido más pegado a mí cuerpo, el corsé más ceñido de lo normal y un poco más de peso al llevar agua. La chimenea cumplió su función y en pocos minutos la cas fue cogiendo más calor quitándonos de aquel helor que habíamos cogido por la lluvia que nos había pillado de camino, y el frío que se había instalado en nuestra ropa y que, al parecer, presagiaba una noche de tormenta.

Parada en medio del salón volví mí vista a él y pude encontrarlo observándome con aquellos ojos, con sus manos metidas en los bolsillos como había estado todo el camino hacia mí casa, Isis entró al salón y fue directa hacia un cojín enorme al lado de la chimenea que tenía para ella para que estuviera caliente, y pasaba su mirada de uno a otro como si estuviera esperando cualquier movimiento por parte de ambos. Me sentí por un momento algo perdida pese a que estaba en casa, estaba en la tranquilidad de mí hogar, donde más segura me sentía y donde para mí es como un santuario donde puedo ser realmente yo, mostrar esa cara que no todo el mundo conoce de mí. Durante unos segundos me sentí sobrepasada sin saber muy bien qué hacer con él en mí casa, sin saber por qué lo había llevado hasta allí, y sin saber qué podría pasar a partir de aquel momento.

Él decidió entrar y no quedarse en la puerta en el mismo momento en que yo recogía el libro que había dejado en el sofá que estaba leyendo antes de salir, y levanté mí mirada para encontrarme otra vez con sus ojos verdes al escuchar sus palabras. Sí, me hacía abrir heridas, pero aunque no estuviera hablando de ellas igualmente sentía que se abrían por lo que no había nada que pudiera hacer al respecto. Dejé que pasara para que se pusiera cómodo y yo me senté a su lado pensando en lo que quería decir a continuación, escogiendo bien las palabras para que entendiera perfectamente qué era lo que le estaba diciendo. Una leve sonrisa surcó mí rostro ante sus palabras, me parecía de lo más extraño viniendo de él pero… no veía nada de malo en ello. Él quería ayudarme, de alguna manera y de la mejor forma que sabía, como yo lo ayudaba a él… algo muy noble y adorable por su parte.


-Siempre me siento débil cuando se trata de ello, y no es que no quiera contártelo, me gustaría hacerlo y dejar de sentirme tan… débil frente a ello
–me mordí el labio y desvié mí mirada por unos segundos hacia otro lado, para mí no resultaba nada fácil. No como le había resultado a él contarme, brevemente, lo que le había pasado- Es que no sé si voy a poder contarlo en realidad, tengo… miedo –hice una leve pausa y luego clavé mí mirada en la suya- Temo que en algún momento algo dentro de mí termine por estallar y romperse y no pueda controlarlo, temo que lo que he callado durante tanto tiempo se vuelva contra mí y sea más fuerte de lo que he intentado ser yo durante todos estos años –volví a morderme el labio unos breves segundos- Es oscuro y no quiero que empañe este momento ni que lo estropee, contarte lo que aquel hombre me hizo durante todos aquellos años siendo una niña… -mí voz se fue perdiendo con cada palabra, mí vista estaba puesta en él pero se fue desenfocando hasta o ver realmente nada perdida entre mis recuerdos, sacudí un poco la cabeza y centré mí mirada de nuevo en él- pero gracias por tus palabras, y quién sabe, quizás tú seas ese bálsamo que he necesitado y nunca he llegado a encontrar –le sonreí de forma sincera, era un paso que él dijera esas palabras. Cuando me dijo que no quería tomar nada sacudí un poco el agua que tenía en su pelo y tras unos segundos en los que me quedé así finalmente fui a por una toalla.

Al volver había cogido uno de los libros que había sobre la mesita y le sonreí acercándome de nuevo, sentándome a su lado, y tendiéndole la toalla para que pudiera secarse. En vez de secarse él como esperaba que hiciera, cogió la toalla y… empezó a secar mí rostro. Yo también estaba algo empapada por la lluvia pero yo tenía algo que ponerme, él no y por ello había sacado la toalla. Aquel gesto me pilló totalmente desprevenida ya que no me lo esperaba en absoluto, por lo que cerré los ojos dejándole hacer en todo momento. Esa delicadeza y cuidado eran tan impropias de él, tan inesperadas, que contrastaba con lo frío, distante, intimidante y algo reticente que siempre solía ser con todo el mundo.

Mis ojos buscaron los suyos cuando terminó de secarme el rostro y una sonrisa se instaló en mis labios por aquello, había sido un gesto de lo más adorable y más todavía proviniendo de él, que se preocupara más por secarme a mí que a él cuando no podría dejarle nada para cambiarse era, sin duda, algo que me gustaba. Su actitud e impresión sobre los demás podría ser de una forma más… helada, oscura, distante y fría, pero comenzaba a sospechar que realmente aquel hombre necesitaba de todo lo contrario, era como sin que si él se quisiera dar cuenta, lo fuera pidiendo a gritos. Reí entre dientes de forma breve por las formas en las que me trataba, mientras que yo lo había tratado siempre tuteándolo.



-Puedes tutearme, Haytham, no hace falta que seas tan formal conmigo… de hecho, prefiero que lo hagas. Creo que hay la suficiente confianza como para hacerlo, de lo contrario, no te hubiera traído al único lugar que puedo considerar como mí… santuario –sonreí mirándolo y negué con la cabeza por unos segundos- Estoy bien y puedo cambiarme luego, pero, sin embargo… ¿qué hacemos contigo? No tengo nada para poder dejarte a ti –una de mis manos la llevé sobre la que sostenía la toalla dejándola encima de su mano, estaba un poco helado y seguramente sería por la lluvia y el aire que nos había pillado de camino- Estás helado –comenté casi en un susurro y llevé mí otra mano a su mejilla en una leve caricia. Mirándolo de aquella manera, teniéndolo tan cerca de nuevo, me daban ganas de inclinarme y apoderarme de sus labios, morder su labio inferior y besar esos labios que muchas veces me habían tentado tanto cuando iba por las noches a aquella casa, y pensándolo bien no sabía cómo había podido aguantar tanto sin hacerlo- Me preocupas más tú –acorté la distancia entre ambos y la mano que había puesto sobre la suya la dejé sobre su pecho de forma lenta, acercando mí rostro al suyo dejando mis labios a apenas unos centímetros de los suyos, sintiendo su respiración sobre mí rostro y su aliento mezclarse con el mío propio- Puedo prepararte un baño caliente mientras dejamos que tú ropa se seque un poco cerca de la chimenea, podría dejarte algo para ponerte… seguro que estás gracioso a la par que adorable con una de mis batas –reí levemente y no de él, sino de la idea de dejarle algo mío cuando era mucho más grande que yo, en todos los sentidos- Podemos incluso bañarnos juntos, si lo prefieres… no puedes negarte a todo lo que te ofrezca, ¿o sí? –no pude evitar sonreír por aquello ante la mención, evidentemente, lo había dicho con tono de broma y esperaba que no rechazara todas y cada una de las opciones que le había ofrecido. Mí vista bajo hasta sus labios durante unos segundos dándole a tender también, de aquella manera, lo que pretendía hacer y dándole tiempo por si no quería que lo hiciera. Justo cuando me iba a inclinar terminando por acotar la distancia… sentí un roce en mí pierna que me hizo separarme y mirar hacia abajo. El rostro de mí pastora belga estaba ladeado y mirándome, portando su juguete en la boca y no pude más que echarme a reír por aquello. Menudo momento había elegido para hacerme saber que quería que jugara con ella- ¡Isis! Eres una pequeña oportunista, ¿lo sabías? –me separé un poco de él y cogí el juguete que llevaba mí perra en la boca para tirarlo lejos viendo como ella iba a por él corriendo. Lancé un suspiro negando con la cabeza y volví mí vista a Haytham- ¿Y bien? ¿Has tomado alguna decisión, o piensas quedarte ahí toda la noche? –sonreí intentando que el ambiente fuera más ameno, un poco divertido, pese a que el tiempo fuera presagiaba que se avecina tormenta.  
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Mensaje por Haytham Cross Miér Nov 23, 2016 5:39 pm

Comprendía perfectamente su postura y opinión con respecto a su decisión. Pero era su vida, al fin y al cabo, puede que ella no lo entendiese, y él tampoco estaba seguro de a donde le iba llevar sus decisiones y pasos que diese. Ahora mismo solo quería dejar todas las penurias y malos augurios atrás, y centrarse en el aquí y ahora, que era ella.

Unas heridas graves que no dejaban marca visible, un oscuro pasado que ambos compartían a su modo y manera. Él no dijo nada más, como siempre hombre de pocas palabras, pero con su gesto protector casi se lo decía todo.
Sus oscuros rizos mojados, y su piel fría, la cual rozaba con aquella toalla secándola como bien podía, con cuidado y delicadeza.

-Lo siento, es la costumbre. No suelo tutearme con nadie. -Le sonrió con disculpa, de nuevo enmudeció atrapado en aquellos ojos cálidos como la miel.

Su toque delicado sobre su mano, por un momento la información sobre que estaba “helado”, le llegó tardía, sin quererlo se había quedado mirando sus labios, los deseo probar.
Suspiró con fuerza intento recuperarse de aquella leve distracción. Su aliento cálido sobre el suyo propio, podía sentir sus propios labios latir tentados con los de ella, deseaba tanto que ella lo tocase, que le hiciese sentir que estaba vivo y que era humano, un simple roce, una simple caricia. Contuvo la respiración. De repente ella estaba tan cerca… Si, demasiado cerca y… ¡Vaya!

El animal le había dado un golpecito a Naitiri en su insistencia de que la atendiera para jugar. Qué inoportuno, ¿verdad? Pensó él sin querer le sonrió, y pensó en aquello que le acaba de ofrecer. Demasiada confianza, y no sabía si aquello era descortés. No estaba acostumbrado a tratar a una mujer de aquel modo, ni que ellas le tratasen así. Solo había visto un miedo mezclado con fascinación. No era ajeno a sus miradas, y sabía que a la vista era atrayente, pero luego en su fondo la asustaba de aquel modo. Tampoco se había fijado mucho en ellas, llevaba años sin sentir libido ni atracción por el sexo opuesto, creía que la maquinaria estaba destrozada, pero al parecer después de 10 años, estaba equivocado.

Un ademán de distracción de Naitiri mientras se alejaba un poco incorporándose y tirándole el juguete al animal. Haytham, ni se lo pensó y tomó la decisión y el paso por sí mismo. Intento ser delicado, retuvo demasiado cuando la tomó por los hombros para acercarla con aquellas manos grandes, y dejar que sus labios se impactaran contra los de ella.
Inevitable no querer saborear sus labios como ahora lo hacía, se sentía como “el sediento llama al agua, y como el agua que llama al sediento”. Fui cuidado en su ósculo, deleitante en su detenida caricia que se tornó un poco ruda después, pero de nuevo marco contención en su apasionamiento, atrayéndola contra su cuerpo grande.


¿Qué tenía aquella mujer? Su relación primigenia había empezado ya hacía meses, basada en un simple acto de teatro. Refugiado en un recuerdo fugaz de su amada, un acto cotidiano de una vida anterior que intentaba reconstruir noche tras noche con aquella joven de rasgos parecidos a su esposa.
Y ahora la veía a ella, a Naitiri. Su sombra, su fantasma había desparecido, y tras ella había aparecido aquella maravillosa mujer, a la que sin querer le estaba abriendo un trocito de su alma de roca. ¿Qué había cambiado ahora? Demasiadas cosas…


-Creo que prefiero pasearme desnudo por tu “santuario” a ponerme una de tus batas, dudo que me entren… -Bromeo, ¿su primera broma? ¿Haytham tenía sentido del humor acaso? -Juntos. -Solo dijo refiriéndose a ese baño, porque no aprovecharse y gozar de la desnudez de la dama. Y tal vez ese momento intimo le viniese bien para calmar el tormento que le sobrellevaba.
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Mensaje por Naitiri Zahir Dom Nov 27, 2016 1:06 pm

Se podía oír sentados desde donde estábamos las gotas de lluvia dar contra el cristal de una forma un poco más intensa de cuando habíamos llegado hacía unos minutos, por poco no nos pillaba una buena lluvia y aún así ambos habíamos acabado empapados por completo. Por suerte el calor de la chimenea se extendió por todo el salón y allí dentro se estaba bastante bien, aunque igualmente sentía que mí piel estaba algo fría por tener la ropa empapada, que notaba pegada a mí cuerpo con cada movimiento que hacía… y seguramente él estaría igual que yo. Sentía mí pelo pegado a mí espalda algo más liso de los rizos normales que solía llevar por la cantidad de agua que llevaba, agua que él con la toalla que le había traído se había encargado de quitar, al menos, el exceso que llevaba.

Mis ojos lo miraron tras aquello pensando en por qué no se había quitado él el agua que también llevaba por el cuerpo, mí mano fue a la que sujetaba la toalla y pude notar lo helado que también estaba. ¿Qué podría hacer para que dejara de estar así? La respuesta llegó antes de siquiera poder pensar con claridad las palabras, un baño caliente. Por unos breves segundos la imagen de tener a aquel hombre en mí bañera, con agua caliente, y algo de espuma mientras entraba su cuerpo en calor… me hizo morderme el labio por unos segundos. Sonreí cuando dijo que no había tuteado a nadie y esperé que la próxima vez lo hiciera, así que me aproximé más a él inclinando mí rostro dejándolo a centímetros del suyo, podía sentir su respiración contra mí rostro al ser él más alto que yo, y nuestros alientos entremezclarse por la cercanía.

Él no se apartó pero yo tampoco di el siguiente paso, por mí mente aún seguía rondándome la idea de él dentro de mí bañera, una idea demasiado tentadora como para dejarla pasar por alto y no poder hacerla realidad. Dudé, por un breve segundo dudé en decirle aquello ante la opción de que se negara, ya le habría ofrecido algo para beber y para comer y se había negado, esa era la única opción de no dejar que siguiera congelado en media de mí salón mientras yo podía tranquilamente cambiarme de ropa. Ya su mano estaba helada y seguramente tuviera el cuerpo frío como lo sentía yo. Mí mano que estaba sobre la suya la dejé en su pecho y noté la camisa igual de fría, así que ante aquello las palabras salieron de mis labios sin contención ninguna.

La imagen de él llevando una de mis batas me hizo reír durante unos breves segundos, estaba convencida de que no le pararía nada de lo que tuviera porque era no sólo más alto, sino que tenía mucha más corpulencia que yo y seguramente al intentar ponerse algo mío acabaría por romperlo… pero eso no evitó que fuera algo gracioso en mí mente y me riera por ello. Y tras ello la idea de compartir aquel baño, uno que yo también necesitaba, y que no veía por qué ninguno debía de esperar cuando mí bañera era lo suficientemente amplia y grande como para albergarnos a ambos dentro. Si antes tenía dudas de si podría aceptar el baño, con aquella idea, sí que las tenía mucho más.

Porque sí, a pesar de mis palabras, sí que podía negarse a todo aquello que le ofreciera porque yo no iba a obligarlo a nada, aunque sí le obligaría a tomarse ese baño aunque fuera él solo quien disfrutara de él. Mis ojos bajaron a sus labios mientras que él no decía nada, ni aceptaba la oferta ni la rechazaba tampoco, así que cediendo finalmente a los impulsos que me recorrían ante las ganas de besar sus labios… terminé por acostar la distancia tras mirar sus labios unos cuantos segundos, dándole a entender qué era lo que pretendía hacer y concediéndole el tiempo necesario para que pudiera apartarse de no querer que lo besara.

Mí mano seguía en su pecho y ahora sí que podía sentir sus labios casi sobre los míos, no tuve ningún tipo de prisa en aproximarme ya que tenía toda la noche por delante, mis labios estaban tan cerca de los suyos que casi, casi, podía sentir el calor que estos desprendían. Pero no llegué a rozarlos ni a besarlo como estaba deseando hacer, sentí una pata sobre una de mis piernas clamando por atención justo cuando tan solo me bastaba estirar un poco el rostro y apoderarme de sus labios… pero Isis, tan oportuna como siempre, me demandaba por atención. Cerré los ojos al quedarme con las ganas de besarlo, me mordí el labio y reí levemente lanzando un suspiro… maldita fuera mí perra. Parecía que había esperado el momento oportuno para hacer acto de presencia y clamar por algo de atención, ya que estaba en su cojín al lado de la chimenea.

Cuando vi su rostro, ladeado, y con el juguete en su boca… no pude enfadarme con ella, aunque sí me había “molestado” el hecho de que no hubiera podido esperar tan solo un minuto más y haya tenido que acercarse en ese momento. ¿Hubiera bastado con un minuto? Seguramente; no, no lo habría hecho. Pero las ganas de besarlo al menos se habrían disipado un poco… ahora tenía más ganas incluso que antes pero preferí, por aquella vez, hacerle caso a mí perra antes de que tuviera otra magnífica ocasión para ser inoportuna.



-Que sepas que te vas a salir con la tuya solo por esta vez, ¿vale?
–le quité el juguete sin que ella pusiera mucha resistencia y se lo tiré todo lo lejos que pude viendo que se perdía por el pasillo y que ella apenas tardaba un segundo en ir corriendo tras haberlo lanzado. Negué con la cabeza ante aquello y mí vista entonces se centró en Haytham- ¿Y bien? –pregunté ante las opciones que le había dado pensando que, seguramente, tomaría la opción de darse un baño por sí solo. Pero no dijo nada, su mirada estaba puesta en la mía, una mirada que no supe descifrar qué era lo que pasaba por su mente. Era hombre de pocas palabras y mayormente hablaba más con sus gestos, como el hecho de haberme secado el rostro con la toalla, y tenía que descifrar sus acciones y miradas. De repente sentí sus manos, grandes, sobre mis hombros acercándome a él de forma suave y lo siguiente que sentí… fueron sus labios contra los míos.

Por primera vez fue él quien se atrevió a dar aquel paso y yo gustosa me dejé hacer por él en todo momento, sintiendo sus manos en mis hombros y sus labios moverse sobre los míos. Por fin volvía a apoderarme de aquellos labios aunque hubiera sido él quien finalmente acortara la distancia, disfruté de su toque, de la forma en que lo hacía como si quisiera ser apasionado y no tuviera ningún tipo de prisa. En todo momento le dejé llevar el ritmo del beso disfrutando de sus labios, de la forma en que me besaba y calmando un poco la… necesidad, por llamarlo de alguna forma, que incluso yo misma sentía de aquel beso.

Disfruté del momento y apoyé mis manos en su pecho momentos antes de que notara que se estaba tornando el beso en algo rudo, notando que terminaba por acercarme a su cuerpo restando cualquier espacio entre ambos. Mis manos aferraron con fuerza su camisa en aquel momento y gemí contra su boca en el beso ante el cambio de ritmo y fue ahí cuando quise tomar partido yo también. Mí cuerpo se movió por sí solo y se elevó un poco rozando el suyo sin separarme, una de mis manos subió hasta su pelo aferrándolo y la otra rodeó su cuello arqueándome contra él sin poder evitarlo. Intenté imponer mí propio ritmo en el beso sintiendo que de alguna forma la rudeza terminaba y daba paso a un beso de forma más… apasionado.

Cuando al final tuvimos que separarnos por falta de aire no pude evitar morder su labio inferior y tirar de el durante unos segundos sin apartar mí mirada de la suya y con una sonrisa en los labios. Al final solté su labio y me lamí los labios sintiendo el calor de estos y que seguramente estarían algo más rojos por el beso recibido. Cerré los ojos por unos breves momentos y apoyé mí frente contra la suya recuperándome tras aquello al tiempo que la mano en su pelo descendía por su rostro hasta delinear sus labios y seguir bajando hasta dejarla en su pecho. Alcé mi rostro para mirarle cuando comenzó a hablar y, tras aquello… me reí, me reí por las palabras que había dicho dándome cuenta de que en todo aquel tiempo era la primera vez que lo veía gastando una broma y aquella me gustó, me hacía sentir que poco a poco estaba cediendo terreno en aquella muralla que tenía erigida en su interior, y me hacía querer adentrarme mucho más.



-Una lástima –chasqueé la lengua sin perder mí sonrisa tras la risa y lo miré- Habría sido algo digno de ver y de recordar también verte con una de mis batas, aunque… la idea de que te pasees desnudo por mí santuario -me mordí el labio, divertida con aquello- me resulta de lo más tentadora a la par que erótica –un espectáculo digno de ver, sin duda alguna. Sonreí cuando dijo que prefería que nos bañáramos juntos sintiendo que me sorprendía su decisión pero que no iba a cuestionar bajo ningún concepto- Sabia elección, al menos no rechazas todo aquello cuanto te ofrezco –aquello lo dije entre risas y tomé una de sus manos entre las mías- Ven –me levanté de aquel sofá y tiré un poco de él para que me siguiera, encontrándome a Isis que nos miraba en el linde de la puerta, me agaché para dejar un beso en su cabeza y seguí adentrándome por el pasillo mirando de reojo que él me siguiera.

A esas alturas me costaba andar ya que sentía el vestido demasiado pegado a mí cuerpo pero aún así seguí andando hasta llegar a la puerta de mí habitación. Abrí la puerta y dejé que entrara dentro antes de cerrarla tras él. La habitación era amplia con una puerta a la derecha de la cama que daba al aseo. La cama amplia tenía una colcha negra y dorada, a juego con los cojines. El cabezal era igual que la colcha con grabados ornamentados en dorado, había un tocador con un espejo enorme dorado también, y por la habitación habían cuadros típicos egipcios, y en la mesita tenía una figura de un gato negro que portaba un collar dorado. Cogí de nuevo su mano y tiré de él hasta llegar al aseo que era bastante amplio, en decoración a juego con el resto de la habitación, donde en medio había una bañera grande en blanco con grabados en color dorado. Me acerqué hasta la bañera y comencé a llenarla cuando empezó a salir el agua caliente.

Me giré para contemplarlo en mitad de mí aseo pareciéndome extraño y sintiendo que aquello jamás se me habría podido pasar por la cabeza que pasaría, pero aquí estábamos los dos. Lo primero que hice fue acercarme a él e inclinarme para volver a besar sus labios, un beso algo más corto ya que no quería que se saliera el agua de la bañera y no debía de llenarla mucho si no quería que luego se desbordara al meternos los dos. Me separé, cerré el grifo y eché unas sales que siempre solía utilizar y que olían de maravilla. Me volví a acercar a él de forma lenta y empecé a desabrochar los botones de la camisa que llevaba dejando esta abierta, mostrando de forma leve su pecho. Subí mi vista para mirarle y sonreírle antes de darle la espalda, apartar mí pelo hacia un lado, y dejar que fuera él quien deshiciera los lazos que llevaba el vestido… sentía que el corsé bajo este comenzaba a molestarme y se me pegaba con cada respiración que daba.



-Me temo que tras el baño mí olor se va a quedar impregnada en tú piel –dije ladeando un poco la cabeza para poder verlo, mientras él deshacía los lazos del vestido- Espero que no te importe –allá donde fuera después de aquella noche se iba a acordar ya que le había echado al agua lo que siempre utilizaba para bañarme. Iba a ser un baño de lo más placentero y relajante, uno en el cual no iba a tener ninguna prisa. El primer trueno de aquella tormenta que se avecinaba sonó en el lugar haciendo que me sobresaltara un poco ante lo inesperado que había sido, pudiendo notar que las gotas de lluvia se oían con más fuerza contra el cristal. Llevé una mano a mí pecho y suspiré por aquello- Qué tonta soy –murmuré más para mí misma, al haberme sobresaltado por aquello.
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Mensaje por Haytham Cross Dom Dic 25, 2016 7:03 am

Había sonreído junto a ella, estaba seguro de que lo había imaginado llevando algo de ropa de ella; una imagen un tanto ridículo podría opinar en un hombre de tal tamaño.
Su mano tanteo su contacto, su cuerpo se erizo ante aquel contraste entre frío y calor, se sentía helado por la tela mojada y aunque ella estaba también fría, el tibio de su piel era contraste.

Palabras que parecieron sorprender a Naitiri, él había aceptado su oferta, y había intentado ser por una vez descarado. Se estaba tirando a la piscina. Pocos días le quedaban en la capital, pronto se marcharía a su tierra a ver por propios ojos su verdad, una verdad que le destruía por dentro y por ello ahora se arrojaba a hacer lo que antes no se atrevió. No sabía si aquello podía ser una especie de despedida.

Labios correspondidos, y un juguetón gesto el de su mordida, aquello lo excito un poco, mientras él la seguía hacia el baño, por un momento no pudo quitarse de su mente el deseo de poseerla allí mismo, y sin miramiento. Con ello en cuanto entraron en la sala intento calmar su mente, y centrarse en donde estaban.

Curiosa decoración, la reconoció enseguida pero no recordaba haber viajado a aquellos países, aunque algo en el fondo de su mente le decía que había viajado demasiado. Por lo que decían los documentos y lo poco que había hablado de su pasado con el fallecido señor Cavey, se había dedicado a la vida militar y marina, es más, su juicio y condena se había hecho en aquel nivel.
Se había dedicado en otra vida a escoltar barcos con importantes cargamentos y no solo materiales, personales. Así que tenía sentido que conociese puertos distintos, y entre ellos el egipcio.

- ¿Egipto? -Pregunto solamente. Luego pensó en que tampoco recordaba haberse bañado nunca con una mujer, ni con su esposa, o al menos si había sido así aquel disfrute se había borrado de la memoria, así que un nuevo recuerdo para recomponer fragmentos del pasado.

Labios que lo buscaron de un modo efímero, dedos que comenzaron a desnudarle y no finalizar. Haytham se dejó hacer dócilmente ante las atenciones de la morena. Aún no entendía como ella podía preocuparse por él, como le había llevado a su “refugio” personal, no habían hablado demasiado en meses, no había compartido demasiado, pero si lo íntimo.
Era una extraña relación construida de… ¿De qué? Pero en la que confiaban el uno del otro demasiado, y sin tener muy claro por qué.

-Será un aroma agradable, así que porque despreciarlo. -Se quitó la camisa mojada y desabrochada, y la dejo caer en el suelo. Una leve curva de sus labios, lo que sabía hacer de sonrisa.

Dedos que desenredaba ataduras de su ropa, descubriendo rastro de su desnudez, desde su espalda, el corsé cayó; Haytham, puso sus enormes manos sobre sus hombros, apartó su cabello oscuro a un lado y le beso la nuca a la bella, luego las dejo caer hasta envolver los pechos de Naitiri por un instante, sintiendo la puta de ellos. Gesto atrevido y como un roce, no iba a excederse mientras ella no le diese permiso, o condujera sus pasos.
Piel que seguía su recorrido hasta llegar a su cintura, y tirar de lo que quedaba de su vestido para dejarla sin nada.

El sonido de la tormenta y ella se sobresaltó pegándose a su cuerpo. Haytham se aprovechó del gesto y la envolvió entre sus brazos.

-Te lo dije, se acercaba tormenta. -Le volvió a besar esta vez en la mejilla, luego rompió su contacto para terminar de deshacerse por sí mismo de sus ropas e igualar su condición.

Su cuerpo era un mapa de historias, o más bien una sola, donde se hablaba de vida y muerte, y actos de brujería. Invitado por ella, se metió en aquella sorprendente amplia bañera, había esperado haber estados bastante apretados, pero iba a ser al contrario.
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Let Me In Into You ~ Privado {+18} Empty Re: Let Me In Into You ~ Privado {+18}

Mensaje por Naitiri Zahir Mar Ene 10, 2017 11:13 am

Si alguien me hubiera dicho que iba a tener a aquel hombre en mí salón, completamente empapado por la lluvia que nos había pillado de camino a mí casa, y posteriormente en mí aseo con solamente la camisa desabrochada por mis manos… no lo hubiera creído. No lo había citado con la intención de acabar de aquella manera, de hecho, aquello ni siquiera se me había pasado por la mente en cuanto lo vi entrar por la puerta del restaurante, ya que había tenido mis dudas sobre si iría o no a aquel encuentro. Pero las cosas así se habían dado y, aunque todo fuera y pasara de forma repentina sin que ninguno de los dos lo hubiera planeado desde un principio, no iba a negar que aquellas expectativas no me gustaran.

Sí, era cierto que yo había dado la idea de bañarnos e incluso bañarnos juntos, algo que no pensé que él accediera en un principio y que se pudo mostrar en mí rostro reflejado en sorpresa cuando accedió a aquello, igualmente, no iba a negarme tampoco. Iba a ser un baño interesante y yo también necesitaba entrar en calor ya que sentía el vestido completamente empapado por la lluvia pegado a mí cuerpo y helarlo por el frío que hacía, ni siquiera la chimenea había conseguido que entrara el calor lo suficiente, aunque sí lo había hecho el contacto que habíamos mantenido en el sofá, que aunque sus ropas también estuvieran frías y húmedas como las mías, había podido notar la calidez de sus manos en mí piel, y sus labios besando los míos.

Dejando atrás el salón y aquel breve contacto entre ambos que él mismo había iniciado y en el cual me había dejado llevar en todo momento, miré a mí perra notando que estaba tumbada en su sitio con aquel juguete que le había lanzado y seguí por el pasillo hasta llegar a mí habitación y entrar en el aseo. Lo primero que hice al llegar fue sacar todo lo que pudiéramos necesitar para después del baño, cogí las toallas más grandes que vi y las dejé sobre un taburete que había cerca de la bañera que había en el centro del aseo, para que no estuvieran demasiado lejos.

Al salir para encontrármelo mirando la decoración de la habitación, una que era muy diferente con el resto de la casa, sonreí mirándolo cuando hizo aquella simple pregunta y asentí con la cabeza. De alguna forma aquel lugar me recordaba a mí hogar, a las raíces de donde provenía y al lugar al que pertenecía. Aún podía recordar perfectamente cómo era la casa en la que había vivido junto a mis padres, la decoración que había en el lugar y los miles de papeles que había apilados en un escritorio y que pertenecían a mí madre. Me mordí el labio y miré, de forma breve, la decoración que él mismo estaba mirando y luego mí vista se fijó en él.


-Así es, por si no lo sabías, estás frente a una mujer egipcia –reí levemente por ello- De alguna forma me hace sentir que estoy en casa, llevo muchos años en París pero tus verdaderas raíces no se olvidan tan fácilmente, ya que las llevas en sangre. Es como… volver allí, de alguna manera. Provengo de la ciudad de Guiza, más conocida por las grandes pirámides y al entrar aquí me siento más tranquila, y siento que me reconforta –me encogí de hombros por ello, sin darle demasiada importancia- Pero no te he traído aquí para que veas la decoración, ven, vamos –cogí su mano y tiré de él con delicadeza para que me siguiera hasta el aseo donde ya tenía las toallas preparadas, y el albornoz que utilizaría para salir después de aquel baño. Estaba segura de que si él lo hubiera querido mí intento de moverlo se podría haber quedado en eso, en un intento, puesto que de quererlo se podría haber quedado perfectamente en el sitio sin moverse por mucho que yo tirara.

Sorprendentemente, parecía dejarse llevar por lo que le ofrecía y se dejaba conducir por mis pasos algo que era la primera vez que pasaba cuando estaba con él. Siempre había dictado él, por norma general, lo que iba a acontecer y aquella vez sin embargo era yo quien parecía dictarlo todo. Me gustaba que se dejara llevar y que por una vez no tuviera todo calculado como siempre solía tener cuando llegaba por la noche, era reconfortante saber que me dejaba hacer y que incluso accedía a ciertas cosas que pensé que no accedería, por lo que contemplarlo en mí baño era como una pequeña victoria muy placentera.

Abrí el grifo y dejé que el agua caliente comenzara a llenar la bañera mientras mis manos iban desabrochando los botones de su camisa, no se la quité todavía, y pude observar su pecho todavía parcialmente cubierto por la camisa, y ya por lo poco que se podía ver se veía alguna que otra cicatriz que surcaba su cuerpo. Fue una sorpresa cuando por primera vez vi todas aquellas marcas, y en el fondo me dolió verlo, porque a saber lo que habría sufrido cuando se las hicieron… tenía todo tipo de marcas por el cuerpo. Me separé para cerrar el grifo y echar unas sales aromáticas que solía echar, para volverme de nuevo a él.



-Espero que no, sería una ofensa ante mí ofrecimiento –dije de forma algo divertida y burlona, vi como él mismo terminaba de quitarse la camisa que yo le había dejado puesta y le di un vistazo antes de darle la espalda y que comenzara a deshacer los lazos de aquel vestido que ya comenzaba a oprimirme demasiado el pecho, cada vez lo notaba más y más pegarse a mí cuerpo y resultaba molesto. Sus manos no tardaron en hacer acto de presencia y comenzaron a deshacer los lazos de aquel vestido que llevaba, podía notar como con cada uno que se soltaba podía respirar con mayor facilidad. El vestido fue lo primero que cayó quedando a la altura de mis caderas, dejando ver bajo este el corsé que llevaba y que él no tardó en comenzar a desabrochar.

Una vez libre el corsé cayó al suelo rompiendo el silencio que se había instalado momentáneamente en el lugar, acompañado únicamente por las gotas de lluvia contra el cristal y el sonido de nuestras respiraciones. Lancé un leve jadeo al sentir que podía respirar sin tener ninguna dificultad u opresión y cerré los ojos un segundo, sintiendo que sin aquel trozo de tela era algo más libre. Sentí sus grandes manos en mis hombros y cómo apartaba mí pelo hacia un lado para luego notar que dejaba un beso en mí nuca que me hizo suspirar levemente.

Sus manos se deslizaron por mis hombros creando una leve fricción de la cual notaba calor allá donde sus manos dejaban aquel rastro, mí piel estaba igual de fría que lo había estado mí ropa y la estancia todavía no había adquirido esa calidez por lo que un leve escalofrío recorrió mí cuerpo al verme libre de ropa que me cubriera de cintura para arriba. Sus manos pronto llegaron a mis pechos, envolviéndolos en su grandeza y provocando el primer jadeo que salieron de mis labios. Fue un simple roce que envió una onda por todo mí cuerpo dejándome hacer en todo momento, sus manos continuaron un camino descendente y yo apoyé la cabeza contra su pecho ya que no llegaba a descansarla en su hombro, notando que llegaban a mí cintura donde quedaba el resto del vestido y en donde moví mis caderas de forma involuntaria hacia delante para luego notar que tiraba de él hasta dejarme desnuda, a su completa merced.

Tan centrada estaba en sus manos descendiendo por mí cuerpo que el primer trueno de aquella tormenta tronó en la estancia haciendo que pegara un leve bote en el que me pegué aún más a su pecho, y en el que abrí los ojos al darme cuenta de lo tonta que había sabido al dejarme asustar por algo como había sido aquello. Sus brazos no tardaron en envolverme y me di cuenta de que no le costaba demasiado hacer aquello debido a su tamaño y constitución. Me envolvieron por completo y lancé un suspiro al sentir que estaba más tranquila mientras las gotas caían con fuerza contra el cristal. Me mordí el labio al sentirme segura entre sus brazos y muy pequeña bajo ellos, te daba la sensación de que nada podía pasarte de aquella manera y podía notar cada uno de sus músculos contra mí cuerpo desnudo. Reí por sus palabras, porque sí, me había avisado un par de veces que se avecinaba una tormenta.



-Cierto, me lo habías dicho –sentí sus labios esta vez dejando un beso en mí mejilla y llevé mis manos a sus brazos que me envolvían, dejándolos allí- Pero la verdad es que estaba centrada más en… otra cosa, que en pensar que un simple trueno podría asustarme como a una niña –giré mí rostro para poder verlo mejor- tú has sido mí distracción –dije con un deje divertido, dejando un mordisco en la zona de su cuello antes de notar cómo se separaba dejando mí cuerpo totalmente frío de nuevo ahora que comenzaba a entrar en calor por estar pegado al suyo. Me giré para poder contemplarlo mientras se desvestía y no aparté mí mirada de él en ningún momento al tiempo que me mordía el labio. Otras quizás habrían apartado la mirada ruborizadas por aquello, yo sin embargo prefería disfrutar de las vistas que me estaba ofreciendo y no me importó en absoluto que viera que lo estaba mirando, parecía que él tampoco tenía ningún problema a la hora de estar desnudo- Vaya, y yo que quería ser quien te quitara la ropa… -chasqué la lengua pero sonreí dándole a entender que estaba de broma- aunque bueno, el cambio no ha estado nada mal tampoco –ahora que estábamos desnudos el baño nos esperaba, el agua estaba en su punto y las sales aromáticas se podían oler incluso desde fuera.

Sin esperar demasiado me giré y fui yo quien entró la primera en la bañera, el agua caliente fue algo delicioso al estar mí cuerpo frío y que agradecí para comenzar a entrar en calor. Aparté mí pelo a un lado y lo contemplé desde donde estaba jugando un poco con el agua, para luego sonreírle e invitarle con el dedo a que me acompañara… y no tardó demasiado en hacerme caso. Contemplé como se metía en la bañera y como el nivel del agua subía al estar dentro pero que no rebasó en ningún momento. Estaba en frente de mí y podía notar sus piernas a cada lado de mí cuerpo buscando una forma de estar cómodo. Mí bañera podía ser grande, lo suficiente como para albergarnos a los dos, pero él era mucho más largo y podía notar que tenía que doblar un poco sus piernas para poder sentarse de forma cómoda.

Reí ante aquella imagen ya que si yo cabía justa no me quería imaginar él que era mucho más alto que yo, jugueteé con mis manos en la superficie del agua moviéndola y esparciendo aquellas sales aún más pero sin quitar mí vista de él. Podía notar que poco a poco mí cuerpo entraba en calor y, sin poder esperar mucho más, fui yo quien por esa vez se acercó a él dejándole más espacio para acomodarse, dejé mi cuerpo sobre el suyo y mis labios buscaron los suyos, siendo yo quien por esa vez llevara el control del beso. Mis labios devoraron los suyos al tiempo que una de mis manos recorría su pecho notando cada una de sus heridas, que lejos de apartarme, hacían que mí pecho se encogiera porque eran demasiadas marcas para llevarlas solamente un hombre.


-Vaya, sabía que mí bañera era grande pero tenía mis dudas de si… bueno, si ibas a caber en ella o no. Eres tan... grande –dije tras separarme más por falta de aire que de por ganas, sonriendo por aquello y lo miré estando más de cerca- Ahora que estás en mí bañera, la cuestión es, ¿dejarás que te bañe? –Enarqué una ceja porque de aquello sí que no estaba tan segura al tiempo que mí dedo subía por su rostro- eres libre de hacer lo que realmente quieras, ahora solo estamos tú y yo. Desnudos. En mí bañera –mordí su labio inferior de nuevo- Admito que no tenía pensado acabar así, ni aquí, cuando te escribí aquella nota para vernos –pero tampoco iba a cambiar la situación- ¿Qué es lo que quieres, Haytham? –pregunté aunque ya sabía la respuesta, pero algo me decía que aquel hombre no había tenido la libertad de tomar ciertas decisiones, o de que le preguntaran qué querían. Sabía lo que era servir a alguien, y ese tipo de cosas, quedaban en el olvido. Por lo que brindarle aquello no sería algo a lo que estuviera acostumbrado, y quería ver realmente cómo reaccionaba a ello
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Mensaje por Haytham Cross Mar Ene 24, 2017 11:37 am

El sonido de la tormenta se quedaba lejano con la lluvia apremiante, y su cuerpo que había buscado refugio en el suyo, era pequeño comparado con el de aquella mole.
Ella le dedico un mordisco travieso antes de alejarse a su lado para que él se desvistiese, descarada miraba como él se iba desprendiendo de todo. Se sentía extraño, en ese sentido y en muchos era demasiado arisco, y a veces le era hiriente el contacto, pero con ella todo era dulce y delicioso. Su tacto precavido, cuidadoso y delicado. Era como si entendiese que aquel simple acto era un paso más allá para él. Poco acostumbrado a compartirse como humano, más a ser una máquina sorda y carente del sentir, que solo debía de obedecer.

Su cuerpo desnudo, que belleza para sus ojos, introduciéndose en aquella bañera, que a pesar de su amplitud sabía que compartiéndola habría poco espacio. Haytham era un hombre muy grande, por un momento una idea se le paso por la mente, de esas que no suele ocurrírsele a tal velocidad, sonrío. Si, iba a tener que estar apretados, y eso para nada era malo, sino todo lo contrario.

Ahora le tocaba a él. Primer contacto con aquella agua que cálida le envolvió su piel fría, era reconfortante al igual que el aroma de aquellas sales que ella había echado.
Todo era nuevo, muy nuevo. Había calma, se sentía relajado, muy contrario a su estado de constate alerta.
Y ahí vino la confirmación de aquel pensamiento que le hizo sonreír, al otorgarle especio Naitiri tuvo que moverse y colocarse sobre su cuerpo, había pensado en aquel contacto que se le antojaba provocador, es más cuando vino el beso por parte de ella, él no pudo posar sus manos en su tibia espalda brillante por el agua que la recorría. Si, se hizo evidente, le excito, su contacto su visión, aquella mujer era totalmente perdición dentro de su dulzura, era capaz de provocar sentimientos lascivos por parte de aquella roca que creía que todo ese mundo estaba apagado para él.

Por un momento sus pensamientos se nublaron con una imaginación que le llevaba a todo lo que le gustaría hacerle en aquella bañera, verla retorcerse en las caricias que sus manos podrían proporcionarle, escuchar en entre sus labios su nombre…

Pero claro, todo aquello era imaginación, ante todo era cortes y medía sus pasos.
Con la cabeza afirmo dócil que sí, ante su proposición de asearle. No podía evitarla con aquellos ojos perdidos en lo que era ella.


-Quiero perderme en tu piel… -Pensamiento en voz alta, sus propios labios le habían traicionado.
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Mensaje por Naitiri Zahir Miér Feb 08, 2017 7:48 pm

Era embriagante el ambiente que comenzaba a respirarse en el lugar, las sales ya estaban cumpliendo su función y todavía aún más desde que había llenado la bañara con el agua caliente que nos vendría bien ya que ambos al final habíamos acabados empapados. La lluvia finalmente nos había pillado aunque no la peor parte que comenzaba a desatarse en aquel momento, fruto de ello incluso me había asustado aquel trueno pillándome completamente desprevenida, al abandonar todo pensamiento centrada únicamente en lo que estaba sintiendo y en sus manos recorriendo mí cuerpo hasta despojarme de lo que quedaba del vestido. Seguramente habría parecido una niña pequeña quien se asusta por una tormenta como la que estaba empezando en aquel momento, haciendo que las gotas se oyeran con mayor fuerza y nitidez contra el cristal de la ventana.

Miré un instante por ella viendo las gotas de lluvia que iban rápidas por el fuerte viento que comenzaba a soplar fuera, algo que previamente él había dicho que pasaría, y luego fijé mí vista en él mientras se desnudaba. ¿Estaba siendo descarada? Absolutamente sí, ni siquiera había dudado en verlo en cuanto comenzó a desabrochar el pantalón y comenzaba a quitarse el calzado. Siempre me había visto él mientras me desvestía, así que era agradable contemplar cómo él lo hacía aunque hubiera preferido ser yo quien lo desnudara, así que no había nada de malo en disfrutar sentada en el borde de la bañera a la espera de que terminara. No me importó que se diera cuenta de que lo estaba mirando, otras en mí situación habrían apartado la mirada pudorosas y avergonzadas por lo que estaba haciendo, en ese aspecto, me consideraba algo más lista a la hora de no perder detalle.

Tampoco era la primera vez que lo veía desnudo, aunque la última vez había sido algo tan imprevisto y rápido que apenas pude disfrutar como realmente quise. Él, sin embargo, había perdido la cuenta de las veces que me había visto desnuda en las noches que había acudido a la mansión para compartir cama y dejar que velara su sueño. Incluso aquel día me seguía preguntando cómo era que había dejado que alguien velara su sueño, estaba claro que era algo que necesitaba dado a las pesadillas que acudían la mayoría de las noches y que por suerte lograba calmar y tranquilizarlo, sin pensarlo realmente, me entregaba una parte de él que era de lo más vulnerable, de hecho, cuando más vulnerable podía sentirse una persona ya que no eres consciente de nada de lo que ocurre. El por qué confiaba en mí de aquella forma era algo que todavía no sabía, pero que en algún momento quizás terminara por saber.

Ahora que ambos estábamos desnudos y que la bañera nos estaba esperando le miré con una sonrisa todavía apoyada en el borde de esta, me mordí el labio y finalmente me giré para entrar en la bañera e invitarle con el dedo a que me siguiera una vez estuve dentro. Sabía que él no iba a caber bien, mí bañera era grande pero él lo era mucho más y yo podía estirarme dentro del lugar, pero él estaba convencida de que le faltaría espacio. Mientras él se metía dentro decidí jugar con la espuma que había en la superficie sin dejar de mirarlo, observando cada uno de sus movimientos hasta que finalmente estuvo dentro de la bañera conmigo. Reí entre dientes al darme cuenta de que, tal y como había pensado, no cabía dentro de ella y tenía que doblar las piernas en parte, también, porque yo también estaba dentro y ocupaba la otra parte de la bañera.

Decidí tras unos momentos en los que lo miré divertida por la situación moverme en su dirección y acercarme a él dejándole todo el espacio que anteriormente ocupaba para que pudiera estar algo más cómodo, mientras yo dejaba mí cuerpo acomodado sobre el suyo dejando mí rostro a pocos centímetros del de él y una de mis manos apoyada en su pecho. Bajé mí vista a sus labios de nuevo y luego miré sus ojos verdes dejando mí mirada puesta en la suya, pocos segundos bastaron para caer en la tentación que eran sus labios hasta besarlo y tomar por aquella vez el control del beso, de aquella forma, devorándolo lentamente sin tener prisa alguna por terminar. Disfruté del momento haciendo mío cada uno de sus movimientos y me deleité el tiempo que duró, mis manos no se quedaron quietas y una recorrió su nuca al tiempo que la otra bajaba por su pecho hasta delinear el contorno de su torso, terminando en donde comenzaba su cadera sin querer continuar con el camino descendente, al menos por el momento. Sus manos tampoco se quedaron quietas y recorrieron mí espalda que ahora debido a estar mí cuerpo sobre el suyo sobresalía del agua dada a la posición en la que estábamos. Sonreí por aquel contacto en la que mí espalda se arqueó por el roce y al separarme mordí su labio dejando mí mirada en la suya.

Era notorio conforme estaba mí cuerpo pegado al suyo su excitación, algo que me hacía querer continuar con todo aquello pero siempre con el pensamiento y la idea en mente de hacerlo de forma que pudiera disfrutar por completo, sin prisa pero sin pausa, diferente a como la primera vez en la que cuando quise darme cuenta todo había pasado tan rápido que apenas si pude disfrutar, lo hice, pero de una forma distinta. Notaba su mirada puesta en mí pero, al igual que en la cafetería, parecía que su mente iba por un camino diferente y lo observé durante unos leves segundos, preguntándome qué se le estaría pasando por la mente.



-¿Sabes? –Le sonreí levemente y reí entre dientes- daría un franco ahora mismo por tus pensamientos –ladeé un poco la cabeza como si así pudiera comprender qué pensaba. Era un hombre de pocas palabras que se guiaba más por sus gestos, la forma de mirar, de moverse… estando en aquella posición y con él absorto en sus pensamientos me era bastante difícil y, había que reconocer, que un poco frustrante. Para mí sorpresa asintió con la cabeza ante la idea de bañarlo e iba a ser algo que disfrutaría. Finalmente vino la pregunta y estaba a la expectativa de su respuesta, quería saber qué era lo que quería y lo que pediría. Aquella noche estaba siendo todo muy diferente, por primera vez desde que lo conocía, estaba dejándose llevar sin tener nada calculado y preparado. Siempre tenía todo bajo su control, y aquella noche, estaba siendo totalmente al contrario. Se había dejado llevar hasta mí casa, lo había llevado hasta aquella bañera sin resistencia alguna y ahora incluso se dejaba que lo bañara. Estaba convencida de que para él estaba siendo mucho más extraño que para mí, pero dado que intuía que a aquel hombre pocas cosas se le escapaban de su control al menos haría algo que fuera placentero y que recordara con buen sabor de boca, algo bueno que le sirviera para futuras ocasiones.

Lo que no había esperado, para nada, fue aquella sencilla y simple frase que salió de sus labios. Había sido totalmente inesperada y sin duda alguna jamás habría pensado que pudiera decirme tal cosa, y que me hizo confirmar que aquella noche se estaba dejando llevar por completo. En parte me alegré de que saliera de aquella vida cuadriculada y controlada que tenía, la vida no la podías controlar y si era para bien como estaba siendo ahora me alegraba de que le pasara. Yo era indomable, y así lo era mí vida también, a mí lado jamás podría predecir qué podría pasar y que tuviera alguna que otra sorpresa le iba a venir bastante bien.

Sus palabras, su deseo de lo que realmente quería me hizo mirarlo durante unos segundos y sonreír, sonreír de manera sincera, tranquila y transmitiendo de alguna forma lo que me había gustado oír eso. Porque, ¿cómo iba a negarme ante una petición como aquella? No iba a poder hacerlo… y no quería hacerlo, mucho menos de la forma en la que me estaba mirando. Si él quería perderse en mí piel yo no iba a oponerme a ello sino que al contrario, haría que se perdiera mucho más que en mí piel. Sin duda me había traspasado un poco con aquellas palabras, mí mano recorrió su rostro sin perder la sonrisa y le miré mordiéndome el labio ante las formas que haría que se perdiera en mí piel como él había dicho. Por fin estaba mostrando lo que realmente quería y estaba mostrando, en el fondo, cómo realmente era. Otra pequeña victoria que me atribuí en mí fuero interno.


-Tocada y hundida… -murmuré mirándolo para luego apoyar mí frente contra su pecho, dejar un beso en el lugar y apoyar la barbilla levantando mí rostro sin dejar de sonreír fijando mis ojos miel en sus orbes verdes. Un rayo iluminó la estancia durante un par de segundos en los que mí deseo por aquel hombre no amainó, sino que aumentó deliberadamente. Cada movimiento suyo parecía medido y comedido, como si esperara que yo diera el paso y marcara el ritmo. Mí mano cogió una de las suyas, y sin apartar mí mirada, la llevé hasta uno de mis pechos dejando mí mano sobre la suya– Hazlo -fue lo único que dije ante aquello, yo estaba deseando que me tocara pero quería que naciera de él y que de alguna forma no fuera impuesto, cualquier otro hombre en su situación se habría aprovechado sin apenas dudarlo, él sin embargo esperaba que de alguna forma le diera un permiso que le concedería más que gustosa- Y yo quiero perderme en ti –mis labios volvieron a acercarse a los suyos dejándolos a tan sólo meros milímetros unos de otros, sintiendo su respiración chocar contra mis labios hasta que finalmente volví a besarle de forma más lenta y más pausada. Al separarme me incliné estirando el brazo por detrás de él para coger del estante un pequeño bote, le sonreí y volví a acomodarme sobre él- No dudes, o tengas miedo, de decirme lo que pienses, sientas o quieras por favor… no conmigo –le miré- Aquí somos libres Haytham, aquí nada más que existimos tú y yo –me mordí el labio y acaricié su rostro para luego coger una esponja y luchar contra las ganas que tenía de tomarlo ahí mismo, había dicho que iba a bañarlo y es lo que pensaba hacer.

Le hice que pegara más su espalda contra el respaldo de la bañera y me senté sobre él para tener mejor movilidad, una vez que puse jabón en la esponja cogí uno de sus brazos levantándolo fuera del agua y deslicé la esponja por su piel, que enseguida se llenó de espuma bajando por su brazo hasta terminar en su mano de forma suave. Hice lo mismo con el segundo dejándolo sobre el borde, llevé una de mis manos a su pelo enredando mis dedos y de forma suave le hice llevar su cabeza hacia atrás tensando su cuello. Me incliné y mis labios recorrieron su cuello al tiempo que la esponja la pasaba por el otro lado, me separé y una vez hecha la otra parte pasé a recorrer su pecho.

Mojé la esponja haciendo más espuma y comencé a pasarla por su pecho que era donde más heridas y cicatrices tenía, no me atrevía a contarlas, pero se notaba que eran viejas cicatrices de una vida pasada. En cierto modo dolía verlas porque seguramente habría sido tremendamente doloroso, al pasar por un punto mí mano se quedó quieta y la otra mano recorrió con un dedo una de las heridas. Esta estaba algo hundida como si hubiera sido causada por una bala, la recorrí despacio sin siquiera pensar que quizás a él no le gustara que lo hiciera o incluso que la tocara. Levanté mí vista para verlo disculpándome de alguna forma si le había molestado que lo hiciera.


-Yo… lo siento –fue lo único que pude decir sin saber si le había molestado, dejé un beso donde había estado antes el dedo y seguí enjabonando su pecho dándome cuenta de que no éramos tan diferentes, ambos estábamos marcados de formas distintas pero que si mirabas podías ver esas “marcas” que todavía teníamos, las suyas más visibles y no por ello menos dolorosas que las mías. En cierta forma me sentía identificada con él, ambos teníamos un pasado oscuro que había sido difícil, quizás por eso sintiera la necesidad de aliviar un poco su dolor, que aquel hombre no fuera un témpano de hielo andante y que dejara esas murallas que había erigido a su alrededor… no podían ser nada buenas para él, y de alguna forma quería hacerle ver que no las necesitaba.  
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Mensaje por Haytham Cross Vie Feb 24, 2017 3:26 pm

La tormenta continuaba y ella era la tentación hecha carne, desviaba todo pensamiento de amargura hacia otro lado, era como si ella lo sostuviera en aquel presente en el que estaba. Como si le ayudase a clavar sus pies en el momento, pero a la vez evadirse de esa realidad permitiéndole con las manos tocar el cielo.

Hombre de pocas palabras, bastante le estaba sacando ella aquella noche, y confesiones incluso de su modo de sentir. Era extraño porque en el sentir él siempre había sido una ruda máquina carente de todo, obediente, frío y calculador. Cuya labor era servir y obrar con la crueldad más extrema.
Y ahora se veía allí, dejándose hacer por aquella mano experta que la trataban con dulzura. Ella no quería afirmarlo, pero dominaba completamente una situación que en algun momento él se sentía sobrepasar, no lo expresaba en ningún gesto, ni su rostro hacía ápice de ella, era más bien su respiración que a veces se contenía o aceleraba.
Por su mirada vidriosa y su virilidad contra sus caderas, era evidente su excitación, y pensamiento con respecto a qué hacer con aquel hermoso cuerpo. Pero no dio el paso en ningún momento, era como si aún se contuviese en reminiscencia de aquel “yo” arisco.
Esponja que recorrían su piel, de un modo que parecía inocente, pero por el gesto de ella que era lasciva en sí misma, parecía tener otras intenciones. Ella intentaba contenerse intentando respetarle, parecía como si le conociese mejor que nadie, incluso mejor que sí mismo, tratándolo con cuidado, delicadeza… Como si de un animal peligroso pero que en su profundo fondo estaba herido, y dañado que de algún modo lo era.

Una disculpa, Naitiri se dejaba llevar y él quería perder entre aquellos ojos pardos, y beber de aquellos labios.


-Ven aquí… -Musito mientras la tomó por la nuca sin poder dejar de contenerse más, quería arder en su fuego, enredarse en sus piernas, saborear aquellos pechos y dejar de ser él mismo para ser otro, para ser para ella.

El gigante beso aquellos labios con respiración agitada, de repente demasiados impacientes para detenerse como antes lo había hecho. Labios que, recorriendo el hueco entre el rostro y el cuello, mordida en su hombro, y grandes manos que aprisionaron sus pechos, para luego recorrer sus caderas y apretar sus glúteos pegándola a él, y pidiendo el inicio de aquella danza que solo ella era capaz de iniciar.

-Sabes lo que quiero… -Sus ojos verdes por un momento parecía incluso rogarle extasiado por su todo. -Sabes lo que deseo… -Respiración contenida sobre sus labios. -Tengo miedo. -Última y extraña afirmación antes de volver a besarla.

Su mundo había cambiado por completo, y solo quedaba la hora de la verdad. Y algo en su interior que su historia tendría un terrible final, que no soportaría la vida que ya le pesaba en el fondo de su alma, con grande pena y sin consuelo.
No había sentido en dar más pasos hacía delante, y no quería pensar en un mañana.

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Mensaje por Naitiri Zahir Sáb Mar 04, 2017 12:30 pm

El agua de la bañera nos mantenía calientes a los dos con el temporal que se había desatado fuera y en el que nos habíamos mojado en el camino cuando íbamos hacia casa. Mí cuerpo por entero ya lo notaba caliente e incluso me sentía mejor ahora que me había liberado del vestido mojado frío que había hecho que mis movimientos se vieran reducidos. Ahora sin embargo estábamos los dos en la bañera que aunque para mí era perfecta, a él se le quedaba un poco perfecta. La solución fue una inmejorable en cuanto mí cuerpo quedó sobre el suyo, piel contra piel. Hacía tanto tiempo que no tomaba un baño tan relajante y placentero como aquel… de hecho, no recordaba haber tenido un baño como ese y mucho menos en mí casa. Sola sí, casi siempre me daba baños largos, pero con la compañía de un hombre al cual intentaba por todos los medios no abalanzarme sobre él para fundirme con su cuerpo no, nunca.

Me estaba controlando bastante para lo que normalmente solía ser yo en aquellas situaciones, si fuera otra persona y si no supiera cómo era aquel hombre, hacía ya rato que estaríamos con los cuerpos enredados en busca de la cúspide del placer. Pero no negaré que aquello me estaba gustando, era una forma diferente  a la que yo tampoco estaba acostumbrada y de la cual me estaba conteniendo, era más sutil con él, más delicada, más… suave. Era como si supiera que era lo que él estaba necesitando, que de ser algo más salvaje o ir más rápido podrían frenarle y no era exactamente lo que quería.

Sabía lo poco dado que era a que lo tocaran así como a muchas otras más cosas, como por ejemplo hablar y expresar aquello que llevaba dentro, si lo forzaba aunque fuera un poco podría terminarse aquella situación y no era lo que necesitaba. De alguna forma estar en esa situación me hacía sentir como, si para él, fuera como una terapia que necesitara aunque él no lo pidiera. Por eso mí toque era de esa forma, por eso intentaba deleitarme con cada roce de nuestros cuerpos, con cada caricia que le daba aunque a veces me dejara llevar sin poder evitarlo. Y es que cuando me decía cosas como aquella… me era totalmente imposible.

Centrada en la idea de querer bañarlo ahora que me había dejado y sabiendo que así disfrutaría también de él, fue cuando comencé a pasar la esponja por su cuerpo. Pero me atraía tanto que era imposible que solamente pasara esta por su cuerpo como una caricia sin querer perderme, aunque fuera un poco, en él. Por eso mis labios recorrieron su cuello antes de que la esponja pasara por aquel lugar dejando un rastro tras de sí de espuma que luego me encargué de quitar con el agua. Estaba haciendo todo el esfuerzo que me era posible, y era decir que costaba, para no lanzar la esponja lejos y hacer que comenzáramos a disfrutar los dos, porque si algo me había quedado claro es que debía de comenzar a marcar yo el camino.

Subí mí mirada buscando la suya cuando me vi que me había quedado absorta observando una de las cicatrices de su pecho, pensando que quizás podría haberle molestado aquello. Pero lejos de eso, pareció que no le había importado porque con aquellas dos simples palabras sentí su mano entorno a mí nuca y cómo mí cuerpo se pegaba al suyo sintiendo ahora mí pecho contra el suyo lleno de espuma. Sus labios buscaron los míos para apoderarse de ellos y yo me dejé hacer en todo mí momento. Mí brazo rodeó su cuello y apreté la esponja en mí mano por lo que me hacía sentir, no podría contenerme más si me besaba de aquella forma.

Jadeé cuando sus labios descendieron por mí cuello y ladeé la cabeza para darle un mejor acceso dejando que fuera él quien por esa vez tomara el control ahora que se había decidido, gemí al notar el mordisco que dejaba en mí hombro y eché la cabeza hacia atrás cerrando los ojos notando sus manos apoderarse de mis pechos, lancé la esponja lejos y me aferré a su brazo moviendo mis caderas de forma involuntaria buscándolo como si lo necesitara. Mí boca quedó entreabierta de donde escapaban jadeos notando sus manos bajando por mí cuerpo dejando una estela de calor allá donde iban hasta acabar estancadas en mis nalgas, para hacer que nuestros sexos se pegaran rozándose lo que me hizo soltar un gemido y bajar mí rostro al suyo.



-Haytham –murmuré contra sus labios notando que lo que me había estado contenido se había ido en el momento en que él había hecho todo aquello, y lo único que quería era calmar las ganas que mí cuerpo me estaba pidiendo de él. Mis ojos buscaron los suyos ante sus palabras pudiendo ver sus orbes verdes que brillaban con excitación, seguramente como estarían ahora mismo mis ojos. Lamí mis labios ante la mera idea de volver a tener a aquel hombre dejando que terminara de hablar asintiendo levemente- Sí… lo sé –murmuré mordiendo su labio inferior con suavidad e incluso con cierta lentitud, de forma muy sensual- Te deseo, Haytham, y no sabes lo que me está costando contenerme para no abalanzarme sobre ti –sonreí soltando su labio inferior sin darme vergüenza por decirle aquello, pues mí cuerpo era un claro ejemplo de que no le mentía, buscándole en todo momento. Sus últimas dos palabras, aquella confesión hizo que le mirara de forma fija antes de que sus labios volvieran  a apoderarse de los míos y afiancé el agarre de su cuello, encantada con la idea de que no tuviera miedo a decir aquello que sentía o pensaba. ¿A qué podría temerle aquel hombre? Aunque era una pregunta de la cual sabía la respuesta ya que él mismo me lo había dejado caer un par de veces, y me daba tanta lástima que pensara de aquella manera, que sintiera su vida de esa forma… como si no hubiera esperanza, como si para él ya no hubiera futuro. Al separarme puse mí dedo índice sobre sus labios y lo miré- Sssssh, suéltalo y déjalo ir, no te hace ningún bien –y sabía de lo que hablaba, había pasado miedo todos los días durante siete largos años sin nadie que pudiera ayudarme, si no lo soltabas en algún momento terminaba por pesarte- Sé que quizás no sirva de mucho pero estoy aquí, y si puedo evitar que caigas, lo haré –porque me iba a doler tanto si hacía aquello que tenía pensado que, realmente, no quería ni recordarlo- Olvídate de eso y céntrate en mí voz –mis labios bajaron por su cuello dejando un camino de besos y de mordisco- en mis manos –la mano libre bajó por su pecho delineando su torso- en mí cuerpo contra el tuyo –podía sentir su respiración subiendo y bajando dar contra mí pecho, su miembro rozándose con cada movimiento contra mí sexo que me estaba volviendo loca. Subí hasta su oreja y dejé ahí mis labios- No aguanto más… -gemí ante la necesidad que recorría mí cuerpo pidiéndome que lo tomara, conteniéndome desde el momento en que había entrado a la bañera conmigo solamente para poder disfrutar un poco más de aquel momento… pero había llegado a un límite.

Mí cuerpo ardía y ya no era por el agua caliente sino por toda la excitación que llevaba dentro y que pedía ser saciada, estaba más que lista y preparada para aquello y era lo que estaba deseando. Mí cuerpo pedía por necesidad que se unieran nuestros cuerpos por completo, así que bajé más mí mano que estaba en su torso hasta llegar a su miembro y lo apresé entre mis dedos para posicionarme sobre él y… comencé a bajar dejando que me invadiera, notando como poco a poco entraba en mí hasta tenerlo dentro por completo, algo que me hizo soltar un gemido y arqueara mí cuerpo contra el suyo. Maldición, se sentía tan bien que cerré los ojos disfrutando de aquello, de cómo mí sexo palpitaba sin siquiera moverme aunque me pedía que comenzara a hacerlo para empezar a llevarnos por ese camino de no retorno.

Mí mano se enredó en su pelo y la otra subió a su pecho, mí mirada buscó la suya y me apoderé de sus labios antes de comenzar a moverme sobre él notando como mi interior se amoldaba con cada roce y cada movimiento de cadera. Gemí en el beso mientras poco a poco el ritmo aumentaba de forma lenta pero continua, sabiendo que quizás ahora que había empezado, poco tardaría él en tomar las riendas de aquello hasta que los dos llegáramos al orgasmo, mientras yo no dejaba de mover mis caderas y de ir a buscarlo una y otra vez. Una de mis manos hizo que una de las suyas fuera hasta mí pecho, en una muda petición de que me tocara.
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Mensaje por Haytham Cross Miér Mar 08, 2017 6:05 pm

El calor que emanaba su cuerpo sumergido en parte en esas aguas, cada uno de sus gestos, atrayente en cada uno de su movimiento y su mirada ígnea que casi le devoraba. Sus verdes se dejaban perder en aquellos hermosos ojos, ella lo deseaba de un modo contenido, medía cada uno de sus pasos, aquella mujer era la persona más consciente de que estaba lidiando con un animal herido, que se defiende en una actitud arisca ante cualquier gesto confortable.
Pero con Naitiri es todo muy distintos, se ha creado un extraño vinculo, una relación inusual; donde las palabras siempre sobraban y no eran ni intercambiadas, él durante aquellos meses solo le había pedido una repetitiva patomina que le ayudaba a conciliar el sueño, calmar aquella alma arrastraba por las más oscuras pesadillas.

Ella fingía ser la sombra de su esposa, una mujer sin rostro, de cuyo recuerdo era la oscuridad de similares cabellos, su piel suave y aquel aroma embriagante. Pero Naitiri no era el fantasma de su esposa, muy distinta.
Era llama candente que encendía su piel, que le hacía olvidar los hieráticos muros, la niebla en su memoria, las penas.

-
No te detengas… -Susurro contra sus labios, sintiendo sus muslos envolviendo su cuerpo. Su mirada vidriosa y perdida en la excitación que ella era capaz de causarle, con ella era otro bien distinto al que luego al amanecer, volvería a cruzar la puerta de aquella casa para perderse otra vez atormentado por sus demonios y fantasmas.

Quejido pronunciado entre los labios y aire exhalado mientras sentía en su humedad recibirle dentro de su vientre. Mano deslizante por su espada, su dedo corazón y anular dibujaba la línea de su espalda hasta llegar ambas manos a sus glúteos para apretarlos con relativa fuerza profundizando su roce.

La besa perdiendo su aliento en su boca, que delicia y tortura son sus caderas provocadoras en su lenta danza de dominación y placer, le quema, le pierde…
Su mano le ruega un roce, las suyas grandes acaricia sus pechos sintiendo la punta de ellos rozar la palma de las manos, son frutos que pronto devora con su boca atrevido, su lengua los dibuja saboreando su sabor y aroma en la piel morena.

Su cuerpo palpita contra el suyo, suspiro que se convierte en rugidos contra los labios ajenos mientras él va perdiendo el control de sí mismo embrujado por el hechizo con el que ella le atrapa, desquitándole de todo peso sobre sus hombres, de introversión o incluso de vergüenza.
Él intenta ser suave en todo momento, intento controlar aquella parte, agresiva y violenta que lo ha convertido en todos aquellos años en un autómata y máquina que solo ha servido para un motivo. No suele ser dominado, él domina siempre la situación más es ahora ella la que marca con aquella mezcla de sensualidad y dulzura los pasos a llevar.
No quiere ser bruto con ella, no quiere dañarla, pero es inevitable que su cuerpo le pida más y más.
El agua que salpica deslizándose fuera de la bañera y regando el suelo seco. Con su increíble fuerza la levanta para luego llevarla contra sus caderas, aumentando el ritmo y profundidad, de repente se le queda aquello pequeño y cambia las posiciones para ser él en su violencia quien domine la situación regalándole enloquecedoras embestidas. Exhala sobre aquella oreja que muerde, y la sostiene con fuerza por las caderas. Y pesar de desatarse, teme destrozarla, bajo sus manos que podrían destrozarla es material delicado, que en cualquier momento podría quebrar.
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