Right here, right now~ [Privado]

por **Mackenzie Clark** Miér Ago 13, 2014 2:52 pm

Como siempre que había luna llena, Mackenzie se alejaba de la ciudad tanto como podía, caminaba y caminaba, kilómetros de caminata solitaria. No se atrevía si quiera a llevarse a Ventisca consigo, puesto que tenía despertar al día siguiente bañada en su sangre y rodeada de sus vísceras. Jamás se perdonaría el matar a alguien que consideraba uno de sus seres más queridos. También era su costumbre alejarse de ríos y playas, no es que le encantara transformarse en lobo cada mes, pero tampoco quería arriesgarse a morir ahogada, apreciaba la vida, amaba respirar y sentir, y si para poder seguir haciéndolo debía pagar con una noche de inconsciencia mensual, con gusto pagaba.

Con cada minuto que pasaba, acercándose el atardecer, comenzaba a sentir el intenso dolor en todo el cuerpo, mismo que le avisaba que el momento estaba cerca. Primero las articulaciones, luego una horrible presión en su cabeza, asquerosas nauseas revolvían su estómago, las garras del lobo en su interior desgarraba su piel y le tumbaba dolorosamente las uñas. Sin duda, la transformación no podía ser llamada de otra fuera que no fuera tortura. Lo que sucedía luego de la transformación era desconocido para ella, perdía el control de su propio cuerpo, perdía la consciencia hasta el día siguiente, cuando despertaba siempre desnuda en algún lugar desconocido. Siempre era igual de desconcertante. Odiaba la sensación de cansancio sin saber por qué, odiaba el sabor a carne y sangre que le quedaba impregnado por días, a veces semanas, en la boca.

Esta vez no fue distinta a las anteriores. Cuando comenzó a recuperar la consciencia, los primeros rayos solares le daban de lleno en la cara, obligándola a cerrar los ojos con fuerza. Sus sentidos fueron despertando también uno a uno. Primero la vista, aunque con la fuerza que cerraba los ojos, apenas era consciente de la intensa luz que le daba en la cara. A continuación el gusto, palpando de nuevo el desagradable sabor en su boca. Le siguió la audición, dejándola escuchar una melodía tranquilizante, relajante. Posteriormente el olfato, percibiendo un olor salado y salvaje. Finalmente el tacto, sintiendo la suave arena sobre la que yacía boca abajo y las suaves oleadas de agua que acariciaban sus piernas.

Sus ojos se abrieron del golpe al unir todas las piezas del rompecabezas y darse cuenta que se hallaba a la horilla de alguna playa. -Demonios- pronunció con dificultad. Sentía el cuerpo cansado y dolorido. Todo lo que quería era dormir. En ese momento mataría por una cómoda cama, y una manta abrigada. Dado que estaba lejos de tenerla, hizo el esfuerzo de levantarse a medias para intentar al menos llegar a un lugar con más sombra y poder seguir durmiendo, al menos lo necesario para recuperar fuerza. Grande fue su sorpresa cuando, al estar caminando sobre sus rodillas y manos sin levantar realmente la cara, antes sus ojos vio un par de pies humanos. Aquello no podía ser bueno de ninguna forma, sólo esperaba que no la hubiera visto en su forma lobuna, y mucho menos reversando la transformación.

Con curiosidad y cierto temor, no fueran sólo los pies de un cadáver, levantó la mirada para encontrarse con el hombre que desde su completa altura la miraba a ella en una posición ligeramente comprometedora. Al ver su rostro sintió una especie de déjà vu. Ya había visto su rostro, ya había vivido aquel momento. Sin pensarlo, pronunció -hola, de nuevo- como si fueran viejos amigos, cuando en realidad no lo conocía en absoluto, ni siquiera sabía su nombre.

por **Josiah D'Olincourt** Lun Sep 08, 2014 12:49 am

Imágenes que no existen
y vuelven a pasar...

— Deseo mil cosas, y una de esas es salir de este jodido lugar, no me mandaras, no esperes que haga lo que desees Moisés, no esperes más de mi si sabes lo que te daré ¿Quedó claro? Ahora hazme el favor de dejar de joder y mantenerte al tanto de mi presencia, finge que no estoy, que no vine, ahí tienes las monedas, haz con ella lo que desees, tengo mis propios problemas como para resolver los tuyos y los de esos parásitos que no salen a trabajar por su propio sueldo — Sentenció en gruñidos potentes, sintiendo como la sangre dentro de su cuerpo hervía de la peor forma concebible, sus músculos faciales se tensaron mientras tanto la postura ayudaba por completo junto a lo que sentía, estaba en pose de ataque, no era una animal, pero sus reacciones alteradas lo hacían sentir el mayor selvático del campamento gitano. Moisés era uno de los viejos sabios, aquél a quien siempre debía obedecer y nunca pasar por alto sus mandatos, pero nuevamente Josiah se hallaba allí, arrebatado en ideas indomesticables.

Con crueldad dejó derramar las monedas contra el suelo, hizo ademán de despedida mientras sus pasos se alejaban del campamento; Y aunque siempre regresaba al mismo lugar tarde o temprano, ese era uno de los momentos en los cuales buscaba la distancia necesario por un par de meses.
Las cartas entre sus manos se iban revolviendo con agilidad, unas a unas mientras entre cortos pasos un par de inocentes lo hacían leer su fortuna, leer sus chacras o quizás cuanta idiotez se le ocurría; Si bien, el gitano sabía a la perfección como ver tales peticiones, se animaba a mentir, inventar historias tan fantasiosas que las personas con extrañeza le creerían tan solo por el hecho de ser quien era.

Con dinero en sus bolsillos continuó el camino, seguramente se iría al lugar abandonado dónde guardaba su presencia de extraños encuentros con la autoridad, escapando de féminas que sólo deseaban explicaciones, o alejado de amistades que lo hacían querer "Rectificar su camino" ¿Que había de mal a como era? Chasqueó un par de veces de su lengua y saltó un par de montículos hasta dar contras las arenas de la playa, extraño lugar, lo detestaba, pero algo le decía que debía estar allí ¿Y quien era él para desafiar al destino?
Comenzó a caminar, entretenido con las cartas sobre sus palmas hasta sentir la presencia de una mujer, de una fiera muy cerca de dónde se encontraba.

Una efigie perfecta, perfectamente desnuda sobre las arenas, boca abajo; El mar acariciaba sus piernas mientras ella movía muy levemente sus articulaciones una a una — Mira lo que trajo la marea — Masculló entre dientes, enarcando una de sus cejas aún a metros de la castaña. Sabía la situación en esos casos, actuar compasivo y lento, lo intentaría, ya que no había demasiado con perder con una extraña.
En cosa de segundos se encontró frente a ella, viendo como gateaba en su dirección sin quererlo, pues, la casualidades no se dan y el calculó con precisión el camino de sus andanzas — ¿Que haces acá? — Al carajo se fue la compasión, era más interesante saber su historia; Él había despertado muchas veces desnudo y tirado, pero con frecuencia a su lado había compañía — Señorita, hmm... — Se inclinó hasta ella, no era de esperar que la escena le causaba un poco de gracias, gracia y deseo, estaba en pieles, él era un hombre, no había más que decir — ¿Está usted al tanto de su desnudez? — Enarcó una de sus cejas — A mi no me molesta, pero si la ven tirada y conmigo acá, creerán que le hice algo, y prefiero ser culpable a que me culpen sin razones —

Fijó su mirada en cada parte de su anatomía, la devoraba con la mirada, sin tapujos ni vergüenza.

por **Mackenzie Clark** Lun Oct 13, 2014 12:01 am

Aún a cuatro patas, y con aquel desconocido de cuclillas frente a ella, estuvo absolutamente de acuerdo con él. Si alguien aparecía seguro pensaría que algo le estaba haciendo aquel hombre, y nada bueno a decir verdad. Con ayuda de su olfato tanteó la zona, sonriendo satisfecha al comprobar que no había nadie más en algunos kilómetros a la redonda. Pero no fue aquello lo único que su olfato captó, por lo que tras su última interrogante y posteriores comentarios, le dedicó una mirada hambrienta -Oh sí, tanto como lo estoy del deseo que ésta ha despertado en usted-. Contestó a la vez que, aprovechándose de la inestable postura del hombre, dio un suave empujón en su hombro consiguiendo que cayera sentado frente a ella.

Rápidamente, e igual que él sin tapujos ni vergüenza, se colocó a horcajadas sobre él, recibiendo en el proceso una horrible punzada de dolor en su cabeza que la llevó a caer acostada contra el pecho masculino. Si no se había ensuciado suficiente al caer sobre la arena, ahora lo estaría con ella encima. -Maldición-. Se quejó. Odiaba no tener control sobre su cuerpo, todo le dolía, todo el cuerpo le temblaba. Sintió vergüenza con el hombre que ahora se encontraba bajo su cuerpo, era consciente del deseo de ambos, pero su cuerpo sencillamente no respondía. Se preguntó qué tantos destrozos habría provocado la noche anterior.

-¿Sabes algo? No te conozco de nada; sin embargo, de alguna manera sabía que te vería, sabía que estarías justo aquí y justo ahora-. Le dijo apenas consiguiendo apoyarse de sus brazos para poder mirarlo a los ojos. Con algo de esfuerzo, lo tomó de las solapas de la camisa y lo haló de forma tal que quedó ella boca arriba en la arena y él sobre ella, logrando una posición más cómoda para su debilitado cuerpo que poco a poco recuperaba energía. -Tienes dos opciones: dejas de mirarme de esa manera, o acompañas a tus ojos con tus manos-. Lo retó, no sólo con sus palabras sino también con la mirada que le dedicó en ese momento. Él estaba consiguiendo que una sensación de cosquilleo se instalara en toda la extensión de su piel, señal inequívoca de que deseaba ser tocada por aquellas grandes manos.

Sin darle oportunidad de retirarse, lo sostuvo del cuello a la vez que se acercaba a su rostro, dejándolo a apenas milímetros del rostro masculino. -¿Vas a jugar o sólo a mirar?- preguntó, tras lo cual eliminó el espacio entre sus labios. Era apenas un roce, suave y delicado, cuyo propósito era el de tentarlo aún más a jugar. Quería ver si tomaría él las riendas del asunto o la dejaría hacerlo. O si por el contrario tomaba la otra opción, la de sólo mirar.

por **Josiah D'Olincourt** Mar Oct 21, 2014 11:48 pm

Participó en las miradas que se perdían contra el cuerpo femenino frente a él; Gozando por completo de como sus curvas se movían entre las sedas arenas que la acobijaban.
El gitano enarcó una de sus cejas y bajo sus dichos no evitó destellar una divertida sonrisa contra la comisura de sus labios ¿Enserio? ¿Era real lo que oía? Miró una vez más a la fémina, claro, en sus ojos se demostraba con real ansiedad que decía la verdad, pero también junto con sus facciones unos dejes de dolor no la dejaban actuar con completa naturalidad, dando ratos de dolor a sus fruncidos; Mismos que no dejaban de dar gracia al gitano que rebuscaba con la mirada sus partes más perfectas, de hecho, en ella, había demasiado que mirar desde sus senos hechos montículos perfectamente detenidos hasta sus largas piernas que se perdían entre la parte trasera de su cuerpo que aún no podía disfrutar con completo deleite.

Y la escuchaba hablar, desviando por completo su atención para hacer el mayor intento de dar hechos a sus dichos, pero su mente viajaba en posiciones, encuentros y leves roces que carecían de palabras mencionadas; Hablar estaba de más, mismo acto que lo hizo subir una de sus manos, acariciar como de costumbre su barba que ocultaba a veces su labios, para luego tronar sus dedos sin desviar la mirada de ella; Una de sus cejas se enarcó y una ladina sonrisa dejo enseñar sus perfectos dientes blanquecinos. Aunque extraño pareciera, a pesar de ese bohemio aspecto, tiene un aseo personal único.

No había sido fácil seguirle el juego, pero situaciones como las que vivía no pasaban todos los días, o al menos no se veían de forma tan fácil para el castaño que ahora se encontraba de espalda contra la arena, sintiendo como el peso de la mujer se desembordaba por sobre su abdomen y este no perdía tiempo en colar sus manos por la linea de su espalda, bajando con la yema de sus dedos al inicio de sus glúteos, dónde se detuvo y la vio de frente. ¿Que era esa historia? Frunció sus labios y luego desvío la mirada a sus costados, claramente no había nadie, el encuentro se haría delicioso. — Creo que hablar está de más... y que yo responda a lo que dice... sobra, pues ya ha hablado suficiente por los dos ¿No cree? — Sentenció ya casi en un murmuro innecesario, ya que sabía que le daría la atención necesaria, antes de ver la nueva posición y no perder tiempo en abrir sus piernas para quedar en medio de estas, inclinando su cuerpo de forma fugaz para dar roce de sus senos contra el abdomen masculino, entre tanto sus manos se aferraban con firmeza de sus caderas, rosando su plano vientre para mantenerla en esa posición hasta que pensara en algo mejor para ambos.

—Sh... — Fue lo último que dijo y diría, una de sus manos comenzó a bajar por la linea de su vientre hasta detenerse casi en el inicio de su feminidad, chasqueo un par de veces su lengua y en el roce que ella había marcado, mordió el grosor de su labio inferior, jalando de este con sus dientes.

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