All We Have || Privado

por **Arjun** Mar Nov 10, 2015 11:47 am

All We Have

Había ocultado a la perfección su dolencia. Cada memoria dormía plácidamente bajo el arrullo de su subconsciente. Llenaba sus días de actividades altruistas para no tener que ceder a la demencia. Bajo la fachada de una mujer exitosa caminaba las aceras acompañada siempre de un librillo y su soledad. Ese día en particular había estado lleno de diversas diligencias, su presencia había sido requerida en el College De France durante toda la mañana. Se discutía el hecho de cubrir la vacante de uno de los profesores que recientemente se había jubilado. Llenar esa plaza resultaba imperativo y ella debía tomar una decisión con prontitud para no afectar el itinerario de los alumnos. Se mantuvo inquieta el resto de la tarde y después de haber tomado un baño se recostó sobre un pequeño sofá que se hallaba en la sala de su mansión.

Leía fragmentos de poesía. Rimas y prosas que traían consigo un remanso de calma al corazón doliente de la rubia. Aquel ejemplar había sido obsequio de su esposo y era por tal motivo que resultaba un tesoro para ella. Arrullada por el crujir del carbón sobre la chimenea quedó dormida de inmediato, de sus manos cayó el librillo y en aquel paraje ausente de su memoria soñó por un par de horas con su pequeño, en esa misma habitación rodeándole con brazos amorosos y volcando toda su atención hacia él. Un golpeteo a la puerta le produjo un sobre salto y le despertó abruptamente de su espejismo. El servicio se disculpó por dicho acto e indicó con avidez le solicitaban en la biblioteca de la capital. Se pudo haber negado, no obstante aceptó con gusto asistir de inmediato.

El cochero le condujo hasta el lugar. Faltaban un par de horas aún para que las manecillas del reloj marcaran la media noche. A su llegada, le explicaron que un par de empastados y ejemplares de medicina se habían dañado a causa de la remodelación de un segmento del inmueble. Pasó sus dedos por su espesa cabellera y ordenó de inmediato acomodar dichos cuadernillos por estricto orden alfabético, llevó unos más hacia una mesa de noche y con un par de velas como faro para ahuyentar las penumbras se dispuso a inspeccionar los mismos. No había arma más poderosa que el conocimiento y era por tal razón que se notaba ligeramente preocupada. El silencio apenas fue derrumbado por el susurro de extraños que se adentraban en la sección donde ella se encontraba. Se levantó de la silla mirando con curiosidad a aquel extraño.

–Monsieur, buenas noches ¿Quién es usted? –

por **Tyler Fausten** Lun Nov 30, 2015 10:16 am

No era de extrañar ver a Tyler acudir allá donde se precisase su ayuda. Él no tenía profesion alguna; tampoco le era necesario pues por suerte -o por desgracia- tenía todo lo suficiente para sobrevivir sin trabajar durante muchos años. Pero todo aquel que le conocía, sabía por descontado que era una persona altruista, capaz y humilde, que simplemente buscaba el sentirse útil para cualquiera que precisase de sus servicios.

Aquella noche fué avisado de un pequeño incendio, pequeño pero importante ya fué se trataba de una de las bibliotecas del distrito más apartado de la ciudad. Lo llevaron hasta el lugar y por suerte lograron rescatar casi todo el genero, otros simplemente se consumieroon bajo el fuego creado por un imprudente. Cargaron todo en una camioneta para dirigirse hacia la biblioteca de la capital, dónde darían cabida a los libros que transportabano, ahí fué cuando le indicaron con cierto y tosco humor que aquella biblioteca también había sufrido algunas alteraciones por culpa de las obras de reconstrucción. Tyler aceptó con gusto varios tomos que habían sufrido severos daños y le indicaron dónde podría ponerse a restaurarlos, pero con lo que no contaba era con que ese lugar ya estaba ocupado.

- Disculpe, no quise interrumpirla. - Dijo amable, sin intención de moverse de sitio, sino de compartirlo sin problema alguno. - Espero no estuviese estudiando. - Sonrió ahora levantando la mirada para ver a quién se estaba refiriendo con más detenimiento. Lo normal era que si alguien se alarmaba por la intrusión a una biblioteca fuese por el ruido armado y aquel no era el caso. - Soy Tyler Fausten, me llamaron de urgencia para rescatar unos libros, se incendió una de las bibliotecas del distrito sur y si no los trato ahora puede que pierdan su valor. - Musitó manejando con soltura el material que mandó a que le diesen, para dejarlo sobre la mesa sin invadir el espacio que la mujer pudiera requerir. - Parece culta, una mujer triste y culta pero sinceramente me gustaría saber el nombre de mi compañera en ésta madrugada. - Increiblemente por lo poco que pudo observarla bajo el candil, se le hizo un pequeño nudo ya que lucía un hermoso parecido con su hermana Sofía, a la cual no veía desde hacía varios años. La simpatía por parte de Tyler era absoluta; nunca perdía la elegancia ni mucho menos la cortesía, aunque su vida dependiese de ello. Por todos era sabido su especial amor por la especie humana, el conocimiento y la vida misma.

por **Arjun** Vie Dic 18, 2015 5:02 pm

All We Have

Sumergida en un trance, Kirsten analizaba minuciosamente las obras que se desplegaban frente a sus ojos cristalinos. En esos momentos de solaz, se alejaba de cada forma y figura desplegada en la biblioteca, de aquellas pinceladas policromas que embelesaban a primera vista. La última vez que cedió a ese capricho fue años atrás, minutos antes de ver dormir a su pequeño mientras su dedo índice le explicaba las ilustraciones de un cuento corto. Y aunque las circunstancias ahora distaban mucho de ser las mismas, encontró un remanso de calma al empaparse en dichas rimas y prosas. Su mirada se detuvo en la hilera infinita del empastado que ahora sujetaba con firmeza. La suave brisa oscilaba la flama tenue de las velas que proyectaban horridas sombras a su alrededor, siendo una con esa lobreguez. Repentinamente el eco suave de un par de pasos le despertó de su ensueño de forma estrepitosa.

Llevó su diestra hacia su pecho y agudizando la vista buscó entre la espesura del lugar la fuente de dicho sonido. La voz era grave pero sutil, dirigiéndose con recato. Detalle que apreciaba de sobremanera viniendo de un extraño.

–Bonsoir Monsieur– respondió al instante –Descuide, solo revisaba un par de tomos, poesía y cosas que podría resultar irrelevantes ahora que menciona dicho incidente–

Su semblante sereno se tornó intranquilo. De inmediato movió su material propio para brindarle el espacio requerido.

–Colóquelos aquí por favor–

La preocupación de la rubia, podría resultar apabullante, incluso exagerada, no obstante cualquier persona cercana a ella sabía la importancia que en ella dictaminaba un menester de tal naturaleza. Apenas pudo prestar atención a los cumplidos que recaían sobre su persona. No estaba equivocado. La belleza de Kirsten apenas resultaba opacada por la nostalgia en sus ojos, nostalgia que se había posado en los mismos mucho tiempo atrás.

–Un placer Monsieur Fausten, me llamo Kirsten Bjornsterjne, encantada– estiro su diestra para saludar de forma correcta al caballero –Agradezco el cumplido Monsieur Fausten–

Sonrió apenas esbozando una línea tenue en sus labios en forma de atención a lo expresado por el caballero.

–Bien, veamos, las bibliotecas del distrito sur están alejadas de este punto, lo que resulta una labor titánica si queremos llevarlos nuevamente a su sitio aun después de ser reparados, si me permite–

Sus dedos largos y suaves acariciaron sutilmente los bordes de los ejemplares.

–Debemos hallar una alternativa que nos permita salvaguardarles momentáneamente, pero antes debemos dividirlos por secciones, así nos será más fácil ¿De acuerdo?–

Posó nuevamente sus orbes en los ajenos aguardando una respuesta.

por **Tyler Fausten** Lun Dic 28, 2015 11:54 am

"...y sentía todo aquello tan familiar, como si hubiese estado en su vida incluso antes de que se conociesen; un extraño sentimiento de familiaridad y nostalgia, como si de golpe una vida paralela hubiese azotado su mente y sus recuerdos, haciéndole temblar momentáneamente."

Tyler asintió totalmente de acuerdo con lo que la mujer exponía, prestándole toda la atención que merecía el momento, mientras que manejaba una translúcida tela de escaso grosor, para colocarla en una de las delicadas hojas dañadas del libro. - Llévenselo a un cuarto seguro, allí dónde nadie lo toque o el trabajo no habrá valido la pena. - Ordenó, cómo un líder innato, dejando caer las lentes, que -unidas a un cordel- reposaban finalmente en su pecho.
- Con el poco dinero que llega a esa parte tan descuidada de la ciudad, dudo mucho de que lo dediquen a reconstruir una biblioteca nueva. - Dijo con cierta pena en sus palabras, pero realmente así era, pues no había otro motivo por el que empobrecer más a los pobres que residían en aquel distrito, por muy cruel que sonase aquello.

Las idas y venidas de trabajadores, hicieron que poco a poco, conforme la noche se alargaba, se vieran más acompañados. Tyler paladeó su nombre justo antes de pronunciarlo, pues por un ápice de tiempo iba a caer en la equivocación. "Sophía" La iba a nombrar, pero ya no por aquel cierto parecido que guardaba ésta con su hermana. Sólo una vez en su vida ocurrió lo que ahora atacaba la mente de Tyler -y éste- se sentía cada vez más desorientado al respecto. Era cómo si su Don se desatase, pero sin llegar a salir de su corazón, era algo así como una llamada de atención, un recuerdo de una vida que quizás no hubiese vivido o por el contrario, estaba predestinado a vivir. ¿Cómo decirle a aquella -aún- extraña mujer que le había soñado aún cuando la acababa de conocer? Tyler destensó los músculos de su cuello para luego levantarse del asiento y así dirigirse hacia ella y tenderle así la mano, como mero gesto de caballerosidad. Dejó ir toda aquella tensión, más bien, ésta desapareció en cuanto se sirvió de sus instintos para actuar.

- ¿Le gustaría enseñarme éste lugar? No me malinterprete; sé que no es el momento adecuado para hacer una visita guiada, simplemente necesito conocer las instalaciones, así cómo con qué tipo de código se rigen aquí para ordenar los ejemplares. - La calidez en su voz era notoria, tan sólo esperaba -más bien deseaba- que los problemas aquella noche fuesen livianos, para así no sentirse fuera de lugar al tratar de conocerla tanto a ella, cómo al misterio que la rodeaba desde el primer instante en el que posó sus ojos en ella. No era amor a primera vista, él estaba ya viejo para eso... Tan sólo se sentía inmensamente curioso por descifrar aquel enigma, llamado Kirsten.

por **Arjun** Dom Ene 17, 2016 1:13 pm

All We Have

Había iniciado quizás, la labor más significativa y ardua durante su corta estancia en la capital. Las cátedras en el College de France resultaban en demasía enriquecedoras para su persona, no obstante, el cuidado de aquellos tomos se convertía en una asunto que se debía tratar con premura. Sin titubear y al escuchar la respuesta de su compañero tomó los tomos más dañados en su superficie, alejándoles del resto, como sin el temor de que llegaran a destrozarse con el simple hecho de rozarlos con los dedos. Un libro tras otro desfiló por sus manos enguantadas acomodando en pilas el material. Suspiró en un momento cuando pensó erróneamente que sería algo imposible de concluir. De inmediato un par de personas más acudieron en su auxilio, cediendo en todo momento a los mandatos sutiles de ambos sobrenaturales que hacían gala de sus conocimientos en el área al momento de priorizar el resguardo de cada libro.

Detuvo sus movimientos para centrar por primera su atención comlpeta en el perfil somnoliento de Tyler, a la luz de las velas el rostro masculino se tornaba fascinante. Las líneas que resaltaban la profundidad de sus ojos y la ondulación caprichosa del cabello cenizo hacia atrás. Pero esos pormenores no eran lo que realmente distrajeron a la hechicera, sino el cuidado que tenía al maniobrar en medio de una situación caótica y el toque etéreo en su voz al dirigirse a los hombres que se movían de un lado a otro en el reducido espacio que les prestaba la biblioteca. En otras circunstancias Kirsten se hubiera atrevido a cuestionar sus orígenes o quizás algún otro secreto. Más no era el momento, los lentes que caían sobre el pecho de Tyler fueron la pauta para despertarle de ese trance.

–Por supuesto– aclaró su voz al sentirse asaltada repentinamente por la voz grave de su acompañante y así recuperar la compostura –Deberíamos poseer más recursos destinados a la educación y las letras, después de todo, el conocimiento es un arma poderosa que puede salvar a nuestra sociedad que continúa arraigándose en algunos rincones en las penumbras de la zozobra–

Sonrió tratando de ocultar su atrevimiento al posar sus ojos en él más tiempo de lo debido.

–Y con este, es el último de esta sección– susurró satisfecha.

Dedicó una línea semi curva en sus labios a su igual, permitiéndose después de mucho tiempo una complicidad natural con él.

–Desde luego Monsieur Fausten– respondió –Fue un error mío no haberle indicado con anterioridad algunas de las reglas que rigen este edificio y sus divisiones, si es tan amable–

Indicó con un ademan sutil le siguiera a través de un pasillo que daba a la sección de historia.

–Como puede ver Monsieur, esta zona es la más importante, pues en ella se cobijan nuestras raíces–

Hablaba con tal devoción, como si por sus venas en realidad corriera sangre gala.

por **Tyler Fausten** Miér Ene 27, 2016 12:16 pm

La fascinación que sentía uno por la literatura iba más allá de las letras y la fascinación por los libros escritos de mano de una mente creativa rebosante de ideas que bien podrían espantar hasta a la persona más abierta de mente que existiese en la tierra. El amor por la historia no muchos la compartían y tan sólo estaba al alcance de unos pocos y por ello existían personas lo suficientemente altruistas como para hacer del conocimiento algo que compartir desde los labios de un buen narrador. Aunque no era de extrañar que muchos creyesen ciertas, historias que jamás sucedieron, tan sólo por la genial veracidad de palabra que sólo algunos usaban con un mal propósito.

- Ahora tengo la escusa perfecta para encerrarme aquí dentro. - Comentó el hechicero echándose a reír, fascinado por la cantidad de ejemplares que se exponían en las estanterías para el deleite de alguien que amase las letras y el orígen, la historia que corre por sus venas. Tyler tomó un montón de -lo que parecían- libros aún sin ordenar y aprovechó el que adivinó el patrón que debían seguir para su almacenamiento y los colocó sin dejar de pensar en la magnífica labor de Kirsten.

- ¿Cuánto tiempo suele pasar aquí dentro? Déjeme decirle que es envidiable el tiempo y el trabajo que le dedica a la biblioteca. - Comentó, parándose frente a ella, notando ahora la distancia tan distinta que los dos poseían con respecto al suelo. Curioso y más bien desconcertado, una pregunta quiso brotar de sus labios. - ¿Usted destruiría un libro? - Hizo una pausa, ya que entendía que aquella pregunta era realmente una tontería algo banal como de escasas luces al tratarse de una bibliotecaria bien especializada. - Me refiero, a sí encontrase un ejemplar que por gracia del destino cayese en sus manos y fuese usted la que debiera elegir si destruirlo o dar a conocer al mundo todo su... poder.-

Tyler eligió bien las palabras, pues no era de los que jugaban con el hecho y puesta en conocimiento sobre sus aptitudes sobre la magia; más bien era algo natural, que fluía tanto en sus manos como en la piel de sus labios. - Dígame, ¿Se lo quedaría? ¿Para así dar a conocer a todo el mundo sobre su contenido y así causar probablemente tanto alivios como penurias para el ajeno y la propia? O por el contrario... ¿Destruiría el libro para que ni el más insensato de los hombres se manchase las manos con algo que no es suyo, tomándose licencias suficientes como para hacer el trabajo de Dios?
Tyler podía parecer un hombre de antíguas leyes, pensamientos e incluso actuares, pero sabía cuando podía paladear las palabras que morían por salir de su boca ya que sus actos eran completamente reprimidos. Sabía que a ella podría hacerle aquella pregunta, quizás rebuscada para algunos, pero si sabía a lo que se refería... Fuera la respuesta que fuese; sería la correcta.

por **Arjun** Lun Feb 22, 2016 3:17 pm

All We Have

Sumergidos entre los miles de ejemplares plasmados de historia e ilustraciones que daban vida a otroras épocas, Kirsten fue invadida por un júbilo inexplicable, algo que iba más allá de la lógica y que solo los amantes de las letras pueden entender. La atmosfera taciturna que la biblioteca les brindaba era apenas opacada por el suave arrastre de las oraciones que nacían en los labios de Tyler. Ella sonrió ligeramente sonrojada por el comentario ajeno y no es que ella tomara aquella aseveración de una forma incorrecta, simplemente resultaba algo prodigioso hallar a una persona con semejante devoción a las letras. En una época distinta Tyler hubiese sido un excelente compañero de investigación, un confidente con quien compartir puntos de vista e incluso debatir. Agitó con suavidad su cabellera antes de responder al caballero.

–Vaya Monsieur Fausten, quien diría que un lugar tan pequeño como este pudiese brindarle ese regocijo–

Mencionó dicho adjetivo solo por acuñar uno a la sensación de sentirse agazapado entre tomos y hojas aunque en verdad resultaba difícil elegir un adjetivo correcto ya que ella misma compartía dicho sentimiento y hasta ahora no podía explicar con claridad lo que ese lugar le transmitía.

Le miró con cautela tomar dichos tomos, mientras ella perdía momentáneamente sus ojos en la bóveda de la construcción, tapizada por un par de oleos y grabados. Entonces, el cuestionamiento por parte de su igual le tomó por sorpresa aterrizando su mente una vez más en la charla.

–En realidad no podría decirle cuanto tiempo ha transcurrido, ya que usted comprende a la perfección que los minutos se escapan de las manos cuando se ingresa a un lugar como este– caminó un par de pasos para recorrer con sus dedos algunos tomos incrustados en los estantes –Es muy poco lo que he hecho, pues hay mucho material aun sin ordenar, sin ser descubierto–
Suspiró con una tenue mueca en sus labios, pues se sentía satisfecha por el trabajo invertido.

Era lo mínimo que podía hacer por una sociedad que le había acogido en su hora más oscura, de ahí el hecho que aunque no fuese francesa ella se sentía parte ya de esa casta. Se movió de su lugar para terminar de acomodar un par de hojas más dentro de un sobre color ocre y detuvo de golpe su actividad cuando un segundo cuestionamiento llegó a sus oídos, sopesó las palabras bien antes de responder.

–Creo Monsieur que los textos nos han sido regalados para difundir el conocimiento, para alimentar el aprendizaje y cimentar las bases de nuevas y mejores generaciones, no obstante como bien lo argumenta existen tomos con cierta naturaleza lúgubre que colocan nuestro juicio en una disyuntiva– pausó para hallar las palabras precisas.

–No existen compendios oscuros, sólo malos mentores Monsieur Fausten. Un tomo con dicha información en manos incorrectas siembra destrucción, en cambio si se le presta el uso adecuado puede resultar una increíble arma de iluminación a las masas ¿Qué opina al respecto?–

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