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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Lukian d'Auxerre Vie Oct 17, 2014 11:07 pm

En la vida hay hitos. Acontecimientos que señalan determinados días y los hacen especiales, distintos de los demás. 
Nathan Filer


Karla era lo más fascinante que había encontrado en mucho tiempo; si bien en un inicio todo había sido mera coincidencia, hasta convertirse en algo que aseguro no sería nunca mutuo, todo estaba cambiando demasiado rápidamente como para que siquiera a Dorian le importara lo que sucediera después con toda su familia. Denisse era algo que esperaba dejar simplemente como una parte de su familia que no podía omitir; eso para desgracia del inmortal y de la misma manera en que estaba dejando ese asunto de lado es que buscaba una manera de estar más cerca de Karla pues el primer acuerdo que hiciera con ella dejaba en claro que la relación que tuvieran con el otro sería meramente por la sangre de ella.

Esa noche estaba ansioso por verla, la necesitaba más que a nadie hasta el punto de olvidarse por completo de todo cuanto había pasado y de los intentos de recuperara a Lorian algún día. Con Karla estaba tan cómodo que podía permanecer horas y horas a su lado; igual nunca serían suficientes para llenar esa necesidad que poseía de ella. Esa que mantenía tan oculta hasta de ella misma y que había aceptado hacía apenas unos días antes ante si mismo.

La esperaba en una de las calles en las que en otras ocasiones se habían encontrado, cambiaban de ubicación según las peticiones de Dorian pues no quería que fueran interrumpidos o descubiertos por alguien que después necesitara matar enfrente de Karla. En algunos momentos le parecía increíblemente ridículo que pensara tanto en ella, que buscara tanto que estuviera protegida y a salvo; mientras que en otras ocasiones creía que era precisamente lo justo de preocupación por ella. Las cosas cambiaban cada vez a pasos más agigantados, pero estaba más en calma que nunca. Su mirada fue de un lado a otro, sus sentidos estaban alertas y una sonrisa apareció en su rostro cuando a lo lejos diferencio el aroma de aquella mujer que se le metía de a poco en los pensamientos, en lo más profundo.

El inmortal se recargo en una pared, esperando a que su acompañante nocturna llegara y entonces pudiera no solo disfrutar de su sangre, sino de todo lo que ella representaba en su existencia. No fue hasta que la escucho ya cerca de él que se dispuso a hablar, aún sin moverse para nada de donde se encontraba pero sonriendo complacido por la presencia femenina que nunca le defraudaba.
Buenas noches, ¿Cómo ha estado mi querida ratoncilla? – adoraba ese sobre nombre. Le iba demasiado bien desde que se hubieran encontrado la primera vez. Pero si lo pensaba detenidamente ¿Qué no le iba a ella? Karla, era perfecta desde su humanidad; una mujer como pocas, capaz de tener atado a Dorian como a cualquier vil humano.


Última edición por Dorian d'Auxerre el Dom Oct 26, 2014 10:45 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Karla Marquand Sáb Oct 18, 2014 12:28 am

"Su concepto de libertad era el pedazo de cielo que alcanzaba la ventana de su celda."

Todo se había sucedido de un modo que Karla jamás se imaginó. Primero, había sido encontrar a Dorian en medio de un laberinto que se hallaba en el jardín de un majestuoso lugar en el que se celebraba una reunión de sociedad. Luego el saberlo vampiro y, finalmente, pagar el precio de su escape y curiosidad sirviéndole a él.

Ella era su alimento, una especie de saco de sangre frecuente y sumiso que durante varias noches asistía a los lugares predispuestos por el inmortal para beber de ella lo necesario. No recriminaba, no objetaba nada, asistía puntual y se retiraba entre mareos y con el corazón casi hecho pedazos. Era absurdo, Dorian desde el principio le había advertido cómo serían las cosas entre ellos. Él se la bebería cuando quisiera pero la humana no podía ligarse de ningún modo a él. Sabía de la existencia de alguien en la vida de Dorian pero era un asunto a medias que no se atrevía a preguntar. Finalmente, ella no tenía derecho a nada.

Para salir usaba sus vestidos más viejos pese a que a ojos ajenos no lo pareciera. Usaba una capucha que era de su padre y ocultaba cabellos y rostro, y salía a hurtadillas, moviéndose entre sombras para complacer al vampiro del que se había prendado como idiota y a quien no le confesaba nada. No tenía sentido, él incluso podía enojarse y matarla porque ya había dado su sentencia. Sin embargo esa noche sería diferente e incluso planeaba forzarse a no volver a verlo tan voluntariamente. Era lo mejor que podía hacer dadas las nuevas circunstancias.

Cuando lo vio a lo lejos, sonrió como solía hacerlo, como una idiota masoquista que ama a quien le roba la vida y la energía de a pocos. Desde que comenzó a darle su sangre, tenía horas de sueño más prolongadas y se veía obligada a alimentarse más para mantenerse de buen semblante. Eso claro no lo notaba él, o al menos no decía nada, al fin y al cabo, seguramente ella ni le importaba.


–Hoy llegué un poco tarde porque no fue tan fácil escaparme, discúlpame– Karla era de buena familia, pero trataba a Dorian como un Señor. Era educada y respetuosa con él y además de eso lo acariciaba como un niño cada vez que él le perforaba la carne y bebía de su vida. No tenía remedio. Se acercó un poco más a él en medio de las sombras, en otra ocasión se hubiese retirado el pañuelillo del cuello y hubiera inclinado el mismo para no quitarle mucho tiempo, pero como sus planes eran otros se mantuvo igual. –Tengo una llave que abre un departamento aquí cerca. Será más cómodo ir allá, si te parece bien. Es que quiero decirte algo importante. Prometo que no será mucho tiempo el que te quite– susurro y le enseñó la llave sacándola de un bolsillo. El lugar estaba a corta distancia, era un segundo piso y pertenecía a su padre. Por supuesto nadie vivía allí, pero era el lugar que ocupaba el abogado familiar cada que visitaban París. Aquél sujeto había podido hospedarse en la mansión Sartre, pero era tan excéntrico que solicitaba un lugar alejado para poder trabajar sin sentir presión. Era eficiente y se le complacía en varios asuntos y, finalmente, gracias a ello es que Karla tendría un lugar más tranquilo y privado para suplicarle a Dorian que no le pidiera más, que había sido prometida a un hombre importante y que ya no sería tan sencillo escapar ni ocultar las marcas en su cuerpo a alguien que la conocería completa. La sola idea aterraba a Karla, pero sea como fuere, era su destino y conforme a ello, actuaba.
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Mensaje por Lukian d'Auxerre Dom Oct 26, 2014 10:46 pm

Él no comprendía a las mujeres.
Dennis Lehane

Apenas escuchaba su voz y ya el mundo alrededor estaba en paz. Era un vampiro sin derecho a encontrar nada que le mantuviera en calma y mucho menos tenía el derecho de adorar algo de la manera en que lo hacía con ella; igual esas cosas no importaban, no cuando Karla estaba tan cerca, tanto que apenas con estirar la mano, Dorian ya estaba tocando la mejilla femenina. Se había estado limitando a mantener el contacto al mínimo por el temor de quedar más maravillado con ella y todo fue un acto inútil de retrasar lo inevitable.
Disculparse en innecesario, yo tampoco tengo mucho tiempo aquí así que estamos a mano esta noche – le sonrió como solía hacerlo siempre, pero consciente de que las cosas eran diferentes y que serian diferentes desde ese momento y en delante.

Ni siquiera era que realmente necesitara beber tanto de ella como lo hacía, sino que simplemente se dejaba llevar por el deseo de verla y deleitarse con su cercanía. Hasta aquel gesto que ella hacía de acariciarle cuando bebía de ella le fascinaba; estaba enamorado de ella, no tenía sentido seguirlo negando más tiempo y comenzaba a creer que tarde o temprano terminaría por confesarselo a la humana. De haber tenido la capacidad de leer las mentes de otros, fácilmente se hubiese percatado de todo lo que sucedía en la mente de Karla, pero como carecía de esa habilidad, se mantenía desconociendo lo que le aguardaba cuando ella expresara sus ideas y nada ni nadie podría haberle preparado para lo que la humana de quien tan ferozmente se encontraba enamorado le diría.

Aparto con suavidad la mano de la mejilla femenina y enarco la ceja con curiosidad. Resultaba extraño que Karla necesitara decirle algo, pero tampoco Dorian podía negarse a las peticiones de la mortal así que miro la llave y después la observo a ella.
Si te sientes más cómoda en ese lugar, no tengo inconveniente alguno en que vayamos y no me estas quitando tiempo – frunció el ceño y cruzo los brazos– Escuchare tanto tiempo como quieras lo que debas decirme así que andando, que no me gusta estar en un solo lugar – No era de verdad que le molestara estar en un sitio, pero siempre pensaba que debía mantenerse en movimiento para asegurar la seguridad de su querida humana.

Ofreció su brazo de manera educada a su acompañante, aguardo porque ella lo tomara y comenzaran a caminar para observar de reojo a Karla. Como no sabía a donde exactamente se dirigían, se dejo guiar por ella a ciegas. Decir que confiaba en ella era muy acertado, pues a pocas personas hubiera seguido de esa manera tan firme sin preguntar nada. El camino hasta el apartamento al que le guío la Sartre fue realmente corto y una vez que llegaron, se apartaron para que la mortal abriera la puerta de entrada y ambos ingresaron en aquel lugar.

El apartamento no era lo que se esperaba para alguien de la clase a la que Karla pertenecía, el aroma a un poco de polvo y cosas abandonadas le indicaba que aquel lugar debía pertenecer a la familia, pero era usado solamente en casos necesarios, como en esos momentos estaba ocurriendo. En la relativa oscuridad de aquel lugar, Dorian observaba a la mortal esperando por saber realmente que era lo que les llevo a ese lugar y sin poder soportar más tiempo del silencio que se instalo entre ambos, hablo.
– Ya estamos aquí, ¿Me diras eso tan importante? Porque la verdad mentiría si te digo que no me provoca curiosidad saber que es lo que tienes por decir – volvió a sonreír sin estar seguro de si ella le observaba o no y hablaba de hecho con calma; una calma que pronto se vería interrumpida por una ira como la que creyó no volver a experimentar en mucho tiempo.
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Mensaje por Karla Marquand Lun Nov 03, 2014 3:03 pm

"Era más feliz llorando por ti que sonriendo con otros.
Cada día mi vida me parece menos vida"

Todo el camino se devanó los sesos para intentar explicarle a Dorian que no volvería. Jugueteaba con sus dedos al caminar, se mordía los labios, parpadeaba más de lo necesario y no dejaba de pensar y pensar sobre lo que ocurriría esa noche. En teoría, él no tenía ningún motivo para mantenerla a ella a su lado, la sangre la podría obtener de cualquiera y no cabía la menor duda que, de querer, podría encontrar a otra esclava de sangre que lo alimentara con gusto cada vez que él lo pidiera -Si es que ya no tenía más, claro-. Karla no era necesaria en la vida de Dorian d’Auxerre, sólo necesitaba convencerlo de apartarse de ella y olvidarla, aunque ella no pudiera prometer lo mismo para él, aunque tuviera claro que ese nombre jamás se borraría de su mente.

Pero el vampiro no poseía un carácter sencillo. En muchas ocasiones Karla quedó con los dedos ajenos marcados en sus brazos cuando la sujetaba sin cuidado. Eran pequeños moretones que hacían un horrible juego con los que quedaban de las mordidas y que diariamente debía de maquillar y cubrir con cuidado para que no fueran visibles para otros. En otras ocasiones, él se limitaba a empujarla contra una pared cualquiera, como si ella no fuera frágil en su humanidad, como si sólo fuera útil para servirle de alimento. Pero no parecía ser nada más, siempre él terminaba de beber, le indicaba el siguiente lugar y partía sin más. Fue por ello que Karla se vio obligada a cargar una pequeña navaja atada al brazo para asegurarse que por lo menos podría regresar a casa. París no era seguro, eso lo sabía muy bien.

Fue un alivio que Dorian no se enojara por el tiempo de retraso, la noche al menos empezaba bien e incluso él la siguió sin poner peros hasta el departamento en cuestión luego de acariciarle la mejilla, como si no fuera él quien la torturaba emocional y físicamente, como si él sintiera todo de otro modo. Karla asintió a sus palabras, no quería decir nada hasta llegar al lugar, tampoco podía hacerlo porque tenía sentimientos encontrados. Quizás debería sentirse feliz y guardar la esperanza de que él le permitiera alejarse. Pero tampoco quería dejar de verlo. Era una completa estúpida, sí, pero no podía apartar sus pensamientos de él durante el día y asistir sin falta a alimentarlo durante las noches. Su mente era un completo absurdo. Ella también lo era. Tanta educación no le había servido de nada. Dadas las circunstancias no parecía muy lista y tampoco lograba escabullirse como siempre.

Se tomó del brazo de Dorian cuando se lo ofreció y aferró su mano a él, sin descubrirse aún el rostro y sin mencionar nada durante el camino. Una vez llegaron, ella abrió la puerta, ingresó con él y la cerró tras de sí. Un largo suspiro se escapó de sus labios y acto seguido se retiró la capucha y la colgó del perchero que había en la entrada. Bajo la capucha, tenía un vestido que le dejaba los brazos y cuello descubiertos, lo que le daba a él la opción de beber con facilidad del lugar que eligiera. Atado al cuello llevaba una pashmina que también retiró y se volvió hacia él.
–Ven– dijo extendiéndole la mano con el cariño que le profesaba. Acto seguido, lo guió al sillón que estaba cubierto con una sábana al igual que el resto de muebles y se sentó allí con él. –Bebe– le pidió mientras se retiraba el cabello y lo recogía hacia el lado contrario. –Voy a decirte lo que sucede mientras te alimentas. Prometí que no te quitaría mucho tiempo–.  
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Mensaje por Lukian d'Auxerre Lun Nov 03, 2014 7:48 pm

Era capaz de sacar cosas de mi interior que yo ni siquiera sabía que existían
Gillian Flynn


Para el vampiro las cosas estaban más claras que nunca, tan claras como cuando la vio en aquel laberinto del palacio Royal y decidió que ella sería su compañera por esa noche. Todo había tomado el lugar que correspondía en su mente y nada ni nadie podría ya sacar a Karla del lugar que le brindaba en su muerta existencia. Las certezas de lo que quería de ella, lo que pensaba y creía que pasaría eran solo de un lado. En la mente femenina de la mortal, podía existir todo un mundo de diferencia con respecto a lo que pensaba Dorian de ella y eso no le extrañaría, después de todo había cambiado drásticamente de la manera en que fue al presentarse con ella. Era un ser que bien podría denominarse malvado y se encontraba ahora consciente de que ella no merecía algo así, no le daría algo así nunca más. Los malos tratos, la falta de palabras y sutilezas había terminado de su parte; incluso comenzaba a plantearse la idea de acompañarle hasta su hogar para estar seguro de que nada ni nadie la dañaría.

El silencio que acompañaba su andar no le resultaba nada fuera de lo común. Se mantenía distante de Karla y ella no parecía insistir en hablar más con él, quizás por temor o porque tampoco lo deseaba. Para él, que no hablaran más ya no tenía mucho sentido pero no iba a pedirle a Karla que hablaran cuando las cosas entre ambos habían estado de cierta manera; Dorian iba a cambiar esa cosas poco a poco por eso no se preocupaba del todo de como era la situación en esos instantes, se encontraba más enfocado en lo que depararía el futuro.

Juntos, andando de esa manera por las solitarias calles parecían algo más parecido a una pareja que a un simple vampiro y la humana que le servia de alimento. El inmortal se deleito unos momentos con la idea de que ella fuera de él, pero dejo esas ensoñaciones de lado al ver que se encontraban ya en el departamento que Karla indicaba como el de su familia. Entraron sin más y después de que hablara, dejando ver su curiosidad espero para ver que era lo que la mortal tenía para decir.

Observo la mano femenina tendida en su dirección y con la sonrisa en los labios la tomo con la frialdad que despedía la mano de él. Se dejo guiar nuevamente, en esta ocasión con rumbo del sillón y solo cuando estuvieron ambos sentados fue que Karla dio muestras de comenzar a hablar de lo que parecía ser importante que Dorian supiera.
Pensé que era importante lo que tienes para decirme – enarco la ceja, sin apartar la mirada del cuello de Karla y la manera en que lucía al descubierto, tentando a los sentidos de Dorian por beber un poco de ella para de esa forma sentirla cercana, sin embargo, eso ya no le parecía tan necesario como antes – Me gustaría que me lo dijeras antes de que beba de ti. Puedo perderme fácilmente en el sabor de tu sangre y entonces no te prestaría la atención debida así que primero hablemos que reitero lo dicho antes; tu no me quitas el tiempo, nunca lo haces – La mirada la mantenía fija en ella, en cualquier signo que indicara levemente que era tan importante como para que no se lo hubiese dicho en la calle.
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Mensaje por Karla Marquand Lun Nov 03, 2014 9:49 pm

"Pensé que tú eras el enfermo, hasta que me di cuenta que me había enamorado de mi verdugo"

¿Cómo sería estando casada? ¿Anhelaría a Dorian en lugar de a quién sería su esposo? Era terrible pensar así, sobre todo si Alan –que era como se llamaba él- era tan bueno como parecía. Era un hombre educado pero exigente. Sin embargo su cortesía daba algo de tranquilidad a Karla. En medio de todo estaba acostumbrada a obedecer, tanto de mano de sus padres como de Dorian, que le había cambiado la visión completa con respecto a cualquier hombre. Tristemente había aprendido a callar, a no pedir más de lo que el otro consideraba que merecía y a hacer lo que se le pidiera. En el fondo también era por la amenaza que el vampiro le había hecho. Ella sería capaz de todo tan sólo por preservar la vida de sus padres y abuelos. ¿Tendría que hacer lo mismo por su futuro esposo? Ella no quería casarse con él, pero tampoco pretendía dañarlo.

Dorian le sonreía, pero Karla no tenía nada más en mente más allá que él lo hacía por el hecho de poder alimentarse. Ya antes le había mencionado lo mucho que le gustaba su sangre y aquello no había representado sino una cuerda más para atar su condena.
–Sí, es importante– confirmó sin sonrisas. Quería llorar, estaba desesperada por lo que pudiera suceder, pero desde el día del laberinto, se había prometido que nunca dejaría que las lágrimas se le escaparan en la presencia ajena. Debía ser fuerte por ella, por su familia.

Cuando se sentó con él, no le soltó la mano, pero sí se sorprendió de las palabras que él expresaba. Incluso parecía más amable que otras veces, pero ella dudaba que esa actitud le durara demasiado tiempo. Incluso de seguro sólo serían un par de minutos más antes de volver a ser el de siempre, el que Karla conocía
–Dorian…– musitó acariciando los dedos ajenos, sin verlo a la cara. –Cuando nos conocimos te dije que escapaba de los compromisos. – suspiró, hizo una pausa y con el corazón latiendo a mil por hora, retomó –Voy a casarme. Por voluntad de mis padres– las palabras se le ahogaron en la garganta y se obligó a mirarlo –Vengo a suplicarte que no te alimentes más de mí. Ya no podré escapar, no podré ocultar las marcas en mi cuerpo. No sé cómo…– la voz le falló. Le dolía pedir eso en medio de su absurdo y sumado a eso estaba el temor a él, el amor estúpido y sin motivo que le sentía y el hecho de tener que casarse con alguien mayor que ella y a quien apenas conocía.

El pulso se le alteró sin querer, pero no le soltó la mano a Dorian, por el contrario la aferró aún más, como cuando lo conoció y le buscó el pulso infructuosamente, como cuando quiso que su tibieza le calentara las manos.
–Por favor…– suplicó de nuevo, sin saber que más podría decir. Se mordió el labio inferior y lo miró tan compungida como nunca antes. Sin embargo sentía que la ira lo recorría y que podría morir esa misma noche. Era por eso que lo había citado allí, para que al menos su cuerpo no fuese encontrado en cualquier calle como si fuera una mujerzuela de las que se encuentran muertas cada noche. De nuevo actuaba en favor de otros, por el honor de los suyos.
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Mensaje por Lukian d'Auxerre Lun Nov 03, 2014 10:41 pm

He dejado de sentirme real. Siento como si pudiera desaparecer.
Gillian Flynn


Y ahí estaban ambos, solos y a la vez acompañados de los deberes de Karla, el compromiso y su deber para con la familia. Mientras que Dorian seguía creyéndola únicamente suya, como esperaba que lo fuera por mucho tiempo más. Fue ingenuo de su parte creer que aquella ratoncilla lograría escapar durante más tiempo y aunque se decía a si mismo que llegaría el momento en que debería compartir a esa humana con alguien más, nunca s había planteado la posibilidad de que fuera en un futuro realmente cercano. Estaba perdido en ella y mucho más perdido que nunca sin ella, pero Karla no sabía nada de eso por el simple y sencillo motivo de que se mantuvo distante y hasta ausente de lo que ella pudiera haber sentido, todo para mantener la ridícula y nada real  certeza de que de esa manera, la mortal no podría tocarle más y no terminaría involucrado con ella más de lo que creía ya estaba.

La seriedad en Karla le parecía normal, mucho más cuando confirmaba que lo que hablarían si era una cuestión importante.
Bien, entonces te escucho – la sonrisa se mantenía en sus labios y las ideas sobre el posible rumbo que llevaría la conversación comenzaron a asaltarle, sin dar realmente en la diana de la realidad que comenzaba a envolverles lentamente.

Su atención fluctúo en un inicio entre las caricias en su mano y el sonido de su nombre al ser pronunciado por la Sartre. Se enfoco entonces de nuevo en ella y en ese rostro que de alguna manera parecía lleno de dolor y se sintió culpable de ello. Siempre era un cretino cuando se trataba de ella pero cuando Karla le recordó su primer encuentro, volvió a sentirse un poco mejor.
Claro que lo recuerdo, hasta te dije que quizás debería hablar yo con tus abuelos aunque…– se encogió de hombros sin decir nada más, pues todo estaba de sobra. Si pensaba en la primera vez que vio a la Sartre, estaba seguro de que era la mujer humana más perfecta del mundo e incluso en esos momentos lo pensaba; parte de él había temido aferrarse y necesitar de más a alguien que quizás tarde o temprano terminaría muriendo, pero Karla se aferro a él de una manera tan extraña que ahora le orillaba a aceptar que la quería más que a nadie.

La paz y la cercana felicidad que había experimentado comenzaron a desvanecerse. Primero había sido la parte del “Voy a casarme” quizás eso hubiera sido algo más soportable, pero las siguientes palabras fueron las que hicieron que la furia comenzara a correrle por el cuerpo. Mantenía los ojos fijos en Karla, sin aceptar para nada que ella estuviera pidiendo eso. Trato de concentrarse, de suponer que todo eso era un simple error y que quizás estaba alucinando de alguna manera muy extraña y perversa; pero no, el calor de los dedos de la mortal en sus manos le confirmaron que todo estaba sucediendo realmente y la ira en su interior llego a un punto critico cuando de los labios de su amada humana escucho un “por favor”.  En su mente todo parecía estar adquiriendo el tono carmín de la sangre y el único pensamiento coherente era que no debía hacerle daño a Karla y sin embargo era quien más cercana se encontraba a él.

Alejo la mano de golpe y se levanto de aquel sofá, no emitió palabra alguna debido a la certeza de que si abría la boca siquiera un poco, terminaría emitiendo un grito cargado de toda la rabia y frustración que sentía en su interior. En cambio, se acerco a una mesita de noche que se hallaba en una orilla de aquella habitación donde se hallaban y de un movimiento veloz termino por lanzarla hacía una pared, haciendo que la mesa se rompiera y astillara; con los deseos de destrucción presentes en su mente, termino por tomar cualquier cosa que se atravesara en su camino para destruirle, omitiendo en todo momento el sillón o la humana que se encontraba en él. El d’Auxerre destruyó varías de las cosas en aquel departamento e incluso hizo un agujero a la pared que daba a un pequeño cuarto, todo después de darle con el puño y únicamente después de estar seguro que no era una amenaza se acerco de nuevo a Karla e inclinando su cuerpo hasta que ambos rostros quedaron muy cerca, le tomo del rostro, sin hacerle daño como en otra circunstancia hubiera hecho.
¿Quién es ese hombre? ¿Te alejas de mi solo porque no sabrás como ocultarle las mordidas o es acaso por qué me odias? – la ira daba paso a algo más, la decepción y no de ella, sino de él mismo – ¿Por qué me haces esto ahora? ¿No ves lo que me haces? – Estaba seguro que ni siquiera él podía saber exactamente cuanto estaba sufriendo en esos momentos. Todo era peor incluso que cuando perdió a Lorian y eso para él, ya era demasiado. Suspiro y le miro fijamente, dedicando a ella una sonrisa que dejaba ver más su confusión y su dolor – Karla, no me dejes – Sus palabras eran más bien un susurro, una suplica que antes no había creído necesaria y antes de que ella dijera que aún así iba a dejarle fue que la beso como siempre tuvo ganas de hacerlo, pero como nunca se atrevió.
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Mensaje por Karla Marquand Lun Nov 03, 2014 11:25 pm

"Claro que era una tonta. Pasaba por encima de su propio infierno para calmar el de él"

La mente de Karla iba y venía de ella a Dorian, a su sangre, a su familia, a su prometido, a su amor, a la ira de él, a su posible muerte, a los riesgos, a la vida que se le había escapado entre los dedos sin siquiera darse cuenta, a todo lo que no era capaz de describir con palabras y a las palabras que se le quedaban en la garganta. Todo era caos en su cabeza.

La amabilidad y atención repentina del inmortal la asustaba todavía más. No confiaba en sus cambios bruscos y menos cuando iba a pedirle algo como lo que pediría. Aunque quizás él se riera y se fuera diciéndole que le daba igual, que tendría que ver cómo se las arreglaba para asistir o la mataría a ella y a todos. Ya lo había hecho una vez ¿Qué más daba una segunda? Tal vez Karla se daba demasiada importancia en medio de aquella situación.


–Sí, esa fue la primera broma que me hiciste– dijo por lo bajo. Sonó a reclamo, pero a uno que dolía dado el giro que habían dado las emociones de la Sartre desde que él apareciera. Desde el principio sabía que él bromeaba, pero mencionarlo ahora sólo lo hacía peor. ¿Cómo se había llegado a enamorar de aquél que le marcaba el cuerpo y la vida con moretones? Los del cuerpo iban y venían, pero la joven alegre que fuera antes ya poco aparecía. Se pasaba horas y horas pensando en que no debía hacer o sentir ciertas cosas, en que él era demasiado peligroso para ella y su entorno entero. Jamás debió regresar de Inglaterra y quizás a quien debió rogar fue a Alan para que a plena luz del día se la llevara de nuevo allí, a ese país de donde también era él y donde había sido erigido barón. Dorian no la buscaría más allá de su casa, de eso creía estar segura. Pero suplicarle a sus abuelos que también viajaran era otro asunto. Ellos no iban a acceder, ellos continuarían en riesgo.

El cambio en el semblante de Dorian fue algo que no imaginó en esa magnitud. Lo había visto serio, irónico, sarcástico, burlón, frío, de todo, pero no con esa expresión tan mortal que heló por completo a Karla. Incluso estuvo segura que la tensión se le había ido al piso y se sintió tan helada como mareada. Él le apartó de golpe la mano y ella se acarició con la otra mano, de modo automático. La fuerza mal calculada en él habría podido hasta quebrarle la mano, pero por suerte no había sido más que un simple golpe. Aun así, no le apartó la mirada. Lo observó caminar a zancadas firmes y empezar a destruir lo que encontraba a su paso. El lugar no importaba, finalmente podía parecer un intento de robo, sin embargo sí temía que en algún momento la atacada fuera ella.

Los muebles no necesitaban impactar para deshacerse, ya lo hacían en cuanto él los sujetaba. Su fuerza fue mostrada en aquél acto de rabia que realmente Karla no entendía y se obligó a ahogar un grito cuando incluso perforó la pared de un solo golpe. Quiso levantarse, intentar calmarlo, pero nada podía hacer ella sin salir lastimada. Como siempre, se obligó a callar, a observar las consecuencias de sus actos, de su picardía al querer escapar y haber encontrado una trampa. Y, cuando lo vio acercarse, el temor la recorrió aún más y casi sintió castañetear sus dientes por el efecto que el desastre le infundía. No obstante cuando le tomó del rostro fue más delicado que nunca, más que las veces en que se alimentaba y la agarraba de cualquier manera. Ella lo miró a los ojos y las lágrimas se le desbordaron inevitablemente.
–Es un hombre importante de Inglaterra. Lo eligieron mis padres. – Se justificó con justa causa pero sin razón aparente –Es médico, se va a dar cuenta... – susurró sin contestar a la mitad de la pregunta. Ella no lo odiaba, pero tampoco podía decirle que lo amaba porque él se lo había prohibido. Sin mencionar que ese no era el orden de las cosas. –No te hago nada. Tú lo sabes– dijo llorando, queriendo reclamar que era él quien la destruía toda y la llevaba a amar aquél desastre. ¿Por qué le decía todo eso él? ¿No se podía alimentar de otra y ya? –No quiero que te pongas así– musitó como una tonta y le acarició la mejilla a ojos cerrados. Le mantuvo la palma allí, sobre la barba mientras se obligaba a calmarse. Fue así que le miró de nuevo y las palabras en él de nuevo la sorprendieron. Quiso decir algo aunque no supo qué, pero los labios de él la callaron y, mientras las lágrimas fluían de nuevo, le respondió aquél beso con tal ternura que nadie que los viera por primera vez, podría distinguir quien era realmente la víctima. Si no había sido capaz de decirle nada, aquél acto que él mismo había iniciado lo haría.
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Mensaje por Lukian d'Auxerre Mar Nov 04, 2014 10:13 pm

Ahora dame un beso furtivo... como si nos acabáramos de casar
Gillian Flynn


Una noche tranquila y sin ningún cambio notable dejaba ahora a ambos en un departamento. Dorian la observaba con atención pero era algo diferente a la manera en que la observara las noches antes en las que iba con el único propósito de alimentarse y después dejarla en la soledad de las calles. Los planes para Karla, desde la mente del d’Auxerre habían sufrido un cambio radical.

¿Broma? ¿Dije en algún momento que era una broma? – suspiro con algo de verdadero pesar que ocultaba detrás de una mascara de aspecto bromista. La primera vez que se encontraran había hablado con real seriedad sobre eso, pero el rumbo de la conversación y sus pensamientos aquella noche, tomaron un rumbo más oscuro, uno en donde cerraba su posible debilidad a sucumbir a Karla en ese preciso momento, supliendo todo por una frialdad y una manera de actuar demasiado ruda. En realidad sus primeras ideas no desaparecieron del todo y ante aquellas primeras palabras de la mortal, creía que sería una verdadera buena idea ver la manera de hablar con su abuelos, ligarla a él de tal forma que se quedara a su lado siempre. El clan paso por su mente apenas como un destello, creía que todos aceptarían lo que hiciera y estaba seguro de que tarde o temprano, de llevar a termino sus planes, la Sartre acabaría por ser un ser de la noche, tal y como lo era él.

Nada de lo que pensara le preparo para la confesión, las palabras que le hicieron sentirse morir una vez más. Perecía lentamente estarse desmoronando, en aquella habitación donde las cosas eran destrozadas en cuanto las tomaba, sin que prestara atención a si eran algo de apariencia valiosa o apenas algo que dejaran ahí para que no se viera todo tan vació. Con cada cosa que se destruía parte de su ira se desvanecía dejando un vació en su interior que necesitaba llenar de manera urgente con la presencia y cercanía de Karla. Que complicado sería eso, tomando en cuenta que ella le decía que estaba ahí para pedirle que le dejara ir, que no podía ocultar cosas a su futuro marido cuando quien deseaba pasar el tiempo al lado de ella, más que de cualquier otra persona era justamente Dorian.

Una vez que algo parecido a la calma le inundo, dirigió la mirada en dirección a la mortal y los latidos del corazón asustado de la joven retumbaban en su mente. Se encontraban ambos tan cerca y tan lejos, que con cada paso que le acercaba a ella se lastimaba a si mismo. Tomo aquel rostro entre sus manos, sentía la suavidad de la piel de Karla y el calor que despedía su piel contra la frialdad del d’Auxerre. Eran polos opuestos, algo que nunca podría llegar a ser y a lo cual Dorian se aferraba más que a nada. Pregunto con verdadero interés de saber acerca de aquel hombre que estaba arrebatando de sus manos a la mujer más preciada den la existencia del inmortal; quiso consolarle cuando las lágrimas surcaban las mejillas femeninas y se deslizaban por parte de sus dedos; aún así, el dolor que sentía era mucho mayor y se limito primero a escuchar como la voz de Karla le daba explicaciones.
Dame un nombre, ¿Cómo se llama ese “hombre importante”? – el odio en su voz no estaba orientado en dirección a ella, sino en el de aquel individuo que se la llevaría lejos de su lado y a quien nunca podría perdonar, de ser posible, lo mataría. No dijo que le odiaba, así que eso le tranquilizo al menos un poco. Apretó los dientes con fuerza porque lo que la Sartre decía era cierto, al menos en parte. Nunca Karla le hizo algo, al menos no que ella supiera y aún así, sentía que le traicionaba. El calor que llego a su mejilla por medio de aquella caricia le dejaba la necesidad de estar cerca de ella toda esa noche, de llenarse del aroma de la mortal y tratar de aminorar su frío con el calor que despedía – ¿Cómo quieres que me ponga? Estas dejándome y lo peor es que dices que no haces nada cuando – cuando hacía todo, eso se ahogo en su garganta y lo que salió en lugar de eso fue aquella suplica que no recibió respuesta al ser acallada con sus labios.

La creencia de que iba a morir se desvaneció. Dorian d’Auxerre se encontraba más vivo que nunca mientras besaba a aquella humana que le respondía sin vacilación alguna y de cierta manera le dejaba en claro que no era el único que sufría en aquellos momentos, porque tampoco era el único que amaba y eso, fue lo mejor de todo. Sin poder ni querer despegarse del todo de ella se obligo a apartar los labios lo suficiente como para hablar nuevamente.
¿Me dejaras? – pregunto, observando aquel par de ojos con cierto temor aún de que ella se mantuviese firme – Si lo que no quieres es tener que ocultar las marcas, no te morderé más, no me es necesario hacerlo pero quédate conmigo Karla – sus labios volvieron a besar los ajenos, depositando besos cortos en ellos – Te necesito a mi lado, no tienes idea de cuanto – confeso entre aquel acto que hacía y que parecía dejar un poco más claro que hablaba con la verdad. Supliría las mordidas por los besos, los maltratos por cuidados; todo porque ella era la mujer que no deseaba perder.
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Mensaje por Karla Marquand Lun Nov 17, 2014 12:30 am

"Me destrozaste la vida y te quedaste con los pedazos"

Todo era un caos en la vida de Karla. La mitad se la había labrado ella y la otra mitad, sus padres. No sabía cómo es que se había atrevido a llevar a Dorian a ese lugar para suplicarle algo, aun cuando tenía claro que él hacía caso omiso a prácticamente todas sus súplicas. —¿Cómo iba a pensar que no era un broma luego de lo que pasó esa noche? Jamás me has tratado bien, Dorian, excepto cuando creí que eras humano ¿Cómo puedo discernir el bien en ti? — era extremadamente sincera porque ya la angustia sobre el futuro la sobrecogía lo suficiente como para expresarse de ese modo. Ya no había más que perder, a menos que, como al principio, él amenazara con dañar a su familia y, en un futuro muy cercano, eso incluía a Alan.

Fue por ello que sintió terror cuando Dorian preguntó el nombre de quien sería su esposo. De modo veloz se imaginó enviudando tan joven y la idea le pareció todavía más triste. El vampiro parecía sólo traer desgracia sobre el corazón de Karla, y aun así y todo lo amaba sin entender por qué.
—¿Qué importa cómo se llama? — Respondió aún con lágrimas en los ojos —Me casaran con él o con cualquiera que les parezca y tendría que pedirte lo mismo. Por favor, Dorian, mis súplicas jamás han servido de nada, pero te pido por favor que me dejes ir, que busques alguien más de quien alimentarte— no pudo agregar más, ni siquiera estaba segura si suplicarle valdría de algo y tampoco tenía claro si lo estaba o no haciendo bien. Él preguntaba con odio, con el mismo que había destruido una buena parte de los muebles y paredes de la sala, y esa cercanía luego de la erupción de su ira le generaba terror a Karla. Aunque ella siempre había estado preparada para morir en brazos de él, por causa de él.

—Tú me robaste mi vida y me la quitas cada noche que bebes de mí y me dejas tus manos marcadas en el cuerpo como moretones que tardan días en desaparecer y que nunca notas. Podrías matar a mi familia o a mí en cualquier momento y aun así jamás te negué nada. Dime entonces qué es lo que yo hago. Explícame lo que no entiendo porque te juro que me destruiste— Le dijo desesperada, sin parar de llorar y hablándole como nunca. Ella se había guardado todo y eso había colapsado para aquél momento. Los dos habían explotado de modos distintos, pero la verdad salía  a la luz con tal fuerza, que podría ponerlos peor en cada destello.

¿Por qué, entonces, la besaba y por qué ella le respondía? Nada era comprensible a primera vista y seguramente ellos, o al menos Karla, tampoco lo comprendía. Cuando él alejó los labios, ella se inclinó de nuevo hacia atrás y se entrelazó con fuerza sus propias manos, sobre el regazo, ese mismo que algún día tendría que darle hijos al que nombraran su prometido y los cuales estarían en peligro si Dorian seguía en su vida. Cuando él retomó sus besos, cortos e incluso cariñosos, ella giró el rostro y volvió a llorar
—No me mientas más, Dorian, me estás matando, ya es suficiente, por favor, déjame ir. No sé cómo escapar para alimentarte, no sé cómo podré evadir la seguridad que tiene ya mi prometido. No sé cómo ocultarle marcas al que será mi esposo y mi estado de salud a alguien que también es médico— el llanto le impidió seguir hablando y se recostó desconsolada en el sillón, llorando destruida al creer que él le mentía y que su manipulación llegaba a tal punto, que era capaz de aprovechar los sentimientos de ella para obtener beneficios propios. —No me necesitas, jamás me has necesitado y lo que yo te doy te lo pueden dar muchos. Me elegiste como tu víctima y ese es mi problema. Me has maltratado de todas las formas posibles por meses y aun así incumplí lo que me pediste. Me enamoré de mi verdugo, y eso sólo me hace más idiota de lo que siempre me hiciste sentir.— confesó aquello para que la matara de una vez, para que se enojara e hiciera lo que siempre pareció querer. Era demasiado, le dolía la vida entera y se estaba desmoronando toda frente a quien empezó el desastre. No era con quien debía desahogarse, pero ya no podía evitarlo. El velo había caído, el desastre lloraba sin remedio sobre un sillón tan lleno de polvo como su propia alegría.
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Mensaje por Lukian d'Auxerre Lun Nov 17, 2014 5:47 pm

El amor hace que quieras ser un hombre mejor, vale, de acuerdo. Pero a lo mejor el amor, el verdadero amor, también te autoriza para ser simplemente el hombre que eres
Gillian Flynn

Era el villano de u cuento de hadas infantil, un villano que quería sentirse en realidad príncipe. ¿Qué clase de príncipe podría ser? Era un vampiro, quitaba la vida a las personas de a poco y con Karla no era la excepción. La muchacha vivaracha que encontrara en los jardines del palacio royal, jugando de manera inocente era ahora una cautiva por medio de sus mentiras y amenazas, ella nunca había deseado estar de esa manera y él en su insistencia y necesidad de tenerla le había arrancado las alas, impidiendo que la criatura libre fuera una más de sus presas, una que se agotaba de a poco. Las palabras de Karla eran más como un reclamo que sabía merecerse a la perfección. Él mismo había optado por no tratarle bien, sabía de los riesgos que corría de haberlo hecho y aún tratándole fríamente, como si la humana fuera un mero objeto; el calor de la Sartre se había hecho espacio en Dorian.
Desde un inicio hable en bromas de las cosas, pero ya debes de saber para este punto parte de las diferencias de cuando digo algo de verdad y de mentira – No contaba más que con esa ridícula excusa para tratar de convencerla de algo que era imposible; la verdad era lo mejor y aún así no podía decirla, no aún.

Tenía que comenzar a ser sincero con ella, la destrucción de aquel departamento no le serviría para nada si es que al final ella terminaba por dejarle. Estaba terriblemente afectado por la noticia que Karla le daba y las suplicas que hacía respecto a que la dejara ir solo aumentaban su frustración y dolor.
A mi me importa saber su nombre, así que dime – Las suplicas de Karla claro que significaban algo, con cada palabra destrozaba la seguridad que antes tenía Dorian y le cercioraban de la peor manera que podía existir que la necesitaba más que a nadie. Negaba ante sus palabras con firmeza, buscar alguien más era imposible. Ninguna otra mujer podría llenar el vacío que ella dejaría su es que optaba realmente por irse y el d’Auxerre no iría tras de ella si es que al final de todo le dejaba. No era capaz de provocarle más dolor a esa humana.

Me doy cuenta de lo que hago, sé que con mi fuerza soy capaz de matarte si es que no me controlo pero no podía hacer otra cosa, cuando estoy cerca de ti mi necesidad es excesiva y de la única forma en que puedo tenerte para mi y sentirte mía es cuando bebo tu sangre – desde la primera vez que saboreara su sangre esas ideas circularon su mente y se mantuvieron hasta esa misma noche en que planeaba aceptarle que pese a las reglas impuestas, la quería en demasía. Quería tenerla de otra manera, ya no solamente soñarla con que era de él sino que verdaderamente lo fuera. Sueños ridículos que un vampiro no podía tener y por sus actos ahora debía enfrentar las consecuencias – Tampoco te mataría, ni a ti ni a tu familia. Entiende que amenazarte fue la primera idea que tuve para que debieras estar a mi lado y explicarte ahora las cosas algo complicado, no tienes idea de cuan difícil es todo.

Que creyera que le mentía no era de extrañar, lo hizo demasiado tiempo por lo que sus palabras ahora serian lanzadas a un saco roto, que primero necesitaba ser compuesto para que ella entendiera que lo que Dorian decía era nada más que la verdad.
Sí lo que deseas es irte no voy a impedirte que lo hagas, ni siquiera te seguiría pero te pido de verdad que no me dejes. No te miento al decirte que no necesito que me des tu sangre, no volveré a dejar marcas en tu cuerpo y eso también es una verdad – La culpa le lleno por dentro al ver las lagrimas de la mortal y lo que escucho después además de estar cargado del dolor que ella experimentara, también llevo a Dorian a ver una luz que no había creído posible y se acerco aún más a ella, tratando de cubrir con su cuerpo a la Sartre – Te necesito de verdad Karla, no porque te haya escogido como víctima porque desde un principio fuiste más que eso. Debes comprender que soy algo complicado y hasta a mi me cuesta descubrir que es lo que deseo en realidad. Tu no eres la única que ha sufrido este tiempo porque yo quería detener todo antes de que no pudiera escapar más de ti – sonrió sintiéndose un completo idiota – aquí entre nosotros, yo he sido primero tu presa porque me cautivaste con tu mirada y sonrisa al punto de no dejarte querer ser para ningún otro; ahora estas comprometida y no puedo hacer nada al respecto. Aún así me has hecho feliz porque ahora se que no soy el único que ha incumplido con nuestro contrato – le busco el rostro para hacer que le observara, que viera la verdad en sus ojos y que se cerciorara de que lo que decía era nada más que lo que sentía –  Yo estoy enamorado de ti Karla, así que no me dejes, permanece a mi lado que no voy a dañarte nunca más – Que se quedara a su lado o que se fuera de una buena vez. El inmortal no toleraba desconocer como terminaría todo.
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Mensaje por Karla Marquand Sáb Dic 13, 2014 11:05 pm

"Has estado en mi vida el tiempo suficiente para cambiarla,
para demostrarme lo efímero de la felicidad"

Dorian era como un niño que encuentra una araña que le gusta y pretende atraparla. Observa sus colores, su forma, su modo de moverse y la captura en algún frasco donde pueda verla cada vez que quiere. Pero luego, al darse cuenta que es más fuerte que ella y que le gusta aún más, la saca de su frasco habitual y le va arrancando una a una las patas para conocerla. Hasta que muere. Y así, justo como la araña, se sentía Karla, que se perdía a sí misma en cada cosa a la que la obligaban otros. —No te conozco, Dorian ¿Cómo podría saber cuándo me mientes y cuando no? Ahora todo se convierte en una mentira mucho mayor— espetó con el dolor que expresa cualquiera al sentirse engañado. Primero la había hecho sentir valiosa, luego como un objeto, después como una esclava y ahora tiraba todo eso por la borda ¿Cómo podía entonces creerle?

En cierto modo, Karla esperaba que el acabose aconteciera pronto. Suponía que Dorian no había mermado su ira sino que más bien esa aparente calma sólo era el ojo del huracán. Uno que arrasaría con todo tarde o temprano. También sabía lo que estaba bien y lo que estaba mal, pero su corazón se inclinaba insanamente hacia la catástrofe y lo que temía era no poder alejarse, y eso, sería aún pero que su muerte. Y dentro de lo que estaba bien, sabía que mencionar nombres era condenarlos a caer en manos del asesino. Ella amaba a ese asesino, sí, pero no podría cargar con la muerte de nadie en su conciencia.
—No. No voy a decirte su nombre— respondió con la firmeza que le faltaba unas veces y le sobraba otras.

—Vas a matarme ¿Lo sabes, verdad? Siempre creo que algún día terminarás conmigo mientras te haces fuerte. Otras veces, cuando me siento más débil, creo que será mientras duermo y dejo que mi cuerpo se relaje para siempre— murmuró ocultando los problemas de sangre que había sufrido cuando era niña y lo cual fue el motivo por el que sus padres la trasladaran a Inglaterra. Pero ¿Qué importancia habría tenido mencionarlo? A Dorian no le importaba nadie más que él, y eso para la humana era todo.

Poco a poco la confusión aumentaba a pesar que sus ideas se iban confirmando. Incluso sintió rabia, pero en vez de reaccionar cómo él, apenas lloraba, frustrada, impotente
—Me mentiste para mantenerme contigo cuando no necesitabas hacer algo como eso. Me tenías fascinada en el laberinto, pero luego sucedió lo que siempre creo que pasa…— suspiró —Veo la luz en ti, pero cuando eso pasa, ésta se torna oscura. Te has convertido siempre en la sombra de lo que creo y, no puedo hacer nada para mantenerlo. Tú no quieres salvarte y te hundes llevándome contigo, atándome con unas cadenas que no creíste formar y de las que yo me di cuenta tarde— su voz era casi un susurro y de hecho ni siquiera miraba ya a Dorian. Se sentía como mil pedazos de vidrio bajo la piel, unos que el vampiro había puesto y sobre los cuales la dejaba sangrar diciéndole que no estaban ahí, que nada era cierto.

Estando acostada en el sillón, como si hubiera perdido la fuerza, cerró los ojos, con el corazón latiéndole rápido aún pero serenándose al tiempo de un modo poco común
—Tú sabes tan bien como yo que tengo que huir, que es tarde para detener el proceso. Yo hubiera estado cerca de ti, para ti, pero estas mentiras me confunden. Tengo que salvar mi sangre, mi corazón de todo lo que has roto. Tengo que recoger estas piezas— la voz le sonaba a cansancio, al punto que se podría creer que se iba a quedar dormida, pero estaba muy atenta; incluso cuando el inmortal buscó que ella lo observara luego de contar su versión de la historia, ella abrió los ojos que parecían más pequeños a causa de su temor y llanto y parpadeó agotada, pero mirándolo —Sólo dime porque me has lastimado tanto si de verdad estabas enamorado de mí. Te temo, eso también siento, porque creo que tu amor podrá destrozarme pronto—.
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Mensaje por Lukian d'Auxerre Sáb Dic 27, 2014 11:49 pm

¿Sabes por qué los muertos solo salen por la noche, cachorrito? Porque es más fácil parecer real en la oscuridad.
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No se la merecía, nunca se la había merecido y esa era la única verdad. Pese a que la necesitara, pese a que la amara más que a si mismo y a la necesidad de cualquier otra cosa, no era él quien debía sanar sus heridas. Lo mejor era dejarle ir con aquel hombre que seguramente le curaría, no le dejaría marcas como las que él le hacía en el cuerpo y la trataría como la mujer valiosa que era. Aún conociendo todo eso, no podía dejarle ir. La quería al punto de parecer un enfermo, implorando porque la Sartre creyera sus palabras que eran la verdad oculta detrás de todos los maltratos, detrás de todas las malas palabras y de todo cuanto había hecho.
No te miento, ¿Qué necesitas que haga para que lo entiendas? Dime lo que necesitas para creerme y haré lo que sea, cualquier cosa que pidas, únicamente no me dejes y no me pidas que me aleje de ti porque eso es igual a pedirme que muera – estaba dispuesto a todo por ella y se lo demostraría de una manera u otra.

Frunció el ceño al saber que sus intentos por conocer el nombre del hombre que se la llevaría de su lado, serían infructuosos y con todo eso, no planeaba darse por vencido. Conocería la identidad de aquel hombre a como diera lugar.
No me lo digas entonces, igual sé que lo descubriré tarde o temprano sin la necesidad de que hayas sido tu quien me hable de él – sería sencillo, solo necesitaba vigilar los movimientos de la familia y para eso Brönte tenía sus contactos, que en casos como ese ayudaban en demasía.

Negó al temor de Karla de que la terminaría matando. Antes había creído que sería de esa manera, hasta que de manera paulatina se dio cuenta de que terminar con la Sartre sería como terminar con él mismo. No podía imaginar sus noches sin ver aquella mujer y prefería mil veces exponerse el mismo al sol, antes de saber que su existencia se vería privada de la presencia femenina que le cautivara desde el instante en que poso sus ojos en ella.
No digas eso, yo no voy a matarte. No podría hacer algo así Karla y he de admitir que en principio pensaba que sería de esa manera pero ahora sé que no – le miraba con el dolor de quien sabe ha obrado mal y obtiene lo que merece – Soy incapaz de hacerte daño, incluso ahora que sería el momento en que más probablemente podría dañarte te haré nada – suspiro con pesar. Tenía una enorme carga sobre él mismo que nada más que él se otorgo y que si Karla le creía, desaparecería del todo.

Yo no sabía que no requería de mentirte para tenerte a mi lado. Creí que escaparías de mi en cuento pudieras y no quería perderte en aquellos momentos, no quiero perderte ahora y no quiero hacerlo nunca – ¿Qué podía hacer? Se prometía no dañarla y sin embargo lo seguía haciendo de una manera u otra y no podía tolerarlo – Déjame enmendar todo, no haré nada que no quieras, las cosas se hagan a tu manera – se acercaba a ella, imploraba porque le creyera y su voz era la más lamentable que escuchara de si mismo y eso no le importaba, Karla era la única por la que podía ser de esa manera – Nos hemos atado el uno al otro y eso no podemos evitarlo. Nos destruiremos mutuamente si es que nos mantenemos alejados y lo sabes a la perfección – existían uniones que sin esperarse se volvían fuertes; la suya había resultado de esas, sin que alguno de los dos lo planeara desde el inicio.

Las mentiras hacían daño a ambos y la verdad era lo único que les mantendría un poco más juntos. Eso era lo que rondaba la mente de Dorian así que le sonrío a la mortal que tanto quería y le acaricio con suavidad la mejilla.
Pues porque soy un idiota Karla, no sabía como hacer para que te quedaras cerca de mi y creí que de esa manera te mantendría atada a mi; de haber sabido que no era necesario, nunca hubiera actuado de esa manera – negó – No voy a lastimarte más, eres más importante que cualquier otra persona para mi, más que los míos y quiero mostrarte que eso es verdad. Prefiero terminar sin existir que volver a hacerte daño – pegó su frente a la ajena y cerro los ojos. La cercanía de la mortal le mantenía cuerdo, tranquilo. La Sartre era todo lo que necesitaba y más.
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Mensaje por Karla Marquand Vie Ene 09, 2015 10:34 pm

"Comenzaron a sufrir juntos y supieron que era en serio"

Karla no sólo sentía que el corazón se le desbocaba, sino que también tenía la sensación que a sus pensamientos les sucedía exactamente lo mismo. Quería creerle, en el fondo anhelaba creerle para dar fin a la pesadilla de ser alimento y objeto de otro quien la veía como esas relaciones costo-beneficio —Puedes vivir sin mi sangre, sin mí. Vive como antes que me conocieras porque sé que alguien más puede alimentarte y ¿Sabes qué? No dudo que conozcas a alguien tan idiota como yo que sea capaz de amarte pese a todo lo que has hecho. Quiero ver la bondad en ti como siempre he intentado y si la hay, busca a alguien más. Más fuerte, menos temeroso y con el carácter que a mí me falta— decirle todo lo que le estaba diciendo esa noche le dolía, más que todas las veces en las que él se alimentó y la dejó como si no le importara. Sabía de antemano que aquella noche sería difícil, pero se imaginaba un curso distinto fruto de la complicación.

—¿Qué harás cuando sepas quién es? ¿Vas a matarlo? —
especuló en susurró sin querer mirarlo, sintiendo un temor tan vasto que sólo podía ser resultado de sentirse culpable a pesar de ser la más inocente. Era ella de quien se alimentaban, a quien obligaban a casar con un hombre mucho mayor que ella y con el suficiente status social como para llevarla a una vida rodeada de obligaciones y modales intachables durante toda su vida. No era que Karla fuera una joven maleducada, más bien era lo contrario, pero la situación con su futuro esposo la obligaba a abandonar la juventud para convertirse en una dama que cuida de no cometer errores.

—Aliméntate de mí como despedida y bebe cuanto quieras. Incluso continúa si desfallezco en tus brazos y mi corazón palpita débil. Bebe como si fuera tuyo, porque así es. Y no me digas que no eres capaz de hacerme daño, porque eso has hecho y ya no hay remedio. Pero no es del todo tu culpa, porque jamás me diste una sola señal para creer que me amabas. Nunca me sentí querida por ti y aun así me dispuse para ti como si anhelara en tus brazos la muerte. Y sé que te hablo mucho ahora, como no hice nunca por temor a verte más enojado que de costumbre a pesar de tus risas. Tal vez te conocí mal, te interpreté tan mal todo que ahora no puedo detenerme para dejar de decirte todo lo que me he guardado. Y soy una tonta, porque soy como un ratoncillo que no quiere salir de las fauces del gato— al final se sintió ahogada, pero habló desde el fondo de ese corazón hecho trizas. Deseaba que se congelara, que dejara de sentir y viera su futuro matrimonio como un negocio y su actual relación con Dorian como el punto final de lo que fuera su vida. Vida, esa palabra le resonaba en la mente. —Es mejor alejarnos ahora— suspiró y le buscó la mirada —Yo no soy inmortal, Dorian. No somos iguales y algún día voy a morir— declaró como si fuera un desafortunado juicio —Envejeceré y mi sangre no te sabrá como ahora. Quizás enferme o muera joven en cualquier incidente del destino. Mi destino es morir y lo sabes…—.

Pero ¿Podría realmente sentirse destruida sin tenerlo a él? No sabía responderse. Por un lado, estaba el hecho de mejorar su salud y recobrar las fuerzas que le venían faltando. Por otra, podía sentirse bien en su compañía –si es que cambiaba- y las cosas con Alan no iban como esperaban que fuera. Pero no podía hacerlo, si aquél hombre era tan bueno como aparentaba, ella no podía traicionarlo de ningún modo. Había sido criada así y su moral no le permitía desviarse. Menos aun cuando Dorian le hacía mal a pesar que lo amaba.

Cuando él se acomodó a su lado y pegó su frente a la de ella, la mano de Karla fue al cabello de Dorian, para acariciarlo como solía hacerlo mientras él bebía de ella
—Anda, bebe— le susurró con cariño como si sintiera la necesidad de alimentarlo. Era extraño, hasta ahora no había sentido que aquél acto masoquista se sentía como una necesidad, como la única cercanía que lograría ella con Dorian d’Auxerre.
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Mensaje por Lukian d'Auxerre Dom Ene 11, 2015 9:59 pm

Entrelacé mis dedos con los suyos y sentí la calidez de sus manos como una forma de consuelo.
Jojo Moyes

Puedo vivir sin tu sangre, eso es seguro, me alimentaria de cualquier otro humano con tal de no hacerte daño nuevamente; existir sin ti es en cambio algo imposible. No puedo estar sin ti ¿No entiendes que de verdad te necesito? – se rió ante las palabras que escuchaban sus oídos pero que él se negaba a creer – No puedo volver a vivir como antes, ni hacer como que no me importas y como que me da igual que desaparezcas. No quiero a nadie más que no seas tu – hacerse entender era tan complicado, que Karla le creyera le parecía cada vez más imposible y a pesar de eso no podía darse por vencido. Dejarla irse era renunciar, aceptar que no le buscaría nunca más y no planeaba eso. Dorian deseaba ver a la Sartre tanto tiempo como pudiera, incluso estaba dispuesto a volverla inmortal con tal de tenerla a su lado. Era un terco además, porque las palabras de Karla le herían un corazón que ya no latía y continuaba ahí, aferrado a ella, dandole un control sobre él como nadie lo tenía ni lo tendría nunca.

Todo eso dependería de ti, ya te dije que no haré nada que no te guste – Sus ojos buscaban los ajenos, tratando de encontrar en ellos la certeza de que le creía – No puedo decirte que no deseo asesinarlo pero lo haré solo si me dices que eso es lo que quieres; yo quiero hacerlo porque de esa manera te tendría únicamente para mi, podría hacer lo que te dije en un principio y entonces nadie me separaría de ti – y eso era la verdad. Si es que Karla le pedía que matara a su prometido, Dorian lo haría gustoso, pero en el fondo sabía bien que su ratoncilla era demasiado buena, ella jamás pediría algo como eso, mucho menos cuando parecía demostrar tanto temor a decirle el nombre del prometido. No importaba realmente quien fuera o lo que fuera, ese hombre ya estaba en su lista negra y lo estaría siempre; aún así, la vida de ese hombre no estaba únicamente en las manos del inmortal sino que se la dejaba a Karla para que ella decidiera, para demostrarle que de verdad haría lo que fuera por ella.

La escucho con atención, lamentando cada palabra que salía de los labios femeninos como si fueran sus propios labios los que dijeran aquellas cosas. La lastimo, le uso de maneras que nunca debió, le cerro el corazón a las creencias y cubrir las verdades con mentiras demasiado duras de traspasarse, ahora estaba pagando con creces los actos cometidos y Karla se le ofrecía como siempre lo había hecho, de una manera tan incondicional que era imposible que él pudiera superar el amor que ella sentía por él y sin embargo a su manera lo hacía. En todo su tiempo ya fuera como humano o como inmortal, a pesar de todas esas veces que creo encontrar a una mujer capaz de hacerle olvidarse hasta de el mismo la verdad era que no hubo amor como el que ahora sentía por la Sartre. Ella era única en su estilo, se había adentrado en Dorian y al parecer con cada palabra de despedida se incrustaba más en él. Irónico que en aquellos momentos donde se suponía debía dejarla, se sintiera más suyo que nunca.

No tenía palabras o si las tenía se le quedaban todas y cada una en la garganta, ahí donde era imposible que salieran. Los ojos femeninos le absorbían, le imploraban que terminara con todo de una vez antes de que los dos sufrieran más pero ¿Sufrir no significaba que realmente estaban viviendo? Si, era de esa manera. La cercanía solo ayudo para que ella insistiera en que bebiera hasta agotarle las fuerzas, hasta que tomara aquella vida como si fuera la de cualquier mortal que no importara, pero era la vida de Karla, de su ratoncilla. Sonrío con el pesar escrito en los ojos y las caricias de la Sartre a modo de consuelo. El inmortal se acerco hasta aquel cuello y contrario a lo que tantas veces hizo lo recorrido con suavidad con sus fríos labios, aspiro el aroma ajeno que tanto le enloquecía y antes de separarse de ella, deposito un beso en aquel cuello que tantas veces hiriera.
No – dijo de manera firme, observando aquel par de ojos que robaban sus sentidos y dejando que la mano de Karla hiciera cuanto quisiera en sus cabellos – No quiero despedirme de ti, no voy a despedirme de ti y mucho menos que voy a beber de ti hasta que mueras porque deseo que ese corazón que late dentro de ti continue con ese hermoso sonido. Ese sonido fue el primero que me llevo a ti, es el motivo inicial de que te ame tanto y no me importa si estas comprometida, si envejeces o si enfermas quiero estar contigo tanto tiempo como me sea posible. Antes te dañe pero no voy a hacerlo más, nunca más. ¿No te das cuenta? Me tienes a tus pies, soy el gato que se ha enamorado del ratón. Haría cualquier cosa por ti, solo no me pidas matarte o dejarte o es acaso que ¿Quieres verme morir? porque es lo que pasara si me dejas. Mi existencia no tiene sentido sin ti Karla Sartre, yo te pertenezco – y esas palabras las decía con una solemnidad absoluta, con una seguridad que nunca creyó tener pero que poseía.

Yo antes de ti no era nada – suspiro y se acerco más, su cabeza descanso en el hombro de la Sartre y sus brazos rodearon la cintura femenina tanto como pudo – Nada que me digas me hará dejar de sentir de esa manera, yo te amo Karla – y se quedo ahí, deseando que el tiempo se detuviera para permitir que de esa manera estuviesen juntos, por siempre.
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Mensaje por Karla Marquand Vie Ene 23, 2015 12:14 am

"Ella tenía su herida, hecha por él. La misma que ahora lamía"

—¿En qué momento sucedió? — quiso saber ella, haciendo referencia a las palabras de Dorian, a esas donde le decía que vivir sin ella le era imposible ¿Sería capaz de mentir así? Eso dolería porque Karla estaba grabando esas palabras como fuego en su memoria. Aunque se resistía a creer, no podía evitar memorizar, atesorar. —¿Por qué me lo dices ahora, justo cuando te pido que me dejes ir porque debo casarme? Esto no es fácil, pero, es sano ¿Sabes? Ambos lo sabemos desde siempre— musitó ella quedándose muy quieta y sin ser capaz de mirarlo, de provocar de nuevo la ira en él para que terminara de destruir el lugar en el que se encontraban.

—Yo quiero creerte, pero tus actos te han presentado y tú mismo me enseñaste a no creer en tus palabras— susurró ella al tiempo que abría los ojos para tantear la ira en él —No soy capaz de matar a nadie y tampoco en pedirle a otro que lo haga por mí. Él no tiene la culpa, mi matrimonio es algo que yo no planee, pero que afronto con la madurez que me toca— le susurró mientras continuaba acariciándole el cabello, disfrutando de esa extraña tranquilidad que jamás había sentido en él.  Y quizás Dorian en el fondo comprendía que así funcionaban las cosas para entonces. Casi nadie elegía una pareja, sino que los padres hacían extraños negocios entre familias y sellaban los mismos ofreciendo a sus hijos como en sacrificio, aunque disfrazado de fiesta y alegría que luego traería descendencia.

Pero si los actos hablaban, Dorian lo estaba demostrando esa noche. Lo hizo incluso en su afán de destrucción cuando la mantuvo intacta a ella. Lo hacía en su cercanía. Lo hizo de nuevo cuando se le acercó al cuello y pareció acariciarlo con la nariz mientras ella cerraba los ojos con fuerza y con el temor de quien sabe cómo duele algo. Y de pronto, cuando ella creyó que el momento llegaba, él se limitó a depositar un beso y a volver al alcance de su mirada para negar. Karla estaba sorprendida, porque entonces eso significaba que su estúpida ingenuidad había caído de nuevo y así, pasando por encima del pasado, le creía.
—Dime cómo haré para escapar. Ya no podré— susurró con pesar, conteniendo las ganas de llorar al sentir tanto peso sobre sus emociones —Aunque quiera me será difícil. No sé qué hacer. Estoy enloqueciendo y esta angustia me pesa. Mi libertad terminará y es allí donde habitas— dijo intentando ser dura, para que él se alejara. El problema es que sus ojos aguados y apesadumbrados decían otra cosa y confesaban que Dorian no vivía en la libertad de ella, sino en su vida misma.

¿Qué más podía decir? Tenía miedo de aferrarse más a él porque sería lo peor para ambos. Sólo cabía esperar el tiempo, nada más
—Dame tiempo. Sólo te pido eso. Déjame volver a ti cuando pueda. Si me amas como dices me dejarás ir y sabrás que volveré— le pidió con ojos suplicantes y sin dejar de acariciarlo. Era extraño todo, por primera vez él era dulce con ella e incluso sentirlo abrazarse a su cintura la conmovía más y la destrozaba al mismo tiempo. —Pero si esta es mi última noche contigo, entonces será completa. Trae una manta, cúbrete conmigo y deja que me duerma en tus brazos. La luz no llega a este punto y estarás bien. Yo me iré mañana en cuanto el sol de la bienvenida a las gentes y tú podrás irte en la noche. Sólo pido eso. Quédate conmigo, duerme conmigo si tu sueño diurno te lo permite y luego déjame partir. Y parte también— susurró pasando la mano a la mejilla de Dorian y dejándola allí —También te amo, aunque no sé cómo y aunque ni siquiera deba. Y estas son mis últimas palabras para ti, hasta que mi masoquismo me lleve a tus brazos y me confirme que tan tonta he sido— aclaró con dolor y acto seguido, cerró los ojos.

Con aquello finalizó sus ruegos y confesiones. Pero mientras yacía quieta, fingiendo que era vencida por el sueño, contenía las ganas de echarse a llorar a mares y de suplicarle que la llevara lejos, con él, que le demostrara lo que decía partiendo lejos de allí. Sin embargo pensaba en la decepción de sus padres y abuelos si ella desaparecía. Pensaba en quien fuera la pareja real de Dorian, en aquella que alguna vez fue vagamente mencionada y que podría destruirla casi con chasquear los dedos. Todo era demasiado, el amor que le sentía a Dorian representaba una lucha con todo lo que Karla era y debía de ser.
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Mensaje por Lukian d'Auxerre Vie Ene 23, 2015 9:17 pm

Creo que eso es todo. Adiós, amor mío. Adiós.
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Poner en palabras el momento exacto en que comenzó a necesitarla y amarla era una tarea titánica. Pudo ser el preciso momento en que los ojos de ambos se encontraron en el laberinto, pudo ser cuando ella le acariciaba los cabellos mientras él se alimentaba de su sangre, de hecho, bien podía haber estado amandola desde siempre aún sin haberla conocido.
No lo sé, de lo único que estoy seguro es que poco a poco me di cuenta de lo necesaria que eres para mi y ahora, estoy completamente convencido de ello – nada de aquello era una broma, ni un intento egoísta de tenerla únicamente a su lado. Aquello que decía tenía que ver con la decisión que tomará antes de llegar al lado de ella y no iba a cambiar de decisión solo porque las cosas se estuviesen poniendo complicadas. No quería y tampoco podía – No lo digo solo por lo que me has dicho, de hecho, esto es algo que planeaba decirte desde que nos vimos hoy pero tu noticia llego antes – rió de si mismo – así que supongo que ser el segundo en confesar algo esta noche me quita demasiada credibilidad pero no importa. Lo que te digo es la verdad, aunque no me creas del todo – deseaba que aquel par de ojos lo miraran y no se apartaran de él nunca, pero nada era como él esperaba.

Lo sé. Estoy consciente de lo que he hecho – le sonrió con tristeza cuando finalmente los ojos de ambos se encontraron – Entonces no le hace nada, si no es algo que quieras, respetare eso. Te respetare a ti siempre. Eres maravillosa, como es que planeabas que no comenzara a amarte si es que eres de esa manera. Siempre paciente, bondadosa, eres perfecta – movió su cabeza, permitiéndose sentir el cariño de Karla a través de las caricias que le otorgaba. Ella siempre era de esa manera, otorgando todo de si sin pedirle nada a cambio para ella, por eso es que ahora sentía la inminente necesidad de devolverle todo con creces. La amaba y haría todo por ella.

Justo cuando pensaba que las esperanzas de recuperar la confianza de Karla estaban agotadas, algo paso que no pudo entender del todo. Su cambio en actitudes demostraba a la Sartre que de verdad le quería y eso, la hacía confiar nuevamente en él. Los ojos de Dorian se llenaron de la ilusión de quien sabe que ha ganado algo que creía imposible, pero fue momentáneo, la realidad del futuro que tenían que vivir si es que estaban dispuestos, les golpeaba como las olas del mar a un indefenso que lentamente se hunde entre ellas.
Pensaremos en la manera de hacerlo, no tienes que preocuparte por eso ahora. Encontraremos la manera de vernos o yo encontrare la forma de verte siempre que sea lo que quieras – los ojos femeninos dejaban ver una tristeza difícil de apartar y por eso fue que Dorian termino más cerca de ella que antes – Ahora habito en tu libertad, porque es el único lugar donde nos hemos encontrado. Eso no significa que no pueda habitar en otro lugar – le beso la mejilla con suavidad – no pienses en eso ahora, piensa solo en mi, en nosotros – susurro al oído femenino antes de terminar más abrazado a ella que antes.

Aferrado a ella como un chiquillo, sonrió. Le escuchaba decirle nuevamente que se alejarían pero las cosas no eran iguales a cuando ella le indico que no se verían más. Dentro de él sabía que aquello era temporal, que ella volvería a él cuando estuviese lista y en el instante en que eso pasará, Dorian estaría ahí para ella. Él siempre estaría.
Toma el tiempo que quieras. Que sea un día o hasta 10 años, no me importa el tiempo – rió por lo bajo – eso es lo que más de sobra poseo – no le soltó, se quedo sujeto a ella, escuchando aquello que la Sartre aún tenia por decirle. El temor de perderla amenazo con inundarle de nuevo, pero después de todo aquello, de cada palabra que parecía una despedida, vinieron después otras que le aseguraron de nuevo que ella volvería a él. Lo amaba y para Dorian eso era suficiente para dejarle por seguro que Karla regresaría a él, que nuevamente podría tenerla entre sus brazos y besarle; cuando ese momento llegara, la atesoraría como nadie nunca lo haría – Muy bien, las cosas serán como tu digas y eso es algo que ya te había dicho – y de esa manera se reincorporo – No eres tonta, eres la mujer que amo – la beso una vez más y fue por la manta que ella le pedía, únicamente para regresar y ambos recostarse.

No hubo más palabras, no las necesitaban. Dorian permitió que Karla descansara, si es que alguno de los dos podía descansar de esa manera. El inmortal pasaba sus manos suavemente por el brazo de Karla, sus cabellos y su rostro. De alguna manera ambos parecían consolarse en aquellos momentos de silencio, preparándose para la venida de los tiempos difíciles. El d’Auxerre se decía que estarían bien, no importaba que sucediera. Él amaría a Karla siempre. Cerro los ojos en algún momento, unidamente para que cuando ella se levantara no le fuera más difícil la partida, al tiempo que evitaba de esa manera el que él no la dejase irse. El tiempo que la tuvo cerca fue demasiado corto para su gusto, porque para cuando volvía a abrir los ojos, ya se encontraba en la soledad de una habitación arruinada que olía a la humana que amaba. A partir de ese momento, daba inicio a la tortuosa espera antes de volver a verla pero cuando llegara ese momento, no la dejaría, nunca más.

TERMINADO
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