Run away [Privado]

por **Esteban Valenzuela** Jue Mayo 12, 2016 10:03 am

Playa || 12:00 || Caluroso

Huir, sí, eso es lo que ha hecho Esteban desde que salió de la casa, no avisó a nadie, ni siquiera a Gastón, aunque sabe que el tipo tiene un olfato de perro que es capaz de encontrarlo, no se va a enfadar si lo hace, después de todo siempre le deja el espacio y tiempo suficiente para que pueda encontrar la paz que necesita, o al menos ya no sentirse tan atado a nada.

De nuevo han llegado noticias, quieren que anuncie algún maldito matrimonio, pero ¿Por qué joden tanto? Las malas lenguas de nuevo se han soltado y para muchos es evidente que él no es nada estable, que anda de un lado a otro, aunque parece que no le han captado con ninguna fémina y al final eso es lo importante. Respira profundamente mientras que camina descalzo por la playa, la verdad es que está tranquilo, no pasa mucha gente, debe pensar, sabe bien que Giselle no le ayudará toda la vida, además de que en algún momento Alondra volverá con el tema, se arremolinan mil cosas en la cabeza, debe ser más inteligente que los demás.

La camisa va a medio abotonar mientras que el sol comienza a hacer de las suyas, se posa en el cielo, haciendo que sea cada vez más difícil pensar, siente la boca seca, pero nada le es suficiente en ese momento más que esperar, esperar a que se le pase el cabreo o es capaz de casarse con la primera tonta que se cruce por su camino, desde que llegó a París ha perdido un poco el recato y sabe que eso no está bien, no está nada bien.

por **Brandon Amnell** Jue Mayo 12, 2016 11:24 am

Hacía varios días que el inglés no veía la luz del sol. Su trabajo últimamente lo tenía algo absorto, aunque tampoco era este todo el motivo… sino sus nuevos “amigos”. Por desgracia para él, el mundo en el que se encontraba ahora ya no era tan colorido, ni siquiera al medio día, donde el sol hacía más intensas las pequeñas cosas que, durante la noche, pasaban desapercibidas. Aquella mañana decidió darse un paseo por la playa. La noche anterior no fue a trabajar, necesitaba estar solo, descansar bien e ir a dar una vuelta bajo la luz del sol para despejarse. Por muy inglés que fuera, todo el mundo acababa necesitándola.

Paró en uno de sus lugares favoritos, y allí aprovechó para nadar un poco. Había olvidado su traje de baño, por lo que se sumergió vestido con el pantalón. Hacía buen tiempo, y seguro que acababa secándose antes de que decidiera volver a casa. Durante largo rato, estuvo esforzando a su cuerpo, liberándose de las tensiones mediante el ejercicio físico. Al llegar a la orilla, su cuerpo estaba ligeramente enrojecido, y las gotas de agua parecían acariciar sus formas mientras recorrían el camino hacia la arena.

Desde luego, el agua estaba algo fría, pero no le importaba; le agradaba el frío. Se sentó en la arena y observó el horizonte. Apenas recordaba la última vez que fue a la playa, y lo azul que podía llegar a parecer durante el día. Una ligera sonrisa se formó en su rostro, y él pasó una mano por su pelo para que las gotas no cayeran hacia sus ojos. Desde luego, aquella vista lo tenía especialmente fascinado, pues era simple, sí, pero arrebatador.

Fue entonces cuando la figura de un hombre apareció a lo lejos. Le había parecido extraño que hubiese tan poca gente, pues apenas se había cruzado con nadie. Pero aquel hombre, de buen ver, se acercaba poco a poco hacia su posición. Al principio no iba a decirle nada, pero por su expresión, pensó que tal vez le vendría bien. Parecía enfadado… a Brandon se le hacía difícil pensar en alguien enfadado en aquel lugar tan sencillo y, a la vez, mágico.

—Buenas tardes, monsieur —dijo con una sonrisa cuando pasó a su lado —. Fantástico día para pasear por estos lares, ¿verdad? —y, dicho eso, se quedó mirándolo, a la espera de algún tipo de contestación. Así era Brandon, simpático y agradable con los desconocidos… aunque en más de una ocasión se había llevado malas contestaciones.

por **Esteban Valenzuela** Lun Mayo 30, 2016 12:07 am

Playa || 12:00 || Caluroso

Entre sus múltiples pensamientos lo último que se le ocurría en ese momento es que tuviera que estar lidiando con alguien, aunque Esteban no era grosero, no pensaba que un chico se acercaría en ese preciso instante, era de esas ocasiones en que todo salía mal, incluso el querer estar solo. Respiró apenas un momento, el hombre no tenía la culpa, así que no tenía por qué desquitarse con él. Le miró de reojo un momento antes de tomar la paciencia misma para poder responder.

Su cuerpo se gira, casi por completo hacia el muchacho, le observa, para finalmente mostrar una sonrisa afable. -Pues un buen día, sí, parece que al menos aquí todo está calmado, aunque bien puede ser una falacia que nos entrega el paisaje.- Ahí estaba él y su manera pesimista de ver las cosas, pues siempre intentaba de algún modo librarse de los problemas, de salir avante, pero en ocasiones resultaba cansino, degradante y por demás intolerante, el mal genio de Esteban iba como las notas de una ópera, in crescendo.

-Espero que usted no esté tratando de olvidar algo, señor, porque debo decirle que aunque parezca buena idea, a veces no lo es del todo.- Su sonrisa se ladea, es evidente que el tema de la boda ya le molesta si antes no le causaba estragos ahora es diferente, de algún modo él también sabe que se le está acabando el tiempo, que realmente necesita pensar en sentar cabeza, pero se niega, es bastante terco y obstinado, no dejará su libertad y tampoco piensa condenar a una mujer a malos tratos cuando vaya de malas o a tener que soportar que no la toque porque ya se ha acostado con otra, no, es un cabrón, no puede evitarlo, pero no tanto, a veces piensa con la cabeza correcta como en esa ocasión.

Termina por quitarse la camisa y la cuelga sobre su hombro, va a terminar de un color que no es el suyo, pero es cierto, ha aprendido bien en el ejército cuando algo no resulta como esperas te debes castigar, porque algo estás haciendo mal, tal vez Valenzuela lo que hace es flagelarse así mismo, la piel le escocerá tanto que meterá a una mujer a su casa para que haya quien lo cuide.

por **Brandon Amnell** Miér Jul 06, 2016 1:11 pm

Definitivamente, Brandon vio en su rostro una expresión algo contrariada, por lo que supuso que estaba teniendo un mal día. Él no era persona de meterse en las vidas ajenas, ya había aprendido la lección anteriormente, y lo último que quería era ganarse un nuevo enemigo. Pero a nadie le hacía mal un rato de charla en el que, tal vez, podía hacerle olvidar sus problemas. Desde luego, se le hacía casi inconcebible que alguien estuviera de mal humor en aquel lugar.

—Tal vez sea una mala idea. Nefasta, de hecho —sonrió —, pero a veces es mejor una bella mentira que la horrible verdad. Tal vez lo que necesitemos hoy sea una mentira para poder continuar mañana con la cruda realidad.

Se encogió de hombros y se dejó caer sobre la arena, poniendo sus manos detrás de su cabeza. Las gotas del agua salada aún recorrían su cuerpo de forma tímida, acariciando suavemente su piel, así como su vello corporal. Lanzó un suspiro y después alzó levemente su rostro para mirar al otro mientras hablaba.

—Digamos que, por hoy, estaba intentando olvidar —se incorporó un poco —. Aunque también sé por experiencia que eso no funciona. No obstante, algunas veces me dedico pequeños espacios de tiempo para mí, para relajarme, hacer como que nada puede herirme, y cojo fuerzas para el día siguiente. No es fácil, pero es relajante.

Observó cómo el otro se quitaba la camiseta y la echaba a su hombro. Era un hombre atractivo, con rasgos marcados y de buen porte. No obstante, intentó no mirarlo durante mucho tiempo, al menos no a su anatomía, ya que no quería iniciar una incómoda situación en la que el otro preguntara demasiado. Pero una cosa era segura: preferiría un cliente como él a veinte como los que normalmente tenía.

—¿Y a usted, Monsieur, qué le trae por aquí, si no es olvidar algo? —preguntó con una tierna sonrisa.

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