AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Ego {Privado}
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Ego {Privado}
Esculpidos en sus rostros de miedo veía con mi silenciosa mirada a aquellos que ya de por si información obtuve con un poco de malicia. Miraba a aquella pareja de dos hombres que temblaban ante mi presencia, y de un movimiento seco del filo de mi katana termine con la vida de aquellas dos personas. Nada más que ahora quedaban puestos en el suelo, los restos de los cuerpos y unas cabezas rodando. Que rueden cabezas y que se levante Lucifer de su trono. Ya realice, rápido e insonoro mi deber a quien le debía la vida. Mi amo, mi señor, el líder del clan Asakura, esperaría en mi silencio alguna respuesta suya, pero nunca me podría hacer ilusiones. Para pusilánimes eran aquellos cuentos felices, para gente que no soñaba nada más que con una felicidad con el otro. Mi teoría era que primero una persona tenía que hacerse a si mismo fiel y después si se era tolerante, se fiel a los demás.
Podría ahora el otoño dejarnos con otra estación más el invierno. Como una caravana de mil sentidos, yo misma tenía que tener pensado que decir cuando me tuviera que enfrentar a quien me salvo la vida. Envainada con elegancia mi katana estaba, el arma de aquel acto tan delicioso que para mis adentros regocijaba en secreto. Ahora pensando en cómo llegar hacia la mansión Asakura, pensaba tomar dirección Oeste o sur por si quería disfrutar más del camino. En realidad, tenía que llegar a un destino, escogiera el camino que escogiese. Ahora ya que caminaba por un sendero en sombras, la luz de la luna no podía ser más evidente a través de las finas ramas que bailaban poco a poco con el aire, haciéndolas vibrar más y más hasta que finalmente, revolvía el aire mi cabello suelto al viento.
¿Volar? Por el aire
¿Caminar? Por la tierra
Pero ¿amar? ¿Por dónde se camina aquel sentimiento?
Eso es por un camino invisible que nadie ve, pero que si se siente. Cuando al menos es correspondido. Mis pies pararon. Un sonido escuche. ¿Quién andaba entre las sombras de las ramas y del pantano? ¿Quién? Calma y silencio ahora sería mi escudo y entonces así podría concentrar mejor en un modo de ataque con mis puños o el de la fina hoja de mi espada.
Podría ahora el otoño dejarnos con otra estación más el invierno. Como una caravana de mil sentidos, yo misma tenía que tener pensado que decir cuando me tuviera que enfrentar a quien me salvo la vida. Envainada con elegancia mi katana estaba, el arma de aquel acto tan delicioso que para mis adentros regocijaba en secreto. Ahora pensando en cómo llegar hacia la mansión Asakura, pensaba tomar dirección Oeste o sur por si quería disfrutar más del camino. En realidad, tenía que llegar a un destino, escogiera el camino que escogiese. Ahora ya que caminaba por un sendero en sombras, la luz de la luna no podía ser más evidente a través de las finas ramas que bailaban poco a poco con el aire, haciéndolas vibrar más y más hasta que finalmente, revolvía el aire mi cabello suelto al viento.
¿Volar? Por el aire
¿Caminar? Por la tierra
Pero ¿amar? ¿Por dónde se camina aquel sentimiento?
Eso es por un camino invisible que nadie ve, pero que si se siente. Cuando al menos es correspondido. Mis pies pararon. Un sonido escuche. ¿Quién andaba entre las sombras de las ramas y del pantano? ¿Quién? Calma y silencio ahora sería mi escudo y entonces así podría concentrar mejor en un modo de ataque con mis puños o el de la fina hoja de mi espada.
Shina- Cambiante Clase Baja
- Mensajes : 37
Fecha de inscripción : 11/02/2012
Re: Ego {Privado}
«La muerte no nos roba los seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo.
La vida sí que nos los roba muchas veces y definitivamente.»
— François Mauriac
La vida sí que nos los roba muchas veces y definitivamente.»
— François Mauriac
Para alguien como él, con sus años y sus canas, el concepto de «empezar de nuevo» era una reverenda ridiculez. No, no estaba en la capital gala para tratar de rehacer una vida que más bien ya se precipitaba a ese sitio llamado muerte, estaba en la ciudad para recoger los escombros, para saldar cuentas y cerrar ciclos. La muerte lo había marcado más que a los mismos muertos que ahora se pudrían seis pies bajo tierra. Lysander y luego Reinhard.
Había gastado su tarde consultando al oráculo, uno personal, uno que evitaba que olvidara porque olvidar era perdonar y él juró jamás perdonar al asesino de su hermano. Su hermano gemelo, que se presentaba ante él con esa juventud ahora extinta, como si se mirara en un espejo que conducía al pasado; pero nada, no hubo nada trascendente en la consulta vespertina. Cuando abrió las cortinas de su residencia en París se dio cuenta que ya era tarde, obscurecía, y cuando preguntó por el paradero de su mujer, los sirvientes se limitaron a contestar que había salido hacía un par de horas.
Miró al exterior, no temía por Anja, soberbio como era, aceptaba que si existía sobre aquella faz terrenal alguien más hábil en las artes mágicas que él, esa era Anja Wegener, ahora Plaschg. Decidió salir él por su cuenta, a veces se ensimismaba tanto y se encerraba por tantas horas que olvidaba qué era el exterior. Hizo que le prepararan un carruaje y lo llevaran lejos del ajetreo citadino.
-Detente –ordenó a su cochero en medio de un camino poco transitado y bajó-, espera aquí –pidió con esa voz ronca y muy baja, un barítono en la tonalidad más grave. Caminó al interior de la maleza y desapareció entre ella. A pesar de su edad, de los años que en vano no pasan, su condición se mantenía por sobre el promedio de los hombres de su edad, era su entrenamiento militar. Olió y percibió muerte, aquello no se trataba de alguno de sus dones mágicos, más bien un sentido que había desarrollado en el campo de batalla y que le serviría en su labor de nigromante.
Al contrario de la mayoría de la gente, la muerte no le asustaba, no había sido ésta quien le había arrebatado a su hermano y a su hijo, habían sido los propios hombres, y los hombres marcados con estigma de Caín. Caminó en línea recta a como se lo permitía el irregular terreno hasta que se detuvo observando la delicada figura de una mujer, joven adivinó, entre aquel escenario tan poco convencional. Prestó especial interés en la espada de la mujer, de origen asiático, aunque no estaba familiarizada del todo con ella, la conocía porque conocía de armas. La sensación de muerte se intensificó ante la cercanía y sonrió de lado con esa sonrisa torcida que lo caracterizaba.
-¿Está perdida? –habló dando un paso al frente, dejando que finalmente la luz de la luna perfilara su figura de hombre de más de 60 y que aun así, parece poseer todo en lo que posa sus ojos. Sabía, sin embargo, que no estaba perdida, no lucía perdida, sólo era un buen iniciador para aquella conversación. Las personas solían tenerlo sin cuidado, pero rara vez se topaba con alguien de esa complexión frágil y que a la vez, despertara tanto miedo, que le diera aquella sensación tan contundente de muerte, sin que eso significara algo negativo.
Había gastado su tarde consultando al oráculo, uno personal, uno que evitaba que olvidara porque olvidar era perdonar y él juró jamás perdonar al asesino de su hermano. Su hermano gemelo, que se presentaba ante él con esa juventud ahora extinta, como si se mirara en un espejo que conducía al pasado; pero nada, no hubo nada trascendente en la consulta vespertina. Cuando abrió las cortinas de su residencia en París se dio cuenta que ya era tarde, obscurecía, y cuando preguntó por el paradero de su mujer, los sirvientes se limitaron a contestar que había salido hacía un par de horas.
Miró al exterior, no temía por Anja, soberbio como era, aceptaba que si existía sobre aquella faz terrenal alguien más hábil en las artes mágicas que él, esa era Anja Wegener, ahora Plaschg. Decidió salir él por su cuenta, a veces se ensimismaba tanto y se encerraba por tantas horas que olvidaba qué era el exterior. Hizo que le prepararan un carruaje y lo llevaran lejos del ajetreo citadino.
-Detente –ordenó a su cochero en medio de un camino poco transitado y bajó-, espera aquí –pidió con esa voz ronca y muy baja, un barítono en la tonalidad más grave. Caminó al interior de la maleza y desapareció entre ella. A pesar de su edad, de los años que en vano no pasan, su condición se mantenía por sobre el promedio de los hombres de su edad, era su entrenamiento militar. Olió y percibió muerte, aquello no se trataba de alguno de sus dones mágicos, más bien un sentido que había desarrollado en el campo de batalla y que le serviría en su labor de nigromante.
Al contrario de la mayoría de la gente, la muerte no le asustaba, no había sido ésta quien le había arrebatado a su hermano y a su hijo, habían sido los propios hombres, y los hombres marcados con estigma de Caín. Caminó en línea recta a como se lo permitía el irregular terreno hasta que se detuvo observando la delicada figura de una mujer, joven adivinó, entre aquel escenario tan poco convencional. Prestó especial interés en la espada de la mujer, de origen asiático, aunque no estaba familiarizada del todo con ella, la conocía porque conocía de armas. La sensación de muerte se intensificó ante la cercanía y sonrió de lado con esa sonrisa torcida que lo caracterizaba.
-¿Está perdida? –habló dando un paso al frente, dejando que finalmente la luz de la luna perfilara su figura de hombre de más de 60 y que aun así, parece poseer todo en lo que posa sus ojos. Sabía, sin embargo, que no estaba perdida, no lucía perdida, sólo era un buen iniciador para aquella conversación. Las personas solían tenerlo sin cuidado, pero rara vez se topaba con alguien de esa complexión frágil y que a la vez, despertara tanto miedo, que le diera aquella sensación tan contundente de muerte, sin que eso significara algo negativo.
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Re: Ego {Privado}
Arboles que hablan. Arboles, que susurran y que pueden moverse invisibles al ojo humano. ¿De dónde vino aquel sonido seco y corto. Se calcó como “perdida” Dijo el cordero que apareció entre los árboles. Indiferencia mostré contra aquel gesto ladino de su rostro el cual pude ver enseguida. La mirada oscura y fría que en mi reflejaba, era evidente que su presencia no era necesaria en estos momentos.
-Dejad que el silencio sea vuestra compañía por esta noche...más aquí...-Un paso adelante mis pies se movieron, lentos y sin prisa en dirección al desconocido que miraba directamente a los ojos. A los arboles mire un rato, después al frente para poder ver por donde caminaba. El espacio estaba siendo estrecho de luz alguna, mas pastores de arboles se juntaban entre sí. Los unos con los otros, madera contra madera y el espacio se estrechaban dejando nada de paso enfrente de mí misma. De nuevo pare y el aroma de la vejez hizo girarme para darme cuenta de que aquella persona envuelto de un misterio que posiblemente fuera rápido para mí resolver, seguía allí, plantado como si fuera parte de la naturaleza. El ruido de la noche era el mismo silencio que en cualquier parte en la que me pudiera encontrar.
Hacia delante miraba, me estaba retrasando en mandarle aquel impaciente informe que finalmente mi señor podría estar esperando de mí. Tenía que partir, pero ahora aquel hombre parecía interrogarme con su silencio. No dictaba palabra alguna. No podría transformarme delante de aquel extraño porque no le conocía lo suficiente. Con el que solo hacia eso, era con quien podía mantener el secreto. Con aquel que me salvo mi vida, dios santo. ¿Qué hacia ahora? Me quede pensando un momento y enseguida eche a correr hacia delante, lejos de aquella persona que era desconocida. Seguí el consejo de mi madre “Nunca hables con extraños” decía a veces. Entonces ahora yo pienso el no hablar con extraños era perder oportunidades para triunfar.
Paré inmune en el bosque. Mire alrededor y estaba sola. Sola estaría un ave de negras plumas, siempre. En cambio un pájaro, un faisán dorado reluce por sus colores rojos y dorados y un cisne brilla por su elegancia. Yo ahora, brillaba con oscuros reflejos siendo ganada por la luna. Un ovillo me hice enseguida, aguantando querer llorar. Solo que aun no lo haría. No aún.
-Dejad que el silencio sea vuestra compañía por esta noche...más aquí...-Un paso adelante mis pies se movieron, lentos y sin prisa en dirección al desconocido que miraba directamente a los ojos. A los arboles mire un rato, después al frente para poder ver por donde caminaba. El espacio estaba siendo estrecho de luz alguna, mas pastores de arboles se juntaban entre sí. Los unos con los otros, madera contra madera y el espacio se estrechaban dejando nada de paso enfrente de mí misma. De nuevo pare y el aroma de la vejez hizo girarme para darme cuenta de que aquella persona envuelto de un misterio que posiblemente fuera rápido para mí resolver, seguía allí, plantado como si fuera parte de la naturaleza. El ruido de la noche era el mismo silencio que en cualquier parte en la que me pudiera encontrar.
Hacia delante miraba, me estaba retrasando en mandarle aquel impaciente informe que finalmente mi señor podría estar esperando de mí. Tenía que partir, pero ahora aquel hombre parecía interrogarme con su silencio. No dictaba palabra alguna. No podría transformarme delante de aquel extraño porque no le conocía lo suficiente. Con el que solo hacia eso, era con quien podía mantener el secreto. Con aquel que me salvo mi vida, dios santo. ¿Qué hacia ahora? Me quede pensando un momento y enseguida eche a correr hacia delante, lejos de aquella persona que era desconocida. Seguí el consejo de mi madre “Nunca hables con extraños” decía a veces. Entonces ahora yo pienso el no hablar con extraños era perder oportunidades para triunfar.
Paré inmune en el bosque. Mire alrededor y estaba sola. Sola estaría un ave de negras plumas, siempre. En cambio un pájaro, un faisán dorado reluce por sus colores rojos y dorados y un cisne brilla por su elegancia. Yo ahora, brillaba con oscuros reflejos siendo ganada por la luna. Un ovillo me hice enseguida, aguantando querer llorar. Solo que aun no lo haría. No aún.
Shina- Cambiante Clase Baja
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Fecha de inscripción : 11/02/2012
Re: Ego {Privado}
Rara vez, cada vez menos al pasar de los años, Lorcan sentía algo parecido a la fascinación, había visto mucho, demasiado quizá, al pasar de los años, muertes innumerables en el campo de batalla, sacrificios necesarios en una guerra, y muertes que lo habían marcado más, la de su hermano en las colinas polacas y la de su hijo a manos de un vampiro, además, sus dones de brujo lo hacían menos impresionable, por eso, quizá por eso, había perdido de a poco la capacidad de asombro. Había presenciado demasiadas cosas, demasiadas para un mortal, incluso cosas que, creía él, volverían loco incluso a aquellos que han obtenido la inmortalidad.
Sin embargo, aquella noche era uno de esos poquísimos casos en los que alguien parecía brillar de entre la monotonía grisácea que era todo. Un por brillar no se refería a algo positivo precisamente. E destello podía ser obscuro, pero no por ello menos atrayente; como era el caso. Esa mujer hablaba en líneas vagas, alzó el mentón al escuchar su voz, fue a decir algo, abrió la boca pero prefirió callar, callar y observar como explorador en la sabana que contempla los movimientos de carácter animal. El escenario y el desdén destilado provocaron en el viejo nigromante una curiosidad tal que creyó no iba a volver a sentir algo similar.
Muerte envuelta en muerte, en aquel sitio tan sórdido, alejado de la algazara de París y sus calles, y esa mujer de apariencia frágil y temible a partes iguales. Entornó los ojos cuando ella se movió, atento a todos sus movimientos, incluso una parte de él, la que aún era un soldado al servicio del Imperio Germánico, temió ser atacado, se recargó en un árbol acaecido y clavó los dedos en la madera.
Entonces ella corrió y logró seguirla con los ojos hasta que la perdió de vista. Se esperaba todo, menos eso. Con parsimoniosa calma emprendió la caminata rumbo a donde ella se había dirigido hasta que la encontró y paró en seco al observar su semblante.
-No luce perdida –dijo con aquella voz que daba algo de miedo, que imponía respeto-, pero sí parece alterada –algo, una atisbo minúsculo, sonó casi preocupado en esas últimas palabras. Lorcan solía ser frío e inescrutable, pero tampoco era alguien que pudiese ser tachado de descorazonado. Tampoco era tonto, y sabía de sus limitaciones, ya fuese de la edad o por la ignorancia del terreno, ahora que ambos estaban ahí, podían defenderse mutuamente en caso de que una amenaza mayor se tendiera como sombra sobre ellos esa noche.
Si antes se sintió intrigado, todo se volvía más misterioso ahora, e iba a resolver ese acertijo.
Sin embargo, aquella noche era uno de esos poquísimos casos en los que alguien parecía brillar de entre la monotonía grisácea que era todo. Un por brillar no se refería a algo positivo precisamente. E destello podía ser obscuro, pero no por ello menos atrayente; como era el caso. Esa mujer hablaba en líneas vagas, alzó el mentón al escuchar su voz, fue a decir algo, abrió la boca pero prefirió callar, callar y observar como explorador en la sabana que contempla los movimientos de carácter animal. El escenario y el desdén destilado provocaron en el viejo nigromante una curiosidad tal que creyó no iba a volver a sentir algo similar.
Muerte envuelta en muerte, en aquel sitio tan sórdido, alejado de la algazara de París y sus calles, y esa mujer de apariencia frágil y temible a partes iguales. Entornó los ojos cuando ella se movió, atento a todos sus movimientos, incluso una parte de él, la que aún era un soldado al servicio del Imperio Germánico, temió ser atacado, se recargó en un árbol acaecido y clavó los dedos en la madera.
Entonces ella corrió y logró seguirla con los ojos hasta que la perdió de vista. Se esperaba todo, menos eso. Con parsimoniosa calma emprendió la caminata rumbo a donde ella se había dirigido hasta que la encontró y paró en seco al observar su semblante.
-No luce perdida –dijo con aquella voz que daba algo de miedo, que imponía respeto-, pero sí parece alterada –algo, una atisbo minúsculo, sonó casi preocupado en esas últimas palabras. Lorcan solía ser frío e inescrutable, pero tampoco era alguien que pudiese ser tachado de descorazonado. Tampoco era tonto, y sabía de sus limitaciones, ya fuese de la edad o por la ignorancia del terreno, ahora que ambos estaban ahí, podían defenderse mutuamente en caso de que una amenaza mayor se tendiera como sombra sobre ellos esa noche.
Si antes se sintió intrigado, todo se volvía más misterioso ahora, e iba a resolver ese acertijo.
Invitado- Invitado
Re: Ego {Privado}
¿De verdad?
Ya me extrañaba.
¿Podían las almas perdidas ser encontradas?
No. No podían.
El adagio de aquella voz se metió como espada por mi torso, helando, erizando el vello de mi piel hasta dejarlo como escarpias. ¿Qué hombre o criatura era este hombre? Debiera o no debiera dejarme aparecer por aquí la próxima vez, era cosa del destino. Este en cambio, cambiaba a placer por lo que no sabría si llegaría a ver a mi amo. Yo, viniendo finalmente de tierras lejanas, de allí donde el horizonte se difuminaba tan solamente en nada y que la gente se preguntaba ¿Qué hay más allá del horizonte? ¿Nieve? ¿Soledad? ¿Frio? ¿Nada? Pero solo hay más de lo mismo. Tierra, montañas, agua, bosque y el mismo cielo que nos cubre cada día de nuestra rutinaria vida.
No estaba interesada en quedarme para averiguarlo, ni para permitir que mi vida estuviera en un hilo, dependiendo de que debía hacer por si querría un buen destino o uno mucho peor. Había que arriesgar. Me gire para mirar a aquel hombre de cabellos teñidos por seguramente, por alguna que otra experiencia estresante. ¿Estrés? Mucha gente padecía esa extraña enfermedad. No había del porque había que estresarse tanto. Respirar y seguir hacia delante era algo que se debía hacer a menudo, pues mucha gente, ya no pensaba en vivir relajado, si no con esa enfermedad rara, que quizás, yo ahora no padecía.
La mirada que le eché, no era otra que la de que era mejor dejar suelto al pájaro. Si se tenía algo interesante que decir, ahora era ese momento. Estaba dispuesta a hablar de algo que concerniera a cosas importantes, no a meras tonterías que me hiciesen perder el tiempo. Si, aquel tiempo que tenia, era limitado. Tenía que ir a... ¿pero querría verme ahora? Mi mirada giró de nuevo hacia el frente. Suspire hasta que pudo notarse un gran resoplido. Un suave masaje en mi cuello di para después girarme completamente en el sitio y quedarme frente aquel desconocido-...¿Palabras? o ¿silencio?
Ya me extrañaba.
¿Podían las almas perdidas ser encontradas?
No. No podían.
El adagio de aquella voz se metió como espada por mi torso, helando, erizando el vello de mi piel hasta dejarlo como escarpias. ¿Qué hombre o criatura era este hombre? Debiera o no debiera dejarme aparecer por aquí la próxima vez, era cosa del destino. Este en cambio, cambiaba a placer por lo que no sabría si llegaría a ver a mi amo. Yo, viniendo finalmente de tierras lejanas, de allí donde el horizonte se difuminaba tan solamente en nada y que la gente se preguntaba ¿Qué hay más allá del horizonte? ¿Nieve? ¿Soledad? ¿Frio? ¿Nada? Pero solo hay más de lo mismo. Tierra, montañas, agua, bosque y el mismo cielo que nos cubre cada día de nuestra rutinaria vida.
No estaba interesada en quedarme para averiguarlo, ni para permitir que mi vida estuviera en un hilo, dependiendo de que debía hacer por si querría un buen destino o uno mucho peor. Había que arriesgar. Me gire para mirar a aquel hombre de cabellos teñidos por seguramente, por alguna que otra experiencia estresante. ¿Estrés? Mucha gente padecía esa extraña enfermedad. No había del porque había que estresarse tanto. Respirar y seguir hacia delante era algo que se debía hacer a menudo, pues mucha gente, ya no pensaba en vivir relajado, si no con esa enfermedad rara, que quizás, yo ahora no padecía.
La mirada que le eché, no era otra que la de que era mejor dejar suelto al pájaro. Si se tenía algo interesante que decir, ahora era ese momento. Estaba dispuesta a hablar de algo que concerniera a cosas importantes, no a meras tonterías que me hiciesen perder el tiempo. Si, aquel tiempo que tenia, era limitado. Tenía que ir a... ¿pero querría verme ahora? Mi mirada giró de nuevo hacia el frente. Suspire hasta que pudo notarse un gran resoplido. Un suave masaje en mi cuello di para después girarme completamente en el sitio y quedarme frente aquel desconocido-...¿Palabras? o ¿silencio?
Shina- Cambiante Clase Baja
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Fecha de inscripción : 11/02/2012
Re: Ego {Privado}
Arqueó una ceja, fue el único músculo que se movió en su rostro y guardó la distancia, aquella mujer lo desconcertaba como pocas cosas, pero al contrario de lo que haría alguien común, emprender la retirada, él se encontraba cada vez más cautivado por el misterio que envolvía a la extraña criatura nocturna, sabía, porque algo más allá del entendimiento de los dos seres en las cercanías del pantano, que ella poseía algún tipo de poder, no supo a ciencia cierta cuál, aunque estuvo seguro que magia, como la que él poseía, no era. ¿Vampiro? ¿Licántropo? ¿Aquellos que cambian de forma a un animal? No lo sabía, su tez era suficientemente pálida para ser lo primero, la luna, que no estaba en plenilunio, no le ayudaba a confirmar si se trataba de lo segundo, pero lo tercero, eso era lo más difícil de corroborar.
Era un brujo, y con sus años, había conocido toda clase de seres, algunos eran más escurridizos que otros, a los vampiros les tenía especial resentimiento, pues fue una de los marcados por Caín la que había matado a Reinhard, su primogénito y único hijo, los licántropos le parecían más nobles pero bestias que no podían controlarse una vez transformados. Los cambiaformas, en cambio, seguían siendo un misterio para él, sabía poco, había conocido pocos, le intrigaban, su origen era incierto y sus habilidades las que le parecían más útiles. Entornó los ojos observándola y se movió finalmente acercándose, el pasto seco a su paso crujió y fue lo único que pudo escucharse.
-¿Entonces? –Barítono profundo en su voz -¿puedo ayudarla? ¿O esta noche nos ayudaremos mutuamente? –Habló con tacto, pues tenía una habilidad pasmosa para aquello, era un militar que ahora lideraba una gigantesca empresa marítima, ¿qué podía esperarse? Aguardó por una respuesta aunque no esperaba una muy concreta dado lo que ya había visto y experimentado al frente de aquella atrayente y misteriosa mujer.
Fue a decir algo, o dar un paso más cuando un sonido, evidentemente no provocado por él ni por ella, llamó su atención. Miró de soslayo y luego a la mujer, no imaginó que aquello de ayudarse el destino fuese a tomarlo tan literal, al parecer no estaban solos. No se sorprendía, lo que no le preocupaba era salir mal herido de ahí, era un brujo hábil y aquella mujer, que olía a muerte, parecía que también lo era.
Era un brujo, y con sus años, había conocido toda clase de seres, algunos eran más escurridizos que otros, a los vampiros les tenía especial resentimiento, pues fue una de los marcados por Caín la que había matado a Reinhard, su primogénito y único hijo, los licántropos le parecían más nobles pero bestias que no podían controlarse una vez transformados. Los cambiaformas, en cambio, seguían siendo un misterio para él, sabía poco, había conocido pocos, le intrigaban, su origen era incierto y sus habilidades las que le parecían más útiles. Entornó los ojos observándola y se movió finalmente acercándose, el pasto seco a su paso crujió y fue lo único que pudo escucharse.
-¿Entonces? –Barítono profundo en su voz -¿puedo ayudarla? ¿O esta noche nos ayudaremos mutuamente? –Habló con tacto, pues tenía una habilidad pasmosa para aquello, era un militar que ahora lideraba una gigantesca empresa marítima, ¿qué podía esperarse? Aguardó por una respuesta aunque no esperaba una muy concreta dado lo que ya había visto y experimentado al frente de aquella atrayente y misteriosa mujer.
Fue a decir algo, o dar un paso más cuando un sonido, evidentemente no provocado por él ni por ella, llamó su atención. Miró de soslayo y luego a la mujer, no imaginó que aquello de ayudarse el destino fuese a tomarlo tan literal, al parecer no estaban solos. No se sorprendía, lo que no le preocupaba era salir mal herido de ahí, era un brujo hábil y aquella mujer, que olía a muerte, parecía que también lo era.
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Re: Ego {Privado}
]¿De qué ayuda hablaría el rancio de los tintes de plata? – Tiene usted el olor a pólvora y azufre, el tiempo no pasa desapercibido para usted....- Era cierto que posiblemente su olor estaba atrayendo a quienes fueran lo que ahora pretendía meternos en una encerrona -...Por ello, mi experiencia me dice que en extraños no he de dejar mi confianza....nunca se sabe cuando a estos se les puede desmantelar la máscara y dejar ver su verdadera identidad....- Pérdida de tiempo sobre el reloj de arena del universo, pasaba lento, pasaba rápido, pasaba cerca de varios momentos que ahora ya los tenía en el pasado.
Era pues entonces, ahora ¿una llamada de muerte a lo que se escondía tras las sendas de los bosques? No me alarmaría pues no sabía a qué me enfrentaba, pero mis cinco sentidos puestos estaban en alerta por saber si era de alguien con mi misma empatía, pero por mucho que me concentrase, los puntos señalaban a otra clase de espectros, a otra clase de seres vivientes que también nos acompañaban bajo una piel humana.
Sería una cuenta atrás.
Como si se estuvieran repartiendo por todos lados, evitándonos y finalmente poniéndose en sincronización para atacarnos cuando el jaque mate diera el punto y final a esta obra sin título alguno. Mi concentración era hábil, mi respiración tranquila. Mis piernas se flexionaron para dejar caer muerto mi cuerpo, dejándome sentada sobre el suelo de hojas secas que los pantanos, árboles y arbustos, hacían permanecer en armonía, bajo el brillo de la luna de la diosa Kaguya y por el día de la diosa Amateratsu, diosa de la reencarnación y del sol naciente.
Algo me incordiaba que en mi concentración prematura, se dispersara en tonos blancos en mi mente. Tensión, agobio – No hay perturbación alguna... – Algo me señalizaba que los campos estaban embrujados por una atmosfera intensificada con el aroma del oxido, el azufre y sudorífera. Un murciélago – Los animales a veces producen confusión...pues a veces suelen confundirse con la raza humana...- De hecho venimos de la raza animal, del simio neandertal, o quizás de muchos eones atrás. Quizás vinimos en forma de huevo, para después que se rompiese lentamente hasta que finalmente saliéramos del cascaron, o de una cesta, traídos por la cigüeña. En mi caso, no era ninguna de esas opciones.
Yo nací por la gracia de un padre al que a su hija casi asesinan por lo que era-No...-mire al extraño. Poco me interesaba su nombre-...Creo que no verá su voluntad realizada- Obviamente referente a ayudar “mutuamente”. No era de mis gustos. Al final, tendría que hacer el trabajo yo sola, cargando con toda la culpa de todo. Ni hablar.
Era pues entonces, ahora ¿una llamada de muerte a lo que se escondía tras las sendas de los bosques? No me alarmaría pues no sabía a qué me enfrentaba, pero mis cinco sentidos puestos estaban en alerta por saber si era de alguien con mi misma empatía, pero por mucho que me concentrase, los puntos señalaban a otra clase de espectros, a otra clase de seres vivientes que también nos acompañaban bajo una piel humana.
Sería una cuenta atrás.
Como si se estuvieran repartiendo por todos lados, evitándonos y finalmente poniéndose en sincronización para atacarnos cuando el jaque mate diera el punto y final a esta obra sin título alguno. Mi concentración era hábil, mi respiración tranquila. Mis piernas se flexionaron para dejar caer muerto mi cuerpo, dejándome sentada sobre el suelo de hojas secas que los pantanos, árboles y arbustos, hacían permanecer en armonía, bajo el brillo de la luna de la diosa Kaguya y por el día de la diosa Amateratsu, diosa de la reencarnación y del sol naciente.
Algo me incordiaba que en mi concentración prematura, se dispersara en tonos blancos en mi mente. Tensión, agobio – No hay perturbación alguna... – Algo me señalizaba que los campos estaban embrujados por una atmosfera intensificada con el aroma del oxido, el azufre y sudorífera. Un murciélago – Los animales a veces producen confusión...pues a veces suelen confundirse con la raza humana...- De hecho venimos de la raza animal, del simio neandertal, o quizás de muchos eones atrás. Quizás vinimos en forma de huevo, para después que se rompiese lentamente hasta que finalmente saliéramos del cascaron, o de una cesta, traídos por la cigüeña. En mi caso, no era ninguna de esas opciones.
Yo nací por la gracia de un padre al que a su hija casi asesinan por lo que era-No...-mire al extraño. Poco me interesaba su nombre-...Creo que no verá su voluntad realizada- Obviamente referente a ayudar “mutuamente”. No era de mis gustos. Al final, tendría que hacer el trabajo yo sola, cargando con toda la culpa de todo. Ni hablar.
Shina- Cambiante Clase Baja
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Re: Ego {Privado}
Aquella frase llegó sin previo aviso, Lorcan frunció el ceño pensando que era inteligente de su parte no fiarse de nadie, pero era un arma de doble filo, conocía a los jóvenes, porque él fue uno sabía que uno es joven y bonito e imprudente y que se siente la capacidad temeraria de lidiar con todo solo. Ser joven es ser estúpido, en diferentes niveles pero al final es lo mismo, se comenten muchas necedades, y de esas caídas y esos errores se aprendía; sin embargo, siendo joven no se puede ver más allá se las propias narices, no se entiende que un viejo –como él- por ser viejo sabe más, sobre lo que fuese, pero se sabe más.
-No la culpo –se limitó a decir pensando en que él, estando en el campo de batalla cuando sirvió al Archiducado y al Imperio, tuvo que confiar el colegas y superiores en pos de su misión. Circunstancias diferentes, pensó, eso era, eso los había moldeado diferente. Se quedó en el mismo lugar, algo en la desconfianza de la chica le trajo desconfianza a él mismo. La vio posarse así como si nada en la hierba y sonrió. Escuchó la retahíla sin abrir la boca y luego simplemente asintió. Caminó alrededor de la desconocida dibujando una circunferencia imaginaria alrededor de ella, comprendiendo por fin que sí, que esa mujer poseía poderes más allá de su entendimiento.
Lo que no entendía era su propia obcecación por quedarse ahí, no tenía miedo, era capaz de defenderse, sin embargo, hace rato que hubiese perdido el interés de ser de otro modo. Suspiró y rio discretamente para sí mismo, si ella lo había escuchado o no, era irrelevante.
-¿Por qué tan segura? –Finalmente volvió a hablar y se detuvo de su caminata, la miró de frente-, dime qué eres –ya no estaba para darle más vueltas al asunto. No esperaba, claro, que ella respondiera con claridad, era obvio que ser concisa en su hablar no era su fuerte, Lorcan tenía que luchar por desentrañar lo que verdaderamente trataba de decir cada vez que abría la boca, estaba disfrutando el juego, no se quejaba.
Los ruidos a su alrededor perdieron importancia, si ella decía que no eran nada, el brujo lo creía, de todos modos, en caso de un ataque, Lorcan usaría los espíritus a los que tenía acceso, era hábil en batalla, y estaba entrenado para el arte de la guerra, podía estar viejo, pero sus reflejos aún respondían demasiado bien, incluso mejor que los de algunos de la mitad de su edad.
-No la culpo –se limitó a decir pensando en que él, estando en el campo de batalla cuando sirvió al Archiducado y al Imperio, tuvo que confiar el colegas y superiores en pos de su misión. Circunstancias diferentes, pensó, eso era, eso los había moldeado diferente. Se quedó en el mismo lugar, algo en la desconfianza de la chica le trajo desconfianza a él mismo. La vio posarse así como si nada en la hierba y sonrió. Escuchó la retahíla sin abrir la boca y luego simplemente asintió. Caminó alrededor de la desconocida dibujando una circunferencia imaginaria alrededor de ella, comprendiendo por fin que sí, que esa mujer poseía poderes más allá de su entendimiento.
Lo que no entendía era su propia obcecación por quedarse ahí, no tenía miedo, era capaz de defenderse, sin embargo, hace rato que hubiese perdido el interés de ser de otro modo. Suspiró y rio discretamente para sí mismo, si ella lo había escuchado o no, era irrelevante.
-¿Por qué tan segura? –Finalmente volvió a hablar y se detuvo de su caminata, la miró de frente-, dime qué eres –ya no estaba para darle más vueltas al asunto. No esperaba, claro, que ella respondiera con claridad, era obvio que ser concisa en su hablar no era su fuerte, Lorcan tenía que luchar por desentrañar lo que verdaderamente trataba de decir cada vez que abría la boca, estaba disfrutando el juego, no se quejaba.
Los ruidos a su alrededor perdieron importancia, si ella decía que no eran nada, el brujo lo creía, de todos modos, en caso de un ataque, Lorcan usaría los espíritus a los que tenía acceso, era hábil en batalla, y estaba entrenado para el arte de la guerra, podía estar viejo, pero sus reflejos aún respondían demasiado bien, incluso mejor que los de algunos de la mitad de su edad.
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Re: Ego {Privado}
-La felicidad del hombre tiene por nombre el "yo quiero”.......además de la valía por la que se le mide con la importancia de su soledad que le es posible soportar....-No había nada más irritante que el hombre en la tierra. Molesto, Sordo y desocupado. Además de entrometido, chismoso y arrogante.
-De mis labios el secreto está guardado...-Los ojos de mi rostro estaban cerrados de par en par, comenzaba a abrirlos lentamente para después fijarme en la figura que finalmente pudo ponerse estirado como estaca sobre el suelo. No iba a aburrirme cuando la oportunidad se me presentaba tan en bandeja, me divertiría, era obvio que lo haría. Jugar y cambiar las reglas a placer era mi diversión por encima del aburrimiento, por encima de todo iba a divertirme esa noche, con aquel extraño que quería saber mi secreto. Pero que le costaría conseguir, claro está.
-De mis labios el secreto está guardado...-Los ojos de mi rostro estaban cerrados de par en par, comenzaba a abrirlos lentamente para después fijarme en la figura que finalmente pudo ponerse estirado como estaca sobre el suelo. No iba a aburrirme cuando la oportunidad se me presentaba tan en bandeja, me divertiría, era obvio que lo haría. Jugar y cambiar las reglas a placer era mi diversión por encima del aburrimiento, por encima de todo iba a divertirme esa noche, con aquel extraño que quería saber mi secreto. Pero que le costaría conseguir, claro está.
-¿Juega?......
Negra friolera
y luce a la espalda
toquilla estrellera.....
-¿Qué es?
Seguramente esperaba que lo adivinase, se le veía tan “experto” que en podría adivinar uno tan fácil. Solo que si me hacia esperar varios minutos detrás de cada acertijo, supondría la confirmación de los años afligidos en su cerebro, pues cuando vas obteniendo más edad, ambos cerebros se van deteriorando, el de arriba y el de abajo, uno más que otro, uno más...”impulsivo” que el otro. El que pensaba y...el que actuaba por instinto animal, pues ¿No había dicho anteriormente que veníamos todos del hombre. Exacto.Negra friolera
y luce a la espalda
toquilla estrellera.....
-¿Qué es?
¿Qué damas bonitas
salen por las noches
y al llegar la aurora
en alto se esconden?
-....Mueren en el dia....y regresan a la misma hora que esta noche....-Queriendo saber de más sobre el acompañante de esta noche, comprobaría si era de fiar...al responder estos acertijos.salen por las noches
y al llegar la aurora
en alto se esconden?
Shina- Cambiante Clase Baja
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Re: Ego {Privado}
De pronto estaban jugando a la esfinge y al retador, que si no responde correctamente ha de morir. Sonrió de lado, iba a jugar un rato, qué más daba. Se quedó parado observándola, era extraña la calma que invadía a ambos y al aire que los rodeaba cuando unos minutos antes, uno sonidos ajenos a ellos lo habían puesto, al menos al viejo brujo, en alerta. Lorcan, con los años que tenía, sabía priorizar, y en ese instante, en esa escala estaba por encima esa misteriosa mujer. Sacó el pecho y escuchó, rio quedo, con esa risa de bajo barítono.
-Dudo que sea la noche –dijo levantando el mentón, resolviendo el acertijo en el aire como quien le dispara a una manzana con una flecha-, aunque se mueve como tal –concedió y comenzó a caminar de nuevo. El pasto seco, y la tierra húmeda hacían una canción dispar y disonante al ser pisados por el brujo. Caminó de modo de no salirse del campo visual de la mujer, con las manos entrelazadas en la espalda y se volvió a detener cuando ella habló de nuevo.
Escuchó atento y esta vez le tomó un poco más de tiempo dilucidar qué era lo que trataba de decir, pero ¿no había sido después de todo, esa extraña noche sobre eso? Sobre resolver acertijos, quizá la diferencia radicaba en que antes ella no intentaba ser develada, y ahora sí lo estaba haciendo con esa intención. Suspiró y miró a un lado, los sonidos habían dado tregua, pero estuvo seguro que no habían sido producidos por la fauna del lugar; escasa, quiso creer, dado lo sórdido del ambiente.
-Las estrellas hipnotizan –finalmente respondió el segundo enigma –y no dudo que usted lo haga con esa cadencia mortal que tiene para moverse, pero no creo una vez más que usted sea los cuerpos celestes –dijo y miró al cielo, donde esas mismos puntos de luz donde yacía su respuesta refulgían y titilaban.
-¿Qué es usted? –Repitió la pregunta-, me ha dicho cómo es usted con estos acertijos, pero no lo que es –hablo con calma, con esa voz que lo caracterizaba. Tenía toda la noche, si era necesario.
-Dudo que sea la noche –dijo levantando el mentón, resolviendo el acertijo en el aire como quien le dispara a una manzana con una flecha-, aunque se mueve como tal –concedió y comenzó a caminar de nuevo. El pasto seco, y la tierra húmeda hacían una canción dispar y disonante al ser pisados por el brujo. Caminó de modo de no salirse del campo visual de la mujer, con las manos entrelazadas en la espalda y se volvió a detener cuando ella habló de nuevo.
Escuchó atento y esta vez le tomó un poco más de tiempo dilucidar qué era lo que trataba de decir, pero ¿no había sido después de todo, esa extraña noche sobre eso? Sobre resolver acertijos, quizá la diferencia radicaba en que antes ella no intentaba ser develada, y ahora sí lo estaba haciendo con esa intención. Suspiró y miró a un lado, los sonidos habían dado tregua, pero estuvo seguro que no habían sido producidos por la fauna del lugar; escasa, quiso creer, dado lo sórdido del ambiente.
-Las estrellas hipnotizan –finalmente respondió el segundo enigma –y no dudo que usted lo haga con esa cadencia mortal que tiene para moverse, pero no creo una vez más que usted sea los cuerpos celestes –dijo y miró al cielo, donde esas mismos puntos de luz donde yacía su respuesta refulgían y titilaban.
-¿Qué es usted? –Repitió la pregunta-, me ha dicho cómo es usted con estos acertijos, pero no lo que es –hablo con calma, con esa voz que lo caracterizaba. Tenía toda la noche, si era necesario.
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Re: Ego {Privado}
-¿Qué es la noche sino un baile entre horas?...-Uno, dos y tres. Silencio, mas del que ambos producíamos con nuestras pausas, peligro...solo hay que ir con cuidado...no alarmar al lobo feroz. De pie me puse sobre donde había estado sentada, concentrada en los sonidos muertos de la naturaleza. ¿Qué si no es el peligro? ¿ El que sin peligro vence no consigue la gloria? Había visto personas desenvolverse en el campo de batalla sin necesidad de mover un solo musculo. Indignante.
-¿Ha estado alguna vez en el frente?-Pregunte mirando al horizonte. Olía a próxima carne carbonizada, no se con que la verdad, pero me atreví a mirarle con cierto aire despectivo-Debería de preocuparse “Que será en las próximas horas” a no ser que los que nos están rodeando en circulo le quiten litro a litro, vena por vena, milímetro a segundo todos los glóbulos rojos que tanto ansían desquitarle de su cuerpo....-Mi mirada mientras tanto había sido calmada sin mostrar un ojo más abierto que otro- Dos a su derecha...Mireme...no les mire....-frente a frente me puse para comunicarle mejor-....Cinco a mi derecha..sígame mirando....-Bien era experta en el campo.
No se oían pisadas, pero no hacía apenas viento-No hay viento...escuche...-No había viento pues las hojas de las copas se movían ¿Cómo era eso? Bien sabía muchas cosas que quizás al hombre de canas le interesaría saber en este instante, pero tenían alguna que otra compañía-Ah....Se acercan dos por su espalda...-No hacía falta hacer ningún movimiento nervioso, pues si no tendrían ventaja sobre nosotros.
¿Qué haría la noche? ¿Brindarnos un poco de suerte con su oscuro velo? Sigo viviendo, todavía estoy respirando. Yo vivo una vida más dolorosa que la muerte. Sigo viviendo, todavía estoy respirando. La vida es más dolorosa que la muerte. Mantenga pulsado en la celebración de las lágrimas, que siguen cayendo en silencio. No era mi caso que ahora estuviera a pocos metros de aquella persona a la que podría finalmente hacerla comprender de mi devoción por él. Mi líder, el líder del clan Asakura a quien jure proteger, pero tenía que sobrevivir para llegar a esa meta.
-¿Ha estado alguna vez en el frente?-Pregunte mirando al horizonte. Olía a próxima carne carbonizada, no se con que la verdad, pero me atreví a mirarle con cierto aire despectivo-Debería de preocuparse “Que será en las próximas horas” a no ser que los que nos están rodeando en circulo le quiten litro a litro, vena por vena, milímetro a segundo todos los glóbulos rojos que tanto ansían desquitarle de su cuerpo....-Mi mirada mientras tanto había sido calmada sin mostrar un ojo más abierto que otro- Dos a su derecha...Mireme...no les mire....-frente a frente me puse para comunicarle mejor-....Cinco a mi derecha..sígame mirando....-Bien era experta en el campo.
No se oían pisadas, pero no hacía apenas viento-No hay viento...escuche...-No había viento pues las hojas de las copas se movían ¿Cómo era eso? Bien sabía muchas cosas que quizás al hombre de canas le interesaría saber en este instante, pero tenían alguna que otra compañía-Ah....Se acercan dos por su espalda...-No hacía falta hacer ningún movimiento nervioso, pues si no tendrían ventaja sobre nosotros.
¿Qué haría la noche? ¿Brindarnos un poco de suerte con su oscuro velo? Sigo viviendo, todavía estoy respirando. Yo vivo una vida más dolorosa que la muerte. Sigo viviendo, todavía estoy respirando. La vida es más dolorosa que la muerte. Mantenga pulsado en la celebración de las lágrimas, que siguen cayendo en silencio. No era mi caso que ahora estuviera a pocos metros de aquella persona a la que podría finalmente hacerla comprender de mi devoción por él. Mi líder, el líder del clan Asakura a quien jure proteger, pero tenía que sobrevivir para llegar a esa meta.
Shina- Cambiante Clase Baja
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Re: Ego {Privado}
Sus ojos se mantenían fijos en la enjuta figura de la mujer, pero nada a su alrededor era pasado por alto. Lorcan tenía una combinación envidiable a cuestas, controlaba la magia con maestría y era un militar capaz, vencedor de muchas batallas, sumado a todo estaba su experiencia, nunca menoscaba por los años, aunque también sabía, no era ingenuo, que todo por servir se acababa y tenía que aprovechar, que frente a un jovencito no tendría gran oportunidad en cuanto a medir fuerza bruta o reflejos. Exhaló aire por la nariz cuando la escuchó hablar, la noche era la mitad del día, de la vida, una aliada valiosa cuando se trataba de un brujo tan obscuro como él. «No se podía llegar al alba sin el sendero de la noche.»
Arqueó una ceja ante la pregunta que siguió, ¿acaso esa mujer tenía alguna otra habilidad que le ocultaba? Alguna que le dijera más sobre él de lo que él mismo hablaba en palabras convencionales. No necesitaba que le dijera que la mirara, no iba a despegar su vista de ella aunque estaba consciente de lo que sucedía a su alrededor. Cerró los puños con fuerza, comenzaba a concentrarse en algo más y el parloteo incesante de la mujer se convirtió en mera música de acompañamiento. No le gustaba ser subestimado, pero Lorcan era un hombre de hechos, no de palabras, de nada le servía levantar la voz y decirle que no fuese tonta, que él poseía un poder más allá de su entendimiento, pero no, eso sería perder el tiempo, ese no era su estilo, lo del viejo brujo era demostrar todo lo que los años le habían enseñado. Suspiró con cansancio y él mismo se dedicó a detectar los sonidos, nada que no hubiese hecho antes en el campo de fuego. Sonrió de lado, ¿vampiros? Esa mujer no tenía idea alguna del rencor que le tenía a esas criaturas, fue uno de ellos, una mujer con mirada de hielo la que le arrebató a Reinhard, su único hijo.
-Lysander –susurró y cerró los ojos, relajó la posición, soltó el agarre imaginario que estaba haciendo con los puños, si la mujer lo había escuchado o no era irrelevante. Aquello parecía una imprudencia, era casi como si bajara la guardia, pero el hombre sabía lo que hacía-, es tu turno –y sonrió.
Se giró en un movimiento rápido, sólo eso y miró directo y sin parpadear a un punto en el bosque. Se escuchó un gran costalazo impactando en el piso fangoso del pantano. Lorcan sonrió satisfecho; no estaba muerto (aunque un vampiro ¿podía estarlo?) sólo lo tenía bajo su dominio, gracias a Lysander, su hermano gemelo, su espíritu guardián. Entonces sí movió una mano como si la pasara por una pared invisible y con el vampiro dominado –poseído, para ser exactos- atacó al segundo.
-Y así comienza –dijo, aunque parecía más un comentario para sí mismo.
Arqueó una ceja ante la pregunta que siguió, ¿acaso esa mujer tenía alguna otra habilidad que le ocultaba? Alguna que le dijera más sobre él de lo que él mismo hablaba en palabras convencionales. No necesitaba que le dijera que la mirara, no iba a despegar su vista de ella aunque estaba consciente de lo que sucedía a su alrededor. Cerró los puños con fuerza, comenzaba a concentrarse en algo más y el parloteo incesante de la mujer se convirtió en mera música de acompañamiento. No le gustaba ser subestimado, pero Lorcan era un hombre de hechos, no de palabras, de nada le servía levantar la voz y decirle que no fuese tonta, que él poseía un poder más allá de su entendimiento, pero no, eso sería perder el tiempo, ese no era su estilo, lo del viejo brujo era demostrar todo lo que los años le habían enseñado. Suspiró con cansancio y él mismo se dedicó a detectar los sonidos, nada que no hubiese hecho antes en el campo de fuego. Sonrió de lado, ¿vampiros? Esa mujer no tenía idea alguna del rencor que le tenía a esas criaturas, fue uno de ellos, una mujer con mirada de hielo la que le arrebató a Reinhard, su único hijo.
-Lysander –susurró y cerró los ojos, relajó la posición, soltó el agarre imaginario que estaba haciendo con los puños, si la mujer lo había escuchado o no era irrelevante. Aquello parecía una imprudencia, era casi como si bajara la guardia, pero el hombre sabía lo que hacía-, es tu turno –y sonrió.
Se giró en un movimiento rápido, sólo eso y miró directo y sin parpadear a un punto en el bosque. Se escuchó un gran costalazo impactando en el piso fangoso del pantano. Lorcan sonrió satisfecho; no estaba muerto (aunque un vampiro ¿podía estarlo?) sólo lo tenía bajo su dominio, gracias a Lysander, su hermano gemelo, su espíritu guardián. Entonces sí movió una mano como si la pasara por una pared invisible y con el vampiro dominado –poseído, para ser exactos- atacó al segundo.
-Y así comienza –dijo, aunque parecía más un comentario para sí mismo.
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Re: Ego {Privado}
Los pasos ya eran diferentes, habían cambiado las tornas. Comenzaban a moverse aleatoriamente por alrededor, las palabras del hombre, bueno eran seguramente un murmuro para el exterior. Atenta estaba, no prestaba atencion a nadie exterior, mire y mire a los alrededores para después lograr calmarme de inmediato pues no conseguiría nada si me ponia esterica. ¿Qué tenía que demostrar? Nada, ya me valía por mi misma. El valor moral perfecciona al hombre en cuanto a ser hombre, en su voluntad, en su libertad, en su razón. Se puede tener buena o mala salud, más o menos cultura, por ejemplo, pero esto no afecta directamente al ser hombre. Sin embargo vivir en la mentira, el hacer uso de la violencia o el cometer un fraude, degradan a la persona, empeoran al ser humano, lo deshumanizan, lo desequilibria para después llevarlo a la nada, a la muerte en cuestion de segundos. Que decir ahora o pensar, estando envuelta de sombras que arrebataban la sangre de tan solo un movimiento de cabeza.
No esperaría a ver el final del cuento de mi vida, comenzaría a luchar, pero eso llevaría nada mas a mas espera por mi parte. Yo me lavaba las manos, no manchaba apenas mis manos para quitar la vida de algun asesino o ser que no tuviera el derecho de vivir. Estudiando el ambiente, mis pies se movian conforme el compas del viento, no había, no corría ni pizca de aire por donde estabamos, estaba quieta, mis manos, dentro de mis ropas que buscaban el artilugio que silenciaría las vidas, las cortas vidas, recuerdos me abordaban al instante dejando una sonrisa entre mis labios:
Ahora el capítulo del pasado parecía repetirse nuevamente, quería que demostrase mi fortaleza junto a...el veterano, pues se quedo asi. Mis pies ahora se movían, iba acompañada del viento que se elevaba a cada movimiento que hacia, dos sombras que se acercaron a mi derecha, me atraparon por piernas y manos, dejándome indefensa, hasta que pude librarme dando una patada en el rostro de uno de ellos con lo que finalmente pude caer al suelo y hacer una llave de karate al último de los dos. Ambos en el suelo, en posición estaba, en guardia, pero de mi kimono saqué lo que era, y ahora sí, armas arrojadizas que en cuanto salieron varios hacia nuestro encuentro, las tiré en dirección a ellos.
En segundos, cortandoles la mitad de sus gargantas cayeron como plomo al suelo-Kuso...-Maldeci en mi idioma natal, había sido muy facíl esta travesía. Solo faltaban pocos. Dos el veterano mató, yo otros dos más tres que salieron en busca de guerra y cayeron de golpe. Eso se quedaba en ¿Dos? Perfecto, uno para cada uno-...A ver quién aguanta más tiempo....-Una sonrisa se dibujo en mi rostro, podía notar la adrenalina sentir dentro de mi, la podía sentir como emanaba cada vez más dentro de mí, invitandome a realizar alguna travesura que aun no se había realizado por el momento.
No esperaría a ver el final del cuento de mi vida, comenzaría a luchar, pero eso llevaría nada mas a mas espera por mi parte. Yo me lavaba las manos, no manchaba apenas mis manos para quitar la vida de algun asesino o ser que no tuviera el derecho de vivir. Estudiando el ambiente, mis pies se movian conforme el compas del viento, no había, no corría ni pizca de aire por donde estabamos, estaba quieta, mis manos, dentro de mis ropas que buscaban el artilugio que silenciaría las vidas, las cortas vidas, recuerdos me abordaban al instante dejando una sonrisa entre mis labios:
"-¿Por qué a la silenciosa hora del descanso tú te lamentas tan tristemente mientras duermes? ¿Estás oprimido por la aflicción más pesada, aflicciones demasiado dolorosas para ser guardadas? ¿Por qué palpita tu pecho? ¿Por qué se estremece tu corazón? ¡Oh, habla! Y si hay algún alivio,tu consuelo Gertrudis te lo dará, Si no, al menos comparte tu aflicción....a la que dare fin...-Lo tenía justo debajo de mis pies, aplastandole la cara, jugando con sus sentimientos mientras le introducía la daga dentro de su estómago, a aquel vampiro, a aquel ser que siendo neófito, pobre y sin escrupulos de mí, disfrutaba con aquello."
Ahora el capítulo del pasado parecía repetirse nuevamente, quería que demostrase mi fortaleza junto a...el veterano, pues se quedo asi. Mis pies ahora se movían, iba acompañada del viento que se elevaba a cada movimiento que hacia, dos sombras que se acercaron a mi derecha, me atraparon por piernas y manos, dejándome indefensa, hasta que pude librarme dando una patada en el rostro de uno de ellos con lo que finalmente pude caer al suelo y hacer una llave de karate al último de los dos. Ambos en el suelo, en posición estaba, en guardia, pero de mi kimono saqué lo que era, y ahora sí, armas arrojadizas que en cuanto salieron varios hacia nuestro encuentro, las tiré en dirección a ellos.
En segundos, cortandoles la mitad de sus gargantas cayeron como plomo al suelo-Kuso...-Maldeci en mi idioma natal, había sido muy facíl esta travesía. Solo faltaban pocos. Dos el veterano mató, yo otros dos más tres que salieron en busca de guerra y cayeron de golpe. Eso se quedaba en ¿Dos? Perfecto, uno para cada uno-...A ver quién aguanta más tiempo....-Una sonrisa se dibujo en mi rostro, podía notar la adrenalina sentir dentro de mi, la podía sentir como emanaba cada vez más dentro de mí, invitandome a realizar alguna travesura que aun no se había realizado por el momento.
Shina- Cambiante Clase Baja
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Re: Ego {Privado}
De una cosa Lorcan estuvo seguro con todo eso, la primera fue más sencilla y básica; le hacía falta esa acción, esa furia contenida por la muerte de su hijo no lo iba a conducir a nada bueno y aunque ya era viejo, tampoco era un anciano decrépito que se fuese a arrojar a la tristeza y al beso de la guadaña inseparable de la muerte. Anja era otra de sus preocupaciones, aunque no lo demostrara, aunque en su fachada vivaz tratara con ahínco de ocultar la zozobra, ahí estaba y le desesperaba no poder adentrarse más en el mar de emociones de la mujer que lo había acompañado en su viaje ya por tantos años, cómo era posible, se preguntaba, que siendo quien se suponía mejor debía conocerla, no lograra desentrañar ese misterio; por esa noche podía quedarse en un segundo plano, como una vela eterna que no alumbra suficiente pero impide que concilies el sueño.
Observó las habilidades en batalla de la mujer, sin duda eran de considerarse. Experto como era en la materia, supo que era entrenamiento, que aquello no era una habilidad innata, o tal vez sí pero había sido pulida con inteligencia para convertirla en letalidad. De algún modo le gustó aquello, porque siempre admiraría a aquellos que supiesen defenderse solos, y porque no tendría que salvarla, aunque nunca la consideró desempeñando el papel de damisela en peligro, después de todo la observó por vez primera rodeada de muerte, firmada con su nombre. Ver caer a esos seres de la noche lo deleitó por unos segundos que resultaron insuficientes y se acercó a ella, sin prisa alguna, pero tampoco con desmedida parsimonia. Asintió cuando la escuchó hablar y dibujó en su rostro esa sonrisa de lado a penas perceptible que era una declarada burla, sólo que esta vez era símbolo de una complicidad casi antagónica.
Esperó, conocía cómo debía llevarse a cabo una estrategia inteligente, y eso, por su desventaja en habilidades, era aguardar a que el otro atacara para sólo defender y contratacar con magia; un arma valiosa que jamás usó en sus años como soldado excepto la noche que murió Lysander. Echó un pie para atrás, de ese modo consiguió un mejor apoyo y en cuando vio al vampiro (al que le tocaba aniquilar a él) acercarse estiró una mano; su hermano, oráculo y tizona seguía ahí, sería él quien, como instrumento del viejo brujo, terminara con el inmortal.
-Demuéstrame de qué estás hecha –le dijo a la mujer que hombro con hombro lidiaba con él y contra los chupa-sangre. Terminando aquella frase plagada de arrogancia, cerró a mano que tenía suspendida en el aire, la empuñó con firmeza pero no con demasiada fuerza y obligó al espíritu de su gemelo atacar. La saña con la que lo hizo fue inusitada, pero ahí estaba, el odio que sentía por esas criaturas por fin era develado, sólo un poco, esto era nada comparado con lo que le haría a la asesina de su hijo.
Observó las habilidades en batalla de la mujer, sin duda eran de considerarse. Experto como era en la materia, supo que era entrenamiento, que aquello no era una habilidad innata, o tal vez sí pero había sido pulida con inteligencia para convertirla en letalidad. De algún modo le gustó aquello, porque siempre admiraría a aquellos que supiesen defenderse solos, y porque no tendría que salvarla, aunque nunca la consideró desempeñando el papel de damisela en peligro, después de todo la observó por vez primera rodeada de muerte, firmada con su nombre. Ver caer a esos seres de la noche lo deleitó por unos segundos que resultaron insuficientes y se acercó a ella, sin prisa alguna, pero tampoco con desmedida parsimonia. Asintió cuando la escuchó hablar y dibujó en su rostro esa sonrisa de lado a penas perceptible que era una declarada burla, sólo que esta vez era símbolo de una complicidad casi antagónica.
Esperó, conocía cómo debía llevarse a cabo una estrategia inteligente, y eso, por su desventaja en habilidades, era aguardar a que el otro atacara para sólo defender y contratacar con magia; un arma valiosa que jamás usó en sus años como soldado excepto la noche que murió Lysander. Echó un pie para atrás, de ese modo consiguió un mejor apoyo y en cuando vio al vampiro (al que le tocaba aniquilar a él) acercarse estiró una mano; su hermano, oráculo y tizona seguía ahí, sería él quien, como instrumento del viejo brujo, terminara con el inmortal.
-Demuéstrame de qué estás hecha –le dijo a la mujer que hombro con hombro lidiaba con él y contra los chupa-sangre. Terminando aquella frase plagada de arrogancia, cerró a mano que tenía suspendida en el aire, la empuñó con firmeza pero no con demasiada fuerza y obligó al espíritu de su gemelo atacar. La saña con la que lo hizo fue inusitada, pero ahí estaba, el odio que sentía por esas criaturas por fin era develado, sólo un poco, esto era nada comparado con lo que le haría a la asesina de su hijo.
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Re: Ego {Privado}
Un...aroma distinto al de muchos me llevo al recuerdo del pasado.... Como susurro en el silencio...”Callad” pensé en mi mente para escuchar mejor el susurro de aquel silencio. Como los ángeles negros del inframundo se habían alzado contra nosotros esa noche, teniendo en cuanta de que éramos dos. Me quedé con el que me toco matar....pero una mirada solo falto para ver que se retiro dejándonos a solas.
Extrañeza sentí por ver como se alejaba de nosotros. Mejor ¿O peor? De todos modos no me quedaría sentada viendo en cómo podrían irse sin más, tras habernos dado movimiento a cada uno y dejarnos insatisfechos en una marcha atrás de cobardes. Pensé que eran temerosas, me decepciona la gente que no sabe qué hacer o que se acobarda en el mismo instante. Solo mis armas arrojadizas se metieron en la espesura de la niebla, yendo en línea recta hacia el vampiro que se alejaba de nosotros. Más pronto que el alba, vi el cuerpo sobre el pasto de las hojas del pantano, secas y encernadas con tinte acuoso y verde oscuro.
Un brazo en alto mostraba mi movimiento anterior, pero.....¿Que era el sonido que escuchaba? Una suave brisa se acercaba para acariciar mi piel apenas descubierta, yo era parte de las sombras y me cubría con ellas ¿Quizás porque temía a ser descubierta y ser débil? ¿Era débil? ¿O me hacia la fuerte? Seguramente si hubiera sido débil, hubiera fallecido en el primer asalto y de nuevo un aroma reconocible, aunque de algún modo desconocido.....Fueron muchos los cambios y acuerdos que tuve que presenciar en el pasado, los cambios de aves, el resurgir de una nueva persona dentro de mí.... ¿Qué era este lugar? Paris...Una historia escuché...a la que fue maldecida esta ciudad con el hechizo de la bondad y el amor, pero para otros oídos el país de algo mágico que se desenfrenaría en locura.
¿Qué efecto me surgía a mi entonces?
-Una palabra mal colocada estropea el más bello pensamiento.....más...estoy hecha de los mismos compuestos químicos que usted o de cualquiera alma humana de este mundo corrompido....-Golpes a mi corazón despertaban, pero no por gozo. Dolor...o inquietud me avisaba de un mal que aun estaría por venir. Solo que no vimos, ni yo vi nada con mi mirada agudizada-Sombras...lo ocultan todo y no me dejan ver...-Dije para anotar otro tanto a lo que me causaba inquietud. ¿Estaría el del mismo modo?
Extrañeza sentí por ver como se alejaba de nosotros. Mejor ¿O peor? De todos modos no me quedaría sentada viendo en cómo podrían irse sin más, tras habernos dado movimiento a cada uno y dejarnos insatisfechos en una marcha atrás de cobardes. Pensé que eran temerosas, me decepciona la gente que no sabe qué hacer o que se acobarda en el mismo instante. Solo mis armas arrojadizas se metieron en la espesura de la niebla, yendo en línea recta hacia el vampiro que se alejaba de nosotros. Más pronto que el alba, vi el cuerpo sobre el pasto de las hojas del pantano, secas y encernadas con tinte acuoso y verde oscuro.
Un brazo en alto mostraba mi movimiento anterior, pero.....¿Que era el sonido que escuchaba? Una suave brisa se acercaba para acariciar mi piel apenas descubierta, yo era parte de las sombras y me cubría con ellas ¿Quizás porque temía a ser descubierta y ser débil? ¿Era débil? ¿O me hacia la fuerte? Seguramente si hubiera sido débil, hubiera fallecido en el primer asalto y de nuevo un aroma reconocible, aunque de algún modo desconocido.....Fueron muchos los cambios y acuerdos que tuve que presenciar en el pasado, los cambios de aves, el resurgir de una nueva persona dentro de mí.... ¿Qué era este lugar? Paris...Una historia escuché...a la que fue maldecida esta ciudad con el hechizo de la bondad y el amor, pero para otros oídos el país de algo mágico que se desenfrenaría en locura.
¿Qué efecto me surgía a mi entonces?
-Una palabra mal colocada estropea el más bello pensamiento.....más...estoy hecha de los mismos compuestos químicos que usted o de cualquiera alma humana de este mundo corrompido....-Golpes a mi corazón despertaban, pero no por gozo. Dolor...o inquietud me avisaba de un mal que aun estaría por venir. Solo que no vimos, ni yo vi nada con mi mirada agudizada-Sombras...lo ocultan todo y no me dejan ver...-Dije para anotar otro tanto a lo que me causaba inquietud. ¿Estaría el del mismo modo?
Shina- Cambiante Clase Baja
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Re: Ego {Privado}
Disfrutó aquel pequeño incidente, lo disfrutó porque pudo practicar lo que le haría a la asesina de su hijo si se la topaba (la reconocería en cualquier lugar, cabello como la noche, piel de escarcha, ojos de hielo), y porque le hacía falta aquel tipo de acción, aquella aventura, por decirlo de algún modo. En sus buenos tiempos, cuando servía al ejército del Sacro Imperio, era en esas actividades en las que se desenvolvía. Observó al ser alejarse y una suerte de desolación le invadió el pecho por dejarlo huir tan cobardemente de aquel modo, hizo el amago de moverse pero estaba consciente de sus limitaciones, por la edad, por lo que fuera y se giró cuando la notó a ella mover el brazo, arrojar el arma y dar en el blanco. Sonrió complacido, un gesto imperceptible y personal, mismo que se originó en la sorpresa del tino de la joven y por el hecho de que no, ese vampiro no había podido escaparse.
Caminó para darle la espalda, mirando a donde el vampiro había caído y donde una línea dorada se pintaba ya delineando las montañas, ¿había pasado tanto tiempo? Eso parecía y suspiró, pensando en esa pregunta, respondiéndola una y otra vez pero de diferentes formas. El tiempo era como el agua, simplemente se escurría de las manos, esa noche y en su vida, ¿tanto tiempo había pasado desde que Reinhard se había ido? Eso parecía ahora que recapacitaba en ello, un año casi. La escuchó hablar y rio, una risa baja y casi silenciosa, un sonido discreto y breve.
-Créame, lo digo como halago –dijo sin mirarla, avanzando otro par de pasos para luego detenerse y girar el rostro, la vio por sobre su hombro –reconozco sus habilidades, no soy tan obtuso como parezco –no sabía en realidad qué apariencia daba, qué impresión le había brindado a la joven, no le interesaba en todo caso, sólo sabía que tenía imagen de viejo, y algunos interpretarían eso como sinónimo de sabiduría, y claro que conocía mucho sobre muchas cosas, que los años, todos dejan huella, pero cuando se topaba con algo extraordinario –en este caso, esa muchacha- sabía reconocerlo y no callarlo, lo decía tácitamente con oronda sinceridad.
La notó alerta, ¿aún había motivos para estarlo? Después de estarla mirando un rato, Lorcan se movió por el claro en donde estaban, más que detectando lo que la tenía así, buscando más bien el origen. Suponía que ella podía ver y escuchar cosas que él no y que su alarma no era infundada y sí muy real.
-Está por amanecer –apuntó –las sombras está a punto de marcharse –dijo mientras se seguía moviendo como un cazador inquieto, sin saber qué esperar, pero preparado para cualquier cosa.
Caminó para darle la espalda, mirando a donde el vampiro había caído y donde una línea dorada se pintaba ya delineando las montañas, ¿había pasado tanto tiempo? Eso parecía y suspiró, pensando en esa pregunta, respondiéndola una y otra vez pero de diferentes formas. El tiempo era como el agua, simplemente se escurría de las manos, esa noche y en su vida, ¿tanto tiempo había pasado desde que Reinhard se había ido? Eso parecía ahora que recapacitaba en ello, un año casi. La escuchó hablar y rio, una risa baja y casi silenciosa, un sonido discreto y breve.
-Créame, lo digo como halago –dijo sin mirarla, avanzando otro par de pasos para luego detenerse y girar el rostro, la vio por sobre su hombro –reconozco sus habilidades, no soy tan obtuso como parezco –no sabía en realidad qué apariencia daba, qué impresión le había brindado a la joven, no le interesaba en todo caso, sólo sabía que tenía imagen de viejo, y algunos interpretarían eso como sinónimo de sabiduría, y claro que conocía mucho sobre muchas cosas, que los años, todos dejan huella, pero cuando se topaba con algo extraordinario –en este caso, esa muchacha- sabía reconocerlo y no callarlo, lo decía tácitamente con oronda sinceridad.
La notó alerta, ¿aún había motivos para estarlo? Después de estarla mirando un rato, Lorcan se movió por el claro en donde estaban, más que detectando lo que la tenía así, buscando más bien el origen. Suponía que ella podía ver y escuchar cosas que él no y que su alarma no era infundada y sí muy real.
-Está por amanecer –apuntó –las sombras está a punto de marcharse –dijo mientras se seguía moviendo como un cazador inquieto, sin saber qué esperar, pero preparado para cualquier cosa.
Última edición por Lorcan Plaschg el Mar Oct 09, 2012 10:46 pm, editado 1 vez
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Re: Ego {Privado}
Conseguir decir para luego ingerir y no vivir. Se había ido, ya no sentía ese peligro.
-Curioso...-Un momento de silencio que alentaba aquellos destellos dorados anunciando la aurora nacer nuevamente para un bello...y tranquilo día-...Esta sombra volverá, cada noche podrá volver...-No miraba más que a mi instinto en el que intentaba refugiarme para no perder la cordura-...El reconocerlo...es la recopilación de las experiencias ordenadas por el deseo de seguir aprendiendo...-De reojo, suave y sin distracción le observaba cada movimiento, pero ¿Por qué ahora? De mi monocromático uniforme con agilidad y gracia de nuevo lancé dos armas arrojadizas hacia aquel individuo que sobrepaso el hombro del veterano. Aquel individuo quedo atrapado contra un árbol, bien sabia que se habría escondido, bien el que faltaba y se habría querido arriesgar a pillarnos desprevenidos...aunque no a todos.
-Oh vaya...creía algo mejor...-suspire algo decepcionada en cuestión del individuo que logre por ultimo atrapar con mi habilidad. Con pasos lentos me iba acercando, si le observaba, le miraba lentamente a los ojos, me respondía con piedad y con una mirada débil y llorosa. Miré por un segundo al veterano que había estado conmigo esta noche y sinceramente, me importaba una mierda que me viera haciendo lo que iba a hacer a continuación.
-...¿Cómo saber que en este preciso momento estamos vivos?..Ohhhh ¿Quién puede asegurar que lo estamos? ¿Cómo saberlo?...-Susurrando palabras que hacían estremecer a la victima que tenia ahora cogido del cuello, tirándolo, sacándolo del agarre del tronco para tirarlo contra el enmugrecido lodo del pantano-....N...-Chasque la lengua comenzando a irritarme- ¡Una cosa que odio es que me interrumpan!-Veía al escurridizo escaparse, cogí un shuriken que estaba en la corteza del árbol para clavársela en su cuerpo, cayó en su espalda, haciéndolo retorcer de dolor- Vamos...es tan solo un arma inofensiva...-Que ridícula era la sociedad.
De mi espalda desenvaine el tanto que siempre solía llevar conmigo, andando hacia el sujeto llegué para arrastrarlo cogido de los cabellos, revolviéndose-¡No! ¡Déjenme! –Rodé los ojos esperando un ánimo de la aurora a aparecer sobre el lodo-...Curiosas últimas palabras...-Y sin más dilación el tanto se dirigido por mi mano hacia dentro de las cuencas oculares del individuo, sacándole los ojos para metérselos en la boca e introduciéndoselo en la boca para después rebanarle la cabeza. Menuda orgía mientras me dedicaba a caminar pasos hacia atrás mientras observaba con una sonrisa al resultado-Cuando alguien quiere hacer algo bien, las cosas salen bien.
-Curioso...-Un momento de silencio que alentaba aquellos destellos dorados anunciando la aurora nacer nuevamente para un bello...y tranquilo día-...Esta sombra volverá, cada noche podrá volver...-No miraba más que a mi instinto en el que intentaba refugiarme para no perder la cordura-...El reconocerlo...es la recopilación de las experiencias ordenadas por el deseo de seguir aprendiendo...-De reojo, suave y sin distracción le observaba cada movimiento, pero ¿Por qué ahora? De mi monocromático uniforme con agilidad y gracia de nuevo lancé dos armas arrojadizas hacia aquel individuo que sobrepaso el hombro del veterano. Aquel individuo quedo atrapado contra un árbol, bien sabia que se habría escondido, bien el que faltaba y se habría querido arriesgar a pillarnos desprevenidos...aunque no a todos.
-Oh vaya...creía algo mejor...-suspire algo decepcionada en cuestión del individuo que logre por ultimo atrapar con mi habilidad. Con pasos lentos me iba acercando, si le observaba, le miraba lentamente a los ojos, me respondía con piedad y con una mirada débil y llorosa. Miré por un segundo al veterano que había estado conmigo esta noche y sinceramente, me importaba una mierda que me viera haciendo lo que iba a hacer a continuación.
-...¿Cómo saber que en este preciso momento estamos vivos?..Ohhhh ¿Quién puede asegurar que lo estamos? ¿Cómo saberlo?...-Susurrando palabras que hacían estremecer a la victima que tenia ahora cogido del cuello, tirándolo, sacándolo del agarre del tronco para tirarlo contra el enmugrecido lodo del pantano-....N...-Chasque la lengua comenzando a irritarme- ¡Una cosa que odio es que me interrumpan!-Veía al escurridizo escaparse, cogí un shuriken que estaba en la corteza del árbol para clavársela en su cuerpo, cayó en su espalda, haciéndolo retorcer de dolor- Vamos...es tan solo un arma inofensiva...-Que ridícula era la sociedad.
De mi espalda desenvaine el tanto que siempre solía llevar conmigo, andando hacia el sujeto llegué para arrastrarlo cogido de los cabellos, revolviéndose-¡No! ¡Déjenme! –Rodé los ojos esperando un ánimo de la aurora a aparecer sobre el lodo-...Curiosas últimas palabras...-Y sin más dilación el tanto se dirigido por mi mano hacia dentro de las cuencas oculares del individuo, sacándole los ojos para metérselos en la boca e introduciéndoselo en la boca para después rebanarle la cabeza. Menuda orgía mientras me dedicaba a caminar pasos hacia atrás mientras observaba con una sonrisa al resultado-Cuando alguien quiere hacer algo bien, las cosas salen bien.
Shina- Cambiante Clase Baja
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Re: Ego {Privado}
No dijo nada por un largo rato, observando a su acompañante con escrupulosa atención, aunque en realidad no sabía que esperar, a lo largo de la noche esa mujer –cuyo nombre aún desconocía- se había encargado de demostrarle que predecible era una cosa que no era y ahí yacía la verdadera fascinación. Arqueó una ceja ante sus palabras pero su boca se mantuvo sellada, de hecho, fue otro acontecimiento en el bosque el que llamó su atención, sus ojos verdes que habían visto todo, incluso la muerte, se movieron con rapidez, pero antes de poder volver a invocar a Lysander y hacer algo, ella se le adelantaba y sólo curvó la boca en una sonrisa que podía parecer arrogante, pero era de pura satisfacción; aquella noche que pintaba para ser común, se había convertido en algo digno de recordar. Seguro Anja estaría preguntándose dónde demonios se había metido, mas no preocupada pues lo conocía y sabía defenderse. Observó el trayecto de aquellas armas y su destino final, acertando en el blanco, aunque no se esperaba un fallo por parte de la extraña dama.
Seguía callado, casi como si no estuviera ahí, tan silencioso como un árbol más de esos que los rodeaban, un árbol con ojos, un árbol viejo pero fuerte. Incluso relajó la posición y se cruzó de brazos muy atento a lo que estaba por venir, no se esperaba algo bello, pero quería saber hasta dónde llegaría la chica. Ahí estuvo, torturando un rato a su víctima, por un momento pensó que dejaría que fuese el inminente sol el que se encargara de él, pero tal parecía que eso era demasiado pacífico, pues la muerte que le dio fue más violenta; desde luego Lorcan no se inmutó, él había presenciado demasiada sangre, él era guerra y algo así no le repugnaba o escandalizaba, era hasta cierto punto divertido. Tras observar el despojo que había dejado en el suelo, más una masa amorfa de sangre y carne muerta, alzó el rostro para verla a ella, con pincelazos de aquel escarlata sucio.
-Es tan raro… -se acercó, sus brazos se mantenían cruzados y el sol cada vez se hacía más presente a sus espaldas –encontrar un sadismo como el suyo contenido en una figura tan delicada –porque ni ella, con esa arrogancia que le había mostrado toda esa velada, podía negar que si se le veía así nada más por la calle, la gente la tacharía de una mujer más bien refinada e incluso dulce; y lo decía con la mejor de las intenciones. Lorcan no era de mirar a las mujeres con dobles intenciones, pero también sabía aceptar la belleza de algunas de ellas, y este era el caso. Suspiró y se giró para ver el amanecer, entornó los ojos cuando los rayos del astro rey le dieron directo en la cara.
-Ha sido una noche interesante –habló sin mirarla, con la vista fija en el horizonte –no podrá negármelo –se adelantó antes de que ella pudiera refutar algo. El viejo brujo estaba ahí, tan tranquilo hablando de eso como quien habla del clima cuando a sus pies seguía aquel ser con la cabeza desprendida de su cuerpo. Lo dicho, Lorcan había visto demasiado ya como para impactarse con eso-. Es usted muy hábil y conoce las debilidades de estas criaturas –finalmente le dedicó una mirada desdeñosa al cadáver a sus pies –quizá sus aptitudes podrían serme útiles –estaba arrojando una propuesta descaradamente; no podía negar lo que era ahora, un hombre de negocios y así era él, directo, los rodeos eran para los jóvenes con tiempo suficiente para perder, él ya no estaba para eso.
Seguía callado, casi como si no estuviera ahí, tan silencioso como un árbol más de esos que los rodeaban, un árbol con ojos, un árbol viejo pero fuerte. Incluso relajó la posición y se cruzó de brazos muy atento a lo que estaba por venir, no se esperaba algo bello, pero quería saber hasta dónde llegaría la chica. Ahí estuvo, torturando un rato a su víctima, por un momento pensó que dejaría que fuese el inminente sol el que se encargara de él, pero tal parecía que eso era demasiado pacífico, pues la muerte que le dio fue más violenta; desde luego Lorcan no se inmutó, él había presenciado demasiada sangre, él era guerra y algo así no le repugnaba o escandalizaba, era hasta cierto punto divertido. Tras observar el despojo que había dejado en el suelo, más una masa amorfa de sangre y carne muerta, alzó el rostro para verla a ella, con pincelazos de aquel escarlata sucio.
-Es tan raro… -se acercó, sus brazos se mantenían cruzados y el sol cada vez se hacía más presente a sus espaldas –encontrar un sadismo como el suyo contenido en una figura tan delicada –porque ni ella, con esa arrogancia que le había mostrado toda esa velada, podía negar que si se le veía así nada más por la calle, la gente la tacharía de una mujer más bien refinada e incluso dulce; y lo decía con la mejor de las intenciones. Lorcan no era de mirar a las mujeres con dobles intenciones, pero también sabía aceptar la belleza de algunas de ellas, y este era el caso. Suspiró y se giró para ver el amanecer, entornó los ojos cuando los rayos del astro rey le dieron directo en la cara.
-Ha sido una noche interesante –habló sin mirarla, con la vista fija en el horizonte –no podrá negármelo –se adelantó antes de que ella pudiera refutar algo. El viejo brujo estaba ahí, tan tranquilo hablando de eso como quien habla del clima cuando a sus pies seguía aquel ser con la cabeza desprendida de su cuerpo. Lo dicho, Lorcan había visto demasiado ya como para impactarse con eso-. Es usted muy hábil y conoce las debilidades de estas criaturas –finalmente le dedicó una mirada desdeñosa al cadáver a sus pies –quizá sus aptitudes podrían serme útiles –estaba arrojando una propuesta descaradamente; no podía negar lo que era ahora, un hombre de negocios y así era él, directo, los rodeos eran para los jóvenes con tiempo suficiente para perder, él ya no estaba para eso.
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Re: Ego {Privado}
Directamente me propuse a advertirle a aquel carcamal que me saco una furia mirada hacia su antigua mirada, con mi espada manchada de sangre se la coloque cerca de su yugular- Me pregunto cómo se sentiría la Señora Plaschg si se quedara sin marido....-Dije sin inmutarme, le miraba recto y con firmeza, el cadáver a mis pies sumamente me miraba sin pretensión, claro, estaba muerto a como lo estaría pronto con el sujeto que tenia amenazando.
-...su rostro dice que las experiencias son notables en su pasado, la arruga...-sigilosamente fui acercándome con cautela hasta su oído-....del lagrimal hasta el final del ojo son considerablemente visibles, por lo que ha tenido que llorar perdidas en demasía....-Una lamida sobre su cartílago, con cuidado de no apretar con el arma que segundos después de que me separase de su oído, había separado el arma a sintonía con mis movimientos-...demasiada sangre podrida dentro de usted para ser derramada....-Le miraba con una sonrisa, bien era que no me hacía falta papeles o documentos que me llevaran a cómo o que costumbres tenia, de que nombre se resguardaba y de que apellido.
No era de ignorar que había oído de él con vagueza, el anillo de plata sobre el anular era obvio de una unión, diría desgastado por los bordes del interior, pero como plata nueva por la parte visible de afuera, sus ropas, elegantes aunque poco gastadas por el movimiento de la noche, su pelo, si...entonces era obvio que era una unión duradera o bueno, todo hombre tiene gustos para todos los colores.
-¿O es usted nenuco?-Me atreví a decir con leve meneo de caderas a la vez que me dirigía a guardar mi tanto dentro de su funda. La vuelta me di para verle la cara, sonreía en triunfo de que había mucha información que observar en su persona-No me hacen falta documentos para así saber quien sois...-Levante mi barbilla altiva, cruzándome de brazos mientras me inclinaba un poco a mi izquierda-....Es más si estuvierais desnudo, podríais ocultar muy bien quien sois....
Sí, el viento me trajo un recuerdo lejano.....
[Era a mediados de noviembre. El tiempo de brujas y fantasmas había pasado de largo y ahora unos difuntos eran los reyes del día. Después con cierto pesar, el 15 de Noviembre a las ocho y media de la noche vi a dos personas que me dieron por conocer solamente con la mirada...Era una batalla al desnudo por completo, se decían muchas cosas con la mirada y nada con la información de su piel pálida y sin color alguno. Aquello, entendía que la información de uno mismo estaba en las ropas con las que había pasado uno, pero el verdadero misterio es un cuerpo al desnudo, que podría pasar por muchas eras e igualmente ser el mismo siempre, aunque varia siempre las cicatrices que se quedan en el interior de nuestros corazones.]
-Pero obviamente necesitáis información para estar entre mas información de más gente...-Suspire algo aburrida, cansada de ser quien hacia las preguntas-...Más...¿Os estaréis preguntando cómo se de vos, no es cierto? –Ahí deje la cuerda floja. Sería divertido ver como reacciona. Era un pasatiempo.
-...su rostro dice que las experiencias son notables en su pasado, la arruga...-sigilosamente fui acercándome con cautela hasta su oído-....del lagrimal hasta el final del ojo son considerablemente visibles, por lo que ha tenido que llorar perdidas en demasía....-Una lamida sobre su cartílago, con cuidado de no apretar con el arma que segundos después de que me separase de su oído, había separado el arma a sintonía con mis movimientos-...demasiada sangre podrida dentro de usted para ser derramada....-Le miraba con una sonrisa, bien era que no me hacía falta papeles o documentos que me llevaran a cómo o que costumbres tenia, de que nombre se resguardaba y de que apellido.
No era de ignorar que había oído de él con vagueza, el anillo de plata sobre el anular era obvio de una unión, diría desgastado por los bordes del interior, pero como plata nueva por la parte visible de afuera, sus ropas, elegantes aunque poco gastadas por el movimiento de la noche, su pelo, si...entonces era obvio que era una unión duradera o bueno, todo hombre tiene gustos para todos los colores.
-¿O es usted nenuco?-Me atreví a decir con leve meneo de caderas a la vez que me dirigía a guardar mi tanto dentro de su funda. La vuelta me di para verle la cara, sonreía en triunfo de que había mucha información que observar en su persona-No me hacen falta documentos para así saber quien sois...-Levante mi barbilla altiva, cruzándome de brazos mientras me inclinaba un poco a mi izquierda-....Es más si estuvierais desnudo, podríais ocultar muy bien quien sois....
Sí, el viento me trajo un recuerdo lejano.....
[Era a mediados de noviembre. El tiempo de brujas y fantasmas había pasado de largo y ahora unos difuntos eran los reyes del día. Después con cierto pesar, el 15 de Noviembre a las ocho y media de la noche vi a dos personas que me dieron por conocer solamente con la mirada...Era una batalla al desnudo por completo, se decían muchas cosas con la mirada y nada con la información de su piel pálida y sin color alguno. Aquello, entendía que la información de uno mismo estaba en las ropas con las que había pasado uno, pero el verdadero misterio es un cuerpo al desnudo, que podría pasar por muchas eras e igualmente ser el mismo siempre, aunque varia siempre las cicatrices que se quedan en el interior de nuestros corazones.]
-Pero obviamente necesitáis información para estar entre mas información de más gente...-Suspire algo aburrida, cansada de ser quien hacia las preguntas-...Más...¿Os estaréis preguntando cómo se de vos, no es cierto? –Ahí deje la cuerda floja. Sería divertido ver como reacciona. Era un pasatiempo.
Shina- Cambiante Clase Baja
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Re: Ego {Privado}
Que la mujer ignorara descaradamente lo que le había dicho lo molestó un poco, pero pronto ese sentimiento desapareció cuando ella habló de nuevo. Hablaba con tanta vaguedad y Lorcan era un viejo, ya no tenía tiempo para dichos acertijos, menos cuando parecían deliberados métodos de darle vuelta a las cosas. Giró el rostro y observó el horizonte, el sol había salido, beligerante y palatino, reinante sobre París y sus alrededores, como la zona que ahora mismo el viejo brujo pisaba, como la chica también. Al principio le había parecido condenadamente interesante, pero tampoco estaba para rogar información, si ella decidía responder sus preguntas con preguntas, o no ser concreta a la hora de hablar, Lorcan estuvo seguro que ya encontraría a alguien más con esa habilidad tan apreciada para matar inmortales y con esa sed de sangre; debía admitirlo, eso sí, lo segundo era muy raro de encontrar, y en un acto de silenciosa fe, esperó que ella nunca perdiera tal cualidad, le sería muy útil, pensó.
Sonrió ante las palabras proferidas, y aunque había dicho algún par de verdades sobre su persona, tampoco consideró que dijera algo realmente relevante, sólo soltó datos que podían irle a cualquier hombre de su edad, era obvio que alguien de sus años debía ser casado (y más si se tomaba en cuenta la argolla), que había sufrido pérdidas y bueno… las amenazas las tomó sólo como eso, amenazas huecas de una chiquilla.
-¿Y crees que por eso ya me conoces? –Dijo con deliberado sarcasmo y calma pasmosa-, no sabes quién soy, no juegues a fingir que lo sabes –se cruzó de brazos y no se inmutó si quiera ante sus extraños avances, no contestó a las preguntas que eran obvias provocaciones porque no iba a entrar en ese juego sin sentido. Suspiró, se comenzaba a sentir cansado (amanecía, no había dormido, sus años pesaban y había sido una noche muy movida)-. La verdad, no me cuestiono nada sobre ti, o cómo sabes de mí, eres buena observando, nada más –le dio la espalda incluso cuando lo había amenazado, no le haría nada, lo sabía, y caminó hasta el sendero que lo había conducido a ese sitio.
-Sin duda ha sido una noche interesante, quizá la más interesante que he tenido en esta ciudad desde que llegué –la miró por sobre su hombro, y luego alzó el rostro para ver el cielorraso –quizá nos volvamos a topar algún día, pero por ahora es tiempo de dividir caminos, bien los has dicho, la señor Plaschg –qué extraño resultaba referirse así a Anja –no querrá quedarse sin marido, y seguro está preocupada por mí –mintió, porque Anja estaba acostumbrada a ausencias no anunciadas de su parte mucho más prolongadas –le diría que fuese a casa a descansar, pero estoy seguro que sería un consejo echado en saco roto, que no me haría caso, así que a donde quiera que vaya –se giró para verla de frente –realmente espero que encuentre enemigos dignos de usted, sé que sabrá defenderse –y diciendo eso, comenzó a caminar por el camino a penas delineado por rocas y maleza, desapareciendo en la luz del sol que comenzaba a inundarlo todo.
Sonrió ante las palabras proferidas, y aunque había dicho algún par de verdades sobre su persona, tampoco consideró que dijera algo realmente relevante, sólo soltó datos que podían irle a cualquier hombre de su edad, era obvio que alguien de sus años debía ser casado (y más si se tomaba en cuenta la argolla), que había sufrido pérdidas y bueno… las amenazas las tomó sólo como eso, amenazas huecas de una chiquilla.
-¿Y crees que por eso ya me conoces? –Dijo con deliberado sarcasmo y calma pasmosa-, no sabes quién soy, no juegues a fingir que lo sabes –se cruzó de brazos y no se inmutó si quiera ante sus extraños avances, no contestó a las preguntas que eran obvias provocaciones porque no iba a entrar en ese juego sin sentido. Suspiró, se comenzaba a sentir cansado (amanecía, no había dormido, sus años pesaban y había sido una noche muy movida)-. La verdad, no me cuestiono nada sobre ti, o cómo sabes de mí, eres buena observando, nada más –le dio la espalda incluso cuando lo había amenazado, no le haría nada, lo sabía, y caminó hasta el sendero que lo había conducido a ese sitio.
-Sin duda ha sido una noche interesante, quizá la más interesante que he tenido en esta ciudad desde que llegué –la miró por sobre su hombro, y luego alzó el rostro para ver el cielorraso –quizá nos volvamos a topar algún día, pero por ahora es tiempo de dividir caminos, bien los has dicho, la señor Plaschg –qué extraño resultaba referirse así a Anja –no querrá quedarse sin marido, y seguro está preocupada por mí –mintió, porque Anja estaba acostumbrada a ausencias no anunciadas de su parte mucho más prolongadas –le diría que fuese a casa a descansar, pero estoy seguro que sería un consejo echado en saco roto, que no me haría caso, así que a donde quiera que vaya –se giró para verla de frente –realmente espero que encuentre enemigos dignos de usted, sé que sabrá defenderse –y diciendo eso, comenzó a caminar por el camino a penas delineado por rocas y maleza, desapareciendo en la luz del sol que comenzaba a inundarlo todo.
- Spoiler:
- Hola, no estaría mal que cerraras este tema, cualquier cosa ya sabes, por MP. Muchas gracias.
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