AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Ya no más...*Privado*
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Ya no más...*Privado*
¿Cómo me las arreglé para llegar hasta aquí? No sabía, lo único que recordaba era estar huyendo de aquel monstruo, aquel que creía ser una divinidad y que me estaba haciendo un gran favor al fijarse en mi. Si cerraba los ojos podía recordar con total claridad la maldad, la ira, ese odio que no entendí en sus miradas y acciones. No podía llegar a comprender a un ser de ese tipo, simplemente estaba fuera de toda lógica un comportamiento tan violento dirigido a alguien a quien no conocía. Era un demonio, un ser despreciable, alguien carente de escrúpulos y cargado de maldad. Nunca en mi vida me había cruzado con alguien tan cruel, ni siquiera aquel gitano que hace un tiempo intentó matarme podía compararsele al sujeto del huia, al menos aquel era capaz de decir sus inenciones de manera directa, este en cambio había tratado de embaucarme-cómo si fuera tan crédula-con palabras dulces y al ver que no era posible engañarme había decido usar la fuerza para lograr su propósito.
Miré mis manos, tenía una uña rota por el forcejeo. No era tan sencillo que quisiera tomar vetaja de mi y al menos le hice daño, claro esto solo contribuyó para asuzar su locura, y la violencia se convirtió en su principal acto. Gritar no fué una opción para mi, ya que se encargó de cubrir mi boca con una mano que fué reemplazada por un trozo de mi propia ropa, razgada con una facilidad que pareció que rompía el papel más fino. A pesar de esto, tenía la garganta dolorida, quizás por los sollozos que intenté ahogar cuando estaba a punto de darme por vencida. De no haber encontrado aquella piedra cerca a mis manos, probablemente no habría salido con vida de esto. Un gemido ahogado salió de sus labios mientras su cuerpo caia inerte sobre mi. De alguna manera me las arreglé para salir de ahí, y echar a correr hasta que sentí que no daba más y ahí...me desmayé.
Levanté la cabeza, tratando de ver algo; pero mi visión alcanzaba apenas hasta mis pies. Evaluar los daños que sufrí por causa de las ramas de los árboles mientras me internaba en el bosque no me era posible. Debí haber estado mucho tiempo inconciente, pues ya la luz del día hacia rato que se había extinguido y al estar lejos de la ciudad, solo la luna que se asomaba por entre las nubes me servía como guía. Traté de ponerme en pie, pero solo logré chillar al sentir un dolor punzante en mi costado. Apretando los labios, llevé una de mis manos hasta allí y con total claridad pude sentirla la tibia humedad que desprendía mi cuerpo y aunque me esforcé en recordar en qué momento logré herirme o que me hirieran de esa manera no lograba recordarlo. Me volví a dejar caer en la hierba, no tenía la fuerza ni el ánimo pra ponerme de pie y buscar ayuda, si tenía algo de suerte no tardaría en quedar inconciente de nuevo y quien sabe quizás morir...ahora ya poco me interesaba luchar, estaba exahusta...
Miré mis manos, tenía una uña rota por el forcejeo. No era tan sencillo que quisiera tomar vetaja de mi y al menos le hice daño, claro esto solo contribuyó para asuzar su locura, y la violencia se convirtió en su principal acto. Gritar no fué una opción para mi, ya que se encargó de cubrir mi boca con una mano que fué reemplazada por un trozo de mi propia ropa, razgada con una facilidad que pareció que rompía el papel más fino. A pesar de esto, tenía la garganta dolorida, quizás por los sollozos que intenté ahogar cuando estaba a punto de darme por vencida. De no haber encontrado aquella piedra cerca a mis manos, probablemente no habría salido con vida de esto. Un gemido ahogado salió de sus labios mientras su cuerpo caia inerte sobre mi. De alguna manera me las arreglé para salir de ahí, y echar a correr hasta que sentí que no daba más y ahí...me desmayé.
Levanté la cabeza, tratando de ver algo; pero mi visión alcanzaba apenas hasta mis pies. Evaluar los daños que sufrí por causa de las ramas de los árboles mientras me internaba en el bosque no me era posible. Debí haber estado mucho tiempo inconciente, pues ya la luz del día hacia rato que se había extinguido y al estar lejos de la ciudad, solo la luna que se asomaba por entre las nubes me servía como guía. Traté de ponerme en pie, pero solo logré chillar al sentir un dolor punzante en mi costado. Apretando los labios, llevé una de mis manos hasta allí y con total claridad pude sentirla la tibia humedad que desprendía mi cuerpo y aunque me esforcé en recordar en qué momento logré herirme o que me hirieran de esa manera no lograba recordarlo. Me volví a dejar caer en la hierba, no tenía la fuerza ni el ánimo pra ponerme de pie y buscar ayuda, si tenía algo de suerte no tardaría en quedar inconciente de nuevo y quien sabe quizás morir...ahora ya poco me interesaba luchar, estaba exahusta...
Évani Rivoire- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 29/03/2011
Re: Ya no más...*Privado*
Al fin el cuerpo congelado en el tiempo del vampiro, al que llamaban Máximus, despertó de su letargo de la noche. Cierto es que el lujo lo detesta mas tantos años, tantos trapicheos y tantos clientes le han dado para invertir y amasar una fortuna que nadie conoce. También es cierto que se muestra como un joven de familia acomodada mas sus pertenencias van más allá de lo que muchos pueden creer. Cambia su nombre en las propiedades, guarda el dinero de mil y una formas, invierte cansado de ver repetirse la historia, siendo más un movimiento monetario de juego de niños a un verdadero quebradero de cabeza para conseguir la mejor inversión. Para esta noche eligió una pequeña cabaña con lo necesario para ser habitada. Una chimenea en un salón amplio con una mesa rectangular de madera y varias sillas. Un sofá a un lado de la estancia y tras un tabique una cama de dos, el único lujo pues cuando se tumbaba le gustaba tener espacio. Un armario con algunas mudas y una despensa. Junto al sofá una librería con algunos libros de ciencia, historia y novelescos. Toda la cabaña era una sola estancia pero estaba bien segura, aislada y preparada para que no lo pillasen desprevenido.
Unos pies descalzos y fríos recorrieron el espacio entre la cama y el armario cargando con un cuerpo desnudo y también frío. Unas manos en las mismas condiciones cogieron unos calzones, unos pantalones de cuero, una camisa de seda y una capa que colgaría de uno de los hombros del joven con el dibujo de dos damas jóvenes en posición sensual y sin ropa, en rojo sobre negro, encuadradas en un campo de rosas doradas. Lo siguiente fueron unas botas negras, prácticamente de cazador, que vestían a la perfección con la vestimenta del joven vampiro. Recogió el florete que descansaba enganchado a una alcayata de la pared y la encintó a su cintura. Ya estaba listo para salir a la noche en busca de víctimas, diversión, o lo que estuviese dispuesta, la oscuridad, a ofrecerle en esas horas.
Salió a la noche que le trajo el dulce aroma a sangre como un golpe de esperanza. Reconocía la sangre de una mujer mas aquello era extraño, tan cerca, tan fuerte, tan… viva. Al parecer la noche no sería tan halagüeña como se prometía en un principio. Caminó despacio, siguiendo el rastro del metálico aroma de vida. No mucho más allá, tal vez a poco más de medio kilómetro encontró el cuerpo de una joven con claros signos de batalla. Cierto es, de nuevo, que Máximus es un hombre sádico, hiriente y al que le gusta jugar con el dolor de sus víctimas mas, a su vez, es un hombre que odia las injusticias y nunca acabará con la vida o dejará a su suerte a quien se encuentre en condiciones como las de la dama que sus ojos acaban de vislumbrar. Decidió caminar a levitar, de esa forma la joven sabría que alguien se acercaba aunque la costumbre le hiciese dar pasos sigilosos y callados.
Se arrodilló junto a ella comprobando su vestido desgarrado, sus manos doloridas, su cuerpo magullado e incluso su rostro hinchado en sollozos y posiblemente algún golpe. Estaba exhausta así que la tomó en brazos con cuidado y elevó sus cuerpos a la noche sobre las copas de los árboles que vigilaban los alrededores de la pequeña cabaña. Volaba despacio, llevando a la joven entre sueños, comprobaba su consciencia etérea con cortas miradas y trataba de relajarla con persuasión. Aterrizó con suavidad ante la puerta de la construcción, abrió la puerta con tranquilidad y cerró tras él con el talón hasta que de la puerta salió un lastimero gruñido afirmando que se había cerrado por completo. Dejó a la dama sobre la cama que pronto se tiñó de rojo oscuro, un rojo oscuro a sus ojos y un olor celestial para su olfato. Preparó un cubo con agua fría y un paño, acomodó a la joven y colocó el paño sobre su frente. No le gustaba morder o matar a personas indefensas así que cuidaría de la joven a no ser que el daño fuese irreversible. Cuando bajó la vista a la herida del abdomen estuvo casi seguro de que esa idea era la correcta. Esperaría a que despertase para que al menos conociese su rostro.
Unos pies descalzos y fríos recorrieron el espacio entre la cama y el armario cargando con un cuerpo desnudo y también frío. Unas manos en las mismas condiciones cogieron unos calzones, unos pantalones de cuero, una camisa de seda y una capa que colgaría de uno de los hombros del joven con el dibujo de dos damas jóvenes en posición sensual y sin ropa, en rojo sobre negro, encuadradas en un campo de rosas doradas. Lo siguiente fueron unas botas negras, prácticamente de cazador, que vestían a la perfección con la vestimenta del joven vampiro. Recogió el florete que descansaba enganchado a una alcayata de la pared y la encintó a su cintura. Ya estaba listo para salir a la noche en busca de víctimas, diversión, o lo que estuviese dispuesta, la oscuridad, a ofrecerle en esas horas.
Salió a la noche que le trajo el dulce aroma a sangre como un golpe de esperanza. Reconocía la sangre de una mujer mas aquello era extraño, tan cerca, tan fuerte, tan… viva. Al parecer la noche no sería tan halagüeña como se prometía en un principio. Caminó despacio, siguiendo el rastro del metálico aroma de vida. No mucho más allá, tal vez a poco más de medio kilómetro encontró el cuerpo de una joven con claros signos de batalla. Cierto es, de nuevo, que Máximus es un hombre sádico, hiriente y al que le gusta jugar con el dolor de sus víctimas mas, a su vez, es un hombre que odia las injusticias y nunca acabará con la vida o dejará a su suerte a quien se encuentre en condiciones como las de la dama que sus ojos acaban de vislumbrar. Decidió caminar a levitar, de esa forma la joven sabría que alguien se acercaba aunque la costumbre le hiciese dar pasos sigilosos y callados.
Se arrodilló junto a ella comprobando su vestido desgarrado, sus manos doloridas, su cuerpo magullado e incluso su rostro hinchado en sollozos y posiblemente algún golpe. Estaba exhausta así que la tomó en brazos con cuidado y elevó sus cuerpos a la noche sobre las copas de los árboles que vigilaban los alrededores de la pequeña cabaña. Volaba despacio, llevando a la joven entre sueños, comprobaba su consciencia etérea con cortas miradas y trataba de relajarla con persuasión. Aterrizó con suavidad ante la puerta de la construcción, abrió la puerta con tranquilidad y cerró tras él con el talón hasta que de la puerta salió un lastimero gruñido afirmando que se había cerrado por completo. Dejó a la dama sobre la cama que pronto se tiñó de rojo oscuro, un rojo oscuro a sus ojos y un olor celestial para su olfato. Preparó un cubo con agua fría y un paño, acomodó a la joven y colocó el paño sobre su frente. No le gustaba morder o matar a personas indefensas así que cuidaría de la joven a no ser que el daño fuese irreversible. Cuando bajó la vista a la herida del abdomen estuvo casi seguro de que esa idea era la correcta. Esperaría a que despertase para que al menos conociese su rostro.
Max de Vectis- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/01/2012
DATOS DEL PERSONAJE
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Re: Ya no más...*Privado*
Hay cementerios solos,
tumbas llenas de huesos sin sonido,
el corazón pasando un túnel
oscuro, oscuro, oscuro,
como un naufragio hacia adentro nos morimos,
como ahogarnos en el corazón,
como irnos cayendo desde la piel del alma.
No sabía con exactitud en que momento volví a quedar desmayada. Mi fuerzas se habían agotado hace mucho y no tenía manera de recobrarla. Mi ánimo decaia a cada minuto, hasta el punto de que solo me recordaba respirar con regularidad. No hice ningún intento por incorporarme nuevamente, recordaba con claridad el dolor que sentí antes y mi vena masoquista no era tanta. Abrí los ojos, solo el azul del cielo era visible desde mi posición, pero por el resplandor sabía que la luna se encontraba por allí, en algún lugar lejos de mi visión. Quise buscarla con la mirada, para ello debía mover la cabeza pero no recordaba como hacer para que mis músculos me obedecieran. El pánico empezaba a adueñarse de mi, y nuevas lágrimas humedecieron mis mejillas. La soledad nunca me había parecido tan ingrata como ahora, lejos de la ciudad, apartada de cualquier ser caritativo que pudiera ayudarme en este momento. Si al menos encontrara la forma de ponerme en movimiento, o al menos ser capaz de gritar, pero ni siquiera mi voz encontraba.
Pasó mucho tiempo antes de que lograra recobrar la calma, quizás solo debía descansar antes de poder ser capaz de moverme por mis propios medios. Quizás...Como si fueran un eco muy lejano oí pasos que se acercaban a donde me encontraba, pero me encontraba en un estado de semiinconciencia, bien podía ser una alucinación mía producto de la desesperación por salir de esta situación donde me encontraba. Una imagen borrosa apareció ante mis ojos tapando la luz de la luna que era lo único que podía apreciar, no lograba distinguirlo con claridad. ¿Acaso había logrado gritar por ayuda? a estas alturas no estaba segura de nada. Sentí que la dureza del suelo desaparecía bajo mi cuerpo, me estaba levantando en brazos, pero no sentía que me llevara caminando, eso o la cadencia de sus pasos era muy suave, casi podía jurar que flotába. No, eso también debía ser producto de mi imaginación. Pronto noté que entrábamos en un nuevo ambiente. Este era más cálido, lo único que añoraba era la luna, que hasta ahora me había acompañado, quería pedirle que me dejara verla, pero una vez más comprobaba que mi voz estaba perdida y no podía encontrarla.
La inconciencia volvió a apoderarse de mí, era más sencillo lidiar con las molestias de esa manera, la oscura neblina que me envolvia me dejaba insensible a los dolores de mi cuerpo y no quería despertar más ¿Para qué? No tenía nada porque hacerlo, así me estaba mejor, sin emabrgo no siempre podemos tener lo que queremos, pronto esa nube de inconciencia empezaba a disiparse. Fuí conciente nuevamente de las heridas de mi cuerpo, estas me escocian y me molestaban de manera que parecían acentuarse poco a poco.Abrí los ojos parpadeando varias veces para acostumbrarme a la tenue luz que iluminaba la estancia, sintiendo que algo muy frio rozaba mi frente. Estaba helado y el contraste con mi piel me incomodaba. Con un gran esfuerzo volteé el rostro para apartarlo de ese contacto. En esa nueva posición fuí capaz de ver a ese ser que me había sacado de el incómodo lugar donde me encontraba antes. Mi mente procesaba con mucha lentitud esta nueva imagen hasta darle forma. Era un rostro amable, pero pálido en exceso, seguro era la luz o mi debilidad la que me hacía verle asi. De todas maneras quise agradecerle por ayudarme, respiré profundo como si quisiera coger fuerzas del aire-Gracias-Musité, en un tono de voz que apenas era audible, jadeé decepcionada, lo más probable era que no lo oyera. Pero yo no podía hacerlo más fuerte, esa simple palabra me había costado mucho, como si hubiera pegado un gran grito además ese cansancio que sentía me impedía hacer un nuevo intento, por lo que solo me quedé en silencio, tratando de demostrar con la mirada la gratitud que sentía a ese extraño.
tumbas llenas de huesos sin sonido,
el corazón pasando un túnel
oscuro, oscuro, oscuro,
como un naufragio hacia adentro nos morimos,
como ahogarnos en el corazón,
como irnos cayendo desde la piel del alma.
No sabía con exactitud en que momento volví a quedar desmayada. Mi fuerzas se habían agotado hace mucho y no tenía manera de recobrarla. Mi ánimo decaia a cada minuto, hasta el punto de que solo me recordaba respirar con regularidad. No hice ningún intento por incorporarme nuevamente, recordaba con claridad el dolor que sentí antes y mi vena masoquista no era tanta. Abrí los ojos, solo el azul del cielo era visible desde mi posición, pero por el resplandor sabía que la luna se encontraba por allí, en algún lugar lejos de mi visión. Quise buscarla con la mirada, para ello debía mover la cabeza pero no recordaba como hacer para que mis músculos me obedecieran. El pánico empezaba a adueñarse de mi, y nuevas lágrimas humedecieron mis mejillas. La soledad nunca me había parecido tan ingrata como ahora, lejos de la ciudad, apartada de cualquier ser caritativo que pudiera ayudarme en este momento. Si al menos encontrara la forma de ponerme en movimiento, o al menos ser capaz de gritar, pero ni siquiera mi voz encontraba.
Pasó mucho tiempo antes de que lograra recobrar la calma, quizás solo debía descansar antes de poder ser capaz de moverme por mis propios medios. Quizás...Como si fueran un eco muy lejano oí pasos que se acercaban a donde me encontraba, pero me encontraba en un estado de semiinconciencia, bien podía ser una alucinación mía producto de la desesperación por salir de esta situación donde me encontraba. Una imagen borrosa apareció ante mis ojos tapando la luz de la luna que era lo único que podía apreciar, no lograba distinguirlo con claridad. ¿Acaso había logrado gritar por ayuda? a estas alturas no estaba segura de nada. Sentí que la dureza del suelo desaparecía bajo mi cuerpo, me estaba levantando en brazos, pero no sentía que me llevara caminando, eso o la cadencia de sus pasos era muy suave, casi podía jurar que flotába. No, eso también debía ser producto de mi imaginación. Pronto noté que entrábamos en un nuevo ambiente. Este era más cálido, lo único que añoraba era la luna, que hasta ahora me había acompañado, quería pedirle que me dejara verla, pero una vez más comprobaba que mi voz estaba perdida y no podía encontrarla.
La inconciencia volvió a apoderarse de mí, era más sencillo lidiar con las molestias de esa manera, la oscura neblina que me envolvia me dejaba insensible a los dolores de mi cuerpo y no quería despertar más ¿Para qué? No tenía nada porque hacerlo, así me estaba mejor, sin emabrgo no siempre podemos tener lo que queremos, pronto esa nube de inconciencia empezaba a disiparse. Fuí conciente nuevamente de las heridas de mi cuerpo, estas me escocian y me molestaban de manera que parecían acentuarse poco a poco.Abrí los ojos parpadeando varias veces para acostumbrarme a la tenue luz que iluminaba la estancia, sintiendo que algo muy frio rozaba mi frente. Estaba helado y el contraste con mi piel me incomodaba. Con un gran esfuerzo volteé el rostro para apartarlo de ese contacto. En esa nueva posición fuí capaz de ver a ese ser que me había sacado de el incómodo lugar donde me encontraba antes. Mi mente procesaba con mucha lentitud esta nueva imagen hasta darle forma. Era un rostro amable, pero pálido en exceso, seguro era la luz o mi debilidad la que me hacía verle asi. De todas maneras quise agradecerle por ayudarme, respiré profundo como si quisiera coger fuerzas del aire-Gracias-Musité, en un tono de voz que apenas era audible, jadeé decepcionada, lo más probable era que no lo oyera. Pero yo no podía hacerlo más fuerte, esa simple palabra me había costado mucho, como si hubiera pegado un gran grito además ese cansancio que sentía me impedía hacer un nuevo intento, por lo que solo me quedé en silencio, tratando de demostrar con la mirada la gratitud que sentía a ese extraño.
Évani Rivoire- Vampiro Clase Media
- Mensajes : 912
Fecha de inscripción : 29/03/2011
Re: Ya no más...*Privado*
Sabía que una noche de larga y de posible diversión se iba a convertir, tal vez, en días de una diversión diferente o quizás hasta en un cambio en su vida. La joven iba y venía en un letargo desairado, flotaba entre ambos mundos sin fuerzas y de pronto las recuperaba para volver a sumirse en ese extraño estado, tan parecido al adormecimiento de una mordida larga y pausada. Abrió las cortinas despacio, sin hacer ruido para que la luna entrase por la ventana e iluminase el rostro de la dama, parecía más contenta cuando ésta acariciaba sus delicadas facciones. Acercó una silla a la cama y se sentó en ella para velar el estado de la joven sin nombre. Quitó a sus pies la presión de las botas que dejó a un lado, la camisa de seda pronto siguió el camino de estas para descansar en el respaldo de la silla junto a la capa retirada con anterioridad. Otro paño pasaba lentamente sobre la herida de la dama con constancia pero sin presión para limpiarla. Era difícil resistirse a tan exótica y fresca sangre pero un vampiro debía saber que no hay que precipitarse. ¿Un minuto de sangre o un minuto bien aprovechado y un sustento de sangre asegurada? Ahí residía la verdadera maldición de un vampiro. Había que reconocer cuando se les presentaba la segunda oportunidad y debían conseguir resistir la tentación. Eso estaba sufriendo Máximus en ese momento.
La joven muchacha parpadeó varias veces y, aunque parecía no molestarle, si te fijabas con atención podrías ver el dolor en su rostro. Máximus despacio escuchó lo que le dijo aunque tal vez una persona más… “normal” no habría entendido nada. Notó una voz cansada, un tono grave como de quien no tiene fuerzas ni ganas de hablar pero con la tensión de quien necesita hacerlo. La mano libre subió hacia sus labios para acariciarlos acompañada de un leve siseo de sus labios para hacerla callar con respeto y suavidad.
“Estáis herida, mademoiselle. No habléis, habéis tenido suerte mas no quiero daros falsas esperanzas. Debéis descansar y recuperaros de vuestras heridas. Si necesitáis cualquier cosa…”
Acercó una pequeña campanilla de cristal a la mano fina, pequeña pero curtida de la dama y se la acarició.
“Tan solo hacedla sonar.”
Con la suavidad, velocidad y precisión que caracterizan sus movimientos, Máximus se afanó en colocar una gasa sobre la herida a fin de detener en parte la hemorragia, ya muy disminuida, y a fin de dar más posibilidades a la joven de no sufrir esa mordida que tanto deseaba darle. Observó el bello cuerpo de la dama y otros pensamientos, no tan castos, acudieron a su mente mas ahora no estaba para ellos, al igual que no estaba para pensar en la sangre de la misma. Debía intentar curarla pero por ahora no podía hacer mucho.
“No os mováis y si sentís un dolor fuerte, necesitáis compañía cuando no esté o necesitáis cualquier cosa…”
La ayudó a mover la mano con el fin de hacer sonar la campanilla. Acto seguido se levantó en busca de un vaso que rellenaría con agua limpia, había sido difícil conseguir la instalación en aquella cabaña más un poco de dinero por aquí, ciertos favores por allá y una intención firme habían hecho de una locura un fin. El agua corrió despacio por las cañerías, impulsada por una pequeña bomba manual que no requería de gran esfuerzo y al momento el vaso se llenó de agua clara, cristalina y fresca. Se acercó de nuevo a la silla para acercar el vaso a los labios de la dama. Con razón sonreía al ver la luna aunque su consciencia se hallase a tanta distancia, su rostro sería la envidia de todas las damas de la alta sociedad y se encontraba entre los más bellos vistos por el vampiro que la atendía. Esperó a que ella hiciese algún gesto para beber, momento en el que pondría su mano en la nuca de la joven para que no hiciese esfuerzo y le fuese fácil beber a pesar de la posición.
“Mademoiselle, debéis beber y reponer líquidos. Haré cuanto esté en mi mano. Estáis a salvo aquí. ¿Me oís?”
Necesitaba conocer el estado de la joven en todo momento, por ello usaba preguntas sueltas para que estuviese atenta, ya que si no las contestaba quería decir que la consciencia que mostraba solo era ilusoria.
La joven muchacha parpadeó varias veces y, aunque parecía no molestarle, si te fijabas con atención podrías ver el dolor en su rostro. Máximus despacio escuchó lo que le dijo aunque tal vez una persona más… “normal” no habría entendido nada. Notó una voz cansada, un tono grave como de quien no tiene fuerzas ni ganas de hablar pero con la tensión de quien necesita hacerlo. La mano libre subió hacia sus labios para acariciarlos acompañada de un leve siseo de sus labios para hacerla callar con respeto y suavidad.
“Estáis herida, mademoiselle. No habléis, habéis tenido suerte mas no quiero daros falsas esperanzas. Debéis descansar y recuperaros de vuestras heridas. Si necesitáis cualquier cosa…”
Acercó una pequeña campanilla de cristal a la mano fina, pequeña pero curtida de la dama y se la acarició.
“Tan solo hacedla sonar.”
Con la suavidad, velocidad y precisión que caracterizan sus movimientos, Máximus se afanó en colocar una gasa sobre la herida a fin de detener en parte la hemorragia, ya muy disminuida, y a fin de dar más posibilidades a la joven de no sufrir esa mordida que tanto deseaba darle. Observó el bello cuerpo de la dama y otros pensamientos, no tan castos, acudieron a su mente mas ahora no estaba para ellos, al igual que no estaba para pensar en la sangre de la misma. Debía intentar curarla pero por ahora no podía hacer mucho.
“No os mováis y si sentís un dolor fuerte, necesitáis compañía cuando no esté o necesitáis cualquier cosa…”
La ayudó a mover la mano con el fin de hacer sonar la campanilla. Acto seguido se levantó en busca de un vaso que rellenaría con agua limpia, había sido difícil conseguir la instalación en aquella cabaña más un poco de dinero por aquí, ciertos favores por allá y una intención firme habían hecho de una locura un fin. El agua corrió despacio por las cañerías, impulsada por una pequeña bomba manual que no requería de gran esfuerzo y al momento el vaso se llenó de agua clara, cristalina y fresca. Se acercó de nuevo a la silla para acercar el vaso a los labios de la dama. Con razón sonreía al ver la luna aunque su consciencia se hallase a tanta distancia, su rostro sería la envidia de todas las damas de la alta sociedad y se encontraba entre los más bellos vistos por el vampiro que la atendía. Esperó a que ella hiciese algún gesto para beber, momento en el que pondría su mano en la nuca de la joven para que no hiciese esfuerzo y le fuese fácil beber a pesar de la posición.
“Mademoiselle, debéis beber y reponer líquidos. Haré cuanto esté en mi mano. Estáis a salvo aquí. ¿Me oís?”
Necesitaba conocer el estado de la joven en todo momento, por ello usaba preguntas sueltas para que estuviese atenta, ya que si no las contestaba quería decir que la consciencia que mostraba solo era ilusoria.
Max de Vectis- Vampiro Clase Alta
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Re: Ya no más...*Privado*
Volví a sumirme en esa especie de sueño, por un tiempo que no podría definir dado mi estado actual, podían haber sido horas o solo segundos. La pregunta era ¿Por qué seguía despertándome? Una punzada de dolor hizo que abriera los ojos de manera desmesurada, a pesar de ello ni siquiera fuí capaz de emitir una pequeña queja, simplemente mi voz se negaba a salir de mi garganta. Por qué se prolongaba esta agonía? El cuerpo me dolía, mis pulmones se esforzaban por atrapar un poco de oxígeno, mi corazón se esforzaba por continuan con su latido. Deseaba la muerte. Por primera vez desde que mis padres murieron, me encontraba deseando dejar mi existenacia, que hasta ahora solo había sido penosa. A pesar de estas divagaciones, fuí capaz de reconocer aquella presencia que aparentemente velaba por mi. Uhmm...bonito pensamiento, hasta podía decir que era reconfortante. Antes no me habría preocupado por la manera en moriría, pero de hacerlo...me alegraba saber que no lo haría sola; si bien el hombre no era más que un extraño para mi; su compañía disminuía en un grado el peso de mi soledad.
Ese gesto tan sencillo para hacerme callar, me hizo comprender que aquella palabra de gratitud fué entendida, y aunque me hubiera gustado repetirla, mis fuerzas no eran suficientes aún. El tono amable de sus palabras me trajeron a la mente los recuerdos del momento en que fuí herida. Un pinchazo de miedo recorrió mi columna vertebral, y si volvía a buscarme? que si nos había seguido? también lastimaría a aquel que bondadosamente me estaba ayudando! ¿Pero como decírcelo si era incapaz de pronunciar una sola palabra sin ahogarme? Lo miré desesperada, tratando de que leyera en mi mirada la advertencia. Dios! no solo iba a morir yo, si no que arrastraría conmigo a alguien completamente inocente! En este punto, era tal mi agitación que aferré con fuerza la campanilla que el sujeto acercó a mi mano, quería que fuera, que se pusiera salvo...claro, una cosa esa pensarlo y otra poder hacércelo saber. Mi frustación era tanta que las lágrimas empezaron a escurrirse por mis mejillas, incontenibles.
Cerré los ojos un instante. Esperando que de esta manera la llantina se detuviera, no me iba a ayudar en nada desesperarme. En ese instante sentí un ligero toque en aquella herida que no dejaba de sangrar, el dolor que sentí provocó un jadeo, pero al ver que solo intentaba detener la hemorragia, me obligué a reprimir un quejido apretando con fuerza las mandíbulas. Lo contemplé un momento más, tratando de su imagen quedara grabada en mi memoria, de modo que si por algún milagro lograba sobrevivir a esto, iba a poder hacer algo para agradecer sus atenciones. Aún ante la escacez de mis fuerzas, pude llegar a sonreir al oir la campanilla; ese sonido tan dulce de laguna manera me llevó a recordar mi hogar de niña, el calor de la chimenea en las tardes de invierno, la voz de mi madre mientras tarareaba una melodía atenta a su bordado, mi padre sentado en el sofá leyendo un libro...si, nuevamente divagaba; mi mente era un lío...eso sin contar que mis emociones fluctuaban entre la desesperación más profunda hasta una clama increible de una manera alocada. Sería la pérdida de sangre la que me hacía actuar así? No podía asegurar, ya no tenía certeza de nada...
La mano que oprimia la mia desapareció y al igual que mi contacto con la realidad, mi mente divagaba entre recuerdos y temores, sumida en este estado volví a posar los ojos en la luna que podía contemplar con claridad desde mi posición. Su pálida luz se filtraba a travez de la ventana, acompañándome, consolándome. Deseaba que el suplicio llegara a su final. Lentamente volví el rostro, hacia quien cuidaba de mi, tardando en comprender lo que me decía. "Agua" su sola mención hizo que me sintiera repentinamente sedienta, tragué con dificultad, sintiendo que mi boca y labios estaban resecos. Asenti despacio, necesitaba beber-mis instintos de supervivencia eran más grandes que mis deseos de morir por ahora-quise levantar la cabeza, pero parecía que esta hubiera aumentado su peso a varias toneladas, haciendo un esfuerzo mayor solté la campanilla y llevé mi mano en su dirección, sin embargo apenas si logré tocarle, mucho menos acercarla al vaso para tomarlo por lo que desisti en el intento jadeando, esperando que el extraño comprendiera lo que queria.
Ese gesto tan sencillo para hacerme callar, me hizo comprender que aquella palabra de gratitud fué entendida, y aunque me hubiera gustado repetirla, mis fuerzas no eran suficientes aún. El tono amable de sus palabras me trajeron a la mente los recuerdos del momento en que fuí herida. Un pinchazo de miedo recorrió mi columna vertebral, y si volvía a buscarme? que si nos había seguido? también lastimaría a aquel que bondadosamente me estaba ayudando! ¿Pero como decírcelo si era incapaz de pronunciar una sola palabra sin ahogarme? Lo miré desesperada, tratando de que leyera en mi mirada la advertencia. Dios! no solo iba a morir yo, si no que arrastraría conmigo a alguien completamente inocente! En este punto, era tal mi agitación que aferré con fuerza la campanilla que el sujeto acercó a mi mano, quería que fuera, que se pusiera salvo...claro, una cosa esa pensarlo y otra poder hacércelo saber. Mi frustación era tanta que las lágrimas empezaron a escurrirse por mis mejillas, incontenibles.
Cerré los ojos un instante. Esperando que de esta manera la llantina se detuviera, no me iba a ayudar en nada desesperarme. En ese instante sentí un ligero toque en aquella herida que no dejaba de sangrar, el dolor que sentí provocó un jadeo, pero al ver que solo intentaba detener la hemorragia, me obligué a reprimir un quejido apretando con fuerza las mandíbulas. Lo contemplé un momento más, tratando de su imagen quedara grabada en mi memoria, de modo que si por algún milagro lograba sobrevivir a esto, iba a poder hacer algo para agradecer sus atenciones. Aún ante la escacez de mis fuerzas, pude llegar a sonreir al oir la campanilla; ese sonido tan dulce de laguna manera me llevó a recordar mi hogar de niña, el calor de la chimenea en las tardes de invierno, la voz de mi madre mientras tarareaba una melodía atenta a su bordado, mi padre sentado en el sofá leyendo un libro...si, nuevamente divagaba; mi mente era un lío...eso sin contar que mis emociones fluctuaban entre la desesperación más profunda hasta una clama increible de una manera alocada. Sería la pérdida de sangre la que me hacía actuar así? No podía asegurar, ya no tenía certeza de nada...
La mano que oprimia la mia desapareció y al igual que mi contacto con la realidad, mi mente divagaba entre recuerdos y temores, sumida en este estado volví a posar los ojos en la luna que podía contemplar con claridad desde mi posición. Su pálida luz se filtraba a travez de la ventana, acompañándome, consolándome. Deseaba que el suplicio llegara a su final. Lentamente volví el rostro, hacia quien cuidaba de mi, tardando en comprender lo que me decía. "Agua" su sola mención hizo que me sintiera repentinamente sedienta, tragué con dificultad, sintiendo que mi boca y labios estaban resecos. Asenti despacio, necesitaba beber-mis instintos de supervivencia eran más grandes que mis deseos de morir por ahora-quise levantar la cabeza, pero parecía que esta hubiera aumentado su peso a varias toneladas, haciendo un esfuerzo mayor solté la campanilla y llevé mi mano en su dirección, sin embargo apenas si logré tocarle, mucho menos acercarla al vaso para tomarlo por lo que desisti en el intento jadeando, esperando que el extraño comprendiera lo que queria.
Évani Rivoire- Vampiro Clase Media
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Re: Ya no más...*Privado*
Máximus podía ver como la joven, en su consciencia incosciente, le miraba, trataba de verle con esos preciosos ojos que habían mirado a la muerte a unas cuencas donde alguna vez también los hubo, pero a su vez se perdía en pensamientos de quien sabe que y quien sabe donde. Sus manos seguían limpiando la herida y cambiando el paño de su frente. La hemorragia se detenía poco a poco pero sin sangre que ponerle tardaría más en recuperarse, incluso era muy posible que no lo hiciese. Su piel cada vez se parecía más a la luna que iluminaba su cuerpo y unas leves ojeras amenazaban con consquistar la parte baja de sus ojos. Cuando le acercó el vaso hizo grandes esfuerzos por beber pero no lo consiguió. Máximus, pronto puso una mano bajo la nuca de la joven para ayudarla a beber. El frío cristal rozó los labios también fríos de la dama antes de que el transparente líquido que había en él bañase la seca boca y la seca garganta de quien, con toda seguridad, acabaría por morir... o aceptar a Máximus como era y aceptar las consecuencias.
Ya había limpiado las lágrimas que brotaron de tan tiernos ojos cuando le dio la campanilla y había dado cierta esperanza con el agua a la joven cuando salió a la noche a rodear la pequeña vivienda, por si alguien había ido a rematar el trabajo puesto que aquella herida no había sido casual ni fortuita. Caminó despacio, sin hacer ruido, pasando sobre hojas marchitas sin hacerlas crujir, como si no pesase al pasar. No había nadie, ningún olor más allá de algún lobo y varias aves. Ningún sonido más que el del viento y ninguna sombra más que la de la casa y los árboles.
Al volver a la casa cambió el paño de la frente de la joven por otro frío y quitó todas las gasas menos la primera para cambiarlas por otras. La herida remitía pero el cuerpo de la joven no cambiaba, no mejoraba, y eso a Máximus le molestaba. Al final debería morderla pero solo mordía a quienes quería no a quienes aparecían malheridos, a esos, si eran personas útiles y aceptaban los convertía pero prefería curarlos y así, tal vez, tener un enfrentamiento o una noche divertida antes de acabar con sus vidas. Acarició la mejilla de la joven y la miró a los ojos empañados, algo más vivos que cuando la recogió, seguramente por el caldo que, lentamente, le hizo tomar tras su recorrido alrededor de la casa.
"No mováis habléis, contestad moviendo ligeramente la cabeza. ¿Os encontráis mejor? Ahora comenzaré a tocar vuestro cuerpo y quiero que hagáis sonar la campanilla o mováis la cabeza, o los ojos si os duele algo. Estaré atento, mademoiselle."
Esperó respuesta a su pregunta antes de comenzar a tocar, con suve presión, como el tono suave que había empleado para hablearle, por el cuerpo. Comenzó por el cuello, bajo la mandíbula, sobre los hombros, las clavículas, los sobacos, los brazos, las manos y sus dedos, sus pechos, el vientre, su sexo, sus piernas y pies con sus dedos, las costillas y ligeramente la espalda sin girarla. Fue anotando mentalmente los lugares donde ella daba alguna seña de dolor.
Ya había limpiado las lágrimas que brotaron de tan tiernos ojos cuando le dio la campanilla y había dado cierta esperanza con el agua a la joven cuando salió a la noche a rodear la pequeña vivienda, por si alguien había ido a rematar el trabajo puesto que aquella herida no había sido casual ni fortuita. Caminó despacio, sin hacer ruido, pasando sobre hojas marchitas sin hacerlas crujir, como si no pesase al pasar. No había nadie, ningún olor más allá de algún lobo y varias aves. Ningún sonido más que el del viento y ninguna sombra más que la de la casa y los árboles.
Al volver a la casa cambió el paño de la frente de la joven por otro frío y quitó todas las gasas menos la primera para cambiarlas por otras. La herida remitía pero el cuerpo de la joven no cambiaba, no mejoraba, y eso a Máximus le molestaba. Al final debería morderla pero solo mordía a quienes quería no a quienes aparecían malheridos, a esos, si eran personas útiles y aceptaban los convertía pero prefería curarlos y así, tal vez, tener un enfrentamiento o una noche divertida antes de acabar con sus vidas. Acarició la mejilla de la joven y la miró a los ojos empañados, algo más vivos que cuando la recogió, seguramente por el caldo que, lentamente, le hizo tomar tras su recorrido alrededor de la casa.
"No mováis habléis, contestad moviendo ligeramente la cabeza. ¿Os encontráis mejor? Ahora comenzaré a tocar vuestro cuerpo y quiero que hagáis sonar la campanilla o mováis la cabeza, o los ojos si os duele algo. Estaré atento, mademoiselle."
Esperó respuesta a su pregunta antes de comenzar a tocar, con suve presión, como el tono suave que había empleado para hablearle, por el cuerpo. Comenzó por el cuello, bajo la mandíbula, sobre los hombros, las clavículas, los sobacos, los brazos, las manos y sus dedos, sus pechos, el vientre, su sexo, sus piernas y pies con sus dedos, las costillas y ligeramente la espalda sin girarla. Fue anotando mentalmente los lugares donde ella daba alguna seña de dolor.
- Off:
- Seguramente en la próxima respuesta os empiece a preparar para que aceptéis la conversión. Si os parece bien.
Max de Vectis- Vampiro Clase Alta
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Re: Ya no más...*Privado*
Estaba llegando al punto en que no sabía distinguir la realidad de lo que era producto de la fiebre causada por la herido y la pérdida de sangre; por momentos la lucidez de mi mente me permitía analizar con frialdad los acontecimientos tan recientes hasta llegar a considerar que mi muerte estaba tan cercana que nada de lo que hiciera era persona tan caritativa a mi lado, iba a impedir que pronto me fuera de este mundo. Lejos de asustarme esa idea, esta me relajaba, sentía que iba a recuperar la tranquilidad que había perdido hace tantos años con la muerte de mis padres y luego con la muerte de mi nada, cuando los acreedores me quitaron todo aquello que podía considerar mío, mi hogar y sobre todo cuando aquellos a quienes llegué a considerar mis amigos, me dejaron sola, a mi suerte sin importarles más nada...sin duda el morir traía cierta paz a aquel caos en que estaba vuelta mi vida.
Sin embargo, en otros momentos, el temor se apoderaba de mí. Había tanto que quería lograr, tantos anhelos por cumplir, errores que quería enmendar -la mayoría de cuando mis padres podían arreglar cualquier metida de pata mía- personas a las que quería ver de nuevo, cosas por aprender...que pensar que mi vida a ser cortada de manera tan brusca me causaba solo desesperación. Si, esta era la parte en que la fiebre se apoderaba de mi cuerpo haciendo que cualquier divagación de mi mente se tornara angustiosa. Era difícil de describir, pues una mínima parte de mi cerebro sabía que solo era una alucinación y trataba de mantener la calma; el resto de mi no dejaba de estremecerse y removerse de forma inquieta intentando en vano escapar de las sombras que se cernían silenciosas sobre mi dejándome sin aliento. Los segundos o minutos que duraba esto me parecían eternos y solo me apetecía gritar pidiendo ayuda, alguien que me sacara de esos angustiosos instantes, pero claro ¿Cómo gritar si no tenía idea de como encontrar mi voz?
Fué en un momento de claridad, que el hombre se acercó a mi de nuevo para alimentarme, lo cual agradecí infinitamente. Dudaba seriamente que el alimento fuera asimilado por mi maltrecho cuerpo, pero el saber que alguien seguía preocupándose por mi se sentía bien. Volví a caer en la inconciencia tras la comida, y no fué hasta que él me habló que mi conciencia se abrió paso en mi mente. Tardé unos segundos en darme cuenta de que era lo que sucedía, mi vista tardaba en enfocarse. Cuando al fin fuí capaz de reconocer ese familiar rostro sentí una punzada de dolor "... Ahora comenzaré a tocar vuestro cuerpo y quiero que hagáis sonar la campanilla o mováis la cabeza, o los ojos si os duele algo..." apenas oí eso senti la necesidad de apartarme, debía estar muy mal si cada lugar que tocaba provocaba un gemido de dolor en protesta. Luego de unos minutos en que concluyó la inspección aún respiraba pesadamente, el eco del dolor que acababa de sentir seguía presente. Lo miré con ojos empañados por las lágrimas que inconcientemente habían caido por mis mejillas. Hice acopio de mis fuerzas cuando fuí capaz de ello para poder hablar-..ya...ya...no quiero...sentir...este...dolor-Mi voz sonaba muy débil, más de lo que esperaba; pero al menos era audible. Acababa de tomar una desición, y de alguna manera encontraría la manera de hacércela saber.-...mátame...-Solo la muerte detendría este suplicio, solo así dejaría de sentir esto y puede que encontrara la calma. Claro que eso no dependía en este momento de mi. Yo no podría encontrar la manera de terminar con mi vida ahora, ni siquiera era capaz de ello...así que solo podía apelar al buen corazón de ese extraño que hasta ahora cuidaba de mi. Tras decir esas palabra, me quedé en silencio hundiéndome en las almohadas, con la espectativa en el rostro, incapaz de insistir; no porque no quisiera, sino porque ese pequeño esfuerzo me acababa de dejar agotada. Recé porque aceptara hacerlo, obviamente si no fuera así, no podía culparle. Después de todo, quién en su sano juicio pedía lo que yo acababa de pedir?
Off: Claro que me parece bien ^^ la conversión nos está llevando mucho tiempo xDDD
Sin embargo, en otros momentos, el temor se apoderaba de mí. Había tanto que quería lograr, tantos anhelos por cumplir, errores que quería enmendar -la mayoría de cuando mis padres podían arreglar cualquier metida de pata mía- personas a las que quería ver de nuevo, cosas por aprender...que pensar que mi vida a ser cortada de manera tan brusca me causaba solo desesperación. Si, esta era la parte en que la fiebre se apoderaba de mi cuerpo haciendo que cualquier divagación de mi mente se tornara angustiosa. Era difícil de describir, pues una mínima parte de mi cerebro sabía que solo era una alucinación y trataba de mantener la calma; el resto de mi no dejaba de estremecerse y removerse de forma inquieta intentando en vano escapar de las sombras que se cernían silenciosas sobre mi dejándome sin aliento. Los segundos o minutos que duraba esto me parecían eternos y solo me apetecía gritar pidiendo ayuda, alguien que me sacara de esos angustiosos instantes, pero claro ¿Cómo gritar si no tenía idea de como encontrar mi voz?
Fué en un momento de claridad, que el hombre se acercó a mi de nuevo para alimentarme, lo cual agradecí infinitamente. Dudaba seriamente que el alimento fuera asimilado por mi maltrecho cuerpo, pero el saber que alguien seguía preocupándose por mi se sentía bien. Volví a caer en la inconciencia tras la comida, y no fué hasta que él me habló que mi conciencia se abrió paso en mi mente. Tardé unos segundos en darme cuenta de que era lo que sucedía, mi vista tardaba en enfocarse. Cuando al fin fuí capaz de reconocer ese familiar rostro sentí una punzada de dolor "... Ahora comenzaré a tocar vuestro cuerpo y quiero que hagáis sonar la campanilla o mováis la cabeza, o los ojos si os duele algo..." apenas oí eso senti la necesidad de apartarme, debía estar muy mal si cada lugar que tocaba provocaba un gemido de dolor en protesta. Luego de unos minutos en que concluyó la inspección aún respiraba pesadamente, el eco del dolor que acababa de sentir seguía presente. Lo miré con ojos empañados por las lágrimas que inconcientemente habían caido por mis mejillas. Hice acopio de mis fuerzas cuando fuí capaz de ello para poder hablar-..ya...ya...no quiero...sentir...este...dolor-Mi voz sonaba muy débil, más de lo que esperaba; pero al menos era audible. Acababa de tomar una desición, y de alguna manera encontraría la manera de hacércela saber.-...mátame...-Solo la muerte detendría este suplicio, solo así dejaría de sentir esto y puede que encontrara la calma. Claro que eso no dependía en este momento de mi. Yo no podría encontrar la manera de terminar con mi vida ahora, ni siquiera era capaz de ello...así que solo podía apelar al buen corazón de ese extraño que hasta ahora cuidaba de mi. Tras decir esas palabra, me quedé en silencio hundiéndome en las almohadas, con la espectativa en el rostro, incapaz de insistir; no porque no quisiera, sino porque ese pequeño esfuerzo me acababa de dejar agotada. Recé porque aceptara hacerlo, obviamente si no fuera así, no podía culparle. Después de todo, quién en su sano juicio pedía lo que yo acababa de pedir?
Off: Claro que me parece bien ^^ la conversión nos está llevando mucho tiempo xDDD
Évani Rivoire- Vampiro Clase Media
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Re: Ya no más...*Privado*
Cada tacto, cada caricia, cada roce era respondido por una velado pero audible gemido nacido de lo más profundo de su cuerpo, más allá de la garganta, más allá del corazón, más allá de la vida. Máximus rozó cada poro de la piel desnuda de la dama que yacía sobre la cama, cada uno de los poros de una piel pálida y cada vez más atemperada con su congelada piel. Estaba sentenciada, muerta en vida, solo era cuestión de tiempo que quien quería llevársela llegase por ella para reclamarla para sí. Aquella visión de los humanos sobre un Dios le hacía gracia, si un Dios reclamaba para sialmas a las que había hecho sufrir no podía recibir ese nombre ni siquiera podía recibir alabanzas pues parecía crear un ejército de almas atormentadas para si. Cuando sus manos ya hubieron pasado por cada rincón de la joven desde el cabello hasta los dedos de los pies pasando por el rostro, el cuello, el busto, el vientre, las piernas y lo que entre ellas había, negó con la cabeza.
Las palabras salieron de unos labios muertos, con un aliento muerto y acompañadas de unas lágrimas en unos ojos que ya no eran de este mundo. La miró al poco brillo que quedaba en ellos sopesando la única posibilidad. Quería la muerte pero... nadie quería aquello si había una posibilidad. Aquella mujer estaba desesperada, consciente de que ya no pertenecía a ese mundo que se negaba a dejarla ir torturándola en cada respiración,en cada quejido, en cada pequeño y débil latido que su corazón se esmeraba en hacerle sentir. Le enjugó las lágrimas, quitó la venda de la herida y se levantó despacio de la cama. Sus brazos pasaron bajo los hombros de la joven y bajo sus corvas, tras las rodillas, para cogerla en brazos. Se había quitado la camisa y los zapatos quedando vestido con unos pantalones negros de cuero como única protección a la noche.
Con pasos lentos, sin prisa alguna, uniéndose a las fuerzas que la unían a esta tierra, la sacó de la casa a la luz de la luna llena. Sus pasos cesaron despacio, como si de una marea suave se tratase, frente a la casa. La miró a los ojos con gesto sombrío y una leve sonrisa que la hiciese relajarse.
"Nadie desea la muerte sino el fin del sufrimiento. Nadie desea dejar atrás todo sino aquello que le ha hecho daño. Nadie desea perder la vida sino buscar aquello que la haga feliz y relajada. Y yo os pregunto. ¿Realmente deseáis morir?"
Levantó la mirada hacia la luna y cerró los ojos dejando que su luz los bañase. Aspiró el aroma, algo olvidado, gesto innecesario para él pero que traía viejos recuerdos. El cuerpo de la joven cada vez estaba más frío, más pálido, más acorde a él. La miró de nuevo a los ojos bajando la cabeza despacio mostrando ya los colmillos. Si había respondido la pregunta la habría escuchado y sino conocía la respuesta.
"Os ofrezco una vida inmortal, un camino mucho mejor del que conocéis, sin sufrimientos, sin dolores, tan solo aceptando mi presencia como sire, como instructor en vuestra nueva vida. Aceptad, mademoiselle, y acabará vuestro sufrimiento mas no vuestra vida. Aceptad convertiros en mi aprendiz, en mi heredera. Aceptad lo que os ofrezco y no os arrepentiréis."
Bajó el rostro al de la joven que seguramente habría dejado de mirar la luna cuando él. Acarició su nariz con la propia y los labios con los propios dejando un beso casto pero algo largo en sus labios. Tras aquello la ayudó a ponerse en pie aunque fuese algo doloroso. La apoyó en él y dejó que pusiese los pies sobre los suyos.
"Ofrecedme vuestro cuello y vuestra vida, Évani, y seréis libre de todo dolor."
Bajó las manos hacia la baja espalda de la joven entrando en su mente solo para quitarle parte del dolor dejando que en ese momento pudiese moverse un poco por si quería apartarse o abrazar lo que le ofrecía.
Las palabras salieron de unos labios muertos, con un aliento muerto y acompañadas de unas lágrimas en unos ojos que ya no eran de este mundo. La miró al poco brillo que quedaba en ellos sopesando la única posibilidad. Quería la muerte pero... nadie quería aquello si había una posibilidad. Aquella mujer estaba desesperada, consciente de que ya no pertenecía a ese mundo que se negaba a dejarla ir torturándola en cada respiración,en cada quejido, en cada pequeño y débil latido que su corazón se esmeraba en hacerle sentir. Le enjugó las lágrimas, quitó la venda de la herida y se levantó despacio de la cama. Sus brazos pasaron bajo los hombros de la joven y bajo sus corvas, tras las rodillas, para cogerla en brazos. Se había quitado la camisa y los zapatos quedando vestido con unos pantalones negros de cuero como única protección a la noche.
Con pasos lentos, sin prisa alguna, uniéndose a las fuerzas que la unían a esta tierra, la sacó de la casa a la luz de la luna llena. Sus pasos cesaron despacio, como si de una marea suave se tratase, frente a la casa. La miró a los ojos con gesto sombrío y una leve sonrisa que la hiciese relajarse.
"Nadie desea la muerte sino el fin del sufrimiento. Nadie desea dejar atrás todo sino aquello que le ha hecho daño. Nadie desea perder la vida sino buscar aquello que la haga feliz y relajada. Y yo os pregunto. ¿Realmente deseáis morir?"
Levantó la mirada hacia la luna y cerró los ojos dejando que su luz los bañase. Aspiró el aroma, algo olvidado, gesto innecesario para él pero que traía viejos recuerdos. El cuerpo de la joven cada vez estaba más frío, más pálido, más acorde a él. La miró de nuevo a los ojos bajando la cabeza despacio mostrando ya los colmillos. Si había respondido la pregunta la habría escuchado y sino conocía la respuesta.
"Os ofrezco una vida inmortal, un camino mucho mejor del que conocéis, sin sufrimientos, sin dolores, tan solo aceptando mi presencia como sire, como instructor en vuestra nueva vida. Aceptad, mademoiselle, y acabará vuestro sufrimiento mas no vuestra vida. Aceptad convertiros en mi aprendiz, en mi heredera. Aceptad lo que os ofrezco y no os arrepentiréis."
Bajó el rostro al de la joven que seguramente habría dejado de mirar la luna cuando él. Acarició su nariz con la propia y los labios con los propios dejando un beso casto pero algo largo en sus labios. Tras aquello la ayudó a ponerse en pie aunque fuese algo doloroso. La apoyó en él y dejó que pusiese los pies sobre los suyos.
"Ofrecedme vuestro cuello y vuestra vida, Évani, y seréis libre de todo dolor."
Bajó las manos hacia la baja espalda de la joven entrando en su mente solo para quitarle parte del dolor dejando que en ese momento pudiese moverse un poco por si quería apartarse o abrazar lo que le ofrecía.
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Re: Ya no más...*Privado*
La debilidad dominaba por completo mi cuerpo, incluso mis pensamientos eran cada vez más vagos y me estaba costando mucho esfuerzo mantener una línea de pensamiento coherente. Claro, era de esperar ¿No? Las heridas que había recibido no fueron pequeñas eso lo sabía por el dolor enorme que me causaba solo el respirar, además de la humedad de mi ropa contra mi piel causada por la sangre que se derramaba sin detenerse; si, el extraño había hecho el intento de detener la hemorragia pero era solo cuestión de tiempo de que se diera cuenta que no había nada más que hacer, que no importaba cuanto se esforzara para mantenerme con vida, esta se esfumaba con cada latido de mi corazón. Sin embargo, aún en este estado podía ser capaz aún de apreciar la bondad de ese hombre, no se me ocurría atribuir a algo más lo que hacía por mi.
Cómo mi voz era demasiado débil y significaba demasiado esfuerzo para intentarlo, solo podía expresar mi gratitud por medio de mi mirada, y es porque la mentenía fija en su rostro que capté un raro brillo en ellos. Si...él también podía percibir que mi vida estaba por llegar a su final, que ya no me quedaba mucho tiempo en este mundo. Me habría gustado poder decirle que no debía preocuparse por mi, que no tenía miedo de la muerte, que pronto mi sufrimiento terminaría y que él podría continuar con su existencia como hasta ahora..tenía que confiar en que mi rostro fuera lo suficientemente expresivo para que pudiera leerlo en el sin necesidad de palabras.
Haciendo un esfuerzo muy grande fuí capaz de reprimir un quejido cuando me tomó ntre sus brazos. No tenía ni idea de lo que se proponía, claro, hacer preguntas al respecto estaba descartado por completo. Pronto la brisa brisa del exterior volvió a acariciarme. Esta vez no hubo escalosfríos, solo fue una suave caricia que ya no dolía. Observé la luminosidad de la luna, como despidiéndome de esta. No sabía si después de morir iba a poder ser capaz de extrañar algo, pero si llegara a hacerlo, sin duda la luna sería una de esas cosas...y el olor de las rosas...uhmmm...casi podía sentir ese perfume...
Esa especie de trance se vió interrumpida por las palabras del hombre que aún me tenía en brazos. No pude ignorar el hermoso timbre de su voz, resultaba tan tranquilizador a pesar de lo que estaba diciendo que oirle era inevitable. La primera parte de su breve discurso tenía mucho sentido. Realmente quería morir? No...si...no, era ese dolor tan grande que sentía el que me obligaba a decirlo, eso y que no veía otra salida. El daño del que fuí víctima no era superficial, y aunque por algún milagro, este llegara a recuperarse aún seguía siendo frágil y era proclive a ser lastimado de nuevo, sería capaz de pasar por eso de nuevo? La perspectiva no me gustaba en lo absoluto. El tiempo que transcurrió desde el incidente que me dejó en este estado, no quisiera revivirlo jamás...
"Vida inmortal" "Sin dolores" "Ofrecedme vuestro cuello" Ok, esas palabras solo me llevaban a pensar en...Ja! Debía ser la fiebre la que me hacía considerar esa teoría. Solo eran rumores, cuentos que contaban los ancianos para asustar a los pequeños. Nada era cierto, verdad? Con un siseo apoyé el peso de mi malherido cuerpo en mis pies, sin embargo este disminuyó en intensidad y pude retomar el hilo de mis reflexiones. En su rostro no existía atisbo de estar bromeando, ni un poco de duda. Realmente era un...¿un vampiro? Pestañeé un par de veces, me estaba costando asimilar eso. Mientras mi respiración se hacía más dificultuosa, mi mente trataba de aferrarse a la realidad. ¿Quería ser yo parte de esa raza que muchos aborrecían y que hasta hace poco yo creía inexistente? Dios!...los segundos transcurrian y yo me encontraba cada vez más débil, y era tiempo de tomar una desición. Lentamente, asentí, aceptando aquello que me proponía. El tiempo se terminaba para mi, y puede que al aceptar esto mi existencia se prolongara un poco más, pero lo que me resultaba más atractivo era su promesa de no sentir más dolor...despacio incliné la cabeza hacia un lado y dejé que mis párpados se cerraran dejando en sus manos el curso que tomaría mi vida ahora...o en su defecto, mi muerte.
Cómo mi voz era demasiado débil y significaba demasiado esfuerzo para intentarlo, solo podía expresar mi gratitud por medio de mi mirada, y es porque la mentenía fija en su rostro que capté un raro brillo en ellos. Si...él también podía percibir que mi vida estaba por llegar a su final, que ya no me quedaba mucho tiempo en este mundo. Me habría gustado poder decirle que no debía preocuparse por mi, que no tenía miedo de la muerte, que pronto mi sufrimiento terminaría y que él podría continuar con su existencia como hasta ahora..tenía que confiar en que mi rostro fuera lo suficientemente expresivo para que pudiera leerlo en el sin necesidad de palabras.
Haciendo un esfuerzo muy grande fuí capaz de reprimir un quejido cuando me tomó ntre sus brazos. No tenía ni idea de lo que se proponía, claro, hacer preguntas al respecto estaba descartado por completo. Pronto la brisa brisa del exterior volvió a acariciarme. Esta vez no hubo escalosfríos, solo fue una suave caricia que ya no dolía. Observé la luminosidad de la luna, como despidiéndome de esta. No sabía si después de morir iba a poder ser capaz de extrañar algo, pero si llegara a hacerlo, sin duda la luna sería una de esas cosas...y el olor de las rosas...uhmmm...casi podía sentir ese perfume...
Esa especie de trance se vió interrumpida por las palabras del hombre que aún me tenía en brazos. No pude ignorar el hermoso timbre de su voz, resultaba tan tranquilizador a pesar de lo que estaba diciendo que oirle era inevitable. La primera parte de su breve discurso tenía mucho sentido. Realmente quería morir? No...si...no, era ese dolor tan grande que sentía el que me obligaba a decirlo, eso y que no veía otra salida. El daño del que fuí víctima no era superficial, y aunque por algún milagro, este llegara a recuperarse aún seguía siendo frágil y era proclive a ser lastimado de nuevo, sería capaz de pasar por eso de nuevo? La perspectiva no me gustaba en lo absoluto. El tiempo que transcurrió desde el incidente que me dejó en este estado, no quisiera revivirlo jamás...
"Vida inmortal" "Sin dolores" "Ofrecedme vuestro cuello" Ok, esas palabras solo me llevaban a pensar en...Ja! Debía ser la fiebre la que me hacía considerar esa teoría. Solo eran rumores, cuentos que contaban los ancianos para asustar a los pequeños. Nada era cierto, verdad? Con un siseo apoyé el peso de mi malherido cuerpo en mis pies, sin embargo este disminuyó en intensidad y pude retomar el hilo de mis reflexiones. En su rostro no existía atisbo de estar bromeando, ni un poco de duda. Realmente era un...¿un vampiro? Pestañeé un par de veces, me estaba costando asimilar eso. Mientras mi respiración se hacía más dificultuosa, mi mente trataba de aferrarse a la realidad. ¿Quería ser yo parte de esa raza que muchos aborrecían y que hasta hace poco yo creía inexistente? Dios!...los segundos transcurrian y yo me encontraba cada vez más débil, y era tiempo de tomar una desición. Lentamente, asentí, aceptando aquello que me proponía. El tiempo se terminaba para mi, y puede que al aceptar esto mi existencia se prolongara un poco más, pero lo que me resultaba más atractivo era su promesa de no sentir más dolor...despacio incliné la cabeza hacia un lado y dejé que mis párpados se cerraran dejando en sus manos el curso que tomaría mi vida ahora...o en su defecto, mi muerte.
Évani Rivoire- Vampiro Clase Media
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Re: Ya no más...*Privado*
Almas errantes y viejos mercantes.
Vidas que van sin regresar ya más.
Lo que a veces fue y nunca será
Nunca cambiará lo que tú ya eres.
Vidas que van sin regresar ya más.
Lo que a veces fue y nunca será
Nunca cambiará lo que tú ya eres.
La luna era la única testigo de lo que entre aquellas dos almas, una ya fría, a las puertas de la muerte desde hacía demasiado tiempo, y la otra tibia a punto de desfallecer por siempre, acontecía. Máximus podía ver la indecisión en los ojos de aquella joven dama, aquél alma que no despegaba sus hilos de la Tierra pero que hacía mucho rato que deseaba hacerlo. Un alma luchando contra sus propias leyes morales. Quería dejar de sufir pero, ¿quería seguir viviendo? Máximus estaba relajado, de ella dependía su vida, no de él. Miraba aquellos ojos brillantes, cada vez más opacos, buscar una salida, una idea, un camino que los liberase de todo aquello. Sentía como quería que su cabeza dejase de dar vueltas de una vez, que su cuerpo cayese por siempre siguiendo el ciclo de la vida. Pero algo dentro de ella le decía que no. Tal vel el instinto de superviviencia humano, la venganza, el dolor del momento. Lo que estaba claro es que es más cobarde quien prefiere morir a enfrentar a sus enemigos y ahí, justo en ese momento, la joven demostró a Máximus que merecía ese extraño don que él solo ofrecía a quienes realmente lo merecían, llegando incluso a no haberlo dado casi nunca y en una de las dos ocasiones habiendo matado a la propia creación.
Finalmente Évani dio su respuesta. Fue sutil, seguramente dolorosa para ella física y mentalmente, pero era lo que se esperaba de ella. Aquella era la señal de fortaleza que él esperaba de ella. Había accedido a continuar viviendo de una forma alternativa en lugar de desaparecer y lo había hecho titubeando, sopesando las oportunidad no por temor a la muerte. Aquello, justamente aquello, es lo que hacía diferentes a unas personas de otras. El deseo de continuar, de mejorar sin importar lo que hubiese pasado. Las fuerzas para enfrentar lo que nos dañó. Máximus sonrió, mostró los colmillos una vez más, siseo sediento de sangre y notando los últimos latidos de la joven clavó los colmillos en un cuello joven y por el que muchos hombres darían su vida por acariciar. La sangre no tardó en fluir a sus boca, recorriendo sus colmillos y su lengua, cayendo por su garganta y llevándolo a un glorioso momento en el que volvía a probar la sangre. Sabía que debía parar a tiempo y para ello había aprovechado el tiempo que ella dudó, para prepararse.
Una brisa nocturna arremolinó algunas hojas a sus pies que treparon por ellos antes de desaparecer en la oscuridad de la noche. Noche iluminada por una bellísima luna llena. Cuando notó que los latidos eran casi imperceptibles hasta para él sacó sus colmillos despacio y lamió la gota que de aquellas dos marcas sempiternas salió. Aquella última gota era la más deliciosa y tras la cual la vida de la dama pasaba a sus manos. La sujetó con un brazo contra él y aprovechó un enganche del pantalón que portaba para realizarse un corte en la muñeca derecha, la que no sujetaba a la dama. Sujetó la nuca de Évani y le echó la cabeza ligeramente hacia atrás dejando caer sobre su garganta dos, tres, cinco y diez gotas de su sangre, pasando después la herida por sus labios, dejando un extraño "carmín" en los labios de la mujer. Tras aquél pequeño ritual la cogió de nuevo en brazos para entrar a la casa, tumbarla en la cama y vigilarla sentado en una silla junto a la cama, comprobando, en su cuerpo desnudo, su nula respiración, sus movimientos mínimos y esperando que abriese sus nuevos ojos como su aprendiz.
Max de Vectis- Vampiro Clase Alta
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Re: Ya no más...*Privado*
Los minutos transcurrian con lentitud exagerada, puede que solo fuera mi percepción debilitada, o el dolor intenso que me hacían imaginar que cada instante se extendía hasta lo indecible haciendo de mi sufrimiento algo duradero. Trataba de concentrarme en mantener un ritmo regular en mi respiración, tomando bocanadas regulares de aire que con esfuerzo lograban llegar a mis pulmones, no sin causar su dosis de dolor claro. Deseaba con mis escasas fuerzas que esas odiosas sensaciones se terminaran pronto, porque además de drenarme las energías se llevaban también mi cordura.Solo con un esfuerzo muy grande era capaz de entender la escena que se desenvolvía a mi alrededor. La luna brillaba con mucha más fuerza de la que creí ver antes, uhmm...me recordaba a cuando niña jugaba a las escondidas en el jardín con mi nana, en noches como esta se me estaba permitido acostarme muy tarde para poder disfrutar de la luna. En ocasiones, cuando las nubes ocultaban ese pálido resplandor, solía pedir a mi nana que me contara historias de miedo...curioso, ahora estaba viviendo una, pero no sentía temor alguno. Los ojos de aquel buen hombre me daban tanta confianza, que en lugar de estar aterrada por el pacto que acababa de cerrar, me sentía relajada, y hasta cierto punto protegida. Aunque no conociera a ese hombre, estaba convencida de que no me dejaría sola en estos momentos y yo nunca acabaría de agradecerle ello.
Un leve estremecimiento recorrió mi cuerpo cuando una brisa helada se revolvía alrededor nuestro justo en el instante en que sentí dos punzadas en el cuello. Como no llegué a ver de que se trataba asumí que eran los colmillos del vampiro. Uhmm...¿no me estaba tomando esto con demasiada calma? Con mayor claridad percibí como las fuerzas abandonaban mi cuerpo, hasta que no pude ser capaz de sostenerme por mi misma, en realidad ya ni podría mantener mi cabeza erguida de haberlo intentado. La oscuridad que experimenté hacía un momento volvió a hacerse presente, mis párpados pesaban demasiado y yo quería ver la luna...no iba a volver a verla, iba a morir ahora y no era capaz de abrir los ojos para contemplar lo único que podía traerme serenidad, la agitación que experimentaba mi alma hizo que jadeara tratando de apartarme de quien me sostenía, inconcientemente sabía que era él el causante de esa debilidad...luego recordé que él solo me ayudaba, y me relajé porque pronto el dolor terminaría. A pesar de ello, mis deseos frustrados de ver la luna por una última vez provocaron que de mis ojos cayeran lágrimas silenciosas y humedecieran mis mejillas...
Un sabor metálico en el paladar, me recordó que aún tenía vida. Era un sabor que no probé con anterioridad y me hizo preguntarme que podría ser, pero no tenía ni una sola idea como referente, tragué por instinto para no asfixiarme, bueno a estas alturas era lo único que podía hacer. Al poco rato sentí que mi cuerpo reposaba en el lecho de antes, pero el manto de oscuridad que me envolvía era mucho más denso ahora. No importaba lo mucho que mi mente se esforzara por registrar el ruido más mínimo, un olor familiar. Nada. Ahora me encontraba en una privación sensorial total, el pánico volvió a mi. ¿Esto era morir? No, no podía ser así. ¿Qué de todo aquello que te prometían en la iglesia, de la vida tras la muerte? La angustia me dominaba cuando la sensación de un gran cambio en mi ser se hizo presente, la necesidad de gritar y retorcerme jamás fué tan fuerte, pero mi cuerpo no obedecía a mi mente, estaban como desconectados en ciertos aspectos. El tiempo trancurría lento, mientras yo me desesperaba cada vez más ¿En qué momento terminaría esto? Tras lo que me pareció una eternidad, todo terminó. Aun así esperé un momento solo para comprobar que en verdad todo habia concluido. Finalmente abrí los ojos con lentitud, viéndome obligada a parpadear un par de veces, la luz que llegaba a mi era demasiado intensa y me encontraba desorientada por completo.
Un leve estremecimiento recorrió mi cuerpo cuando una brisa helada se revolvía alrededor nuestro justo en el instante en que sentí dos punzadas en el cuello. Como no llegué a ver de que se trataba asumí que eran los colmillos del vampiro. Uhmm...¿no me estaba tomando esto con demasiada calma? Con mayor claridad percibí como las fuerzas abandonaban mi cuerpo, hasta que no pude ser capaz de sostenerme por mi misma, en realidad ya ni podría mantener mi cabeza erguida de haberlo intentado. La oscuridad que experimenté hacía un momento volvió a hacerse presente, mis párpados pesaban demasiado y yo quería ver la luna...no iba a volver a verla, iba a morir ahora y no era capaz de abrir los ojos para contemplar lo único que podía traerme serenidad, la agitación que experimentaba mi alma hizo que jadeara tratando de apartarme de quien me sostenía, inconcientemente sabía que era él el causante de esa debilidad...luego recordé que él solo me ayudaba, y me relajé porque pronto el dolor terminaría. A pesar de ello, mis deseos frustrados de ver la luna por una última vez provocaron que de mis ojos cayeran lágrimas silenciosas y humedecieran mis mejillas...
Un sabor metálico en el paladar, me recordó que aún tenía vida. Era un sabor que no probé con anterioridad y me hizo preguntarme que podría ser, pero no tenía ni una sola idea como referente, tragué por instinto para no asfixiarme, bueno a estas alturas era lo único que podía hacer. Al poco rato sentí que mi cuerpo reposaba en el lecho de antes, pero el manto de oscuridad que me envolvía era mucho más denso ahora. No importaba lo mucho que mi mente se esforzara por registrar el ruido más mínimo, un olor familiar. Nada. Ahora me encontraba en una privación sensorial total, el pánico volvió a mi. ¿Esto era morir? No, no podía ser así. ¿Qué de todo aquello que te prometían en la iglesia, de la vida tras la muerte? La angustia me dominaba cuando la sensación de un gran cambio en mi ser se hizo presente, la necesidad de gritar y retorcerme jamás fué tan fuerte, pero mi cuerpo no obedecía a mi mente, estaban como desconectados en ciertos aspectos. El tiempo trancurría lento, mientras yo me desesperaba cada vez más ¿En qué momento terminaría esto? Tras lo que me pareció una eternidad, todo terminó. Aun así esperé un momento solo para comprobar que en verdad todo habia concluido. Finalmente abrí los ojos con lentitud, viéndome obligada a parpadear un par de veces, la luz que llegaba a mi era demasiado intensa y me encontraba desorientada por completo.
Évani Rivoire- Vampiro Clase Media
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Re: Ya no más...*Privado*
Máximus todavía recordaba los débiles forcejeos de la mujer que había encontrado en el bosque cuando sus pasos lo llevaban de vuelta hacia la cabaña. La brisa nocturna mecía las hojas caidas que sus pies levantaban al avanzar uno detrás de otro en un compás lento y armónico. No había prisa en aquella melodía, ni tensión o impaciencia, era un simple avance hacia lo inevitable, sin resignación, con seguridad. Tras sus pasos un bulto era arrastrado sin miramientos entre pequeños quejidos y una voluntad rota, tan rota como su cuerpo. El vampiro portaba, agarrado del cuello de la camisa, a un hombre roto, un joven rubio, de ojos azules y cuerpo fuerte. Se notaba en sus ropas y su cuerpo, o al menos las partes que seguían enteras, que no había sufrido ni trabajado en toda su vida. Sus rodillas se doblaban de una forma poco menos que antinatural y sus brazos en lugar de tener una articulación tenían dos, cortesía de Máximus.
La sangre, poca, ya que el moreno había tomado sus precauciones, se acumulaba en los ropajes del joven sin manchar el suelo. No había sido dificil conseguir sustento para su aprendiz, un sustento que más tarde tendría que buscar sola pero que al principio debería aceptar como propio. Todo había ocurrido casi un par de horas antes, cuando la joven había cerrado los ojos. Máximus, conocedor de que tenía el tiempo contado, salió de la cabaña en busca de una presa bajo su disfraz de cortesano. En aquél frío, vestido con botas y pantalón de cuero, pocos podían confundir lo que era, o quería parecer, y el pobre rubio fue el primero en caer en sus encantos. Un par de carantoñas, algunas palabras vacias en un oido ingenuo y un par de movimientos poco aprovados por la iglesia y el joven ya estaba dispuesto a bajarse los pantalones en cualquier callejón, algo que le llevó a uno demasiado oscuro donde descubrió que ya no volvería a bajarse los pantalones.
Llegaban ya, bajo el manto plateado de la luna, a la cabaña. Máximus dejó el cuerpo oculto en un pequeño almacen lateral de la cabaña, tapó la boca al hombre y clavó sus colmillos en su muñeca, sacándolos antes de probar su sangre de adinerado. Acercó una copa limpia de cristal y dejó caer la sangre hasta rellenarla. Las reacciones químicas de la sangre "viva" se sucederían al menos durante quince minutos antes de comenzar a coagular, finalizar y, por último, "morir". Entró en la cabaña y sonrió al comprobar que los parpados de la joven comenzaban a moverse muy despacio, despertaría en pocos segundos. Dejó la copa en la mesilla junto a la cama y se sentó en una silla tomándole una mano, el dolor había pasado pero ahora venían la sed, la desorientación y el miedo a lo desconocido.
Parpadeó a los últimos rayos de la luna, reflejo de los del sol, por lo que el moreno vampiro no dudo en tapar las ventanas con las humildes cortinas y, acto seguido, acariciar las mejillas de la dama.
"No hagáis esfuerzos. Seguís aquí, conmigo, como pedisteis. Ahora quiero que abráis los labios, despacio."
Dijo esto acariciándoselos con el pulgar mientras tomaba la copa, con su rojizo "licor", en la otra mano para acercársela a los mismos. Apoyó en ellos el borde de cristal tras retirar el pulgar y dejó que la sangre cayese suave, lenta, sabrosa y directamente en su garganta. Había sufrido la conversión y tanto su cuerpo como su ser debían estar agotados y sedientos. La dejó beber despacio, controlando que no se alterase, hasta terminar la copa antes de dejarla de nuevo, una vez vacía, en la mesilla. Acarició de nuevo sus labios para limpiar cualquier gota que pudiese quedar y después acarició su lengua con el pulgar, de forma que ella tomase todo aquél delicioso líquido.
"Debéis estar agotada. No temáis, es normal. Notaréis cambios, sensaciones... Estaré aquí para ayudaros y responderos, y más tarde, cuando estéis recuperada, enseñaros a comprenderlos y controlarlos."
Paseó su mirada por el cuerpo de Évani, cubierto por la sábana y sonrió complacido ante aquella vista. Estaba algo delgada pero se adivinaba un buen cuerpo, uno que ya había visto y tocado, y que no tendría problemas en resistir la conversión ni en incorporarse a su nueva "vida". Levantó la sábana para mirar la herida que ya cerraba con velocidad acrecentada y besó su mejilla.
"Estáis mejorando, mon ami. Pronto os preguntaré vuestro nombre así que pensad cual me diréis."
Sin más artificios se levantó de la silla, apartándola a un lado y se acercó a la chimenea donde aprovechó las últimas ascuas para reavivar un fuego que caldease un poco más la estancia, ayudando a Évani a mantenerse mientras su cuerpo se enfriaba lentamente.
La sangre, poca, ya que el moreno había tomado sus precauciones, se acumulaba en los ropajes del joven sin manchar el suelo. No había sido dificil conseguir sustento para su aprendiz, un sustento que más tarde tendría que buscar sola pero que al principio debería aceptar como propio. Todo había ocurrido casi un par de horas antes, cuando la joven había cerrado los ojos. Máximus, conocedor de que tenía el tiempo contado, salió de la cabaña en busca de una presa bajo su disfraz de cortesano. En aquél frío, vestido con botas y pantalón de cuero, pocos podían confundir lo que era, o quería parecer, y el pobre rubio fue el primero en caer en sus encantos. Un par de carantoñas, algunas palabras vacias en un oido ingenuo y un par de movimientos poco aprovados por la iglesia y el joven ya estaba dispuesto a bajarse los pantalones en cualquier callejón, algo que le llevó a uno demasiado oscuro donde descubrió que ya no volvería a bajarse los pantalones.
Llegaban ya, bajo el manto plateado de la luna, a la cabaña. Máximus dejó el cuerpo oculto en un pequeño almacen lateral de la cabaña, tapó la boca al hombre y clavó sus colmillos en su muñeca, sacándolos antes de probar su sangre de adinerado. Acercó una copa limpia de cristal y dejó caer la sangre hasta rellenarla. Las reacciones químicas de la sangre "viva" se sucederían al menos durante quince minutos antes de comenzar a coagular, finalizar y, por último, "morir". Entró en la cabaña y sonrió al comprobar que los parpados de la joven comenzaban a moverse muy despacio, despertaría en pocos segundos. Dejó la copa en la mesilla junto a la cama y se sentó en una silla tomándole una mano, el dolor había pasado pero ahora venían la sed, la desorientación y el miedo a lo desconocido.
Parpadeó a los últimos rayos de la luna, reflejo de los del sol, por lo que el moreno vampiro no dudo en tapar las ventanas con las humildes cortinas y, acto seguido, acariciar las mejillas de la dama.
"No hagáis esfuerzos. Seguís aquí, conmigo, como pedisteis. Ahora quiero que abráis los labios, despacio."
Dijo esto acariciándoselos con el pulgar mientras tomaba la copa, con su rojizo "licor", en la otra mano para acercársela a los mismos. Apoyó en ellos el borde de cristal tras retirar el pulgar y dejó que la sangre cayese suave, lenta, sabrosa y directamente en su garganta. Había sufrido la conversión y tanto su cuerpo como su ser debían estar agotados y sedientos. La dejó beber despacio, controlando que no se alterase, hasta terminar la copa antes de dejarla de nuevo, una vez vacía, en la mesilla. Acarició de nuevo sus labios para limpiar cualquier gota que pudiese quedar y después acarició su lengua con el pulgar, de forma que ella tomase todo aquél delicioso líquido.
"Debéis estar agotada. No temáis, es normal. Notaréis cambios, sensaciones... Estaré aquí para ayudaros y responderos, y más tarde, cuando estéis recuperada, enseñaros a comprenderlos y controlarlos."
Paseó su mirada por el cuerpo de Évani, cubierto por la sábana y sonrió complacido ante aquella vista. Estaba algo delgada pero se adivinaba un buen cuerpo, uno que ya había visto y tocado, y que no tendría problemas en resistir la conversión ni en incorporarse a su nueva "vida". Levantó la sábana para mirar la herida que ya cerraba con velocidad acrecentada y besó su mejilla.
"Estáis mejorando, mon ami. Pronto os preguntaré vuestro nombre así que pensad cual me diréis."
Sin más artificios se levantó de la silla, apartándola a un lado y se acercó a la chimenea donde aprovechó las últimas ascuas para reavivar un fuego que caldease un poco más la estancia, ayudando a Évani a mantenerse mientras su cuerpo se enfriaba lentamente.
Max de Vectis- Vampiro Clase Alta
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Re: Ya no más...*Privado*
Mi mente divagaba, entre recuerdos de mi vida, los acontecimientos de esta noche y las nuevas sensaciones que iba experimentando. Era dificil mantener mi mente en calma, sobre todo porque esta estaba trabajando extra para dar cabida a todos estos pensamientos juntos. No entendía el porque no tenía una jaqueca enorme ya en este momento. Mi respiración se hacía más lenta, y como por instinto supe que no necesitaba hacer eso.¿Uh? ¿No necesitaba respirar? Algo debía estar muy mal, conmigo si ahora estaba pensando en algo tan absurdo como aquello.Espera...el dolor de mi costado, ya no estaba. ¿Cómo había sucedido eso? Ahora entendía el porque estaba pensando en tantas tonterias, el dolor de antes ya no me tenía aturdida. ¿Me había muerto ya? No se me ocurría otra alternativa, ya que las heridas que tuve eran demasiado graves como para curarste tan pronto; y si por algun milagro eso pudiera ser, tendría que estar en tratamiento por meses. Mi mente buscó recuerdos de algún médico auscultándome, pero no tenía nada registrado sobre eso. Lo único que recordaba era el haber sentido la mordida del hombre que me había salvado. El vampiro y su proposición, aquella que yo acepté.
¿Podía actuar la trasformación de un ser humano, como cura para sus males? No tenía ni idea. Las historias que conocía sobre ello no me dejaban un antecedente con esa información. Ahora bien, algo empezaba a molestarme. Era una quemazón en mi garganta, una ansia de beber que me estaba volviendo loca. Volviendo a las historias, los vampiros se alimentaban de sangre humana, ¿No?...uhmmm...no me imaginaba a mi misma haciendo aquello, aunque al imaginarlo la boca se me hizo agua. Maldición, tenía que ser cierto entonces. Abrí los ojos para observar el lugar en que estaba. Si, no había cambiado de posición desde que el hombre me había depositado en el lecho. Intenté levantar la mano, solo para constatar que estaba despierta. Pero no pude, la sentía como si fuera de plomo. Con un esfuerzo que necesitó de todas mis energías logré mover la mano. Bueno, solo confirmaba que no estaba muerta. Aunque si estaba tan débil no imaginaba como iba a ir a buscar alguien para alimentarme.
La respuesta a ello llegó apenas unos minutos después. La puerta se abrió y entornando los ojos ví como el vampiro llevaba na copa de cristal con un líquido rojo consigo. Fue fácil adivinar lo que era. Era el alimento para mi. Tragué con dificultad, al sentir el dulce olor de la sangre la sed se hizo más profunda aún. Miré al hombre inquisitivamente, ya que ahora mismo no encontraba mi voz; pero hice lo que me pedía. De alguna manera sus palabras me resultaban confortantes, y eso hizo que me relajara y volviera a cerrar los ojos, ignorando aquellos instintos aún humanos, de repulsión por lo que estaba a punto de hacer.
La sangre, lejos de resultar asquerosa; me pareció el má dulce vino que nunca antes había bebido. Calmó ese ardor en mi garganta e hizo que sintiera un brote de energía recorrer mi cuerpo aún malherido. Sus siguientes palabras me dejaron pensativa.¿Acaso esperaba que cambiara mi nombre? ¿Los vampiros inventaban un nuevo nombre al cambiar de vida? Yo no iba a hacerlo. No me avergonzaba mi nombre, además me iba a servir de recordatorio de la vida anterior que tuve.-É...Évani Ri..Rivoire-Balbuceé casi de inmediato, para dejarle en claro mi deseo. Suspirando dejé que mi cuerpo reposara, dejando llevar por la sensación de calma, de satisfacción tras el alimento recibido.-Prometo pagar alguna vez, esto que ha hecho usted por mi-Dije en cuanto mis fuerzas se hicieron más evidentes. Mantuve los ojos cerrados, porque tenía miedo de abrirlos y verme como un mostruo ahora. Era absurdo. Pero acababa de beber samgre de un humano, y por mucho que lo deseara, eso me hacía sentir horrible.
Off: Perdón!!!!!!!! me he liado mucho con los temas u.u espero aún quiera seguir la historia y que el post no le resulte terrible ):
¿Podía actuar la trasformación de un ser humano, como cura para sus males? No tenía ni idea. Las historias que conocía sobre ello no me dejaban un antecedente con esa información. Ahora bien, algo empezaba a molestarme. Era una quemazón en mi garganta, una ansia de beber que me estaba volviendo loca. Volviendo a las historias, los vampiros se alimentaban de sangre humana, ¿No?...uhmmm...no me imaginaba a mi misma haciendo aquello, aunque al imaginarlo la boca se me hizo agua. Maldición, tenía que ser cierto entonces. Abrí los ojos para observar el lugar en que estaba. Si, no había cambiado de posición desde que el hombre me había depositado en el lecho. Intenté levantar la mano, solo para constatar que estaba despierta. Pero no pude, la sentía como si fuera de plomo. Con un esfuerzo que necesitó de todas mis energías logré mover la mano. Bueno, solo confirmaba que no estaba muerta. Aunque si estaba tan débil no imaginaba como iba a ir a buscar alguien para alimentarme.
La respuesta a ello llegó apenas unos minutos después. La puerta se abrió y entornando los ojos ví como el vampiro llevaba na copa de cristal con un líquido rojo consigo. Fue fácil adivinar lo que era. Era el alimento para mi. Tragué con dificultad, al sentir el dulce olor de la sangre la sed se hizo más profunda aún. Miré al hombre inquisitivamente, ya que ahora mismo no encontraba mi voz; pero hice lo que me pedía. De alguna manera sus palabras me resultaban confortantes, y eso hizo que me relajara y volviera a cerrar los ojos, ignorando aquellos instintos aún humanos, de repulsión por lo que estaba a punto de hacer.
La sangre, lejos de resultar asquerosa; me pareció el má dulce vino que nunca antes había bebido. Calmó ese ardor en mi garganta e hizo que sintiera un brote de energía recorrer mi cuerpo aún malherido. Sus siguientes palabras me dejaron pensativa.¿Acaso esperaba que cambiara mi nombre? ¿Los vampiros inventaban un nuevo nombre al cambiar de vida? Yo no iba a hacerlo. No me avergonzaba mi nombre, además me iba a servir de recordatorio de la vida anterior que tuve.-É...Évani Ri..Rivoire-Balbuceé casi de inmediato, para dejarle en claro mi deseo. Suspirando dejé que mi cuerpo reposara, dejando llevar por la sensación de calma, de satisfacción tras el alimento recibido.-Prometo pagar alguna vez, esto que ha hecho usted por mi-Dije en cuanto mis fuerzas se hicieron más evidentes. Mantuve los ojos cerrados, porque tenía miedo de abrirlos y verme como un mostruo ahora. Era absurdo. Pero acababa de beber samgre de un humano, y por mucho que lo deseara, eso me hacía sentir horrible.
Off: Perdón!!!!!!!! me he liado mucho con los temas u.u espero aún quiera seguir la historia y que el post no le resulte terrible ):
Évani Rivoire- Vampiro Clase Media
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Re: Ya no más...*Privado*
Pequeñas chispas escapaban por el hueco de la chimenea hacia la oscuridad de la noche mientras una estela de humo las sigue cual guardian. Lo que antes eran ascuas con una pequeña aura ígnea comienzan a aumentar en vigor y tamaño para alcanzar los troncos que les sirven de alimento. Pronto una pequeña llama se abre paso y lame la superficie ganando fuerza. Poco después la estancia se ilumina y aclimata gracias a lo que en el interior de la chimenea ocurre. La sombra de Máximus recorre la pared contraria cuando se levanta despacio escuchando las primeras palabras, costosas, de Évani.
Por como pronunció aquél nombre estaba claro que era el suyo, no mentía. Eso le gustó. Había escuchado de otro como ellos que cambiaban su nombre por orgullo o deseo de infundir terror. Niñerías que esconden temor. Un nombre no da miedo, una acción no aterroriza, las palabras se las lleva el viento. Hacer sin ser reconocido, que hablen de ti sin saber quien eres, que no se atrevan a nombrarte,... ese es el verdadero poder de un ser demoniaco.
Máximus se acercó de nuevo a la cama pero esta vez se sentó en una silla que colocó junto a la misma para no molestar a Évani en esos momentos. La observó con los ojos cerrados y sonrió.
"Un bonito nombre, mademoiselle. Descansad y dejad que vuestras fuerzas se repongan."
Recorrió su rostro con la mirada reconociendo el temor a lo que había pasado. Estaba hecho, ¿porque negarlo? No iba a estar con los ojos cerrados toda la vida. Se inclinó levemente y besó aquella frente templada, cada vez más atemperada al frío que su cuerpo poseía desde hacía tantos años. Tendría que mostrarle el camino, ponerle unos límites y luego dejarla marchar... aunque tras lo ocurrido eso nunca ocurriría entre ellos.
"Tan solo deseo un pago de vos, Évani. Los próximos días serán duros, difíciles y debéis ser fuerte. Notaréis sensaciones que no habíais tenido antes y debéis seguir mi voz cada vez que os sintáis perdida. Évani, sois vampiresa... abrid los ojos."
En la pausa de la última frase había dejado un pequeño espejo en las manos de la joven y ahora apretaba levemente una de ellas, le ofrecía la fuerza que un padre daría a una hija en un momento decisivo. Se vería algo más pálida, perdiendo el color poco a poco, pero seguía siendo igual de bella, seguía siendo ella... tan solo que seguía "viva".
Por como pronunció aquél nombre estaba claro que era el suyo, no mentía. Eso le gustó. Había escuchado de otro como ellos que cambiaban su nombre por orgullo o deseo de infundir terror. Niñerías que esconden temor. Un nombre no da miedo, una acción no aterroriza, las palabras se las lleva el viento. Hacer sin ser reconocido, que hablen de ti sin saber quien eres, que no se atrevan a nombrarte,... ese es el verdadero poder de un ser demoniaco.
Máximus se acercó de nuevo a la cama pero esta vez se sentó en una silla que colocó junto a la misma para no molestar a Évani en esos momentos. La observó con los ojos cerrados y sonrió.
"Un bonito nombre, mademoiselle. Descansad y dejad que vuestras fuerzas se repongan."
Recorrió su rostro con la mirada reconociendo el temor a lo que había pasado. Estaba hecho, ¿porque negarlo? No iba a estar con los ojos cerrados toda la vida. Se inclinó levemente y besó aquella frente templada, cada vez más atemperada al frío que su cuerpo poseía desde hacía tantos años. Tendría que mostrarle el camino, ponerle unos límites y luego dejarla marchar... aunque tras lo ocurrido eso nunca ocurriría entre ellos.
"Tan solo deseo un pago de vos, Évani. Los próximos días serán duros, difíciles y debéis ser fuerte. Notaréis sensaciones que no habíais tenido antes y debéis seguir mi voz cada vez que os sintáis perdida. Évani, sois vampiresa... abrid los ojos."
En la pausa de la última frase había dejado un pequeño espejo en las manos de la joven y ahora apretaba levemente una de ellas, le ofrecía la fuerza que un padre daría a una hija en un momento decisivo. Se vería algo más pálida, perdiendo el color poco a poco, pero seguía siendo igual de bella, seguía siendo ella... tan solo que seguía "viva".
Max de Vectis- Vampiro Clase Alta
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Re: Ya no más...*Privado*
Una vez más mis ojos se cerraron, pero esta vez no era agotamiento. Ahora en cambio me sentía agobiada por todo lo que era capaz de percibir de mi alrededor. Los sonidos, los olores, las imágenes, se habían hecho mucho más fáciles de identificar -y eso que jamás tuve ni pizca de instinto para distinguir ese tipo de cosas- por ello el poder distinguirlos todos con esa claridad era demasiado para mis sentidos, necesitba tiempo para acostumbrame y asimilar de a poco todo ello. ¿Cuánto me llevaría? Quizás al ser un vampiro mi cerebro registraría todo ello con mayor rapidez y en un momento más me podría manejar normalmente...en serio esperaba que fuera así, que de otra manera iba a volverme loca pronto.
Sin embargo no pude evitar el que una sonrisa asomara a mis labios, complacida por su comentario respecto a mi nombre. Me daba gusto saber que él respetaba mis motivos para mantener mi nombre, y los aceptaba sin más; nada de preguntas al respecto. A pesar de que llevaba apenas unas horas de conocerle y ya confiaba en él, después de todo me estaba cambiando la vida el que él apareciera en medio de la noche, justo cuando ya solo veía que el único camino para mi era la muerte. Curiosos giros de la vida.Sin embargo la sonrisa no se mantuvo por mucho en mi expresión, pues al oir su advertencia; supe que esto del cambio iba a costarme más que una mordida y ratos de inconciencia. No, esto iba a ser más complicado que eso y ya no tenía manera de arrepentirme, esto no era reversible. No me estaba arrepintiendo de lo que había hecho, pero tenía miedo a lo que podía pasar, ese miedo típico a los cambios y bueno, esto no era una pequeñez cualquiera. Si bien, hasta ahora me las había arreglado para tratar de vivir en paz con los demás, sabía que a partir de ahora lastimar a inocentes sería parte de mi diario vivir. Respiré profundamente, debía confiar en que Maximus me ayudaría con ello y que no permitiría que cometiera actos de los que me sintiera avergonzada o asqueada. No, él no iba a dejar que eso sucediera ¿Verdad?
Me obligué a abrir mis ojos para verle, tras varios minutos -o tal vez unos segundos, mi sentido del tiempo empezaba alterarse- tomando el espejo con mucho cuidado. ¿Quería verme? ¿Estaba lista para eso? No estaba muy segura de que fuera buena idea, pero aún así lo acerqué a mi rostro. Una extraña familiar me miraba con ojos muy abiertos. Contuve la respiración. Paseé la mirada por "mi" rostro, no eran muchos los cambios, principalmente era el color de mi piel el que llamaba más mi atención. Mi mano libre se elevó hasta tocar mi mejilla, a mi tacto se sentía igual que antes. Uhmm...tal vez estaba exagerando con las especulaciones sobre mi futuro. Sin ánimo de seguir contemplándome, dejé el espejo a un lado. Me sentía mejor sin duda, aunque nuevamente podía sentir la sed quemando en mi garganta, no era intenso pero me distraia.-¿Por qué me ha ayudado?-Le pregunté con suavidad, esa pregunta estaba rondando mi mente desde hacía rato-No me mal entienda...se lo agradezco en el alma...pero tengo curiosidad...-Admití apenada. Esperaba que no lo tomara como un gesto grosero de mi parte. Tenía muchas preguntas, y su advertencia hizo que recordara todas las inquietudes que llevaba formulando en mi cabeza. -Tenga por seguro...que haré cuanto usted me diga, monseiur-Le prometí con toda la firmeza de la que fuí capaz.
Off: Ya volví ^^ ...mi post no me convence del todo, sí que si gustas que cambie algo lo hago
Évani Rivoire- Vampiro Clase Media
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Re: Ya no más...*Privado*
No había mucho más que hacer, es más, ya estaba todo hecho. La joven que poco antes no existía en su vida, y había irrumpido en ella al borde de la muerte, ahora yacía en la cama sufriendo los envites de la transformación. Máximus los conocía bien, aunque hiciese tantos años que había pasado por ello. La palidez, la bajada de temperatura, la saturación de los sentidos, esa sed mal controlada, los poderes o mejoras que el cuerpo sufría, aunque algunos lo llamaban maldiciones, al menos al principio. Ella ahora estaría pasando por lo mismo pero al menos tendría la posibilidad de tener a quien la convirtió a su lado, ayudándola a pasar el trance. Máximus tomó de nuevo la primera copa y la cambió por una segunda que había traido del cuerpo del iluso cazado. El color de esa sangre era ligeramente más oscuro, síntoma de las primeras reacciones, alguna coagulación y el comienzo del deterioro. Dio un sorbo, lo justo, para comprobar su pureza descubriendo que estaba en quasi-perfectas condiciones, por lo que le ofreció el borde de la copa para que bebiese, sin necesidad de coger por si misma la copa. No se la iba a dar y menos tras ver lo que le había costado mantener el espejo.
Dejó que bebiese despacio, dejó que las palabras de la joven se asentasen en su cabeza mientras llegaban las palabras que responderían a sus preguntas. El ambiente empezó a caldearse de nuevo, dejando la lumbre que el humo saliese por la chimenea como una serpiente plateada y etérea. La luz del fuego creaba formas y contornos infernales y a la vez infantiles, dependiendo de los ojos que lo mirasen. Retiró la copa cuando ella se diese por satisfecha y pasó el pulgar por sus labios para retirar los restos de sangre, dejó el pulgar unos segundos sobre los mismos por si la dama deseaba lamerlo y así no desperdiciar ni una gota. Tras aquél gesto la copa ya reposaba en la mesa junto a la primera. Tendría que ir a rellenarlas pronto. Aunque tendría que controlar las dosis, para que la joven tomase el control sobre su sed con premura, y los tiempo, en un principio no la haría sufrir en demasía.
Dejó una de sus manos junto a una de las de la muchacha convertida entrelazando los dedos con suavidad. Su otra mano cubrió el dorso de la de la muchacha para darle calidez y confianza, a pesar de no tener la temperatura que se esperaría del cuerpo humano de Máximus. Sonrió levemente y un par de palamditas sobre el dorso de esa delicada mano fueron como los toques sobre la mesa antes de una presentación.
"Os vi en apuros y no érais gente de mal. Podría haberos dejado ir pero había algoen vos que no me dejó hacer tal cosa. Mademoiselle, tenéis algo que no me permite dejaros ir, y cuando me pedistéis que os alejase del dolor lo corroborásteis. Os he ayudado porque vos me habéis ayudado, así que no me debéis nada."
Le dio un beso en la frente, más para comprobar la temperatura que como gesto amistoso, aunque no podrían diferenciarse. Estaba templada, algo más fría, pero aun tenía el calor de su cuerpo. Podía ver sus pupilas activas, su nariz detectando más que nunca y su piel erizada a las nuevas sensaciones, aun así parecía agotada.
"De momento quiero que os centréis en un solo punto. Os ayudará a controlar todas las nuevas sensaciones. Concentráos en el tacto de mis manos, olvidad todo lo demás. Tratad de oler el fuego, la madera vieja ardiendo. Buscad con los ojos los míos. Escuchad a las llamas devorar la madera y saboread la sangre que quede en vuestra lengua. Olvidad todo lo demás que puedan captar vuestros sentidos. Évani, controlad vuestro cuerpo, que sigue siendo el mismo. Ahora podéis sentiros acribillada de sensaciones mas dentro de poco veréis que ya las sentíais pero no sabíais diferenciarlas. Vamos, intentadlo."
Dentro de poco la segunda copa haría más efecto y animaría su cuerpo, la haría recobrar fuerzas y posiblemente la tercera ya la tomaría a la mesa y la cuarta tras ver como su cuerpo había obtenido más velocidad, reflejos y fuerza. Lo dificil sería controlar los poderes, nunca se sabía cuales serían o como se manifestarían por eso deberían estar atentos para captarlos y controlarlos.
Off: Espero sea de vuestro agrado y me alegro de vuestro regreso, mon amie
Dejó que bebiese despacio, dejó que las palabras de la joven se asentasen en su cabeza mientras llegaban las palabras que responderían a sus preguntas. El ambiente empezó a caldearse de nuevo, dejando la lumbre que el humo saliese por la chimenea como una serpiente plateada y etérea. La luz del fuego creaba formas y contornos infernales y a la vez infantiles, dependiendo de los ojos que lo mirasen. Retiró la copa cuando ella se diese por satisfecha y pasó el pulgar por sus labios para retirar los restos de sangre, dejó el pulgar unos segundos sobre los mismos por si la dama deseaba lamerlo y así no desperdiciar ni una gota. Tras aquél gesto la copa ya reposaba en la mesa junto a la primera. Tendría que ir a rellenarlas pronto. Aunque tendría que controlar las dosis, para que la joven tomase el control sobre su sed con premura, y los tiempo, en un principio no la haría sufrir en demasía.
Dejó una de sus manos junto a una de las de la muchacha convertida entrelazando los dedos con suavidad. Su otra mano cubrió el dorso de la de la muchacha para darle calidez y confianza, a pesar de no tener la temperatura que se esperaría del cuerpo humano de Máximus. Sonrió levemente y un par de palamditas sobre el dorso de esa delicada mano fueron como los toques sobre la mesa antes de una presentación.
"Os vi en apuros y no érais gente de mal. Podría haberos dejado ir pero había algoen vos que no me dejó hacer tal cosa. Mademoiselle, tenéis algo que no me permite dejaros ir, y cuando me pedistéis que os alejase del dolor lo corroborásteis. Os he ayudado porque vos me habéis ayudado, así que no me debéis nada."
Le dio un beso en la frente, más para comprobar la temperatura que como gesto amistoso, aunque no podrían diferenciarse. Estaba templada, algo más fría, pero aun tenía el calor de su cuerpo. Podía ver sus pupilas activas, su nariz detectando más que nunca y su piel erizada a las nuevas sensaciones, aun así parecía agotada.
"De momento quiero que os centréis en un solo punto. Os ayudará a controlar todas las nuevas sensaciones. Concentráos en el tacto de mis manos, olvidad todo lo demás. Tratad de oler el fuego, la madera vieja ardiendo. Buscad con los ojos los míos. Escuchad a las llamas devorar la madera y saboread la sangre que quede en vuestra lengua. Olvidad todo lo demás que puedan captar vuestros sentidos. Évani, controlad vuestro cuerpo, que sigue siendo el mismo. Ahora podéis sentiros acribillada de sensaciones mas dentro de poco veréis que ya las sentíais pero no sabíais diferenciarlas. Vamos, intentadlo."
Dentro de poco la segunda copa haría más efecto y animaría su cuerpo, la haría recobrar fuerzas y posiblemente la tercera ya la tomaría a la mesa y la cuarta tras ver como su cuerpo había obtenido más velocidad, reflejos y fuerza. Lo dificil sería controlar los poderes, nunca se sabía cuales serían o como se manifestarían por eso deberían estar atentos para captarlos y controlarlos.
Off: Espero sea de vuestro agrado y me alegro de vuestro regreso, mon amie
Max de Vectis- Vampiro Clase Alta
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Re: Ya no más...*Privado*
Mis ojos permanecían cerrados, no porque me sintiera débil-lo bebido me había proporcionado suficiente energía- sino por lo abrumador de las sensaciones que experimentaba ahora. Al estar ahora todo magnificado, no sabía muy bien en que enfocarme. Jamás habría imaginado que una conversión sería así de compleja ¿Pasaban todos por este cambio? ¿Cómo hacían para poder vivir con eso? Si esto se prolongaba mucho era fácil terminar loca; pues concentrarme en algo era difícil. Tenía miedo de que al abrir los ojos viera a alguien que no era yo, no quería perderme tras esta transformación. Quería seguir siendo yo misma a pesar de que mi vida no era lo que había soñado para mi, a pesar de los problemas y las carencias deseaba conservar mi esencia y no desaparecer tras esto. ¿Eso era posible? Podía preguntarle al hombre que tan buenamente se mantenía a mi lado para darme su apoyo, claro, eso quitaría la incertidumbre pero si la respuesta era la que yo temía mi angustia se multiplicaría. Por ello preferí quedarme callada. Era lo mejor por ahora, quizás cuando reuniera el valor suficiente sería capaz de formular esa pregunta...quizás.
Beber esta vez de lo que me ofrecía fue mucho más sencillo. Era consciente que bebía la sangre de algún infeliz que estaba en el lugar incorrecto a la hora equivocada -al igual que yo al caer la noche- pero no por ello podía detener esa ansia de beber para saciar mi sed, lo cual me llevó a lamer su dedo con el resto de sangre que quedó en mis labios. Necesitaba de ello para vivir y aunque sonara a una locura estaba deseando beber más y no me importaba de quien provenía, así que en el futuro trataría de no sobre analizarlo mucho porque seguramente terminaría con cargos de conciencia que no sabría como lidiar. No me ayudaría en el proceso de adaptación. Además debía darle tiempo al vampiro de formular una respuesta para mi inquietud. Por el momento solo se me ocurría que había sido llevado por la bondad de su corazón a salvarme. Sus palabras solo lo confirmaron.
Me relajé notablemente al oirle, sentía que podía confiar a ciegas en él, y no solo porque era quien me había convertido, sino que incluso antes de conocerme solo decidió que yo merecía ser salvada. Por lo mismo es que yo iba a tratar de seguir sus indicaciones, digo tratar porque no era sencillo ignorar todo lo demás tal como él me pedía. -[color:4df5=f70596]Es dificil-Me quejé en un susurro. Dejar de lado todo lo que me rodeaba era imposible, si bien podía captar aquello que él me indicaba con total claridad los olores y sensaciones que me provocaba todo lo que me rodeaba seguían presentes, confundiéndome.-[color:4df5=f70596]¿Siempre será así?-Sentía que todo era demasiado para asimilar al mismo tiempo, era distractor y agobiante. Si eso seguía por más tiempo terminaría loca, o en todo caso seguramente no estaría del mejor humor.
Beber esta vez de lo que me ofrecía fue mucho más sencillo. Era consciente que bebía la sangre de algún infeliz que estaba en el lugar incorrecto a la hora equivocada -al igual que yo al caer la noche- pero no por ello podía detener esa ansia de beber para saciar mi sed, lo cual me llevó a lamer su dedo con el resto de sangre que quedó en mis labios. Necesitaba de ello para vivir y aunque sonara a una locura estaba deseando beber más y no me importaba de quien provenía, así que en el futuro trataría de no sobre analizarlo mucho porque seguramente terminaría con cargos de conciencia que no sabría como lidiar. No me ayudaría en el proceso de adaptación. Además debía darle tiempo al vampiro de formular una respuesta para mi inquietud. Por el momento solo se me ocurría que había sido llevado por la bondad de su corazón a salvarme. Sus palabras solo lo confirmaron.
Me relajé notablemente al oirle, sentía que podía confiar a ciegas en él, y no solo porque era quien me había convertido, sino que incluso antes de conocerme solo decidió que yo merecía ser salvada. Por lo mismo es que yo iba a tratar de seguir sus indicaciones, digo tratar porque no era sencillo ignorar todo lo demás tal como él me pedía. -[color:4df5=f70596]Es dificil-Me quejé en un susurro. Dejar de lado todo lo que me rodeaba era imposible, si bien podía captar aquello que él me indicaba con total claridad los olores y sensaciones que me provocaba todo lo que me rodeaba seguían presentes, confundiéndome.-[color:4df5=f70596]¿Siempre será así?-Sentía que todo era demasiado para asimilar al mismo tiempo, era distractor y agobiante. Si eso seguía por más tiempo terminaría loca, o en todo caso seguramente no estaría del mejor humor.
Off: Gracias, perdona por tardar y por lo feo que me quedó :$
Évani Rivoire- Vampiro Clase Media
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Re: Ya no más...*Privado*
El tacto de sus labios alrededor de su pulgar hizo sentir a Máximus cierto cosquilleo mas el ver como ella trataba de conseguir hasta la última gota de sangre no terminó de gustarle, aunque lo comprendía. Tenía que enseñarle todavía muchas cosas, incluso las más básicas. Despejar su mente, controlar su sed, elegir sus víctimas dentro de sus ideales,... Eso llevaría su tiempo, pero ella parecía dispuesta a aprender rápido, a la vez que se le notaba reticente a los cambios que sufría.
"Lo sé, mon amie, lo sé, mas debéis intentarlo. Hacedlo lentamente y si necesitáis descansar la mente hacedlo, aunque también os resulte dificil en un principio. Poco a poco se os hará más fácil hasta que finalmente podáis despreciar las sensaciones que no os convengan en unos momentos y sacar a relucir aquellas que necesitáis, como pueda ser el olor de una fragancia sobre todas las demás en un mercado, una silueta o el simple sonido de una capa al deslizarse sobre otra prenda."
Acarició la mejilla de la joven con suavidad antes de levantarse despacio de la silla de madera. Ésta gruñó levemente ante el movimiento del vampiro antes de quedar de nuevo en un silencio prácticamente sepulcral. Sus pasos lo guiaron lentamente hacia el centro de la estancia.
"Volveré en un par de minutos, seguid intentandolo."
Y tras aquellas palabras salió por la puerta principal con las dos copas, dejándola allí, sola, pero con la promesa de su pronto regreso y acompañada del crepitar de las llamas en la chimenea, ahora casi inservible pues pronto ninguno necesitaría de su calor. El silencio de nuevo se hizo alrededor del vampiro mientras se dirigía al cuerpo del cazador. Los signos de la muerte ya habían hecho aparición en aquél cadaver. La piel blanca, los labios cianóticos, la rigidez que comenzaba a desaparecer pero no lo había hecho del todo, confiriéndole un extraña pose de marioneta desmadejada. Retiró con una mano la sangre seca sobre la herida y dejó caer unas cuantas gotas más para evitar la sangre muerta, desoxigenada, antes de rellenar las copas. Esas dos serían las últimas que rellenase ese cuerpo, por lo que una vez rellenadas golpeó con el zapato un pequeño madero que sujetaba los troncos en pila y dejó que cayeses sobre el cazador, aplastándolo y haciéndolo desaparecer bajo ellos, más adelante ya vería que hacer con el cadaver.
Cuando volvió a entrar en la cabaña dejó una copa en la mesa y la otra se la entregó a Évani. Antes de soltarla la miró a los ojos. En ellos se podía ver a un padre, un amigo, un maestro y un monstruo hambriento, pero en todos ellos se apreciaba ese toque de protección severa que estaba demostrando Máximus.
"Siguiente lección. Control. Se que te va a ser dificil pero quiero que pares de beber antes de acabarte la copa. Si no lo haces te pararé yo y no será divertido, pero ha de hacerse así para que te acostumbres a la sensación. Ahora, recuerda que debes parar y... bebe."
Soltó la copa observándola.
Off: No os preocupéis.
"Lo sé, mon amie, lo sé, mas debéis intentarlo. Hacedlo lentamente y si necesitáis descansar la mente hacedlo, aunque también os resulte dificil en un principio. Poco a poco se os hará más fácil hasta que finalmente podáis despreciar las sensaciones que no os convengan en unos momentos y sacar a relucir aquellas que necesitáis, como pueda ser el olor de una fragancia sobre todas las demás en un mercado, una silueta o el simple sonido de una capa al deslizarse sobre otra prenda."
Acarició la mejilla de la joven con suavidad antes de levantarse despacio de la silla de madera. Ésta gruñó levemente ante el movimiento del vampiro antes de quedar de nuevo en un silencio prácticamente sepulcral. Sus pasos lo guiaron lentamente hacia el centro de la estancia.
"Volveré en un par de minutos, seguid intentandolo."
Y tras aquellas palabras salió por la puerta principal con las dos copas, dejándola allí, sola, pero con la promesa de su pronto regreso y acompañada del crepitar de las llamas en la chimenea, ahora casi inservible pues pronto ninguno necesitaría de su calor. El silencio de nuevo se hizo alrededor del vampiro mientras se dirigía al cuerpo del cazador. Los signos de la muerte ya habían hecho aparición en aquél cadaver. La piel blanca, los labios cianóticos, la rigidez que comenzaba a desaparecer pero no lo había hecho del todo, confiriéndole un extraña pose de marioneta desmadejada. Retiró con una mano la sangre seca sobre la herida y dejó caer unas cuantas gotas más para evitar la sangre muerta, desoxigenada, antes de rellenar las copas. Esas dos serían las últimas que rellenase ese cuerpo, por lo que una vez rellenadas golpeó con el zapato un pequeño madero que sujetaba los troncos en pila y dejó que cayeses sobre el cazador, aplastándolo y haciéndolo desaparecer bajo ellos, más adelante ya vería que hacer con el cadaver.
Cuando volvió a entrar en la cabaña dejó una copa en la mesa y la otra se la entregó a Évani. Antes de soltarla la miró a los ojos. En ellos se podía ver a un padre, un amigo, un maestro y un monstruo hambriento, pero en todos ellos se apreciaba ese toque de protección severa que estaba demostrando Máximus.
"Siguiente lección. Control. Se que te va a ser dificil pero quiero que pares de beber antes de acabarte la copa. Si no lo haces te pararé yo y no será divertido, pero ha de hacerse así para que te acostumbres a la sensación. Ahora, recuerda que debes parar y... bebe."
Soltó la copa observándola.
Off: No os preocupéis.
Max de Vectis- Vampiro Clase Alta
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Re: Ya no más...*Privado*
Escuchaba con avidez cada una de las palabras de Max, sabía que tenía que aferrarme a cualquier mínima parte de conocimiento si planeaba sobrevivir, y por ahora la única fuente de información que tenía era él; además me sentía incapaz de confiar en nadie más para poder despejar mis dudas. ¿Cómo saber quien podía ser confiable y quien me podía delatar con los demás? Había escuchado ciertos rumores de un grupo de personas que se dedicaban a dar cacería a los vampiros, y el ser uno de ellos me convertía en un blanco, por lo que mejor era tener el pico cerrado y hablar solo con aquellos a quienes conociera profundamente. Aún así no estaría segura del todo...Cerré los ojos con fuerza, tratando de hacer lo que me indicaba pero el barullo en mi mente me aturdía, suspiré frustrada antes de volverlos a abrir posando los ojos fijamente en el techo de la casa. Por un instante me maravillé de los detalles que podía percibir, tanto así que me hacían pensar que como humana estuve ciega en comparación.
El roce de su mano en mi mejilla me distrajeron de ello, uhmm...incluso esa caricia se sentía distinta. En cuanto oí que saldría cerré los ojos un momento y aspiré profundamente. El aroma de la sangre se filtró hasta mi y a partir de ello, no importó el esfuerzo que hice; la sed empezaba a hacerme sentir desesperada; aún así me aferré al lecho pues no quería cometer una imprudencia. Ello no impidió que hasta mi, llegaran los sonidos que indicaban la dirección en que se había retirado, aquello que estaba haciendo, sus pasos de retorno. Aguardé cada vez más impaciente, sabdora de que traia a mi más sangre, más de aquel liquido capaz de calmar la sed acuciante de mi nueva naturaleza.
Me incorporé rápidamente, con mayor velocidad de la que tenía en mente, tendiendo las manos en dirección a la copa que me ofrecía, animada porque al fin bebería un poco más...solo sus palabras detuvieron ese entusiasmo. Parpadeé un par de veces, intentando comprender aquello que me pedía. ¿Quería que me detuviera? Pero eso era imposible! Ahora mismo sentía que desfallecería si no bebía, ¿y él me pedía que parara?-Yo...no creo que pueda...-Sacudí la cabeza aún mirando con ansia el contenido de mi copa, mi fuerza de voluntad era muy débil. Suspiré sintiendo que apenas era capaz de aguantar por más tiempo la sed que me consumía.
Acerqué la copa a mis labios tratando de concentrarme en lo que haría. Ese intento de autocontrol terminó por esfumarse cuando pude degustar el dulzor de la sangre. Ni siquiera lo pensé, mis manos se aferraron con fuerza a la copa y solo fuí conciente de que había acabado con el contenido de esta cuando tuve que relamer mis labios para atrapar algunas gotas de sangre restantes. Fue ahí cuando recordé la presencia y el pedido de Max. Mis ojos volaron hacia el vampiro, un tanto temerosa de su reacción. Me había dicho que me detuviera y no fuí capaz de hacerlo.-Lo siento...-Pronuncié en un suave murmullo.
El roce de su mano en mi mejilla me distrajeron de ello, uhmm...incluso esa caricia se sentía distinta. En cuanto oí que saldría cerré los ojos un momento y aspiré profundamente. El aroma de la sangre se filtró hasta mi y a partir de ello, no importó el esfuerzo que hice; la sed empezaba a hacerme sentir desesperada; aún así me aferré al lecho pues no quería cometer una imprudencia. Ello no impidió que hasta mi, llegaran los sonidos que indicaban la dirección en que se había retirado, aquello que estaba haciendo, sus pasos de retorno. Aguardé cada vez más impaciente, sabdora de que traia a mi más sangre, más de aquel liquido capaz de calmar la sed acuciante de mi nueva naturaleza.
Me incorporé rápidamente, con mayor velocidad de la que tenía en mente, tendiendo las manos en dirección a la copa que me ofrecía, animada porque al fin bebería un poco más...solo sus palabras detuvieron ese entusiasmo. Parpadeé un par de veces, intentando comprender aquello que me pedía. ¿Quería que me detuviera? Pero eso era imposible! Ahora mismo sentía que desfallecería si no bebía, ¿y él me pedía que parara?-Yo...no creo que pueda...-Sacudí la cabeza aún mirando con ansia el contenido de mi copa, mi fuerza de voluntad era muy débil. Suspiré sintiendo que apenas era capaz de aguantar por más tiempo la sed que me consumía.
Acerqué la copa a mis labios tratando de concentrarme en lo que haría. Ese intento de autocontrol terminó por esfumarse cuando pude degustar el dulzor de la sangre. Ni siquiera lo pensé, mis manos se aferraron con fuerza a la copa y solo fuí conciente de que había acabado con el contenido de esta cuando tuve que relamer mis labios para atrapar algunas gotas de sangre restantes. Fue ahí cuando recordé la presencia y el pedido de Max. Mis ojos volaron hacia el vampiro, un tanto temerosa de su reacción. Me había dicho que me detuviera y no fuí capaz de hacerlo.-Lo siento...-Pronuncié en un suave murmullo.
Évani Rivoire- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 29/03/2011
Re: Ya no más...*Privado*
Dejó que la copa se deslizase de su fría mano a la cada vez más fría de la muchacha a la vez que veía el efecto que sus palabras tenían en ella. Se notaba que quería aprender, vivir, cambiar su destino y convivir con el don/maldición que Lestat le había otorgado en su último aliento bajo la brillante y nebulosa luz plateada de la luna. A pesar de todos aquellas intenciones su fuerza de voluntad no era acorde y así lo demostraron sus palabras y sus actos. Lestat no la retendría, sabía que era un proceso dificil, el cual él aprendió a dominar y superar de la peor manera posible; solo y en un mundo que lo odiaba por ello.
Le dio un voto de confianza pero pudo ver en ella, en su lenguaje corporal, que le resultaba imposible liberarse de aquella copa, y así fue como ocurrió. La copa se vació con premura manchando de rojo sangre sus bellos labios y bajando por una garganta que la recibía con gula. Observó salir a la tímida lengua de Évani como un animal salvaje en pos de las gotas que trataban de escapar de sus labios pero no hizo gesto alguno por retenerla. Cuando vio que finalmente volvia en si y le miraba pidiendo perdón, tan solo tomó la copa y negó.
"No debéis pedirme perdón a mí, sino a vos. Es a vos a quien el olor de la sangre ha vencido. Sois vos quien debe dominarse y tomar el control. Se que os es dificil, creedme que lo sé, pero debéis intentarlo. No temáis de mis reacciones, tened respeto y dominio sobre vuestro cuerpo y sus nuevas necesidades."
Acercó un dedo a la comisura de los labios de Évani, donde una finísima gota había escapado a su caza. La gota se posó en el índice del dedo del vampiro, que lo mantuvo frente a la nariz y los labios de Évani, probando,sutilmente, su autocontrol, a pesar de la prontitud para esperar resultados.
"Pronto tendré que enseñaros a buscar vuestro sustento y evitar que os descubran pero para ello debéis conseguir ese autocontrol y ciertas nociones de defensa, por si acaso. Mañana, a la salida de la luna comenzará tu formación."
Sonrió y con la otra mano, la contraria a la que sustentaba la gota de sangre en el índice, le colocó un mechón de cabello tras la oreja.
"Por hoy será mejor que te vayas familiarizando con las nuevas sensaciones tal y como te he mostrado."
Off: Vos decidís si seguir o saltar unos días en los que ella ya esté más entrenada en el próximo escrito.
Le dio un voto de confianza pero pudo ver en ella, en su lenguaje corporal, que le resultaba imposible liberarse de aquella copa, y así fue como ocurrió. La copa se vació con premura manchando de rojo sangre sus bellos labios y bajando por una garganta que la recibía con gula. Observó salir a la tímida lengua de Évani como un animal salvaje en pos de las gotas que trataban de escapar de sus labios pero no hizo gesto alguno por retenerla. Cuando vio que finalmente volvia en si y le miraba pidiendo perdón, tan solo tomó la copa y negó.
"No debéis pedirme perdón a mí, sino a vos. Es a vos a quien el olor de la sangre ha vencido. Sois vos quien debe dominarse y tomar el control. Se que os es dificil, creedme que lo sé, pero debéis intentarlo. No temáis de mis reacciones, tened respeto y dominio sobre vuestro cuerpo y sus nuevas necesidades."
Acercó un dedo a la comisura de los labios de Évani, donde una finísima gota había escapado a su caza. La gota se posó en el índice del dedo del vampiro, que lo mantuvo frente a la nariz y los labios de Évani, probando,sutilmente, su autocontrol, a pesar de la prontitud para esperar resultados.
"Pronto tendré que enseñaros a buscar vuestro sustento y evitar que os descubran pero para ello debéis conseguir ese autocontrol y ciertas nociones de defensa, por si acaso. Mañana, a la salida de la luna comenzará tu formación."
Sonrió y con la otra mano, la contraria a la que sustentaba la gota de sangre en el índice, le colocó un mechón de cabello tras la oreja.
"Por hoy será mejor que te vayas familiarizando con las nuevas sensaciones tal y como te he mostrado."
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Off: Vos decidís si seguir o saltar unos días en los que ella ya esté más entrenada en el próximo escrito.
Max de Vectis- Vampiro Clase Alta
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