AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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~~ Red ~~ Privado
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~~ Red ~~ Privado
Hoy se cumplen ya tres meses desde que nuestros caminos se cruzaron por casualidad. Le vi trastabillando y tratando se orientarse, mientras se apoyaba con una mano sobre la superficie de la pared para tocar su textura y el sentido de la calle. Recuerdo lo que dijo aquella vez, y he vuelto a sonreir. El no era afecto a decir malas palabras, pero siendo de noche y de vista escasa, no podia visualizar más allá de lo que estaba acostumbrado a percibir bajo la luz del sol.
Le ofrecí ayuda, misma que aceptó sin remilgar. Afortunadamente para él, yo había podido satisfacer mi sed, con algún par de becerros de una población muy lejana, que el dueño - rico hacendado - no echaría de menos. Evitaba lo más posible el beber de humanos, porque aún con el paso de los siglos, yo me aferraba a esa parte de mi, que se negaba a dejar de existir. Era lo que me mantenía unido a él. Francois me daba la fuerza suficiente para no sucumbir ante mi naturaleza asesina. De no ser por él...
Negué, no quería echar a volar la imaginación, en algo que aún no ocurría y que jamás sucedería. Ésta noche era especial y como tal debía ser celebrada. Imaginé una y mil formas de hacer una fantástica velada, pero estaba seguro de que lo que llevaba entre las manos, iba a gustarle igualmente. Por eso me gustaba estar con él, por eso yo... Había tomado esa terrible si, terrible - decisión de contarle mi verdad. ¡Tuve tanto miedo de asustarlo y que se alejara de mí! Pero, es que no podía seguir dándole vueltas a sus preguntas del porqué las ausencias durante el día y las visitas nocturnas. Hasta se creyó el que estuviera en malos pasos. Me enfrentó, me pidió una explicación y tuve que dársela aún en contra de mis principios.
Ahora sé que fue lo mejor que pudo haber ocurrido. Seguimos juntos a pesar de todo, y hoy regresé a casa con una pequeña sorpresa para él. No son joyas, no es dinero, simplemente una docena de rosas rojas, que le compré a una anciana mujer que pasaba por la calle y que me llamó joven enamorado. Pues la verdad es que si lo estaba ¿para qué negarlo? Aún así me manejaba con cautela.
Entré por una de las ventanas del último piso, y sonreí. Parecía estar enfrascado en algo dándome la espalda. Caminé sigiloso, y le tapé los ojos con una mano. Mientras que con la otra colocaba el racimo de flores delante de él.
-Adivina adivinador, ¿quién soy?
Le ofrecí ayuda, misma que aceptó sin remilgar. Afortunadamente para él, yo había podido satisfacer mi sed, con algún par de becerros de una población muy lejana, que el dueño - rico hacendado - no echaría de menos. Evitaba lo más posible el beber de humanos, porque aún con el paso de los siglos, yo me aferraba a esa parte de mi, que se negaba a dejar de existir. Era lo que me mantenía unido a él. Francois me daba la fuerza suficiente para no sucumbir ante mi naturaleza asesina. De no ser por él...
Negué, no quería echar a volar la imaginación, en algo que aún no ocurría y que jamás sucedería. Ésta noche era especial y como tal debía ser celebrada. Imaginé una y mil formas de hacer una fantástica velada, pero estaba seguro de que lo que llevaba entre las manos, iba a gustarle igualmente. Por eso me gustaba estar con él, por eso yo... Había tomado esa terrible si, terrible - decisión de contarle mi verdad. ¡Tuve tanto miedo de asustarlo y que se alejara de mí! Pero, es que no podía seguir dándole vueltas a sus preguntas del porqué las ausencias durante el día y las visitas nocturnas. Hasta se creyó el que estuviera en malos pasos. Me enfrentó, me pidió una explicación y tuve que dársela aún en contra de mis principios.
Ahora sé que fue lo mejor que pudo haber ocurrido. Seguimos juntos a pesar de todo, y hoy regresé a casa con una pequeña sorpresa para él. No son joyas, no es dinero, simplemente una docena de rosas rojas, que le compré a una anciana mujer que pasaba por la calle y que me llamó joven enamorado. Pues la verdad es que si lo estaba ¿para qué negarlo? Aún así me manejaba con cautela.
Entré por una de las ventanas del último piso, y sonreí. Parecía estar enfrascado en algo dándome la espalda. Caminé sigiloso, y le tapé los ojos con una mano. Mientras que con la otra colocaba el racimo de flores delante de él.
-Adivina adivinador, ¿quién soy?
Nizhni Nóvgorod- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 12
Fecha de inscripción : 10/06/2016
Re: ~~ Red ~~ Privado
Si había decidido iniciar de cero en la capital gala era porque no estaba acostumbrado a sentir autocompasión. Su abuela le inculcó bien el esforzarse día a día para que cada triunfo, cada logro se pudiera saborear de manera excelsa, como quien llega a la cima de la montaña más alta después de pasar por muchas dificultades y tropiezos. Así era François. Alguien que difícilmente se dejaba derribar por las circunstancias. Y no era para menos, tomando en cuenta ese pasado poco afortunado donde la pérdida de sus padres a temprana edad pesaba aun sobre sus hombros, aun significaba un lastre que mermaba en sus días más lúgubres, donde arrastrado por demonios e inseguridades propias caía para solo hallar fuerza y retomar el sendero en su rutina.
Curiosamente en tan poco tiempo se había logrado adaptar a la vida ajetreada que imponía Paris a sus residentes, incluso a hacerse de una fama mediana gracias a sus conocimientos en las esencias. Y fue por medio de estas que pudo sobrevivir y también colocarse en un sitio privilegiado, gracia a sus méritos propios. Por la mente del francés pasaban muchas cosas, pero nunca imaginó en aquel viaje y nuevo destino se cruzaría con quien hasta la fecha se convertiría en su mayor motor para continuar. Su nueva inspiración y razón de vivir. La soledad se había arraigado ya en su corazón, no obstante una tarde de regreso a su residencia, la noche le otorgaba la presencia fría de Nizhni.
En todo ese caos y confusión no tuvo salida. Sus miradas se habían cruzado y sería el inicio de una relación que crecía cada noche con las visitas que se convirtieron en algo habitual. De pie frente al ventanal desnudo François traía a su presente esa vivencia que se mantenía fresca y le arrancaba una sonrisa amplia en su rostro. Dio la vuelta y trató de acomodar un par de cosas en la pequeña sala donde normalmente pasaba horas charlando con él, entonces cayó en la cuenta que a pesar de los obstáculos que pudiesen aparecer, seguían juntos. Incluso después de que Nizhni le confesara su verdadero origen inmortal, François no dudo en mantenerse a su lado. Como la llama de una vela que se agitaba ligeramente por la brisa, el francés significaba un parpadeo en la estancia del milenario.
Su mente viajaba hacia un lado y otro. No se percató que él había arribado ya a la habitación, fue hasta que el tacto frío de Nizhni rozó sus parpados que noto su presencia. El aroma delicado de las flores llegó a su olfato y sin premura un par de palabras se posaron en sus oídos.
–Es difícil saberlo–
Susurró mostrándose ligeramente sarcástico. Con suavidad la diestra del francés tomó la mano ajena para darse media vuelta después. Los orbes claros, la cabellera dorada y una sonrisa natural le desarmaron de inmediato.
–Nizh, estás aquí–
Le dijo. Aproximó su rostro al de su igual y besó sus labios. El contacto fue fugaz. François se perdió un par de segundos más en la mirada del hombre que un par de meses atrás le había dado el mejor regalo que alguien pudiera recibir.
–Gracias, son perfectas– espetó mientras tomaba entre sus manos las rosas, sin perder el contacto visual.
Curiosamente en tan poco tiempo se había logrado adaptar a la vida ajetreada que imponía Paris a sus residentes, incluso a hacerse de una fama mediana gracias a sus conocimientos en las esencias. Y fue por medio de estas que pudo sobrevivir y también colocarse en un sitio privilegiado, gracia a sus méritos propios. Por la mente del francés pasaban muchas cosas, pero nunca imaginó en aquel viaje y nuevo destino se cruzaría con quien hasta la fecha se convertiría en su mayor motor para continuar. Su nueva inspiración y razón de vivir. La soledad se había arraigado ya en su corazón, no obstante una tarde de regreso a su residencia, la noche le otorgaba la presencia fría de Nizhni.
En todo ese caos y confusión no tuvo salida. Sus miradas se habían cruzado y sería el inicio de una relación que crecía cada noche con las visitas que se convirtieron en algo habitual. De pie frente al ventanal desnudo François traía a su presente esa vivencia que se mantenía fresca y le arrancaba una sonrisa amplia en su rostro. Dio la vuelta y trató de acomodar un par de cosas en la pequeña sala donde normalmente pasaba horas charlando con él, entonces cayó en la cuenta que a pesar de los obstáculos que pudiesen aparecer, seguían juntos. Incluso después de que Nizhni le confesara su verdadero origen inmortal, François no dudo en mantenerse a su lado. Como la llama de una vela que se agitaba ligeramente por la brisa, el francés significaba un parpadeo en la estancia del milenario.
Su mente viajaba hacia un lado y otro. No se percató que él había arribado ya a la habitación, fue hasta que el tacto frío de Nizhni rozó sus parpados que noto su presencia. El aroma delicado de las flores llegó a su olfato y sin premura un par de palabras se posaron en sus oídos.
–Es difícil saberlo–
Susurró mostrándose ligeramente sarcástico. Con suavidad la diestra del francés tomó la mano ajena para darse media vuelta después. Los orbes claros, la cabellera dorada y una sonrisa natural le desarmaron de inmediato.
–Nizh, estás aquí–
Le dijo. Aproximó su rostro al de su igual y besó sus labios. El contacto fue fugaz. François se perdió un par de segundos más en la mirada del hombre que un par de meses atrás le había dado el mejor regalo que alguien pudiera recibir.
–Gracias, son perfectas– espetó mientras tomaba entre sus manos las rosas, sin perder el contacto visual.
Noah Aimerich- Cazador Clase Media
- Mensajes : 31
Fecha de inscripción : 23/06/2016
Re: ~~ Red ~~ Privado
Hacer feliz a otras personas, era algo que no se me daba muy bien. A veces tenía la sensaciön de no saber cómo tratarlas. Pero con François era diferente. El lograba arrancarme esas ganas de querer hacer bien las cosas, con naturalidad. Como si fuéramos una pareja normal. Él me hacía olvidar todos esos momentos tristes, que a veces regresaban a mi mente sin poderlo evitar, era el único que me comprendía, y con el cual podía ser yo mismo.
Recuerdo que meses atrás, antes de revelarle mi verdadera condición de sobrenatural, pensaba que todo se iba ir al traste en cuanto él supiera. Si es que lograba hacerlo, porque había decidido no decirle absolutamente nada, e irme sin decir una sola palabra, pero él no lo merecía. Y no quería ser un completo cobarde y rastrera sanguijuela. Pero inevitablemente, las cosas nos superaron, y me vi obligado a serle franco. Al principio parecía asustado, pensé que hasta ahí habría llegado nuestra relación. Para ser sinceros, pensé que así habrían de ocurrir las cosas, pero una vez más, François me demostró el poder que tiene el amor.
-Las vi, y supe inmediatamente que debía traértelas. -le pasé los brazos por la cintura, robándole otro beso. -Dime, ¿qué has hecho durante el día. Cuéntamelo todo. ¿Me extrañaste al menos? -moví las cejas. Sabía la respuesta de antemano, sin embargo era agradable escucharlo de viva voz. Volví a robarle un beso más, sin darle la oportunidad siquiera de reaccionar. Esa noche me sentía un poco juguetón. Extrañamente de muy buen humor.
Días atrás Fran, había vuelto a tocar el tema de...Una posible transformación. Situación que por supuesto me mantenìa en vilo. Yo no deseaba bajo ninguna circunstancia hacerlo pasar por lo mismo que yo. Me negaba rotundamente en convertirle en alguien sediento de sangre. Amaba su humanidad por encima de cualquier otra cosa.
Recuerdo que meses atrás, antes de revelarle mi verdadera condición de sobrenatural, pensaba que todo se iba ir al traste en cuanto él supiera. Si es que lograba hacerlo, porque había decidido no decirle absolutamente nada, e irme sin decir una sola palabra, pero él no lo merecía. Y no quería ser un completo cobarde y rastrera sanguijuela. Pero inevitablemente, las cosas nos superaron, y me vi obligado a serle franco. Al principio parecía asustado, pensé que hasta ahí habría llegado nuestra relación. Para ser sinceros, pensé que así habrían de ocurrir las cosas, pero una vez más, François me demostró el poder que tiene el amor.
-Las vi, y supe inmediatamente que debía traértelas. -le pasé los brazos por la cintura, robándole otro beso. -Dime, ¿qué has hecho durante el día. Cuéntamelo todo. ¿Me extrañaste al menos? -moví las cejas. Sabía la respuesta de antemano, sin embargo era agradable escucharlo de viva voz. Volví a robarle un beso más, sin darle la oportunidad siquiera de reaccionar. Esa noche me sentía un poco juguetón. Extrañamente de muy buen humor.
Días atrás Fran, había vuelto a tocar el tema de...Una posible transformación. Situación que por supuesto me mantenìa en vilo. Yo no deseaba bajo ninguna circunstancia hacerlo pasar por lo mismo que yo. Me negaba rotundamente en convertirle en alguien sediento de sangre. Amaba su humanidad por encima de cualquier otra cosa.
Nizhni Nóvgorod- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 12
Fecha de inscripción : 10/06/2016
Re: ~~ Red ~~ Privado
De pie frente a Nizh, apenas podía contener la sonrisa que emanaba de manera natural en sus labios. No podía evitar sentirse completo cuando él se quedaba a su lado. Ni siquiera hizo amago de moverse para evitar perder un solo detalle en la fisonomía ajena, aunque estaba de más decir que lo conocía casi a la perfección.
–Me conoces muy bien. Gracias Nizh–
Aunque quizás eran pocas las palabras que le dedicaba, estaba implícito el hecho de que el perfumista no solo agradecía por el detalle antes recibido. Haberse encontrado con el ser milenario significó un aliciente en sus días grises. Una nueva razón para levantarse todos los días aun cuando estos carecían de novedades, pues, en ocasiones parecía que su soledad y la rutina estaban por derrumbarle. Permitió que el vampiro le acercase un poco más y sus parpados cayeron cuando sintió el beso ajeno. Escuchó la proliferación ajena y poco pudo hacer ante ese coqueteo natural que se permitían de vez en cuando. Tres meses habían pasado en un santiamén y aunque había noches en las que por alguna u otra razón no podían verse. El reencontrarse les recordaba porque habían tomado la decisión de desafiar muchas cosas.
Cobijados bajo el frío otoñal y el fulgor del astro argento apenas diluido entre sus sombras, François suspiró antes de poder responder.
–Todo transcurrió del mismo modo que los otros días, cerré temprano el local ¿Por qué? creo que es una ocasión especial y quiero pasar más tiempo contigo–
La diestra cálida del francés se deslizó con sutileza por la mejilla de Nizh. Había un detalle más que estaba intentando ocultar. Desde que arribó a la capital, empezó con pequeños tropiezos y desmayos. Nunca tuvo la intención de averiguar qué es lo que ocurría, no fue sino hasta que una mujer con locales en la acera contraria que le ayudó a volver en sí, que tomó un poco más enserio su condición. La respuesta por parte del médico había sido directa y devastadora. François estaba empezando a quedarse ciego. El origen no estaba del todo claro, pero no significó gran importancia hasta que conoció a Nizh.
Sentía mucho el dejar de verle en algún momento, cuando su enfermedad le debilitara por completo. Había tenido un episodio más ese día, pero hizo el intento por alejar ese mal sabor de boca. No lo necesitaba en ese momento. Aclaró la garganta antes de volver a responder.
–Nunca te cansas de escucharlo ¿No es así?–
Volvió a curvar sus labios y con la otra mano sujetó la otra mejilla del vampiro. Acercó su rostro para besarle con un poco más de intensidad.
–Por supuesto que te extrañé, te extraño cada hora, cada día que no estas junto a mí–
Los orbes claros del francés se perdieron en los ajenos, un mar inmenso y celeste que lejos de atemorizarle como muchos otros residentes de la capital decían poseer criaturas como Nizh, le hacían volver a creer que el amor no solo estaba hecho para otros, sino para alguien como François también.
–Me conoces muy bien. Gracias Nizh–
Aunque quizás eran pocas las palabras que le dedicaba, estaba implícito el hecho de que el perfumista no solo agradecía por el detalle antes recibido. Haberse encontrado con el ser milenario significó un aliciente en sus días grises. Una nueva razón para levantarse todos los días aun cuando estos carecían de novedades, pues, en ocasiones parecía que su soledad y la rutina estaban por derrumbarle. Permitió que el vampiro le acercase un poco más y sus parpados cayeron cuando sintió el beso ajeno. Escuchó la proliferación ajena y poco pudo hacer ante ese coqueteo natural que se permitían de vez en cuando. Tres meses habían pasado en un santiamén y aunque había noches en las que por alguna u otra razón no podían verse. El reencontrarse les recordaba porque habían tomado la decisión de desafiar muchas cosas.
Cobijados bajo el frío otoñal y el fulgor del astro argento apenas diluido entre sus sombras, François suspiró antes de poder responder.
–Todo transcurrió del mismo modo que los otros días, cerré temprano el local ¿Por qué? creo que es una ocasión especial y quiero pasar más tiempo contigo–
La diestra cálida del francés se deslizó con sutileza por la mejilla de Nizh. Había un detalle más que estaba intentando ocultar. Desde que arribó a la capital, empezó con pequeños tropiezos y desmayos. Nunca tuvo la intención de averiguar qué es lo que ocurría, no fue sino hasta que una mujer con locales en la acera contraria que le ayudó a volver en sí, que tomó un poco más enserio su condición. La respuesta por parte del médico había sido directa y devastadora. François estaba empezando a quedarse ciego. El origen no estaba del todo claro, pero no significó gran importancia hasta que conoció a Nizh.
Sentía mucho el dejar de verle en algún momento, cuando su enfermedad le debilitara por completo. Había tenido un episodio más ese día, pero hizo el intento por alejar ese mal sabor de boca. No lo necesitaba en ese momento. Aclaró la garganta antes de volver a responder.
–Nunca te cansas de escucharlo ¿No es así?–
Volvió a curvar sus labios y con la otra mano sujetó la otra mejilla del vampiro. Acercó su rostro para besarle con un poco más de intensidad.
–Por supuesto que te extrañé, te extraño cada hora, cada día que no estas junto a mí–
Los orbes claros del francés se perdieron en los ajenos, un mar inmenso y celeste que lejos de atemorizarle como muchos otros residentes de la capital decían poseer criaturas como Nizh, le hacían volver a creer que el amor no solo estaba hecho para otros, sino para alguien como François también.
Noah Aimerich- Cazador Clase Media
- Mensajes : 31
Fecha de inscripción : 23/06/2016
Re: ~~ Red ~~ Privado
François siempre tenía esa chispa que me devolvía la vida. La vida humana. Me sentía vivo. Cada caricia, cada palabra de cariño, era suficiente aliciente para recordarme todas las noches, en que había tomado la correcta decisión de intentarlo. Fueron muchas mis dudas al principio, sin embargo, con el transcurso de los días éstas íban disipándose lentamente. Fran había eclipsado el sol para mí. De éste modo, yo podía permanecer a su lado, sin el temor real de... No, yo no pensaba hacerle daño, no pasaba por mi mente un acto tan vil y salvaje, como lo fuí en mis primeros años. Aunque, siempre estaba latente ese olor a sangre fresca corriendo por sus venas. Si bien, yo no respiraba, podía bloquear su aroma y centrarme en otras cosas mucho más importantes, como el brillo de sus ojos, su sonrisa, sus labios... Todo en un conjunto. El era especial para mi, como ésta noche. Nuestra noche.
-Nunca me canso de escucharlo y... Te conozco muy bien. -me dejé atrapar por ése beso pasional. Si yo hubiera tenido un corazón latiendo dentro de mi pecho, ya mismo estaría dando tumbos dentro de mi. -Y creo que empiezas a conocerme...Más de lo que yo mismo me conozca o crea conocer.
Tomé su mano y deposité un beso en el dorso. Luego entrelacé los dedos y apreté ligeramente, midiendo mi fuerza para no lastimarlo. Le sonreí. Estaba sumamente contento, feliz y tranquilo. Por primera vez en muchas decenas de años. Esa era la clase de magia de François, que inundaba cada rincón de aquel lugar que ya era nuestro. Detrás de esas paredes éramos dueños de nuestro tiempo. Sin miradas curiosas y acusadoras.
-Aparte de besarnos y ronronear como gatos -Bromeé- ¿Qué más deseas hacer ésta noche? Estoy dispuesto a cumplir todos y cada uno de tus deseos -acerqué mis labios a su cuello, depositando algunos besos en él -Habla ahora o calla para siempre... Dime entonces, que el genio de la lámpara puede desaparecer -rodeé su cintura con a,bos brazos, acariciando sus oblicuos. Esperando pacientemente sus propuestas.
-Nunca me canso de escucharlo y... Te conozco muy bien. -me dejé atrapar por ése beso pasional. Si yo hubiera tenido un corazón latiendo dentro de mi pecho, ya mismo estaría dando tumbos dentro de mi. -Y creo que empiezas a conocerme...Más de lo que yo mismo me conozca o crea conocer.
Tomé su mano y deposité un beso en el dorso. Luego entrelacé los dedos y apreté ligeramente, midiendo mi fuerza para no lastimarlo. Le sonreí. Estaba sumamente contento, feliz y tranquilo. Por primera vez en muchas decenas de años. Esa era la clase de magia de François, que inundaba cada rincón de aquel lugar que ya era nuestro. Detrás de esas paredes éramos dueños de nuestro tiempo. Sin miradas curiosas y acusadoras.
-Aparte de besarnos y ronronear como gatos -Bromeé- ¿Qué más deseas hacer ésta noche? Estoy dispuesto a cumplir todos y cada uno de tus deseos -acerqué mis labios a su cuello, depositando algunos besos en él -Habla ahora o calla para siempre... Dime entonces, que el genio de la lámpara puede desaparecer -rodeé su cintura con a,bos brazos, acariciando sus oblicuos. Esperando pacientemente sus propuestas.
Nizhni Nóvgorod- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 12
Fecha de inscripción : 10/06/2016
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